
Ufthak Blackhawk fue un Korzario Orko del Klan Luna Malvada que sirvió en el Tekwaaagh! bajo las órdenes de El Mekzeñor.
Descripción[]
Ufthak Blackhawk fue un subordinado del Kaudillo Orko conocido como Badgit Snazzhammer. Tras morir este y quedar malherido el primero durante el asalto a la nave imperial Espíritu Resoluto, el Matazanoz Drozfang retiró la cabeza de Ufthak de su maltrecho cuerpo y la insertó en el decapitado cuerpo de Snazzhammer.
Ufthak portaba en su brazo derecho un akribillador de dos cañones con un kemakema acoplado. Además, en su brazo izquierdo blandía el martillo homónimo de Snazzhammer. Los Orkos más leales que tenía bajo su mando eran Mogrot Redtoof, su mano derecha; Wazzock Deffrow y el Matazanoz Drozfang.
Historia[]
Inicios Humildes[]

Lo que más disfrutaba Ufthak de sus días de piratería y saqueo en los pecios espaciales eran los “bichos raros con muchos brazos que se mueven como Ciberjabalíes acelerados”. Durante una de dichas escaramuzas, antes de que Ufthak se hiciese con la capitanía de la Espíritu Resoluto, El Zerebrito, un Mekániko del Klan, instaló un Dekapitador Dizforme que causó un impulso catastrófico teletransportando la nave humana junto con el resto de la flota de El Mekzeñor frente al sistema Hephaesto, controlado por el Adeptus Mechanicus. Dicho salto provocó que los cuerpos de los humanos muertos se uniesen y reanimasen en formas grotescas que, lejos de desanimar a los invasores xenos, ofrecieron un festival de violencia del que les costó mucho desencantarse.

Poco tiempo después de llegar al planeta se dieron cuenta de que había otra nave Orka en órbita, la nave insignia del mismísimo Kapitán Badrukk, por lo que El Mekzeñor hizo llamar a todos sus subalternos a su nave Martillo de Morko. Tras un breve discurso motivador y con el beneplácito de Badrukk, deciden competir con su tripulación en el saqueo del mundo forja.
Para descender al planeta, sin embargo, loz Bukaneroz de Ufthak tuvieron que utilizar lanzaderas imperiales sin apenas modificar, por lo que el aterrizaje fue bastante complicado tras perder un ala y caer en picado.
Tras aterrizar cerca de unas fortificaciones humanas, experimentaron ciertos problemas para avanzar debido a que el suelo era poco firme y hasta las motoz resbalaban con la grava y los escombros que ya comenzaban a acumularse. Mientras las tropas del Adeptus Mechanicus les machacaban desde posiciones elevadas, los Orkos iban cayendo uno a uno, incapaces de alcanzar su objetivo. Ufthak tuvo entonces una idea; ya que el dakka no podía impactar a los defensores debido al ángulo, necesitaban algo que pudiese colarse tras los parapetos: granadaz.

Tras conseguir avanzar hasta las posiciones defensivas de los Skitarii, Ufthak se enfrentó a uno de sus comandantes y durante el duelo perdió su akribillador. Sin embargo, tras derrotar a todos los defensores Ufthak era el único Noble Orko aún en pie, lo que le dejó al mando del resto de la peña.
Poco después llegó una escuadra de tres Caballeros Imperiales y comenzaron a diezmar a los Orkos restantes. Ufthak organizó a los Orkos dispersos para atacar los puntos débiles de los Caballeros. Lograron dañar un par de ellos, pero justo cuando se disponían a intensificar sus ataques apareció el Kapitán Badrukk en su flamante ingenio volador y consiguió derribar al último de ellos, arrebatándole con ello el botín de guerra a Ufthak y su banda.

