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Stigmartus culto caos wikihammer

Fuerzas del Stigmartus

El Stigmartus es un culto del Caos militarizado que opera en la región de la Brecha Jericho y que representa la fuerza combatiente central de cultistas contra el Imperio durante la Cruzada de Achilus.

Compuesto de renegados, desquiciados, criminales, cultistas, mutantes y psíquicos herejes, el Stigmartus recibe el nombre por las marcas rituales de sus cuerpos que muestran el sello de sus señores.

A pesar que son frenéticos y brutales hasta el extremo, al igual que el Pacto Sangriento mantienen una férrea disciplina y una profesionalidad de estilo militar siendo una organización parecida a los regimientos de la Guardia Imperial.

Historia[]

El origen y la historia del Stigmartus están envueltos en misterio a pesar de los mejores esfuerzos de la Inquisición y de los operativos de inteligencia de la Guardia Imperial. Lo poco que se sabe proviene del interrogatorio de oficiales del Stigmartus capturados. Todo lo que se sabe con certeza es que la historia del Stigmartus comienza en el miserable mundo letal de Khazant.

Khazant era un mundo devastado por una guerra perpetua ya mucho antes de la llegada de la Cruzada de Achilus. Los escasos registros históricos que sobrevivieron a la Era de las Sombras indican que la nobleza hereditaria de Khazant comenzó a deslizarse de forma irreversible hacia la decadencia poco después de la desaparición del Lord del Sector Masimat Helicos en una devastadora tormenta de disformidad en 416.M36. Sin una autoridad imperial central para mantener el orden, las casas nobles de Khazant eran libres de ceder a sus ambiciones. Los asesinatos políticos llevaron a enemistades sangrientas y las disputas entre feudos desembocaron en una guerra civil. En menos de un siglo, la guerra asolaba toda la superficie de Khazant.

La Eclesiarquía de Khazant, el último pilar debilitado de la autoridad imperial, quedó destrozada bajo el peso de la arrogante nobleza y se dividió en innumerables facciones, cada una de ellas leal a una línea de sangre. El Credo imperial fue pervertido para servir a las necesidades de los nobles con cada caudillo proclamándose heredero de la autoridad divina del Dios Emperador. En unas pocas generaciones los caudillos fueron considerados seres divinos, reemplazando al Señor de la Humanidad como foco de adoración. Los milenios de guerra dejaron Khazant como la cáscara marchita de lo que había sido: sus minas abandonadas, los campos estériles y la gente debilitada y quebrada. Al final, los vencedores fueron los pocos señores de la guerra que lograron ocultar un mínimo de los menguantes recursos de Khazant. El resto de ellos murieron de hambre en el interior de sus fortalezas.

Ante la constatación de que Khazant ya no podía apoyar sus ambiciones, los caudillos restantes se unieron bajo una tregua incómoda y dirigieron la mirada hacia el exterior. Una flota de naves para viajar por el vacío, con los cascos destrozados y destripados para proporcionar los materiales y tecnología para la guerra civil, fueron reparadas apresuradamente. Aprovechando la posición de Khazant, los señores de la guerra se transformaron en corsarios, asaltando los sistemas vecinos y llevando nuevos recursos a su mundo.

Tras la llegada de la Cruzada de Achilus, Khazant era un mundo a tener en cuenta. Enriquecido por siglos de saqueo, con su población revitalizada por los esclavos capturados a través la Brecha, con unos astilleros que construían poderosos buques de guerra, Khazant era un premio que el Lord Militante Achilus no podía ignorar.

El Lord Militante reclamó el mundo en 782.M41 tras una dura campaña. Sin embargo, mientras Achilus se movía para consolidar el poder imperial en la región, los caudillos vencidos se desplazaron hasta las Estrellas de Caronte para lamerse las heridas.

Después de cinco años estándar regresaron elementos de la flota de los caudillos khazantinos, desplegando los primeros regimientos del Stigmartus al otro lado del frente de la Cruzada. Aprovechando la prematura muerte de Lord Militante Achilus, este ejército de cultistas altamente organizado rompió el dominio del Imperio sobre varios planetas. Había nacido la Zona de Guerra Cellebos.

