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Icono de esbozo Por orden de su Santísima Majestad, el Dios-Emperador de Terra. La Sagrada Inquisición declara este artículo En Construcción por nuestros escribas. Si encuentra algún problema o falta de devoción por su parte, notifíquelo, un acólito del Ordo Hereticus estará encantado de investigarlo.
Ghazghkull

Ghazghkull y sus huestes orkas en el asalto a Armaggedon

La Tercera Guerra por Armageddon empezó en el 998.M41 y fue un masivo conflicto entre el Imperio de la Humanidad y el mayor ¡Waaagh! Orko de la Era del Imperio, dirigido por el Kaudillo Ghazghkull Mag Uruk Thraka. La guerra se libró en el Mundo Colmena de Armageddon, donde Ghazghkull Thraka había lanzado su primer intento de conquista exactamente 57 años estándar antes. Los combates atrajeron al final a porciones de más de 25 Capítulos Astartes, docenas de regimientos de la Guardia Imperial y varias Legiones Titánicas, y provocaron una inmensa destrucción en Armageddon antes de acabar en una ajustadísima victoria imperial, aunque ni los humanos ni los Orkos pudieron asegurar un control completo sobre todo el planeta y aún se sigue luchando en muchas regiones.

Antecedentes

Armageddon es un Mundo Colmena imperial del Sector Armageddon del Segmentum Solar con una población aproximada de entre 100.000 y 500.000 millones de personas. La enorme producción industrial y comercial de Armageddon lo convierte en una pieza vital del Imperio, en especial para los superpoblados mundos de su Segmentum, el corazón del territorio colonizado por la Humanidad.

La Tercera Guerra por Armageddon comenzó en el 998.M41, exactamente 57 años estándar después del inicio de la Segunda Guerra de Armageddon, y en ella tuvo lugar el regreso de las hordas Orkas al planeta bajo las órdenes del infame Kaudillo Ghazghkull Mag Uruk Thraka. Trajo consigo fuerzas de otros tres grandes Kaudillos Orkos: el Gran Déspota de Dregruk, Urgok el Imparable y el Diablo de Octarius. Cada uno de ellos comandaba vastas huestes de pielesverdes dirigidas por numerosos Kaudillos menores, constituyendo el mayor ¡Waaagh! Orko jamás afrontado por el Imperio de la Humanidad. Ghazghkull demostró ser el más peligroso de los líderes Orkos, con un empuje y una capacidad para el mando abundantes. Una grave herida en su juventud despertó en él "visiones" de los dioses Orkos Gorko y Morko, que le llevaron por un sangriento camino de conquista sin parangón entre los Orkos de la historia imperial reciente. Regresó a Armageddon para realizar su "revancha" tras décadas de planificación y de poner a prueba las defensas imperiales, y logró unificar a docenas de tribus Orkas e incluso contingentes de varios imperios Orkos diferentes, un grado de unidad entre los pielesverdes que nunca antes se había visto.

Los Orkos se reagrupan

Ghazghkull Thraka no había estado de brazos cruzados tras su derrota en la Segunda Guerra de Armageddon. Retirándose a su bastión situado en una red de Sistemas Estelares Orkos del Sector Golgotha, continuó el plan maestro que le habían revelado los dioses Gorko y Morko hacía décadas. Si el Imperio había cometido un gravísimo error tras la Segunda Guerra de Armageddon, ese fue creer que Ghazghkull había sido derrotado para siempre. En realidad, lo que los dioses Orkos le habían revelado, o al menos lo que él dijo que le habían revelado, fue que para destruir verdaderamente a un enemigo había que aprender primero todo sobre él. Para Ghazghkull, la Segunda Guerra había sido solo una forma de aprender cómo el Imperio respondería y se defendería de una gran invasión planetaria. A efectos prácticos, para él la primera invasión no había sido más que una prueba de las defensas del Imperio de la Humanidad.

En las cinco décadas que siguieron a la Segunda Guerra de Armageddon, Ghazghkull continuó sin interrupción su divino plan. Habiendo aprendido todo lo que necesitaba saber sobre las tácticas y estrategias imperiales, empezó a desarrollar las tácticas que sentía que llevarían a la derrota final de sus enemigos. Como no quería atraer atención sobre sí mismo, estos "experimentos" fueron llevados a cabo a una escala mucho menor que la invasión de Armageddon. Desde el 945 hasta el 959.M41, el Imperio recibió numerosos informes de pequeñas incursiones Orkas contra bases y puestos imperiales que iban dirigidas personalmente por Ghazghkull Thraka.

En el 962.M41, una base militar imperial del planeta Buca III fue destruida por misiles disparados desde una base Orka oculta en un asteroide. El asteroide entró en el Sistema desde el espacio profundo y fue ignorado por todos los sensores imperiales por su aparente estado inerte antes de desatar sus potentes misiles sobre la incauta base avanzada. En el 972.M41 el Mundo Agrícola de Chigon 17 fue arrasado por una enorme fuerza de Orkos también supuestamente dirigida en persona por el Kaudillo Ghazghkull. A pesar de que los Guardias Imperiales que defendían Chigon disponían de tanques y otros vehículos blindados, fueron decisivamente derrotados por los Orkos en una prolongada guerra de guerrillas que hizo totalmente inútiles a las potentes pero estáticas defensas imperiales. En el 986.M41 el Crucero de Batalla Camino Radiante de la Armada Imperial y sus Naves de Escolta se perdieron con todos sus ocupantes en un ataque pirata Orko, una vez más comandado por Ghazghkull. El Imperio respondió con gran fuerza, pero al llegar a esa región descubrieron que todos los signos de presencia Orka habían desaparecido.

Justo antes del estallido de la Tercera Guerra por Armageddon, Ghazghkull se alió con el Kaudillo Luna Malvada Nazdreg Ug Urdgrub para lanzar un asalto sobre el mundo imperial de Piscina IV. Los Orkos usaron una forma inaudita de tecnología de teleportación que les permitía colocar a sus tropas directamente en el planeta desde un Pezio localizado a gran distancia del planeta. La guarnición imperial fue tomada totalmente por sorpresa y solo la presencia de Marines Espaciales del Capítulo de los Ángeles Oscuros salvó al planta de ser arrasado por los pielesverdes.

Sin embargo, esta derrota no fue de gravedad para Ghazghkull, ya que al haber terminado y puesto a prueba su nuevo "llevalejoz" el genio Orko conocido posteriormente como "Orkimedes" por el Imperio, finalmente estaba listo para desatar todas sus fuerzas contra el Imperio. Después de más de cincuenta años, Ghazghkull y sus Chikoz venían a cobrarse su venganza.

Reconstrucción de Armageddon

Tras la primera invasión a Armageddon de Ghazghkull Thraka, se comenzó una larga investigación de la disposición y defensas del planeta en el 948.M41. A la luz del valor estratégico de Armageddon para el Imperio, el Adeptus Terra ordenó extensas obras de fortificación para proteger al Sistema Armageddon de cualquier futuro ataque. El Mando Sectorial de la Armada Imperial fue transferido al Sistema Armageddon y la instalación naval del Muelle de San Jowen fue reconstruida y ampliada para acoger a todas las clases de naves de guerra de la Armada Imperial. Tres estaciones de control permanentemente tripuladas se establecieron en los límites exteriores del Sistema, y bautizadas en honor a tres de los mayores héroes de la Segunda Guerra de Armageddon: Dante, Yarrick y Mannheim. Las defensas terrestres y orbitales fueron reconstruidas y fuertemente reforzadas, se sembraron campos de minas gravíticas por el Sistema y se ordenó un sustancial aumento del número de naves de defensa y vigilancia sublumínicas.

