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Ghazghkull

Ghazghkull y sus huestes Orkas en el asalto a Armaggedon

La Tercera Guerra por Armageddon empezó en el 998.M41 y fue un masivo conflicto entre el Imperio de la Humanidad y el mayor ¡Waaagh! Orko de la Era del Imperio, dirigido por el Kaudillo Ghazghkull Mag Uruk Thraka. La guerra se libró en el Mundo Colmena de Armageddon, donde Ghazghkull Thraka había lanzado su primer intento de conquista exactamente 57 años estándar antes. Los combates atrajeron al final a porciones de más de 25 Capítulos Astartes, docenas de regimientos de la Guardia Imperial y varias Legiones Titánicas, y provocaron una inmensa destrucción en Armageddon antes de acabar en una ajustadísima victoria imperial, aunque ni los humanos ni los Orkos pudieron asegurar un control completo sobre todo el planeta y aún se sigue luchando en muchas regiones.

Antecedentes

Armageddon 2

Armageddon

Armageddon es un Mundo Colmena imperial del Sector Armageddon del Segmentum Solar con una población aproximada de entre 100.000 y 500.000 millones de personas. La enorme producción industrial y comercial de Armageddon lo convierte en una pieza vital del Imperio, en especial para los superpoblados mundos de su Segmentum, el corazón del territorio colonizado por la Humanidad.

La Tercera Guerra por Armageddon comenzó en el 998.M41, exactamente 57 años estándar después del inicio de la Segunda Guerra de Armageddon, y en ella tuvo lugar el regreso de las hordas Orkas al planeta bajo las órdenes del infame Kaudillo Ghazghkull Mag Uruk Thraka. Trajo consigo fuerzas de otros tres grandes Kaudillos Orkos: el Gran Déspota de Dregruk, Urgok el Imparable y el Diablo de Octarius. Cada uno de ellos comandaba vastas huestes de pielesverdes dirigidas por numerosos Kaudillos menores, constituyendo el mayor ¡Waaagh! Orko jamás afrontado por el Imperio de la Humanidad. Ghazghkull demostró ser el más peligroso de los líderes Orkos, con un empuje y una capacidad para el mando abundantes. Una grave herida en su juventud despertó en él "visiones" de los dioses Orkos Gorko y Morko, que le llevaron por un sangriento camino de conquista sin parangón entre los Orkos de la historia imperial reciente. Regresó a Armageddon para realizar su "revancha" tras décadas de planificación y de poner a prueba las defensas imperiales, y logró unificar a docenas de tribus Orkas e incluso contingentes de varios imperios Orkos diferentes, un grado de unidad entre los pielesverdes que nunca antes se había visto.

Los Orkos se reagrupan

Piscina IV Kallidus Ángeles Oscuros Orkos Codex 6ª Edición Warhammer 40k Wikihammer

Los Ángeles Oscuros defienden Piscina IV de los Orkos de Ghazghkull.

Ghazghkull Thraka no había estado de brazos cruzados tras su derrota en la Segunda Guerra de Armageddon. Retirándose a su bastión situado en una red de Sistemas Estelares Orkos del Sector Golgotha, continuó el plan maestro que le habían revelado los dioses Gorko y Morko hacía décadas. Si el Imperio había cometido un gravísimo error tras la Segunda Guerra de Armageddon, ese fue creer que Ghazghkull había sido derrotado para siempre. En realidad, lo que los dioses Orkos le habían revelado, o al menos lo que él dijo que le habían revelado, fue que para destruir verdaderamente a un enemigo había que aprender primero todo sobre él. Para Ghazghkull, la Segunda Guerra había sido solo una forma de aprender cómo el Imperio respondería y se defendería de una gran invasión planetaria. A efectos prácticos, para él la primera invasión no había sido más que una prueba de las defensas del Imperio de la Humanidad.

En las cinco décadas que siguieron a la Segunda Guerra de Armageddon, Ghazghkull continuó sin interrupción su divino plan. Habiendo aprendido todo lo que necesitaba saber sobre las tácticas y estrategias imperiales, empezó a desarrollar las tácticas que sentía que llevarían a la derrota final de sus enemigos. Como no quería atraer atención sobre sí mismo, estos "experimentos" fueron llevados a cabo a una escala mucho menor que la invasión de Armageddon. Desde el 945 hasta el 959.M41, el Imperio recibió numerosos informes de pequeñas incursiones Orkas contra bases y puestos imperiales que iban dirigidas personalmente por Ghazghkull Thraka.

En el 962.M41, una base militar imperial del planeta Buca III fue destruida por misiles disparados desde una base Orka oculta en un asteroide. El asteroide entró en el Sistema desde el espacio profundo y fue ignorado por todos los sensores imperiales por su aparente estado inerte antes de desatar sus potentes misiles sobre la incauta base avanzada. En el 972.M41 el Mundo Agrícola de Chigon 17 fue arrasado por una enorme fuerza de Orkos también supuestamente dirigida en persona por el Kaudillo Ghazghkull. A pesar de que los Guardias Imperiales que defendían Chigon disponían de tanques y otros vehículos blindados, fueron decisivamente derrotados por los Orkos en una prolongada guerra de guerrillas que hizo totalmente inútiles a las potentes pero estáticas defensas imperiales. En el 986.M41 el Crucero de Batalla Camino Radiante de la Armada Imperial y sus Naves de Escolta se perdieron con todos sus ocupantes en un ataque pirata Orko, una vez más comandado por Ghazghkull. El Imperio respondió con gran fuerza, pero al llegar a esa región descubrieron que todos los signos de presencia Orka habían desaparecido.

Justo antes del estallido de la Tercera Guerra por Armageddon, Ghazghkull se alió con el Kaudillo Luna Malvada Nazdreg Ug Urdgrub para lanzar un asalto sobre el mundo imperial de Piscina IV. Los Orkos usaron una forma inaudita de tecnología de teleportación que les permitía colocar a sus tropas directamente en el planeta desde un Pezio localizado a gran distancia del planeta. La guarnición imperial fue tomada totalmente por sorpresa y solo la presencia de Marines Espaciales del Capítulo de los Ángeles Oscuros salvó al planta de ser arrasado por los pielesverdes.

Sin embargo, esta derrota no fue de gravedad para Ghazghkull, ya que al haber terminado y puesto a prueba su nuevo "llevalejoz" el genio Orko conocido posteriormente como "Orkimedes" por el Imperio, finalmente estaba listo para desatar todas sus fuerzas contra el Imperio. Después de más de cincuenta años, Ghazghkull y sus Chikoz venían a cobrarse su venganza.

Reconstrucción de Armageddon

Subsector Armageddon

Subsector Armageddon.

Tras la primera invasión a Armageddon de Ghazghkull Thraka, se comenzó una larga investigación de la disposición y defensas del planeta en el 948.M41. A la luz del valor estratégico de Armageddon para el Imperio, el Adeptus Terra ordenó extensas obras de fortificación para proteger al Sistema Armageddon de cualquier futuro ataque. El Mando Sectorial de la Armada Imperial fue transferido al Sistema Armageddon y la instalación naval del Muelle de San Jowen fue reconstruida y ampliada para acoger a todas las clases de naves de guerra de la Armada Imperial. Tres estaciones de control permanentemente tripuladas se establecieron en los límites exteriores del Sistema, y bautizadas en honor a tres de los mayores héroes de la Segunda Guerra de Armageddon: Dante, Yarrick y Mannheim. Las defensas terrestres y orbitales fueron reconstruidas y fuertemente reforzadas, se sembraron campos de minas gravíticas por el Sistema y se ordenó un sustancial aumento del número de naves de defensa y vigilancia sublumínicas.

En el propio Armageddon comenzó el proceso de reconstruir las Colmenas destruidas por la primera invasión pielverde, tan largo que aún seguía en curso más de cincuenta años después. En parte, la lentitud de la reconstrucción se debió al mayor número de regimientos de las Fuerzas de Defensa Planetaria que se reclutaron en este periodo, a pesar de la reducción del tributo planetario de regimientos destinados para la Guardia Imperial. El Administratum nombró un consejo militar para que gobernase Armageddon, escogiendo a oficiales de alto rango de la Guardia Imperial, la Armada Imperial, el Departamento Munitorum, el Adeptus Mechanicus, la Eclesiarquía además de los gobernadores de cada una de las grandes Colmenas de Armageddon. El consejo quedó presidido por el General Kurov de la Guardia Imperial, un respetado veterano de la Cruzada de Bakkus. Del 949.M41 al 978.M41, el General Kurov coordinó una serie de campañas xenocidas por todas las selvas ecuatoriales entre Armageddon Prime y Armageddon Secundus y en el Mundo Helado de Chosin para eliminar a los Orkos Zalvajes que habían aparecido allí tras la invasión de Ghazghkull. Pasaron cincuenta años y Armageddon se alzó lentamente de sus cenizas, con defensas reforzadas y más potentes que nunca. Sin embargo, resultarían insuficientes para detener la tormenta verde que se avecinaba.