Estructura organitzativa[]

"Luchan y mueren con un propósito: luchar y morir. Si nuestras fuerzas poseyeran una dedicación tan resuelta, esta Cruzada conocería la victoria en solo un año."

Coronel Drach del 202º de Infantería Ligera de Landrian

En los campos de batalla del Saliente Acheros, las legiones del Stigmartus son inconfundibles; mutantes, humanos y psíquicos marchando juntos, con su carne marcada por viejas heridas y las marcas rituales de sus amos. A pesar de su aparentemente aleatoria composición, las unidades del Stigmartus muestran un sorprendente nivel de coordinación en el campo de batalla poco común entre las almas perdidas que luchan bajo el estandarte de la herejía.

Su habilidad, ordenadas filas y formaciones compactas llevan a cabo estrategias complejas en el campo de batalla que dejan en shock a la mayoría de personal militar imperial, especialmente a los reclutados en el Sector Calixis, los cuales están acostumbrados a los desorganizados y alborotados asaltos de los Peregrinos de Hayte. Los comandantes imperiales que dudan de la eficacia organizativa del Stigmartus no viven lo suficiente para lamentar su error.

La clave de la disciplina militar del Stigmartus se encuentra en su característica estructura de mando similar a un culto. De hecho, cuanto más arriba de la cadena de mando se mira, el Stigmartus se parece menos a una versión corrupta de la Guardia Imperial y más a un oscuro reflejo de la Eclesiarquía.

Los soldados son adoctrinados para considerar a sus comandantes como sacerdotes guerreros, los que a su vez adoran a sus superiores como santos. A medida que los soldados del Stigmartus aumentan de grado y suman experiencia son adoctrinado en los misterios más profundos del culto guerrero, su carne es marcada con irregulares cicatrices de rango y devoción y sus almas se pierden en un retorcido credo que ofrece la divinidad a través de la guerra. Cada enemigo muerto en la batalla es considerado un sacrificio, una ofrenda de sangre para Elak Sarda, el general cultista a quien los Stigmartus adoran como su maestro y Dios.

Culto en guerra[]

El general cultista Elak Sarda ha logrado una hazaña que sorprende e indigna al liderazgo de la Cruzada. Sin el respaldo del Imperio, ha establecido un ejército que se extiende por decenas de sistemas de la Brecha. Gracias a su fuerza de voluntad, ha logrado mantener su ejército bien aprovisionado y desplazar tropas para entablar batalla contra la Cruzada en múltiples frentes. Además, su culto está bien equipado, a pesar de la limitada tecnología que le ofrecen los sistemas del sector.

Está claro que los poderes oscuros de la Disformidad han contribuído a su causa y a ser el receptor de una lealtad fanática por parte de sus fuerzas. Sin embargo, estas entidades rara vez han mostrado una capacidad de gestión de suministros y requisición necesarios para mantener un ejército y una campaña tan grandes en el espacio y el tiempo.

Los responsables de tal organización han sido traidores al Imperio, pero se cree que Sarda proviene de un aislado y relativamente primitivo mundo. Del mismo modo, aunque es probable que gran parte de su equipo haya sido proporcionados por los tecnoherejes del mundo forja Samech, no se conoce que ningún otro líder haya obtenido su apoyo con éxito. En toda la historia del Imperio, hay pocos casos de un ejército traidor que se haya extendido tanto o haya estado tan bien equipado como el Stigmartus. La inusual y agresiva coordinación en su expansión representa un desafío inesperado para las fuerzas del Saliente Acheros.

La mayoría de las fuerzas del Stigmartus son maníacos que han logrado sus victorias gracias al alto número de efectivos y no por una superioridad tàctica. Estos soldados tienen extensas cicatrices rituales y muestran con orgullo la iconografía de los dioses oscuros. En la batalla, atacan con celo, ya que parecen casi tan impulsados ​​al martirio como hacia la victoria. Estas unidades favorecen una estrategia de oleadas interminables de hombres y si no van acompañados por otras fuerzas, rara vez hacen un uso eficaz del terreno. Su fanática devoción a los dioses paganos es aparentemente su única armadura.

