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Terra era una corona oscura pudriéndose hacia el centro de esta horrible pesadilla revuelta. Había consumido a sus hermanas [[Venus]] y [[Mercurio]]; enormes cadenas y frondas de gancho les habían dirigido hacia el mundo y las había moldeado como plastilina, en nuevas y horrendas formas. La [[Luna]] fue devorada completamente, antes de conformar un ojo gigante sin párpados, que lloraba océanos de pus hacia el vacío, desde donde se formaban aulladores demonios purulentos de herencia [[Nurgle|Nurglista]] que se consumían a sí mismos en pocos momentos.
 
Terra era una corona oscura pudriéndose hacia el centro de esta horrible pesadilla revuelta. Había consumido a sus hermanas [[Venus]] y [[Mercurio]]; enormes cadenas y frondas de gancho les habían dirigido hacia el mundo y las había moldeado como plastilina, en nuevas y horrendas formas. La [[Luna]] fue devorada completamente, antes de conformar un ojo gigante sin párpados, que lloraba océanos de pus hacia el vacío, desde donde se formaban aulladores demonios purulentos de herencia [[Nurgle|Nurglista]] que se consumían a sí mismos en pocos momentos.
   
[[Marte]] ya no era rojo; era plateado y brillaba con patrones de arco de luz verde funeraria. Incontables bosques de pilones y generadores de Campos Nocturnos envolvían al mundo en una nube de cordura sin alma que convertía a los demonios en vapor desvanecido luego de segundos de aproximarse; pues era el mundo del [[Mag'ladroth|Dragón del Vacío]], y era el Olvido mismo, moldeado en [[Necrodermis|carne metálica viviente]] y luz estelar pulsante. Su Armada Necrona había estado atrapada allí debido a las estratagemas de Abaddón, pero él era demasiado poderoso para ser derrotado. Él solo podía ser contenido, y apenas. Cada cinco días, su flota se lanzaría entre cada mundo individual en el [[Sistema Solar]]. Sus constructos purgarían totalmente a cada mundo en toda su extensión, dejándolos como estériles bolas de roca. Sus [[Necrones]] lo aniquilaban todo. Luego, orbitaban el Sol, bebían profundo de sus antiguas energías, antes de regresar a Marte para alimentar a su maestro [[C'tan|C’Tan]], el cual se volvía más poderoso y se frustraba más cada día. Esto era debido a que, apenas un día después de matar a cada demonio en el Sistema Solar, ellos volvían, y reformaban nuevamente sus mundos. Estas purgas se hicieron conocidas como las Oleadas del Dragón, y eran la única forma de medir el tiempo dentro de la Tormenta de la Extinción del Emperador. Eran tratadas casi como tormentas tropicales por los demonios y los degenerados del reino solar. Se escondían antes que les alcanzaran. Algunos sobrevivían, pero la gran mayoría no. Pero esto importa muy poco, de todas formas. El Caos siempre regresa, alimentándose de la miseria de aquellos que aún viven para alimentarlos a cada vez mayores hazañas de la locura.
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[[Marte]] ya no era rojo; era plateado y brillaba con patrones de arco de luz verde funeraria. Incontables bosques de pilones y generadores de Campos Nocturnos envolvían al mundo en una nube de cordura sin alma que convertía a los demonios en vapor desvanecido luego de segundos de aproximarse; pues era el mundo del [[Mag'ladroth|Dragón del Vacío]], y era el Olvido mismo, moldeado en [[Necrodermis|carne metálica viviente]] y luz estelar pulsante. Su [[Flota Necrona|Armada Necrona]] había estado atrapada allí debido a las estratagemas de Abaddón, pero él era demasiado poderoso para ser derrotado. Él solo podía ser contenido, y apenas. Cada cinco días, su flota se lanzaría entre cada mundo individual en el [[Sistema Solar]]. Sus constructos purgarían totalmente a cada mundo en toda su extensión, dejándolos como estériles bolas de roca. Sus [[Necrones]] lo aniquilaban todo. Luego, orbitaban el Sol, bebían profundo de sus antiguas energías, antes de regresar a Marte para alimentar a su maestro [[C'tan]], el cual se volvía más poderoso y se frustraba más cada día. Esto era debido a que, apenas un día después de matar a cada demonio en el Sistema Solar, ellos volvían, y reformaban nuevamente sus mundos. Estas purgas se hicieron conocidas como las Oleadas del Dragón, y eran la única forma de medir el tiempo dentro de la Tormenta de la Extinción del Emperador. Eran tratadas casi como tormentas tropicales por los demonios y los degenerados del reino solar. Se escondían antes que les alcanzaran. Algunos sobrevivían, pero la gran mayoría no. Pero esto importa muy poco, de todas formas. El Caos siempre regresa, alimentándose de la miseria de aquellos que aún viven para alimentarlos a cada vez mayores hazañas de la locura.
   
 
Sin importar el horror de la Esfera, habían tesoros para ser saqueados por aquellos lo suficientemente valientes y trastornados para aventurarse dentro. Las Bóvedas de Terra siempre estuvieron custodiadas con sellos irrompibles, y están llenas de una gran cantidad de conocimiento más allá de lo reconocible, tal vez sólo superado por... el lugar donde me encuentro ahora...
 