El primer signo de la inminente conflagración fue una serie de ataques Orkos sobre los Sistemas cercanos a Armageddon. Primero, el cercano planeta de Minerva sufrió las depredaciones de piratas Orkos; después el Mundo Agrícola de Ruis también fue asaltado por los pielesverdes. En cuestión de meses, a pesar de los heroicos esfuerzos de la Armada Imperial, el número de Flotas Mercantes que llegaba a Armageddon se redujo a la mitad. Alguien pareció entender que las fuerzas imperiales del Sector estaban sujetas a la necesidad de guardar el Sistema Armageddon y no tenían libertad para patrullar el resto del Sector como harían normalmente. Casi de inmediato, las incursiones piratas de los Orkos se convirtieron en asaltos sobre puestos avanzados imperiales y luego en ataques directos contra colonias desprotegidas. Pronto comenzaron las primeras invasiones a gran escala. Veinticuatro mundos imperiales fueron atacados por los Orkos en el mismo número de horas, y los Astrópatas de Armageddon recibieron constantes informes de aún más invasiones y atrocidades Orkas. Todas las consultas al Tarot Imperial profetizaban solo enormes cantidades de sangre derramada y el signo de la Bestia Resurgente. Se extendió el rumor de que Ghazghkull Thraka regresaba para cobrar su venganza, y pronto ni el más obstinado adepto del Administratum pudo negar que un ¡Waaagh! Orko de proporciones gargantuescas estaba engullendo todo el Sector Armageddon del Segmentum Solar. Después de que el Destacamento Trajan de la Armada Imperial se diera por perdido tras luchar contra los Orkos en el Sistema Desdena, el General Kurov envió una llamada astropática de socorro a los regimientos de la Guardia Imperial y los Capítulos Astartes cercanos para que acudiesen a defender una vez más a Armageddon.

El Regreso de la Bestia

La marea verde se aproxima

Flota batalla Armageddon

Flota de Batalla Armageddon.

El día de la Fiesta de la Ascensión del Emperador del 998.M41, 57 años estándar después del final de la primera invasión Orka a Armageddon, las sondas psíquicas registraron una enorme perturbación en la Disformidad cuando una flota Orka emergió en el Espacio Real y la horda pielverde de Ghazghkull Thraka se abalanzó una vez más sobre el Sistema Armageddon. Una alerta de la Estación de Control Dante fue interrumpida a mitad de transmisión cuando los Orkos la sobrepasaron en sus centenares de destartaladas naves.

Los últimos informes transmitidos por la estación indicaban que una flota Orka estaba penetrando en el Sistema, componiéndose de cincuenta Kruzeroz, más de trescientas Naves de Escolta y al menos cuatro Pezioz. Las fuerzas imperiales de Armageddon se pusieron en alerta máxima y siete escuadrones de Cruceros de la Armada Imperial, dirigidos por los Acorazados clase Apocalipsis Su Voluntad y Triunfo, partieron del Muelle de San Jowen situado en órbita geoestacionaria sobre Armageddon 24 horas después de los primeros informes de la invasión. La flota imperial, bajo el mando del Almirante Parol, entró en combate cinco días después, atrapando a la vanguardia Orka en una emboscada en torno al mundo de alta gravedad de Pelucidar.

Sesenta naves Orkas fueron destruidas por los disparos imperiales en la fase inicial del combate sin que se perdiera ni una sola de las astronaves imperiales. Entonces los navíos del Almirante Parol fueron atacados por pesados escuadrones de Kruzeroz Matamuchoz y enjambres de Kazabombarderoz que se adelantaban a toda velocidad al resto de la flota Orka. Las naves imperiales lucharon valientemente, machacando la chatarra de los toscos buques Orkos con sus baterías de armas e incinerando oleada tras oleada de Naves de Ataque con sus lanzas.

No obstante, la flota Orka superaba a los defensores de la Armada Imperial en seis a uno, y las naves imperiales fueron rechazadas gradualmente. Los Orkos lanzaron asaltos suicidas contra sus oponentes con una ferocidad desatada, perdiendo una docena de sus naves a cambio de una sola nave imperial. En el cénit del enfrentamiento, el Almirante Parol recibió mensajes desde las Estaciones de Control Yarrick y Mannheim avisándole de que otras tres flotas completas de Orkos habían entrado por los bordes del Sistema. En ese mismo instante, el Triunfo fue golpeado por los disparos combinados de cinco Kruzeroz Matamuchoz e invadido en masa por Orkos teleportados al interior. Dándose cuenta de que su deber era preservar a la flota imperial para lo que sería un conflicto prolongado, el Almirante Parol dio a regañadientes la orden de retirada general.

Las condenadas Estaciones de Control fueron invadidas por los Orkos apenas unas horas después. Según su último informe, las flotas Orkas que estaban entrando en el Sistema sumaban en conjunto más de 2000 naves espaciales y al menos doce Pezioz, el mayor número de pecios espaciales que jamás había asaltado un planeta del Imperio en todos sus diez milenios de historia. El Almirante Parol, cuya flota había quedado reducida a solo siete escuadrones de Cruceros y a un único Acorazado, no podía hacer mucho más que lanzar ataques de hostigamiento contra las enormes flotas Orkas mientras penetraban en el Sistema. Los refuerzos imperiales llegarían más tarde y Parol esperaba que el control espacial pielverde fuese disputado entonces con más posibilidades de éxito.

Mientras esperaban, las Naves de Escolta y los Cruceros Ligeros de Parol acosaron a los Orkos como mejor pudieron, distrayéndolos y atrayéndolos hacia trampas y campos de minas espaciales. Para su desánimo, la Armada Imperial encontró docenas de toscas fortalezas-asteroide, o "Piedroz", en la retaguardia normalmente vulnerable de las flotas Orkas. Estas plataformas de armas increíblemente cargadas de cañones resultaban difíciles de asaltar directamente, pero la mera presencia de un número tan grande de ellas parecía indicar una planificación estratégica de una complejidad inaudita entre los Orkos.

Sorprendentemente, los Orkos no se desviaron para capturar el Muelle de San Jowen. En vez de eso, lo bombardearon durante seis días mientras las flotas lo sobrepasaban, azuzadas por repetidos ataques de escuadrones de naves de asalto imperiales. Grupos de guerreros Orkos consiguieron establecerse por las secciones inferiores del muelle, y aunque la instalación siguió bajo control imperial, quedó virtualmente inutilizada como punto de atraque para naves de guerra por los daños del bombardeo y las constantes incursiones Orkas. Solo la llegada de dos Equipos de Eliminación de los Guardianes de la Muerte, Astartes cazadores de alienígenas al servicio de la Ordo Xenos de la Inquisición, consiguió rechazar a los Orkos de vuelta a los fosos de almacenamiento de isótopos en la base de la estación orbital. Así lo explicó el comandante en jefe del muelle:

"Debo informar sobre nuestra situación aquí en el muelle de San Jowen. Cuando la flota Orka rebasó vuestra línea, nos preparamos para sufrir múltiples acciones de abordaje; pero, aunque parezca increíble, los Orkos han optado por efectuar bombardeos. Pocas naves enemigas intentaron orbitar sobre nuestro muelle y, en vez de eso, descargaron toda su munición sobre nuestro muelle mientras continuaban en rumbo directo hacia Armageddon. Creo que nosotros no éramos su objetivo; el muelle de San Jowen simplemente estaba en su camino.

Más del noventa por ciento de nuestras defensas de superficie han resultado destruidas en las primeras siete horas del ataque y no hemos podido contraatacar a los invasores. Poco después, se lanzaron las cápsulas de asalto enemigas. No se trataba de un ataque coordinado y muchos de mis oficiales de puente opinaban que las cápsulas de abordaje lanzadas desde los hangares de Kruzeroz Orkos Matamaz eran el resultado de una pobre disciplina alienígena. Creíamos que finalmente sufriríamos el asalto de los Orkos, incapaces de esperar a llegar a Armageddon antes iniciar la batalla. Nuestras defensas habían sido anuladas, por lo que éramos incapaces de detener su entrada en el muelle. Organicé precipitadamente grupos de combate para repeler su asalto.

Sufrimos serias pérdidas, ya que los Orkos luchaban con una ferocidad literalmente inhumana. El combate que se libró mientras los alienígenas se dirigían hacia los reactores fue intenso. Me vi obligado a desviar a muchos equipos para que participasen en la defensa de los reactores, ya que temía perder el muelle si culminaban el ataque. No obstante, esta acción permitió que un buen número de Orkos no encontrase oposición en algunos de nuestros muelles superiores. Ahora tenemos a los Orkos más o menos controlados, pero hemos perdido contacto con los muelles inferiores y pensamos que están en manos de los enemigos. Disponemos de las fuerzas necesarias para frenar su avance ahora que las flotas nos han sobrepasado y han comenzado el asalto, pero no podremos limpiar la plaga Orka sin ayuda.
"
Capitán Starrkos, informe al Almirante Parol de la situación en el Muelle de San Jowen


Asalto terrestre

Titanes y Gargantes en combate.