Aunque estas unidades superan con creces las disponibles entre las fuerzas de la Cruzada, no son ilimitadas y sus tácticas agotan rápidamente su vasto suministro de soldados. Si estos fanáticos fueran las únicas fuerzas de Sarda, la Cruzada imperial podría haber triunfado ya, sin embargo, además de las partidas de guerra y sus aliados daemónicos, el Stigmartus también poseen unidades de élite. Algunos de estos son soldados equipados con equipo proporcionado directamente de Samech, incluyendo armaduras de gran calidad, armamento inusual y dispositivos que son completamente ajenos a los utilizados por la Guardia Imperial. Existen también fuerzas bien disciplinadas que dedican su servicio a entidades disformes específicas.

Aunque no son tan efectivos como los Marines Espaciales del Caos, estas unidades portan bendiciones oscuras que pueden emplear estratégicamente en el servicio de sus dioses oscuros. Estos especialistas incluyen unidades que son expertas en la infiltración, la subversión e incluso en las artes oscuras. En dos casos confirmados, las unidades de infiltración del Stigmartus han asesinado a comandantes planetarios.

La mayor concentración de fuerzas del Stigmartus se encuentra en los mundos de la Zona de Guerra Cellebos. Allí, las fuerzas del caos superan drásticamente en número a los elementos de la Cruzada de Achilus. Es únicamente gracias a su fe en el Dios Emperador que la cruzada ha perseverado.

Los soldados del Stigmartus no son nativos de los planetas de la Zona de Guerra Cellebos. Se cree que Sarda proviene de Malehi, una de las Estrellas Necrófago. Los mundos fortaleza de los dioses oscuros ubicados en los bordes de la Anomalía Hadex están densamente poblado con reclutas potenciales para el Stigmartus. Los humanos y mutantes de la zona están contaminados desde el nacimiento y se crían de forma selectiva para crear guerreros fanáticos y capaces que alimenten los ejércitos de Sarda. También se cree que algunos de estos sistemas están sujetos a la dilatación temporal que se ha observado en esta región maldita. Aprovechando esta especificidad, el Stigmartus emplea años para criar y entrenar fuerzas adicionales mientras que en el exterior de la Anomalía Hadex solo transcurren unos días o semanas. Esto permite que el Stigmartus reemplace de forma efectiva incluso las pérdidas más drásticas en un período de tiempo extremadamente corto.

Reclutamiento[]

"Acepta la marca y adórala en el altar de la guerra. Comprende la marca y domina los caminos de la guerra. Conviértete en la marca y sé el corazón de la guerra."

Extracto del ritual de iniciación del oficial del Stigmartus

La falta de información concreta sobre el reclutamiento y entrenamiento de los soldados del Stigmartus ha provocado una especulación desenfrenada y la propagación de numerosos rumores dentro de la Guardia Imperial. A través de la Zona de Guerra Cellebos, los cuarteles y trincheras rebosan de terroríficas historias sobre rituales traumáticos de hipno-adoctrinamiento, posesión daemónica en masa y centros de inducción tipo fábrica que esperan a los soldados imperiales lo suficientemente desafortunados como para ser capturados por el enemigo. El hecho de que el Stigmartus no sea conocido por tomar prisioneros, algo repetido a menudo por los funcionarios del Comisariado, ha hecho poco por sofocar los rumores o reforzar la moral.

La verdad del asunto es simple. El Stigmartus completa sus filas de la misma manera que la Guardia Imperial, con una mezcla de voluntarios, reclutas y oficiales extraídos de mundos más allá de la zona de guerra Cellebos. De hecho, los gobernantes de los sistemas a lo largo del Araqiel ofrecen con gusto impuestos de sus propios súbditos al Stigmartus como una parodia del diezmo imperial. A cambio de tales gravámenes, el Stigmartus ofrece a estos pequeños barones y corruptos reyes-sacerdotes la protección ante el Imperio invasor.