Sin importar el horror de la Esfera, habían tesoros para ser saqueados por aquellos lo suficientemente valientes y trastornados para aventurarse dentro. Las Bóvedas de Terra siempre estuvieron custodiadas con sellos irrompibles, y están llenas de una gran cantidad de conocimiento más allá de lo reconocible, tal vez sólo superado por... el lugar donde me encuentro ahora...
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[[Ahzek Ahriman]] era un buscador de conocimiento. Deseaba finalmente ingresar a las bóvedas secretas, y saquear el corazón del Terror. El gran hechicero reunió a suficientes [[Marines Rúbrica]] y hermanos practicantes de magia disforme desde los Imperios del Caos; no solamente [[Mil Hijos]], sino de muchos cultos [[psíquicos]] desde cada credo y cultura diabólica que acudieron a su nave Biblioteca, conformada a partir del casco capturado de un Acechador de Vacío muerto. Su Cábala intentó cientos de rituales para atravesar la impenetrable nube de tormentas disformes que enfundaban al Sistema Solar tanto en el [[Materium]] como en el [[Inmaterium]]; millones de sus acólitos perecieron en estos intentos, pero en vano. La locura escupida desde la Nube de Oort era demasiado densa y sin sentido. Incluso las más poderosas mentes de los magos eran simplemente demasiado mortales y lógicas para percibir realmente una ruta segura a través de la tundra de psicosis.
 
[[Ahzek Ahriman]] era un buscador de conocimiento. Deseaba finalmente ingresar a las bóvedas secretas, y saquear el corazón del Terror. El gran hechicero reunió a suficientes [[Marines Rúbrica]] y hermanos practicantes de magia disforme desde los Imperios del Caos; no solamente [[Mil Hijos]], sino de muchos cultos [[psíquicos]] desde cada credo y cultura diabólica que acudieron a su nave Biblioteca, conformada a partir del casco capturado de un Acechador de Vacío muerto. Su Cábala intentó cientos de rituales para atravesar la impenetrable nube de tormentas disformes que enfundaban al Sistema Solar tanto en el [[Materium]] como en el [[Inmaterium]]; millones de sus acólitos perecieron en estos intentos, pero en vano. La locura escupida desde la Nube de Oort era demasiado densa y sin sentido. Incluso las más poderosas mentes de los magos eran simplemente demasiado mortales y lógicas para percibir realmente una ruta segura a través de la tundra de psicosis.
   
Todo, es decir, con excepción de una nave. El Tersis, la [[Nave Negra]] caída que se había hundido en lo más profundo de la Disformidad, por debajo de los reinos incorporales ondulantes donde la carne corría fluida y la materia era un mito. En los milenios siguientes, había vagado desde entonces por la Disformidad como uno de los muchos depredadores disformes que cazaban junto a él. La nave era una barcaza disforme viviente, imbuida con energías disformes en cada átomo de su ser, con algunos afirmando que almacenaba un fragmento de la Disformidad más profunda y pura en su cuarto de máquinas, el cual potenciaba a la nave indefinidamente. Tal era la potencia de su corrupción; podía permanecer en el Materium solo durante un corto intervalo de algunos días para capturar a nueva tripulación para reemplazar a aquellos huéspedes demoníacos a bordo cuyos cuerpos finalmente se habían desgarrado bajo la tensión de la demencia, antes de regresar a la Disformidad. Ahriman usó todo su conocimiento esotérico para predecir en qué lugar en el Materium el Tersis se alzaría próximamente, y vigilar dicha región.
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Todo, es decir, con excepción de una nave. El Tersis, la [[Nave Negra]] caída que se había hundido en lo más profundo de la disformidad, por debajo de los reinos incorporales ondulantes donde la carne corría fluida y la materia era un mito. En los milenios siguientes, había vagado desde entonces por la Disformidad como uno de los muchos depredadores disformes que cazaban junto a él. La nave era una barcaza disforme viviente, imbuida con energías disformes en cada átomo de su ser, con algunos afirmando que almacenaba un fragmento de la disformidad más profunda y pura en su cuarto de máquinas, el cual potenciaba a la nave indefinidamente. Tal era la potencia de su corrupción; podía permanecer en el Materium solo durante un corto intervalo de algunos días para capturar a nueva tripulación para reemplazar a aquellos huéspedes demoníacos a bordo cuyos cuerpos finalmente se habían desgarrado bajo la tensión de la demencia, antes de regresar a la disformidad. Ahriman usó todo su conocimiento esotérico para predecir en qué lugar en el Materium el Tersis se alzaría próximamente, y vigilar dicha región.
   
Cuando la contorsionada nave viviente emergió finalmente, él abrió instantáneamente un portal disforme dentro del submarino-demonio, y desplegó a su séquito de élite dentro y lideró él mismo la fuerza de incursión. El Tersis era una pesadilla por dentro y por fuera, y tan pronto como abordaran la nave, fue atacado por las balbucientes hordas dentro. Monstruos con demasiadas extremidades y cuerpos disjuntos sacudidos con la corrupción babeaban a través de las mismas paredes para atacar a la banda de Ahriman, pero sus poderosos hechizos lograron contener a gran parte de la acometida. Los mortales de su séquito, protegidos del daño por los Marines Rúbrica, aullaban y lloraban de agonía solo al mirar sobre los fluidos muros y locura cruda que conformaba la estructura del Tersis. La geometría significaba poco en esta nave, y los secuaces leales de Ahriman viajaron kilómetro tras kilómetro a través de las tripas cavernosas de la nave, abriéndose paso a través de la bilis y quemando su camino a través de los mamparos que rechinaban y les gritaban. En cada paso del camino, eran seguidos por huéspedes demoníacos y engendros escabulléndose. Por días viajaron, y no importaba qué tanto se esforzaran los eruditos de Ahriman, no podían descifrar un camino en el laberinto.
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Cuando la contorsionada nave viviente emergió finalmente, él abrió instantáneamente un portal disforme dentro del submarino-demonio, y desplegó a su séquito de élite dentro y lideró él mismo la fuerza de incursión. El Tersis era una pesadilla por dentro y por fuera, y tan pronto como abordaran la nave, fue atacado por las balbucientes hordas dentro. Monstruos con demasiadas extremidades y cuerpos disjuntos sacudidos con la corrupción babeaban a través de las mismas paredes para atacar a la banda de [[Ahriman]], pero sus poderosos hechizos lograron contener a gran parte de la acometida. Los mortales de su séquito, protegidos del daño por los [[Marines Rúbrica]], aullaban y lloraban de agonía solo al mirar sobre los fluidos muros y locura cruda que conformaba la estructura del Tersis. La geometría significaba poco en esta nave, y los secuaces leales de Ahriman viajaron kilómetro tras kilómetro a través de las tripas cavernosas de la nave, abriéndose paso a través de la bilis y quemando su camino a través de los mamparos que rechinaban y les gritaban. En cada paso del camino, eran seguidos por huéspedes demoníacos y engendros escabulléndose. Por días viajaron, y no importaba qué tanto se esforzaran los eruditos de Ahriman, no podían descifrar un camino en el laberinto.
   