En las pocas últimas semanas antes de que las fuerzas Orkas desembarcaran en el propio Armageddon, el planeta se agitó en un frenesí de actividad. Antiguos Titanes imperiales activaron sus arcanos reactores de plasma y adoptaron posiciones defensivas en torno a las Colmenas, se llamó a filas y atrincheró a los regimientos de la Guardia Imperial y Marines Espaciales de más de veinte Capítulos se desplegaron por las montañas y los desiertos para prepararse para la lucha con los pielesverdes. Las naves mercantes fueron requisadas y usadas diariamente para transportar suministros y refuerzos al planeta a través de la flota Orka, a pesar del riesgo. El último de todos los transportes en tomar tierra llevó a una leyenda al pueblo del planeta: el mismísimo "Viejo", el Comisario Sebastian Yarrick. La población le aclamó cuando, por primera vez en veinte años, Yarrick pisó el suelo de Armageddon.

El Comisario se reunió con el consejo militar que gobernaba Armageddon esa noche. Les instruyó sobre las tácticas y estrategias más recientes de Ghazghkull Thraka, y les advirtió que no subestimasen las capacidades del poderoso Kaudillo. El General Kurov siempre había sido famoso por su capacidad para juzgar a los hombres en la batalla y quedó profundamente impresionado por el empuje y la inteligencia de Yarrick. En consecuencia, le solicitó que tomase el mando del consejo militar mientras durase el conflicto, y para alivio de todos, el Comisario aceptó.

Seis semanas después de entrar en el Sistema Armageddon, la vasta armada Orka entró en combate con las estaciones espaciales y plataformas de armas situadas en la órbita alta del planeta. Aquellos que habían tenido esperanzas de que las poderosas defensas orbitales de Armageddon mantuviesen a raya a los Orkos pronto descubrieron que estaban totalmente equivocados. La batalla orbital rugió durante tres días y dos noches, pero al amanecer del tercer día, los cielos de Armageddon se llenaron con las estelas de las cápsulas de desembarco Orkas y los chorros incandescentes de los motores de sus aeronaves que atravesaban las nubes. La Colmena Hades, aún arruinada por el anterior conflicto, fue la primera en caer. En un acto de venganza, Ghazghkull decidió no luchar de nuevo en Hades. En vez de eso, toda la Colmena y sus habitantes fueron aplastados por el colosal impacto de gigantescos asteroides lanzados desde los Pezioz de la órbita. Este acto de destrucción gratuita no fue más que una premonición del monstruoso derramamiento de sangre que habría de venir.

Mientras las llamas de la destrucción de Hades iluminaban el horizonte oriental, las primeras legiones de Orkos en desembarcar chocaron con los defensores imperiales cerca de Volcanus, Acheron y Ciénaga Mortal. Los láseres de defensa terrestres y los silos de misiles se cobraron un alto precio en vidas entre los Orkos mientras desembarcaban, pero los imponentes supervivientes se reagruparon y asaltaron las defensas con tanta ferocidad que pronto más y más contingentes de la horda pielverde alcanzaron la superficie planetaria sin sufrir daño alguno. Los Orkos Zalvajes surgieron de las Montañas Pallidus y de las Junglas Ecuatoriales para unirse a los crecientes números de sus primos más avanzados. Allí donde las defensas imperiales resultaban demasiado fuertes para ser tomadas por asaltos frontales, enormes peñas de Orkos y máquinas de guerra eran teleportadas directamente a la batalla desde los Pezioz de las alturas. Cuando las defensas terrestres se callaron finalmente al tercer día de los desembarcos, Yarrick ordenó a todas las fuerzas aéreas restantes de Armageddon que se lanzasen al combate en un desesperado intento por destruir a tantas tropas de Ghazghkull como fuese posible antes de que tomasen tierra.

Los saturados cielos amarillos del volcánico Armageddon se vieron recorridos por las retorcidas estelas de millares de Kazabombarderoz Orkos y ThunderboltsFuries imperiales mientras tenían lugar masivas luchas aéreas de furia maníaca. La aviación imperial tenía la ventaja de poder retornar a sus bases blindadas para repostar y reaprovisionarse, mientras que los Orkos tenían que reservar combustible suficiente para volver hasta sus naves espaciales y Pezioz en órbita. No obstante, pronto los Orkos aseguraron bases terrestres y la batalla aérea se volvió contra los valerosos pilotos imperiales cuando el apabullante número de aeronaves Orkas se impuso totalmente sobre ellos.

Mientras las batallas en el aire alcanzaban su clímax cinco días después de los desembarcos Orkos, la Colmena Acheron cayó en manos de los Orkos sin previo aviso, capturada gracias a una traición interna. Los informes hablaban de un sabotaje en la red de energía de la Colmena y de Orkos emergiendo desde túneles secretos en el mismo corazón de la gran ciudad. El instigador de estos terribles crímenes se reveló como nada menos que el infame criminal de guerra y antiguo Gobernador de Armageddon, Herman von Strab. Tomó la ciudad conquistada como su nuevo Señor Supremo, anunciando que era su derecho divino gobernar todo Armageddon. Escuadras de Orkos se displegaron para silenciar a cualquier disidente que discutiese esa afirmación. Sorprendentemente, gran parte de la antigua nobleza de Acheron le dio la bienvenida a von Strab como su príncipe perdido, eligiendo ignorar el hecho de que se había puesto de parte de una de las especies xenos más peligrosas que conoce el Imperio.

En la Colmena Volcanus, el mismo día en que Acheron cayó traicionada, una gran masa de infantería Orka se lanzó sobre los más de treinta kilómetros cuadrados de defensas construidos sobre el Monte Volcanus, justo al lado de los suburbios exteriores de la Colmena. Diecisiete regimientos de la Milicia de las Colmenas de Armageddon que las guarnecían fueron puestos en fuga y los Orkos se hicieron con muchas armas y fortificaciones imperiales intactas. La propia Volcanus pronto se vio asediada, rodeada por un anillo de poderío orkoide y golpeada implacablemente por los macrocañones y proyectiles de bombardeo capturados.

Fuera de Ciénaga Mortal, la defensa fue mejor. Los Titanes de la Legio Tempestor y la Legio Victorum junto a sus regimientos de apoyo de Skitarii del Mechanicus exterminaron casi por completo a la tribu Orka del Fuego Negro en una batalla de tres días sobre la Llanura de Anthrand. Sin embargo, las naves de desembarco Orkas siguieron cayendo de los cielos como una tormenta infinita y la lucha se extendió por Armageddon como un incendio descontrolado hasta que todos y cada uno de los complejos industriales y urbanos del planeta se vieron implicados. En muchos lugares, los ataques Orkos fueron rechazados por la valentía y ferocidad de los defensores imperiales, pero una y otra vez los Orkos se reagrupaban y atacaban de nuevo, empujando a sus oponetes hasta el límite de su resistencia y más allá.

Como había predicho Yarrick, las estrategias de Ghazghkull resultaron efectivas. Los Orkos mantuvieron un control férreo sobre el espacio aéreo de Armageddon, y los bombardeos orbitales y los Kazabombarderoz golpeaban a las fuerzas imperiales allí donde intentaban formar una línea de batalla coherente, manteniéndolas inmovilizadas hasta que nuevas remesas de infantería pielverde llegaban para rodearlas. Cuando los Orkos se veían superados en número, luchaban con tácticas de guerrilla, asaltando a los humanos y retirándose a los duros desiertos de ceniza antes de que se pudieran vengar. Ghazghkull había aprendido bien las lecciones de Chigon 17 y dispuso los combates deliberadamente para que fuesen dispersos y caóticos, condiciones en las que las partidas Orkas medraban y los regimientos imperiales carecían del apoyo y coordinación que los humanos necesitaban para defenderse con efectividad. Los Marines Espaciales arrasaron las tierras altas de Armageddon en misiones de búsqueda y destrucción para eliminar concentraciones de los salvajes pielesverdes a la mínima oportunidad.

