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Legión de la Cruz de Hierro
El contenido de este artículo pertenece a la saga No Oficial de Balhaus, que ha recibido el Sello de Calidad Wikihammer.

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Se denomina Tratado de Norsia al acuerdo alcanzado en el 2568 DDF (889.M41) entre los Tau y Balhaus con objeto de aunar esfuerzos para combatir los numerosos ejércitos Orkos comandados por Kargum-Gok, líder del Imperio del Sol Muriente, que derivaría en la llamada Campaña de Gurukamol.

Antecedentes[]

Los enfrentamientos contra los orkos producidos durante la consecución de la Campaña de Kromal, iniciada y concluida por Balhaus en el 2567 DDF (887.M41), habían revelado la presencia de un enemigo de mucha más entidad que el que las tropas balhausitas erradicaron en los mundos de Orlag y Margol.

En efecto, el líder allí abatido no era más que uno de los muchos Noblez comandantes que dirigían las tropas de Kargum–Gok, el Kaudillo supremo del Imperio del Sol Muriente, una potente facción orka que dominaba numerosos sistemas gracias a la influencia de su peligroso líder, la fuerza bruta de sus incontables guerreros y el siniestro favor de Khorne.

Por lo que se había podido comprobar Kargum–Gok utilizaba a otras razas como fuerza de choque o tropas auxiliares, en general xenos sometidos como los Pétridos, de quienes conseguía su fidelidad al contar con rehenes como los liberados en la terrible fortaleza de Somora, lo cual hacía que sus fuerzas resultaran si cabía aún más temibles.

Tras la intervención de Balhaus para liberar a los Pétridos y la destrucción de Somora el kaudillo orko asistió impotente a la rebelión de los pétridos en sus filas, los cuales causaron grandes estragos en cuanto supieron que los rehenes habían sido liberados, de modo que no hubo más remedio que exterminarlos con bastante esfuerzo perdiendo así una de las bazas adicionales con las que contaba el siniestro líder de Gurukamol.

Aquella repentina merma junto con las noticias de que varias de las principales líneas de suministro procedentes del Este habían sido eliminadas debido al asalto contra Orlag y Margol, mundos donde se producía gran parte del armamento y el abastecimiento de la horda, hizo que algunos frentes mantenidos por los orkos hasta el momento contra los T'au se debilitaran, algo que permitió que en algunos planetas los seguidores del Bien Supremo empezaran a llevar la iniciativa de forma clara.

Kargum-Gok había recibido aquellas nuevas con gran ira, pues no en vano su expansión hacia el Oeste y su guerra contra los T'au dependía en gran medida de la capacidad de abastecer los frentes con puntualidad, de modo que perder las vitales líneas de suministro dejaba a gran parte de la horda sólo con lo que ellos mismos podían producir o saquear, algo insuficiente a todas luces para mantener un frente cohesionado, de modo que pronto comenzaron a verse las consecuencias de aquellas limitaciones en el tema de recursos.

Pese a que los ejércitos del Imperio del Sol Muriente eran amplios en efectivos su capacidad ofensiva se apoyaba en gran medida en el armamento, los vehículos y los artilugios que eran capaces de desplegar en batalla, no la mera superioridad numérica —auqnue esta era suficiente en muchas ocasiones—, de modo que no mucho después de que se produjera el ataque en el sistema Kromal los orkos dejaron de recibir las armas y la munición que llegaba con fluidez en el pasado, lo cual se tradujo en un estancamiento de sus progresos y el crecimiento exponencial de sus bajas.

Esta situación obligó así a los orkos a replantear su estrategia, pues los frentes ya no podían ser una apisonadora imparable que se movía empujando a los enemigos más y más alimentada desde los mundos que dejaban atrás, sino que ahora debían establecer nuevos centros de producción para el abastecimiento de las voraces tropas, algo que llevaría tiempo y requeriría de la dedicación de efectivos a las actividades en retaguardia retirándolos del combate.

Kargum-Gok no pasó por alto a los repentinos enemigos —ignoraba que en realidad no se trataba de nuevos oponentes, pues ya habían tenido contacto previo durante la Masacre de Rattarök—, sino que tomó buena nota de sus acciones en el Norte que le habían costado la pérdida de Orlag y Margol. Sin embargo, ahora debía mantener los frentes del Oeste con los T'au como prioridad, pero en cuanto aquello quedara estabilizado su sangrienta mente trazó planes para dedicar también sus atenciones a los balhausitas cuando fuera posible.

Nuevos acuerdos[]

Si bien las relaciones entre los T'au y Balhaus eran formales desde el acuerdo alcanzado con el Tratado de Agnir y posteriormente renovadas durante el Concilio de T'au, sus efectos reales habían sido exiguos y no habían tardado en desaparecer por completo.

