De los miles de millones de criaturas que son creadas por la Mente Enjambre, solo una es tan vieja como la propia raza Tiránida. Esta criatura es el epítome de la bioingeniería del Tirano de Enjambre, el último canal para la realización de la voluntad de la Mente Enjambre. Esta criatura es, comparada con el Tirano de Enjambre, lo que el Tirano de Enjambre es para un Gante. Es un monstruo salido de las pesadillas, culpable de la caída de reinos interestelares y la aniquilación de civilizaciones enteras.
El Señor de la Horda es el responsable de la destrucción de mundos enteros y se lo conoce por varios nombres. Es el Señor Tirano de la Mente Enjambre, Precursor de la Depredación, Heraldo del Gran Devorador, Destructor de los reinos de Kha'la. Para el Imperio de la Humanidad, que fue de las últimas razas en enfrentarse contra él, es el Señor de la Horda y es la mayor amenaza para la galaxia por parte de los Tiránidos.
Descripción[]
Desde la Primera Guerra Tiránida, el Señor de la Horda siempre se ha labrado una senda de sangre y destrucción. Fue responsable de carnicerías tales como la caída del sector Megyr, de matanzas selectivas como la extinción de la especie xenos Brynnar y de la desaparición del ¡Waaagh! Gorgluk. Estos hechos no ocurrieron solo durante unos cuantos siglos, sino a través de diversas Flotas Enjambre. Parece ser que el Señor de la Horda puede cruzar el espacio entre distintas Flotas Enjambre, ya que su vínculo con la Mente Enjambre es el más cercano de todos. Cuando el Señor de la Horda es destruido en batalla, la Mente Enjambre absorbe su alma a través de la red sináptica. El Señor de la Horda es inmortal, ya que cada vez que es destruido en combate, es reencarnado para acabar con los enemigos de la Mente Enjambre, y siempre vuelve más fuerte que antes.
El renacimiento del Señor de la Horda parece ser la respuesta de la Flota Enjambre cuando se topa con algún obstáculo o enemigo que no puede ser vencido por la fuerza o ataques psíquicos. El Señor de la Horda nace para engañar al enemigo y crear nuevas estrategias para su derrota. Por ese motivo posee una conciencia autónoma, mayor que cualquier criatura Tiránida. En su conciencia se acumulan eones de sabiduría recogidos a través de la sangre y el sufrimiento en las batallas. Es tal su conocimiento que en su ataque a Macragge, pudo engañar y sobremaniobrar al ejército de los Ultramarines, reconocidos en toda la galaxia por sus tácticas certeras y perfectamente ejecutadas.
En los últimos días del 41º Milenio, un colosal zarcillo de la Flota Enjambre Leviathan se estrelló contra el mundo natal de los Ángeles Sangrientos, Baal y sus dos lunas, Baal Prime y Baal Secundus. Innumerables enjambres de bioformas chirriantes cayeron sobre las defensas de los Ángeles Sangrientos y sus capítulos sucesores. En el corazón de la hueste Tiránida que rodeaba la gran Fortaleza Monasterio de Baal acechaba un poderoso Tirano de Enjambre que empuñaba cuatro crueles y aserradas espadas óseas. Este monstruo causó una carnicería inenarrable durante el asalto, matando a decenas de Marines Espaciales y dirigiendo el flujo de la batalla con una astucia letal.
Cuando la batalla se acercaba a su clímax, el mismísimo comandante Dante en persona salió para desafiar a la gran bestia. Con un disparo a bocajarro al rostro con su Pistola de Perdición, Dante mató a su enemigo, pero resultó gravemente herido en el acto. Los Ángeles Sangrientos fueron casi destruidos como Capítulo, y solo fueron salvados por la llegada del Primarca Guilliman y sus refuerzos de Marines Espaciales Primaris.
Nadie sabe la verdad de lo que le sucedió al Señor de la Horda después de que la Cicatrix Maledictum rompió la realidad y devoró el zarcillo de la Flota Enjambre Leviathan que rodeaba Baal, pero solo los necios esperanzados creen que la galaxia ha visto el final de esta temible criatura. Si regresara, el conocimiento que el Señor de la Horda habría absorbido de la guerra en el Sistema Baal solo servirá para convertirlo en un enemigo más peligroso que nunca.
Armamento[]
Como armamento, lleva cuatro sables de hueso que relampaguean con poder disruptivo capaz de atravesar el adamantium o los campos de fuerza como si fueran papel. Se diferencian del resto de espadas óseas tiránidas en que cada uno de los cuatro sables tiene en su núcleo un afloramiento cristalino ajeno a nuestra galaxia. Este núcleo sobresale parcialmente a través de la serrada superficie de la espada. El Señor de la Horda maneja estas espadas a tal velocidad que es practicamente imposible herirlo.
Avistamientos[]
- Tirán y Thandros (745.M41) - El Señor de la Horda lideró los asaltos finales de la Flota Enjambre Behemoth contra Tirán y Thandros durante el primer contacto del Imperio con los Tiránidos, aniquilando por completo a las fuerzas enemigas.
- Batalla de Macragge (745.M41):
- Batalla de la Cordillera del Acero Frío.
- Batalla de las Fortalezas Polares.
- Batalla de Ichar IV (991.M41).
- Sector Hodur (997.M41).
- Los últimos informes imperiales indican que el Señor de la Horda está asaltando el Imperio Orko de Octarius.
- Sin fecha fija:
- El devoramiento del sistema Megyre.
- La destrucción de la raza Brynarr.
- La consumición del ¡Waaagh! Gorgluk.
Miniatura[]
Fuentes[]
- Codex: Tiránidos (5.ª Edición). Páginas 13-5, 29 y 56.
- Codex: Tiránidos (6ª Edición).
- Codex: Tiránidos (8.ª Edición). Páginas 28-9 y 63.
- Codex: Tiránidos (9.ª Edición). Página 91.
- Codex: Tiránidos (10.ª Edición). Página 83.
- War Zone Octarius 2: Crtitical Mass (8.ª Edición). Páginas 20-1, 24-7 y 31.
- White Dwarf Monthly N.º 387 (marzo de 2012). Páginas 36-7.
- La Devastación de Baal, por Guy Haley. Capítulo 28.
- Cassius (Novela), por Ben Counter. Capítulos 3-5 y 7-9.