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Veredicto del Certamen de Relatos Wikihammer + Voz de Horus ¡Léelos aquí!

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"La gente cree que los Astartes de la VI son unos simples salvajes, pero tú has pasado el tiempo suficiente entre nosotros para saber que eso no es verdad. Luchamos con inteligencia. No nos limitamos a lanzarnos a la carga, aunque parezca que eso es lo que hacemos. Siempre utilizamos una inteligencia táctica impecable. Aprovechamos cualquier grieta en el enemigo, cualquier debilidad que tenga. Somos implacables, no somos estúpidos."

Leman Russ al hablar en Nikaea con Kasper Ansbach Hawser

Los Lobos Espaciales (Space Wolves en inglés) fueron una de las 20 Legiones, en concreto la VI Legión, de Marines Espaciales creadas por el Emperador para su Gran Cruzada. Su Primarca era Leman Russ, el Rey Lobo de Fenris. Los Vlka Fenryka (como se llaman a sí mismos en el dialecto propio de Juvjk, podría traducirse por "Lobos de Fenris") se mantuvieron ferozmente leales al Imperio durante la Herejía de Horus, castigando a los Mil Hijos por su abuso de los poderes psíquicos y enfrentándose a las Legiones Traidoras, especialmente la Legión Alfa. Durante la Gran Purga se negaron de plano a someterse al Codex Astartes de Roboute Guilliman, y desde la desaparición de su Primarca montan guardia en torno al Ojo del Terror para impedir que los Marines Espaciales del Caos (y los hijos de Magnus el Rojo en particular) ataquen a los súbditos del Padre de Todas las Cosas.

Historia[]

"No importa cuán alto se alcen tus muros,
No importa cuántos responderán a tu llamada,
No importa cuánto brille el filo de tu espada,
Ni el fulgor de tu hogar.
El lobo aguarda,
El lobo aguarda en las sombras por todos nosotros.
"

De la Balada de Grimnr Lenguafría

Desde los días de la creación de la Sexta en Terra, esta siempre ha sido una Legión distinta de sus hermanas, cuyos orígenes están ocultos y que se ganó una temible reputación, tanto por su habilidad como fuerza de asalto de choque, como por sus incansables persecuciones y operaciones de búsqueda y destrucción. La violencia inesperada ha sido la firma de la Legión desde su primera participación en la Gran Cruzada, y sus campañas siempre han carecido de sutileza pero han sido brutalmente rápidas. Como sus homónimos de los días antiguos, los lobos de la Vieja Terra, los asaltos de la VI Legión siempre han parecido ejercicios calculados de ferocidad diseñados para desgarrar y destrozar hasta que el enemigo yace en pedazos o es empujado a la muerte. Pero fue con la reunión de la Legión con su Primarca, Leman Russ, y con su establecimiento en el helado mundo letal de Fenris, uno de los hogares más peligrosos y extraños de la Humanidad, cuando la naturaleza de la VI Legión alcanzaría su apoteosis y nacerían realmente los Lobos Espaciales.

Mjollnir por Franz Vohwinkel Lobos Espaciales

Bajo su señor y "padre" Leman Russ, la Legión de los Lobos Espaciales se abriría un sangriento camino a través de las estrellas de la Gran Cruzada, pero jamás se apartó realmente de la sombra del Emperador: a diferencia de sus Legiones hermanas, los Lobos Espaciales fueron mantenidos bajo el firme control de la Corte Imperial y desatados por orden del Emperador, tanto para castigar salvajemente a los que renegaban de sus votos de servicio, como para destruir a aquellos que se resistían a las ofertas de Anexión en la oscura frontera. Este papel habitual como herramienta sangrienta de castigo, combinado con los propósitos secretos para los que la Legión había sido empleada, y con la creciente idiosincrasia cultural de los Lobos Espaciales, supuso una separación cada vez mayor entre la Sexta y las otras Legiones de Marines Espaciales a medida que pasaban las décadas de guerra. Por este motivo, en los últimos años de la Gran Cruzada, cuando Horus fue convertido en Señor de la Guerra, los Lobos Espaciales eran en muchos sentidos una Legión aislada y apartada. Con algunos de sus parientes mantenían lazos de camaradería y respeto, por distantes que fueran, pero con otros hervía una acritud y desconfianza mutuas, y otros más no les consideraban más que monstruos con correa, desatados solo para matar cuando era necesario, algo menos que humanos y quizás incluso menos que Astartes. De tales opiniones o consideraciones los Lobos Espaciales no se preocupaban: sabían perfectamente que ellos no eran los constructores de imperios, ni los vigilantes de sus murallas, ni rígidos soldados preocupados por la brillante pompa o las competiciones sin sentido por el rango y la perfección. Ellos eran depredadores, así les habían creado, y pobre de aquel que cayese entre sus fauces.

