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Nyumba, el segundo planeta del sistema estelar del mismo nombre, es conocido principalmente por su relación con el Capítulo de Marines Espaciales de los Martillos de Wikia. Como planeta de reclutamiento principal de dicho Capítulo Astartes, un amplio porcentaje de los miembros de los Martillos proceden de las diferentes etnias y civilizaciones que cuajan el masivo planeta.


NOMBRE PLANETA: Nyumba (antes Kheb)
Ubicación Datos Planetarios Datos Sociológicos
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Segmentum: Tempestus Dist. Orbital: 2.24 UA Clase: Mundo Civilizado
Sector: Desconocido Diam. Planetario: 39600 Km.
Subsector: Desconocido Gravedad: 1.0G Afiliación: Imperio
Sistema: Nyumba (antes, Kheb) Rango Tª: -15ºC a 45ºC
Nº Estrellas: 1 Densidad Atmosférica: 1.05 Atm. Población: 14000 millones
Nombre(s): Athanar Composición Atmosférica:

77% Nitrógeno, 19% Oxígeno, 1.5% Argón, 0.7% Helio, 1.8% otros.

Ciudades Principales:

Civitale, Milletun, Panormo, Phylos, Athix, Khoslok, Berisgrad, Barknar, Sak Há Witzal, El Zotz, Sakahuitzalcomo, Inatua

Tipo Espectral: F5-IIIa Hidrosfera: 60% Aestimare: D504
Radio Salto: 27.2 UA Nº Lunas: 3
Sistemas Cercanos: A Añadir Duración Día: 334h. 24min. Grado de Tributo: Decuma Prima
Duración Año: 779 días

Análisis

Este mundo, clasificado como súper-tierra, es a la par capital del sistema del mismo nombre, mundo de leva de los Martillos de Wikia, y base de operaciones de algunos Comerciantes Independientes y de la Casa Navegante Kassel.

La enorme superficie del planeta, equivalente a unas 225 veces la superficie de Terra, unida a las casi óptimas condiciones medioambientales, fueron las que marcaron a Nyumba como objetivo prioritario para colonización tras su descubrimiento, a mediados del M22.

Estudio Planetario

Mapa Nyumba4

Mapa preliminar de Nyumba (by LordOfTiberia)

Tipología Planetaria

<<Detalles sobre tipología planetaria>>

Gravedad

Con un tamaño tan masivo, podría pensarse que el campo gravitatorio de Nyumba debería aplastar a todo aquel que se posara sobre su superficie. No es así.

Geología

<<Detalles sobre Geología>>

Vulcanismo y Tectónica

<<Detalles sobre Vulcanismo / Tectónica>>

Atmósfera

<<Detalles sobre atmósfera>>

Composición Atmosférica

<<Detalles sobre composición atmosférica>>

Climatología

<<Detalles sobre climatologíaa>>

Hidrosfera

<<Detalles sobre Hidrosfera>>



<<TRABAJO EN PROGRESO -- Ginnobushi (discusión) 19:53 2 mar 2013 (UTC)>>

Biología

Los colonos descubrieron una interesante lección al poco de instalarse en Kheb / Nyumba. Debido a la lenta rotación del planeta, que tarda casi medio mes terrano en realizar una rotación sobre su eje, los ciclos de luz y oscuridad comenzaron a causar el caos en los ritmos vitales de muchas de las formas de vida procedentes de Terra, incluidos, por supuesto, los humanos. Asimismo, debido a la enorme masa del súper-planeta, el reducido número de lunas y al escaso tamaño de éstas hace que las mareas causadas por tensiones gravitatorias no suban demasiado, por lo que aquellas plantas y animales que dependen de los movimientos de las mareas para llevar a cabo sus funciones biológicas tuvieron dificultades para acostumbrarse.

La rica variedad de entornos de Nyumba ha permitido que muchas especies animales y vegetales traídas por los primeros colonos del planeta arraigaran y entraran en competición con la enorme variedad de criaturas nativas del planeta.

Fauna

El abanico de formas animales de Kheb incluye varias especies depredadoras de gran ferocidad, que se extienden casi por cualquiera de los nichos biológicos, y que suelen estructurarse y cazar en manadas. Es por ello que los herbívoros locales dependen del sigilo para escapar a dichos cazadores, habilidad que tuvieron que aprender las criaturas traídas desde el exterior, incluidos los humanos.

Los mares, por su parte, vibraban de vida. En las áreas cercanas a la plataforma continental podían encontrarse desde gigantescos cardúmenes de plancton a las gigantescas criaturas, similares a las ballenas terrestres, apodadas como leviatanes. Dichas criaturas, enormes y de muy lentos movimientos, fueron confundidos al principio por islas, sobre todo porque los lomos de algunos de los ejemplares más sésiles estaban poblados de formas de vida vegetales, árboles incluidos. En las zonas de mayor profundidad acechaban depredadores de gran tamaño y ferocidad, lo que creó auténticos quebraderos de cabeza a los primeros colonizadores de las islas. Es por ello que las comunicaciones entre las pocas islas existentes suelen llevarse a cabo mediante vehículos aéreos o, en el caso de islas muy cercanas entre sí, por ejemplo las colonizadas por los Nichiyoru, mediante maglevs que se desplazan por túneles excavados a gran profundidad.

Animales de Nyumba más conocidos

  • Estrige vraska: Se trata de una peligrosa especie de depredadores reptilianos, llamados así por los espantosos chillidos que producen para desorientar a sus presas. La disposición única de su sistema fonador permite una emisión irradiada a gran escala, unida a una evanescencia retardada, produciendo ecos en cualquier momento. La estrige vraska es hermafrodita, y su altura media en su madurez oscila entre los dos metros y los dos metros y medio, llegando a pesar media tonelada. 

<<En construcción>>

Flora

Algunas formas de hongos, musgos y líquenes terrestres traídas por los colonos acabaron por imponerse sobre la flora local, poco preparada para enfrentarse a los recién llegados. Aunque en los primeros años tras la colonización dicha situación fue considerada como un problema por parte de los científicos y terraformadores, que preveían problemas debido al ya mencionado desplazamiento de las estructuras biológicas autóctonas, los colonos estaban más que satisfechos con sustituir las poco útiles especies locales con árboles, frutas, vegetales y plantas beneficiosas procedentes de otros planetas que, a largo plazo, consiguieron que grandes áreas de Kheb se convirtieran en los graneros de los sistemas cercanos. Treinta años después del inicio de la colonización, solo las especies inofensivas o con cierta utilidad permanecían como testimonio de un ecosistema vibrante, aunque poco adaptable.

Plantas de Nyumba más conocidos

<<Lista de plantas conocidas de Nyumba>>


<<TRABAJO EN PROGRESO -- Ginnobushi (discusión) 19:53 2 mar 2013 (UTC)>>

Historia

Génesis de un sueño

La Era Oscura de la Tecnología vio nacer miles de colonias a lo largo y ancho de la Galaxia, mundos llenos de esplendor y maravillas tecnológicas propiciadas por el esfuerzo desmesurado de la Humanidad de dominar su territorio. Muchos de dichos planetas perecieron con la llegada de la Vieja Noche, bien por quedar aislados de las rutas comerciales principales, bien por quedar relegados al olvido o bien por caer en garras de potencias xenos.

En el periodo en el que se descubrió Nyumba, que por aquel entonces recibió el nombre de Kheb, las potencias coloniales encontraron un auténtico filón, un fértil mundo paradisíaco con una climatología, gravedad y atmósfera casi perfectas, aunque con una vida vegetal poco útil, unido a dos planetas secundarios que podrían no solo hacer a la nueva colonia prácticamente autosuficiente, sino capaz de exportar gran cantidad de materiales a los mundos cercanos.

Las noticias del descubrimiento del planeta despertaron el espíritu de aventura que había estado durmiente dentro de muchas personas. En poco tiempo comenzaron a planearse múltiples misiones de colonización. Cada grupo, compañía o nación que envió una expedición a Kheb se apresuró a reclamar territorios en los mejores lugares del planeta, tanto bajo las olas como en la superficie del megacontinente.

