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Legión de la Cruz de Hierro
El contenido de este artículo pertenece a la saga No Oficial de Balhaus, que ha recibido el Sello de Calidad Wikihammer.

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Colonia Hugin

Colonia de Hugin antes de la invasión de las fuerzas de Tzeentch

La Ofensiva de Hugin fue el ataque perpetrado por las fuerzas de Balhaus en el 2680 DDF (113.M42) contra el planeta Hugin con objeto de liberarlo del control de Tzeentch y sus vasallos, que habían conquistado aquel mundo previamente mediante una mastuta maniobra de distracción y un demoledor ataque secundario que acabó con sus defensas.

Historia[]

Desde la Pérdida de Hugin docenas de planes de contraofensiva fueron trazados y cotejados para ver su viabilidad, pero siempre se encontraban con el mismo problema: el número de inocentes muertos como daño colateral de las acciones posibles se elevaba a cientos de millones, lo cual no era permisible, al menos no como posibilidad en primer término.

En el 2680 DDF (113.M42), la principal concentración de demonios, cultistas y demás esbirros de los Poderes Ruinosos se concentraban en la propia colonia, en una extensión de 310 km2, plagados de corrales donde encerraban a ochocientos veinte millones de rehenes, y donde desde el momento en el que las tropas abandonaron el mundo, otros cincuenta millones habían sucumbido a la tortura y a las macabras diversiones de sus captores.

Entre tanto, las factorías de Hugin seguían funcionando con mano de obra esclava, construyendo máquinas, naves, armamento y demás pertrechos para las legiones de Tzeentch, ganando más poder a cada día que pasaba y engrosando sus filas, sin duda como preparación para extender su semilla hacia los mundos circundantes.

Fue entonces, cuando el Weisering ya barajaba la opción de un ataque directo aunque eso supusiera la condena de la mayor parte de sus habitantes, cuando la Casa Wassengeist presentó una solución viable que, teóricamente, reduciría los riesgos en gran medida, y que si tenía éxito podría ayudar a liberar Hugin minimizando las bajas civiles.

La base de todo era lo que llamaban el Disruptor, un extraño aparato cuyas capacidades estaban orientadas a la anulación de la energía psíquica en un área, la cual sería absorbida y reconducida posteriormente hacia el Inmaterium, eliminando así a todas las criaturas que dependieran de ese tipo de energías.

Las mínimas pruebas realizadas con este aparato habían sido prometedoras, de modo que su uso era viable, si bien nunca se había experimentado con el artefacto a plena capacidad y en un área superior a los ocho kilómetros de diámetro. No obstante, la urgencia de liberar el planeta de la presencia de los vasallos de Tzeentch era prioritaria, de manera que pese a los riesgos se autorizó el uso del dispositivo.

Preparativos[]

Demonio Tzeentch I

Demonio de Tzeentch

Con la seguridad que les otorgaba la presencia de millones de prisioneros, los esbirros de Tzeentch no estaban demasiado preocupados por las represalias balhausitas, pues sabían que cualquier intento por su parte de liberar Hugin derivarían en una sangría de inmensas proporciones.

Debido a esto, salvo una férrea vigilancia de los campos en el interior de la colonia donde amontonaban a sus presos, quienes languidecían muriendo a cientos cada día por las horribles condiciones en las que eran mantenidos, las fuerzas del Caos se limitaban a escasas patrullas y posicionamiento de fuerzas en lugares estratégicos. Por lo demás estaban más ocupados en la preparación de sus siguientes asaltos, ya que los planes a futuro pasaban por la invasión de otros planetas circundantes, para lo cual seguirían usando a los civiles en su poder como moneda de cambio para espantar a las posibles fuerzas defensoras.

Mientras ellos seguían atareados en la fabricación de armas y naves para sus huestes, el SVD había implementado un eficaz sistema de vigilancia en la colonia, tanto a nivel orbital como dentro de la propia urbe, controlando los movimientos enemigos y sabiendo en todo momento dónde se encontraban sus fuerzas.

Los cálculos establecidos determinaban que el Disruptor podía resultar eficaz en un área máxima de cincuenta kilómetros de diámetro, lo cual cubría menos de una cuarta parte de la colonia, donde se encontraban concentradas la mayor parte de los efectivos enemigos, de modo que si se usaba directamente era muy posible que la amenaza siguiera presente en bastante medida como para desbaratar cualquier intento de ataque.

Era necesario pues una estrategia para que los enemigos se acumularan con mayor intensidad en un área más reducida, para lo cual la Wehrwaffen ya tenía un plan establecido que lo permitiera.