Condicionada para sentir una despreocupación casi suicida por el peligro y entrenada para aprovecharla al máximo en el campo de batalla, la infantería pesada que formaba el núcleo de los batallones de la Legión era una fuerza puesta a punto a base de combatir contra los incontables enemigos de la Humanidad, y según se susurra, contra sus propios hermanos más díscolos.

Orígenes: La Sombra antes de los Lobos[]

Como ocurrió con varias de las proto-Legiones en las etapas finales de las Guerras de Unificación, muchos de los detalles tempranos de la Fundación y reclutamiento de la VI Legión permanecen envueltos en un velo bastante deliberado de secretos, tejido desde el momento de su creación. Más allá del habitual secretismo y seguridad con que el Emperador decidió rodear el proyecto de los Marines Espaciales para proteger a las nacientes Legiones Astartes, la VI división, junto con la XVIII Legión (que después se conocería como los Salamandras) y la XX (posteriormente llamada Legión Alfa), fue formada y establecida prácticamente separada del resto, y en general se cree que fue formada con fines muy específicos. Nadie, salvo quizás un puñado de los confidentes más cercanos y tempranos del Emperador que sobrevivieron a aquellos días perdidos y sangrientos, conoció los hechos que rodearon a esta misteriosa "tríada" de Legiones, como a veces se la ha llamado, y la verdad probablemente murió con ellos, aunque en el caso de las Legiones Astartes que acabarían por conocerse como los Salamandras y los Lobos Espaciales, su poderío genético era muy distinto del de sus pares.

Puede verse que este elemento de misterio en torno a la tríada de proto-Legiones estableció una distancia entre ellas y sus hermanas, en especial en cuanto a su primera leva de iniciados, que estuvo rodeada de oscuros rumores. En el caso de la VI Legión se pudo apreciar con claridad una enorme divergencia en orígenes y genotipos. Un estudio pormenorizado de las pruebas que se conservan indica que se escogieron representantes de algunas de las culturas y grupos proscritos más bárbaros, regresivos e hiperviolentos de la Terra anterior a la Unificación, aunque con semejante diversidad, la selección parecía haber sido más individual que dedicada a aprovechar una única sociedad guerrera. Así fue como mientras algunas proto-Legiones, como la Décima (después, Manos de Hierro) y la Decimoquinta (más tarde, Mil Hijos), mantuvieron fuertes remanentes culturales de los imperios sometidos de Terra, la naciente Sexta fue casi una tabla rasa. En lugar de una cultura común, lo que unía a sus miembros era ante todo su entrenamiento aislado como una fuerza militar coherente bajo la dirección del Strategos del círculo interior del Emperador. Lo que también hacía única a la Sexta fue la naturaleza única de su semilla genética, aunque lo que la distinguía de la de otras proto-Legiones aún no era visible para los extraños.