Aunque las autoridades intentaron mantener el control sobre los grupos coloniales, era como intentar frenar una cascada. Al final, las autoridades exploratorias se encogieron de hombros y dejaron que la riada de exploradores se asentara en el planeta, y que discutieran allí quien se quedaba con qué. En poco tiempo comenzaron a surgir asentamientos y pequeñas ciudades. De forma no muy sorprendente, la mayoría de los colonos se agruparon con otros de su misma nacionalidad, creando una réplica de las culturas terrestres, aunque con diferentes fronteras.

Por supuesto, la repentina llegada de decenas de miles de humanos tuvo un efecto inmediato en la flora y fauna autóctona. Ciertos organismos patógenos traídos por los colonos comenzaron a afectar a la vida animal local, aunque pronto surgieron iniciativas para proteger a las restantes especies y para repoblar las mermadas. Esta acción fue provocada más por necesidad que por simple afán de expiación, debido a los temibles depredadores que habitaban el planeta. Los humanos que se encontraban fuera de sus asentamientos  o que se desplazaban por los bosques eran poco más que blancos móviles a pesar de sus armas. Debido a ello, se potenció la cría y recuperación de las especies herbívoras esquilmadas, así como su adaptación a nuevos pastos y plantas que habían desplazado a las formas botánicas locales.

Tras un milenio sin contaminación atmosférica ni acuática, y de esfuerzos de repoblación,  Kheb se convirtió en un planeta envuelto en una duradera paz y una era de descubrimientos sin par, en el que la maestría tecnológica de la Humanidad y su eterna búsqueda de la belleza y la simetría se aunaron para crear un lugar en el que la naturaleza, la tecnología y la humanidad pudieran caminar de la mano. En este mundo de ensueño se tenían en la más alta estima los logros sociales y científicos, conmemorándolos con innumerables estatuas de mármol de educadores, regentes y pioneros, que alzaban sus serenas miradas hacia el horizonte.

Las ciudades y las industrias se desplazaron a áreas preprogramadas, evitando el caos organizativo que había saturado algunas áreas de Terra en el pasado. Hasta las mayores ciudades del planeta eran mucho más pequeñas que las del mundo madre, y dada la gran extensión de territorios por colonizar, nuevos asentamientos se extendieron poco a poco por el planeta. La población planetaria era tan variada como lo era la población terrestre, aunque ninguna de ellas consideraba a sus territorios como naciones o estados independientes, sino como una pequeña parte de la civilización de Kheb.

El benévolo gobierno global incluso logró extirpar de su sociedad la amenaza de la guerra, limitando los combates a enfrentamientos casi de índole puramente deportiva, en la que los campeones de cada una de las naciones se enfrentaban en enormes arenas por el honor y la gloria de sus respectivos territorios, siguiendo unos códigos de combate rígidamente codificados. A través de esta forma de gobierno, el planeta conoció siglos de bonanza, paz y abundancia. Todo ello acabó con la llegada de la Vieja Noche.

La muerte de la razón

Hermano contra Hermano

La Era Oscura de la Tecnología acabó en una masiva deflagración de violencia y muerte como la Humanidad jamás hubiera contemplado anteriormente, mientras imperios enteros eran barridos de la noche a la mañana, sistemas estelares de gran valor estratégico desaparecían engullidos por Tormentas Disformes, y la Humanidad degeneraba de ser la augusta civilización que se abría paso entre las estrellas a convertirse en un conjunto disperso de aterrorizados mundos aislados.

Al principio, los habitantes de Kheb ignoraron el aislamiento, creyendo que se trataría de un fenómeno temporal, y continuaron con sus vidas, inmersos en sus fuertes convicciones, pero con un ojo avizor a descubrir qué había pasado. Sobre los hombros de los científicos y pensadores del planeta recayó la responsabilidad de averiguar qué había provocado la situación actual, y de qué forma podría solucionarse. Sin embargo, a medida que pasaban los meses, la oscura realidad fue calando en las almas de aquellos que se mantenían cuerdos por pura fe, y la esperanza se vio convertida en desesperación.

A medida que la Humanidad se deslizaba lentamente hacia el abismo de la barbarie, los grandes logros conseguidos en Kheb quedaron abandonados. Las cosechas comenzaron a ser cada vez más escasas, y las pautas climáticas programadas en los satélites meteorológicos degeneraron, provocando el caos en las comunicaciones y los transportes. El gobierno global se desmoronó tras recibir mazazo tras mazazo por parte de las condiciones en declive, y poco a poco el temor se asentó en las mentes de los ciudadanos, desencadenando el muy humano instinto de echarle la culpa a alguien y buscar retribución. Cada una de las civilizaciones de Kheb comenzó a considerarse a sí misma como la única inocente, y el sueño de un mundo unido se quebró como el cristal.

Cuando los recursos comenzaron a escasear, empezaron a alzarse acusaciones de corrupción y estraperlo contra los gobernantes, que se vieron agravadas cuando se desencadenaron los primeros casos de hambrunas y enfermedad existentes en siglos, cosa para la que los habitantes de Kheb no estaban preparados en absoluto. Siendo humanos asustados, solo veían una respuesta al problema: las demás naciones del planeta eran enemigos y buscaban la destrucción de sus vecinos.

Tambores de guerra

Si una cosa tiene el avance tecnológico es que este puede ser empleado tanto para sanar como para destruir, y en el caso de Kheb este axioma se demostró más que cierto. Empleando los vastos conocimientos acumulados durante la Era Oscura de la Tecnología, las naciones de Kheb se lanzaron a una masiva carrera de armamentos, que desencadenaron caos y muerte a escala planetaria sobre el atemorizado planeta. Bioplagas desarrolladas empleando los más arcanos conocimientos médicos  se abalanzaron sobre la superficie del planeta, diezmando las biosferas existentes y aniquilando a millones de personas. Armas termonucleares de todos los tipos y tamaños fueron probadas en demostraciones públicas de locura y arrogancia, cuando no utilizadas directamente contra las naciones enemigas para anular sus ventajas tecnológicas o arrasar sus ciudades. Hubo incluso un caso de uso de armamento de vórtice contra una de las ciudades-estado. Dada la inestabilidad inherente a este tipo de armas, la devastación fue tal que un enorme segmento del megacontinente que conformaba la superficie habitable de Nyumba quedó desintegrado. El cataclísmico evento también desencadenó movimientos tectónicos masivos que hundieron parte de la misma sección del continente bajo las aguas.

Fue ese evento lo que detuvo los conflictos en seco. La razón y la lógica se impusieron sobre el temor de los líderes de cada una de las naciones de Kheb, serenándolos lo suficiente como para pactar un alto el fuego. A lo largo de una generación los fuegos de la guerra, que habían rugido sin control durante casi un siglo, fueron perdiendo fuerza hasta convertirse en unos apagados rescoldos. Sin embargo, el daño ya estaba hecho. Las posibilidades de que el gobierno global volviera a constituirse habían quedado reducidas a la nada, y cada una de las naciones decidió seguir su camino y su vida sin perder de vista a todas las demás, en una tensa guerra fría que duraría milenios.

Un duro despertar

Devolver a los pobladores de Nyumba a su anterior estado fue un arduo trabajo, no exento de problemas. Los temperamentos violentos seguían estando ahí, y los supervivientes del cataclismo, temerosos de sus respectivos vecinos, habían quedado dispersados, lo que dificultaba la interacción y colaboración entre las diversas naciones-estado. Gran cantidad de conocimientos, entre ellos varias valiosas PCE, habían quedado dañados o totalmente perdidos durante los conflictos, y un gran número de las infraestructuras vitales para el buen funcionamiento de la sociedad de Kheb habían sido destruidos casi por completo. Solo algunas de las naciones decidieron dejar la vigilancia de sus vecinos en un nivel secundario, y se concentraron por sacar adelante los campos de la agricultura, la industria y el redescubrimiento de la antigua ciencia.