Señuelo y fases[]

Hugin Fase I

Primera fase de la ofensiva de Hugin

El 29 de Jörg del 2680 DDF (113.M42), tres destructores Hallbard aparecen en la órbita de Hugin y comienzan a lanzar sobre la colonia una oleada de transportes AMS que descienden velozmente hacia el centro de la colonia, desembarcando en una acción milimétricamente coordinada a un total de cincuenta mil Unidades AMS, las cuales saltan desde las naves en escuadrones enteros formando un perímetro concéntrico desde diferentes puntos, iniciando a continuación un avance que coge desprevenidos a los siervos de Tzeentch en la primera fase del ataque.

Hugin ya no es el lugar conocido anteriormente, una urbe ordenada y con una industria pujante, sino que se ha convertido en un lugar extraño y más acorde a la caótica visión de Tzeentch. Las grandes avenidas son ahora inmensos pasillos cristalinos, coloridos y cortantes como cuchillas, que imitan el laberinto en la Disformidad, mientras que pasarelas, túneles y galerías con formas geométricas plagan la vista haciendo prácticamente imposible reconocer la antigua ciudad cuyas cúspides aún emergen entre las nuevas estructuras.

Tras el inicio del repentino desembarco enseguida se producen los primeros combates, ya que los demonios de Tzeentch lanzan sus ataques contra los invasores de forma feroz, mientras que los cultistas, alertados por la situación, se dirigen rápidamente hacia los campos donde tienen encerrados a los prisioneros con objeto de masacrarlos y usarlos como escudos.

Hugin fase II

Segunda fase de la ofensiva de Hugin

La segunda fase se produce con una penetración efectiva de las fuerzas balhausitas hacia el centro del perímetro, encontrando resistencia enemiga mientras efectivos adicionales de Tzeentch concurren en sus trayectorias y otros contingentes se aproximan a la amplia zona de combate. Demonios, discos y algunas partidas de Oráculos del Cambio entran en escena, deteniendo en algunos casos por completo el fugaz avance de las Unidades AMS.

Los diversos frentes quedan así estabilizados y más o menos definidos, con distintos núcleos donde se combate violentamente, mientras los cultistas han comenzado ya a sacar a los prisioneros de varios de sus emplazamientos y los dirigen hacia las áreas de combate, esperando así que el ímpetu del ataque balhausita quede completamente anulado ante la presencia de civiles evitando que puedan proseguir con su avance.

Para los siervos de Tzeentch es obvio que Balhaus trata de liberar a la mayor cantidad posible de rehenes, pero son cientos de millones en la populosa urbe y es virtualmente imposible que lo consigan, de modo que no encuentran sentido en lo que está sucediendo.

Hugin Fase III

Tercera fase de la ofensiva de Hugin

En la tercera fase las tornas han cambiado significativamente. Los invasores han sido rodeados por fuerzas muy superiores en número en todo el perímetro, mientras siguen llegando más y más contingentes de Tzeentch para sumarse a la refriega.

Largas hileras de prisioneros desfilan por las avenidas hostigados por los captores, llegando hasta las posiciones donde se producen los combates. Las Unidades AMS tienen que recalibrar la situación, pues cientos de familias enteras son expuestas a su fuego mientras los demonios las empujan violentamente hacia ellos usándolas como parapeto. Se producen numerosas bajas y los invasores se ven ya completamente superados.

Mientras tanto, el Disruptor ya ha entrado en la atmósfera escoltado por varios escuadrones de KG109B y se dirige a las coordenadas para iniciar su tarea. Varias naves más surgen del Intraverso en la órbita de Hugin, la fuerza de invasión principal ha llegado hasta aquel mundo con varios acorazados Tötenkreuzer, fragatas y cruceros Maybach, que lanzan sobre Hugin un denso contingente de naves de asalto ocupadas por el Wehrgruppe y efectivos de la Legión de la Cruz de Hierro, encabezados por los soldados de la Teufelwör. Los siervos de Tzeentch no son ajenos a ello, con lo que empieza la matanza sistemática de rehenes.

Hugin fase IV

Cuarta fase de la ofensiva de Hugin

La fase cuatro no se hace esperar y el Disruptor, ya situado en su posición óptima, activa su mecanismo mientras su escolta se enfrenta a los engendros voladores enviados contra ellos. Los mandatarios de la horda de Tzeentch no saben qué es ese aparato que levita sobre el centro de la urbe, pero saben que se trata de una estratagema enemiga y comprenden ahora el sentido de las fases iniciales: todo es un señuelo. La refriega era una mera diversión para atraer a los efectivos del Caos hacia el interior, Concentrándose en gran parte alrededor de un perímetro determinado mientras luchan contra los repentinos invasores, que se mueven con rapidez hacia el centro en un sacrificio que sólo involucra máquinas, no soldados reales. El área, reducida cada vez más por las defensas y el reiterado retroceso de las IAs de combate, queda constreñida a un foco de unos cincuenta kilómetros de diámetro.