Las pruebas indican también que el paso de la VI Legión por las fases de expansión era más lento que muchas de sus hermanas, más quizá, en sus primeros años, que cualquier otra excepto la Vigésima, que tuvo extraños y oscurecidos orígenes. En retrospectiva, esto se debió probablemente a los altos niveles de reacción fatal a los implantes entre los aspirantes de la Legión, que se asociarían a la semilla genética de la Sexta hasta su estabilización con el patrón genético de su Primarca. En cualquier caso, como las demás proto-Legiones de la tríada, la Sexta fue mantenida al margen de los combates a gran escala a finales de las Guerras de Unificación y durante la reconquista del Sistema Solar. Esto no solo sirvió para aislarlas más de sus congéneres, sino que también les privó del beneficio de las levas ampliadas que obtuvieron aquellas Legiones que habían participado en la Primera Pacificación de Luna, que fueron recompensadas con prioridad en el uso de sus laboratorios genéticos. Quizás irónicamente, esta segregación también les libró de la crisis de la semilla genética que casi destruyó a la Tercera (después Hijos del Emperador) y también dañó a la Quinta (Cicatrices Blancas) y a la Novena (Ángeles Sangrientos).

Fue casi una década después de que la Gran Cruzada saliese de los confines del Sistema Solar y se extendiese hacia las estrellas distantes cuando la VI Legión fue desatada abiertamente en masa contra un enemigo. Lo que ocurrió en los diez años anteriores se ha perdido por completo, incluso para los propios Lobos Espaciales, pero los registros sobre esa primera batalla, la Conquista de "1-122", conocido por su población humana indígena como Delsvaan, son claros. Enviada desde la sombra de la Principia Imperialis, la gran Flota Expedicionaria dirigida por el propio Emperador, todas las fuerzas de la VI Legión del momento, unos 3500 Legionarios, desembarcó sobre un mundo que ya había respondido a los acercamientos del Imperio con violencia. Delsvaan había resistido bastante bien a la Era de los Conflictos, manteniendo una sociedad avanzada y altamente industrializada, gobernada por una plutocracia militarizada dedicada a los beneficios tangibles y al control político sobre sus muchos consorcios productores. Su pecado era más el orgullo y la arrogancia que cualquier desviación o malignidad arraigada, pero su pueblo había desafiado al Imperio y se le mostraría lo equivocado que estaba.

Puesto al cargo de planificar y ejecutar la operación por sí solo, sin duda para poner a prueba a la Legión (pues esto era con seguridad una prueba), el Comandante Enoch Rathvin, primer Señor de la VI Legión, lanzó una operación de asalto planetario multivectorial directamente contra Núcleo Masaanore, la ciudad-dormitorio fortificada del más poderoso de los consorcios de Delsvaan. Bajo la cobertura de un bombardeo casi indiscriminado sobre las áreas exteriores y los nexos de infraestructuras de la ciudad, docenas de zonas de desembarco fueron despejadas en la subsiguiente confusión por cañoneras y Cápsulas de Desembarco, y Rathvin desembarcó a casi todas sus fuerzas en una sola hora, sin dejar ninguna en reserva. Los comentarios tácticos hechos por los observadores imperiales afirman claramente que lo que en un primer momento se parecía a la "punta de lanza" de asalto de choque ya ampliamente practicada por las Legiones, siguiendo el ejemplo de la Decimosexta de Horus (entonces el único Primarca conocido), rápidamente se vio que había evolucionado (o, para algunos detractores, degenerado) en algo distinto.

En lugar de avanzar directamente hacia las áreas de mando y control del enemigo, como era el patrón estándar, la VI Legión se extendió por la ciudad más como un incendio que como un ejército asaltante. Sus unidades de infantería y reconocimiento pronto dejaron atrás a su apoyo blindado, fluyendo como una marea destructora por la ciudad, sin detenerse a apoderarse de recursos estratégicos, ni defender el terreno ganado, sino destrozando todo lo que encontraban a su paso. La resistencia armada que encontraron se encontró repentinamente luchando una guerra en cien frentes, era desesperadamente inferior, y lo que no podía ser arrasado rápidamente, como los búnkeres fortificados y las torres de vigilancia, simplemente era esquivado y aislado para que la segunda oleada de blindados se ocupase de ellos. El ejército nativo (reclutas ligeramente armados con armas láser, reforzados por destacamentos de soldados mejor entrenados y dotados de armadura de caparazón por el consorcio) no tuvo ninguna oportunidad ante este ataque, ya que no estaba preparado en absoluto para la rapidez o la fuerza de los invasores, ni para la tremenda violencia con la que se lanzaron a por ellos. La mayoría de los defensores murieron donde estaban, intentando organizar líneas de tiro para detener su avance, o masacrados a centenares cuando los intentos de contraataque se convertían en retiradas desordenadas, y pronto los aterrorizados milicianos se atascaron entre los miles de civiles en fuga.