En el propio Armageddon comenzó el proceso de reconstruir las Colmenas destruidas por la primera invasión pielverde, tan largo que aún seguía en curso más de cincuenta años después. En parte, la lentitud de la reconstrucción se debió al mayor número de regimientos de las Fuerzas de Defensa Planetaria que se reclutaron en este periodo, a pesar de la reducción del tributo planetario de regimientos destinados para la Guardia Imperial. El Administratum nombró un consejo militar para que gobernase Armageddon, escogiendo a oficiales de alto rango de la Guardia Imperial, la Armada Imperial, el Departamento Munitorum, el Adeptus Mechanicus, la Eclesiarquía además de los gobernadores de cada una de las grandes Colmenas de Armageddon. El consejo quedó presidido por el General Kurov de la Guardia Imperial, un respetado veterano de la Cruzada de Bakkus. Del 949.M41 al 978.M41, el General Kurov coordinó una serie de campañas xenocidas por todas las selvas ecuatoriales entre Armageddon Prime y Armageddon Secundus y en el Mundo Helado de Chosin para eliminar a los Orkos Zalvajes que habían aparecido allí tras la invasión de Ghazghkull. Pasaron cincuenta años y Armageddon se alzó lentamente de sus cenizas, con defensas reforzadas y más potentes que nunca. Sin embargo, resultarían insuficientes para detener la tormenta verde que se avecinaba.

El primer signo de la inminente conflagración fue una serie de ataques Orkos sobre los Sistemas cercanos a Armageddon. Primero, el cercano planeta de Minerva sufrió las depredaciones de piratas Orkos; después el Mundo Agrícola de Ruis también fue asaltado por los pielesverdes. En cuestión de meses, a pesar de los heroicos esfuerzos de la Armada Imperial, el número de Flotas Mercantes que llegaba a Armageddon se redujo a la mitad. Alguien pareció entender que las fuerzas imperiales del Sector estaban sujetas a la necesidad de guardar el Sistema Armageddon y no tenían libertad para patrullar el resto del Sector como harían normalmente. Casi de inmediato, las incursiones piratas de los Orkos se convirtieron en asaltos sobre puestos avanzados imperiales y luego en ataques directos contra colonias desprotegidas. Pronto comenzaron las primeras invasiones a gran escala. Veinticuatro mundos imperiales fueron atacados por los Orkos en el mismo número de horas, y los Astrópatas de Armageddon recibieron constantes informes de aún más invasiones y atrocidades Orkas. Todas las consultas al Tarot Imperial profetizaban solo enormes cantidades de sangre derramada y el signo de la Bestia Resurgente. Se extendió el rumor de que Ghazghkull Thraka regresaba para cobrar su venganza, y pronto ni el más obstinado adepto del Administratum pudo negar que un ¡Waaagh! Orko de proporciones gargantuescas estaba engullendo todo el Sector Armageddon del Segmentum Solar. Después de que el Destacamento Trajan de la Armada Imperial se diera por perdido tras luchar contra los Orkos en el Sistema Desdena, el General Kurov envió una llamada astropática de socorro a los regimientos de la Guardia Imperial y los Capítulos Astartes cercanos para que acudiesen a defender una vez más a Armageddon.

El Regreso de la Bestia

Titanes y Gargantes en combate.

La marea verde se aproxima

El día de la Fiesta de la Ascensión del Emperador del 998.M41, 57 años estándar después del final de la primera invasión Orka a Armageddon, las sondas psíquicas registraron una enorme perturbación en la Disformidad cuando una flota Orka emergió en el Espacio Real y la horda pielverde de Ghazghkull Thraka se abalanzó una vez más sobre el Sistema Armageddon. Una alerta de la Estación de Control Dante fue interrumpida a mitad de transmisión cuando los Orkos la sobrepasaron en sus centenares de destartaladas naves.

Los últimos informes transmitidos por la estación indicaban que una flota Orka estaba penetrando en el Sistema, componiéndose de cincuenta Kruzeroz, más de trescientas Naves de Escolta y al menos cuatro Pezioz. Las fuerzas imperiales de Armageddon se pusieron en alerta máxima y siete escuadrones de Cruceros de la Armada Imperial, dirigidos por los Acorazados clase Apocalipsis Su Voluntad y Triunfo, partieron del Muelle de San Jowen situado en órbita geoestacionaria sobre Armageddon 24 horas después de los primeros informes de la invasión. La flota imperial, bajo el mando del Almirante Parol, entró en combate cinco días después, atrapando a la vanguardia Orka en una emboscada en torno al mundo de alta gravedad de Pelucidar.

Sesenta naves Orkas fueron destruidas por los disparos imperiales en la fase inicial del combate sin que se perdiera ni una sola de las astronaves imperiales. Entonces los navíos del Almirante Parol fueron atacados por pesados escuadrones de Kruzeroz Matamuchoz y enjambres de Kazabombarderoz que se adelantaban a toda velocidad al resto de la flota Orka. Las naves imperiales lucharon valientemente, machacando la chatarra de los toscos buques Orkos con sus baterías de armas e incinerando oleada tras oleada de Naves de Ataque con sus lanzas.

No obstante, la flota Orka superaba a los defensores de la Armada Imperial en seis a uno, y las naves imperiales fueron rechazadas gradualmente. Los Orkos lanzaron asaltos suicidas contra sus oponentes con una ferocidad desatada, perdiendo una docena de sus naves a cambio de una sola nave imperial. En el cénit del enfrentamiento, el Almirante Parol recibió mensajes desde las Estaciones de Control Yarrick y Mannheim avisándole de que otras tres flotas completas de Orkos habían entrado por los bordes del Sistema. En ese mismo instante, el Triunfo fue golpeado por los disparos combinados de cinco Kruzeroz Matamuchoz e invadido en masa por Orkos teleportados al interior. Dándose cuenta de que su deber era preservar a la flota imperial para lo que sería un conflicto prolongado, el Almirante Parol dio a regañadientes la orden de retirada general.

Las condenadas Estaciones de Control fueron invadidas por los Orkos apenas unas horas después. Según su último informe, las flotas Orkas que estaban entrando en el Sistema sumaban en conjunto más de 2000 naves espaciales y al menos doce Pezioz, el mayor número de Pecios Espaciales que jamás había asaltado un planeta del Imperio en todos sus diez milenios de historia. El Almirante Parol, cuya flota había quedado reducida a solo siete escuadrones de Cruceros y a un único Acorazado, no podía hacer mucho más que lanzar ataques de hostigamiento contra las enormes flotas Orkas mientras penetraban en el Sistema. Los refuerzos imperiales llegarían más tarde y Parol esperaba que el control espacial pielverde fuese disputado entonces con más posibilidades de éxito.

