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"Vior'los ardió una vez, con el fin erradicar la mácula del Orko. Después renació, devuelto a la vida con sudor honesto. Hoy nuestro planeta ha muerto otra vez, consumido por una nueva amenaza. Pero en el proceso esas bestias glotonas han sido consumidas a su vez por el fuego de nuestro desafío. Que esas mismas llamas crezcan fieras en vuestros corazones, pueblo mío. Con ellas llevaremos luz y calor a las frías estrellas de un nuevo horizonte."
Comandante O'Shovah o Visionario.


Vior'los es la capital de los Enclaves Farsight. Es un mundo semidesértico con grandes volcanes situado en el Golfo de Damocles.

Descripción[]

A los guerreros de la Casta del Fuego les gusta decir que Vior'los tiene un núcleo que rivaliza en ardor con el del propio O'Shovah. La cantidad de energía geotérmica que la Casta de la Tierra ha conseguido canalizar en las cordilleras coronadas por volcanes de Vior'los lo convierte en el principal de los recursos estratégicos de los Enclaves Farsight. Se ha especulado sobre si el innato poder de Vior'los fue lo que atrajo a O'Shovah a establecerse allí.

Aunque Vior'los presume de tener un cálido océano salado lleno de formas de vida, la continua masa de tierra del planeta es al mismo tiempo su principal terreno de entrenamiento y su más impactante recurso natural. Las numerosas fallas tectónicas están salpicadas de cadenas de volcanes, cada uno de los cuales acoge una academia de entrenamiento. Se dice en los Enclaves que Vior'los, cuyo nombre puede traducirse aproximadamente por "Hijo de Vior'la", puede afirmar sin temor a dudas que cuenta con tantos guerreros como su mundo padre, si no más.

Historia[]

Fue colonizado cuando la Expedición Farsight llegó al límite norte del Golfo de Damocles. Allí se estableció una prospera colonia que se transformó en la capital de los nuevos Enclaves Farsight. La capital de los Enclaves ha sufrido dos invasiones a lo largo de su historia, y en ambas ocasiones tuvo que ser reconstruida de cero al hacerse una purga total del planeta. La primera fue la invasión del ¡Waaagh! Grog, tras cuya derrota O'Shovah hizo esterilizar el planeta para eliminar todo rastro de esporas Orkas.

La llegada del Gran Devorador[]

A finales del 997.M41, llegaron informes de largo alcance sobre una extraña nube galáctica a las fronteras de los Enclaves Farsight. No encajaba con ningún patrón de energía reconocido, hasta que el Comandante Arra'kon, que había sido un sabio líder militar de los Enclaves durante muchos años, lo correlacionó con datos recientes obtenidos de sus aliados ocultos en los Sectores centrales. El silencio cayó sobre el alto mando de la Casta del Fuego cuando vieron lo que representaban las anómalas lecturas: los tentáculos de una Flota Enjambre Tiránida dirigiéndose directamente contra ellos.

Los T'au habían aprendido mucho de su guerra de dos años contra la Flota Enjambre Gorgona a principios de ese siglo. Los Tiránidos eran un enemigo sin igual, capaz de adaptarse y reproducirse a un ritmo aterrador. Era imperativo que la flota que se dirigía hacia ellos fuese destruida antes de que tomase tierra en ninguno de los Enclaves, o de lo contrario sus enjambres podrían causar la muerte de todo ser vivo que viviese allí.

Las flotas de la Casta del Aire de todos los Enclaves fueron movilizadas para interceptar a la Flota Enjambre, y dirigidas a la batalla por el Almirante Kor'O'Kai de Tinek'la. Aprendiendo de los errores cometidos en la lucha contra la Flota Enjambre Gorgona, las flotas de Kor'O'Kai aislaron y destruyeron a los principales elementos de cada bioflota, trazando patrones helicoidales alrededor de cada tentáculo y reduciéndolo a ruinas sangrientas a lo largo de una terrible batalla espacial de seis semanas.

