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Veredicto del Certamen de Relatos Wikihammer + Voz de Horus ¡Léelos aquí!

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Para el alba del 51° Milenio, los T'au habían aprendido verdaderamente cuál era su posición en el gran tumulto de la galaxia. Extendidos a un millar de mundos, y cientas de colonias Sept y sistemas, los T'au eran una central industrial de aquellas que no se habían visto en casi diez mil años. Su tecnología había alcanzado más allá de lo que los T'au, en su ilusa ignorancia, habían creído posible, y poseían razas plebeyas en docenas integradas a la cultura T'au (con varios grados de éxito; las colonias de Hu’Sta Gue'vesa en To’Kaan se habían vuelto casi idénticas a muchos mundos Sept, llenas de bellas ciudades blancas y maravillosas tecnologías, mientra los mundos Kroot permanecían como auxiliares semi-civilizados, todavía en los márgenes de la sociedad a pesar de su antiguo linaje).

El furioso proceso de terraformación comenzado a través de la Segunda Era de los Conflictos había funcionado a su favor; mientras otras culturas flaqueaban y se desintegraban, los T'au se convirtieron en una fuerza mucho más dura. Su tecnología de punta era impresionante de contemplar; se observó durante la prolongada guerra con la Liga Humana Independiente Zaffiana (en el 473.M52), cómo estas nuevas naves de guerra podían moverse tan rápido y atacar tan letalmente, tal que batallones enteros de enemigos eran vencidos antes que pudieran dar la orden de tomar represalias. Sus columnas armadas eran instantáneamente destrozadas a escoria fundida por cientas de miles de andanadas de misiles simultáneas, seguidas de combates directos con ágiles Armaduras de Combate que nunca parecían fallar un disparo.

Sin embargo, como se ha visto, toda esta tecnología era dolorosamente necesaria simplemente para que el Meta-Imperio T'au sobreviviera. En los grupos de Septs del norte y el este del Imperio y más allá, habían fuerzas titánicas formadas contra ellos. Una gran oleada argéntea amenazaba con ahogarlos a todos, y deshacer su amarga y dificultosa expansión antes que siquiera estuviera completa. Los Necrones (o los Mont’Ka’Vesa, como eran conocidos por los T'au) estaban en movilizaciones totales. Enormes constructos arácnidos montaban los mundos, bebiéndolos de toda vida, antes de escupir olvido sinople sobre sus flotas. Interminables olas de Guerreros Necrones e Inmortales que vivían como sus imperecibles títulos; se reparaban de casi todo daño, y aquellos Necrones realmente destruidos eran desgarrados en el mismo aire, reparados por millones de máquinas sobre sus Mundos Funerarios, y vueltos a lanzar hacia otro frente de la guerra para luchar de nuevo, en un espacio de horas.

En las primeras fases, los T'au perdieron cientos de mundos contra estos terrores, poblaciones planetarias enteras fueron vencidas antes que pudieran evacuar con seguridad. Billones murieron, y el Imperio T'au lloró esas horrendas pérdidas. La maquinaria propagandística de la Casta del Agua tenía una tarea lastimosamente fácil en unir a todo su Imperio contra esta pesadilla; era muy simple cuando incluso los T'au de los Septs más seguros solo tenían que mirar al cielo y darse cuenta que las estrellas se desvanecían ante sus propios ojos. Pues esta amenaza no era una dinastía secundaria buscando tierras y una galaxia que conquistar. Era una fuerza del olvido eterno, liderada por la personificación de tales pesadillescos ideales; el mismo Portador de la Noche. En muchas ocasiones los T'au movilizaron flotas de batalla completas de las nuevas naves clase-Vengador y millones de guerreros de la Casta del Fuego, para luchar contra los Necrones en una guerra abierta, solo para que una gran nube negra entrara en el sistema, y consumiera a la estrella local. Esto condenaba al sistema, y hacía de su defensa una tarea totalmente inútil. Muchos fueron los solemnes poemas escritos en ese momento sobre Elsy’eir, sobre las terribles y agonizantes decisiones que los Comandantes del Mantenimiento de la Esfera debían enfrentar al abandonar a los denominados ‘Septs Oscuros’ a su perdición.

