
Mandrágora.
"Existe una muy buena razón por la que tantas culturas y sociedades de la galaxia temen a la oscuridad..."
- —Inquisidor Bastalek Grimm
Los Mandrágoras (Mandrakes en inglés) son los más depravados de todos los Drukhari, cazando a los de su propia raza desde las sombras de Commorragh. Estos seres viven en Aelindrach, una de las zonas más profundas de Commorragh, donde las sombras parecen cobrar vida. Nadie sabe cómo un Arconte puede conseguir que estas criaturas le sirvan en batalla, pues, ¿qué terrible precio debe ofrecer a estas bestias, a las que tan solo les interesa la carne y la sangre?
Descripción[]
En los más velados ángulos y recovecos de la Telaraña acechan los seres conocidos como Mandrágoras. Esta vil estirpe es temida en secreto incluso por los demás Drukhari, pues un Mandrágora puede entrar en la realidad cruzando directamente a través de la sombra de cualquier otra criatura, emergiendo con un escalofriante siseo para hundir sus gélidas garras y colmillos en la carne de su víctima. Los Mandrágoras existen a la vez tanto en la realidad como en una dimensión maldita más allá del velo, y combatirles equivale a combatir contra sombras vivientes, pues se trata de criaturas parcialmente incorpóreas. Son capaces de manifestarse dondequiera que las sombras se juntan con la penumbra y como tales son una pesadilla malévola en los mundos nocturnos y en las zonas de guerra que están sumidas en oscuridad. El planeta Mordia, hogar de los regimientos de la Guardia de Hierro del Astra Militarum, ha soportado múltiples ataques de Mandrágoras, criaturas diabólicas que aparecen para matar a oficiales de alto rango antes de retirarse de la realidad una vez más.
Los orígenes de los Mandrágoras están envueltos en el misterio. Hay quien dice que descienden de Aeldaris que establecieron una abyecta unión con entidades extraplanares cuando el Imperio Aeldari atravesaba su período de mayor decadencia. Otros aseguran que descienden de un culto prohibido que logró de algún modo escapar a la Caída, cuyos miembros se ocultaron en las sombras y emergieron cuando había pasado el peligro, convertidos en algo mucho más alienígena. Los Drukhari más jóvenes llaman a los Mandrágoras "Terrores", pues pueden saltar de una sombra a otra o reptar por entre los reflejos, para emerger en el mundo real y abalanzarse sobre sus atemorizadas víctimas sin previo aviso. Creen que los Mandrágoras son seres de oscuridad viviente, y en buena parte tienen razón.
Todas estas teorías no parecen tan descabelladas cuando uno tiene en cuenta la apariencia física de un Mandrágora. Su piel es negra como el tizón, y más que reflejar la luz parece absorberla. Su pelo lacio es del color pálido del hueso, y sus rasgos corporales cambian de forma y se deslizan como el aceite. Su cara parece temblar y cambiar constantemente: un instante parece una máscara sin expresión ni rasgos, y al siguiente se abre cual una herida acerada de largos dientes, punzantes como agujas. Los retorcidos símbolos que decoran toda su piel son sellos de destrucción, de los que se dice que aquel que pueda descifrarlo será maldito para toda la eternidad, y que palpitan con un extraño brillo siempre que el Mandrágora se está alimentando del dolor de una presa. Junto a todo esto, la criatura está rodeada por un aura de oscuridad y frío que mina las fuerzas de todos los que se encuentran cerca.

Los Mandrágoras son capaces de canalizar estas energías en rayos de fuego frío, conocido como fuegoimpío, que surgen de la punta de sus garras y acaban con sus víctimas de manera instantánea, prendiendo su alma. Se rumorea que, incluso, este fuego puede saltar a aquellos con los que sus víctimas tengan una conexión emocional o espiritual, aunque estén a media galaxia de distancia. Cuando se lanzan al combate cuerpo a cuerpo, no solo atacan con sus garras, espolones y colmillos, sino también con extrañas espadas incrustadas de sangre reseca, que recuerdan vagamente a las herramientas quirúrgicas de los Hemónculos.