Al final, el enorme número de naves Tiránidas resultó ser inabarcable, incluso a pesar de los habilidosos esfuerzos de la Casta del Aire. Tres de los cuatro cúmulos de bionaves fueron atrapados y destruidos, pero cuando la Casta del Aire quedó implicada por completo, el cuarto cúmulo entró en el espacio de la colonia de Vior'los con relativamente poca oposición. Mientras los cielos enfermaban con las corrupciones Tiránidas preinvasión, y la vegetación del desierto crecía y se hinchaba, una salva de esporas micéticas empezó a llover desde la flota en órbita.

Más longevo que ningún otro Guerrero del Fuego antes que él, el eremita O'Shovah observó cómo los cielos se volvían purpúreos y grisáceos sobre su refugio en el desierto. Los cactus y plantas trepadoras que le proporcionaban agua crecieron, fuera de control, hasta adoptar nuevas formas horribles. Algo estaba atacando a su mundo, algo que estaba cambiando la sustancia de su hogar para que sirviera mejor a sus propósitos. O'Shovah solo podía imaginar una razón por la que una entidad invasora potenciaría la cantidad de materia biológica de un planeta antes de atacar, engordándola como un ternero grox destinado a un banquete. Los invasores venían a alimentarse, y supo que su pueblo le necesitaba más que nunca.

En mitad del terror y la desesperación que estallaron por todos los enclaves, una nota de gozo resonó desde Vior'los. Un anciano guerrero de piel oscura había entrado en el Gran Museo de Vior'los afirmando ser Farsight, el famoso héroe de antaño, y exigido que se le devolviera su reverenciada Armadura de Combate, sometiéndose a las pruebas genéticas necesarias con dignidad y determinación. En efecto, O'Shovah había regresado a ellos en la hora de su mayor necesidad. La Casta del Fuego se llenó de moral cuando una leyenda viviente emergió del desierto para guiarles. Pronto redoblaron sus esfuerzos para rechazar a los enjambres Tiránidos que infestaban las llanuras de Vior'los.

Estudiando hasta la última pizca de información que sus comandantes pudieron proporcionarle sobre la raza Tiránida, O'Shovah coordinó un nuevo esfuerzo bélico basado en la supremacía aérea. Una masiva punta de lanza de ochenta Equipos Crisis se enfrentó a todos los Tiránidos alados que pudieron encontrar, ignorando a todos los demás y derribándolos con misiles de largo alcance desde una distancia amplia de los enjambres de tierra.

Una vez asegurado su éxito aéreo, los Guerreros del Fuego de Vior'los subieron a bordo de los pontones de atraque antigravedad que Farsight había requisado de las estaciones orbitales del planeta y los usaron para deslizarse sobre las hirvientes llanuras. Allí donde se encontraban Tiránidos más grandes, eran atacados y destruidos por salva tras salva de disparos de rifle de inducción desde los pontones antigravedad. De esta forma, O'Shovah buscaba romper la estructura de liderazgo de los Tiránidos en una estrategia planetaria de golpe letal que destruyera los lazos mentales que coordinaban a todas las progenies en una fuerza coherente de invasión.

Mont'ka negado[]

Una y otra vez, las bestias-líder Tiránidas fueron cazadas y destruidas mediante la aplicación precisa de potencia de fuego, y una y otra vez, fueron reforzadas por Esporas Micéticas de grueso cuerpo que llovían desde los cielos. Miles de ciudadanos morían cada día cuando los insidiosos invasores ponían a prueba cada defensa y asentamiento, aprovechando la más mínima debilidad para atravesar las líneas en una marea de cuerpos quitinosos y masacrar a los que estaban al otro lado. Cada vez que Farsight adaptaba su estrategia, optimizando el protocolo militar para eliminar mejor al enemigo, los Tiránidos se reforzaban y adaptaban a su vez. Aunque le enfurecía admitirlo, el plan de O'Shovah de cortar la cabeza de su monstruoso enemigo no estaba funcionando.

Convocando un concilio de emergencia, Farsight se reunió con las mayores mentes de los Enclaves. Su antiguo amigo, O'Vesa, aún se aferraba a la vida gracias a un cóctel de drogas antiedad inventadas por él mismo. Sugirió que si el arte del golpe letal no funcionaba, quizás podía darse una oportunidad a la del cazador paciente. Farsight frunció el ceño, pero consideró la idea de todas formas. Su mundo estaba maduro y listo para ser cosechado, al borde de ser devorado por la Flota Enjambre Tiránida en la órbita. Por horripilante que resultase la noción, quizás no debían intentar prevenir el ataque. En vez de eso, dejarían que ocurriese, y entonces devolverían el golpe.