Entonces se percibe una fuerte vibración en el ambiente sobre el griterío y las muchas explosiones. En pocos segundos ocurre algo extraño que detiene a las criaturas del caos, quienes sienten que algo les está sucediendo. Instantes después, un intenso dolor recorre sus cuerpos materiales mientas comienzan a desmenuzarse por efecto de la retirada de su esencia disforme, la cual es absorbida por el Disruptor en todo el perímetro.

Los demonios menores caen al suelo presa de horribles convulsiones mientras parecen vaciarse literalmente, quedando reducidos a masas informes y temblorosas hasta que desaparecen por completo. Otros demonios más poderosos tratan de huir de la contienda y esconderse, pero el efecto sobre ellos, aunque más lento, es el mismo.

Hugin fase V

Quinta y última fase de la ofensiva de Hugin

En paralelo se ha iniciado la última fase del ataque, con el desembarco efectivo de más fuerzas balhausitas dentro y fuera del perímetro, repartidos por toda la urbe con un contingente estimado de medio millón de soldados, junto con otro millón más de artefactos de toda índole provistos por la Mechwaffe.

Las fuerzas de Tzeentch han sufrido un golpe brutal. Todos los demonios y Marines del Caos dentro del perímetro, tres cuartas partes de todo el contingente en Hugin, han desaparecido o se debaten contra la extraña fuerza que los consume desde dentro. Tan solo los cultistas, exceptuando a los psíquicos que han seguido el mismo camino, parecen no verse afectados por el ataque, el cual sin duda proviene del aparato que flota sobre la urbe a medio kilómetro de altura y circundado por numerosas naves de combate.

Entonces, tras unos minutos en los que parece que el Disruptor ha logrado su objetivo, el artefacto explota violentamente y forma una breve burbuja disforme que se disipa segundos después sin dejar rastro de la nave ni de varios aparatos en las cercanías. No se sabe qué ha ocurrido, pero la operación continúa.

Las demoníacas fuerzas de Tzeentch han sido tan reducidas en el perímetro que lo único que queda de ellas son vestigios, además de algunos demonios mayores que han soportado el período durante el cual el Disruptor ha funcionado. Los soldados de la División XI se enfrentan a estos seres empleando munición especial, mientras el Wehrgruppe se afana en matar a los cultistas que tratan de protegerse entre los prisioneros.

El resto de la enorme urbe sufre un nutrido bombardeo con bombas de retracción lanzadas desde numerosos escuadrones de KG17B y KG87B, los cuales parecen conocer la ubicación exacta de los esbirros de Tzeentch, mientras que los contingentes de tierra avanzan con rapidez liberando campo tras campo, a la vez que los propios prisioneros se rebelan en distintos puntos contra los cultistas, que ven cómo la situación se torna cada vez más peligrosa para ellos.

Durante cinco días enteros se combate en Hugin y se refuerzan los contingentes balhausitas sin descanso, extendiéndose por toda la colonia hasta el último reducto, donde unos miles de seguidores de Tzeentch tratan de plantar una defensa coordinada, pero inútil contra la oleada de muerte que se cierne sobre ellos. Horas mástarde, el último cultista es abatido y finaliza la contienda.

Conclusiones[]

Cuatrocientos veinte millones de prisioneros fueron liberados tras la ofensiva, mientras que las bajas por parte de las fuerzas invasoras ascienden a doscientos mil hombres e infinidad de máquinas.

No se sabe cuántas bajas ha sufrido el contingente de Tzeentch, pero se estiman millones de ellos, mientras los cristalinos restos de sus estructuras aún arden por los fuegos de la batalla.

El Disruptor ha sido destruido, las últimas lecturas revelaban una sobrecarga energética masiva y un fallo general de los sistemas de control. Todos los poderosos psíquicos destinados a su funcionamiento ha muerto, pero ha logrado su cometido, aunque no se sabe el motivo por el cual se ha producido el desastre.

La estrategia ha resultado un éxito, para cuando los siervos de Tzeentch comprendieron el engaño gran parte de sus fuerzas estaban ya en el radio de acción del Disruptor, con lo que cayeron sistemáticamente antes de que los efectivos de tierra acabaran con los restos de su defensa.

Hugin ha sido liberada, pero pasarán ciclos antes de que pueda recuperarse su estado original. Los cientos de millones de muertos, muchos de ellos asesinados durante la contienda, atestiguan el horror sufrido, estableciéndose nuevos protocolos para evitar que algo así pueda volver a suceder, aunque el Weisering es muy consciente de que Tzeentch tiene sus ojos traidores fijos en Balhaus, y que seguirá intentando tentar a sus gentes y hacerse con el control de su civilización a toda costa.

En conjunto con la amenaza del ¡Waagh! Brokto en el Norte, la campaña de Hugin ha sido muy costosa, de modo que Balhaus debe iniciar una estrategia de recuperación inmediata, para lo cual se plantea la explotación de recursos en lugares distantes.

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