Tras reparar en él, Badrukk decidió ofrecerle un puesto entre sus tropas (que, en opinión de Ufthak, iban demasiado elegantes y coloridas). Sin embargo, justo en ese instante el Mekzeñor teleportó un Mega Gargante en medio del campo de batalla. Esta monstruosa amalgama de cañones y chatarra era el orgullo del Kaudillo, y disfrutaba enormemente cuando lo teleportaba y sus enemigos se quedaban atónitos y paralizados segundos antes de ser vaporizados por su enorme cantidad de dakka.
Inspirado por la magnificencia de su señor, Ufthak rechazó la oferta de Badrukk. Los Korzarioz de Badrukk se marcharon entonces con los mejores expolios de guerra y Ufthak ordenó a la mitad de sus Chikoz que aprovechasen que sus rivales iban cargados y les aventajasen. Mientras tanto, él y Mogrot se dispusieron a robar un Zaltador Trukao a los Lokoz de la Velozidad. Una vez encontrado su objetivo, machacaron al piloto y afanaron el vehículo, junto con un Gretchin llamado Nizkwik y un Garrapato que se subió por conveniencia, instinto o hambre.
Ufthak Matagargantes[]

Ya motorizados, siguieron una enorme autopista en dirección a donde se encontraba uno de los principales Titanes humanos. Acercándose lo máximo posible, activaron los motores de salto disforme y acabaron impactando contra el más grande de ellos, no sin antes saltar en el último momento para evitar la muerte. Una vez situados en lo más alto del Titán, lograron abrir un boquete sobre su cabeza, colándose en el interior, matando a toda la tripulación y apoderándose del gigantesco ingenio imperial.
Entre tanto, y tras interpretar una palabra escrita en gótico, Ufthak tuvo tiempo para nombrar al Garrapato Princesa, pues era lo que creía haber entendido que era el nombre del piloto adosado al Titán.
Antes de que pudiesen utilizarlo para su beneficio, sin embargo, el Mega Gargante Orko utilizó un rayo tractor y empujó a otro de los Titanes menores contra aquel en el que se encontraban, derribándolos en el proceso. Ufthak acabó tirado dentro de la cabina con los cadáveres de los humanos y cubierto de los fluidos del tanque del piloto.

Posteriormente, Ufthak topó con un nuevo impedimento. Los humanos habían activado una especie de campo de fuerza que les impedía acercase más para poder pelear adecuadamente. Sin embargo, gracias a una lluvia de golpes convencidos, él y el resto de Chikoz a su alrededor lograron que fallasen en su sección y pudieron así atravesarlo.
Durante los subsiguientes combates se apoderaron de varios tanques gravíticos (seguramente un Vehículo Blindado Skorpius) y, haciendo un esfuerzo sobrehumano por entender a los humanos, cayó en que lo más probable era que emprendiesen la huida. Por ello, haciendo uso de sus nuevas y extrañas monturas sin ruedas ni orugas se dirigieron hacia una de las plataformas de aterrizaje de la ciudad. De camino, aprovechando que un grupo de Motoriztaz les había retado a una carrera, Ufthak hizo creer a los defensores que se trataban de otros humanos huyendo del ataque de los Orkos.
¡Lo mío, pa' mí![]

El plan de Ufthak funcionó y logró llegar hasta la plataforma, donde él y sus Chikoz desataron toda su furia contra los indefensos operarios, quienes no ofrecieron una buena pelea. No obstante, lograron hacerse con muy buen botín, incluyendo una armadura Aeldari que El Zerebrito iba a tunear para él.
Mientras El Zerebrito le estaba terminando de ajustar su nueva armadura a Ufthak, Badrukk apareció en la plataforma de aterrizaje desde el interior del complejo. Exasperado ante la congregación de Chikoz que allí había y el hecho de que había llegado tarde, decidió plantar cara a Ufthak y, justo cuando las amenazas y rugidos estaban a punto de convertirse en verdaderos mamporros, una nueva oleada de humanos se lanzó a reconquistar tan vital posición. Esto llevó a Ufthak y Badrukk a hacer una tregua hasta que derrotasen a todos los humanos, y luego discutirían por la vía de la violencia a quién pertenecía el botín.
Ufthak vio cómo tres humanos discutían sobre algo y, de repente, uno de ellos sacó un akribillador muy molón y disparó contra los otros dos con ropas más elegantes. Acto seguido, la lanzadera más alejada y la que más botín contenía despegó y se marchó.