Ante esta estampida de humanidad aterrada, la VI Legión pareció redoblar su ataque, como si le animase el aroma a sangre y terror. Cayeron sobre la gente de Núcleo Masaanore y hubo una gran matanza. Hay debates en los registros histórico sobre si en este punto el mando de la Legión perdió realmente el control sobre sus unidades en medio de la violencia, por brevemente que fuera, pero en cualquier caso Enoch Rathvin no refrenó rápidamente a sus fuerzas, y cuando finalmente aceptó la rendición de Núcleo Masaanore, sus calles habían sido pintadas de carmesí con la sangre de sus habitantes. No obstante, el destino de la ciudad sirvió de ejemplo para los líderes de los otros consorcios, y pronto vieron la locura de seguir resistiéndose, con lo que Delsvaan fue anexionado. El coste sufrido por una ciudad había sido grande, pero en comparación con otras conquistas, el coste para el planeta había sido menor. La actuación de la VI Legión, aunque inquietante para algunos miembros de la jerarquía del Imperio, más por su aparentemente mala disciplina que por sus resultados, fue claramente suficiente para satisfacer al Emperador, quien les concedió su propia sub-flota, la Expedición 115, que seguía afiliada al núcleo de la gran armada de la Principia Imperialis pero por lo demás era internamente independiente, con sus propios transportes, naves de escolta y navíos de guerra.

Durante la siguiente docena de años, la VI Legión siguió siendo un mando naval activo de la Gran Cruzada, y sus cifras aumentaron constantemente hasta los 5000 Legionarios registrados en la Batalla de Hyn'tal y los 7000 del principio de la Campaña de Relovs Landing. Debido a este tamaño relativamente pequeño (Legiones como los Lobos Lunares y los Ángeles Oscuros de la Primera ya contaban con el triple y el cuádruple de miembros, respectivamente), solían servir junto a otras Legiones y grandes fuerzas del Ejército Imperial en las campañas más amplias, o se les confiaban misiones de menor envergadura, a menudo sangrientas, para destruir focos concretos de resistencia en asaltos de choque. Con el tiempo la Legión desarrolló una experiencia particular también en las operaciones de veloz búsqueda y destrucción, especialmente en condiciones de lucha urbana, o en acciones de castigo en general, como reprimir rebeliones infligiendo ataques breves y brutales de represalia. La VI Legión de Rathvin parecía particularmente apta para estas tareas, y de hecho Rathvin solía solicitar este tipo de misiones para su Legión. En este periodo, cuando muchas otras Legiones estaban adoptando heráldicas y forjando poco a poco sus propias tradiciones marciales, la Sexta destacó por mantener una apariencia curiosamente desprovista de adornos, haciendo apenas los cambios necesarios para indicar la función y división táctica de sus tropas. Una notable excepción a esto era cuando se les ponía al mando de regimientos del Ejército Imperial, en cuyo caso añadían de forma bien visible la insignia de la doble llama del "Sanghauta". Este icono, más típico de los Maestros de la Disciplina y el Cuerpo de Prebostes de las fuerzas armadas imperiales, tenía un significado muy claro: mostraba abiertamente el poder sobre la vida o muerte que cada Legionario de la VI tenía sobre las tropas menores bajo su mando. Era un poder que tenían fama de ejercitar de forma extrema, aplicando castigo sumarios a cualquier fuerza mortal que les pareciese que carecía de militancia o disciplina en su presencia.