Mientras esperaban, las Naves de Escolta y los Cruceros Ligeros de Parol acosaron a los Orkos como mejor pudieron, distrayéndolos y atrayéndolos hacia trampas y campos de minas espaciales. Para su desánimo, la Armada Imperial encontró docenas de toscas fortalezas-asteroide, o "Piedroz", en la retaguardia normalmente vulnerable de las flotas Orkas. Estas plataformas de armas increíblemente cargadas de cañones resultaban difíciles de asaltar directamente, pero la mera presencia de un número tan grande de ellas parecía indicar una planificación estratégica de una complejidad inaudita entre los Orkos.

Sorprendentemente, los Orkos no se desviaron para capturar el Muelle de San Jowen. En vez de eso, lo bombardearon durante seis días mientras las flotas lo sobrepasaban, azuzadas por repetidos ataques de escuadrones de naves de asalto imperiales. Grupos de guerreros Orkos consiguieron establecerse por las secciones inferiores del muelle, y aunque la instalación siguió bajo control imperial, quedó virtualmente inutilizada como punto de atraque para naves de guerra por los daños del bombardeo y las constantes incursiones Orkas. Solo la llegada de dos Equipos de Eliminación de los Guardianes de la Muerte, Astartes cazadores de alienígenas al servicio de la Ordo Xenos de la Inquisición, consiguió rechazar a los Orkos de vuelta a los fosos de almacenamiento de isótopos en la base de la estación orbital. Así lo explicó el comandante en jefe del muelle:

"Debo informar sobre nuestra situación aquí en el muelle de San Jowen. Cuando la flota Orka rebasó vuestra línea, nos preparamos para sufrir múltiples acciones de abordaje; pero, aunque parezca increíble, los Orkos han optado por efectuar bombardeos. Pocas naves enemigas intentaron orbitar sobre nuestro muelle y, en vez de eso, descargaron toda su munición sobre nuestro muelle mientras continuaban en rumbo directo hacia Armageddon. Creo que nosotros no éramos su objetivo; el muelle de San Jowen simplemente estaba en su camino.

Más del noventa por ciento de nuestras defensas de superficie han resultado destruidas en las primeras siete horas del ataque y no hemos podido contraatacar a los invasores. Poco después, se lanzaron las cápsulas de asalto enemigas. No se trataba de un ataque coordinado y muchos de mis oficiales de puente opinaban que las cápsulas de abordaje lanzadas desde los hangares de Kruzeroz Orkos Matamaz eran el resultado de una pobre disciplina alienígena. Creíamos que finalmente sufriríamos el asalto de los Orkos, incapaces de esperar a llegar a Armageddon antes iniciar la batalla. Nuestras defensas habían sido anuladas, por lo que éramos incapaces de detener su entrada en el muelle. Organicé precipitadamente grupos de combate para repeler su asalto.

Sufrimos serias pérdidas, ya que los Orkos luchaban con una ferocidad literalmente inhumana. El combate que se libró mientras los alienígenas se dirigían hacia los reactores fue intenso. Me vi obligado a desviar a muchos equipos para que participasen en la defensa de los reactores, ya que temía perder el muelle si culminaban el ataque. No obstante, esta acción permitió que un buen número de Orkos no encontrase oposición en algunos de nuestros muelles superiores. Ahora tenemos a los Orkos más o menos controlados, pero hemos perdido contacto con los muelles inferiores y pensamos que están en manos de los enemigos. Disponemos de las fuerzas necesarias para frenar su avance ahora que las flotas nos han sobrepasado y han comenzado el asalto, pero no podremos limpiar la plaga Orka sin ayuda.
"
Capitán Starrkos, informe al Almirante Parol de la situación en el Muelle de San Jowen


Asalto terrestre

En las pocas últimas semanas antes de que las fuerzas Orkas desembarcaran en el propio Armageddon, el planeta se agitó en un frenesí de actividad. Antiguos Titanes imperiales activaron sus arcanos reactores de plasma y adoptaron posiciones defensivas en torno a las Colmenas, se llamó a filas y atrincheró a los regimientos de la Guardia Imperial y Marines Espaciales de más de veinte Capítulos se desplegaron por las montañas y los desiertos para prepararse para la lucha con los pielesverdes. Las naves mercantes fueron requisadas y usadas diariamente para transportar suministros y refuerzos al planeta a través de la flota Orka, a pesar del riesgo. El último de todos los transportes en tomar tierra llevó a una leyenda al pueblo del planeta: el mismísimo "Viejo", el Comisario Sebastian Yarrick. La población le aclamó cuando, por primera vez en veinte años, Yarrick pisó el suelo de Armageddon.

El Comisario se reunió con el consejo militar que gobernaba Armageddon esa noche. Les instruyó sobre las tácticas y estrategias más recientes de Ghazghkull Thraka, y les advirtió que no subestimasen las capacidades del poderoso Kaudillo. El General Kurov siempre había sido famoso por su capacidad para juzgar a los hombres en la batalla y quedó profundamente impresionado por el empuje y la inteligencia de Yarrick. En consecuencia, le solicitó que tomase el mando del consejo militar mientras durase el conflicto, y para alivio de todos, el Comisario aceptó.

Seis semanas después de entrar en el Sistema Armageddon, la vasta armada Orka entró en combate con las estaciones espaciales y plataformas de armas situadas en la órbita alta del planeta. Aquellos que habían tenido esperanzas de que las poderosas defensas orbitales de Armageddon mantuviesen a raya a los Orkos pronto descubrieron que estaban totalmente equivocados. La batalla orbital rugió durante tres días y dos noches, pero al amanecer del tercer día, los cielos de Armageddon se llenaron con las estelas de las cápsulas de desembarco Orkas y los chorros incandescentes de los motores de sus aeronaves que atravesaban las nubes. La Colmena Hades, aún arruinada por el anterior conflicto, fue la primera en caer. En un acto de venganza, Ghazghkull decidió no luchar de nuevo en Hades. En vez de eso, toda la Colmena y sus habitantes fueron aplastados por el colosal impacto de gigantescos asteroides lanzados desde los Pezioz de la órbita. Este acto de destrucción gratuita no fue más que una premonición del monstruoso derramamiento de sangre que habría de venir.

Mientras las llamas de la destrucción de Hades iluminaban el horizonte oriental, las primeras legiones de Orkos en desembarcar chocaron con los defensores imperiales cerca de Volcanus, Acheron y Ciénaga de la Muerte. Los láseres de defensa terrestres y los silos de misiles se cobraron un alto precio en vidas entre los Orkos mientras desembarcaban, pero los imponentes supervivientes se reagruparon y asaltaron las defensas con tanta ferocidad que pronto más y más contingentes de la horda pielverde alcanzaron la superficie planetaria sin sufrir daño alguno. Los Orkos Zalvajes surgieron de las Montañas Pallidus y de las Junglas Ecuatoriales para unirse a los crecientes números de sus primos más avanzados. Allí donde las defensas imperiales resultaban demasiado fuertes para ser tomadas por asaltos frontales, enormes peñas de Orkos y máquinas de guerra eran teleportadas directamente a la batalla desde los Pezioz de las alturas. Cuando las defensas terrestres se callaron finalmente al tercer día de los desembarcos, Yarrick ordenó a todas las fuerzas aéreas restantes de Armageddon que se lanzasen al combate en un desesperado intento por destruir a tantas tropas de Ghazghkull como fuese posible antes de que tomasen tierra.