Los alienígenas, no obstante, consideraban a los balhausitas una facción útil y necesaria para sus planes de futuro, los cuales debían formar parte del grupo de civilizaciones seguidoras de su doctrina, es decir, que debían aceptar el T'au'va de una manera u otra pese a su reticencia a someterse a ningún tipo de ideal o poder impuesto, que, como explicaron durante el Concilio de T'au, era precisamente una de las razones que les había hecho escindirse por completo del propio Imperio de la Humanidad en el pasado para seguir una senda independiente.

Durante mucho tiempo desde su primer contacto los pacientes diplomáticos de la Casta del Agua no habían conseguido convencer al [[Weisering (No Oficial)|Weisering de que aceptara sus ofrecimientos de unirse a ellos o convertirlos en un protectorado de los T'au, aunque los balhausitas sí fueron proclives a iniciar un intercambio de tecnología y establecer relaciones comerciales, lo cual en su visión cimentaría positivamente sus relaciones, algo en lo que en realidad los alienígenas no estaban interesados.

Los T'au sabían que llegaría un momento en el que si Balhaus no aceptaba adherirse al Bien Supremo deberían tomar acciones de otro calado más allá de la diplomacia, tal y como habían hecho con éxito respecto a otras razas anteriormente, pero dadas las circunstancias presentes en los últimos tiempos como eran los butales enfrentamientos con los orkos durante la Gran Guerra de la Confederación o la propia Cruzada de Damocles iniciada por el Imperio de la Humanidad un siglo atrás, consideraban que iniciar otra lucha más por pequeña que fuera resultaría contraproducente, al menos por el momento.

Del mismo modo, Balhaus era muy consciente de que los T'au tarde o temprano aumentarían la presión ejercida para que aceptaran su filosofía del Bien Supremo, la cual los balhausitas consideraban similar en su forma a la imposición de la Verdad Imperial, un sometimiento sin condiciones a un sistema externo, y debido a ello desde los primeros contactos con los alienígenas habían tratado de que las relaciones fueran amistosas y formales, preo ciertamente estériles en aquel sentido.

Enemistarse con los T'au y provocar un enfrentamiento abierto habría supuesto un golpe demoledor y seguramente definitivo a la frágila autonomía balhausita, de modo que mantener las distancias con ellos era crucial durante todo el tiempo que fuera posible, aunque sin concesiones y siendo transparentes con su idea de no sumarse a conglomerado alguno guiado por esta clase de ideales genéricos y expansionistas que les hicieran perder su identidad en la práctica.

Durante Miclos la situación se había mantenido en suspenso, ya que al igual que sucedía con el Imperio los alienígenas operaban en muchos frentes debido a sus movimientos —la Primera y Segunda Esfera de Expansión ya habían ocurrido reclamando vastos territorios mientras que la Tercera ya se encontraba en preparación—, de modo que dedicar recursos a solventar un problema con una cultura lejana como Balhaus implicaría un despliegue y atenciones que hasta el momento no habían constituido una prioridad.

Adicionalmente a esto, y con objeto de inclinar la balanza hacia el sentido de la inacción por parte de los T'au, los balhausitas habían dado astutos pasos para demostrar cierto poderío y alejar la posibilidad de una intervención armada por parte de los alienígenas, cosa de la que éstos habían sido conscientes tras ser informados de la Campaña de Kromal que Balhaus inició contra los orkos, lo cual ponía de manifiesto no sólo su capacidad de reacción sino también el hecho de la posible dificultad que supondría un enfrentamiento contra ellos.

El contexto diplomático entre las dos civilizaciones era más o menos estable —aunque no mucho después a principios del Miclo VII (M42) dejó de serlo debido al evento conocido como la Traición de Sirlax—, y aparte de peticiones y amenazas veladas de la Casta del Agua no se había producido un ultimátum oficial, con lo que a finales del Miclo VI (M41) para los balhausitas era crucial seguir demostrando a los T'au su utilidad en la contención y exterminio de peligrosos enemigos comunes como eran los orkos.

Debido a esto, en el 2570 DDF (894.M41) y mientras los T'au estaban inmersos en el frente al Este de Recalada contra los pielesverdes de Kargum-Gok, sus dignatarios fueron invitados a una reunión en la colonia de Norsia, adonde curiosos enviaron una delegación de la Casta del Agua con objeto de discutir la situación con los orkos en los sistemas cercanos a sus fronteras.