Chacales y Perros[]

Marines lobos espaciales preherejia legionario

La reputación de la VI Legión entre el resto de fuerzas de la Gran Cruzada hacia su segunda década era, en este momento, un tanto contradictoria. Tenía un historial indiscutible de éxitos y había ganado numerosos honores de batalla, pero las acusaciones e historias de daños colaterales innecesarios y bajas entre la población civil humana producidos donde luchaban estaban extendidas. Se decía, mucho antes de la aparición de la influencia de Fenris y su cultura, que había algo bestial en los guerreros de la Legión, algo que ya se revelaba en los primeros indicios de una marca que después se conocería como la Canis Helix, aunque aún no había pasado tiempo suficiente para que fueran muy pronunciados. Más allá de eso, algunos estaban preocupados porque se decía que la Sexta era una Legión dividida, gobernada más por la fuerza de sus oficiales que por la obediencia a una autoridad legítima, y se decía que la violencia y las luchas de facciones entre sus filas eran demasiado comunes. Esta era una época en la que los Primarcas, salvo Horus, aún no habían sido hallados ni habían dejado su marca en sus Legiones, pero ya la Octava Legión estaba ganándose una reputación como los agentes de terror y miedo del Emperador, y el "salvajismo gratuito" de la Sexta solía ser mencionado junto a los futuros Amos de la Noche en los simposios de la flor y nata de la jerarquía de la Gran Cruzada. De hecho, algunos incluso advertían de que la Legión debería ser vigilada de cerca, por si se volvía incontrolable. Sin embargo, de todas las acusaciones, la más hiriente era quizás que la VI Legión nunca se mostraba más entusiasta en la lucha que cuando un enemigo ya había roto filas y huido ante ella, y sus víctimas estaban indefensas.

De esto surgió el apodo informal e insultante de "el Rout" para la VI Legión, un término colectivo usado a menudo en la Era de los Conflictos para referirse a los chacales carroñeros y los perros mutantes de los mares secos de Terra, que solían acosar y atacar a las columnas de refugiados y los habitantes del desierto, criaturas que solo tenían valor cuando sus víctimas estaban medio muertas o exhaustas. Irónicamente, este insulto podría incluso haber tenido la intención de comparar desfavorablemente a la Sexta con la igualmente feroz Duodécima, que ya se conocía como los Perros de la Guerra, y que era una Legión también renombrada por su increíble violencia en combate, pero que en esta época era considerada un ejemplo de furia honorablemente controlada, de rabia dirigida solo contra los enemigos más terribles y usada para superar las dificultades más aplastantes. Esta comparación parece actualmente una broma macabra, dadas las sendas tan distintas que recorrerían estas Legiones, y lo que el futuro tenía en reserva para ellas; sendas dictadas en no poca medida por los efectos que tuvo su reencuentro con sus Primarcas. Ese cambio, que fue verdaderamente transformador, no tardaría en llegar para la Sexta Legión.

Gran Cruzada[]

El Rey Lobo[]

A diferencia del redescubrimiento de Horus, el primer Primarca recuperado por el Imperio, en el caso de Leman Russ, y también de muchos de los Primarcas que fueron hallados después, muy pocos hechos pueden ser esclarecidos sobre su juventud, y en el caso de Russ, todo está aún más oculto por una niebla de alegorías y mitos cuidadosa y deliberadamente elaborados. Lo que sí se sabe con seguridad es que Leman Russ fue el segundo Primarca en aparecer públicamente junto al Emperador, un puñado de años antes del hallazgo de Ferrus Manus en Medusa. Leman Russ había sido encontrado en el mundo letal de Fenris, un planeta también envuelto en una cantidad considerable de misterios y leyendas, y como Medusa, conocido por ser mencionado en algunas de las cartas estelares más antiguas conservadas de la Era Oscura de la Tecnología. La comparativa rapidez de este descubrimiento hizo que algunos amantes de las teorías conspirativas se planteasen si el Emperador podría haber conocido de antemano que este lugar, por letal y alejado que estuviera, era el hogar adoptivo de uno de sus hijos perdidos, y hoy día no se puede decir con seguridad cuánto tiempo estuvieron Fenris y el Primarca bajo observación antes de ser contactados. De las pocas sagas alegóricas fenrisianas divulgadas sobre la etapa temprana de Russ y su ascenso al poder como el principal rey-caudillo de aquel conflictivo mundo, los únicos detalles que pueden extraerse con un cierto grado de credibilidad son que el niño Primarca sobrevivió solo en el territorio salvaje a los muchos terrores de aquel mundo letal y que, tras encontrar y reunirse con la población humana de Fenris, se integró en su sociedad guerrera e hizo suya su cultura. Al hacerlo, aun careciendo de cualquier tipo de tecnología avanzada, dominó un paisaje profundamente letal hacia la vida humana. Al ser llevado junto al Emperador, parece que no tuvo ninguna o casi ninguna dificultad para comprender lo que realmente era, ni tampoco para absorber las costumbres y procesos de la avanzada tecnología y sociedad del enorme Imperio.