 
Ahriman al final utilizó un poderoso hechizo para invocar a los demonios de su patrón, quienes lograron irrumpir entre las masas empalagosas para enviar la palabra a los Señores del Tersis. Llevaron el mensaje del maestro de la Rúbrica; Ahriman quería parlamentar con ellos, no luchar. Instantáneamente, se formó un pasaje, cortando a través del laberinto, directamente hacia la cámara central del Tersis, donde el Brujo y la Hermana Superior presidían.
 
Ahriman al final utilizó un poderoso hechizo para invocar a los demonios de su patrón, quienes lograron irrumpir entre las masas empalagosas para enviar la palabra a los Señores del Tersis. Llevaron el mensaje del maestro de la Rúbrica; Ahriman quería parlamentar con ellos, no luchar. Instantáneamente, se formó un pasaje, cortando a través del laberinto, directamente hacia la cámara central del Tersis, donde el Brujo y la Hermana Superior presidían.
   
Lady Medeline y su esposo Señor-Brujo presidieron el gran salón del trono de cadáveres osificados en el que la Cábala de Ahriman se encontraba; los terribles gobernadores del Tersis sentado en un trono ceñudo de escarabajos retorcidos y mamparas fusionadas. Medeline quizá había sido una [[Adepta Sororitas|Sororitas]], pero incluso las más tenues caricias del Nex-''[CUENTA CORRUPTA, BUSQUE AYUDA]'' más allá de lo reconocible. Se sentó en su armadura demoníaca biomecánica, encaramada sobre el regazo de la forma silenciosa y encapuchada del Señor-Brujo, el antiguo Psíquico de la Celda Primus, quien acariciaba su cabello multicolorido, el cual serpenteaba con vida inhumana mientras sus garras lo tocaban. Medeline habló por ambos, mientras preguntaba por las condiciones de Ahriman.
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Lady Medeline y su esposo Señor-Brujo presidieron el gran salón del trono de cadáveres osificados en el que la Cábala de Ahriman se encontraba; los terribles gobernadores del Tersis sentado en un trono ceñudo de escarabajos retorcidos y mamparas fusionadas. Medeline quizá había sido una [[Adepta Sororitas|Sororitas]], pero incluso las más tenues caricias del Nex-''[CUENTA CORRUPTA, BUSQUE AYUDA]'' más allá de lo reconocible. Se sentó en su armadura demoníaca biomecánica, encaramada sobre el regazo de la forma silenciosa y encapuchada del Señor-Brujo, el antiguo psíquico de la Celda Primus, quien acariciaba su cabello multicolorido, el cual serpenteaba con vida inhumana mientras sus garras lo tocaban. Medeline habló por ambos, mientras preguntaba por las condiciones de Ahriman.
   
Ahriman pidió un pasaje en su nave, mientras pasaba profundamente en el pináculo superior de las partes más profundas de la arquitectura inexistente de la Disformidad; los [[Mil Hijos]] sabían que la única forma de pasar la cáscara disforme del Sistema Sola era viajar ‘debajo’ de ella. (Tengo dudas en usar el término debajo, pues el reino disforme no posee dimensiones físicas. Perdonen mis coloridas analogías. Son mi único método de hacer frente a un reino tan imposible).
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Ahriman pidió un pasaje en su nave, mientras pasaba profundamente en el pináculo superior de las partes más profundas de la arquitectura inexistente de la Disformidad; los [[Mil Hijos]] sabían que la única forma de pasar la cáscara disforme del [[Sistema Solar]] era viajar ‘debajo’ de ella. (Tengo dudas en usar el término debajo, pues el reino disforme no posee dimensiones físicas. Perdonen mis coloridas analogías. Son mi único método de hacer frente a un reino tan imposible).
   
 
Nadie está seguro de lo que Medeline pidió de vuelta por sus servicios, pero todo pareciera que Ahriman aceptó y reunió al resto de su Cábala con él mientras el Tersis regresaba desde su innatural hábitat.
 
Nadie está seguro de lo que Medeline pidió de vuelta por sus servicios, pero todo pareciera que Ahriman aceptó y reunió al resto de su Cábala con él mientras el Tersis regresaba desde su innatural hábitat.
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(El viaje a través de la Disformidad Abisal no aparece registrado aquí. He leído crónicas previas que intentaron describir tales cosas, pero a menudo esto vuelve a dichos documentos irreproducibles y, en casos muy raros, inquietantemente conscientes...)
 