Cuando los Chikoz se abalanzaban sobre ellos, Badrukk los interrumpió con un grito, y retó a Ufthak: quien antes lograse matar a su humano asignado, sería el mejor Orko. Ufthak escogió a Ronrull Illutar, quien prestó muy buena batalla y llegó incluso a asestarle varios golpes críticos. Es posible que no hubiese sobrevivido si no llega a ser por la ayuda de Princesa, el Garrapato que le seguía desde que robase el Zaltador Trukao, que se lanzó a morder a Ronrull y esto fue suficiente para distraerle y que Ufthak terminase matándolo.
Badrukk tardó algo más en terminar, pero decidió impugnar el resultado porque Ufthak había sido ayudado por el Garrapato. Lo dejaron entonces en tablas y, repentinamente, escucharon un tremendo estruendo. El Mega Gargante del Mekzeñor se estaba enfrentando a un constructo extraño que no parecía pertenecer del todo a los mismos humanos. Al principio todos vitoreaban, independientemente del Klan al que pertenecían. Sin embargo, de repente el monstruo mecánico destrozó al Mega Gargante, derrotando así al orgulloso ingenio del Mekseñor.
Badrukk se rio y se marchó en busca de nuevos trofeos, pero Ufthak seguía con la mosca detrás de la oreja, ya que aquella criatura posiblemente daemónica se dirigía al interior del volcán. Así que mientras lo observaba tuvo una idea posiblemente genial.
Sin honor entre Korzarioz[]

Mientras Badrukk estaba distraído, Nizkwik le robó algún tipo de aparatejo con un botón rojo grande en el centro. Pronto el Kapitán se percató y encolerizó. Dirigió su akribillador pezado hacia Ufthak, quien apretó el botón justo antes de que las balas convirtieran su cabeza en moco sanguinolento. De repente se teleportó a la nave personal del mismo Badrukk.
Tras deshacerse de su tripulación, Ufthak y el Zerebrito se hicieron con el control del aparato y consiguieron hacerlo volar; dirigiéndose hacia el matagargantes. Sin embargo, a la hora de la verdad, resultó que solamente los grandes akribilladorez de la nave tenían suficiente dakka para atacar a la criatura. Tras un par de maniobras evasivas, volvieron a hacer diana sobre él. Sin embargo, se quedaron sin munición poco después.

Mientras trataban de esquivar los ataques que les lanzaba desde dentro del volcán, Nizkwik descubrió un botón rojo que, según explicó el Zerebrito, servía para dar un tremendo impulso a la nave. Esto inspiró a Ufthak a pulsarlo de un golpe y proyectarlos, envueltos en llamas, contra el Ingenio Daemónico. Justo antes del impacto, pudo ver sus ojos daemónicos y, si hubiera tenido la capacidad y el vocabulario adecuado, hubiera dicho que dejó una marca en su alma.
Fruto del impacto salieron despedidos agarrados a sus asientos. Mientras volaban por los aires en caída libre y el matagargantes agonizaba, Da Boffin gritó a Ufthak que accionase el botón verde que tenía en el pecho. Lo cual activó una especie de mochila cohete que el mekániko había adherido a su armadura y con ella pudieron aterrizar ilesos mientras miles de orkos coreaban su nombre una y otra vez.
Tras haber derrotado al constructo daemónico aterrizó rodeado de Chikoz que coreaban su nombre una y otra vez. En ese momento comenzó a pesar que quizás él podía ser el nuevo Kaudillo Orko. Se dio cuenta que ya no pensaba en demostrar su valía ante el Mekzeñor, ni en impresionarlo. Fue poco después cuando el Mekzeñor le nombró Zeñor de Guerra (Big Boss). Pero ante tal anuncio Ufthak solo pudo responder: "ya, ya, lo ke zea".

Juntos se asomaron al fondo del volcán para ver lo que "habían logrado" y, qué extraña sensación envolvió a Ufthak, era como si resultase muy muy sencillo empujar al Mekzeñor al fondo del cráter... Casi por un momento... Pero justo en ese momento aparecieron Badrukk y sus muchachos. Lo que hizo saltar las alarmas entre todos los presentes y generar una tensión algo innecesaria. Al fin y al cabo, Ufthak solo le había robado y destruido su vehículo personal para poder acabar con el daemon. Pero bueno, aunque la lógica dictase otra cosa, nadie estaba dispuesto a dar de lado una buena pelea. Sin embargo Badrukk estaba de buen humor y no le reprendió por su hazaña, incluso le felicitó.
Reunidos los tres se preguntaron sobre qué había ido a hacer aquella cosa en lo profundo del volcán. Dedujeron que andaba buscando algo, seguramente buenos expolios de guerra. Los mejores. Así que mandaron a todos sus chicos a una competición de cavar.