La misma noche siguiente, Farsight y sus siete comandantes de mayor confianza escoltaron a O'Vesa a una instalación de investigación de la Casta de la Tierra, Fio'ro'tl, situada en las profundidades del Valle del Polvo. Si tenía el tiempo suficiente, el anciano científico creía que él y sus colegas podrían desarrollar una contramedida que destruiría a los Tiránidos antes de su triunfo final. O'Shovah sabía que esta era su última oportunidad. Con su planeta prácticamente arrasado, dio la orden de evacuar al resto de los T'au presentes en Vior'los.

Antes del final de la semana, solo quedaban doce T'au en todo el planeta: Farsight y sus siete comandantes en Armadura de Combate, O'Vesa, y tres de los más capaces científicos de la Casta de la Tierra de Lub'grahl. Empleando muestras de la biomasa xenos recogidas del campo de batalla, los veteranos científicos trabajaron día y noche para desarrollar una contramedida biológica, mientras su instalación de investigación era guardada por seis Armaduras Crisis, una Apocalipsis, y una de las pocas Cataclismo que habían sido desviadas "accidentalmente" hacia los Enclaves Farsight desde las naves en ruta hacia Bahía Mu'gulath.

Aunque O'Shovah había mantenido deliberadamente las defensas de la instalación tan pequeñas como se atrevió para escapar de la detección, en el octavo día los enjambres les encontraron de todas formas. Miles de veloces bestias-arma se derramaron por los barrancos y valles desde todas direcciones, con colosos que caminaban sobre cuchillas avanzando entre ellos. Farsight presentó sus mayores respetos a sus honorables compañeros y se preparó para dar su vida dando a O'Vesa unos pocos y preciados segundos más.

La batalla que se desató entre los comandantes de Armadura de Combate y los enjambres Tiránidos fue legendaria. Ob'lotai 9-0, la Armadura Apocalipsis operada por la IA engramática del antiguo líder de equipo de Farsight, hizo blanco sobre docenas de bestias-líder Tiránidas desde su ventajosa posición sobre la estación de investigación.

Las Hojas de Fusión del séptimo Comandante Brightsword brillaban con fuerza mientras cortaban a través de los gigantes monstruos-ariete que asaltaban las puertas, haciendo que el ícor alienígena se evaporase en nubes asfixiantes a su alrededor mientras él derribaba a uno, se alejaba y después cortaba a través de otro. El sabio Arra'kon moldeaba complejas soluciones de disparo para defender cada nueva posición, coordinando los disparos de lanzallamas de Sha'vastos y Torchstar para consumir al mayor número posible de las bestias-arma menores dondequiera que trepasen a través de las rocas.

Cuando una imponente monstruosidad mató a Shas'O Varg'ha con un estallido de bioelectricidad, quemándole hasta la muerte dentro de su Cataclismo, el Comandante Bravestorm, enterrado desde hacía mucho dentro del soporte vital de su Armadura de Combate, cargó bajo el torso del Biotitán Tiránido. Potenciando al máximo su antiguo Guantelete Demoledor, Bravestorm le arrancó el tórax de un puñetazo en un sangriento saludo a su camarada caído.

Mientras tanto, Farsight se enfrentó en duelo a la siseante bestia-líder en el corazón del enjambre, enfrentando a su Espada del Amanecer contra las espadas cristalinas de la criatura. Incluso O'Vesa pudo unirse al final de la lucha, accediendo a distancia a la interfaz de la Cataclismo caída y reactivando sus sistemas de armamento para dar el golpe de gracia a una bestia progenitora achaparrada que estaba dando a luz a Tiránidos menores directamente dentro de los pasillos de la instalación.

De repente, una gran nube de polvo se alzó, oscureciendo a los combatientes cuando el Destructor Manta Or'es Por'kauyon les sobrevoló. O'Vesa indicó a Farsight que había convocado a los mejores pilotos de la Casta del Aire para que les extrajesen: la hazaña del interior de la instalación estaba casi completa. Una a una, las Armaduras de Combate se lanzaron al vuelo y subieron a bordo del Manta. Bajo ellos, la instalación de investigación quedó enterrada bajo los cuerpos de los Tiránidos que saltaban mientras los T'au huían del lugar. De los valerosos científicos de la Casta de la Tierra, solo O'Vesa sobrevivió.