(El viaje a través de la Disformidad Abisal no aparece registrado aquí. He leído crónicas previas que intentaron describir tales cosas, pero a menudo esto vuelve a dichos documentos irreproducibles y, en casos muy raros, inquietantemente conscientes...)
   
Eventualmente, el Tersis emergió en un frondoso grito de deslumbramiento oscuro, y el mismo firmamento sangró mientras sus aletas desgarraban su camino hacia la realidad. Debajo de ellos, se mostraba el paisaje infernal de la Esfera, la pesadilla que una vez había sido [[Terra]], la cuna de la [[humanidad]]. Ahriman se desplegó sobre la superficie casi inmediatamente junto a sus marines Rúbrica de Élite y uno de sus Acólitos; una joven y ambiciosa mujer conocida como Crolemere. El resto de su Cábala de mil hombres no aterrizó en la superficie. Tal parece que el Tersis obtuvo su premio mientras regresaba a la Disformidad y dejaba al hechicero [[Astartes]] por sus propios medios.
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Eventualmente, el Tersis emergió en un frondoso grito de deslumbramiento oscuro, y el mismo firmamento sangró mientras sus aletas desgarraban su camino hacia la realidad. Debajo de ellos, se mostraba el paisaje infernal de la Esfera, la pesadilla que una vez había sido [[Terra]], la cuna de la [[humanidad]]. Ahriman se desplegó sobre la superficie casi inmediatamente junto a sus marines Rúbrica de Élite y uno de sus Acólitos; una joven y ambiciosa mujer conocida como Crolemere. El resto de su Cábala de mil hombres no aterrizó en la superficie. Tal parece que el Tersis obtuvo su premio mientras regresaba a la disformidad y dejaba al hechicero [[Astartes]] por sus propios medios.
   
 
Ahriman se puso manos a la obra instantáneamente, pues no tenía tiempo que perder; solo tenía cinco días antes de la siguiente Oleada del Dragón, y además, sabía que no era el único saqueador desquiciado que venía a fisgonear en las bóvedas abiertas del [[Emperador]] y degustar los frutos podridos dentro.
 
Ahriman se puso manos a la obra instantáneamente, pues no tenía tiempo que perder; solo tenía cinco días antes de la siguiente Oleada del Dragón, y además, sabía que no era el único saqueador desquiciado que venía a fisgonear en las bóvedas abiertas del [[Emperador]] y degustar los frutos podridos dentro.
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Sin embargo, él no era la única facción de viajeros hambrientos de poder que alcanzaban la esfera de locura. La Emperatriz-Bruja Vaxigotsh, una de las Señoras de Guerra más poderosas en el [[Segmentum Obscurus]], había atravesado la Nube de Oort a través de puro agotamiento; sacrificando una flota de quince mil de sus mejores naves. Solo su ardiente nave insignia, el ''Delirium'', atravesó el velo, lleno de su legión cibernética conocida como la ‘Hueste Divina’; todas y cada una de ellas degeneradas máquinas de matar. También deseaban los secretos de la Bóveda Renacida; los Laboratorios del Emperador.
 
Sin embargo, él no era la única facción de viajeros hambrientos de poder que alcanzaban la esfera de locura. La Emperatriz-Bruja Vaxigotsh, una de las Señoras de Guerra más poderosas en el [[Segmentum Obscurus]], había atravesado la Nube de Oort a través de puro agotamiento; sacrificando una flota de quince mil de sus mejores naves. Solo su ardiente nave insignia, el ''Delirium'', atravesó el velo, lleno de su legión cibernética conocida como la ‘Hueste Divina’; todas y cada una de ellas degeneradas máquinas de matar. También deseaban los secretos de la Bóveda Renacida; los Laboratorios del Emperador.
   
Su nave se estrelló en tierra en una colección de montañas como colmillos, y emergió a la cabeza de su gran ejército. Aterrizó más cerca al gran corazón del Mundo Demoníaco de Terra, fuera del mismo [[Palacio Imperial]], donde la grieta estaba desgarrada y abierta con el paso de innumerables demonios y pesadillas desde las mayores profundidades de la [[Disformidad]]. Y fue ella la que tuvo el dudoso privilegio de encontrarse personalmente con el nuevo maestro de Terra.
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Su nave se estrelló en tierra en una colección de montañas como colmillos, y emergió a la cabeza de su gran ejército. Aterrizó más cerca al gran corazón del Mundo Demoníaco de Terra, fuera del mismo [[Palacio Imperial]], donde la grieta estaba desgarrada y abierta con el paso de innumerables demonios y pesadillas desde las mayores profundidades de la [[disformidad]]. Y fue ella la que tuvo el dudoso privilegio de encontrarse personalmente con el nuevo maestro de Terra.
   
 
Donde una vez el majestuoso Palacio Imperial coronaba los Himalayas, ahora solo era una gran guarida de piedra opaca y bronce derretido que se estremecía como si riera en burla de su antiguo esplendor. Mientras Vaxigotsh se aproximaba, encontró que el foso lleno de sangre que rodeaba a esta fortaleza se convirtió en un inmenso y terrible océano, lleno de tiburones y cosas tentaculadas que mordían y aullaban en furia agónica. La única forma de cruzar el mar de sangre era un estrecho puente conformado con las cajas torácicas de bestias inmensas. Su ejército ignoró estos presagios y siguió delante con su columna de sucios vehículos blindados y tanques super-pesados. Cada paso en su viaje era observado por alcaudones despellejados, que instantáneamente afirmaron ver al Príncipe del Terror; el Regente de Terra.
 