Las Mandrágoras son grotescamente ágiles, capaces de contorsionarse en ángulos imposibles y de actuar en maneras que las leyes naturales no permitirían, pues se les ha visto escalando superficies verticales desafiando la gravedad o reptando por techos. Aunque, sin ninguna duda, lo más aterrador de ellas es su capacidad de aparecer y desaparecer en las sombras. A medida que su tangibilidad disminuye, los disparos pasan inofensivamente a través de ellos, aunque no sucede lo mismo con los ataques de los Mandrágoras, los cuales siempre impactan con una visceralidad física.
Hay oscuros presagios que avisan de la aparición de las Mandrágoras. A menudo, la primera señal de un ataque de Mandrágoras es un brusco descenso de temperatura y unas volutas de escarcha flotando en el aire. En otras ocasiones, les preceden susurros malévolos que parecen surgir de todas partes al mismo tiempo. Las hogueras y lúmenes chisporrotean y se apagan, esparciendo las sombras, que las Mandrágoras utilizarán como herramienta. Aquellos con los sentidos lo suficientemente agudos notarán una sensación de pánico y paranoia crecientes, que carga el ambiente como la electricidad estática antes de una tormenta.
Agentes poco convencionales[]
Como todos los habitantes de Commorragh, los Mandrágoras se regocijan de forma malévola infligiendo dolor, y debido a su capacidad sobrenatural para el sigilo, más de un Arconte ha recurrido a ellos a fin de reforzar la incursión de Drukhari hacia el Espacio Real. Entrar en contacto con un Mandrágora no es sencillo, y siempre es necesario cumplir algún tipo de ritual. Algunos tendrán que susurrar invocaciones en espejos oscuros o charcos de sangre, mercurio y tinta; otros tendrán que entrar en trance inhalando humo de raíz fúnebre y ungiéndose los ojos con lágrimas de aquellos atrapados en pesadillas eternas; otra práctica es usar lititos azabaches, tallados para crear ángulos extraños para enfocar y distorsionar las sombras. Independientemente del método, el peticionario deberá de ser sumamente cuidadoso en las negociaciones.
La mayoría de veces, los Mandrágoras piden esclavos como pago por sus servicios pero, en ocasiones, pueden estar interesados en algún tipo de retribución más esotérica y difícil de comprender, como por ejemplo "un latido de corazón", "el recuerdo del ser más querido", "un nombre verdadero", o "una voz". Da igual cómo se consigan, pero estas peticiones siempre acostumbran a ser satisfechas, pues se sabe que los Mandrágoras marchan a la guerra vistiendo adornos hechos con retazos de piel de aquellos que les han traicionado en el pasado, y son incansables en su persecución de cualquiera que no pague su deuda.
Los Mandrágoras son famosos por su habilidad para seguir el rastro de sus presas, y por su capacidad para manifestarse en cualquier zona de penumbra en la que las sombras se acumulen. Cuando una fría garra aparece de la nada para cerrarse en torno a una muñeca o un tobillo, la víctima puede estar segura de que en breves instantes sentirá las gélidas dentelladas de un Mandrágora. Algunas bandas de Mandrágoras cazan a sus presas de un modo ritual y casi ilógico, como persiguiéndole solo a ciertas horas, cuando está solo o cuando sus latidos van a cierto ritmo. Aunque la presa sea capaz de adivinar estos rituales, solo podrán evitarlos por un tiempo, nunca indefinidamente
No siempre son reclutados como asesinos. También son guardianes y centinelas fieros y sobrenaturales, y es sabido que han aparecido para extraer personal de gran importancia, aunque la cordura de estos individuos no siempre sobrevive al hecho de haber sido salvado por este tipo de seres.
