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Veredicto del Certamen de Relatos Wikihammer + Voz de Horus ¡Léelos aquí!

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Emplazado en el Segmentum Obscurus, Mordia es el planeta natal de la Guardia de Hierro de Mordia. Las gentes de Mordia suelen ser personas de un temperamento austero y sombrío, propiciado seguramente por el clima que soporta el planeta. Los índices de suicidio en Mordia son los más elevados de todo el Imperio desde la destrucción del planeta natal de los Amos de la Noche, Nostramo.

Desde la colonización del planeta, Mordia ha sido víctima de varias invasiones, sin embargo, solo una de ellas es conocida por todo el Imperio: en ella, las fuerzas del Caos fueron derrotadas gracias al extremo valor y determinación de la Guardia de Hierro.

Mordia es un mundo que está anclado con su estrella, por lo que el día en Mordia es el mismo que el año. Como el planeta no gira sobre su eje, esto significa que como en Luna, la mitad del planeta está bañada en una oscuridad perpetua y la otra mitad convertida en cenizas por el sol. Esta característica inusual hace de Mordia un mundo verdaderamente miserables para vivir en él, y que tiene bien ganado su apodo como el "Mundo de la Noche Eterna", pues todos los asentamientos humanos se encuentran en el lado oscuro de Mordia. La falta de rotación del planeta impide cualquier clase de vientos fuertes debido a la falta de un Efecto de Coriolis y como tal el ambiente es espeso y oscuro. Sus miles de millones de habitantes humanos viven en grandes Ciudades Colmena, donde todos los recursos son controlados y distribuidos por el estado, viviendo en una superficie de tierra que apenas cubre una décima parte del tamaño de Terra. Sus Ciudades Colmena se caracterizan por ser torres piramidales de múltiples niveles, similares a montañas de acero y cerámica que se elevan hacia un cielo de ébano. El gobierno planetario de Mordia es conocido como la Tetrarquía, y controla y raciona estrictamente los magros recursos del planeta. Esta escasez y la represión engendra naturalmente cierto descontento, y la existencia de la Guardia de Hierro es a menudo lo único que se interpone entre el orden y la anarquía total. Hay mucho descontento entre el pueblo, y los Regimientos de la Guardia Imperial reclutados en Mordia, la Guardia de Hierro de Mordia, pasa gran parte de su tiempo simplemente manteniendo a la población a raya cuando no están desplegados en zonas de guerra imperiales.

Historia[]

La Batalla de Mordia[]

Mordia

Guardia de Hierro de Mordia desembarcando

En los largos y siniestros anales de la Inquisición hay muchas historias de traición y horror, de la destrucción de mundos y el triunfo de la codicia y la estupidez del hombre. Es un registro de la debilidad humana y el poder de los Dioses del Caos. Sin embargo, entre los registro de planetas perdidos y la derrota mortal hay algunas historias de la victoria del hombre; casos raros donde los ejércitos daemonícos del Caos ha sido derrotado en el momento de su éxito y conducidos de nuevo al vacío del que procedía. Mordia es uno de tales. La mayor amenaza para Mordia llegó un cálido verano. El calor sofocante era inusual incluso para Mordia, y el planeta hervía de agitación. Bajo las calles se meditaba una conspiración que representaba una amenaza mucho mayor que cualquiera vista antes. En las profundidades se convocó un cónclave oscuro, un grupo de hombres que conocían la medida de la riqueza de Mordia y la querían para sí mismos.

Lejos de los ojos de los ciudadanos más cuerdos hicieron sus encantamientos y exhortaron a los Dioses del Caos. Iniciaron un hechizo. Es imposible decir cuánta sangre inocente se derramó para alimentar su hechicería, o cuán siniestras fueron las promesas hechas a sus amos oscuros. Los que lanzaron el hechizo buscaban solamente el enriquecimiento personal; su ansia de poder no tenía límites.Destruirían el planeta si tenían que hacerlo. Se preocupaban más por sus prolíficos millones de lo que lo hicieron los Dioses del Caos. El verano creció en calor a medida que el hechizo se acercaba a su clímax. Se informaron de muchos sucesos extraños en la ciudad capital de Vanandra. Las turbas caníbales y bandas criminales estaban inquietas. Los hombres veían monstruos alados flotando sobre las luces de la ciudad. Las personas desaparecían sin dejar rastro.