Donde una vez el majestuoso Palacio Imperial coronaba los Himalayas, ahora solo era una gran guarida de piedra opaca y bronce derretido que se estremecía como si riera en burla de su antiguo esplendor. Mientras Vaxigotsh se aproximaba, encontró que el foso lleno de sangre que rodeaba a esta fortaleza se convirtió en un inmenso y terrible océano, lleno de tiburones y cosas tentaculadas que mordían y aullaban en furia agónica. La única forma de cruzar el mar de sangre era un estrecho puente conformado con las cajas torácicas de bestias inmensas. Su ejército ignoró estos presagios y siguió delante con su columna de sucios vehículos blindados y tanques super-pesados. Cada paso en su viaje era observado por alcaudones despellejados, que instantáneamente afirmaron ver al Príncipe del Terror; el Regente de Terra.

Revisión actual - 05:17 24 jul 2018

Donde una vez estuvo Terra, estaba ahora la esfera. Una gran bola de colores innaturales y horrible luz disforme que se propagaba a través de un año luz de espacio: la esfera se aferró a las propias fronteras del Imperio Occidental del Caos como un vil tumor maligno. Incluso los veteranos del Ojo temían este reino. Al igual que las tormentas disformes antes de ésta y durante, era una masa turbulenta de locura y energía disforme, colmada de demonios y degenerados viviendo sobre la inmundicia y reproduciéndose del horror. Pero a diferencia de las otras, esta tormenta había sido manufacturada por Abaddón, al envenenar la Nube de Oort y plantar un virus demoníaco auto-consumidor en los mismos átomos del sistema estelar.

En la Era del Ocaso, solo aquellos que le habían fallado a Abaddón, los desterrados, o los locos más allá de todo cálculo, se aventuraban dentro de la Tormenta de la Extinción del Emperador. La Disformidad había saturado los mundos dentro por demasiado tiempo. Júpiter se retorcía con un billón de colores imposibles, y monstruos enroscados convulsionando invisibles dentro de sus interminables bancos de nubes mutagénicas. Sus lunas fueron torcidas en Mundos Demoníacos, que arrojaban energías malignas unas sobre otras y mutaban constantemente. Neptuno, Urano y Saturno sufrieron destinos similares. Este era un reino donde incluso los Marines Espaciales del Caos estaban casi sin esperanza. Ninguna nave podía entrar en la cáscara disforme de la esfera sin quedar dañada irreparablemente; pronto se estrellaban en las Lunas Demoníacas, o eran precipitadas dentro de energías informes por las corrientes disformes, y eran entonces succionadas por cosas horrendas de geometría pútrida y abominación biológica.

Terra era una corona oscura pudriéndose hacia el centro de esta horrible pesadilla revuelta. Había consumido a sus hermanas Venus y Mercurio; enormes cadenas y frondas de gancho les habían dirigido hacia el mundo y las había moldeado como plastilina, en nuevas y horrendas formas. La Luna fue devorada completamente, antes de conformar un ojo gigante sin párpados, que lloraba océanos de pus hacia el vacío, desde donde se formaban aulladores demonios purulentos de herencia Nurglista que se consumían a sí mismos en pocos momentos.

Marte ya no era rojo; era plateado y brillaba con patrones de arco de luz verde funeraria. Incontables bosques de pilones y generadores de Campos Nocturnos envolvían al mundo en una nube de cordura sin alma que convertía a los demonios en vapor desvanecido luego de segundos de aproximarse; pues era el mundo del Dragón del Vacío, y era el Olvido mismo, moldeado en carne metálica viviente y luz estelar pulsante. Su Armada Necrona había estado atrapada allí debido a las estratagemas de Abaddón, pero él era demasiado poderoso para ser derrotado. Él solo podía ser contenido, y apenas. Cada cinco días, su flota se lanzaría entre cada mundo individual en el Sistema Solar. Sus constructos purgarían totalmente a cada mundo en toda su extensión, dejándolos como estériles bolas de roca. Sus Necrones lo aniquilaban todo. Luego, orbitaban el Sol, bebían profundo de sus antiguas energías, antes de regresar a Marte para alimentar a su maestro C'tan, el cual se volvía más poderoso y se frustraba más cada día. Esto era debido a que, apenas un día después de matar a cada demonio en el Sistema Solar, ellos volvían, y reformaban nuevamente sus mundos. Estas purgas se hicieron conocidas como las Oleadas del Dragón, y eran la única forma de medir el tiempo dentro de la Tormenta de la Extinción del Emperador. Eran tratadas casi como tormentas tropicales por los demonios y los degenerados del reino solar. Se escondían antes que les alcanzaran. Algunos sobrevivían, pero la gran mayoría no. Pero esto importa muy poco, de todas formas. El Caos siempre regresa, alimentándose de la miseria de aquellos que aún viven para alimentarlos a cada vez mayores hazañas de la locura.

Sin importar el horror de la Esfera, habían tesoros para ser saqueados por aquellos lo suficientemente valientes y trastornados para aventurarse dentro. Las Bóvedas de Terra siempre estuvieron custodiadas con sellos irrompibles, y están llenas de una gran cantidad de conocimiento más allá de lo reconocible, tal vez sólo superado por... el lugar donde me encuentro ahora...

Ahzek Ahriman era un buscador de conocimiento. Deseaba finalmente ingresar a las bóvedas secretas, y saquear el corazón del Terror. El gran hechicero reunió a suficientes Marines Rúbrica y hermanos practicantes de magia disforme desde los Imperios del Caos; no solamente Mil Hijos, sino de muchos cultos psíquicos desde cada credo y cultura diabólica que acudieron a su nave Biblioteca, conformada a partir del casco capturado de un Acechador de Vacío muerto. Su Cábala intentó cientos de rituales para atravesar la impenetrable nube de tormentas disformes que enfundaban al Sistema Solar tanto en el Materium como en el Inmaterium; millones de sus acólitos perecieron en estos intentos, pero en vano. La locura escupida desde la Nube de Oort era demasiado densa y sin sentido. Incluso las más poderosas mentes de los magos eran simplemente demasiado mortales y lógicas para percibir realmente una ruta segura a través de la tundra de psicosis.