Sin embargo, para el 972.M53, los T'au, de alguna forma encontraron un método para mantener a la oscuridad a raya. Se desarrollaron municiones que se enterraban dentro de las construcciones Necronas, y ardían continuamente sin importar cuántas veces fueran reparados. Esto forzaba a los Mundos Funerarios a abandonar a los Necrones seriamente dañados y a construir nuevos cuerpos de Necrodermis desde las consciencias almacenadas en su Red Nodal. Esto llevaba tiempo, y permitía a las colonias de los Sept T'au pedir ayuda a través de la inmensa red de estaciones de reposte. Allá donde las fuerzas Necronas transportaran sus monolitos invocados sobre un planeta o estación, encontraban que los T'au estaban listos con todo el temido armamento que el Imperio podía forjar. Luchar en esas guerras, con este tipo de impensables armas horribles de gran alcance siempre fue una experiencia desgarradora, y los hospitales especialistas de la Casta de la Tierra fueron emplazados en el orden de miles para lidiar con el influjo de soldados con estrés de posguerra y mentalmente destrozados, evacuados de dichas zonas de guerra. En muchos casos, estos hospitales se convertían en centros de eutanasia, debido a la innatural y en ocasiones imposible condición de estos soldados. Las cosas que veían no podían ser olvidadas, y sus cuerpos y mentes eran consumidos por las revelaciones que roían sobre sus propias almas.

Los T'au habían hecho también una gran alianza con sus viejos enemigos, el diverso y voluble Imperio Comercial Thexiano, el cual también había sufrido dolorosamente ante las manos de plata de los Necrones. La concordia entre los dos grandes rivales permanecía viable por el tiempo en que los Necrones permanecieran como ‘un peligro creíble y urgente a la comunidad galáctica en su totalidad’. Poco sabrían las dos facciones por cuántos miles de años permanecería el caso. Uno debe notar que, aunque la Élite Thexiana firmó el tratado, muchos de sus elementos menos controlables aún causaban problemas en los distritos Sept más septentrionales, donde el gobierno T'au es laxo…

Las grandes guerras Necronas afectaron en muchos aspectos importantes al Imperio a través de su historia. Hubo mucha desesperación entre los líderes corporativos de los Grandes Septs (como T'au y Bork'an en particular). Se demandaban nuevas armas y modos de combatir a la amenaza plateada en todo momento. En particular, la espantosa pérdida de vidas resultantes de la guerra (una tasa de atrición del 80% desde el año 387.M54) fue ampliamente criticada por la mayoría de los elementos no militares del Imperio. Bork'an hacía intentos tentativos para desarrollar Armaduras de Combate controladas por drones y sin piloto para producirlas en masa. Sin embargo, dichas máquinas tenían reacciones muy lentas, y fueron en general consideradas inservibles. De mala gana, se ordenó que los proyectos secretos que habían despoblado al antiguo mundo de N'Dras, por el consejo de Aun'Va, continuaran su investigación sobre desarrollo de drones con capacidad de procesamiento hiper-sofisticado. Esto llevó a los terribles eventos de la conflagración de N'Dras en el 555.M56, pero volveremos a esto en un futuro. Sin embargo, antes de esa fecha, las ‘Armaduras Frías’ N’Drasian se convirtieron en un elemento esencial en los futuros conflictos T'au; podían ser desplegadas en el orden de millones directamente desde las naves-fábrica Demiurgas, al combate. Las formas distintivas azul-grises de la Armadura de Combate N’Drasian XV333-78 eran mucho más esbeltas y maniobrables debido a la carencia de piloto. Podían acelerar más rápidamente y eran más ágiles, pues ya no arriesgaban el bienestar de sus ocupantes. Además, cada armadura podía contener mayores cargas útiles y más armas, además de mejores sistemas de objetivos complejos, y poseían extensos y sofisticados sistemas de red de drones, permitiéndole a éstos convertirse en una extensión de sus propias mentes. Eran mucho más que meros programas, las CPUs de los XV333 podían, de hecho, pensar por sí mismas; Inteligencias Artificiales. Una abominación susurrada en las antiguas culturas de los Gue'vesa; los T'au no temían a estas máquinas pensantes. Su arrogancia e ignorancia luego servirían como advertencia para todos. Cuidado con el Fantasma en la Máquina…