Los saturados cielos amarillos del volcánico Armageddon se vieron recorridos por las retorcidas estelas de millares de Kazabombarderoz Orkos y ThunderboltsFuries imperiales mientras tenían lugar masivas luchas aéreas de furia maníaca. La aviación imperial tenía la ventaja de poder retornar a sus bases blindadas para repostar y reaprovisionarse, mientras que los Orkos tenían que reservar combustible suficiente para volver hasta sus naves espaciales y Pezioz en órbita. No obstante, pronto los Orkos aseguraron bases terrestres y la batalla aérea se volvió contra los valerosos pilotos imperiales cuando el apabullante número de aeronaves Orkas se impuso totalmente sobre ellos.

Mientras las batallas en el aire alcanzaban su clímax cinco días después de los desembarcos Orkos, la Colmena Acheron cayó en manos de los Orkos sin previo aviso, capturada gracias a una traición interna. Los informes hablaban de un sabotaje en la red de energía de la Colmena y de Orkos emergiendo desde túneles secretos en el mismo corazón de la gran ciudad. El instigador de estos terribles crímenes se reveló como nada menos que el infame criminal de guerra y antiguo Gobernador de Armageddon, Herman von Strab. Tomó la ciudad conquistada como su nuevo Señor Supremo, anunciando que era su derecho divino gobernar todo Armageddon. Escuadras de Orkos se displegaron para silenciar a cualquier disidente que discutiese esa afirmación. Sorprendentemente, gran parte de la antigua nobleza de Acheron le dio la bienvenida a von Strab como su príncipe perdido, eligiendo ignorar el hecho de que se había puesto de parte de una de las especies xenos más peligrosas que conoce el Imperio.

En la Colmena Volcanus, el mismo día en que Acheron cayó traicionada, una gran masa de infantería Orka se lanzó sobre los más de treinta kilómetros cuadrados de defensas construidos sobre el Monte Volcanus, justo al lado de los suburbios exteriores de la Colmena. Diecisiete regimientos de la Milicia de las Colmenas de Armageddon que las guarnecían fueron puestos en fuga y los Orkos se hicieron con muchas armas y fortificaciones imperiales intactas. La propia Volcanus pronto se vio asediada, rodeada por un anillo de poderío orkoide y golpeada implacablemente por los macrocañones y proyectiles de bombardeo capturados.

Fuera de Ciénaga de la Muerte, la defensa fue mejor. Los Titanes de la Legio Tempestor y la Legio Victorum junto a sus regimientos de apoyo de Skitarii del Mechanicus exterminaron casi por completo a la tribu Orka del Fuego Negro en una batalla de tres días sobre la Llanura de Anthrand. Sin embargo, las naves de desembarco Orkas siguieron cayendo de los cielos como una tormenta infinita y la lucha se extendió por Armageddon como un incendio descontrolado hasta que todos y cada uno de los complejos industriales y urbanos del planeta se vieron implicados. En muchos lugares, los ataques Orkos fueron rechazados por la valentía y ferocidad de los defensores imperiales, pero una y otra vez los Orkos se reagrupaban y atacaban de nuevo, empujando a sus oponetes hasta el límite de su resistencia y más allá.

Como había predicho Yarrick, las estrategias de Ghazghkull resultaron efectivas. Los Orkos mantuvieron un control férreo sobre el espacio aéreo de Armageddon, y los bombardeos orbitales y los Kazabombarderoz golpeaban a las fuerzas imperiales allí donde intentaban formar una línea de batalla coherente, manteniéndolas inmovilizadas hasta que nuevas remesas de infantería pielverde llegaban para rodearlas. Cuando los Orkos se veían superados en número, luchaban con tácticas de guerrilla, asaltando a los humanos y retirándose a los duros desiertos de ceniza antes de que se pudieran vengar. Ghazghkull había aprendido bien las lecciones de Chigon 17 y dispuso los combates deliberadamente para que fuesen dispersos y caóticos, condiciones en las que las partidas Orkas medraban y los regimientos imperiales carecían del apoyo y coordinación que los humanos necesitaban para defenderse con efectividad. Los Marines Espaciales arrasaron las tierras altas de Armageddon en misiones de búsqueda y destrucción para eliminar concentraciones de los salvajes pielesverdes a la mínima oportunidad.

Guerra total

Templarios negros orkos

Templarios Negros luchando contra los Orkos.

As the battles raged furiously on Armageddon's surface, Ghazghkull unleashed another of his surprises. Dozens of the great Ork Roks encountered by Admiral Parol's starships began to descend from orbit. Slowed by powerful gravitic force fields, retro boosters and modified Ork traktor kannons, the Ork Roks made landings in the verdant Equatorial Jungles and across Armageddon Prime and Secundus. Many were lost to ground fire or "Orky accidents" but each one that survived became a new bastion for the Orks, a rallying-point and a new citadel. As well as their huge guns and missile batteries, the Roks contained giant teleport arrays created by Orkimedes that were similar to those Ghazghkull has used during the Piscina campaign. These were employed to teleport down Ork reinforcements from their orbiting fleet, including Gargants and heavy artillery, in a seemingly endless stream of greenskins. Commissar Yarrick personally led assaults by the Imperial Guard's Cadian Storm Troopers supported by the Titans of Legio Metallica and Legio Ignatum which destroyed several of the Ork fortresses, but bloody battles around many of the others consumed whole regiments in only hours. For the rest of the war, the Space Marines bore the brunt of eliminating the Ork fortresses where they could, with the Salamanders Chapter winning particular honour for their successes against the Roks along the Hemlock River.

Mysteriously, the Orks also made landings in the Fire Wastes and the Dead Lands to the north and south of the main settled continent of Armageddon. Even Yarrick was surprised as these grim lands had always been believed to be uninhabitable and without value. Their value to the Ork Warboss became apparent when weeks later hundreds of tanker-sized Ork submersibles designed by Orkimedes rose from the polluted waters and made landings at Hives Tempestora and Helsreach. The surprise was total and Tempestora fell within days and the dockyards of Helsreach were soon in Greenskin hands. Only a bitter defiance by Hive Helsreach's ganger militias, with supporting companies of Imperial Guard Storm Troopers and Space Marines that had been rushed to the region, prevented the Orks from overrunning the hive city during what became known as the Battle of Helsreach. It was at Hive Helsreach that the Black Templars Chaplain Grimaldus led the defence of the Temple of the Emperor Ascendant, which had stood since Armageddon's colonization (see below).

Fourteen days after the initial Ork landings on the planet, the first major confrontation between Ork and Imperial war engines occurred. A ten-day battle raged over the Diabolus factory complex as the Gargant mobs of Warlord Burzuruk and Warlord Skarfang clashed with the Titans of Legio Crucius. Six Titans and eight Gargants were utterly destroyed in the fighting and others needed many months of repair before they were ready to enter combat again. The Diabolus complex was wrecked by the battle, its great foundries and machine shops blasted apart or crushed underfoot by the giant robotic war machines. In the aftermath of the battle Ork Speed Kults swiftly encircled Hive Infernus, cutting it off from all external aid. Mechanised Imperial counterattacks into the ash wastes met with initial success, but when an entire Imperial Guard regiment of Savlar Chem Dogs was surrounded and wiped out by the Speed Freeks, further attempts by the Imperial defenders of Infernus to break out from Ork encirclement were abandoned.