Todo, es decir, con excepción de una nave. El Tersis, la Nave Negra caída que se había hundido en lo más profundo de la disformidad, por debajo de los reinos incorporales ondulantes donde la carne corría fluida y la materia era un mito. En los milenios siguientes, había vagado desde entonces por la Disformidad como uno de los muchos depredadores disformes que cazaban junto a él. La nave era una barcaza disforme viviente, imbuida con energías disformes en cada átomo de su ser, con algunos afirmando que almacenaba un fragmento de la disformidad más profunda y pura en su cuarto de máquinas, el cual potenciaba a la nave indefinidamente. Tal era la potencia de su corrupción; podía permanecer en el Materium solo durante un corto intervalo de algunos días para capturar a nueva tripulación para reemplazar a aquellos huéspedes demoníacos a bordo cuyos cuerpos finalmente se habían desgarrado bajo la tensión de la demencia, antes de regresar a la disformidad. Ahriman usó todo su conocimiento esotérico para predecir en qué lugar en el Materium el Tersis se alzaría próximamente, y vigilar dicha región.

Cuando la contorsionada nave viviente emergió finalmente, él abrió instantáneamente un portal disforme dentro del submarino-demonio, y desplegó a su séquito de élite dentro y lideró él mismo la fuerza de incursión. El Tersis era una pesadilla por dentro y por fuera, y tan pronto como abordaran la nave, fue atacado por las balbucientes hordas dentro. Monstruos con demasiadas extremidades y cuerpos disjuntos sacudidos con la corrupción babeaban a través de las mismas paredes para atacar a la banda de Ahriman, pero sus poderosos hechizos lograron contener a gran parte de la acometida. Los mortales de su séquito, protegidos del daño por los Marines Rúbrica, aullaban y lloraban de agonía solo al mirar sobre los fluidos muros y locura cruda que conformaba la estructura del Tersis. La geometría significaba poco en esta nave, y los secuaces leales de Ahriman viajaron kilómetro tras kilómetro a través de las tripas cavernosas de la nave, abriéndose paso a través de la bilis y quemando su camino a través de los mamparos que rechinaban y les gritaban. En cada paso del camino, eran seguidos por huéspedes demoníacos y engendros escabulléndose. Por días viajaron, y no importaba qué tanto se esforzaran los eruditos de Ahriman, no podían descifrar un camino en el laberinto.

Ahriman al final utilizó un poderoso hechizo para invocar a los demonios de su patrón, quienes lograron irrumpir entre las masas empalagosas para enviar la palabra a los Señores del Tersis. Llevaron el mensaje del maestro de la Rúbrica; Ahriman quería parlamentar con ellos, no luchar. Instantáneamente, se formó un pasaje, cortando a través del laberinto, directamente hacia la cámara central del Tersis, donde el Brujo y la Hermana Superior presidían.

Lady Medeline y su esposo Señor-Brujo presidieron el gran salón del trono de cadáveres osificados en el que la Cábala de Ahriman se encontraba; los terribles gobernadores del Tersis sentado en un trono ceñudo de escarabajos retorcidos y mamparas fusionadas. Medeline quizá había sido una Sororitas, pero incluso las más tenues caricias del Nex-[CUENTA CORRUPTA, BUSQUE AYUDA] más allá de lo reconocible. Se sentó en su armadura demoníaca biomecánica, encaramada sobre el regazo de la forma silenciosa y encapuchada del Señor-Brujo, el antiguo psíquico de la Celda Primus, quien acariciaba su cabello multicolorido, el cual serpenteaba con vida inhumana mientras sus garras lo tocaban. Medeline habló por ambos, mientras preguntaba por las condiciones de Ahriman.

Ahriman pidió un pasaje en su nave, mientras pasaba profundamente en el pináculo superior de las partes más profundas de la arquitectura inexistente de la Disformidad; los Mil Hijos sabían que la única forma de pasar la cáscara disforme del Sistema Solar era viajar ‘debajo’ de ella. (Tengo dudas en usar el término debajo, pues el reino disforme no posee dimensiones físicas. Perdonen mis coloridas analogías. Son mi único método de hacer frente a un reino tan imposible).

Nadie está seguro de lo que Medeline pidió de vuelta por sus servicios, pero todo pareciera que Ahriman aceptó y reunió al resto de su Cábala con él mientras el Tersis regresaba desde su innatural hábitat.

(El viaje a través de la Disformidad Abisal no aparece registrado aquí. He leído crónicas previas que intentaron describir tales cosas, pero a menudo esto vuelve a dichos documentos irreproducibles y, en casos muy raros, inquietantemente conscientes...)

Eventualmente, el Tersis emergió en un frondoso grito de deslumbramiento oscuro, y el mismo firmamento sangró mientras sus aletas desgarraban su camino hacia la realidad. Debajo de ellos, se mostraba el paisaje infernal de la Esfera, la pesadilla que una vez había sido Terra, la cuna de la humanidad. Ahriman se desplegó sobre la superficie casi inmediatamente junto a sus marines Rúbrica de Élite y uno de sus Acólitos; una joven y ambiciosa mujer conocida como Crolemere. El resto de su Cábala de mil hombres no aterrizó en la superficie. Tal parece que el Tersis obtuvo su premio mientras regresaba a la disformidad y dejaba al hechicero Astartes por sus propios medios.