Pronto descubrieron una especie de cueva en la que yacía alguna clase de máquina muy grande y extraña. Ninguno de los tres supo qué era, pero Badrukk se atrevió a acercarse y tocarla.
Una vez junto a la máquina, colocó algún tipo de aparato y, al grito de “pa mi”, desapareció sin dejar rastro. En ese momento el Mekzeñor encolerizó, pues Badrukk había robado lo que sin lugar a dudas era la mejor pieza de los expolios dejados atrás por los humanejos. Esto no ayudó a apaciguar la repulsión que comenzaba a crecer dentro de Ufthak hacia su Señor de Guerra. Pero entonces el Mekzeñor mandó a todos sus Chikoz a prepararse ya que no iba a descansar hasta que diera caza a Badrukk y durante aquella epopeya, Ufthak estaría a su lado.
Un Mundo de Lokoz[]
Ufthak siguió creciendo tanto en prestigio como en estatura, algo típico de los de su especie. Creció tanto que la flamante armadura que afanó en Hephaesto se le terminó quedando pequeña; por lo que la troceó para llevar jirones como parte de su nueva estética de Noble.

No se sabe cuánto tiempo pasó desde sus correrías en Hephaesto; pero sí que permaneció al lado del Mekzeñor como uno de sus nobles más prolíficos. Lo más significativo fue que: aquello que se había convertido en tenues hilos de pensamiento, con el tiempo se convirtieron en pensamientos más profundos, y por tanto molestos, en la cabeza de Ufthak.
Sin embargo, además de generarle molestias y complicarle la existencia, estos pensamientos le hicieron crecer en malicia y, por ende, en brutalidad. Conforme lograba más y más victorias, se fue ganando el favor del Mekseñor, quien terminó enviándole a un Mundo Exodita en busca de un buen botín. Aunque obviamente él eso no lo sabía, solo sabía que pelear contra aquellos Orejas Picudaz era bastante aburrido.
A su lado se encontraba el siempre molesto Nizkwik, Princesa, sus más leales Chikoz y un Grot que había llegado a dicho mundo, no sabía muy bien cómo, a través de un portal: Snaggi. Pero por supuesto el Mekániko Da Boffin estaba allí, y su lealtad no había dejado de crecer conforme el flujo de chatarra y materias primas para sus creaciones no había parado de aumentar.
Durante su campaña contra los Aeldari, Ufthak estableció un campamento en la cabeza de un Gargante derribado. Sus tropas habían pasado de ser un grupo de desarrapados a una fuerza imponente con Kamiones, Motoz, Jettz y Apizonadorez de todo tipo a su disposición. Sin embargo, en aquel lugar no había ni los suficientes expolios ni rivales suficientemente dignos a los que poder propinar una buena tunda.

Todo empezó a cambiar cuando el siempre servicial Nizkwik le avisó de que "la Caja Gritona" (una especie de efigie de metal con forma de cráneo de orko, que contenía medio cerebro de Eztrambótico y servía para comunicarse a distancia con la otra mitad del cerebro) estaba sonando. No era otro que el Mekzeñor quien ordenó a Ufthak y su peña que volviese a la nave para que llevase todo el expolio que hubiese conseguido, sin duda a sabiendas de que allí no había nada. Ufthak pensó que esto era una estrategia para hacerle quedar delante del resto de Noblez.
De pronto el inconfundible sonido del Dakka reverberó por todo el campamento. Los Orejaz Pikudaz habían vuelto. Pero estos no eran los aburridos que montaban reptiles gigantes, sino los pinchudoz, con armaduras llenas de salientes cortantes. Estos, si bien peleaban de la forma menos orka posible, por lo menos sí buscaban gresca.
El intercambio de tiros fue bastante breve y se prolongó hasta que los orejaz picudaz se dieron a la fuga. Pero Ufthak sabía exactamente a dónde se dirigían. Así que, aprovechando que Mogrot Redtoof apareció quemando rueda en su Kamión, se subió a bordo, profirió un tremendo Waaagh!!! y se lanzaron a la persecución.
Una Ziudad Eztraña[]
No tardaron en llegar quemando rueda al portal que habían estado utilizando los Drukhari para entrar y salir del plano material. Si bien Ufthak no sabía exactamente cómo abrirlo o mantenerlo abierto, sí estaba seguro de que aquellos flacuchoz eran la clave. Sin embargo, como por arte de magia la estructura se mantuvo activa y no tuvieron que desacelerar en ningún momento.