La educación de Russ parece haber sido breve pero concienzuda, y su puesta a prueba, breve. Rápidamente fue enviado a dirigir su Legión, y no marchó solo. Con Leman Russ fueron varios centenares de guerreros fenrisianos que, a pesar de su edad, habían sobrevivido al proceso de implantación y transformación genética necesario para convertirse en Astartes, al menos en su mayor parte. Muchos habían muerto en el intento, pero muchos menos de los previsibles, y esto se debió a dos motivos: el primero, el efecto estabilizador que el patrón genético de Leman Russ tuvo sobre la semilla genética ya existente de la VI Legión, que pareció revertir prácticamente todas las dificultades previas para la supervivencia de los aspirantes; y el segundo, que los propios fenrisianos demostraron estar hechos de una pasta extraordinariamente resistente, un factor atribuido a la prolongada supervivencia de los humanos en Fenris en general, y a los muchos misterios de ese planeta. Estos hombres serían los primeros Varagyr de Leman Russ, un término a veces transcrito como "Varangii" en los registros imperiales, o traducido literalmente como "Guardia del Lobo". Eran los guerreros juramentados de Russ, comprometidos en su lealtad hacia él hasta para rechazar a la muerte con tal de permanecer a su lado, y cuya fidelidad les había llevado a abandonar su mundo de hielo y sangre y ascender, sin comprensión pero sin miedo, hasta las estrellas tras los pasos de su señor. Estos Varagyr eran más apreciados por su rey por su lealtad que los sobrehumanos Astartes de la Sexta Legión que había recibido para comandar, a pesar de su famosa fuerza y su salvaje reputación, pues aún no habían demostrado su valía como guerreros ni se habían ganado su respeto. Esta lección fue la primera que Leman Russ le enseñó a la VI Legión, y un presagio de que bajo el gobierno del Rey Lobo, su Legión sería muy distinta de todas las demás.

Los Lobos que Acechan entre las Estrellas[]

"Igual que los hilos de hierro son doblados y martilleados juntos para forjar un filo letal, nosotros también lo seremos. Mis juramentados y yo hemos sido hasta ahora los Lobos de Fenris, y vosotros, primos de mi sangre, los Lobos de Terra. Juntos nos convertiremos en los Lobos que Acechan entre las Estrellas, y las bestias que se arrastran y alimentan en la oscuridad del vacío nos temerán, y sabrán lo que es ser cazadas."

Leman Russ, al anunciar la invasión de la Rueda de Fuego

Los registros que quedan sobre el traspaso del mando en la VI Legión indican que las cosas fueron en general sin contratiempos, al menos al principio. Que su Primarca hubiera sido el segundo en reaparecer fue motivo de regocijo y de cierto orgullo entre las filas de la Legión, y que su nuevo señor tuviese un aspecto bárbaro causó quizás menos consternación entre los Legionarios, dado el origen de muchos de ellos, que la que habría causado en otra Legión. Leman Russ también era carismático y rápidamente inspiró respeto entre aquellos a quienes se le había enviado a comandar, y para una Legión que ya respetaba la fuerza por encima de cualquier otra cosa, era un guerrero cuya fortaleza excedía la de cualquiera de ellos hasta un grado prácticamente absurdo. Enoch Rathvin renunció al mando, quizás a regañadientes pero sin plantear un desafío abierto, y si la presencia de los Varagyr, que Russ había dispersado en parte entre las tropas, era causa de algún resentimiento, pronto se hizo saber que el mando del Rey Lobo no debía ser cuestionado, y que los Varagyr estaban más que dispuestos a ofrecerse a un combate singular para decidir cualquier discusión al respecto. Antes de que alguna acritud pudiera enconarse, Leman Russ decidió, en su sabiduría, que llevaría a su Legión a la batalla, para que él, sus parientes y sus hijos genéticos derramasen sangre y afrontasen la muerte juntos, y de este modo fueran forjados de nuevo como una sola entidad.

