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Legión de la Cruz de Hierro
El contenido de este artículo pertenece a la saga No Oficial de Balhaus, que ha recibido el Sello de Calidad Wikihammer.

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Silas Gabb

Silas Gabb en su juventud

Silas Gabb (Paramar 005.M42 - Terra 046.M42) fue un eminente burócrata del Departamento Munitorum y mano derecha del Canciller del Registro Imperial durante gran parte de su vida de servicio.

Historia[]

Silas Gabb, nacido en el seno de una familia de la alta nobleza de Paramar, estaba llamado a ser un personaje importante dentro del Adeptus Administratum por los contactos que su familia poseía dentro de la estructura del Imperio tras varias generaciones de títulos y menciones. Su bisabuelo, su abuelo y su padre ejercieron distintos cargos de importancia en el interminable laberinto burocrático imperial, pasos que Silas siguió fielmente tal y como estaba determinado desde su nacimiento.

Dotado de una gran vivacidad, el joven recibió la mejor formación que solo un noble adinerado podía recibir en Paramar, tras lo cual fue enviado a Terra para entrar a formar parte del Adeptus Munitorum, lugar donde desarrolló una fulgurante carrera que lo impulsó hasta una de las posiciones más relevantes del Oficio de Financiación Imperial.

Ni que decir tiene que la amistad personal del padre de Silas con el Canciller del Registro fue de gran ayuda para que un inexperto Silas adelantara a la mayoría de sus muy numerosos oponentes más veteranos en la pugna por escalar posiciones dentro del Oficio, sin que posteriormente hubiera revuelo alguno cuando fue nombrado ayudante personal del propio Canciller.

Con tan solo treinta años de edad aquel joven alcanzó un estatus que nadie de su familia había logrado anteriormente, sin que aquello pareciera ser sin embargo el techo de la carrera que había emprendido, pues no eran pocos los que opinaban que se encontraban ante el próximo líder de la inmensa y reputada organización imperial dedicada a mantener la importante relación de todos los diezmos de dinero y material controlados por el Munitorum.

Con aquella titánica labor en vistas, Silas se situó bajo el ala del poderoso Canciller y comenzó a ejercer una labor de aprendizaje que lo llevó por numerosos mundos como parte de su formación, lugares donde debía tratar con gobernadores y nobles de toda índole en un esfuerzo por atraer más recursos a las voraces arcas imperiales.

Fue en uno de aquellos planetas que visitaba representando la autoridad del Canciller donde, no obstante, el propio Silas selló su destino.

Kora Slahorn[]

En uno de los viajes emprendidos en nombre del Oficio y con objeto de revisar el estatus del diezmo del mundo de Voss, Silas conoció a una mujer llamada Kora Slahorn, una administrativa de gran renombre en aquel lugar y con un atractivo que no pasó desapercibido para el noble, quien enseguida hizo uso de sus prerrogativas para hacer que fuera asignada a su séquito.

Aquella mujer, tan vivaz e inteligente que destacaba entre los grises trabajadores de un mundo como Voss, enseguida se erigió como su predilecta, y a pesar de los rumores que establecían que el poderoso Gabb tnía con ella una relación más que laboral —lo cual por otro lado era completamente cierto—, aquello no evitó que se la llevara consigo a Terra, donde la instaló cerca de su propia residencia y le encomendó labores dentro del Registro.

Kora se ocupó con esmero en fomentar el interés de Gabb hacia ella, pero a la vez no descuidó el nuevo trabajo que el burócrata le había encomendado como excusa para tenerla cerca, donde lejos de permitir que otros realizaran sus labores como habría hecho una simple amante se mostró tremendamente eficaz, ganándose con el tiempo el respeto de aquellos que la habían recibido con frialdad.

Muerte[]

Silas Gabb murió pocos años después en extrañas circunstancias cuando a la salida de una visita al Palacio Eclesiarcal su séquito se vio inmerso en una densa turba de peregrinos ansiosos por atisbar aunque fuera brevemente alguno de las sacras estancias del lugar. Cuando sus guardianes finalmente pudieron dispersar a la multitud que los rodeaban como una marabunta frenética, el noble yacía en el suelo apuñalado gravemente muriendo antes de que su Quirurgo pudiera hacer nada por salvarlo.

A pesar de que se inició una investigación al respecto y centenares de personas fueron detenidas e interrogadas —e incluso ejecutadas—, jamás se supo quién había matado al prominente burócrata, quien estaba destinado a ser con toda seguridad un candidato a erigirse como nuevo Canciller del Registro Imperial.

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