Eventualmente el hechizo se completó y de repente el planeta se sacudió cuando su cielo estalló en llamas y vomitó los Señores de la Guerra de Caos. Desde el Ojo del Terror una nave distorsionada y fea surgió sobre el cielo Mordia haciendo llover fuego y destrucción sobre el planeta. Marines Espaciales del Caos fueron vomitados sobre toda la ciudad, iniciando un exterminio y sacrificio a sus dioses. Los Daemons acechaban entre torres en llamas y cazaban las almas de los que huían de la devastación. Desde sus escondites, los siervos del Caos se arrastraron a la superficie para bañarse en el fuego y el terror del planeta, confiados en favor de sus amos ahora que su trabajo estaba hecho.

Cuando el cielo estalló en llamas, los Tetrarcas de Mordia ordenaron a sus Astrópatas enviar llamadas de socorro. Mas el poder del Caos era tan fuerte que la mente de los Astrópatas se fundió con el esfuerzo. Era imposible que alguien pueda decir si los mensajes llegaron o no, o si la ayuda estaba en camino. Mientras tanto, la Guardia de Hierro libró una valiente resistencia contra el asalto daemoníco. Mientras que hombres menores huían despavoridos ante el poder del Caos, la Guardia de Hierro se mantuvo firme, vertiendo descarga tras descarga de fuego láser sobre las filas del enemigo. Sin embargo, los Capitanes de la Guardia de Hierro se vieron obligados a dar la orden de retirarse. Aunque sus hombres resistían hasta el final, poco podrían lograr contra las hordas de Daemons y Marines Traidores que se les oponían. De mala gana, la Guardia de Hierro se reagrupó alrededor de la capital, cediendo el resto del planeta al enemigo.

Mientras las fuerzas del Caos arrasaban toda Mordia, la Guardia de Hierro preparó las defensas de Vanandra. Cada edificio se convirtió en una fortaleza, todas las torres en un punto de apoyo, y cada calle y plaza una zona de exterminio con armas cuidadosamente colocadas por la Guardia de Hierro. En el centro estaba el propio Palacio de la Terarquía, desde el que se coordinó la defensa de la capital. Cuando comenzó el ataque, la Guardia de Hierro estaba lista. Los Marines Espaciales del Caos cayeron ante su fuego bien disciplinado cuando disparo tras disparo golpeó sus filas. Encauzados a las zonas de exterminio, los Marines del Caos fueron fácilmente repelidos, mas enemigos mucho más grandes y más potentes les pisaban sus talones.

De las alcantarillas y conductos de servicios de la capital se derramó un ejército de Cultistas del Caos, esos miserables que habían vendido sus almas a los Dioses Oscuros. Vestido con harapos y armados con no más de barras de hierro y cadenas, se arrojaron sobre los defensores. Impulsados por su demencial devoción a Caos, poco les importaba si vivían o morían y miles fueron abatidos por las armas de la Guardia de Hierro. Sin embargo, este sorpresivo ataque dejó a los defensores con la guardia baja para el siguiente asalto. Las Fuerzas del Caos se movía sobre la Guardia de Hierro con un propósito. Daemons y Marines Espaciales del Caos avanzaron como uno. Desangradores de Khorne rugieron un gran desafío para enfriar la sangre mortal. Guardianes de Secretos acechaban el campo de batalla, matando a los que se atrevieron a detectarles con una mirada fulminante. Horrores que gritaban y charlaban en un inquietante borrón de poder incandescente. Era un espectáculo aterrador, y sin embargo la Guardia de Hierro se mantuvo firme ante la embestida aunque muchos pagaron el precio más alto por su devoción.

Calle a calle, edificio a edificio, la Guardia de Hierro se retiró al corazón de la ciudad. Sus líneas se contraían, pero se negaron a caer, mientras ataque tras ataque era repelido. Cuando las pérdidas eran demasiadas, o cuando las posiciones eran desbordadas y se volvían insostenibles, la Guardia de Hierro se retiraba a otra línea, preservando siempre cuantos hombres y armas podía. Fue una batalla con toda la brillantez y disciplina de las mejores tropas que los tácticos imperiales pudieran esperar. Sin embargo, era una batalla que los Mordianos no podían ganar. Con el tiempo no hubo a donde retirarse. Al final, la Guardia de Hierro tomó posición alrededor del propio Palacio de la Tetrarquía, el último punto fuerte en todo el planeta. Detrás de las defensas construidas apresuradamente la infantería esperó el ataque final. De las torres y balcones ceremoniales los cañones láser y otras armas pesadas brillaban a la luz de un cielo en llamas.