Guerra total

Orkos ghazghkull ataque colmena defensa imperial

Ghazghkull ataca las colmenas de Armageddon

Mientras las batallas rugían furiosamente sobre la superficie de Armageddon, Ghazghkull Thraka desató otra de sus sorpresas. Docenas de los grandes Piedroz encontrados por las naves del Almirante Parol empezaron a descender desde la órbita. Ralentizados por potentes campos de energía gravítica, retropropulsores y kañonez traktorez modificados, los Piedroz aterrizaron en las exhuberantes junglas ecuatoriales y por todo Armageddon Prime y Secundus. Muchos fueron destruidos por disparos desde tierra o por "akzidentez", pero todos los que sobrevivieron se convirtieron en un nuevo bastión, punto de reunión y ciudadela para los Orkos. Además de sus enormes cañones y baterías de misiles, los Piedroz contenían enormes dispositivos de teleportación creados por Orkimedes que se parecían a los que Ghazghkull había usado en Piscina IV. Estos fueron empleados para bajar a la superficie refuerzos Orkos directamente desde la flota en órbita, incluyendo Gargantes y artillería pesada, en una corriente aparentemente infinita de pielesverdes. El Comisario Yarrick dirigió personalmente varios asaltos de las Tropas de Choque de Cadia y los Titanes de la Legio Metalica y la Legio Ignatum que destruyeron algunas de las fortalezas Orkas, pero las sangrientas batallas libradas en torno a muchas de las otras consumieron regimientos enteros en cuestión de horas. Durante el resto de la guerra, los Marines Espaciales tuvieron que hacerse cargo casi en solitario de la eliminación de los bastiones enemigos allí donde podían, destacando especialmente el Capítulo de los Salamandras por sus éxitos a lo largo del Río Hemlock.

Misteriosamente, los Orkos también desembarcaron en los Desiertos de Fuego y las Tierras Muertas al norte y al sur del continente más habitado de Armageddon. Incluso Yarrick se sorprendió, ya que siempre se había creído que esas sombrías áreas eran inhabitables y carecían de valor. Sin embargo, su utilidad para los Orkos se reveló cuando semanas más tarde centenares de sumergibles del tamaño de petroleros diseñados por Orkimedes emergieron de las contaminadas aguas y desembarcaron tropas en las Colmenas Tempestora y Helsreach. La sorpresa fue total, de modo que Tempestora cayó en pocos días y pronto los muelles de Helsreach quedaron en manos pielesverdes. Solo el amargo desafío a la derrota de las milicias de pandilleros de Helsreach, apoyadas por los Soldados de Asalto de la Guardia Imperial y los Astartes que habían acudido a la región, impidió que los Orkos invadieran toda la ciudad, en lo que se conoció como la Batalla de Helsreach. Fue allí donde el Capellán Grimaldus de los Templarios Negros dirigió la defensa del Templo del Emperador Ascendente, que había permanecido en pie desde la colonización de Armageddon.

Catorce días después de los desembarcos iniciales en el planeta, tuvo lugar la primera gran confrontación entre las máquinas de guerra de los Orkos y el Imperio. Una batalla de diez días estalló sobre el complejo fabril Diabolus cuando las peñas de Gargantes de los Kaudillos Burzuruk y Skarfang chocaron con los Titanes de la Legio Crucius. Seis Titanes y ocho Gargantes fueron destruidos por completo en la lucha y otros necesitaron muchos meses de reparaciones antes de volver a estar listos para combatir. El complejo Diabolus quedó arrasado por el combate, ya que sus grandes fundiciones y talleres fueron reventados por los disparos o pisoteados por las gigantescas máquinas de guerra. Tras la batalla, los Lokoz de la Velozidad rodearon rápidamente la Colmena Infernus, aislándola de toda ayuda externa. Los contraataques mecanizados imperiales en los desiertos de ceniza tuvieron éxito al principio, pero cuando todo un regimiento de Perros Químicos de Savlar fue rodeado y aniquilado por los Lokoz de la Velozidad, los defensores imperiales de Infernus abandonaron la idea de intentar romper el bloqueo Orko.

Mientras los defensores pensaban en cómo levantar el asedio, llegaron informes de una vasta horda Orka que estaba rodeando las Montañas Pallidus desde el noreste. Pronto la horda fue visible desde las torres de la Colmena como un gran mar de guerreros pielesverdes que parecía llenar la vacía extensión de los desiertos de ceniza hasta desbordarse. Imponentes Gargantes Orkos avanzaban a través de la marea, como acorazados navegando por un océano de condenación verde. Los cánticos de guerra de los Orkos podían oírse a más de treinta kilómetros, y el suelo temblaba con las pisadas de la horda. Peor aún: los estandartes que flotaban sobre los Orkos portaban el glifo personal del mismísimo Ghazghkull.

Cuando los cielos se oscurecieron bajo la sombra de los Pezioz y comenzaron los primeros bombardeos orbitales, los ciudadanos de Infernus supieron que había llegado la hora de su muerte. Intentaron inspirarse en las leyendas que contaban cómo el Comisario Yarrick había luchado en la anterior invasión Orka y había hecho pagar a los pielesverdes por cada pulgada de terreno que habían tomado en la Colmena Hades. No todos tuvieron el valor de afrontar su destino y miles huyeron a los desiertos de ceniza, donde fueron asesinados o capturados como esclavos por los Lokoz de la Velozidad que rodeaban la Colmena como moscardones.

Los Arbitradores del Adeptus Arbites presentes en la ciudad pronto se desplegaron para asegurar la Colmena, castigando o ejecutando sumariamente a cualquiera que fallase en cumplir su deber para con el Emperador. Cuando el ejército Orko de Ghazghkull entró en el radio de alcance de la ciudad, los grandes cañones de asedio que habían sobrevivido al bombardeo orbital abrieron fuego, descargando proyectiles de toneladas de peso sobre la masa de pielesverdes hasta que los Pezioz volvieron a disparar y los destrozaron. En el breve respiro que siguió, Ghazghkull entregó a los defensores de Infernus un mensajero. Era el Coronel Gortar de los Perros Químicos, horriblemente mutilado y despojado de sus ojos y manos. El mensaje del cegado e incapacitado Coronel era muy simple y se escucharía muchas veces en los siguientes meses mientras la guerra crecía y crecía:

"¡Rendíos o morid!"

Mapa 3ª Guerra por Armageddon

La Guerra Terrestre de Armageddon

Cruzada de Armageddon de los Templarios Negros

Templarios negros orkos

Templarios negros luchando contra los Orkos.

El Gran Mariscal Helbrecht de los Templarios Negros y tres Cruzadas enteras de su Capítulo respondieron a las súplicas de ayuda del asediado mundo de Armageddon cuando el Kaudillo Orko Ghazghkull Thraka regresó a la cabeza del mayor ¡Waaagh! de la historia del Imperio. Los Sistemas Estelares circundantes cayeron rápidamente ante el enjambre pielverde a pesar de los valientes esfuerzos de la Flota de Batalla Armageddon por detener la invasión. El ¡Waaagh! era simplemente demasiado grande para detenerlo. Los Templarios Negros libraron sangrientas campañas por los desiertos de ceniza de Armageddon, pero fue en el espacio donde hicieron su mayor contribución a la defensa del planeta. Las tres Cruzadas se reunieron en un bastión capitular del planeta Fergax, y seguidamente pusieron rumbo hacia el Segmentum Solar. Al llegar a Armageddon, la experiencia de Helbrecht en el mando de grandes flotas le convirtió en el líder natural de las astronaves Astartes reunidas allí, mientras que los Mariscales Ricard y Amalrich llevaron a sus Cruzadas a la superficie planetaria. En el espacio se luchó amargamente, y Helbrecht dirigió en persona muchos asaltos a los Pezioz Orkos. La flota de la Armada Imperial, bajo el mando del Almirante Parol, empezó a diezmar a la enorme flota de destartaladas naves Orkas, y la reducción de los refuerzos que llegaban a los pielesverdes de la superficie acabó por notarse en el esfuerzo bélico de los alienígenas. Al comienzo de la Estación del Fuego, en la que la superficie de Armageddon se vuelve hostil a toda forma de vida por los estallidos volcánicos, la lucha entre los Orkos y los humanos se había quedado reducida a un incómodo punto muerto.

Caída de un Campeón

Mini Campeón del Emperador

Miniatura de un Paladín del Emperador.

El éxito de los Templarios Negros en frenar la invasión Orka se vino abajo cuando la Cruzada de Helbrecht regresó al Pezio Terror Malévolo. Al inicio de los combates orbitales, este Pezio había sido duramente bombardeado por la Barcaza de Batalla Luz de Pureza de los Templarios Negros, y dañado por las cargas de demolición colocadas por las partidas de abordaje Astartes. Finalmente, Helbrecht decidió poner fin al Pezio de una vez por todas y reunió a su Cruzada y a todos sus Hermanos de Armas con armadura de Exterminador para lanzar un abordaje en masa. Nunca se había intentado un asalto de esa magnitud, pero Helbrecht estaba decidido a acabar con la gargantuesca monstruosidad espacial.