En el 397.893.M53, aconteció el desarrollo más importante en la cultura T'au y en toda la extensión de su sociedad. Fue en ese día, sobre el mundo de Jaa’Vorl, donde un niño T'au conocido en la historia como Kor-Pivin, fue el primer T'au en emprender pruebas genéticas experimentales en la Casta de la Tierra. Estas pruebas largas y agotadoras habían comenzado apenas hace siete Kai’rotaa (cada una equivalente a 50 días Terrestres). Luego, informes a través del Imperio hablaban de extraños T'au que podían percibir el mundo de una forma que nunca se había visto antes, e incluso podían manipular constantes físicas locales en un menor grado. En algunas de las colonias Sept más distantes, estos talentos a menudo no eran explorados, pero el patrón comenzó a re-ocurrir dentro de los mundos Sept metropolitanos y en las colonias Sept dominadas. Una vez las pruebas estuvieran completas, los resultados fueron revelados a la Casta de la Tierra para su gran sorpresa. Habían confirmado la existencia del primer psíquico T'au. Esta información fue, por supuesto, retenida por la mayoría de la sociedad T'au durante casi cien años. Para el momento en que los Etéreos habían ‘preparado’ adecuadamente a la sociedad para esta revelación, Vior'la y varias otras academias militares a través del Imperio ya habían realizado sus propias cazas de psíquicos (o ‘singularidades vórtice’, como la maquinaria propagandística T'au se apresuró a llamar, así evitando asociaciones desagradables con las cepas disformes destructivas y enloquecidas de la humanidad, las cuales habían causado tanta destrucción durante milenios) y los reunieron en programas de reproducción secretos.

De la forma típica T'au, estos psíquicos comenzaron a desarrollarse en una casta distinta, la Casta M’yen (traducida aproximadamente como ‘la casta imprevista’, pues uno podría argumentar fácilmente que ningún T'au habría predicho tal desarrollo). Vestidos con extrañas túnicas púrpura, y utilizando curiosos cristales de foco energético en su ornamentación y armamento, estas figuras se volvieron una extraña e incómoda presencia dentro de la sociedad T'au. La mayoría fueron a toda prisa desplegados en el eterno frente Necrón, reforzando a las otras razas psíquicas de la Gran Alianza, quienes eran esenciales en mantener a raya a la amenaza plateada. El resto eran utilizados por los Etéreos, para asegurar su obediencia y adoración en los mundos Sept y en aquellos que vivían en ellos, al Bien Supremo. Los M’yen’vre eran las herramientas perfectas para los Etéreos para promulgar su dominio sobre todo los seres vivos entre su fachada de unidad. Y los disidentes serían retirados por el solo hecho de pensar en contra del sistema. Tales disidentes eran tomados de sus casas y llevados a centros de reeducación, donde una combinación de técnicas de hipnosis M’yen y poderosos olfativos químicos eran empleados para re-alinear las lealtades de los elementos discordantes. Ellos volvían a sus casas hablando de las bellas y agrestes tierras que habían visitado, y sobre cómo habían hablado con Aun'Va personalmente, quien les dijo el verdadero significado del Bien Supremo. Desde entonces, ninguno de los ciudadados re-educados el Imperio ha re-ofendido de nuevo. Tal es el destino de la unidad.