De repente, la horda del Caos cayó sobre ellos, gritando y aullando su poder. Grandes Daemons de Nurgle caminando torpemente entre sus secuaces y elevándose por encima de ellos cuatro o cinco veces la altura de un hombre, gigantes y señores por derecho propio. Los Daemons hinchados avanzaron, derramando sus vísceras putrefactas por el suelo, emitiendo gases nauseabundos de ampollas y lágrimas de su carne correosa. Junto a ellos estaban los Marines de Plaga de la Guardia de la Muerte, fieles servidores de ese dios pestilente, cuyas Servoarmaduras verdes se recreaban en la decadencia, cuyos cuerpos estaban saturados con enfermedades. Por delante de ellos una nube negra de moscas zumbó sobre la Guardia de Hierro, arrastrándose hacia sus ojos y oídos y llenando sus bocas con cuerpos peludos negros.

Los Rifles láser de la Guardia de Hierro escupieron una salva mortal a la horda. Una vez más los rifles láser gritaron con una sola voz, mientras los capitanes ordenaron disparo tras disparo a la vil masa. Desde el Palacio de la Tetrarquían vino el stacatto de los cañones automáticos, el grito enojado de los Bólters Pesados y el chillido penetrante de los cañones láser. Con la precisión de un metrónomo las tripulaciones de estas armas cargaron y dispararon una y otra vez, sin parar por un momento o rompiendo su rutina. Sangre daemoníca corrió como un río sucio en la plaza una vez blanca, pero cuando una bestia caía otra marchaba por encima de su cuerpo hacia las posiciones de la Guardia de Hierro. Los capitanes ordenaron a sus hombres retirarse a la escalinata del palacio y formaron una línea de fuego. Con su disciplina intacta, la Guardia de Hierro se preparó para una última descarga antes de que las fuerzas del Caos cayeran sobre ellos. Su último momento había llegado, aunque ahora quedan pocos para presenciar su inevitable derrota.

Poco podía saber los defensores de Mordia del poder o los propósitos del Caos, o que el abrazo de los Dioses del Caos sobre Mordia era más que tenue. El hechizo que los había llevado al Espacio Real e imbuía la carne de sus siervos con energía estaba casi agotado. Los fuegos que ardían en el cielo se atenuaron y el ímpetu de los daemons se volvió vacío en el aire. Ante la mirada de la Guardia de Hierro, sus enemigos se disolvieron ante sus ojos. El cielo volvió a su negrura. En la oscuridad las luces de posición de naves imperiales brillaban entre las estrellas. La Guardia de Hierro había ganado no sólo una batalla, sino la cosa más preciada: tiempo. Desde más allá de la órbita de Mordia, psíquicos imperiales habían forjado un contra-hechizo para romper el control del Caos. Mientras que la Guardia de Hierro defendía el planeta, una batalla de voluntades había causado estragos entre los mortales del Imperio y los Dioses Oscuros. Sólo la heroica resistencia de la Guardia de Hierro había dado a los psíquicos tiempo suficiente para emplear sus artes místicas antes de que el Caos ganara el planeta para siempre.

La desaparición de sus unidades pesadas desmoralizó a los restos de los atacantes y la Guardia de Hierro aprovechó la oportunidad para derrotar al enemigo y expulsarle del planeta. Mediante su gran disciplina y una voluntad de sacrificio que habría impresionado a un Astartes, la Guardia de Hierro de Mordia contuvo a las Fuerzas del Caos el tiempo suficiente para que los Psíquicos Sancionados rompieran el hechizo y se aseguraran de que Mordia permanecería en manos del Imperio de la Humanidad.

Como resultado de la Batalla de Mordia, los regimientos de la Guardia de Hierro de Mordia fueron consideradas entre las unidades de élite de la Guardia Imperial y fueron desplegados en varios conflictos por toda la galaxia.

Fuentes[]

Extraído y traducido de Wikihammer 40K UK.

  • Codex: Guardia Imperial (2ª, 3ª (2ª versión), y 5ª Edición).
  • Only War: Core Rulebook (Juego de Rol).
  • White Dwarf Nº 154.
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