As the defenders pondered how to lift the greenskin siege, reports came in of a vast Ork horde rounding the Pallidus Mountains from the northeast. Soon the horde was visible from the hive's spires, a great sea of greenskin warriors which seemed to fill the empty expanse of the ash wastes to overflowing. Towering Ork Gargants strode through the tide, like dreadnoughts rolling on a sea of green doom. The war chants of the Orks could be heard from over 20 miles away, the ground shaking with the horde's progress. Even worse, the sea of war banners swaying over the Orks bore the personal glyph of Ghazghkull himself.

As the skies darkened beneath the shadow of Ork Space Hulks high above the hive city and the first orbital bombardments began, the citizens of Infernus knew that doom was upon them. They tried to take inspiration from the legends of Commissar Yarrick during the previous Ork invasion and how he had made the greenskins pay for every inch of ground they took at Hive Hades. Not all were courageous enough to face their fates and thousands fled into the ash wastes to be killed or captured as slaves by Speed Kults which circled the hive city like buzzards.

The Adeptus Arbites Arbitrators within the city soon moved to secure the hive, turning back or outright executing any who failed in their duty to the Emperor. As Ghazghkull's Ork army came within range of the city, the great siege guns that had survived the orbital bombardment pounded them, lobbing thousand pound shells into the mass of greenskins until return fire from the orbiting Space Hulks smashed them apart. In the brief lull that followed, Ghazghkull delivered to the defenders of Infernus a messenger. It was Colonel Gortar of the Chem Dogs, horribly mutilated and missing both his eyes and hands. The message the blind and crippled Colonel bore was a simple one that would be heard many times in the months to come across Armageddon as the war only escalated:

Surrender or Die!

Cruzada de Armageddon de los Templarios Negros

High Marshal (Chapter Master) Helbrecht of the Black Templars Space Marine Chapter and three full Crusades of his Black Templars answered the plea for aid from the besieged world of Armageddon when the Ork Warlord Ghazghkull Mag Uruk Thraka returned at the head of the largest Ork WAAAGH! seen in living memory. The surrounding star systems and worlds fell quickly to the swarm of Orks, despite valiant attempts by Battlefleet Armageddon to stop the invasion. The WAAAGH! was simply too massive to halt. The Black Templars fought bloody campaigns throughout the ash wastelands of Armageddon, but it was in space that their greatest contribution was made to the defence of the world. The Three Black Templar Crusades assembled at a Chapter Keep on the world of Fergax, and set course for Segmentum Solar. Upon arriving at the war-torn world of Armageddon, Helbrecht's experience of commanding great fleets made him a natural leader of the assembled Adeptus Astartes starships, while Black Templars Marshals Ricard and Amalrich took their Crusades to the surface of Armageddon. The war in space was bitterly fought, with Helbrecht leading many storming actions aboard Ork Space Hulks. The Imperial Navy fleet under the command of Admiral Parol began to whittle down the massive fleet of Ork starships and Space Hulks, and the reduction of Ork ground reinforcements eventually began to tell on the greenskins' war effort. By the commencement of the Season of Fire where the surface of Armageddon becomes hostile to all life because of extreme volcanism, the fighting between Orks and humans had boiled down to an uneasy stalemate.

Caída de un Campeón

The Black Templars' success in blunting the Ork invasion was shattered when Helbrecht's Crusade returned to the Space Hulk Malevolent Dread. Earlier in the orbital engagements this Hulk had been heavily bombarded by the Black Templars battle barge Light of Purity, and damaged by charges planted by Black Templars boarding parties. Finally. Helbrecht decided to put an end to the Hulk once and for all and gathered his Crusade and all of his Sword Brethren Terminators to launch a massive boarding assault. An assault of this kind had never before been attempted on such a scale, but Helbrecht was determined to put an end to the gargantuan spaceborne monstrosity.

The first stage of the assault was a teleport attack led by the Black Templars Terminators. The Terminators established a perimeter to allow the rest of the Templars' forces to board the Hulk. The Ork response was immediate and the Terminators came under heavy assault. Casualties mounted but Helbrecht was determined to make room for the reinforcements. Thunderhawks and boarding torpedoes made it to the Hulk and joined the fighting at the perimeter. The Terminators held the Orks at bay but it was a tenuous achievement at best.

The second phase of the mission began as the Crusade organized into strike teams to lay the heavy thermal charges that would tear the Malevolent Dread in two. Helbrecht himself would lead the most important team, despite having been wounded several times already, Helbrecht was determined to plant the charges that would initiate the chain reaction and destroy the Hulk once and for all. Along with his command squads and the Templars' Emperor's Champion Vosper, Helbrecht pushed deeper into the Hulk.

The Terminators had held the Orks at bay during the first phase of the battle, and during the second phase they led the advance, forming the spearhead of the Templars' forces as they fought their way through the twisting corridors of the Hulk. Once they abandoned their relatively secure firing lanes, however, casualties began to increase yet again, but with the support of the entire Crusade the Terminators managed to press through the Ork defenses. As more and more strike teams broke off to complete their individual objectives, the Templars forces became ever more vulnerable to sudden ambush and attack. It was as the Templars broke into a cavernous gap between two of the ill fitting starships that made up the Hulk that the Orks launched their largest assault yet. Over a thousand of the greenskinned monstrosities threw themselves into the bolter fire laid down by the Templars, heedless of their own losses.

An audible crack sounded as the Orks smashed into the Templar line. Their advantage lost, the Templars nevertheless managed to hold the line. Vosper and Helbrecht led the counterattack, scything into the Orks with unmatched skill, building a pile of Ork dead at their feet. Slowly the tide of battle turned as the Templars reformed behind their champions to cut through the Ork horde. As the two mighty warriors slashed their way through the Orks they came upon the largest of the foul creatures, the Space Hulk's Warboss, who tore through the swirling melee, cutting down warrior Battle-Brothers wherever he went. Filled with righteous fury, the Emperor’s Champion Vosper called the massive Ork to account and faced the creature in one-on-one combat. Each Templar whispered a prayer to the Emperor as Vosper and the Ork Warboss crossed blades, praying for their Champion who was the very embodiment of all that their Chapter held dear.

Vosper attacked the Ork warlord with huge two-handed sweeps of the Chapter's famed Black Sword, driving the creature back step by step and slowly gaining the upper hand. But as the Warboss reeled back from a powerful overhand blow it became enraged and recovered with inhuman speed, driving Vosper back and though the Emperor’s Champion met every blow of the Ork’s sword he could not stop the creature from barreling into him. Knocked off balance, Vosper could not stand aside as the Warboss split his skull in two. Their Champion’s fall was the turning point of the battle. Despite High Marshal Helbrecht’s best efforts, the Templars faltered and the Orks redoubled their efforts. The High Marshal was forced to the ground, swamped by dozens of greenskins. His Command Squad pulled him clear but an Ork Choppa was buried in his chest armour. As the Templars fell back, many were brutally cut down and the casualties for the Chapter went from bad to horrendous. Many groups of Templars found themselves cut off as the teleporter arrays of the Light of Purity overloaded with the strain of teleporting units back on board. Without an effective defensive perimeter there was nothing the Crusade could do to rescue the stranded squads, leaving them to do nothing but try to sell their lives as dearly as possible.