Al final, mas mal que bien, las diferentes naciones comenzaron a colaborar en algunas tareas conjuntas. Aunque la amenaza de la guerra abierta y la destrucción total habían quedado relegadas, los conflictos a menor escala siguieron existiendo. Cada una de las naciones-estado desarrolló sus propias identidades, y algunas comenzaron a destacar sobre sus vecinas. Las áreas con gran cantidad de recursos naturales y tecnológicos progresaron a gran velocidad, convirtiéndose poco a poco en los líderes culturales y económicos del planeta y, con el tiempo, del sistema. Los territorios más devastados durante la gran guerra, o que carecían de ciertos recursos, se agostaron e involucionaron a formas sociales más simples, y sus ciudadanos quedaron relegados en muchos casos a tareas manuales y a recibir una educación limitada. El estatus de los habitantes del planeta comenzó a quedar definido por su lugar de nacimiento, costumbre que se mantuvo hasta el contacto de la población de Kheb con los miembros del Capítulo Astartes de los Martillos de Wikia.

Esta tendencia hizo que las diferencias entre las diversas clases y naciones, para deleite de algunos y disgusto de otros, se mantuvieran, y en ocasiones se acrecentaran. La riqueza y los recursos mantenían aparte a unos y a otros, cuando no las diferencias políticas. La segunda era de las tinieblas llegó con tal lentitud que nadie sabe, exactamente, cuando comenzó o cuando se asentó, pero algunas fuentes citan su comienzo a mediados del M33. La paz, tan duramente ganada, comenzó a fracturarse poco a poco cuando antiguos prejuicios y nuevas discusiones comenzaron a teñir los argumentos políticos a raíz de la nueva expansión de las civilizaciones de Kheb por el sistema estelar. Las naciones más atrasadas tecnológica, social o económicamente comenzaron a exigir privilegios y derechos a las naciones más desarrolladas, en base al uso que de sus ciudadanos hacían estas últimas. Surgieron además acalorados debates sobre los precios de ciertos recursos, baratos para aquellas naciones que se habían lanzado a las estrellas, pero difíciles de obtener para todas las demás. Las discusiones en los foros políticos pronto se extendieron por todas las capas de la sociedad, y las viejas rencillas resurgieron de nuevo.

Durante las siguientes décadas, una mezcla de lucha política y el esfuerzo de mantener el equilibrio entre sociedades tan dispares, agravados a la vez por la enorme corrupción existente en algunos estamentos del gobierno, acabaron por erosionar el débil gobierno unificador. No debería, pues, resultar sorprendente que esta tendencia provocara la aparición de docenas de insurrecciones y motines por todo el territorio de Kheb. Muchos de estos conflictos tuvieron su origen en las historias que algunos de los gobernantes recibían de ciudades enteras muriendo de hambre, muchas de las cuales eran extendidas por los violentos y los desposeídos.

Debido a los esfuerzos puestos en los siglos anteriores para devolver a la sociedad de Kheb un cierto nivel de estabilidad se había creado una sociedad cada vez más productiva, educada y sana. Y aunque esto en sí mismo no es malo acarreó un problema: el crecimiento excesivo de la población. En solo medio siglo la población del planeta se incremento en casi 1000 millones. Dado que el nivel de recursos disponibles aún no estaba al nivel previo a la gran guerra pronto el espectro del hambre, que había sido casi erradicado en el periodo anterior al conflicto, volvió a aparecer. En respuesta a la amenaza que acechaba en el horizonte, las diferentes naciones instituyeron una serie de medidas para controlar el problema, que iban desde la limitación del número de hijos por familia a los programas de racionamiento de comida. Sin embargo, pronto quedó claro que aquellas impopulares medidas no eran sino parches temporales al problema, que como mucho ofrecían retrasar la explosión de la situación unas décadas. Los gobernantes de las naciones sabían que no había nada más peligroso para un gobierno que un populacho hambriento, ya que este no dudaría en convertir a los regentes en el objetivo de disturbios. Parecía existir solo una solución: la expansión territorial. Podría pensarse que, en vista del masivo tamaño del planeta, no debería haber sido un gran problema el poder aplicar tal solución. Sin embargo no fue así, ya que nadie quería dar su brazo a torcer, y nadie quería que sus vecinos ganaran territorio a expensas de condenar a morir de hambre a sus ciudadanos.

La siguiente guerra civil se produjo entre dos de las naciones del ecuador del planeta, la Liga de Filos de Mizenia (apoyada por sus aliados Súrdicos y Busara) y la República Honoria. Armas que habían sido dejadas de lado tras la gran guerra volvieron a ser utilizadas, aunque por suerte parte de la lección aprendida durante semejante conflicto no fue olvidada, ya que la casi totalidad del armamento empleado fue de tipo convencional, dejando de lado todos los bandos el uso de toda clase de armas de destrucción masiva. Además, aún perduraba una fracción del antiguo espíritu de la sociedad original de Kheb, por lo que los únicos objetivos válidos para ser atacados fueron, en aquel entonces, instalaciones militares y de recursos.

No pasó mucho antes de que los Busara, envalentonados por el progreso hecho hacia el Este como resultado de la guerra Mizenia-Honoria, decidieran expandirse hacia el oeste y atacaran a sus vecinos Quimatecas. El enfrentamiento entre ambas naciones se mantuvo en tablas hasta que los Súrdicos, ansiando quizá climas más cálidos, hicieran avances contra Quimatlán, lo que conllevó la entrada en el conflicto de los Omitanos en defensa de su vecino del sur.

Al final, el conflicto acabó por engullir a todas las naciones del planeta, excepto cuatro:

  • Vrasek, civilización nómada situada al Norte del planeta, quienes por su propia naturaleza estaban acostumbrados a no tener un asentamiento estable al que atacar, y cuyo modo de vida hacía que cualquier bando que intentara atacarles no ganara nada a cambio.
  • La Coalición Nuavik, pueblo de la tundra norte de Kheb, no disponía de los medios de costear la guerra, y tuvieron la suerte de no estar en el punto de mira de ninguna de las naciones en conflicto. Entre ellos y los Vraskos se estableció una tácita alianza, por lo que vivieron en paz durante todo el conflicto.
  • Nichiyoru, una de las civilizaciones más avanzadas del planeta, aislada en el archipiélago Noroeste, se negó a entrar abiertamente en el conflicto, principalmente porque no tenía nada que ganar y sí mucho que perder. Sin embargo, colaboró con todos los bandos prestando ayuda humanitaria y víveres, e intentando paliar los efectos de la guerra civil, lo que no evitó que, al principio de la guerra, sus navíos sufrieran ataques en alta mar por parte de los Súrdicos y los Busara. No obstante, cuando algunas ciudades Súrdicas resultaron afectadas por escasez de víveres durante uno de los inviernos más crudos que se recuerdan, y los Nichiyoru se ofrecieron a ayudar sin coste añadido, los Súrdicos decidieron dejarles en paz (y se aseguraron de que los Busara obedecieran a la misma norma).
  • La Unión de Estirpes Garamali, otra de las culturas nómadas del planeta, habituada a los terrenos desérticos, se mantuvo aparte a causa de sus creencias. Procediendo de una de las naciones más castigadas durante la gran guerra, y estando en el centro de la red de alianzas comerciales con Kashpar, Mizenia, Honoria y Panyora, estaban más que hartos de conflictos. El resto de las naciones en guerra decidieron dejarles en paz.

La guerra, esta vez, no duró demasiado, apenas una década. Algunas de las fuerzas militares, en las que perduraba un sano esqueje de las ideas del viejo gobierno, y que se mantuvieron leales a sus gobiernos durante la mayoría del conflicto, finalmente se alzaron cuando algunas de las fuerzas en conflicto decidieron tomar como objetivo instalaciones civiles. Tras concluir el conflicto, las diferentes naciones de Kheb se volvieron hacia su interior, y acabaron con la corrupción gubernamental que había sido, en última instancia, la responsable directa del comienzo de las hostilidades.

Finalmente, todas las naciones de Kheb decidieron hacer concesiones y establecer una nueva era de tenue paz, que duraría tres siglos, tras los cuales los únicos conflictos que aún seguían activos eran inacabables guerras fronterizas de baja intensidad, asentadas y extendidas convertirse en guerras fronterizas inacabables en las que ningún combatiente lograba beneficios significativos.