Mientras proseguía el intercambio de disparos y Mogrot pisaba el pedal hasta el fondo uno a uno los Karros, Kamiones y vehículos de la banda de guerra fueron cruzando el portal. Una vez dentro se dieron cuenta de que era un lugar extraño, claramente construido por alguna raza rara, en el que transitarlo era como cruzar un túnel que se ensanchaba y se apretaba a la vez. Todo parecía cerca y lejos simultáneamente. Pero la presa seguía frente a ellos.
Conforme fueron saliendo del túnel se materializaron en un lugar aún más extraño, si cabe. Una especie de ciudad raruna, oscura y distorsionada en la que sus edificios parecían frágiles y delgados; aunque Ufthak dedujo que en realidad era una alteración de la perspectiva de aquel lugar extraño, y que en realidad debían ser enormes. Puede que él no lo supiese, pero habían llegado a Commorragh, el reino oscuro de los Drukhari.
Al principio los Orejaz Picudaz que habían allí se quedaron estupefactos al ver a los invasores. Pero pronto empezaron a reaccionar de múltiples maneras, algunos entraron en pánico, otros se lanzaron al ataque y otros convulsionaban y hacían ruidos extraños cuando el Dakka de los Orkos les atravesaba. Mientras tanto, no paraban de llegar más y más Chikoz. Cada uno como podía se fueron lanzando a la persecución y a la vorágine de la batalla mientras la banda de guerra se iba congregando en la plaza que se extendía en torno al vomitorio.
Y entonces el pensamiento molesto volvió a la cabeza de Ufthak. Aquel era un lugar raro colmado de cosas raras, y los Pinchudoz eran especialmente raros con una forma de zurrarse particularmente rara; no se lanzaban al enfrentamiento como los Humanejoz, sino que tenían una forma muy Morkoide de pelear: golpeaban desde las sombras y luego desaparecían. Por lo tanto, pensó que, en lugar de lanzarse a lo loko, era mejor trazar una táktika. Así que ordeno a Nizwik y Snaggi que fuesen en busca de El Zezudo. Y estos, obviamente, obedecieron.
Ufthak entonces vio un Gargante haciendo de las suyas y le “pidió” que les acercase a un edificio, en el que según El Zezudo de alguna manera se concentraba muchísima energía y que, como punto de inicio, era óptimo. Alargando un enorme brazo mecánico el Gargante les acercó al lugar donde yacía un enorme pilón cristalino del que manaba pura energía. Al apoderarse de aquel constructo, El Zezudo y todo su equipo de mekánikoz y Gretchinz se pusieron manos a la obra.

En poco tiempo había construido un gigantesco mecanismo de teleportación capaz de teletransportar Peñaz enteras no sabían muy bien a dónde. Este movimiento fue fundamental porque todos los portales que rodeaban aquella plaza estaban, de alguna forma, apagados. Confinando a toda la Banda de Guerra a un solo lugar (en el que ya no quedaban Orejaz Pikudaz para apalizar). Así que, de forma caótica los Orkos comenzaron a diseminarse anárquica y aleatoriamente por las inmediaciones. El objetivo de Ufthak era que alguno de sus Chikoz fuese lo suficientemente astuto para tratar de activar los portales desde el otro lado; cosa que no ocurrió.
En cambio, los Pinchudoz los encontraron a ellos. De pronto una tormenta de vehículos oscuros y de disparos calló sobre Ufthak y los allí congregados iniciándose por fin una pelea digna. Pero la intención de los asaltantes no parecía estar en propinar una buena tunda, sino en destruir el ingenio mecánico del Zezudo. Objetivo que lograron no sin antes sufrir cuantiosas bajas. El mismo Ufthak entabló combate singular con quien parecía ser la Jefa de Guerra de los Orejaz Pikudaz. Sin embargo, cuando estuvo a punto de asestar el golpe de gracia, otro de aquellos Pinchudoz larguiruchos intervino para salvar a su camarada. Dejando a Ufthak verdaderamente enfadado.
Tras aquel entretenido pero insuficiente alboroto hubo cesado, el equipo técnico del Zezudo se puso manos a la obra para reparar el constructo. Mientras el tiempo pasaba Ufthak podía sentir cómo el momento del Waaagh! Se iba perdiendo poco a poco. Amenazando con provocar estallidos internos más allá de algunos capones e insultos. Justo cuando la tensión parecía estar de estallar, unas sombras comenzaron a atacarle por la espalda. Se abalanzaron sobre él desde todos los ángulos, hiriéndole con hojas envenenadas por doquier, atravesando sus extremidades y obligándole a ceder.