El objetivo de esta primera campaña junto a su Legión había sido escogido con cuidado en un concilio con el Emperador y Horus, y sería una verdadera prueba de la valía de la VI Legión. Su objetivo era un sector de la frontera en expansión conocido como la Rueda de Fuego, al este galáctico del Segmentum Solar. Era un territorio salvaje y extenso de sistemas estelares erráticos y nebulosas ardientes, azotado por frecuentes tormentas Disformes y de iones, y habitado por al menos una veintena de mundos xenos, muchos de ellos bajo control de los Orkos, por lo que constituía una fuente de ataques periódicos de pecios e incursores contra el Imperio. La ocupación humana en la región era escasa, los recursos viables, pocos, y el coste de una pacificación completa se estimaba muy alto. Por esta razón la Rueda de Fuego había sido dejada al margen hasta entonces, salvo por unas pocas incursiones de tanteo, pero ahora la Gran Cruzada buscaba expandirse de nuevo hacia el premio, mucho más grande y peligroso, de los mundos situados más allá de Seraphina, un área también controlada por un vasto imperio Orko. La amenaza de un ataque de los Orkos de la Rueda de Fuego a la retaguardia de la Gran Cruzada en apoyo de sus congéneres era muy real, y para eliminarla, la Sexta Legión tomaría la Rueda de Fuego y la purgaría, sin importar el coste que tuvieran que pagar.

La Rueda de Fuego[]

Bajo la guía del renombrado Navegante Durlan Ocellati, la flota de la VI Legión, reforzada con nuevos Cruceros de Asalto enviados desde Marte pero despojada de sus regimientos auxiliares del Ejército Imperial por orden directa de Leman Russ, trazó sus planes de ataque contra la Rueda de Fuego. Russ decretó que lanzarían una rápida serie de asaltos sobre mundos clave, concentrándose en despedazar los dominios de los Orkos y en aislarlos entre sí. No veía el mérito en una invasión ensayada ni en una demoledora campaña de conquista y desgaste que diese una oportunidad a los divididos y enfrentados Orkos de unirse contra una amenaza exterior y de reunir sus fuerzas, como ya habían hecho muchas veces antes. En vez de eso, se les haría tambalearse, atacados por muchos frentes al mismo tiempo y tratando de devolver golpes contra las sombras. Las lecciones amargas como el hierro de las eternas guerras lupinas de Fenris, definidas por las incursiones marítimas y las matanzas repentinas, servirían bien a la VI Legión en una campaña así, y contrarrestarían la ventaja de un enemigo cuyos guerreros superaban a los Astartes en decenas de miles, o quizás centenares de miles, a uno.

Tras entrar en la Rueda de Fuego unida, la flota de la VI Legión se dividió en una docena de escuadrones menores de distintos tamaños, cada uno enviado a atacar sus propios objetivos. La fuerza más grande, con las naves más pesadas, estaba dirigida personalmente por Leman Russ, y partió directamente hacia el corazón de la base del poder Orko en la Rueda de Fuego, un sistema estelar cuyo propicio nombre, según los antiguos mapas de la región, era Lucan, y donde un enorme conglomerado de pecios y escombros habían sido convertidos en una especie de destartalada fortaleza estelar y astillero por los Orkos. Una fuerza secundaria, de navíos más ligeros, fue puesta a las órdenes de Rathvin, y enviada a atacar los pululantes mundos Orkos de Gundastol y Karkash, mientras que el último tercio de la flota fue dividido en unidades mucho menores, cada una formada por un puñado de naves de guerra, o incluso por Fragatas solitarias con tripulaciones incursoras que tenían órdenes de vagar con libertad y atacar los objetivos que se presentasen.