La extensa guerra fría acabó trayendo de nuevo el progreso, al menos entre bastantes civilizaciones del planeta. Los transportes y comunicaciones entre dichas civilizaciones se fueron volviendo cada vez más sencillas, y la educación y la industria acapararon el centro de atención de dichas sociedades. Poco a poco, el comercio de recursos, productos y servicios entre ellas dio pie al desarrollo de una economía internacional. Aunque debido a la tensa paz este esfuerzo podría haber hecho resurgir las hostilidades, los líderes de las diversas naciones colaboradoras se refrenaron, negándose a discutir acerca del precio de los recursos mediante la fuerza de las armas. Las cosas parecieron volver a encarrilarse, y la paz parecía haber vuelto para asentarse. Incluso hubo quien aseguró que Kheb renacería de sus cenizas, como un fénix.

Marineros del océano estelar

Un destello del pasado

Con el tiempo, algunas de las naciones más avanzadas se retiraron de los conflictos y volvieron su atención de nuevo hacia las estrellas, construyendo observatorios y explorando las fronteras de su sistema estelar con las naves intrasistema que pudieron reparar y construir. Tras un siglo y medio de exploración, comenzaron a construir estaciones de escucha y prestaron atención a los cielos, buscando oír las voces de sus vecinos. Por desgracia, las Tormentas Disformes que habían aislado Kheb en un principio seguían activas, por lo que todos los intentos de comunicación con el exterior del sistema estelar se vieron abocadas al fracaso.

Poco a poco, las naves e instalaciones intrasistema fueron creciendo en tamaño y se fueron especializando, lo que llevó a la creación de los astilleros de Ulcrist, de los muelles orbitales de Kheb, de las instalaciones mineras del cinturón de asteroides, y de las estaciones de extracción energética que orbitan Athanar. A comienzos del M34, docenas de masivas naves intrasistema viajaban entre los tres planetas del sistema Kheb, implicadas en transporte de mercancías hacia el mundo capital, y traslado de personal desde dicho mundo hacia Phlegetos y Ulcrist. Además, muchas otras naves e instalaciones peinaban el cinturón exterior del sistema y la heliopausa, en busca de nuevos recursos y asentamientos, y siempre a la espera de un mensaje desde las profundidades del espacio.

En el 101.M34, mientras analizaba algunos planetoides situados en las fronteras del sistema estelar, una nave exploradora con tripulación Omitana, la 'Outbound Light', detectó una extraña traza energética procedente de uno de ellos, llamado Sargón. Tras aproximarse y desplegar sus auspex, detectaron los restos de dos naves, siniestradas hacía al menos cinco milenios, enterradas bajo el hielo de metano que recubría el orbe. Tras mandar a sus equipos de prospección descubrieron que, aunque presentaban graves daños, ambas naves tenían una cantidad significativamente alta de sistemas en buen estado, que las hacían candidatas a su examen en los astilleros de Ulcrist. La 'Outbound Light' trasmitió un informe a los astilleros, al cual iba unida una petición de más naves y equipamiento para extraer los pecios de su helada tumba.

En un gran esfuerzo que se prolongó durante varios años, ambos pecios fueron extraídos y trasladados hasta Ulcrist, en donde los especialistas en ingeniería naval comenzaron a analizar los restos en busca de tecnologías aprovechables. Muchos de estos técnicos eran de origen Nichiyoru, y no les costó demasiado reconocer el volátil potencial de lo que tenían entre manos: dos naves estelares con tecnologías y armamento procedentes de antes de la caída de la Vieja Noche. Tras enviar un borrador de sus primeros análisis a su capital, se decretó un cierre cautelar del astillero al que se destinaron los pecios, alzando un velo de secretismo acerca de los descubrimientos que aquellos dos leviatanes heridos podrían ofrecer. En particular se dieron órdenes de mantener en secreto todo avance llevado a cabo en el estudio de los sistemas defensivos y ofensivos de las naves. Y se demostró que tenían razones más que de sobra para mantener el secreto, ya que pronto espías Súrdicos y Mizenios, infiltrados entre los especialistas, se hicieron con parte del material que se estaba analizando, enviándolo hacia sus respectivas capitales.

Pronto, las tecnologías halladas fueron distribuyéndose entre varias de las naciones, cuyos científicos se embarcaron en una carrera por desentrañar sus secretos antes que sus vecinos. Sin embargo, el rápido avance tecnológico de algunas de las naciones pronto levantó las sospechas de las demás, y pronto cada una de ellas fue consciente de las maravillas tecnológicas que poseían sus rivales. Como ya ocurriera antes, las viejas rencillas se avivaron, pero antes de que la situación escalara hasta más allá del punto de ruptura, los ingenieros Nichiyoru hicieron a todo Kheb una revelación.

A la caza de las estrellas

Los ingenieros navales habían tardado casi cinco años en descifrar los secretos de los sistemas de salto de los pecios, pero al final lograron resolver las incógnitas que rodeaban dicho puzzle tecnológico. Con ese conocimiento habían podido crear un prototipo funcional, aunque algo menos eficiente. Las pruebas llevadas a cabo habían requerido tanto tiempo debido a un problema a la hora de generar las energías que debían abrir el punto de salto a la Disformidad, pero tras varias intentonas la última versión del motor, que creaba una burbuja protectora en torno a la nave a la vez que abría el portal al Empíreo, había conseguido ser lo bastante estable como para que el proyecto fuera considerado como un éxito. Utilizando algunos de los ejemplos de arqueotecnología en manos de su nación, los ingenieros habían creado asimismo un sistema de computación que podría imitar, aunque no igualar, las capacidades de un Navegante para saltos cortos, de menos de 5 años-luz. Esos dos avances, unidos a los obtenidos en el desarrollo de generadores de energía con la suficiente potencia, daban luz verde a la creación de la primera nave interestelar que viajaría desde Kheb hacia el cosmos en casi nueve milenios. Para ello, se habilitó espacio dentro de una de las naves más grandes de las que disponía el astillero para colocar todos los nuevos sistemas. En un periodo de cinco años la nave, que recibió el (poco imaginativo) nombre de 'Destiny', estaba a punto para su viaje inaugural.

El vuelo de prueba inicial resultó bastante mejor de lo esperado, ya que contrariamente a lo que muchos agoreros sostenían, el campo de energía de los sistemas de salto no hizo volar en pedazos la nave nada más conectarlo. En lugar de ello, abrió un portal a otra dimensión, en la que la nave se desplazó a velocidades mucho mayores de las que su estructura era capaz de resistir en el espacio normal. La nave también fue capaz de emerger sin problemas del Empíreo al reactivar el motor y atravesar el portal de salida. Estos motores disformes, aunque primitivos según los estándares de los que fabricaba por aquel entonces el Adeptus Mechanicus, permitieron a la 'Destiny' y a las naves que la siguieron explorar las estrellas más cercanas en una fracción del tiempo que tardarían cientos de naves más lentas que la luz. Se estudiaron en profundidad los sistemas estelares más cercanos en busca de nuevos planetas que colonizar y nuevos recursos que explotar, pero los sistemas estelares vecinos apenas consistían en sus estrellas primarias y poco más que polvo y gases.

A pesar de que ahora se abría ante el pueblo de Kheb una puerta hacia un futuro brillante y un mundo unificado al fin, siguieron alzándose voces que pedían prudencia. Durante nueve milenios Kheb había estado aislada de la Galaxia. ¿Quien sabía que cambios se habrían producido? Este miedo se mostró infundado durante bastante tiempo, ya que los exploradores Mizenios a bordo de las naves no encontraron ninguna civilización que pudiera ofrecer resistencia o representar una amenaza. La situación se mantuvo igual hasta el 591.M34, año en el que se encontraron con Mizar, con el Imperio... y con los Eldars Oscuros.

La Cruzada de Wikia llega a Kheb

Noticias desde la frontera

Una de las naves exploradoras de Kheb, la 'Bellerophon', se encontraba cerca del sistema Mizar realizando unas valoraciones astrométricas previas a un salto a la Disformidad, cuando recibió la señal de emergencia de otra nave. Dado que no tenía noticias de la existencia de otra nave exploradora en el sistema, el capitán de la 'Bellerophon' decidió aproximarse a investigar.

