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Veredicto del Certamen de Relatos Wikihammer + Voz de Horus ¡Léelos aquí!

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Inqsello Por orden del Ordo Wikia de la Santa Inquisición, este artículo se considera fuera del Canon Imperial. Se declara carente de toda veracidad y blasfemo; y todo el que lo lea sufrirá purga inmediata. Si usted es el autor, diríjase a las autoridades competentes para someterse a la penitencia pertinente.

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Merien entró en la caverna no sin cierta aprensión. A pesar de haber estado viajando durante el cambio de las lunas, lo cual suponía más de veinte jornadas a lomos de su bestia ubreshii -un animal de piel dura y maneras rudas, pero increible aguante-, no sentía necesidad alguna de darse prisa en conocer al anciano Beruel. De la cueva salían extraños olores de materiales usados en brujerías y adivinaciones, olores acres y dulzones, olores que hacían que el ubreshii husmeara inquieto y pateara el suelo con sus duras pezuñas. De no haber estado atada, la bestia habría salido corriendo de allí a juzgar por como se comportaba...

Merien llevó la mano a su daga de acero - regalo de su familia para pasar la prueba de hombría - y con un poco más de confianza, entró más allí de donde la luz del sol rojo llegaba.

Adentro no hacía frío ni se sentía la humedad de una caverna normal. El aire era espeso y al tragarlo hacía que una incomoda sensación juguetease con la garganta. Los ojos le empezaban a picar y las lágrimas pugnaban por salir, pero Merien no estaba dispuesto a que el anciano Beruel le viese llorando como un niño: estaba allí por una prueba de hombría, escogido de entre todos los muchachos de su edad en el pueblo. Había cabalgado al ubreshii durante un peligroso viaje que en dos ocasiones por poco le había costado la vida, combatiendo contra los temibles depredadores de las estepas de Sirl. Prueba de ello eran un par de heridas en su costado que aún tardarían un tiempo en cerrarse del todo, pero era joven y vigoroso, más fuerte que los compañeros que había dejado atrás. Merien estaba allí por una buena causa, y era porque era el elegido de esta generación.

Mientras el aire se tornaba humo espeso, una figura se dejó entrever en la ácida y oscura atmosfera. Merien se sobresalto, pero no hizo ruido alguno. Su mano se aferró a la empuñadura del cuchillo y escrutó con cuidado la silueta.

- Muéstrate, joven.

La voz era poderosa, fuerte, como pronunciada por un gigante, y Merien no dudó ni por un momento que no estaba precisamente frente a un anciano. Al menos no como los que había en el poblado, viejos y débiles. Este anciano no era tal, y su voz lo decía con total claridad. Aún así, Merien no dudó y salió de su refugio de humo con el cuchillo preparado para lo que fuese.

Frente a él se encontraba un ser enorme, con un caparazón negro y brillante, como el de un enorme insecto. Su cabeza era humana y sus ojos... sus ojos... sus ojos decían que era más viejo que el más viejo de los viejos de su poblado o ninguno de los de allí.

Y tras él estaban otros dos de aquellos insectos, pero con pieles blancas que contrastaban enormemente con la de aquel primero. Merien les osbservó con respeto, pero no sintió miedo. Había visto seres más horribles y les había hecho frente. Anciano o no, estos no se iban a interponer en su búsqueda.

Quizás fuese simpatía, quizás sorna, pero cuando el gigante de negro vió la determinación en los ojos del muchacho, que apenas le llegaba a la altura del pecho, sonrió con cierta complacencia y le miró con más respeto. Merien relajó sus músculos y sintió que no iba a ser atacado por estas extrañas criaturas. Aun así no enfundó el cuchillo... nunca se sabe.

- Veo que han mandado al elegido a mi caverna - las palabras sonaban con cierta burla - pensé que no ibas a llegar nunca, pequeño...

Merien miró al anciano, puesto que sin ninguna duda debía de ser él, y miró a sus dos extraños acompañantes. Le habían dicho que fuese allí, pero no sabía ni qué debía hacer ahora. Esperaba que el anciano le viese y le dijese: "ya eres un hombre" y así volver con los suyos. Pero desde luego eso no parecía que fuese a ocurrir.

- Ven aquí... ¿cómo te llamas?

- Merien, anciano - el gigante rió.

-Anciano, ¿eh? Sí, bastante viejo soy, pero aun fuerte y gran guerrero mi pequeño amigo... - Merien no dudaba de ello, a juzgar por su tamaño y por la fuerza de su voz- ¿Y tú? ? ¿Eres un gerrero también?

- Sí, lo soy - afirmó con una mirada gélida y dura, desafiante, desconocedora del miedo.

- No dudo de ello muchacho, pero, dime...¿Cómo de firme es tu corazón? ¿En nombre de qué dios derramas la sangre de tus enemigos? ¿A qué temes?

Merien se sintió aturdido... no se esperaba tales preguntas. Si le hubiese pedido que demostrase su fuerza habría partido un tronco con sus puños, pero contestar a esto... había algo que no dudaba:

- No temo a nada.

Los tres gigantes sonrieron y se miraron unos a otros con satisfacción.

- Vendrás con nosotros muchacho. Nosotros te daremos un dios al que nombrar cuando mates a sus enemigos, te forjaremos el corazón de manera tan tenaz que no temerás jamás a nada ni a nadie y serás uno de nosotros, hermano de nuestra sangre, enfundado en una armadura, cruzando las estrellas combatiendo los enemigos de nuestro dios. Y ahora, para que nunca olvides su nombre, escúchalo y grábalo a fuego en tu memoria:

Nosotros matamos en nombre del EMPERADOR. Nada escapa a SU mirada, nada huye de SU venganza, nada está libre de SU ira. EL decide quién merece estar a SU lado cuando muere y quién arderá en los infiernos de odiado caos.

Y ahora dime, Merien: ¿aceptas convertirte en nuestro hermano?

Merien dejó atrás al muchacho que pugnaba por volver al poblado con su familia, a correr por las estepas cubiertas de flores en primavera, a cabalgar sobre un ubreshii por los frondosos bosques. Ya nada le separaría de su dios, pues cuando oyó SU nombre, Merien dejó de ser un muchacho para siempre.

- Llevadme con vosotros y convertidme en vuestro hermano. Y que vuestro dios sea el mío.

El anciano Beruel, también conocido como "hermano capellán" Beruel, sonrió complacido y se giró para mirar a sus compañeros.

-Preparad todo para el despegue. Esta noche comenzaremos a hacer de este pequeño valiente un marine espacial. Mañana será parte de nuestra hermandad. ¡Que el Emperador le proteja!

¡Por los Segadores Fantasma!

Escrito por TKSUMI NO OKAMI

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