Cadena de mando[]

Caos 41

Asalto de tropas del Stigmartus

Los comandantes del Stigmartus operando en el Saliente Acheros dirigen frecuentemente sus operaciones desde el interior de complejos de búnkers fuertemente fortificados y equipados con sistemas tecnoheréticos adquiridos a los magos del corrupto mundo forja Samech.

Desconfiando incluso de sus propias tropas, el mando y sistema de control de estos búnkers les permiten defenderse con sistemas automatizados esclavizados a cogitadores peligrosamente independientes mientras dirigen batallas en medio mundo desde el interior de los muros de ferrocemento. Lo común es que no haya más de media docena de personas dentro de estos búnkers e incluso si se reclaman tropas adicionales para defender el complejo contra un determinado asalto, solo el personal de apoyo del comandante tiene permitido el acceso a las cámaras interiores.

Este puñado de supervisores son suficientes para llevar la ruina incluso a las mejores fuerzas imperiales. Tras los negros muros de la estructura primaria en cualquier instalación de mando del Stigmartus se puede hallar una obra maestra de la tecnoherejía que ha sido apodada "Máquina Heraldo" por los desafortunados oficiales imperiales que han sido desplegados contra emplazamientos equipados con ellas. Las Máquina Heraldo utilizan avanzada tecnología de cogitadores para analizar las estratagemas usadas por el Imperio y responder a ellas con aterradora exactitud. Algunos comandantes creen incluso que se utiliza a daemons esclavizados en la guía del análisis, dudando de que cualquier máquina pueda ser tan precisa. Da igual cómo un comandante interprete el Tactica Imperium porque si el enemigo posee una Máquina Heraldo, será casi imposible de sorprender, será capaz de responder a cualquier emboscada o finta y contraatacará en los puntos más débiles de la línea imperial.

Infantería[]

"¡La condenación es mi espada, la corrupción mi escudo!"

Grito de batalla común de Stigmartus

Capaz de luchar y dispuesto a morir, el guerrero común del Stigmartus se puede comparar fácilmente a cualquier soldado de la Guardia Imperial. Gracias a un trato desconocido establecido entre Elak Sarda y los tecnoherejes de Samech, la infantería del Stigmartus está armada con versiones corruptas del arsenal imperial estándar. De hecho, las únicas cosas que separan a la infantería de la secta de las fuerzas de la Cruzada son sus almas condenadas y su carne desfigurada.

Oficial Obispo[]

"Te azotaré, te marcaré y castigaré tu carne hasta que no quede nada más que cicatrices, por dentro y por fuera! Solo entonces sabrás lo que significa ser Stigmartus!"

Comandante Faustaff Quilla de los Terrores de Bolgran

Se cree que los comandantes del culto son los dirigentes herejes supervivientes de Khazant, los cuales cayeron a principios de la Cruzada de Achilus. En la actualidad están dirigidos por el carismático liderazgo de un general cultista conocido como Elak Sarda, el cual ha hecho un juramento a una entidad daemónica de las Estrellas de Caronte.

Tanto de general como de sacerdote, los oficiales obispos comandan las hordas del Stigmartus, inician a los nuevos reclutas e imparten las tácticas y doctrinas de Elak Sarda. Compuesto casi en su totalidad por los antiguos caudillos de Khazant y sus descendientes, la sangre de mil tiranos fluye por sus venas.

Ogretes del Stigmartus[]

Caos stigmartus ogrete

Ogrete del Stigmartus

El Stigmartus ocasionalmente coloca unidades de campo compuestas por Ogretes: enormes e ingenuos mutantes que han sido entrenado para nada más que la agresión salvaje. Estos brutales ogretes a menudo sirven como tropas de choque, encabezando los asaltos y absorbiendo una potencia el fuego que haría tambalear o detener a la mayoría de la infantería.