Tras varias horas llegaron a los restos en expansión de unas naves que, al principio no reconocieron. Cuando las señales de otra nave, la tripulación de la nave exploradora descubrió que había hallado más de lo que se esperaban. La nave que enviaba la señal de emergencia se identificó como la 'Ransom Starr', nave capitaneada por el Comerciante Independiente Heinrich Himmelantz, de la Dinastía Comercial Eleusys. Tras subir a bordo de la 'Bellerophon', y mientras un grupo de médicos de esta se dirigía hacia la nave imperial para parchear a los heridos, el capitán Himmelantz puso cabeza abajo el universo de los exploradores de Kheb al relatarles los hechos por los que se encontraban allí.

Hacía unos veinticinco años tres Cábalas de Eldars Oscuros, los Cuchillas Rasgadas, los Cráneos Desollados y los Ladrones de Almas, habían salido a la Galaxia con la intención de causar destrucción y capturar esclavos para saciar sus despiadados apetitos. Aunque al principio funcionaron por separado, con el tiempo acabaron por encontrarse y, como suele ser común en estas criaturas, se enzarzaron en combate. Cuando cesó el enfrentamiento, mientras sus guerreros yacían agotados, los líderes de las Cábalas pactaron una alianza, a tenor de la cual habían aparejado sus flotas y se habían lanzado a arrasar, masacrar y agostar el sector como langostas.

El Imperio, como era lógico, no iba a permitir que unos sucios xenos se apoderaran de su territorio y sus recursos, así que puso en marcha una Cruzada para expulsar a los invasores del sector. Para ello, reclutaron a un masivo contingente de fuerzas militares, entre las que se encontraban un destacamento de Marines Espaciales compuesto por varias Compañías de los Capítulos Astartes de los Puños Carmesíes y los Garras Rojas.

Una de las dificultades a las que se enfrentaban las fuerzas imperiales era que los ataques parecían hechos al azar, por lo que era imposible situar naves y tropas en posición a tiempo para defender los planetas o sectores del espacio atacados. Sin embargo, algunos analistas apuntaban a que quizá hubiera una especie de pauta que no hubieran visto todavía. La 'Ransom Starr' y su tripulación habían recibido órdenes de trasladar a un contingente de la Guardia Imperial hasta unas instalaciones de escucha situadas algo por delante del frente de avance de los incursores, pero por desgracia mientras llevaban a cabo unas reparaciones, la nave se había encontrado con una avanzadilla. Aunque consiguieron destruir las naves de los Eldars Oscuros, la nave había quedado dañada a su vez. Solo sería cuestión de tiempo antes de que alguna nave más apareciera por allí. Apelando al sentido común y a la lealtad al Imperio de todo buen ciudadano imperial, Himmelantz exigió que la 'Bellerophon' saltara al sistema Corina, en donde había un grupo de combate de la Flota Imperial que podría ser avisado para detener a los Eldars Oscuros. Mizar estaba demasiado alejado del núcleo de los combates, así que si la avanzadilla de las Cábalas había aparecido por allí, lo más seguro es que fuera en esa dirección en la que se moverían a continuación. Himmelantz no tuvo en cuenta un pequeño detalle: las gentes de Kheb en general, y las de Mizenia en particular, no sabían nada sobre el Imperio, ya que habían quedado aislados de este mucho antes de que este se consolidara, por lo que las exigencias de Himmelantz apelando a esa supuesta lealtad cayeron en saco roto.

Sin embargo Aristarchos, el capitán de la 'Bellerophon', procedía de un linaje de antiguos militares honorios, y había estudiado en profundidad la guerra civil ocurrida en el M33. En una ocasión, los ejércitos honorios habían hecho exactamente eso: atacar en varios puntos, aparentemente al azar, rodeando un área en la que no entraban ni se trababan en combates. Cuando las tropas y refugiados mizenios entraron en dicha sección, los honorios, que habían situado blocaos con tropas ocultas, se abalanzaron sobre ellos. Por desgracia para los honorios, los mizenios tuvieron la suficiente presencia de ánimo y valor como para repeler el ataque, pero la idea parecía ser la misma.

Mientras Himmelantz seguía arengando a sus oficiales, el pensativo Aristarchos ató cabos y descubrió que esa misma era la técnica que estaban empleando los Eldars Oscuros. ¡Y lo peor era que no era la primera vez! Por la narración del capitán de la destruida 'Ransom Starr', ya habían actuado así en tres ocasiones. Quizá los analistas imperiales no habían visto la pauta porque antes de cerrar su presa sobre una de las 'zonas de muerte' iniciaban otra secuencia poco antes. Y parecía que no iba a haber tres sin cuatro. Al marcar en su mente las posiciones de los planetas atacados por los Eldars Oscuros que Himmelantz, en su inacabable perorata, había nombrado, se dio cuenta de que en la zona central había cuatro sistemas: Mizar (en donde ya se encontraban), Laeleps (Un sistema binario rodeado de asteroides), Crisol (Una estrella variable sin planetas)... y Kheb.

Interrumpiendo al capitán imperial, Aristarchos le dijo que no podía llevarle hasta Corina, ya que su nave era demasiado lenta como para llegar antes de que los Eldars Oscuros continuaran con su ruta de destrucción. Sin embargo, dejaría a bordo de la 'Ransom Starr' cuanto personal y equipo fuera necesario para poner a la nave imperial de nuevo en condiciones de navegar por el Empíreo. El Comerciante Independiente, no viendo en la actuación del capitán mizenio más que una actitud lógica, aceptó. Tras la partida de Himmelantz, Aristarchos explicó a sus oficiales el plan: La  'Bellerophon' volvería hacia Kheb a máxima velocidad con una tripulación mínima para prevenir a las naciones del planeta de lo que se acercaba. Entretanto, los técnicos y oficiales mizenios enviados a bordo de la 'Ransom Starr' podrían a dicha nave en condiciones de vuelo lo antes posible y, cuando llegaran a Corina, explicarían la situación a quien hiciera falta. Aristarchos no dudó en autorizar a sus hombres a emplear la violencia más extrema, si era necesario, para este último fin. Así, mientras el capitán mizenio dejaba partir a sus leales subordinados con las órdenes más difíciles que jamás había tenido que dar, y con aquella espada de Damocles colgando sobre todas sus cabezas, la 'Bellerophon' saltó de regreso a Kheb.

Una carrera contra el tiempo

Una vez Aristarchos llegó al sistema Kheb, se apresuró a dirigirse a la capital, Inatua, para exponer la situación. Aunque al principio no le creyeron (¿Alienígenas dirigiéndose contra Kheb, que no les había hecho nada? ¿Un Imperio de la Humanidad?), algunos de los legados allí presentes abogaron por adoptar medidas de prudencia. Kheb tan solo disponía de cuatro naves con capacidad de salto y con armamento (la antigua 'Destiny', la 'Bellerophon', la 'Shirotatsu' y la 'Heimdall'); todas las demás naves que se desplazaban por el sistema Kheb eran de carga, pasajeros o, directamente, no tenían armamento. Si de verdad había una fuerza invasora allí fuera, sería sabio el tomar medidas. Poco a poco, la prudencia, la cautela y la mentalidad de asedio se sobrepusieron a los orgullos nacionales y, por primera vez en mucho tiempo, todas las naciones de Kheb se movieron como una sola.

Como plan de acción, se designó una serie de tareas a completar:

  • La primera fue cambiar la prioridad de los astilleros y volcarlos en la fabricación de nuevas naves armadas.
  • La segunda implicaba establecer un circuito de órdenes que implicara a todas las naves del sistema. Toda nave espacial no implicada en un momento concreto en el esfuerzo bélico, por antigua que pudiera ser, sería destinada a los astilleros para ser equipada con tanto armamento como fuera posible.
  • La tercera sería incrementar la producción de materias primas y alimentos, así como su almacenaje en condiciones en lugar seguro.
  • La cuarta sería adiestrar una fuerza militar, compuesta por voluntarios, que ayudaría en la tarea de defender la superficie del planeta. Esta fuerza militar necesitaría a su vez armas, pertrechos y vehículos.
  • La quinta implicaría la construcción de refugios en los que alojar a la población civil. Se emplearían para ello los profundos fondos marinos que rodeaban el continente principal de Kheb.


Cada una de las naciones de Kheb quedó encargada de una tarea para ayudar al esfuerzo defensor.

