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Veredicto del Certamen de Relatos Wikihammer + Voz de Horus ¡Léelos aquí!

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Plantilla:MascotaTauPatrocina

Reminiscencias del Mont'au, extraído de la White Dwarf nª 80.


Extracto de "El libro de la Guerra memorias del Comandante de los Guerreros de la Casta del Fuego Shas'o Sa'cea Tsua'm, una auténtica y gloriosa historia de las nobles acciones de los Guerreros de la Casta del Fuego de la Academia Kaisshi de Sa'cea, donde se relatan los acontecimientos que tuvieron lugar durante la invasión de Ke'lshan por parte de los ejércitos del Mont'au".

"Escuchad con atención, mis guerreros, y aprended de los métodos de guerra de aquellos que no se preocupan por el cumplimiento de un objetivo común y luchan por el mero placer la violencia y la maligna recompensa de regocijarse con el ultraje a los vencidos. Es una historia con moraleja, pero una inspirará a otros y proporcionará una advertencia útil para no apartarse del Tau'va, el Bien Supremo.

El planeta de Ke'lshan es un lugar de clima turbulento y de paz incierta. Todo tipo de enemigos habitan en la cercana Fisura Perdus: alienígenas, piratas y seres demasiado terribles para ser siquiera mencionados. Es una región del espacio traicionera, que cualquier piloto se limita a evitar y muchos de entre los Kor susurran que puede estar maldita. Sin embargo, nadie sabe decir qué tipo de maldición se cierne sobre ella y, hasta la batalla del Mont'au, estaba seguro de que tales historias no eran más que cuentos apócrifos. Ahora ya no estoy tan seguro de ello.

Las fecharías de los que se atreven a salir de la Fisura de Perdus son bien conocidas, pues todos persiguen saquear y matar sin pensar ni un momento en lo que hacen. Aunque no apoyo en ningún caso los métodos de O'shova y no podría perdonar nunca sus actos, mentiría si afirmase que los desapruebo del todo. Lo que he visto ahí fuera, en la frontera, me ha dado la suficiente claridad de pensamiento como para, como mínimo, llegar a comprender de qué habla la gente y esto no fue nunca tan cierto como cuando tuvieron lugar los hechos de Ke'ishan que ahora me dispongo a relatar. En numerosas ocasiones, aquellos bajo la tutela de Kaisshi habían realizado expediciones para proteger a nuestros hermanos de las otras castas y en cada ocasión habían salido airosos. Cuando recibí órdenes del Shas'ar'tol de dirigir seis Cuerpos hacia Ke'lshan, me sentí lógicamente muy honrado por ponerme al mando de la misión, ansioso de derrotar a cualquier amenaza que hubiera surgido de la Fisura.

Mientras nos dirigíamos hacia allí, se incorporó a nuestro grupo una esfera de guerra kroot y, aunque me alegré de recibir su apoyo, no tenía constancia de la existencia de esferas de guerra en aquella región del imperio. Al llegar a Ke'lshan quedó claro de inmediato que lo que había sucedido en aquel mundo era antinatural. Puestos de vigilancia y poblaciones enteras habían sido arrasadas hasta no dejar piedra sobre piedra; los cuerpos de los Tau muertos habían sido vejados de las maneras más inimaginables. Parecía improbable que la piratería hubiera sido el motivo del ataque, dado que no habían robado nada, los almacenes seguían llenos y las tiendas de máquinas estaban intactas. Era una carnicería sin propósito, salvo el injustificable horror de la destrucción y la mutilación.

Pero lo peor aún estaba por llegar. Los exploradores informaron haber visto enormes columnas de humo negro sobre el horizonte y nos dirigimos a velocidad máxima hacia dichos incendios. Llegamos a una colonia que más tarde supe que se llamaba Fio'kai y descubrí una parte del ejército invasor aún acampado entre las ruinas humeantes. Aunque a primera vista tenían un cierto parecido con los Gue'ia, existía entre ellos una mezcolanza de formas y anatomías que no había visto nunca anteriormente y apenas podía creer que fuera posible que existieran. Cada criatura poseía largas extremidades, órganos retorcidos y fauces farfulleantes, cada una profiriendo malignas exhortaciones de complacencia.

Caímos sobre ellos y los matamos a todos salvo a uno, que parecía regocijarse con el dolor que nuestras armas le habían infligido. Tenía el cuerpo retorcido y mutado más allá de las leyes físicas y nos escupía y juraba tales mezquindades, que me vi obligado a ordenar a mi Shas'ei que se retirara, por miedo a que ejecutara al prisionero en aquel mismo instante.

Yo mismo hablé con el prisionero durante largo rato y pude aprender muchas cosas que no mencionaré aquí para evitaros el horror que yo sentí al escucharlas. Bastará decir que decía ser el servidor de un señor oscuro, de una criatura conocida como Slaanesh, un ser que es la antítesis de todo en lo que creen los Tau. Según parece, sus acólitos eran animados activamente a perseguir objetivos hedonistas y el concepto del Bien Supremo les resultaba aborrecible. Una criatura como aquella no se sometería jamás al imperio tau, así que tuvo que ser destruida para que sus dogmas subversivos no pudieran extenderse. La criatura, dijo, poseía un poder considerable, puesto que era él (o ella, dado que el sujeto se refirió a la criatura como poseedora de ambos sexos) quien había reclamado Ke'ishan como propio. Tuve que poner fin al repugnante interrogatorio cuando el prisionero llegó a demostrar un placer enfermizo ante las técnicas de interrogación que me vi obligado a utilizar. Antes de ejecutar al prisionero, pude sonsacarle la localización de la fuerza principal de Slaanesh y reagrupé a mi ejército para enfrentarme a tan depravado enemigo.

