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Veredicto del Certamen de Relatos Wikihammer + Voz de Horus ¡Léelos aquí!

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EXTRACTO DEL INTERROGATORIO A MILORD RADISCH, AYUDANTE DEL ANTIGUO COMANDANTE IMPERIAL BRASSIKA DE ORLENZA


Dirigido a: Inquisidor Lourd

Referido a: Informe Imperial CALA 322/28a | Archivo Inquisitorial INQ[OrdSic] 23412/323

Referencia Cruzada: Eliminación de Renegados

Transmitido por: Orlenza Triarles

Fecha: 7386143.M38

Pensamiento del día: El que pierde un brazo sigue viviendo. El que pierde la cabeza no.


Inquisidor Kale: Por favor, describid con vuestras propias palabras los acontecimientos que condujeron a la muerte del Comandante Imperial Brassika.

Milord Radisch: Todo fue culpa de ese mercenario, Le Kard. Todo fue culpa de él. Quiero decir de ella, quiero... ¡No se lo que quiero decir!

IK: Empecemos por el principio ¿Quién es ese Le Kard?

MR: Se nos presentó como un comandante mercenario de nuestro sistema vecino de Aleti. Había acudido en respuesta a la búsqueda efectuada por el Comandante Imperial para encontrar alguien que pudiera dirigir unidades de combate. Anteriormente ya habíamos oido hablar de él. Algunos años antes había ayudado a Laskith Ireni, el Duque de Aleti, en su lucha contra los piratas Orko. Siguiendo órdenes del Comandante Imperial, comprobé el alcance de su lealtad hacia Terra.

IK: ¿Y era leal ese Le Kard?

MR: ¡Oh, era una persona sencilla! Lo único que le motivaba era el dinero. Era una persona materialista y superficial.

IK: ¿Y era adecuado para las funciones que pensabais asignarle?

MR: ¡Oh, indudablemente! Era muy rudo y vulgar, pero era un hombre con mucha experiencia en combate. He dicho hombre, pero...

IK: ¡No nos desviemos del tema!

MR [tose quedamente]: Claro, claro. Lo siento. Tenía todo tipo de cuestiones que proponer al Comandante Imperial. Disposición de las tropas, lineas de suministros, logística, etc. Cosas mundanas como estas. Era un soldado muy técnico. Siempre estaba por la labor, si entiende lo que quiero decir.

IK: No lo entiendo, pero prosiga.

MR: Tal como suponíamos, al anunciar nuestra intención de cortar cualquier relación con el Imperio hasta negociar un acuerdo comercial más favorable no sentó demasiado bien en ciertas instancias. Ya habíamos encarcelado a los agentes de la ley del Adeptus Arbites utilizando una astuta añagaza, si se me permite decirlo. Verá, los conducimos a todos...

IK: Prosiga con Le Kard. ya hablaremos más tarde de los Arbitradores.

MR: Si no le importa, ¿podría servirme un poco de vino?

IK: No puede. Continué.

MR: Un poco de educación no...[MR grita al serle insertada la sonda del dolor en la columna vertebral]

[Se produce un breve receso mientras MR se recupera; Añadir a la lista de cargos contra MR los de Blasfemia, Comportamiento Vulgar y Realizar Sugerencias Inmorales.]

MR: Lo siento. Bien, el Emperador envió dos regimientos enteros de Guardias Imperiales para defender sus tratos comerciales, pero no estábamos dispuestos a doblegarnos ante estas tácticas tan estúpidas, por lo que les atacamos. Nuestros hombres lucharon con valor, pero resultó que siempre estaban en el lugar equivocado en el momento equivocado. Nuestros ejércitos fueron derrotados o aislados en menos de una semana. Obviamente, el Comandante Imperial estaba muy enfadado con Le Kard. Nos había engañado en provecho tan sólo de sus ganancias. Nos había prometido una victoria, pero era obvio que se trataba de un charlatán. En fin, conseguimos atraparle y lo encarcelamos hasta que el Comandante Imperial decidiera qué hacer con él. Entonces el Comandante pensó un poco y decidió empalar a esa serpiente traidora en el exterior de las puertas. No se había empalado a nadie en Orlenza desde hacia siglos, pues era una práctica muy decadente, pero seguía siendo popular entre la Corte. La Corte en pleno descendió a los calabozos para observar como el Comandante Imperial informaba a Le Kard cuál era su destino. Pero cuando abrimos las puertas, ¡Le Kard había desaparecido! Simplemente se había desvanecido, dejando tan sólo sus ropas bien apiladas en una esquina. Lo más extraño es que había una mujer en el interior de la celda, vestida con siniestras y arrapadas ropas negras. Era tan atractiva y atlética, que hacía que la concubina principal del Comandante Imperial pareciera una muñeca fea y desmadejada. Bien, en cuanto se abrió la puerta esta mujer saltó al exterior. Agarró la estola del Comandante Imperial y lo estranguló con ella. Nos quedamos petrificados de miedo. Recuerdo vagamente que Milady Winter se desvaneció. Todo sucedió tan deprisa que no recuerdo exactamente lo que sucedió a continuación. Ella me apartó de un golpe, clavándome en la pierna la aguja del sombrero de Milady Dorian. Uno de los guardias intentó tirar al suelo a la mujer, y de repente se encontró en el suelo, retorciéndose de dolor, y con una herida en el estómago del que manaba sangre abundantemente. Recordar esta escena todavía me pone enfermo. A continuación la mujer desapareció.

IK: ¿Y nunca habíais visto a esa mujer anteriormente ni la habéis vuelto a ver desde entonces, quizás en compañía de Le Kard?

MR: Nunca. Era un tipo muy solitario que no dejaba que nadie entrara jamás en sus aposentos. Siempre los cerraba y atrancaba. Incluso encontró la puerta secreta y la bloqueó con una mesa. Es un auténtico misterio.


FIN DEL EXTRACTO

Fuentes[]

  • Codex: Asesinos (3ª Edición).
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