  • Nichiyoru decidió volcar toda su producción industrial en equipar de armamento a las naves del sistema, ya que disponía de especialistas navales y de los esquemas de armamento adecuados, así como de los astilleros en órbita en torno a Ulcrist adecuados para las modificaciones requeridas. Asimismo, construiría la maquinaria bélica y los pertrechos que las tropas de superficie requerirían si la primera línea defensiva, la espacial, fracasaba.
  • Omitania se comprometió, con la colaboración de voluntarios procedentes de la Unión de Estirpes Garamali y Quimatlán, a forzar la extracción de materias primas de Phlegetos.  
  • Las naves espaciales de la Liga de Filos, mucho más rápidas, serían las encargadas de trasladar tanto los materiales desde Phlegetos a Kheb, como las armas y personal desde ahí hacia Ulcrist.
  • Busara se ocuparía de la producción alimenticia, tanto en producción directa para consumo como en almacenaje de excedentes.
  • Panyora tendría la tarea de construir, en los abismos de los mares de Kheb, refugios subacuáticos para albergar a cuantos civiles pudieran acoger. La tarea del transporte de materiales y personal recayó sobre los barcos de la Unión de Karshpar y la Liga de Filos.
  • Sobre los hombros de Surdia, Quimatlán, la Unión de Estirpes Garamali, Vrasek, la Coalición Nuavik y la República Honoria recayó la responsabilidad de entrenar en técnicas de combate terrestre a aquellos que se presentaran voluntarios para las milicias, debido a su especialización en los diferentes tipos de terreno existente en la superficie de Kheb.

Durante varios meses, Kheb vivió bajo un régimen de ley marcial en que todos y cada uno de los ciudadanos del planeta se esforzó al máximo por hacer su parte. Sin embargo, pronto quedó claro que para poder cumplir con la tarea requerida se necesitarían al menos quince meses de trabajo ininterrumpido. En 632.591.M34, seis meses después del retorno de la 'Bellerophon', los sensores de largo alcance situados en Ulcrist detectaron una flota, compuesta por al menos 30 naves, entrando en el sistema. Inmediatamente se envió la alerta a Kheb. Los civiles comenzaron a ser enviados a los refugios que ya estaban terminados, las tropas de tierra se prepararon para el combate y la flota espacial, cincuenta y cuatro naves civiles que incluían naves de transporte artilladas, naves de piquete y las únicas cuatro naves interestelares de Kheb, comenzó a aparejar, con la misión de retrasar a los invasores el mayor tiempo posible y vender caras sus vidas. Si los Eldars Oscuros habían venido a pelear, sudarían sangre para conseguirlo.

Una suerte que no fueran ellos.

Una visita inesperada

Por suerte para los defensores, la primera señal recibida de los supuestos invasores que salió de los vocoproyectores no fue una amenaza hecha en un lenguaje alienígena... sino un saludo procedente del capitán Himmelantz a bordo de la 'Ransom Starr'. Cuando el capitán Aristarchos oyó la voz de su homónimo de la Flota Imperial exigió hablar con sus hombres. Estos no tardaron demasiado en ponerse en comunicación con su antiguo oficial, asegurándole que la flota no había venido con intención hostil hacia Kheb, y que pedía permiso para amarrar en Ulcrist. Tras transmitir Aristarchos el mensaje a la flota de defensa y a Kheb, recibió confirmación por parte del alto mando.

Cuando los oficiales de la flota imperial aterrizaron en Kheb, se maravillaron del esfuerzo llevado a cabo por los habitantes del planeta. Si, las tropas de superficie eran poco más que civiles armados, y las defensas podrían ser consideradas como débiles por cualquier estratega, pero lo que vieron en los ojos de todos y cada uno de los habitantes del planeta fue la férrea determinación de defender su mundo sin dudar, sin tener en cuenta rencillas y antiguas disputas, y hasta el amargo final. De seguro, si hubieran tenido más tiempo, hubieran podido plantear graves problemas a los Eldars Oscuros.

Las noticias traídas por Himmelantz y por el Comandante General Prevost, al mando de la 4ª Ofensiva de la Cruzada, eran inmejorables. Los oficiales de Aristarchus habían tenido que luchar, literalmente, para hacerse escuchar por el Alto Mando. Algunos de los oficiales menos altruistas, tras escuchar lo que los oficiales del 'Bellerophon' intentaban explicarles, habían planteado que el esfuerzo por ayudar a la milicia de Kheb no sería sino un vano intento de retrasar lo inevitable. Empleando las fuerzas de los Astartes y los recursos aeroespaciales de la Cruzada sería fácil rechazar a los Eldars Oscuros, siempre y cuando se sacrificara a los habitantes del planeta. A fin de cuentas, hasta hacía poco habían estado viviendo en la inopia, y si no hubiera sido por aquel encuentro casual con la 'Ransom Starr', los Eldars Oscuros habrían acabado con aquellos advenedizos y el Imperio no se habría enterado jamás. Solo hubieran sido una anotación a pie de página en el recuento final de bajas de la Cruzada. Sin embargo, al poner a prueba la información, las fuerzas de la Cruzada habían logrado adelantarse a los Eldars Oscuros, que estaban aparejando y reuniendo un gran contingente de sus fuerzas para desencadenar el infierno sobre otra de sus 'zonas de muerte', y dejarlas heridas de muerte en un único y poderoso golpe.

Era en agradecimiento a la información facilitada que se había decidido trazar la línea en Kheb. Si los Eldars Oscuros proseguían con su campaña, y continuaban con el rumbo fijado, el enfrentamiento se llevaría a cabo en Kheb, pero en términos más parejos. Hasta nuevo aviso, las fuerzas de la Cruzada se mantendrían vigilantes en torno al sistema, ayudando al adiestramiento de las tropas y reforzando las posiciones ya establecidas por la milicia de Kheb.

Primera sangre

Finalmente, en 677.591.M34, la flota de los Eldars Oscuros, compuesta por decenas de naves, apareció en la periferia del sistema Kheb. Sin perder tiempo, la flota de la Cruzada, reforzada por las naves de Kheb, se lanzó al ataque. Dicha flota estaba lista para cualquier clase de enfrentamiento gracias a la potencia de fuego del 'Phobos Scutum', el acorazado que encabezaba las fuerzas imperiales, y de las fragatas y destructores que le acompañaban.

A bordo de los torpedos de abordaje, los Astartes de los Garras Rojas y las tropas procedentes de Ulcrist se prepararon para el asalto de las naves invasoras. El nerviosismo de los miembros de la milicia, que sabían que en unos momentos se estarían enfrentando a un combate real contra letales enemigos xenos, se veía compensado por la serenidad y la fría determinación de los Marines Espaciales.

Cuando las naves Eldar se aproximaban al límite interior de la nube de protocometas que rodeaba la heliopausa de Kheb se vio ametrallada desde varias direcciones por las piezas de artillería de varios destructores escondidos entre la rocalla planetaria. Mientras las naves más potentes se colocaban en posición de ataque, la primera oleada de torpedos de abordaje alcanzó sus objetivos, transportando a las tropas defensoras a un enfrentamiento cara a cara contra el enemigo, que ni siquiera había entrado del todo en el sistema.

Las primeras bajas entre los defensores se produjeron en aquel momento, cuando algunos de los torpedos fueron alcanzados por las armas defensivas de las naves de las Cábalas. Una escuadra de Astartes y dos compañías de la milicia quedaron inmediatamente vaporizadas. Aunque trágicas, estas pérdidas no fueron sino una gota en el océano que representaba la gran escala de la batalla.

Poco después, las fuerzas de la Cruzada asestaron el primer golpe severo contra las naves incursoras al destrozar uno de los cruceros enemigos y dañar tres fragatas en un potente fuego cruzado. Los Eldars Oscuros a bordo de dichas naves que sobrevivieron al primer embate murieron cuando los siguientes disparos abrieron el casco de las naves al vacío. Los pedazos retorcidos de las destrozadas naves, arrastrados por las ondas expansivas de las explosiones, golpearon a varias otras naves incursoras, dañándolas de cierta gravedad, lo que provocó que las líneas de naves de los Eldars Oscuros quedaran rotas al tener que alejarse entre sí para evitar daños mayores.