Al salir al exterior, me topé con la visión de algunos carnívoros Kroot devorando los cuerpos de los que habíamos matado en la batalla. Aunque era repulsivo, no me sorprendió y no le di más importancia a su festín, que ya había presenciado en otras ocasiones. Los acontecimientos posteriores demostrarían el alto precio que llegué a pagar por no darle la importancia debida.

El camino del que me había hablado nuestro prisionero nos permitió situarnos rápidamente en posición de emboscar el ejército de Slaanesh y decidí emplear la estrategia Kauyon. Situé a los Kroot en el centro como señuelo y mis Equipos de "Crisis", un par de Cabezamartillos y yo mismo nos situamos tras una colina a la derecha de la trampa, mientras un

Equipo de "Apocalipsis" se situaba a la izquierda de los Kroot. Con las Armaduras "Sombra", los Guerreros de la Casta del Fuego y aún más Kroot protegiendo el extremo del flanco izquierdo, consideré que mi plan era, tácticamente, lo más sólido posible. Al cabo de una hora, los Exploradores informaron que habían entrado en contacto con la vanguardia del ejército de Slaanesh. Ordené al grueso de mis fuerzas permanecer bajo cobertura mientras los Kroot que hacían de señuelo avanzaban con cautela al descubierto. Entonces apareció el Manta Raya de los Exploradores con el enemigo pisándole los talones. Lo que había visto en Fio'kai me había dejado atónito, pero lo que vi entonces hizo que hasta mi alma se convulsionara.

Cuando el ejército de Slaanesh se acercó a nuestros aliados, los Kroot empezaron a sufrir horrendos cambios anatómicos, a la vez que les surgían protuberancias a través de la piel y se convulsionaban y gritaban horriblemente, con la carne deformándose a causa de las mutaciones. En ese momento me di cuenta de que esos eran los Kroot que habían devorado la carne de los enemigos muertos en Fio'kai. El frente principal de los Slaanesh cambió de repente de rumbo y, en lugar de cargar contra los Kroot, empezó a aproximarse a mi posición. Y, lo que era peor, =los Kroot que había situado como señuelo empezaron a avanzar junto a las tropas de Slaanesh con la muerte brillando en sus ojos! Ordené inmediatamente el avance de las tropas situadas a mi izquierda para atacar el flanco del ejército de Slaanesh hasta unirse con mi equipo "Crisis". Las "Apocalipsis" dispararon andanadas de cohetes contra las masas que se agolpaban delante de ellas, matando a docenas de enemigos con cada explosión. Sin embargo, parecía que la carnicería que estaban sufriendo sus filas no les afectaba demasiado. Hasta había muchos que parecían gozar perversamente con las heridas sufridas. Los Cabezamartillos rodearon el flanco opuesto del ejército de Slaanesh y empezaron a masacrarlos con las descargas de fragmentación de los aceleradores lineales, pero el enemigo seguía avanzando.

La potencia de fuego que desplegamos estaba muy por encima de lo que la academia de Kaisshi nos había enseñado que era suficiente para vencer a un enemigo de ese tamaño y, sin embargo, las tropas enemigas seguían avanzando sin vacilar. ¡Esos guerreros eran valientes de verdad! La carnicería continuó, mientras mis guerreros se retiraban y seguían disparando contra la masa de criaturas. No importaba cuántos hubiéramos matado ya, siempre quedaban más para ocupar su lugar, hasta el punto de que temí no tener la potencia de fuego necesaria para enfrentarme a aquella superioridad numérica. Pero, entonces, la parte izquierda de mis fuerzas penetró en el flanco del ejército de Slaanesh, sembrando la confusión a la vez que los Kroot no contaminados abrían brecha entre sus filas, provocando una refriega turbulenta al caer sobre sus hermanos corruptos. Y, aprovechando la confusión, lancé un contraataque por mi cuenta.

Junto con mi escolta de Shas'vre, me abrí paso por el centro de la horda hasta unirme a los Kroot, que ya estaban empapados en sangre, para rodear a Slaanesh. En principio, como cualquiera de mis alumnos de Kaisshi podrá corroborar, me considero un Tau poco dado a las fantasías o a las nociones románticas de la belleza, pero, cuando me enfrenté al ser vestido de rosas y azules chillones, estuve a punto de sucumbir a los hipnóticos colores y olores almizcleros que parecían atravesar de algún modo la armadura de combate. Conseguí deshacerme rápidamente de su poder y liquidé a la abominación con un disparo de mi blaster de fusión. La muerte de este provocó que sus esbirros se desorganizaran y, en cuestión de minutos, no eran más que una masa de seres confundidos, que huían llenos de pánico. Sabía que no podía permitir que un enemigo así lograra escapar, de modo que ordené una persecución total y, al caer la noche, ya habíamos destruido todo vestigio del ejército de Slaanesh. Cuando volví a la zona de la emboscada original, me encontré a los Kroot ejecutando a sus camaradas contaminados y quemándolos en una gran pira de fuego. Sabía que era costumbre de los Kroot el devorar los cuerpos de las víctimas, pero, después de lo que había sucedido durante la batalla, no pude culparlos por su precaución. Los Kroot no quisieron marcharse hasta que la pira no quedó reducida a cenizas y los restos fueron esparcidos al viento. Cuando se apagó el fuego, recogimos a nuestros muertos y nos marchamos de Ke'ishan.

Me estremezco al pensar lo que podría haber pasado si se le hubiera permitido a Slaanesh tomar el planeta y agradezco a los Etéreos que su presencia permitiera a mis guerreros y a mí dirigirnos hacia ese planeta. Dejar existir una imagen tan degradada de nuestros antepasados hubiera deshonrado a todos aquellos que han luchado y muerto en aras del Bien Supremo".

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