Durante el transcurso de los siguientes ciclos, el mundo de Vior'los fue despojado de hasta la última pizca de biomasa. Las bocas costilladas de las naves de la Flota Enjambre descendieron para alimentarse, absorbiendo con hambre el fango alimenticio procedente de sus conquistas desde las muchas piscinas de digestión de la superficie. Farsight y sus comandantes monitorizaron el vil espectáculo desde la órbita superior. Mientras las llamas gemelas de la pena y la furia se retorcían en sus entrañas, O'Shovah empezó a dudar del rumbo que habían tomado. Cuando lanzó una mirada interrogadora a O'Vesa, el envejecido científico sonrió y señaló de vuelta a las propias bionaves.

Al principio Farsight no vio nada, pero pronto empezó a extenderse una mancha negra por los flancos quitinosos de una de las naves Tiránidas. En cuestión de unos pocos momentos, la aflicción se había extendido a una segunda nave, seguida rápidamente por otra y después otra, hasta que ninguna quedó libre de la maligna infección. Las bionaves se estremecieron y retorcieron a medida que la decoloración florecía y las cubría por completo. Una a una, las carnosas naves Tiránidas se consumieron, pudriéndose y derrumbándose como una pieza de fruta descomponiéndose en cuestión de segundos. En una hora, todas las bionaves se habían desintegrado por completo.

Las contramedidas creadas por la Casta de la Tierra, explicó O'Vesa, habían sido un conjunto de venenos autorreplicantes. Los agentes necrotizantes habían sido fabricados con un efecto retardante para asegurar que fueran absorbidos por completo por la Flota Enjambre antes de activarse. El vector de transmisión habían sido los cuerpos de los propios científicos de la Casta de la Tierra: su último acto en Vior'los había sido tragarse el veneno. Una vez sus cuerpos fueron disueltos por las piscinas de digestión, los códigos bacteriales que habían encerrado en sí mismos infectaron el propio aire. Como había esperado O'Vesa, los Tiránidos habían llegado a absorber la mayor parte de la atmósfera de Vior'los para alimentar sus futuras conquistas. Al hacerlo, se habían condenado a una rápida y dolorosa muerte.

Un héroe renacido[]

El último acto de los científicos de la Casta de la Tierra había conmovido profundamente a Farsight. Aquí estaba la auténtica expresión del Bien Supremo: no en una inteligente política ni en librar guerras, sino en el autosacrificio por una mejor vida de los demás. Aunque estaba habituado a que los guerreros de la Casta del Fuego diesen sus vidas en nombre del Imperio T'au, ver semejante altruismo en otra Casta le llenó de humildad. Las muertes de los científicos habían encendido la llama de la ambición en su corazón una vez más.

O'Shovah se esforzó por ver a Vior'los reconstruido y recolonizado, bautizando a sus tres principales ciudades con los nombres de los científicos T'au que habían dado su vida para que el resto de los Enclaves pudiese vivir. Los yermos desiertos y las cordilleras volcánicas serían reconstruidos como ciudades T'au que presumirían de grandes monumentos. En Lub'grahl, el planeta favorito de la Casta de la Tierra, campo tras campo de memoriales ovales blancos fueron levantados en nombre de todos aquellos que habían dado sus vidas por el Bien Supremo.

O'Shovah ya no seguiría rehuyendo su destino como líder y como héroe. La lucha debía continuar.

Fuentes[]

  • Suplemento: Enclaves Farsight (6.ª Edición). Páginas 24-5, 27-8, 32-5, 38-9 y 53.
  • Warhammer: Visions N.º 17 (Junio de 2015). Páginas 134-43.
  • Farsight: Crisis of Faith (Novela), por Phil Kelly. Capítulos 1, 5 y 15-9.
  • Farsight: Empire of Lies (Novela), por Phil Kelly.
  • Farsight: Blade of Truth (Novela), por Phil Kelly.
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