La primera fase del asalto fue un asalto por teleportación encabezado por los Exterminadores. Estos establecieron un perímetro de seguridad para permitir que el resto de los Templarios Negros abordase el Pezio. La respuesta Orka fue inmediata y los Exterminadores fueron duramente atacados. Las bajas se acumularon pero Helbrecht no cejó en su empeño de abrir camino a los refuerzos. Las Thunderhawks y los Torpedos de Abordaje alcanzaron el Pezio y se unieron a la lucha en el perímetro. Los Exterminadores mantuvieron a los Orkos a raya pero solo fue un éxito tenue.

La segunda fase de la misión comenzó cuando la Cruzada se organizó en equipos de ataque para colocar las pesadas cargas térmicas con las que se desgarraría por la mitad al Terror Malévolo. El propio Helbrecht dirigió al más importante de ellos, a pesar de haber sido herido ya varias veces. Junto con su Escuadra de Mando y el Paladín del Emperador Vosper, Helbrecht profundizó en el interior del Pezio.

Los Exterminadores habían mantenido a los Orkos a raya durante la primera etapa de la batalla, y durante la segunda encabezaron el avance, formando la punta de lanza de las fuerzas de los Templarios mientras se abrían camino a través de los retorcidos pasillos del Pezio. Sin embargo, cuando abandonaron sus zonas de tiro relativamente aseguradas las bajas volvieron a aumentar, aunque con el apoyo de toda la Cruzada los Exterminadores lograron seguir traspasando las defensas Orkas. A medida que más y más equipos de ataque se separaban para completar sus objetivos individuales, las fuerzas de los Templarios se volvían cada vez más vulnerables a las emboscadas y ataques repentinos. Fue al penetrar en el cavernoso hueco entre dos de las astronaves mal encajadas que componían el Pezio cuando los Orkos lanzaron su mayor contraataque. Más de un millar de los monstruos de piel verde se arrojaron contra el fuego de Bólter de los Templarios Negros sin preocuparse por las bajas sufridas.

Un crujido audible resonó cuando los Orkos se estrellaron contra la línea de los Templarios. A pesar de haber perdido la iniciativa, estos lograron mantener la línea. Vosper y Helbrecht dirigieron el contraataque, segando a los Orkos con habilidad sin igual hasta levantar una pila de cadáveres a sus pies. Lentamente, el equilibrio de la batalla cambió cuando los Templarios Negros se reagruparon tras sus campeones para atravesar a la horda Orka. Mientras los dos poderosos guerreros se abrían camino, se encontraron con la mayor de las horribles criaturas, el Kaudillo al mando del Pezio, quien atravesaba la arremolinada lucha derribando a todos los Hermanos de Batalla que encontraba. Lleno de una furia justiciera, el Paladín del Emperador Vosper retó al enorme Orko y se enfrentó a él en un duelo singular. Todos los Templarios presentes rezaron una oración al Emperador cuando Vosper y el Kaudillo cruzaron espadas, rogando por el Paladín que encarnaba todo lo que su Capítulo apreciaba.

Vosper atacó al Kaudillo con dos enormes barridos a dos manos de la famosa Espada Negra, haciendo retroceder paso a paso a la criatura y ganando lentamente ventaja. Pero cuando el Kaudillo se tambaleó hacia atrás por un poderoso golpe descendente, se enfureció y contraatacó con una rapidez inhumana, rechazando a Vosper, quien a pesar de bloquear cada uno de los golpes de la espada del Orko no pudo impedir que la bestia le hiciese un placaje con su enorme cuerpo. Desequilibrado, Vosper no pudo esquivar el golpe del Kaudillo que le abrió la cabeza. La caída del Paladín fue el momento crucial de la batalla. A pesar de los mejores esfuerzos del Gran Mariscal, los Templarios flaquearon y los Orkos redoblaron sus esfuerzos. Helbrecht fue derribado por docenas de pielesverdes. Su Escuadra de Mando lo rescató de la pila de cuerpos, pero una rebanadora estaba enterrada en su pectoral. Mientras los Templarios retrocedían, muchos fueron asesinados brutalmente, y las bajas del Capítulo pasaron de graves a horribles. Muchos grupos de Templarios se vieron aislados cuando el Teleportarium de la Luz de Pureza se sobrecargó por el esfuerzo de devolver a las unidades de vuelta a la nave. Sin un perímetro efectivo de defensa, no había nada que la Cruzada pudiera hacer para rescatar a las escuadras abandonadas, con lo que estas no tuvieron más opción que intentar vender sus vidas lo más caras posible.

Para cuando la Luz de Pureza se alejó del Pezio, casi la mitad de la Cruzada de Helbrecht se había perdido y el propio Helbrecht había quedado en estado crítico, librado de la muerte solo por los dones de su potenciado cuerpo. Finalmente, con la Estación del Fuego de Armageddon golpeando a los combatientes del planeta, la lucha en la superficie se detuvo porque los Orkos no podían avanzar fácilmente en medio del volcanismo generalizado. El Pezio considerado la nave insignia de Ghazghkull Thraka, el Perversión del Dolor, partió de la órbita de Armageddon junto con el grueso de las restantes fuerzas Orkas sin desembarcar. Jurando solemnemente cazar y matar a Ghazghkull antes de que pudiera amenazar de nuevo al Imperio, el Gran Mariscal Helbrecht tomó a los restos de su Cruzada y persiguió a los pielesverdes, pero la flota Astartes no se marchó sola. El Héroe de Armageddon, el Comisario Yarrick, solicitó a Helbrecht permiso para acompañarle junto a un selecto ejército de Guardias Imperiales de élite, y en señal del gran aprecio que Helbrecht sentía por Yarrick, le concedió su deseo.

El Capellán Grimaldus, Héroe de Helsreach

Capellan Grimaldus

Grimaldus combatiendo en Helsreach.

La tercera Cruzada de los Templarios Negros desplegada en Armageddon estaba bajo el mando del Capellán Grimaldus, quien acababa de ser ascendido al puesto de Reclusiarca tras la muerte de su mentor Mordred. Bajo la dirección del Gran Mariscal lideró a más de un centenar de sus Hermanos de Batalla a algunos de los combates más horribles de los librados en Armageddon. Tras una veintena de campañas exitosas, Grimaldus reunió sus fuerzas y cargó hacia la Colmena Helsreach, que estaba siendo asediada (en lo que se conoció como la Batalla de Helsreach) por miles de Orkos surgidos de las heladas Tierras Muertas del sur a bordo de sumergibles construidos por Orkimedes. Los Templarios Negros se establecieron en el colosal edificio conocido como el Templo del Emperador Ascendente, una vasta basílica dedicada al Culto Imperial que había sido levantada en los primeros días de la colonización de Armageddon.

Los Orkos atacaron con una fuerza devastadora, pero el Capellán y sus Astartes resistieron durante casi dos meses. Los Orkos penetraron finalmente en las defensas de los Marines Espaciales y asaltaron el Templo, destruyendo reliquias irreemplazables, lo que enfureció aún más a los Templarios Negros. Muchos de los Milicianos de la Colmena y los Guardias Imperiales que apoyaban a los Marines Espaciales empezaron a huir, pero se dieron la vuelta al escuchar el sonido de la resonante voz del Capellán Grimaldus gritando en el Templo: "¡He cavado mi tumba en este lugar, y triunfaré, o moriré!"

La batalla degeneró en un sangriento cuerpo a cuerpo en el corazón del edificio, que solo acabó cuando el templo entero empezó a resquebrajarse y acabó por caer sobre los combatientes. Se temió que todos hubieran muerto, hasta que un día después el Capellán Grimaldus se arrastró fuera de las ruinas portando las últimas reliquias del Templo y juró que todos recordarían las vidas perdidas en la defensa de Armageddon. Los Apotecarios que le examinaron después se maravillaron de que Grimaldus hubiera podido sobrevivir, y más aún de que hubiera sacado la fuerza necesaria para trepar desde los escombros. Cuando la guerra acabó por fin, los ciudadanos de la Colmena Helsreach le honraron con el título de "Héroe de Helsreach".

Los Leones Celestiales en Armageddon

Portada Armageddon Líder de Manada Ekene Dubaku Leones Celestiales Capellán Merek Grimaldus Templarios Negros

El Líder de Manada Ekene Dubaku de los Leones Celestiales lucha junto al Capellán Grimaldus de los Templarios Negros en la segunda batalla de la Fosa de Mannheim.

Los Leones Celestiales son un Capítulo Sucesor creado a partir de la semilla genética de los Puños Imperiales en una Fundación desconocida realizada en los últimos años del M38. Durante los siguientes cuatro milenios, los Leones demostraron ser un Capítulo valeroso y digno descendiente de su Primarca Rogal Dorn, defendiendo los dominios de la Humanidad de los enemigos del Emperador. Pero el feroz orgullo y los principios morales que siempre han gobernado sus actos y creencias podrían haber contribuido a su propia destrucción. Unos sucesos ocurridos hacía más de cinco décadas durante un asalto rutinario al planeta Khattar en el 948.M41 pueden significar la condenación del Capítulo tras los eventos sucedidos en la Tercera Guerra por Armageddon.

