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Rifle gravital Vesk estándar
Los Rifles Gravitales son las armas ligeras estándares que utiliza la infantería Vesk, los cuales precisan de carga energética por parte de quien los dispara para su funcionamiento, no de un cargador, bobina o alimentador de otro tipo. Esta carga se deriva de las glándulas de balance del propio soldado Vesk.
Descripción[]
De aspecto alargado, picudo y estrecho, estos rifles sólo se componen de un sistema básico de retención energética, un carril de salida y una mira que permite orientar el disparo con bastante precisión. No necesitan cargadores ni mecanismos complejos, los cuales normalmente incrementan el peso y el volumen del arma, sino que la simplicidad de su estructura los hace armas ágiles y tremendamente peligrosas por las capacidades que desarrollan.
En manos de alguien que no sea un Vesk estas armas no tienen utilidad alguna, ya que sin la carga proyectada de las glándulas de balance no son más que artefactos inertes que no pueden dispararse, ya que ni siquiera tienen palancas o gatillos para accionarlos, pues su funcionamiento depende completamente de las capacidades de quien lo porta.
Están fabricados con aleaciones de metal ligero de diferentes composiciones, normalmente mixturas de tantalio y silicio, aunque existen otras combinaciones destinadas a soportar mayores concentraciones energéticas, especialmente para baterías pesadas y cañones de campo. Los rifles –y en general este tipo de armamento– contienen una cámara interior imprimada con plasma de alta densidad y campos electromagnéticos, cuya función es retener el flujo energético que se usa como proyectil, durante su concentración y tras el disparo.
Funcionamiento[]
El rifle gravital es un arma inocua hasta el momento en el que recibe una carga de campo repulsor, la misma energía que el Vesk usa para controlar su entorno gravitatorio. Cuando el soldado quiere disparar el arma, se limita a generar un campo proyectado hacia el rifle, el cual recibe dicha carga en la llamada cámara de compactación, un receptáculo que percibe y captura el campo de repulsión cerrándose de inmediato, manteniéndolo y constriñéndolo gracias a su cobertura interna de plasma, la cual hace de límite para evitar que se disperse.
En ese momento, el campo energético atrapado es comprimido hasta alcanzar una presión crítica, momento en el cual la cámara se abre hacia el carril de salida –lo que sería el cañón del arma–, generalmente un tubo largo que lo orienta con precisión hacia su objetivo. Todo el proceso tarda menos de un segundo en suceder desde que el Vesk genera el campo que sirve como carga.
El resultado de esto es que el rifle dispara, literalmente, una pequeña burbuja oval del tamaño aproximado de una bala de 9 mm., la cual retiene en su interior una concentración de energía hipercompacta que alcanza los 2000 m/s de velocidad en su recorrido. Esta burbuja tiene una fina cobertura de plasma y un flujo electromagnético equilibrado que al comenzar el tránsito comienza a perder su estabilidad estructural, de modo que al recorrer cierta distancia –alrededor de 1.500 metros– sin impactar en un objetivo, acaba rompiéndose, con lo que la energía se disipa en una pequeña nube inocua.
Por el contrario, los efectos de este proyectil energético cuando alcanza un blanco son devastadores, pues cuando la burbuja revienta al impactar contra un sólido –ya sea materia o un escudo de energía– su descarga cubre un área circular de unos diez centímetros de diámetro, donde imprimirá un vector de fuerza de más de mil toneladas en un nanosegundo.
No se conocen materiales que sean capaces de soportar semejante intensidad de impacto, ni siquiera las aleaciones más densas y poderosas, lo cual significa que la integridad estructural de lo que sea que haya sido alcanzado es pulverizada literalmente, permitiendo que el vector de fuerza siga su camino hasta descomponerse por la resistencia.
Sólo campos de fuerza de alta intensidad, los más resistentes que requieren enormes cantidades de energía para su mantenimiento, son capaces de absorber los daños causados por estos proyectiles, si bien no es normal que tropas, vehículos o naves de superficie cuenten con algo similar para protegerse.
Es bastante común encontrar entre los restos de un combate donde los Vesk han intervenido las huellas de estos temibles rifles, pues abren agujeros del tamaño de un puño incluso en los blindajes más gruesos, atravesándolos de lado a lado como si fueran papel. De este modo, tanques, transportes, corazas, parapetos y búnkeres se muestran inútiles como protección, pues si los soldados Vesk son capaces de situarse a una distancia menor al alcance efectivo de sus rifles, quienquiera que esté delante no tiene manera de cubrirse, siendo atravesado eventualmente por sus proyectiles.
Los rifles gravitales disparan tan rápido como su portador es capaz de generar campos de fuerza, una media de treinta descargas por minuto.