En las fronteras occidentales del Meta-Imperio T'au, las cosas eran bastante diferentes a través de este período. Las crecientes movilizaciones en los límites orientales implicaban que los T'au no podían permitirse suministrar a esas colonias y Septs distantes con la última tecnología y armamento. En algunos mundos, aún se usaban los viejos chasis Piraña y sus variantes, así como los viejos diseños de Armaduras de Combate. Estas colonias compartían un comercio mayor y un intercambio transcultural con sociedades exteriores que con las colonias interiores del Imperio. Numerosos Imperios Humanos y civilizaciones intercambiaban ideas y tecnología con estas colonias, o a menudo incursionaban o declaraban la guerra a estas sociedades T'au más débiles, pensando que eran incapaces de defenderse por sí mismas. A veces tenían razón, pero a menudo no era el caso. Muchos fueron los capitanes de brigada necios quienes, vestidos con ropas finas robadas y armados con naves capturadas, intentaban someter a los T'au. Sus armas de inducción y cruceros clase Héroe a menudo demostraban con desafiante claridad quién era el verdadero poder en el área.

El enclave semi-independiente conocido como el Enclave Farsight, es un raro ejemplo de una civilización T'au totalmente independiente, completamente distinta a sus autoritarios vecinos. Es una extraña cultura feudal centrada alrededor de príncipes Kasar en arcaicas armaduras, quienes mantenían ejércitos personales y competían entre sí por la influencia. Es una cultura bastarda con muchos orígenes distintos, los cuales solo se unirían cuando estuvieran bajo una amenaza por alguna facción que sea más poderosa que todos los príncipes combinados. Tal enemigo levantaría la cabeza en el 222.M53. En ese año, la estación de reposte exterior del Enclave había recogido la firma distintiva de una gran flota de combate entrando en el espacio real desde la Disformidad. En consecuencia, Kais’Kasar’Koilgu, el príncipe Kasar local, reunió a sus fuerzas y a su flota de combate y se lanzó a interceptar a esta flota extranjera. Sobre la luna de Jubza, se encontraron. La flota enemiga no intentó comunicarse siquiera con Koilgu. En su lugar, la enorme flota de naves cuadradas y voluminosas, cada una distintiva y colorida en su librea y decoración, abrió fuego sobre la armada de Koilgu. La batalla bramó por días, hasta que la nave insignia de la misteriosa flota disparó torpedos de abordaje sobre la nave de mando de Koilgu. Los T'au de Enclave lucharon duro con sus Rifles de Inducción y una determinación sanguinaria, pero fueron fácilmente reducidos por los arrogantes gigantes que arrasaron la nave, acompañados de bandadas de adoradores humanos quienes disparaban Rifles Láser y rezaban a sus maestros. Eventualmente, el líder de los enemigos se lanzó hacia el puente de Koilgu.

Koilgu estaba armado en una bella armadura de combate, cubierta en condecoraciones de honor e inscripciones de gloria. Ante él, el Dios-Capitán Flaegren, Bajo-Señor Astartes de la decimoséptima cruzada de Gran Sicarium, yacía en una servoarmadura adornada con un brillante Puño de Combate, sus hombros envueltos en una espesa piel de león, su cabeza cubierta con ostentosa joyería de la más llamativa. Las dos opulentas y corruptas figuras se miraron una a otra por un instante antes de cargar. Bólter y Rifle de Fusión rugieron contra Carabina de Inducción y Bláster de Fusión, un crepitante Puño de Combate golpeando contra una Garra de Energía Mechanicus, entregada a Koligu por un Adepto capturado hace tiempo. Aunque la armadura de combate hacía a Koilgu diabólicamente fuerte, Flaegren era un veterano de casi un milenio de derramamientos de sangre y conflictos. Su habilidad era fenomenal, y el duelo terminó con el psicótico marine abriendo el chasis de Koilgu, antes que sus sicofantes secuaces derramaran oro derretido dentro de la armadura, con el agonizante T'au aún dentro.

El cadáver aureado de Koilgu fue entregado al Gran Kasar del Enclave escasos meses después. El retenedor que llevó el macabro trofeo al Kasar recitó arrogantemente el mensaje del Dios-Capitán:

“Aquí yace un invaluable regalo para el Gran Kasar del Enclave Farsight. Un símbolo de la benevolencia del Rey Dios Sicarius y de Gran Sicarium. Recibirán más de estos poderosos regalos, en caso que su necia gente escoja oponerse al dominio del verdadero maestro de la galaxia, ¡y rey de todos los Astartes!”.