La Fosa de Mannheim

La Fosa de Mannheim era un cañón que atravesaba las montañas al norte de la Colmena Volcanus, una grieta en la valiosísima tierra de Armageddon abierta por la lenta pero activa danza de las placas tectónicas del planeta. Cualquiera que permaneciera allí durante más de un puñado de semanas sabía que Armageddon no es un mundo que duerma tranquilo, bien por la presencia de Orkos, tormentas de polvo u otro conflicto distinto. Se comunicó al Capítulo Astartes de los Leones Celestiales que debían asaltar el cañón porque allí se encontraba un nido de herejía mecánica, en el cual los alienígenas estaban forjando sus dioses-máquina de chatarra. Las fuerzas de Volcanus tenían que atacar antes de que los Titanes xenos fueran activados, o la batalla se volvería definitivamente contra los defensores de la ciudad. No se podía confiar un asalto quirúrgico como este a la Guardia Imperial, y la ciudad tampoco podía retirar y redesplegar en masa a sus unidades atrincheradas. Tenían que ir los Leones.

Primitivos escudos de vacío protegían el lugar de bombardeos orbitales. Los Leones tendrían que atacar por tierra, sin Cápsulas de Desembarco, marchando al interior de la garganta junto a sus tanques y atacando agrupados en batallones como se hacía en la Herejía de Horus y los milenios de cruda guerra que la precedieron. Los Leones reconocieron el terreno previamente, por supuesto. Exploraron y observaron, considerando fiable la inteligencia imperial. Ninguno de los gigantescos bípodes alienígenas estaba infundido de vida, pero no tenían el tiempo de su parte. Cada hora que pasaban tras los muros de su fortaleza era otra hora que acercaba a los Gargantes a su despertar.

Quinientos Leones Celestiales atacaron. La última mitad del Capítulo marchó a la guerra, sabiendo que los números del enemigo eran excesivos para las capacidades de la Guardia Imperial. Decidieron golpear rápido y con una fuerza aplastante, contrarrestando así su incapacidad para asaltar desde los cielos. Con un cuarto de las fuerzas Astartes desplegadas se habían tomado mundos enteros. Aunque la resistencia humana y los pielesverdes son imposibles de comparar, quinientos Marines Espaciales son un arma avasalladora se miren como se miren. Los comandantes de los Leones habían trazado un buen plan, y cualquier Señor de Capítulo habría hecho lo mismo. No había forma posible de que el enemigo pudiera haber sabido que un ejército así se dirigía hacia ellos para destruirlos, y simplemente no había forma de prepararse para resistir a quinientos Marines Espaciales. Golpear con ferocidad y destruir al enemigo. Retirarse antes de quedarse enfangados en una batalla a gran escala. Debería haber funcionado.

Los Gargantes no estaban durmiendo, estaban esperando. A pesar de este contratiempo, si eso hubiera sido todo lo que se les oponía, los Leones aún podrían haberse abierto camino sin ser masacrados. Podrían incluso haber ganado, a pesar de morir hasta el último hombre. Los tanques dorados de los Leones Celestiales abrieron fuego, destruyendo finos escudos y rasgando boquetes en los cascos de las imponentes máquinas de guerra enemigas con sus cañones láser. Sus líderes gritaron órdenes, controlando a sus guerreros incluso en medio de la furia de la batalla, estableciendo a dónde disparar, por dónde presionar a las líneas Orkas, a dónde desplazarse para defender a los batallones de tanques amenazados por la infantería enemiga. Incluso cuando los Gargantes despertaron, la última mitad de un noble Capítulo luchó para ganar. Purgarían el cañón aun a costa de sus propias vidas. El mismo Rogal Dorn habría luchado a su lado ese día. Pero la marea de la batalla cambió radicalmente. Los Orkos revelaron la auténtica profundidad de su emboscada: emergieron pielesverdes de la tierra, surgiendo hordas enteras desde madrigueras excavadas en las paredes del cañón y bajo el suelo rocoso. Miles de ellos avanzaron rugiendo bajo estandartes colmilludos decorados con Leones capturados en otras batallas y crucificados. Este nuevo ejército se lanzó a la garganta, llenándola como la arena de un reloj y eliminando toda esperanza de retirada y por supuesto de victoria.

De algún modo los Orkos sabían que los Leones estaban en camino. ¿Qué otra razón podía haber para enterrar clanes guerreros enteros bajo la roca, a la espera de un asalto así? Su líder era una bestia revestida de armadura de chatarra, el mayor pielverde que jamás habían visto los Leones Celestiales. Se comía a los muertos, tanto Orkos como Astartes. El Líder Guerrero Vularkh enterró la espada Je'hara en el estómago del ser y le arrancó tres metros de apestosos intestinos, pero no sirvió de nada. Los Leones resistieron a pesar de las bajas y de saber que habían sido traicionados. Un traidor, en algún lugar, había dado aviso al enemigo, y los Orkos estaban sacando el máximo partido del chivatazo. Pronto, la extensión de la traición se reveló por completo cuando disparos de francotirador, letalmente precisos, empezaron a llover desde lo alto del cañón. No eran los proyectiles sólidos disparados normalmente a montones por las armas Orkas, conocidas de sobra por los Leones Celestiales, sino rayos láser cruelmente precisos que atravesaban los cascos de sus oficiales desde arriba. Portavoces de la Muerte, Líderes Guerreros, Caminantes Espirituales e incluso Líderes de Manada cayeron víctimas de disparos demasiado precisos y clínicos para ser del enemigo.

Los Leones necesitaron cuatro horas para liberarse. Se abrieron camino de vuelta por donde habían venido, abandonando un mar de tanques muertos, Hermanos de Batalla difuntos y cuerpos enemigos descuartizados. La semilla genética de la mitad de su Capítulo yacía pudriéndose en el fondo de aquel cañón, sin haber podido ser cosechada por sus Restauravidas y habiéndola dejado en las impuras manos de los miles de enemigos que no habían podido matar. Los Leones Celestiales habían huido del campo, y la batalla más valerosa jamás librada por los Leones Celestiales tuvo lugar en esa retirada. Nunca se habían enfrentado a una situación así. Los últimos guerreros se abrieron camino arrastrando a sus hermanos heridos lejos de la tormenta de espadas y volvieron a su fortaleza con el enemigo pisándoles los talones. Los xenos inundaron su puesto avanzado antes siquiera de que la mayor parte de los supervivientes hubiera podido entrar. Los Leones tuvieron que luchar hasta para escapar de su propia fortaleza invadida. Aun entonces, por cada Thunderhawk que consiguió escapar, otras dos fueron derribadas envueltas en llamas.

Los supervivientes volvieron a Volcanus. Solo tres oficiales por encima del rango de Líder de Manada quedaban con vida al atardecer de aquel día: El Portavoz de la Muerte Julkhara, que llamaba hermano al Reclusiarca Merek Grimaldus de los Templarios Negros; el Líder Guerrero Vakembi, el último Capitán superviviente; y el Restauravidas Kei-Tukh, el último Apotecario de los Leones. El futuro del Capítulo dependía de sus habilidades. Pero aún estaba por producirse el insulto definitivo. El último acto de este drama de vergüenza y traición tuvo lugar más tarde esa misma noche. El territorio de los Leones dentro de la ciudad era una fría fundición, casi sin iluminación, con un perímetro de rococemento que patrullaban sus últimos guerreros. Kei-Tukh no sobrevivió a la primera noche. Los Leones le encontraron al amanecer, encorvado contra su último Land Raider, con un tiro atravesando su lente ocular. La semilla genética que portaba había desaparecido, y él no volvería a cosecharla. La situación de los Leones Celestiales era verdaderamente grave: habían perdido su flota, su Arsenal, sus oficiales y casi todas sus esperanzas de reconstruir el Capítulo. Ni siquiera podían aferrarse al orgullo, tras la vergüenza de la derrota. Todo lo que les quedaba era la verdad. Los Leones juraron sobrevivir el tiempo suficiente para difundirla. El Imperio necesitaba saber lo que había ocurrido aquí.

El regreso de los Salamandras

Salamandras vs Orkos Acheron Armageddon

Los Salamandras acuden a Acheron para llevar la lucha a los Orkos.

Cuando el ¡Waaagh! Ghazghkull descendió sobre Armageddon en el 998.M41, muchos Capítulos Astartes respondieron a su llamada de auxilio como ya se ha dicho, incluyendo a los Templarios Negros, los Cicatrices Blancas, los Exorcistas, los Cráneos Plateados, los Campeones de Hierro, los Señores de la Tormenta... La lista sigue y sigue, y sus heráldicas están decoradas con todos los colores conocidos. Sin embargo, de todos esos Capítulos que lucharon a la sombra de los humeantes manufactorums y Colmenas de Armageddon, ninguno es recordado por el populacho con tanta gratitud como los Salamandras.