By the time the Light of Purity pulled away from the Space Hulk almost half of Helbrecht's Crusade had been lost and Helbrecht himself had been critically injured, only his enhanced body keeping him from joining the Emperor. Finally, with Armageddon's Season of Fire upon the combatants, the fighting on the planet's surface finally stalled as the Orks found it difficult to advance in the face of the world's rampant volcanism. The Space Hulk believed to be the flagship of Ghazghkull Thraka, the Perversion of Pain, departed Armageddon orbit along with the bulk of the remaining spaceborne Ork forces. Swearing a mighty oath to hunt down and slay Ghazghkull before he could threaten the Imperium again, High Marshal Helbrecht took his remaining Crusade forces and pursued the greenskins, but the Black Templar fleet did not leave alone. The Hero of Armageddon, Commissar Yarrick, petitioned High Marshal Helbrecht to allow him to accompany the Black Templars alongside a handpicked force of elite Imperial Guardsmen and as a sign of the esteem in which Helbrecht held Yarrick, the High Marshal granted his request.

El Capellán Grimaldus, Héroe de Helsreach

The third Black Templar Crusade on Armageddon was led by Chaplain Grimaldus, who had just recently been raised to the position of Reclusiarch, after the death of his mentor Mordred. Under the direction of the High Marshal, he led over a hundred of his Battle-Brothers into some of the most horrific battles to take place on Armageddon. After a score of successful campaigns, Grimaldus gathered his forces and charged towards Hive Helsreach which was besieged at that time by thousands of Orks who had swarmed up from the icy Dead Lands in the south using Orkimedes submersibles, initiating the terrible Battle of Helsreach. The Black Templars stood their ground at the colossal building known as the Temple of the Emperor Ascendant, a vast basilica dedicated to the Imperial Cult that had stood since the earliest days of Armageddon's colonisation.

The Orks attacked with devastating force but Chaplain Grimaldus and his Astartes held out for almost two months. The Orks finally penetrated the Space Marines' defences and stormed the Temple, destroying irreplaceable relics, infuriating the Templars even more. Many of the Hive Militants and Imperial Guardsmen supporting the Space Marines turned to flee, but were rallied by the sound of Chaplain Grimaldus' booming voice echoing through the Temple; "I have dug my grave in this place and I will either triumph, or I will die!"

The battle degenerated into a bloody melee in the heart of the building, ending only when the entire edifice began to crumble, eventually collapsing around the combatants. All were feared lost until a day later, when Chaplain Grimaldus crawled from the ruins, bearing the last relics of the Temple and vowing that all would remember the lives that had been lost in the defense of Armageddon. The Black Templar Apothecaries who examined him later were amazed that Grimaldus had survived, much less found the strength to climb from the ruins. When the war finally ended, the citizens of Hive Helsreach honored him with the title of "Hero of Helsreach."

Los Leones Celestiales en Armageddon

The Celestial Lions are a Successor Chapter raised from the genestock of the Imperial Fists Primarch Rogal Dorn. They were created during an unnamed Founding during the latter years of the 38th Millennium. During the next four millennia, the Lions proved to be a resolute Chapter and true Scions of Dorn, fiercely defending the realms of man from the enemies of the Emperor. But the Lions' fierce pride and moral principles that have always governed their Chapter's thoughts and deeds may have contributed to their own destruction. Events that were set in motion over five decades earlier during a routine assault on the world of Khattar in 948.M41, may now prove to be the Chapter's undoing in the wake of the events that unfolded during the Third War for Armageddon.

El Hueco de Mannheim

The Mannheim Gap was a canyon running through the mountains north of Hive Volcanus. A rent in Armageddon's priceless earth, torn open by the slow, active dance of the world’s tectonics. Any who dwelled there for more than a handful of weeks knew that Armageddon was not a world that slept easy, whether due to greenskins, dust storms, or yet another war. The Celestial Lions Space Marine Chapter were told the canyon had to be assaulted, for there lay a nest of mechanical heresy, where the aliens were forgebreeding their scrap iron god-machines. Volcanus's forces had to strike before the alien Titans became active, or the tide would forever turn against the city's defenders. The Imperial Guard could not be trusted to deal such a surgical strike, nor could the city organize a mass withdrawal and redeployment of its deeply entrenched Guard elements to make it a plausible option. It had to be the Lions.

Primitive voids shielding protected the site from orbital bombardment. The Lions had to strike overland, without Drop Pods, marching into the ravine alongside their tanks, attacking in battalion regiments like some echo of the Horus Heresy and the millennia of crude warfare before it. The Lions reconnoitred, of course. They scouted and watched, deeming Imperial intelligence reliable. None of the alien god-walkers were infused with life. But time was not on their side. Every hour they spent behind their fortress walls was another hour that brought the Gargant machines closer to awakening.

Five hundred Lions attacked. The last half of the Chapter went to war, knowing that the enemy numbers were beyond the capability of the Guard to confront. They chose to bring overwhelming force to strike fast and hard, countering their crippling inability to strike from the skies. Five hundred Space Marines -- Chapters had taken whole worlds with a quarter of that number. Even though human resistance and greenskin forces are impossible to compare, five hundred Adeptus Astartes warriors is an overwhelming weapon in any imaginable reckoning. The Lions commanders were right to commit their full fury. Any Chapter Master would do the same. There was no possible way the enemy could have known such a force was coming to destroy them, and there was simply no way to prepare for five hundred Space Marine warriors. Strike with ferocity and destroy the enemy. Fall back before getting entrenched in a full-scale battle. It should have worked.

The Gargants were not sleeping, they were waiting. Despite this setback, if that was all they had to deal with, the Lions might still have fought their way clear without being slaughtered. They might have even won, despite dying to the last man. The Lions gold battle tanks raged skywards, streams of lascannon fire bursting thin shields and scoring holes in the hulls of the towering enemy war machines. Warleaders shouted orders, in control of their warriors even in the heat of battle, establishing where to strike, where to push through the orks’ lines, where to move in defence of tank battalions threatened by enemy infantry. Even when the Gargants awoke, the last half of a noble Chapter still fought to win. They would purge the canyon at the cost of their own lives. Dorn himself would have stood with them that day. But the tide truly turned. The enemy ambush unfolded further. Greenskins spilled from the earth, pouring in hordes from warrens within the canyon sides and the rocky ground. Thousands of them, roaring beneath fanged war banners and standards made from crucified Lions taken in other battles. This fresh army surged into the ravine, filling it like sand in an hourglass, blocking all hope of withdrawal and eliminating any chance of victory.

Somehow the Orks knew that the Lions were coming. What other reason could there to be to bury whole war-clans under the rock, waiting for such an assault? Their overlord was a beast clad in scrapwork armour – the biggest greenskin the Lions had ever seen. He ate the dead: his own, and the Lions. Warleader Vularkh buried the war-sword Je'hara in the beast's belly and carved three metres of stinking alien guts free. It did nothing. The Lions fought back as they fell, be they knew they were betrayed. A traitor, somewhere, had fed word to the enemy, and the orks made the most of their ambush. But soon, the extent of the treachery was revealed, as sniper fire, deadly accurate, rained down from the canyon walls. Not the solid shell rattle of greenskin projectile throwers, for the Lions knew how these aliens fought. This was viciously precise laser weaponry, knifing through their officers' helms from above. Deathspeakers, Warleaders, Spiritwalkers, even Pride Leaders, cut down with fire too precise, too clinical, to be the enemy.