Entre los Stigmartus en el Saliente Acheros, los ogretes se utilizan a menudo como parte de un equipo de armas pesadas, portando cañones automáticos o lanzadores de misiles  y manteninedo el arma firme y en posición para que el artillero de infantería pueda disparar el arma con más precisión.

Eternos de Sarda[]

El General cultista Sarda mantiene una compañía permanente de devotos guardias personales. En todo momento, al menos un escuadrón de estos especiales soldados lo acompañan. En otras ocasiones también se les ha visto operando de forma independiente de su líder herético. Las placas blindadas del pecho y los yelmos con cuernos los identifican fácilmente en el campo de batalla. Circulan muchos rumores entre las tropas de la Guardia Imperial con respecto a los Eternos. Estos relatos incluyen que son todos mutantes, que sus lenguas han sido cortadas para asegurar su silencio, y que sus oscuros juramentos les han concedido la inmortalidad. Los informes de campo de los Vigías de la Muerte indican que al menos el último de estos rumores es inexacto.

Los Desfigurados[]

"¿Cuál es mejor? El arma que hiere o la carne que sobrevive a pesar de la herida?"

Extraído del Liber Poena

Aunque todos los Stigmartus anhelan una muerte gloriosa en la batalla, algunos demuestran ser demasiado habilidosos para morir. Veteranos de innumerables batallas y supervivientes a graves heridas, los Desfigurados han recorrido totalmente el camino del Stigmartus. Adorados por iniciados de menor rango como si fueran avatares de la batalla, los Desfigurados han perdido toda identidad y apariencia humana bajo capas de tejido cicatricial y marcas rituales. Mortales ofrendas otorgadas por Elak Sarda a través de sus obispos-oficiales, muchos se preguntan si queda algo humano bajo la piel de los Desfigurados.

Adoración[]

Khorne[]

Caos 42

Seguidor de Khorne

El Stigmartus dedica sus victorias a los Dioses Oscuros, afirmando que sus mecenas los ayudan en la batalla. Desafortunadamente para el Imperio, el ejército herético realmente goza del favor de sus dioses, canalizando el poder de la disformidad a través de inmensos santuarios. Las logias de guerreros del Stigmartus muestran su devoción a Khorne, el Dios de la Sangre, construyendo relicarios profanos en todos los mundos donde luchan, apilando los cráneos de sus víctimas en un elevado montículo sobre la tierra cubierta de sangre.

El verdadero horror del santuario no es la simple profanación corporal, sino que cada cráneo del montículo está cubierto con marcas profanas de poder escritas con la sangre de guerreros sacrificados. Se dice que estos sigilos encadenan el alma del guerrero caído al Trono de Cráneos de Khorne y otorgan al asesino la destreza de la víctima en la batalla. Los psíquicos al servicio de los inquisidores guardan silencio sobre la verdad de la primera afirmación, pero la segunda es demostrable ya que a medida que el montículo crece al añadirse más víctimas y ritos de adoración empapados de sangre, las logias de guerreros que lo asisten aumentan notablemente su poder, aumentando la fuerza de sus guerreros y provocando nuevas mutaciones en la carne de los mortales.

Tzeentch[]

Psíquicos renegados, hechiceros invocadores de Daemons y otros extraños adeptos pueden hallarse en las filas del Stigmartus, aunque afortunadamente no son muy numerosos. Sin embargo, en algunos campos de batalla puede reunirse un gran aquelarre de estos herejes, convocados por algún propósito desconocido.

Aunque las artes maléficas y la poderosa hechicería reunida en algunos de estos cónclaves es suficiente para aplastar por completo a sus enemigos, la acción directa nunca es el camino de este tipo de grupos. Se dice que son guiados por Tzeentch, el inescrutable Tejedor de Destinos, y actúan únicamente según su voluntad.