Ahriman se puso manos a la obra instantáneamente, pues no tenía tiempo que perder; solo tenía cinco días antes de la siguiente Oleada del Dragón, y además, sabía que no era el único saqueador desquiciado que venía a fisgonear en las bóvedas abiertas del Emperador y degustar los frutos podridos dentro.

Él y Crolemere lanzaron un hechizo rúnico alrededor de su séquito, que expulsó a los garras inquisitivas de los demonios nacidos en los amargos vientres de la Tormenta de la Extinción del Emperador. El lugar que una vez fue Terra era un lugar totalmente cambiado. Había ciudadelas semi-orgánicas que reptaban por su superficie como cangrejos ermitaños imposiblemente grandes. Civilizaciones enteras de mutantes vivían y morían en cuestión de horas. La superficie cambiaba y se enrollaba constantemente como un océano de langostas, mientras tomaba una gran fuerza de voluntad para los discípulos de Ahriman únicamente el evitar ser barridos en la nada por estas mareas golpeadoras. Sin embargo, fue Crolemere quien descubrió una forma de navegar por el abatido orbe. Aunque era una tierra baldía imposible, sobre la superficie, los antiguos pasajes y bulevares subterráneos de la Luna, Venus y Terra permanecían en cierto orden, incluso aunque estuvieran desesperanzadamente arruinados. Usando esta cordura como una varita mágica, Ahriman se desplazó a un ritmo brutalmente rápido.

Sin embargo, él no era la única facción de viajeros hambrientos de poder que alcanzaban la esfera de locura. La Emperatriz-Bruja Vaxigotsh, una de las Señoras de Guerra más poderosas en el Segmentum Obscurus, había atravesado la Nube de Oort a través de puro agotamiento; sacrificando una flota de quince mil de sus mejores naves. Solo su ardiente nave insignia, el Delirium, atravesó el velo, lleno de su legión cibernética conocida como la ‘Hueste Divina’; todas y cada una de ellas degeneradas máquinas de matar. También deseaban los secretos de la Bóveda Renacida; los Laboratorios del Emperador.

Su nave se estrelló en tierra en una colección de montañas como colmillos, y emergió a la cabeza de su gran ejército. Aterrizó más cerca al gran corazón del Mundo Demoníaco de Terra, fuera del mismo Palacio Imperial, donde la grieta estaba desgarrada y abierta con el paso de innumerables demonios y pesadillas desde las mayores profundidades de la disformidad. Y fue ella la que tuvo el dudoso privilegio de encontrarse personalmente con el nuevo maestro de Terra.

Donde una vez el majestuoso Palacio Imperial coronaba los Himalayas, ahora solo era una gran guarida de piedra opaca y bronce derretido que se estremecía como si riera en burla de su antiguo esplendor. Mientras Vaxigotsh se aproximaba, encontró que el foso lleno de sangre que rodeaba a esta fortaleza se convirtió en un inmenso y terrible océano, lleno de tiburones y cosas tentaculadas que mordían y aullaban en furia agónica. La única forma de cruzar el mar de sangre era un estrecho puente conformado con las cajas torácicas de bestias inmensas. Su ejército ignoró estos presagios y siguió delante con su columna de sucios vehículos blindados y tanques super-pesados. Cada paso en su viaje era observado por alcaudones despellejados, que instantáneamente afirmaron ver al Príncipe del Terror; el Regente de Terra.

Cuando el ejército estaba a medio camino del puente, la Legión Demoníaca atacó. Devoradores de Almas a la cabeza, aterrizando delante y detrás del ejército, atrapándolos sobre el colosal puente. Mientras tanto, verdaderas olas de Desangradores de Khorne cargaban sobre el puente, gruñendo con su eterna sed de sangre, mientras los Juggernauts corrían en estampida por el medio. De repente la batalla comenzó, y ambos bandos lucharon salvajemente; uno nacido de la Disformidad, el otro inducido con implantes cibernéticos e infusiones asesinas. Los Campeones de Vaxigotsh fueron decapitados uno tras otro por Despojacráneos, Heraldo de Khorne. Mientras tanto, Ingenios Demoníacos de escala colosal se alzaron desde las profundidades como leviatanes legendarios, y destrozaron el puente, arrojando a ambas partes dentro del ardiente torrente de sangre escaldada. Cuando Despojacráneos finalmente tomó la cabeza de Vaxigotsh, se le ordenó mantener el órgano cortado muy vivo, para que el maestro de Terra pudiera presenciar su destrucción en las proximidades.

Ahriman escogió un camino diferente a través del paisaje infernal. Viajó debajo de él, abrazando la cordura como una muleta. Todo el tiempo tejía sus hechicerías, y el reino sobre él estaba en flujo, cambiando de acuerdo a caprichos conflictivos. El Marine de los Mil Hijos invocó aliados demoníacos y portales disformes enteros en la superficie, instigando guerras titánicas y conflictos que escindían las mismas montañas con su furia; todo esto para distraer al Regente Demoníaco de Terra. Doombreed, el primer y más antiguo demonio mortal gobernando Terra con las garras ensangrentadas de un tirano, pero incluso él, el más poderoso de los Príncipes Demonio, no era omnipotente.

Sin embargo, incluso a medida que crecía cada vez más frustrado con las fintas y las ilusiones del hechicero, Doombreed sabía que Ahriman estaba allí.