Los Salamandras habían sido claves en la derrota de Ghazghkull en la Segunda Guerra de Armageddon, pero la victoria les había salido cara. Quizás fue la venganza lo que empujó al Capítulo a hacer una contribución tan generosa a la Tercera Guerra. Fuera cual fuera la razón, casi todo el Capítulo de los Salamandras estuvo presente en los cruciales primeros meses de la guerra. Bajo la mirada de su bravo Señor del Capítulo Tu'Shan, lucharon con determinación en los campos de batalla más terribles. Cuando el estruendo de la batalla amainó y los ataques Orkos se espaciaron, los Salamandras no se quedaron de brazos cruzados, sino que lanzaron varios contraataques devastadores contra los Piedroz aterrizados por los Orkos a lo largo del río Hemlock. Prefiriendo la lucha a cortas distancias que se podía librar en el laberinto de toscos túneles tallado en el interior de los Piedroz a los duelos a larga distancia del desierto, los Salamandras dejaron huella. Para el inicio de la Estación del Fuego, nueve Piedroz habían sido destruidos por los ataques de los Salamandras, matando a incontables millares de pielesverdes.

La gloria de estas batallas fue compartida con muchos otros Capítulos, así que por sí sola no explica la feroz lealtad que los Salamandras despertaron en el pueblo de Armageddon. La verdad es que mientras que algunos Capítulos luchaban por el Emperador, y otros por el renombre y la gloria, Tu'shan y sus Salamandras libraban cada batalla para salvar las vidas de la gente de Armageddon.

Tu'Shan

Señor del Capítulo Tu'shan.

En más de una ocasión, Tu'shan lanzó a sus Astartes a las batallas más desesperadas para rescatar enclaves civiles y asentamientos atacados que otros Comandantes Imperiales habían estado dispuestos a sacrificar por el bien del resto de la campaña. De hecho, se rumorea incluso que el Señor Tu'shan llegó a las manos con el Capitán Vinyar de los Marines Malevolentes después de saber que los hombres de este último habían bombardeado un campamento de refugiados simplemente porque había Orkos dentro del perímetro. Solo con este acto Tu'shan y su Capítulo ganaron mucha fama, aunque las relaciones entre los Salamandras y los Marines Malevolentes nunca han sido las mismas.

La mayoría de los Salamandras partieron de Armageddon tras la Estación del Fuego, pero el trabajo del Capítulo no había acabado. Las dos Compañías que se quedaron atrás en el Mundo Colmena lo hicieron para proteger sus principales centros de población de las bandas errantes de Orkos que nunca serían erradicadas del todo. Los Tecnomarines de los Salamandras han sido claves en la reparación y reconstrucción de la infraestructura necesaria para mantener a una cantidad tan ingente de personas, y es seguro que han salvado muchos miles de vidas con estas tareas vitales pero a menudo ignoradas. La leyenda que los Hijos de Vulkan dejaron tras de sí seguramente brillará más con cada año que pase.

El final de la guerra

El sacrificio de Parol

Flota almirante Parol wikihammer

Almirante Parol.

Tras conocer la destrucción del Lago Verde en la persecución del Pezio Triturakráneos, Parol ordenó una búsqueda exhaustiva de los elementos Orkos que operaban en los límites del Sistema, ya que ahora tenía la evidencia de que había más naves Orkas con teleportadores de las que había temido en un principio. El escuadrón destructor Hermanos de Cale logró avistar a larga distancia a otro Pezio en los restos de la estación de Mannheim. Parol, torturado por la pérdida de su viejo amigo Fitzmander, lideró él mismo el ataque al Pezio Orko.

Pero, igual que hiciera el Triturakráneos, el Pezio Orko sin identificar salió de la órbita y trató de huir a la Disformidad. Parol, a bordo de Su Voluntad, su nave insignia durante décadas, inició una persecución desesperada. Apresuradamente, desplegó a sus Naves de Ataque para detener al Pezio antes de que entrase en la Disformidad mientras Su Voluntad intentaba acercarse. La velocidad y la maniobrabilidad del Pezio Orko eran increíbles, y Parol estaba convencido de que Orkimedes se encontraba a bordo.

Temiendo que aquella maravilla de la ingeniería Orka pudiese superarle, Parol abandonó sus métodos habituales y renunció a sus ideas sobre una formación adecuada; simplemente ordenó a sus hombres que el Su Voluntad persiguiese al Pezio Orko a toda velocidad. Cuando el Pezio se disponía a entrar en la Disformidad, Parol advirtió que solo le quedaba la alternativa de embestirlo y dispuso su nave en dirección al vulnerable costado de estribor por la parte posterior del Pezio Orko. Parol ordenó a su tripulación que se dispusiese a efectuar un abordaje desesperado y pidió refuerzos sabiendo que, si seguía al Pezio a la Disformidad, perdería la comunicación. Ambas naves se sumergieron en el Inmaterium y desde entonces no ha habido pruebas que demuestren la supervivencia de la tripulación, por lo que se presume que el Almirante Parol murió en acto de servicio.

Aunque la pérdida de Parol fue un golpe demasiado amargo para el Imperio, su esfuerzo parece que no fue en vano. En aquel preciso momento cesaron todos los intentos de teleportación. Todas las pruebas apuntaban a que el Pezio Orko que encontró Parol era el responsable de pasar los refuerzos Orkos a través del bloqueo imperial.

El giro de la marea verde

Gran Mariscal Helbrecht Templarios Negros dirige batalla espacial de Armageddon

El Gran Mariscal Helbrecht dirige a la flota imperial en la batalla por el Sistema Armageddon.

Helbrecht efectuó un movimiento decisivo y ordenó que las restantes naves de los Marines Espaciales que ayudaban en el bloqueo acudiesen en ayuda de las que habían aguantado la posición en los alrededores de Armageddon para enfrentarse a las naves Orkas. Quizá pensando que podía quedarse varado si perdía a toda su flota, Ghazghkull demostró una vez más que era el más excepcional de los Orkos y retiró a un gran número de sus tropas a las naves de su flota y se marchó del Sistema. Helbrecht se dispuso a perseguirlo, pero ahora conocía los riesgos que entrañaba dividir sus fuerzas, así que retrasó a sus naves hasta que pudo recuperar a las tropas de Marines Espaciales que habían quedado en la superficie del planeta. Ordenó que otros Capítulos se ocupasen de las acciones de cerco planetario, bloqueando al propio Armageddon firmemente tras la partida de los Orkos y, mientras, retiró a los Templarios Negros a sus naves y organizó una Cruzada que salió en persecución de la inmensa flota de Ghazghkull Thraka.

Preocupado porque los Orkos utilizasen la estrategia de la retirada para atacar planetas próximos mientras sus tropas seguían agrupadas en Armageddon, el Comisario Sebastian Yarrick ordenó que todas las tropas de reserva de la Guardia Imperial regresasen a las naves y se preparasen ante posibles ataques planetarios. Como a Yarrick ya se le había escapado Ghazghkull una vez, decidió unir sus fuerzas a las de Helbrecht a la cabeza de la flota imperial y salir en persecución de su antiguo enemigo.

Los perseguidores podían haber perdido la pista de Ghazghkull en los primeros días de no ser por otro efecto secundario fruto del ingenioso bloqueo ideado por Parol. La firme línea de resistencia que había mantenido a raya a los Orkos, ahora los había cercado o al menos los había obligado a dar a conocer su presencia mientras intentaban abandonar el Sistema. Los grupos de batalla situados en los bordes del bloqueo informaron de los movimientos de la flota Orka y efectuaron ataques donde podían para permitir que Yarrick y Helbrecht salieran en persecución de los pielesverdes.

Armageddon en la actualidad

Comisario yarrick guerra armageddon wikihammer

El Comisario Yarrick en los desiertos de ceniza de Armageddon.

El final de la Tercera Guerra por Armageddon está envuelto en el misterio. En última instancia la campaña fue considerada una victoria imperial ajustada, ya que la mayor parte del planeta permaneció en manos del Imperio. Poco después llegaron noticias a Yarrick, desde la flota de los Templarios Negros, sobre que Ghazghkull Thraka había huido del planeta con el inicio de la Estación del Fuego y el freno de las ofensivas Orkas a bordo de su Pezio de mando, el Perversión del Dolor. Al enterarse, Yarrick reunió a sus propias fuerzas y le dio caza junto a la Cruzada del Gran Mariscal Helbrecht con el fin de encontrar y destruir finalmente a Ghazghkull.