Tan pronto como llegan estos adeptos, se les ofrece todos los despojos y prisioneros de los ejércitos del Stigmartus para usar en sus ritos. En ocasiones son los propios guerreros del Stigmartus los que se autoentregan y se lanzan gritando al altar de sacrificio. Cuando las energías generadas en el ritual del aquelarre son suficientes, los brujos invocan un fragmento del propio reino de Tzeentch en el mundo material. Agujas de cristal brotan del suelo, envueltas en funesto fuego disforme y reluciendo con luces de otro mundo. Las agujas no crecen en un patrón racional sino que forman un diabólico laberinto que no puede ser cruzado por ningún hombre cuerdo. Esta restricción no importa a los miembros del Stigmartus, enloquecidos como están en su degenerado culto.

Estos extraños laberintos no son simplemente monumentos al poder del Caos, sino que cumplen esa función adecuadamente. El reino de Tzeentch se teje a través del espacio y del tiempo y los caminos que lo cruzan pueden llevar al caminante a imposibles lugares que nunca han existido o guiar su camino a través de guarniciones completas sin ser visto. Incluso un fragmento infinitesimal que sea capaz de manifestarse en el reino material es suficiente para enviar a todo un pelotón de guerreros herejes a través de la faz del orbe.

Nurgle[]

Aquellos del Stigmartus que veneran al Señor de las Moscas están ansiosos por difundir los "regalos" de su señor a los incrédulos.

Preparan nocivas plagas en grandes calderos oxidados, liberando una niebla asquerosa sobre los campos de batalla cercanos y dejando incluso a los soldados más duros tosiendo sangre y pus. El miasma tóxico puede dispersarse muchos kilómetros, por lo que cualquier ejército que intente acercarse a su fuente se ahogará en su propia sangre antes de llegar. Como si esto no fuera suficientemente letal, los acólitos que asisten el caldero concentran la plaga en un suero que se usa recubriendo las cuchillas del hereje. Guerreros lo suficientemente poderosos como para matar a una docena de soldados del Stigmartus se desploman en medio de una delirante fiebre después del más leve roce de una de esas cuchillas.

Slaanesh[]

De todas las terribles amenazas del Caos, desde las temibles armas de los Marines Espaciales del Caos hasta la terrible corrupción de la mutación, hay una amenaza injuriante sobre todas las demás. Ningún hombre es tan odiado en el Imperio como el traidor que voluntariamente ha desechado su lealtad al Dios-Emperador y ha abandonado sus votos de servicio. En solitario, tales desgraciados son una plaga para la humanidad pero reunidos en las huestes del Stigmartus, son un azote profano. Lo peor de todo es que son expertos en producir más individuos de su calaña.

El Stigmartus recurre a Slaanesh para promover la propagación de sus mentiras porque las artimañas del Príncipe Oscuro pueden penetrar el corazon más robusto. El punto focal de estos esfuerzos radica en obeliscos de hechizos energizados por ritos inpronunciables y que son denominados Torres de Sirena por los oficiales de la Cruzada de Achilus. Estos ciclópeos edificios emiten una seductora llamada capaz de propagarse incluso en los más seguros y encriptados canales de vox. Las fuerzas imperiales que intentan coordinarse mediante redes de vox encuentran sus mensajes reemplazados por una inquietante canción que llama a los oyentes a la traición y a la blasfemia. Mientras una Torre de Sirena permanece en pie, las fuerzas imperiales debe operar sordos y mudos para no proveer al Stigmartus con refuerzos de sus propias filas.

Marcas rituales[]

Al iniciarse en el culto guerrero, cada Stigmartus es marcado con una cicatriz ritual, la herida simbólica de bautiza el culto. A medida que un Stigmartus avanza en rango e iniciación, nuevas cicatrices se unen a las primeras. Los veteranos del culto están desfigurados por cicatrices que muestran rango, honores, muertes notables y supervivencia en múltiples campos de batalla. De los más experimentados guerreros Stigmartus, los infames Desfigurados, se dice que su piel está compuesta por nada más que tejido cicatricial.

Fuentes[]

Extraído y traducido de Lexicanum Inglés.

  • Deathwatch: Core Rulebook (Juego de Rol).
  • Deathwatch: Achilus Assault (Juego de Rol).
  • Deathwatch: The Jericho Reach (Juego de Rol).