Nuevos acuerdos[]

Tras las formalidades iniciales entre ambas razas los T'au alabaron la intervención de Balhaus en la batalla contra el Imperio del Sol Muriente, lo cual había facilitado significativamente la reconquista de algunos territorios arrebatados por el temible Kargum–Gok.

Los representantes del Weisering agradecieron a su vez los desvelos de los T'au por erradicar la cada vez más notoria amenaza verde y compartir la información que había habilitado el inicio de la Campaña de Kromal —en realidad más interesada que altruísta por parte de los T'au—, ensalzando asimismo los pactos comerciales entre ambas culturas y el intercambio de tecnología desde la firma del Tratado de Agnir hacía miles de años y su posterior renovación durante el Concilio de T'au, pese a que ambas culturas sabían que aquello no había sido más que una formalidad que se extinguió poco después de su firma.

Tomando aquello como base los balhausitas explicaron que deseaban proponer un nuevo acuerdo que los beneficiara mutuamente, el cual consistiría en el apoyo de Balhaus para proseguir con la eliminación completa de los esbirros de Gurukamol, algo que facilitaría la recuperación de los mundos que el Imperio del Sol Muriente había invadido cerca de los asentamientos T'au al Este de su sector, y que de lo contrario podría extender la lucha hasta el propio mundo artefacto de Recalada.

Para ellos —explicaron— se trataba de una medida preventiva, ya que la Campaña de Kromal había cercenado una de las fuentes de suministro principales de Kargum-Gok, y teniendo en cuenta que el Imperio del Sol Muriente ya había atacado los intereses balhausitas en el pasado durante la Masacre de Rattarök, seguir actuando contra ellos era una necesidad dado que podían volver sus miras hacia ellos en cualquier momento dada la violenta e impredecible naturaleza de los pielesverdes.

A cambio de aquello lo único que pedían era el mantenimiento de los acuerdos anteriores y la posibilidad de establecer explotaciones en los amplios territorios que fueran arrebatados a Kargum–Gok durante las contiendas —actualmente no reclamados por los T'au—, así como los derechos de paso por las fronteras T'au con objetivos comerciales.

La realidad, no obstante, no era tan simple. Si bien era cierto que continuar el combate contra los orkos de Gurukamol era un beneficio comun para ambas civilizaciones, la intención de Balhaus no sólo era esa, sino seguir demostrando que sus fuerzas podrían ser lo bastante poderosas como para prevenir un acto agresivo por parte de los T'au como parte de su estrategia para asimilarlos en su Imperio —cosa que habían realizado con otros pueblos a lo largo de sus Esferas de Expansión e incluso con numerosos contingentes humanos absorbidos como Gue'vesa en su entramado tras la Cruzada de Damocles—, provocando así que los T'au se pensaran dos veces iniciar hostilidades contra ellos llevando la guerra a un territorio muy apartado de sus intereses como eran las fronteras balhausitas.

La delegación de la Casta del Agua conferenció internamente durante largo rato, tiempo durante el cual sopesaron la oferta de Balhaus y su ofrecimiento de soporte para la cruenta guerra que se desarrollaba contra Kargum-Gok. El poderío militar T'au era incuestionable, y el hecho de que no hubieran acabado ya con el problema planteado por los esbirros de Gurukamol se debía exclusivamente a una falta de capacidad momentánea que se podía subsanar, pero a costa de desatender parcialmente frentes importantes en otros lugares.

Desde la Cruzada de Damocles en el 2494 DDF (741.M41) los Tau habían visto la necesidad de reforzar sus líneas en los sectores donde podía producirse previsiblemente un nuevo enfrentamiento con el Imperio de la Humanidad, mucho más poderoso que Balhaus y con el cual las relaciones pendían de un hilo tras la tregua negociada por la llegada de las Flotas Enjambre Behemot y Gorgona, además de que la Tercera Esfera de Expansión estaba en fase de preparación y los orkos no sólo habían dado muestras de su presencia con Kargum-Gok, sino que otros ¡Waaagh! amenazaban sus territorios de forma recurrente.

Esto obligaba a los T'au a mantener su atención en distintos puntos, lo cual derivó en una conclusión que la Casta del Agua anunció de forma conciliadora. Estimaban que no era el momento de iniciar hostilidades contra una facción que podía resultar útil para los fines que perseguían a futuros, de modo que sus dignatarios aceptaron el nuevo acuerdo agradeciendo de forma profusa la ayuda ofrecida a cambio de las prerrogativas presentadas por los balhausitas, aunque el halo de hipocresía en sus palabras era más que evidente.

Consecuencias[]

El acuerdo con el Imperio T'au desembocó en un nuevo despliegue de Balhaus, materializado en un nuevo frente denominado la Campaña de Gurukamol.

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