It took the Lions four hours to fight free. They carved their way back the way they came, abandoning a sea of dead tanks, slain battle-brothers and butchered enemy bodies. The gene-seed of half of their Chapter lay rotting at the bottom of that canyon, unharvested by their Apothecaries and defiled by the thousands of foes they left alive. The Lions had fled from the field, and the most valiant battle the Celestial Lions ever fought was in that retreat. Never had they faced such odds. The last of them cut their way free, pulling their brothers from the storm of blades and fell back to their fortress with the enemy at their heels. The xenos flooded their forward base before most of their survivors had even arrived. The Lions had to fight just to escape their own falling fortress. Even then, for every gunship that raced free, another two were shot down in flames.

The survivors returned to Volcanus. Only three officers were left at dusk of that day, three officers above the rank of Pride Leader. Deathspeaker Julkhara, who called Reclusiarch Merek Grimaldus of the Black Templars brother; Warleader Vakembi, the last surviving Captain; and Lifebinder Kei-Tukh, the Lion's last Apothecary. The Chapter's future rested on his skills. But the final insult was yet to play out. The last gasp in this drama of shame and treachery occurred later that evening. The Lion's territory inside the city was a cold foundry, nearly lightless, with a perimeter of rockcrete patrolled by their remaining warriors. Kei-Tukh did not survive the first night. The Lions found him at dawn, slouched against their last Land Raider, shot through the eye-lens. The gene-seed he had carried was gone, and he would harvest no more. The depths of the Celestial Lions' plight were dire indeed: they had lost their fleet, their armoury, officers and almost all hope of rebuilding their Chapter. They couldn't even cling to pride, after the shame of defeat. All that remained to them was the truth. The Lions vowed to survive long enough to speak it. The Imperium needed to know what happened here.

El regreso de los Salamandras

When WAAAGH! Ghazghkull descended upon Armageddon in 998.M41, many Space Marine Chapters responded as noted above, including the Black Templars, White Scars, Exorcists, Silver Skulls, Iron Champions, Storm Lords -- the list goes on, their raiment every colour under the Emperor's sun. Yet of all those Chapters that fought in the shadow of Armageddon's smoke-wreathed manufactorums and hive cities, the populace remember none with the same gratitude that they give to the Salamanders.

The Salamanders had been instrumental in Ghazghkull's defeat in the Second War for Armageddon, but victory had cost them dearly. Perhaps it was vengeance that drove the Chapter to make such a generous contribution to the Third War. Whatever the reason, almost the entire Salamanders Chapter was present in the crucial early months of the war. Under the eye of their bold Chapter Master Tu'shan, they fought with determination on the most terrible battlefields. When the din of battle grew quiet and the Ork attacks slowed, the Salamanders did not sit idle, but instead launched several devastating counterattacks against the Roks landed by the Orks along the Hemlock River. Preferring the close-quarter fighting to be had in the maze of crudely carved tunnels that lay within the interior of the Roks to the long-range duels in the desert, the Salamanders made their mark. By the start of the Season of Fire, 9 Roks had been destroyed by the Salamanders' attacks, killing untold thousands of Greenskins.

The glory of such battles was one shared with many other Chapters, and alone it does not explain the fierce loyalty that the Salamanders engendered in the people of Armageddon. The truth of the matter remains that while some Chapters fought for the Emperor, and others for the renown and glory to be earned, Tu'shan and his Salamanders fought each battle to save the lives of the people of Armageddon.

On more than one occasion, Tu'shan threw his Astartes into the most hopeless of battles to rescue embattled civilian enclaves and settlements that other Imperial commanders had been prepared to sacrifice for the sake of the wider war. Indeed it is even rumoured that Master Tu'shan himself came to blows with Captain Vinyar of the Marines Malevolent after it became known that the latter's men had shelled a refugee camp simply because there were Orks within its perimeter. This act alone won Tu'shan and his Chapter much renown, although relations between the Salamanders and the Marines Malevolent have never been quite the same.

The majority of the Salamanders departed Armageddon following the Season of Fire, but the Chapter's work was not done. The two companies of the Chapter that remained behind on the Hive World did so to protect its major population centres from marauding Ork warbands that would never quite be eradicated. The Chapter's Techmarines have been instrumental in repairing and rebuilding the infrastructure required to maintain such a vast amount of people, and it is certain that they have saved many thousands of lives with these vital but often overlooked duties. The people of Armageddon will not soon forget the efforts the Salamanders made in their name. The legend that the Sons of Vulkan have left behind will surely shine all the brighter with every passing year.

El final de la guerra

El sacrificio de Parol

Tras conocer la destrucción del Lago Verde, Parol ordenó una búsqueda exhaustiva de los elementos Orkos que operaban en los límites del Sistema, ya que ahora tenía la evidencia de que había más naves Orkas con teleportadores de las que había temido en un principio. El escuadrón destructor Hermanos de Cale logró avistar a larga distancia a otro Pezio en los restos de la estación de Mannheim. Parol, torturado por la pérdida de su viejo amigo Fitzmander, lideró el mismo el ataque al Pezio Orko.

Pero, igual que hiciera el Pezio Triturakráneos, el Pezio Orko sin identificar salió de la órbita y trató de huir a la Disformidad. Parol, a bordo de Su Voluntad, su nave insignia durante décadas, inició una persecución desesperada.

Apresuradamente, desplegó a sus Naves de Ataque para detener al Pezio antes de que entrase en la Disformidad mientras Su Voluntad intentaba acercarse. La velocidad y la maniobrabilidad del Pezio Orko eran increíbles, y Parol estaba convencido de que Orkimedes se encontraba a bordo.

Temiendo que aquella maravilla de la ingeniería Orka pudiese superarle, Parol abandonó sus métodos habituales y renunció a sus ideas sobre una formación adecuada; simplemente ordenó a sus hombres que el Su Voluntad persiguiese al Pezio Orko a toda velocidad. Cuando el Pezio se disponía a entrar en la Disformidad, Parol advirtió que solo le quedaba la alternativa de embestirlo y dispuso su nave en dirección al vulnerable costado de estribor por la parte posterior del Pezio Orko. Parol ordenó a su tripulación que se dispusiese a efectuar un abordaje desesperado y pidió refuerzos sabiendo que, si seguía al Pezio a la Disformidad, perdería la comunicación. Ambas naves se sumergieron en el Inmaterium y desde entonces no ha habido pruebas que demuestren la supervivencia de la tripulación, por lo que se presume que el Almirante Parol murió en acto de servicio.

Aunque la pérdida de Parol fue un golpe demasiado amargo para el Imperio, su esfuerzo parece que no fue en vano. En aquel preciso momento cesaron todos los intentos de teleportación. Todas las pruebas apuntaban a que el Pezio Orko que encontró Parol era el responsable de pasar los refuerzos Orkos a través del bloqueo imperial.