No hace falta señalarlo, pero los restos del retenedor, luego que el Kasar terminara con él, apenas podían llenar un vaso de papel. El desafío de Flaegren había sido aceptado, y pasarían muchos años antes que su cruzada pudiera ser detenida por el Enclave. Sobre una docena de mundos y en cientos de campos de batalla, los insanos Marines de Gran Sicarium y sus hombres de armas luchaban amargas guerras mundo a mundo con los Enclaves. Cada bando luchaba como humo, de forma fluida intentando sobremaniobrar a sus oponentes antes de asestar un golpe letal. Se lanzaron campañas de guerrillas por tropas de Enclave desesperadas o llenas de odio, y los Astartes respondían con enormes bombardeos sobre centros de población civil. El número y la variedad de conflictos que se extendieron durante décadas a lo largo de las regiones fronterizas sin ley podrían llenar una biblioteca, pero eventualmente, ambos bandos estaban exhaustos, con sus números menguados a solo una fracción de sus fuerzas previas. Amargados y conducidos por una arrogancia ciega, Flaegren continuó su campaña, iniciando una abrasadora y perforadora ofensiva con su flota remanente, la cual se hundió profundamente como una lanza sobre el tejido blando del Enclave Farsight. El mundo capital fue sitiado por dos grandes barcazas de guerra. Estos masivos y flotantes paisajes urbanos eran casi imposibles de destruir; Una y otra vez, bandas dedicadas de Armaduras y drones saldrían a misiones encubiertas para infiltrarse y destruir a los colosos, pero en vano.

Entonces, algo realmente desastroso ocurrió. En su arrogancia y manía, Flaegren había descuidado mantener sus suministros de proyectiles a través de la guerra. Sus líneas logísticas fueron estiradas hasta un punto de quiebre, y éste vino dieciséis meses en el asedio final. Una gran nave Astartes, la Novia de Sicarius, irrumpió en el sistema sin escolta, esperando resuministrar a las grandes barcazas que estaban constantemente golpeando a las grandes ciudades o asentamientos que podían encontrar sobre la superficie. Sin embargo, antes que pudiera alcanzar a las naves de Flaegren, los hombres del Kasar finalmente entraron en acción. Más de setecientas Armaduras de Combate, trescientos Orcas llenos de Guerreros del Fuego leales, apoyados por una tribu de mercenarios Kroot, abordaron la nave, y destruyeron todas las municiones en una gran tormenta de disparos y gritos. Ahora indefensas y desarmadas, las barcazas eran presa fácil para los refuerzos que llegaban a desatar su terrible venganza sobre los odiados Astartes. Los príncipes Kasar de todo el Enclave acudieron al sistema con sus naves, escupiendo arcos brillantes de energías azules y púrpuras dentro de los afligidos behemoths. Misiles y baterías de iones de una docena de configuraciones y diseños bombearon su fuerza destructiva en destrozar los antiguos constructos de Terra. Las placas armadas se astillaron y desgarraron, hombres y mujeres aullaban mientras el vacío ingresaba para arrancar sus vidas en un fiero instante, y lento pero seguro, ambas naves colapsaban bajo la presión, cayendo en pedazos como cadáveres en descomposición de ballenas.

Se dijo que Flaegren bajó con su nave, ordenando a sus hombres que dejaran de morir, mientras el aire era succionado desde el puente. Él murió destrozando a sus propios secuaces, mientras se asfixiaba traicioneramente en el piso sobre sus botas de oro.

Esto es, por supuesto, un breve vistazo sobre las acciones de los T'au en este período, mientras el destino llamaba a todas las razas en el despertar de los gigantes que se construían tanto en el vacío como en la Disformidad. Pronto, los T'au, la joven raza convertida en una monstruosidad cínica por el dolor, serían forzados a reevaluar su lugar en la galaxia, y elegir un bando en el más grande y perdurable conflicto de nuestros (y de hecho de todos) los tiempos. Pues estaba viniendo, y ninguna dinastía estaría segura de él al final.

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