“¿Crees que puedes confundirme, cachorro Astartes? Este es mi mundo; mi hogar. ¡Yo contaminé la tierra de este planeta con sangre y dolor mucho antes que esa locura Anatema de Imperio se alzara! Me alcé mucho antes que diera vida a sus hijos, y a sus pequeños chuchos contaminados; chuchos como tú. Te aplastaré como ya he aplastado a todos los que han llegado antes que tú, pequeño mortal. ¡Tú y tu raza de posthumanos no son dignos de los frutos del poder de los Dioses!” gritó con voz terrible, llegando a todos los rincones del mundo.

Crolemere se encogió en el fragor, pero Ahriman desestimó sus miedos; él se encargaría de su seguridad, hasta que haya completado su parte del negocio.

La imagen de Doombreed se quemó en la mente de Ahriman mientras silenciosamente luchaba una batalla de voluntades contra el Príncipe Demonio de Khorne. El demonio aparecía como una terrible imagen especular del Emperador; donde su armadura era dorada, la de Doombreed era de bronce, y lagrimeaba pus aceitoso y veneno chocante, y donde las resplandecientes características del Emperador (para todos sus defectos) parecían majestuosas, el rostro de Doombreed era una máscara contorsionada de un mosaico de carne y ojos de carbón ardientes, y sobre ellos, una corona de espinas de obsidiana.

Pero la mente de Ahriman, aunque más débil que la esencia poderosa del antiguo demonio, era por mucho más ágil, y evitó la fiera mirada de Doombreed. Luego de cuatro días de batalla e infiltración silenciosa, la banda de Ahriman había alcanzado las catacumbas del Palacio Oscuro. Era allí donde Ahriman necesitaba a sus secuaces más que nunca. Él fue drenado de su incesante guerra mental con el príncipe, y solo sus Marines Rúbrica podían defenderle de los demonios asaltantes y degenerados enloquecidos que les atacaban desde cada ángulo; cada oleada era desapasionadamente recibida con una lluvia de proyectiles por los autómatas no muertos. Al final lograron llegar a las deseadas bóvedas. A los pies de las puertas de la bóveda, cáscaras secas marcaron el fracaso manifiesto de ladrones de tumbas anteriores.

Solo el toque de Crolemere podría abrir la bóveda, pues ella era de la sangre más pura, y una inocente que era inmune a los efectos de la contaminación disforme; una de las pocas Sensei grises que han existido. Solo la sangre del Emperador podía abrir sus más secretas bóvedas, y parte de su sangre fluía por sus rebeldes venas. Su toque abrió los sellos bio-codificados, y otorgó a Ahriman acceso a los ocultos laboratorios.

Mientras se abría, el campo de estasis dentro se desactivaba. Cuando Ahriman entró, estaba estupefacto por lo que encontró. Científicos mortales, vestidos con batas blancas prístinas de plástico y caucho, y enormes máquinas de diseños únicos e intrigantes, muchas de ellas alienígenas en su naturaleza. Fue allí donde sintió que sus poderes de repente lo abandonaban, y cayó de rodillas. Desde detrás de una columna cableada, se apareció una mujer de armadura vistosa, empuñando una espada de plata malvadamente afilada en sus delicados dedos. Su boca estaba cubierta con una rejilla, que solo un veterano de los milenios pasados podría reconocer; ella era una Hermana del Silencio. Los Marines Rúbrica fueron asesinados mientras más Hermanas del Silencio cortaban a los gigantes y lentamente se acercaban a esta nueva amenaza. El Emperador había planeado contra saqueadores hace mucho tiempo.

Pero Ahriman no fue tan fácilmente intimidado, no cuando estaba tan cerca de su objetivo final. Lentamente, se puso de pie, gruñendo de rabia indignada.

“¡Soy el Proscrito del Dios Cíclope, y el vástago de la Rúbrica! ¡No se me negará lo que nos puede salvar a todos! ¡Todo es polvo, pero desde el polvo se alza… todo!” declaró con voz fuerte antes que las Hermanas descendieran sobre él.

Él y la Sensei lucharon furiosamente, ignorando cortes que podrían haber matado a hombres menores mil veces. Su báculo fue partido a la mitad, y su yelmo fue destrozado. Su propia sangre corría libremente, nunca dándole la oportunidad de coagular mientras se lanzaba nuevamente al combate. Cuando la última Hermana del Silencio murió, sus poderes volvieron a él violentamente como una brisa etérea, que cerró la bóveda detrás de ellos.

Lo que pasó dentro con los científicos sobrevivientes del Emperador no se conoce con certeza, pero se sabe que Crolemere y Ahriman llevaban extensos tomos y textos con ellos en las bóvedas. Ahriman drenó las bóvedas con su conocimiento, dicen algunos, mientras otros afirman que simplemente completó el conocimiento incompleto que residía dentro de esos santificados salones de aprendizaje e investigación.

Todo lo que se sabe es que Doombreed registró una marejada repentina de energía disforme bajo la corteza de Terra, lo que le alertó de la presencia de Ahriman. Sin embargo, cuando sus legiones llegaron allí, no había nada para encontrar. No solo Crolemere y Ahriman ya no estaban, sino que también había desaparecido toda la bóveda, dejando un cubo perfecto de un kilómetro cúbico de espacio vacío en su lugar.

Doombreed aulló frustrado a los magullados cielos, incluso cuando la Oleada del Dragón barrió su mundo, limpio una vez más de materia.

Lo que Ahriman no supo en ese momento, por supuesto, es que su salida dramática había hecho un agujero no solo a través del espacio real, sino también perforando el velo en la Nube de Oort.

Los muros de la prisión se quebraron en ese año; un año conocido como el Año del Dragón, el cual sería el catalizador de todo lo que vendría.