Por esas mismas fechas, la 13ª Legión Penal llevó a cabo una atrevida operación encubierta bajo las órdenes del Coronel Schaeffer que logró asesinar al traidor y antiguo Gobernador Herman von Strab en la ocupada Colmena Acheron cuando fue empujado por un balcón por el Teniente Kage, quien desafortunadamente se cayó detrás de él y murió también.

Kage

El Teniente Kage, responsable de la muerte del traidor Von Strab.

Aunque la guerra ha terminado oficialmente, aún continúa la lucha en el planeta. Si bien Ghazghkull ha dejado el planeta, perseguido por el Comisario Yarrick y toda una Cruzada de los Templarios Negros, los demás Orkos han empezado a considerar Armageddon como una especie de Valhalla Pielverde al que llaman "Arma-la-de-geddón" y al que creen que pueden ir siempre que busquen una buena pelea. Por tanto, el Imperio aún debe mandar más tropas a la estancada batalla para impedir que el planeta le sea arrebatado y la aparentemente permanente invasión Orka se convierta en una gran amenaza de nuevo.

El estado del Sistema Armageddon es grave. Miles de millones de soldados y ciudadanos murieron en la guerra, y muchas de las Colmenas de Armageddon están en ruinas. El daño causado al planeta por la Tercera Guerra por Armageddon es una de las calamidades más graves jamás sufridas por el pueblo del Imperio. Docenas de ejércitos fueron diezmados o destruidos por completo por el feroz enfrentamiento, y la destrucción causada en el planeta podría tardar años en repararse por completo. La mayor parte de los planetas habitados del Sistema han sido arrasados por las fuerzas Orkas, y con Ghazghkull huido al espacio profundo, es probable que reconstruya de nuevo sus fuerzas y cree su propio imperio, a menos que los Templarios Negros y Yarrick sean capaces de detenerle.

Frases célebres

"Es la estupidez más grande creer que un individuo puede salvar Armageddon. Las guerras no se ganan por los héroes, sino por la potencia de fuego y la fuerza, y la aplicación de la estrategia y las tácticas."
Comisario Sebastian Yarrick


Orden de batalla imperial

Guardia Imperial y Fuerzas de Defensa Planetaria de Armageddon

  • Divisiones Acorazadas - 34ª, 121ª, 199ª.
  • Milicia de los Desiertos de Ceniza de Armageddon - 5 regimientos.
  • Guardia del Mando de Armageddon - 5 compañías.
  • Milicia de las Colmenas de Armageddon - 120 regimientos.
  • Regimiento de Tropas de Jungla de Armageddon.
  • Milicia Pandillera de Helsreach.
  • Cuerpo Auxiliar de Ogretes de Krourk - 2 regimientos.
  • Cuerpo Auxiliar de Ogretes de Monglor - 2 regimientos.
  • Soldados de la Falange de Ocanon - 11 regimientos.
  • Hostigadores de Zouva - 4 brigadas.

Armada Imperial y elementos de las flotas Astartes

  • 5082ª Ala Naval Imperial.
  • 43 alas de Bombarderos.
  • 6 escuadrones de Cruceros de primera línea.
  • 9 escuadrones de Cruceros de segunda línea.
  • 67 alas de Interceptores.
  • Estación de Control Dante.
  • Estación de Control Mannheim.
  • Estación de Control Yarrick.
  • Antepasado - Crucero Ligero Clase Desafío.
  • Ex Cathedra - Crucero de Batalla Clase Armageddon.
  • Martillo de Luz -Crucero de Batalla Clase Armageddon.
  • Hijo del Trueno - Crucero de Batalla Clase Armageddon.
  • Triunfo - Acorazado Clase Apocalipsis.
  • Luz de Pureza - Barcaza de Batalla de los Templarios Negros.
  • Majestad - Crucero de Asalto de los Templarios Negros.
  • Vigilante de la Noche - Barcaza de Batalla de los Templarios Negros.
  • Sanctis Legate - Crucero Ligero Clase Esforzado.
  • Espada de Voss - Crucero Ligero Clase Esforzado.
  • Ira de Vulkan - Crucero de Asalto de los Salamandras.

Adeptus Astartes

  • Ángeles de Porfirio - 8 Compañías.
  • Corazones Inmortales - 1 Compañía.
  • Campeones de Hierro - 7 Compañías.
  • Señores de la Tormenta - 2 Hermandades.

Inquisición

Adeptus Mechanicus y Legiones Titánicas

Adepta Sororitas

Adeptus Arbites

  • 12 Batallones de Castigo.

Departamento Munitorum

  • Cuerpo de Ingenieros - 2 Cuerpos.
  • Cuerpo de Pioneros - 1 Cuerpo.

Oficio Asesinorum

Officio Sabatorum

Templarios Psykologis

Principales fuerzas Orkas por regiones

Armageddon Prime

  • Horda del Déspota Gazgrim - 200 peñas, 18 Gargantes.
  • Tribu de los Azezinoz Negroz - 30 peñas, 4 Gargantes.
  • Tribu de los Tripaz Ardientez - 18 peñas, 3 Gargantes.
  • Legión de Dezembarko de Varga - 24 peñas.
  • Fuertez de Batalla del Kaudillo Badfang - 3 peñas, 16 Fortalezaz de Batalla.
  • Grandez Kañonez del Kaudillo Gorshag -  7 peñas de artillería.
  • Gran Peña de Gargantez del Kaudillo Rukgor - 5 peñas, 6 Gargantes.
  • Gran Peña de Gargantez del Kaudillo Thogfang - 2 peñas, 7 Gargantes.

Armageddon Secundus

  • Tribu del Kráneo Negro - 30 peñas, 3 Gargantes.
  • Tribu de la Luna Torzida - 21 peñas, 3 Gargantes.
  • Tribu de la Aleta Roja - 30 peñas, 4 Gargantes.
  • Ruedaz Rojaz - 18 peñas de Lokoz de la Velozidad.
  • Orugaz de Muerte del Kaudillo Kroksnik - 4 peñas, 32 Fortalezaz de Batalla.
  • Gran Peña de Gargantez del Kaudillo Burzuruk - 4 peñas, 9 Gargantes.
  • Gran Peña de Gargantez del Kaudillo Morfang - 6 peñas, 7 Gargantes.
  • Gran Peña de Gargantez del Kaudillo Skarfang - 3 peñas, 6 Gargantes.
  • Grandez Kañonez del Kaudillo Morkbad - 6 peñas de artillería.
  • Grandez Kañonez del Kaudillo Thugsnik - 6 peñas de artillería.

Desierto de Fuego

  • Horda del Gran Azezino Grimskull - 60 peñas, 8 Gargantes.
  • Tribu de los Pizadorez - 16 peñas, 1 Gargante.
  • Tribu de los Buitrez - 16 peñas, 3 Gargantes.
  • Gran Peña de Gargantez del Kaudillo Blargrot - 4 peñas, 3 Gargantes.
  • Gran Peña de Gargantez del Kaudillo Skarg - 4 peñas, 3 Gargantes.
  • Grandez Kañonez del Kaudillo Rukglum - 11 peñas de artillería.

Las Tierras Muertas

  • Horda de la Gran Beztia Gorssnik Magrash - 250 peñas, 160 Fortalezaz de Batalla.
  • Relámpago Blanko - 31 peñas de Lokoz de la Velozidad.
  • Brigada Relámpago del Kaudillo Bogsnik - 12 peñas, 41 Fortalezaz de Batalla.
  • Brigada Relámpago del Kaudillo Skarsnik - 12 peñas, 41 Fortalezaz de Batalla.

Flota Orka

  • Repartemuerte - Acorazado Orko.
  • Martillo de Grimzag - Kruzero Matamuchoz.
  • Kroolboy - Acorazado.
  • Skullbanga - Pezio.

Fuentes

Extraído y traducido de Wikihammer 40K UK.

  • Codex: Armageddon (3ª Edición).
  • Codex: Marines Espaciales del Caos (2º de 3ª Edición).
  • Codex: Templarios Negros (4ª Edición).
  • Codex: Orkos (Ediciones 4ª y 7ª).
  • Codex: Caballeros Grises (5ª Edición).
  • Codex: Guardia Imperial (5ª Edición).
  • Codex: Lobos Espaciales (5ª Edición).
  • Epic Armageddon: Reglamento.
  • Warhammer 40,000: Reglamento (Ediciones 4ª y 6ª).
  • Warhammer 40,000: Reglamento (6ª Edición).
  • Suplemento: ¡Waaagh! Ghazghkull (7ª Edición).
  • Annihilation Squad, por Gav Thorpe.
  • Blood and Fire (Novela Corta), por Aaron Dembski-Bowden.
  • Helsreach, por Aaron Dembski-Bowden.
  • Serie de Novelas de los Last Chancers, por Gav Thorpe.
  • Campaña Mundial de la Tercera Guerra por Armageddon.
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