Poco después se produjeron las primeras bajas importantes de la flota de la Cruzada. La 'Luz de Gloria', una fragata clase Sword recibió daños en la borda de estribor que dejaron bloqueados los reactores de maniobra de dicho flanco, a resultas de lo cual pivotó sin control hasta colisionar con su nave hermana, la 'Acechante'. La colisión destrozó a ambas naves, perdiéndose a todos sus tripulantes abrasados entre las llamas o congelados en el vacío.

Entretanto, los grupos de abordaje habían entrado en contacto con el enemigo y estaban abriéndose paso a sangre y fuego a través de las naves abordadas. Para cuando las fuerzas de Ulcrist entraron en combate, los Garras Rojas ya habían asegurado áreas en los puntos de entrada y se habían lanzado al ataque hacia el interior de las naves. Mientras los Astartes contenían al inusitado número de enemigos que se precipitaban contra las tropas de abordaje, los soldados de Kheb, empleando cargas de plasma y explosivos de demolición atravesaron varios mamparos hasta hacerse con las zonas neurálgicas de las naves.

Las fuerzas de la Cruzada, concentradas en el enfrentamiento que se estaba llevando a cabo en las cercanías de Ulcrist,  habían descuidado la zona interior del sistema. Ya fuera por una inspirada maniobra o por la inherente locura de los xenos, un segundo contingente invasor, compuesto por guerreros de las Cábalas de los Ladrones de Almas y los Cuchillas Rasgadas, apareció cerca de Athanar, y procedieron a avanzar desde la estrella hacia Phlegetos y Kheb.

Dagas en la oscuridad

Mientras los Ladrones de Almas continuaban hacia Kheb, los Cuchillas Rasgadas, confiados en su victoria,  tan solo frenaron para reorganizarse un poco antes de lanzar su asalto sobre la cara oscura de Phlegetos. Mostrando muy poca disciplina de combate, los guerreros Eldar se agruparon en densas turbas que se precipitaron hacia las fortificaciones y los túneles mineros, en donde encontraron una feroz resistencia por parte de los habitantes del planeta, quienes estaban acostumbrados a la masiva gravedad que restaba eficacia a las tropas enemigas.

Los grupos de cosecha penetraron en las redes de túneles mineros con la idea de capturar a cuantos más prisioneros mejor. A medida que profundizaban en los oscuros túneles, que se prolongaban por kilómetros, y se iban separando por desacuerdos entre los invasores, fueron perdiendo la comunicación con la superficie, hasta que degeneraron en estática. Pronto se dieron cuenta de que estaban operando por su cuenta, literalmente perdidos y a ciegas, ya que los densos depósitos minerales que les rodeaban interferían con toda comunicación. No tardaron demasiado en enfrentarse, separados y en inferioridad numérica, con los mineros que se encontraban escondidos en la oscuridad, y que no dependían de ninguna clase de artefacto para orientarse.

Al cabo de unas 98 horas desde el inicio de la incursión sobre Phlegetos, las fuerzas de los Eldars Oscuros en órbita sobre la cara nocturna comenzaron a preguntarse qué habría pasado con los grupos de cosecha, ya que no se había producido ninguna comunicación. Fue por ello que enviaron a algunos grupos de guerreros a investigar la situación. Cuando, al cabo de varias horas, estos grupos también desaparecieron, toda la cautela de los invasores desapareció. Realizando pasadas orbitales a baja altura, arrasaron las instalaciones de superficie de Phlegetos, pensando que con ello estaban aniquilando a los posibles defensores humanos. Nada más lejos de la realidad, ya que las fuerzas imperiales estaban refugiadas en uno de los complejos mineros más profundos, a gran distancia de la superficie.

Para cuando el Arconte de los Cuchillas Rasgadas, al mando del asalto sobre Phlegetos, decidió abandonar la órbita el 90% de las tropas invasoras habían muerto o desaparecido, junto con la mayoría de los vehículos antigravitatorios. Admitiendo que los habitantes de Phlegetos eran más, estaban mejor adaptados que ellos al terreno y mucho más motivados, y que esta iba a ser una batalla que no podrían ganar, reunió al resto de sus fuerzas y se lanzó en pos de sus compañeros, hacia Kheb.

La batalla de Versal

La situación en Kheb no estaba siendo demasiado buena. Tras aparecer en el sistema, las naves de los Ladrones de Almas habían luchado ferozmente hasta abrirse paso a través de las defensas orbitales, inutilizando tres fragatas y dos destructores con las primeras salvas, dejando dañadas a otras cinco naves, entre ellas la anticuada 'Destiny'. Los cargueros remozados no fueron tampoco un desafío demasiado serio para los Eldars Oscuros, que lenta y metódicamente abrieron un agujero en las defensas, a través del cual abrieron fuego contra el planeta. Tras el bombardeo de apertura, y mientras regresaban para acabar con las fuerzas en órbita, las tropas de enloquecidos guerreros Eldars Oscuros descendieron sobre Kheb. Ya que no parecía posible que consiguieran hacerse con los bastantes prisioneros como para compensar la operación, se aprestaron a arrasar y aniquilar todo lo que se pusiera en su camino. Las zonas de desembarco escogidas por los Eldars Oscuros plantearían serios problemas a los defensores, como demostró la batalla que se produjo en la llanura de Versal, en territorio Honorio.

Debido a la devastación provocada por el bombardeo, las fuerzas imperiales tuvieron que desplegarse desde áreas alejadas de dichos puntos. Para complicar las cosas, el terreno situado entre los invasores y las defensas era bastante accidentado, lo que daba ventaja a las tropas de la Cábala, que disponían de una mayoría de vehículos antigravitatorios. Los pesados vehículos de apoyo imperiales tendrían que avanzar lentamente hasta alcanzar las áreas de combate, por lo que el enfrentamiento inicial dependió en exclusiva de la infantería aerotransportada y de los Astartes de los Puños Carmesíes.

En la colisión resultante entre ambas fuerzas, y a pesar de la fuerte resistencia planteada, para cuando los Eldars Oscuros se retiraron hacia sus zonas de desembarco la tasa de bajas entre los defensores fue desmoralizante. Casi un 20% de las tropas de la milicia murieron o quedaron gravemente heridas en aquel primer enfrentamiento, además de 17 Astartes, contra apenas un 5% de los guerreros Eldar. Y aún peor, según los informes las fuerzas invasoras que habían aterrizado en las cercanías estaban convergiendo contra las fuerzas defensoras.

Apenas dos horas después del primer embate, el nudo se cerró en torno de las tropas de la milicia. Un contingente de las fuerzas invasoras se lanzó al ataque contra el flanco este de las defensas, que se encontraba peor defendido debido a que las escuadras que protegían dicha sección de terreno habían sufrido una gran cantidad de bajas. Las fuerzas de la milicia de movieron con rapidez para cubrir la brecha, pero fueron pillados por sorpresa por un despliegue de Guadañas e Infernales quienes, aprovechando su movilidad aérea, establecieron zonas de aniquilación y cuellos de botella en los que retrasar a las tropas imperiales, las cuales se vieron obligadas a dispersarse y luchar por separado. Al no poder coordinarse para ayudar a sus compañeros, cada uno de los pelotones tuvo que mantenerse en movimiento para evitar ser acorralado y aniquilado por los cacareantes asaltantes.

Las fuerzas de los Astartes no estaban teniendo tantos problemas, ya que disponían de varios Land Speeder con los que acosar a las fuerzas aerotransportadas de los Eldars Oscuros a través del accidentado terreno. Con algo de esfuerzo, fueron recogiendo en su estela a los milicianos que habían ido quedando aislados. Sin embargo, incluso ellos comenzaron a sufrir bajas en su esfuerzo por defender a los habitantes de Kheb. El mortífero juego del ratón y el gato se prolongó durante otras cuarenta horas, en las que las fuerzas defensoras sufrieron un continuo goteo de bajas mientras se esforzaban en convertir lo que comenzó siendo una batalla campal en una guerra de guerrillas con la que intentar volver las tornas contra sus enemigos. Ni siquiera la llegada de las unidades blindadas, que habían forzado sus motores hasta llegar al área, consiguió acabar con el bloqueo.