Pero pese a lo extraños que fuese aquellas Sombras rodeadas de fuegos fríos y velos sombríos, aquello no hizo sino encolerizarle aún más. Con una furia renovada empezó a aplastar cabezas y a deshacerse de sus asaltantes gracias al buen manejo de su Snazzhammer. Pronto se hubo deshecho de todos ellos mientras veía estupefacto cómo se desvanecían en frente suyo. Los demás Noblez de alrededor corrieron a “socorrerle” a lo que algunos, más interesados que preocupados, le preguntaron si estaba bien, a lo que Ufthak respondió “Nah… ¡¿Kómo ze atreven a atakarme kon zombraz?! ¡Kon zombraz! ¡A mi!”. Ya había tenido suficiente de aquellos tipejos y sus artimañas cobardes. Era hora de hacer algo.
Así que de nuevo, sin quererlo, se puso a pensar y dio con una solución, como suele ocurrir con los Orkos, poco ortodoxa y descabellada. De modo que convocó a El Zezudo, ordenándole que le trajese un Mekániko con Kañón de Atake Shokk y un Eztrambótico. Ambos elementos se conectaron por enormes cables al portal gigantesco que coronaba ese lado de la plaza en la que se encontraban, mientras el Eztrambótiko era sujetado y controlado por sus Kuidadorez. El plan consistía en que el Eztrambótiko visualizase algún lugar al otro lado del portal, pudiendo así activar el Kañón Shokk y creando un puente entre el portal y el lugar donde hubiesen apuntado el arma.
Fuerza brutal contra aztuzia[]
Exactamente el cómo lo consiguió no está claro, pero tan pronto se hubo creado la conexión, los Gargantes y guerreros Orkos comenzaron a cruzar y a extenderse por una nueva zona de guerra. En oleadas fueron cruzando y ayudado por su fiel, aunque obtuso, chófer Mogrot. Mientras este pisaba el azelera-pedal hasta el fondo, Ufthak creyó ver la pequeña figura del mequetrefe de Snaggi mirándole con malicia entre la multitud. Pero no le importó demasiado.

Pronto y gracias a las pericias al volante de Mogrot terminaron por aterrizar entre un montón de Kozaz, porque realmente eran más Kozaz que Tipejoz, contra quienes Ufthak pudo descargar toda su rabia. Mientras hacía papilla a base de martillazos al grupo de Artefactos del Dolor Talos y Parásitos Cronos, por un Atormentado logró alcanzarle en su costado con unas guarras puntiagudas que tenía en lugar de dedos. Acto que no afectó en absoluto a la robustez del Orko y que solo sirvió para que dicho insensato recibiese una tremenda bronca mientras su cabeza quedaba aplastada bajo la mano de Ufthak.
Sin embargo, cuando se reunió con sus subalternos, Nizwik y Princesa incluidos, el Matazanoz Drozfang le señaló que llevaba un buen rato rascándose donde le había apuñadado el Pinchudo. Y entonces se dieron cuenta de que había sido envenenado con una toxina que hacía crecer a los Chikoz más rápido que su piel y que terminaba por hacerlos explotar. Y por muy hilarante que sonase, Ufthak no quería acabar así. A lo que Drozfang le suministró un sedante que, según decía, le ayudaría a expulsar el veneno. Sin embargo, tuvieron la mala fortuna de que en ese preciso momento los Orejaz Pikudaz lanzaron un ataque y logaron secuestra a Ufthak al pillarle con la guardia baja por estar medio grogui.
Pero dicho veneno y el mejunje que le había inyectado el Matazanoz tuvieron un efecto para todos inesperado. En efecto los músculos y el cuerpo de Ufthak crecieron desproporcionadamente, pero gracias al sedante, lo hicieron a un ritmo suficiente como para que el resto del cuerpo se fuese regenerando y adaptando al proceso de hipertrofia ultra-acelerado.
No obstante, esto iba a servirle de poca utilidad ya que se encontraba encerrado en una mazmorra. Y, ante él, se erguía orgullosa la Jefa de los Pinchudos, Dhaemira. Quien le amenazó con la muerte y el sufrimiento. Pero Ufthak no pudo sino regocijarse, ya que la muerte era algo seguro y, en tanto que fuese violenta y graciosa, estaría satisfecho.
Furia Enjaulada[]