El giro de la marea verde

Helbrecht efectuó un movimiento decisivo y ordenó que las restantes naves de los Marines Espaciales que ayudaban en el bloqueo acudiesen en ayuda de las que habían aguantado la posición en los alrededores de Armageddon para enfrentarse a las naves Orkas. Quizá pensando que podía quedarse varado si perdía a toda su flota, Ghazghkull demostró una vez más que era el más excepcional de los Orkos y retiró a un gran número de sus tropas a las naves de su flota y se marchó del Sistema. Helbrecht se dispuso a perseguirlo, pero ahora conocía los riesgos que entrañaba dividir sus fuerzas, así que retrasó a sus naves hasta que pudo recuperar a las tropas de Marines Espaciales que habían quedado en la superficie del planeta. Ordenó que otros Capítulos se ocupasen de las acciones de cerco planetario, bloqueando al propio Armageddon firmemente tras la partida de los Orkos y, mientras, retiró a los Templarios Negros a sus naves y organizó una Cruzada espacial que salió en persecución de la inmensa flota de Ghazghkull Thraka.

Preocupado porque los Orkos utilizasen la estrategia de la retirada para atacar planetas próximos mientras sus tropas seguían agrupadas en Armageddon, el Comisario Sebastian Yarrick ordenó que todas las tropas de reserva de la Guardia Imperial regresasen a las naves y se preparasen ante posibles ataques planetarios. Como a Yarrick ya se le había escapado Ghazghkull una vez, decidió unir sus fuerzas a las de Helbrecht a la cabeza de la flota imperial y salir en persecución de su antiguo enemigo.

Los perseguidores podían haber perdido la pista de Ghazghkull en los primeros días de no ser por otro efecto secundario fruto del ingenioso bloqueo ideado por Parol. La firme línea de resistencia que había mantenido a raya a los Orkos, ahora los había cercado o al menos los había obligado a dar a conocer su presencia mientras intentaban abandonar el sistema. Los grupos de batalla situados en los bordes del bloqueo informaron de los movimientos de la flota Orka y efectuaron ataques donde podían para permitir que Yarrick y Helbrecht salieran en persecución de los pieles verdes.

Mapa 3ª Guerra por Armageddon

La Guerra Terrestre de Armageddon

Armageddon en la actualidad

Helbrecht y Yarrick sabían que el combate no había acabado, así que se prepararon para una larga campaña contra Ghazghkull Thraka al borde del Sistema. Allí, el Kaudillo Orko logró reunir a sus naves supervivientes, que pasaron a engrosar una armada terrorífica que volvía a encontrarse peligrosamente próxima a Armageddon.

Tras ellos, la historia era bastante distinta. Armageddon había sido saqueado y quizá demasiados esfuerzos se concentraban en la campaña colateral emprendida por los comandantes que quedaron allí tras la salida de Yarrick, Helbrecht y Parol. El Imperio de la Humanidad es amplio e inmutable y no ha sufrido cambios durante milenios principalmente a causa de su propia reticencia. Como corresponde a una organización tan compleja, los audaces intentos de reforma que Helbrecht y Parol habían instituido para lograr la victoria fueron rápidamente olvidados en su ausencia. Mientras el conflicto en el espacio cedía un poco, los pedantes capitanes imperiales volvieron a caer rápidamente en los viejos hábitos de burocracia innecesaria insistiendo en efectuar movimientos de naves sin sentido solamente para restablecer los antiguos e innecesarios grupos de batalla y flotas, más por su propia comodidad y sentimiento de propiedad que por puras razones estratégicas.

Con estas acciones sin sentido, la flota imperial, que había logrado un notable éxito aunque su posición era mala al inicio de la guerra, se contentaba ahora simplemente con patrullar y defender el bloqueo que Parol había establecido para que sirviera de base de futuras campañas y no simplemente como un lugar de descanso para los perezosos o los cobardes. Una ventaja que costó mucho conseguir descansa ahora en las manos de la flota imperial y, aunque Parol presumiblemente ha desaparecido, es difícil imaginar cuándo el Imperio sufrirá una presión decisiva.

Frases célebres

"Es la estupidez más grande creer que un individuo puede salvar Armageddon. Las guerras no se ganan por los héroes, sino por la potencia de fuego y la fuerza, y la aplicación de la estrategia y las tácticas."
Comisario Sebastian Yarrick


Orden de batalla imperial

Guardia Imperial y Fuerzas de Defensa Planetaria de Armageddon

  • Divisiones Acorazadas - 34ª, 121ª, 199ª.
  • Guardia de Mando de Armageddon - 5 Compañías.
  • Regimiento de Tropas de Jungla, 1 Regimiento
  • Legión Penal Arphista.
  • Montaraces de Asgardia, 2 Regimiento
  • Tropas de Desembarco Elysianas, 14 escuadrones.
  • Sindicato de Estibadores de Helsreach.
  • Milicia de Capataces de Helsreach.
  • Cuerpo Auxiliar de Ogretes de Monglor, 2 Regimientos.
  • Perros Químicos de Savlar, 6 Regimientos.
  • Jinetes Químicos de Savlar, 2 Regimientos.
  • Tropas de Choque, 18 Compañías.
  • Hostigadores de Zouvan, 4 Brigadas.

Armada Imperial y Elementos de las Flotas Astartes

  • 5082ª Ala Naval Imperial
  • 43 Alas de Bombarderos
  • 6 Escuadrones de Cruceros de Primera Línea
  • 9 Escuadrones de Cruceros de Segunda Línea
  • 12 Escuadrones de Cruceros Ligeros
  • 67 Alas de Interceptores
  • Monitor Mannheim
  • Monitor Yarrick
  • Forebearer - Crucero Ligero Clase Desafío
  • Ex Cathedra - Crucero de Batalla Clase Armageddon
  • Martillo de Luz -Crucero de Batalla Clase Armageddon
  • Hijo del Trueno - Crucero de Batalla Clase Armageddon
  • Triunfo - Acorazado Clase Apocalipsis
  • Luz de Pureza - Barcaza de Batalla de los Templarios Negros
  • Majestad - Crucero de Asalto Templarios Negros
  • Vigilante de la Noche - Barcaza de Batalla de los Templarios Negros
  • Sanctis Legate - Crucero Ligero Clase Esforzado
  • Espada de Voss - Crucero Ligero Clase Esforzado
  • Ira de Vulkan- Crucero de Asalto de los Salamandras

Adeptus Astartes

  • Ángeles de Porfirio, 8 Compañías
  • Corazones Inmortales, 1 Compañía
  • Campeones de Hierro, 7 Compañías
  • Portadores de la Guadaña
  • Señores de la Tormenta, 2 Hermandades

Inquisición

Adeptus Mechanicus

Eclesiarquía

Adeptus Arbites

  • 12 Batallones de Castigo

Departamento Munitorum

  • Cuerpo de Ingenieros, 2 Cuerpos
  • Cuerpo de Zapadores, 1 Cuerpo

Oficio Asesinorum

  • Agentes del Oficio Asesinorum, información clasificada

Templarios Psykologis

  • 15 Escuadrones de Limpieza

Fuentes

Extraído y traducido de Wikihammer 40K UK.

  • Battle for Armageddon (Juego de Mesa).
  • Codex: Armageddon (3ª Edición).
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