Ni siquiera Asdrúbal Vect estuvo a salvo del alcance de Aelindrach. Los Mandrágoras penetraron por cada guarda y barrera sub-dimensional que protegía el sanctasanctórum del Soberano Supremo, emergiendo con espadas en mano para matar al Arconte más poderoso que jamás haya vivido. Cuando Vect apareció una vez más y se declaró la Musa Oscura Viviente, ejecutó una rápida y despiadada retribución contra cada Commorrita que había mostrado el más mínimo indicio de deslealtad; sin embargo, su ira no llegó a tocar a los Mandrágoras. Tal vez sea porque fueran jugadores en su gran maniobra, o tal vez porque sembraron el miedo en el negro corazón de Vect.
De aquellas almas que los Mandrágoras capturan poco o nada se sabe, aunque esta ignorancia es en realidad misericordia para todo aquel que quiera dormir tranquilo por las noches. Son inconcebibles los tormentos a los que pueden ser sometidos antes de su destino final, que invariablemente será la muerte. Ni siquiera así podrán conocer la paz, pues sus restos serán utilizados como trofeos, armas, o fines esotéricos, como la colección de cráneos de Kheradruakh el Decapitador.
En ocasiones, han aparecido en el Espacio Real por otras razones. Se sabe que xenoarqueólogos o traficantes incautos han despertado su ira por interactuar sin saberlo con uno de sus focos de invocación, o que acciones tan nimias como susurrar un deseo a la sombra de un obelisco negro, respirar sobre un trozo de vidrio oscuro o derramar una gota de sangre sobre un cráneo chamuscado marcado por runas puede incurrir en su rabia. Sea cual sea el motivo por el que salen de Aelindrach, son una amenaza para todo ser viviente, y normalmente es necesario desplegar guerreros de élite para poder acabar con la amenaza.
Tipos de Mandrágoras[]
Los Mandrágoras son seres extraños, y difíciles de conocer. Sin embargo, cuando marchan de caza, se pueden identificar diferentes tipos de Mandrágora dependiendo de las armas que porten o las técnicas y habilidades que poseen y utilizan:
- Nocturnas - Basta con la mera presencia de una Nocturna para que sus presas queden congeladas de terror. Los que intentan resistirse ven como sus ataques los reciben las almas atrapadas en los talismanes oubliex que cuelgan del cuello de la Nocturna, fantasmas de anteriores víctimas.
- Abisales - Se dice que los Abisales nunca han abandonado Aelindrach del todo, y eso les permite canalizar las energías malignas de ese otro reino. Esa fuente de poder les otorga un control inigualable del fuegoímpio, que en sus manos parece tener aterradora vida propia.
- Catadoras de carne - Estos seres pavorosos toman ritualmente las extremidades desmembradas de sus víctimas, y lo demás queda calcinado por los fuegos fríos de su filo impío.
- Fauces fúnebres - Aquellos marcados por las Fauces Fúnebres ven su aspecto por todas partes, acercándose cada vez más desde cada sombra y cada reflejo. El crescendo aullante de sus gritos es lo último que oyen esas víctimas, destrozando su cordura y desgarrando sus almas.
- Tejesombras - Las Tejesombras manipulan la materia de la oscuridad. Pueden denegar la luz, sea natural o artificial, y sumir áreas en una penumbra densa que ni los sensores pueden penetrar. Al trazar hebra sobre hebra de tejido tenebroso, crean una oscuridad tan profunda que abre agujeros en la propia realidad.
Armamento[]
Las escuadras de Mandrágoras se componen de 6 o más guerreros, armados con espadas u hoces de aspecto malvado denominadas filo de acero, de los cuales uno puede ser un Nocturno. Además, un Mandrágora recién alimentado puede canalizar las energías robadas de su presa convirtiéndolas en rayos castigadores de hielo.
Miniaturas[]
Fuentes[]
- Codex: Eldars Oscuros (Ediciones 3ª, 5ª y 7ª).
- Suplemento: Drukhari (8ª Edición).
- Codex: Drukhari (9ª Edición), pg 100.
- Kill Team: Pesadilla, pp. 25 - 27.