Sin embargo, la Orejaz Pikudaz logró sacar a Ufthak de sus casillas al decirle que este se quedaría encerrado para siempre sin la posibilidad de luchar nunca más. Cosa que le enfureció sobremanera, pues haber intentado envenenarle ya era bastante cobarde ¿pero encerrarle en una jaula? Eso no tenía perdón. Conforme se quedó allí aislado empezó a nacerle un sentimiento que no supo cómo describir: algo así como un hambre pero que no parecía que se fuese a pasar llenándose la panza.
Pasado un tiempo, incierto, el suelo de su celda se abrió bajo sus pies y cayó deslizándose hasta llegar a una arena enorme en la que diferentes criaturas, facciones y razas peleaban envueltos en un frenesí exquisito. Una proyección en medio de la arena mostraba a Dhaemira, visiblemente molesta, y a otra Pinchuda a su lado que presumiblemente sería su Jefaza.
De pronto sus captores dejaron caer ante él una jaula de metal de la que salió un Marine Espacial con una armadura completamente azul excepto por los puños, que eran de color carmesí. Ufthak intentó aliarse con él para darles una buena tunda a los Pinchudoz. Pero ante su falta de cooperación y siendo un rival bastante endeble para el tamaño, fuerza y agilidad actuales de Ufthak, este pensó que sería divertido lanzarle al graderío, donde comenzó una matanza sin paragón.
Por muy aztuto que hubiese sido, a los Pinchudoz no les hizo especial gracia. Así que decidieron enviarle otro adversario. Esta vez, una mole verde de músculos atrofiados saltó desde una jaula colgante. La criatura no era otro que uno de sus Noblez, posiblemente capturado a la vez que él, pero que, a diferencia, había perdido completamente la cabeza. Por lo que, tras una pelea bastante igualada, Ufthak decidió derribarlo a puro cabezazo. Y justo cuando pensaba que ya no podía haber más diversión: una explosión enorme sacudió la arena mientras un sonido familiar reverberaba por todo el espacio. Orkos.
Gladiadorez en la Arena[]

De alguna forma sus Chikoz habían logrado dar con él y habían abierto un agujero enorme en la fortificación que era en sí mismo el gigantesco coliseo. Pero, tan pronto comenzó a escuchar el sonido del Dakka, cinco Pinchudoz lo rodearon con sus motos voladoras: Dhaemira, la imagen gigante que se proyectó durante las peleas pero de mucho menor tamaño (Xurzuli), un tío raro como el que le había envenenado (Maculatrix), el tipejo que ayudó a Dhaemira a escapar durante su primer combate (Cistral), y uno que, tiempo atrás, le había cortado el brazo (Dalgar), posteriormente sustituido con el de otro Orko.
Esa sí parecía una pelea digna. Pero el problema es que no tenía con qué propinarles una buena tunda. Así que pensó que igual, si se encontraba dentro del radio de acción, podría volver a manifestar su poderoso martillo. Pero al hacer el gesto fue él quien se manifestó junto al arma y no al revés. Para su, entre comillas mala suerte, se había teletransportado justo donde estaba uno de sus Noblez, haciendo imposible que ambos existieran en el mismo espacio-tiempo de forma simultánea. Por lo que su subalterno ahora era papilla sanguinolenta esparcida por todo el Kamión.
Ahí sus Chikoz le pusieron al tanto de todos los acontecimientos y de cómo Snaggi había dado con la clave para encontrarle. Acto seguido, mientras los Pinchudoz les acometían desde los cielos, Ufthak y su Waaagh! se pusieron a repartir leña. Incluyendo una pequeña aventura aérea entre Kamionez de los Orejudoz, su martillo y Princesa.
Pero todo mejoró cuando, al estrellase de forma intencional pero calculadamente contra la arena, de nuevo, se aparecieron ante el los cinco Jefazoz Pinchudoz. Y aunque estaba disfrutando la pela y no iba perdiendo, tampoco se puede decir que fuese ganando. Los Orejudoz peleaban con la agilidad, gracilidad y malicia que les caracterizaba; pero a diferencia de otros enfrentamientos, no lo hacían de forma coordinada. Lo cual, de nuevo, si bien no le daba especial ventaja a Ufthak, tampoco jugaba a su favor.