Para las fuerzas invasoras en órbita, la situación no era tan halagüeña como esperaban. Mientras el Arconte de los Ladrones de Almas celebraba la que creía que sería una victoria predestinada, los restos renqueantes de las fuerzas de los Cuchillas Rasgadas aparecieron en las cercanías de Kheb. Tras un duro intercambio de palabras con el Arconte de la derrotada Cábala, la situación pareció cambiar de cariz. El éxito del asalto dependía de que las fuerzas de las tres Cábalas consiguieran superar a los defensores reunidos en el sistema para hacerse con el gran premio que representaba Kheb. A pesar del éxito de los Ladrones de Almas, la derrota de las Cuchillas Rasgadas, especialistas en combate de superficie, dificultaría las operaciones. Y, si la situación empeoraba, necesitarían la potencia de fuego de las naves de los Cráneos Desollados para poder plantar batalla.

Se cierra el círculo

Mientras las fuerzas de superficie de Kheb iniciaban la desesperada retirada hacia sus bases de operaciones, lamiéndose las heridas tras el primer encontronazo con los Eldars Oscuros, las cosas eran muy diferentes para la flota en órbita en torno a Ulcrist. Una docena de naves de los Cráneos Desollados habían sido totalmente aniquiladas, y la mayoría de las restantes estaban ardiendo en el espacio, gravemente dañadas. Las pocas supervivientes intentaron escapar, pero acabaron siendo alcanzadas y destruidas por las naves de piquete que hacían guardia en los límites de la heliopausa.

Tras la exitosa batalla naval, y los mensajes que llegaron desde Phlegetos en los que se informaba de la retirada de los Eldars Oscuros, la actitud de los oficiales que comandaban la flota era más que optimista, aunque pronto quedaría amortiguada por las noticias de lo acaecido en Kheb. El Comandante General Prevost, tras oír los informes de lo ocurrido, decidió lanzar a las restantes fuerzas navales contra los incursores en órbita del planeta capital del sistema estelar. Una tercera parte de la flota se establecería en órbita alta, atacando a la flota combinada de los Ladrones de Almas y los Cuchillas Rasgadas. Las demás naves se dividirían en dos puntas de lanza, que se alejarían de la eclíptica para asaltar Kheb desde el cenit y el nadir de la órbita del planeta, para después rodearlo y devastar a los enemigos, aislándolos de la superficie de Kheb.

Para cuando los tres contingentes de la flota llegaron se encontraron con que las naves de los Eldars Oscuros se habían dispersado por toda la órbita. No sería posible establecer una línea de combate, por lo que los diversos grupos de tareas deberían atacar por su cuenta a los objetivos a medida que se desplazaban y barrían la órbita. Entretanto, las naves que contenían los contingentes de los Garras Rojas se acercarían a la atmósfera lo más posible y lanzarían a los Astartes para apoyar a las fuerzas imperiales en la superficie.

Las cápsulas de desembarco y Thunderhawk de los Garras Rojas terminaron su despliegue apenas cincuenta y siete minutos después de la llegada de las naves a la órbita de Kheb, atravesando una densa cortina de fuego procedente tanto de las naves enemigas en órbita como desde las posiciones de superficie de los Ladrones de Almas. La maniobra tuvo el éxito esperado, ya que la mayoría de las rápidas naves consiguió llegar a sus puntos de aterrizaje prefijados sin demasiados problemas. A partir de dichos puntos, las fuerzas imperiales convergieron sobre las posiciones de los Eldars Oscuros, que ya se dirigían en masa para aniquilar a las tropas atrapadas en la llanura de Versal.

En el mismo momento en el que las fuerzas de los Ladrones de Almas terminaban de cerrar el dogal en torno a los defensores de Kheb, las Escuadras de Asalto de los Garras Rojas se trabaron en un furioso y desesperado combate con los Guadañas e Infernales, mientras que las Escuadras de Devastadores se ocupaban de los Incursores y Segadores. Las fuerzas defensoras, envalentonadas por la llegada de sus aliados, contraatacaron. Las tornas cambiaron: donde antes los Eldars Oscuros tenían encerrados a los soldados imperiales y se aprestaban a aniquilarlos, ahora se encontraban atrapados entre dos fuegos, y sin posibilidad de escapar salvo con grandes pérdidas al habérseles cortado el camino hacia sus puntos fuertes, que estaban recibiendo un pesado bombardeo procedente de las unidades en órbita.

Las fuerzas espaciales de los Eldars Oscuros también se encontraban en graves problemas. Un disparo afortunado procedente de la 'Heimdall' dañó de gravedad a la nave insignia de los Ladrones de Almas, interrumpiendo el flujo de órdenes procedentes del Arconte. En ese breve periodo, las naves de los Eldars Oscuros quedaron sin coordinación, momento que aprovecharon las fuerzas defensoras para presionar. Una punta de lanza compuesta por diez destructores, encabezados por la 'Phobos Scutum' y la 'Heimdall'  se lanzaron contra el núcleo de las fuerzas enemigas. A pesar de las furiosas órdenes del Arconte muchos de sus Dracontes, viendo la batalla en el espacio como perdida, decidieron replegar sus naves y retirarse del combate. Sin embargo no lograron escapar ya que un grupo de naves de las fuerzas de defensa de Kheb, ocultas tras las lunas del planeta y coordinadas a través de la 'Shirotatsu' cerraron la trampa y acabaron con ellas. Apenas una decena de naves logró huir, ninguna de ellas intacta.

Unidos por los Martillos

<<TRABAJO EN PROGRESO -- Ginnobushi (discusión) 19:53 2 mar 2013 (UTC)>>

Sociedad

Múltiples culturas, un solo planeta

Mapa NyumbaCulturas

Regiones Culturales

Desde que Nyumba salió de su edad de las tinieblas, en el 591.M34, las diferentes culturas y sociedades del planeta han cambiado dramáticamente en algunos aspectos, manteniéndose estrictamente iguales en otros. Esto es debido, exclusivamente, a que el ser humano, como otras muchas especies, medra en el conflicto. En un entorno totalmente homogéneo y estable cualquier sociedad estará abocada al estancamiento y, en última instancia, a la decadencia. Es por ello que los distintos gobiernos del planeta no solo apoyan esas diferencias, sino que hasta se alientan. A fin y al cabo, en su origen cada nación de Nyumba tenía un acervo cultural propio, y en tanto en cuanto se mantuvieron dichas diferencias culturales el planeta medró hasta convertirse en la joya que fue en su pasado.

Hay algunos rasgos culturales sin los cuales ciertas culturas no pueden sobrevivir, y uno de ellos es el idioma. A pesar de que el Gótico Imperial está extendido por todo Nyumba, se permite que cada nación emplee sus propios idiomas y dialectos para permitir la conservación y el crecimiento cultural y social de cada una de ellas. Sin embargo, las diferencias interculturales no siempre se limitan al idioma.

Algunas de las culturas de Nyumba han dado varios pasos más allá a la hora de revivir las viejas costumbres, tal y como es su derecho. Por ejemplo, la Unión de Pueblos Garamali y la Coalición Nuavik suelen practicar un estilo de vida mucho más atrasado al de sus vecinos. Nacen, viven y mueren del mismo modo que lo hicieron sus ancestros miles de años atrás, cazando, pescando y recolectando con sus propias manos y, en general, manteniéndose aparte de los demás.

Diferencias entre países

Aunque tras el proceso de unificación llevado a cabo tras el final de la Cruzada de Wikia los pueblos de Nyumba quedaron unidos bajo una única bandera, sería un error el creer que cada nación de Nyumba es exactamente igual a sus vecinas. Aunque existe un cierto grado de colaboración gubernamental entre los distintos países, no todas las diferencias existentes han sido borradas, a pesar de la disponibilidad de métodos tecnológicos, comunicaciones y transporte, factores que tienden a homogeneizar las sociedades. Las antiguas fronteras de las naciones constitutivas de Nyumba siguen existiendo, y cada una de ellas ha desarrollado métodos para preservar su identidad cultural. Sin embargo, todos ellos reconocen a una autoridad capaz de arbitrar entre sus diferencias: la de Busara y, por extensión, la de los Martillos de Wikia.

Fuentes

Material ideado y recopilado por Ginnobushi y los miembros de Wikihammer 40K con referencia a material, personajes, situaciones y términos propiedad de Games Workshop. Todos los derechos reservados.

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