Todo cambió cuando Dhaemira logró asestarle un tajo en la pierna propagando un veneno paralizador por su gigantesco cuerpo. Pero, aunque se vio obligado a hincar la rodilla para no desplomarse, el bichejo con muchos brazos bajó la guardia confiado de poder asestar un último golpe letal, lo que permitió a Ufthak destrozarle con su martillo. Las tornas giraron a su favor en ese momento, pues uno de los Orejaz Pikudaz (Dalgar) comenzó a atacar a otro de sus aliados (Cistral). Y mientras Dhaemira corría en auxilio de su kamarada, Ufthak pudo batirse en combate singular contra la bruja (Xurzuli) y destrozarla con el pomo de su Snazzhammer.
Pero antes de aplastar a los demás, Dhaemira y él entablaron una conversación, en la que Ufthak expresó su deseo de salir de aquél lugar maldito ya que no les aportaba gran cosa. Justo cuando los Pinchudoz se percataron de que sobre sus cabezas había estado teniendo lugar otro combate titánico. La nave insignia de Dhaemira y su Kábala habían sido capturadas por los Orkos y estaba descendiendo peligrosamente hacia ellos.

Pero, aunque el Zezudo había resuelto parte del problema para escapar de aquél sitio tan raro, quedaba por resolver la forma en que activarían el portal para volver a la realidad y poder reunirse con El Mekzeñor. Por lo que Dhaemira ofreció a su hermano convaleciente, Dalgar, a Ufthak con la condición de que se marchasen y les dejasen en paz de una vez. Cosa que a Ufthak le pareció aceptable.
Así pues, todos los Chikoz comenzaron a ser teletransportados a bordo de la nave; todos a excepción de un gran grupo de Grots que se habían reunido misteriosamente en la arena sin que ningún Kaporral estuviese lo suficientemente cerca como para haberlos apiñado a base de latigazos.
Una vez todos estaban a bordo, y tras haberse hecho con los endiablados controles de los Orejudoz, encendieron los motores, activaron el portal y abrieron un agujero en la Disformidad. Lo cual aparentemente permitió que un Koza de la Disformidad se colase dentro de Commorragh. Pero eso iba a ser problema de los Pinchudoz.
Waaagh! Ufthak[]

La vuelta fue un poco tortuosa y difícil. Pues nada más acceder al espacio real toparon con un astillero de los humanejoz y tuvieron que asaltarlo para pertrecharse de mejoras para la nave de Ufthak. La cual a partir de ese momento renombraron como Aplaztaztrellaz (Starsmasha en inglés), pasando a convertirse en un verdadero Kruzero. Pero finalmente dieron con el paradero del Techwaagh! Aunque el Mekzeñor no parecía especialmente complacido con su presencia.
Ufthak contactó con él a través de un comunicador y, para su sorpresa, se dio cuenta de que su voz sonaba igual de poderosa y grave que la del Mekzeñor. Algo que seguramente el Zeñor de la Guerra también había notado. Así que tras comunicarle que había un problema, el Mekániko Máz Grandiozo y Grande se teleportó al puente de la Aplaztaztrellaz junto a seis Noblez desde el Martillo de Morko. Fue entonces cuando Ufthak le comunicó que el problema era que ya no era el Zeñor de la Guerra; y ambos aceptaron el desafío sin mediar palabra.
El combate fue titánico, incluso a pesar de que Ufthak logró levantar a su rival por los aires, Megaarmadura incluida, y aplastarle la mitad de la cabeza contra el suelo, el Mekzeñor era duro de pelar. Incluso, este logró arrancarle el brazo a Ufthak con su martillo tricéfalo. Pero entonces Ufthak pensó en hacer lo que nadie se esperaría que hiciese: en lugar de seguir ejerciendo fuerza contra el Orko gigantesco que tenía frente a él, se echó para atrás y con la inercia del peso del Mekzeñor le reventó la cabeza.
Entonces hizo uso del gigantesco cañón que la Aplaztaztrellaz tenía adosado en la quilla y destruyó al Martillo de Morko; autoproclamándose Zeñor de la Guerra y renombrado el Tekwaaagh! como el Waaagh! Ufthak.
Miniatura[]
Fuentes[]
- Brutal Kunnin': An Epic Waaagh! (novela), por Mike Brooks.
- Da Big Dakka: An Ufthak Blackhawk (novela), por Mike Brooks.