Cuando Leman Russ dio la orden, la guerra llegó a la Rueda de Fuego como un furioso huracán, una guerra como ni siquiera los brutales y belicosos Orkos que la dominaban habían conocido jamás. Cabalgando sobre las aullantes tormentas Disformes gracias a la experta navegación de Ocellati, la VI Legión cayó sobre los Orkos sin previo aviso. Estas no eran incursiones definidas y clínicas, sino matanzas y asaltos de choque, destrozos y actos de destrucción masiva, que dejaron las toscas extensiones urbanas de los Orkos arrasadas y paisajes enteros calcinados a su paso. Los mundos de xenos esclavizados que proporcionaban comida y minerales a los pielesverdes fueron sometidos a bombardeos térmicos y convertidos en desiertos de ceniza, mientras que los "Kabezaz Guerreraz" y "Mekkaz" que dirigían a los Orkos fueron localizados y destruidos. Se libraron batallas en los bastiones del enemigo, y las fortificaciones fueron arrasadas antes incluso de que sus guarniciones pudieran acudir a sus almenas. Los Kruzeroz de casco dentado fueron abordados y asaltados mientras aún estaban en sus muelles, y docenas de Piedroz fueron invadidos hasta sus profundidades antes de ser reventados desde dentro.

Durante cinco años estándar la guerra continuó, sin ceder nunca en ritmo ni amainar en furia. Las pérdidas para la Legión, en términos tanto de guerreros como de naves, fueron terroríficamente altas, con casi todo un tercio de la Legión destruido antes de que la campaña concluyese y la Rueda de Fuego se convirtiese en un cementerio. Entre los muchos caídos se incluía al cada vez más inestable Enoch Rathvin, que fue aplastado por las garras hidráulicas de un infernal vehículo Orko cuando encabezaba una carga suicida en Xyat. Pero por cada Astartes muerto, cientos o quizás miles de Orkos habían perecido. Esta fue una guerra sin cuartel ni descanso, no un acto de conquista, sino de exterminio, llevado a cabo con una implacabilidad y constancia que ningún humano normal hubiera podido mantener. Para esto era para lo que la VI Legión había sido creada, y en la Rueda de Fuego, como Russ había prometido, fue forjada de nuevo.

Las antiguas brutalidades y excesos de los que se había acusado a la VI Legión fueron compensados bajo el mando de Leman Russ. Con su sed de sangre controlada por la disciplina y una voluntad de hierro, y su rabia controlada por el deber y una lealtad jurada, Russ hizo a su Legión enorgullecerse de lo que era, del poder que blandía, e incluso de la monstruosa violencia que acechaba en su corazón, pero a pesar de esto no les permitió ansiar la gloria por sí sola, ni regodearse en el amargo veneno de la matanza sin sentido. Les dio un propósito y honor, por sombríos que fueran. Servían al Emperador y ese deber era sagrado: estaban hechos para ser los colmillos clavados en la garganta de los enemigos de la Humanidad. Del mismo modo que en Fenris, la guerra siempre estaría sometida a la supervivencia de los suyos, y la galaxia sería convertida en un hogar seguro para la vida humana, incluso si los Lobos que Acechan entre las Estrellas tenían que limpiarla primero con sangre.

El Colmillo[]

Tras la Rueda de Fuego, la VI Legión, cuyos guerreros supervivientes estaban tan machacados y destrozados como las naves en las que viajaban, regresó por primera vez a Fenris, el legendario mundo letal en el que su Primarca había sido encontrado. Para los supervivientes de la vieja Sexta y lo que quedaba de los primeros Varagyr, Fenris era ahora un hogar para ambos, ya que durante las pruebas de la gran campaña que habían emprendido, todos habían adoptado elementos de la cultura fenrisiana que encarnaba su Primarca, y sus tradiciones marciales. La oscura sabiduría que los Varagyr traían consigo fue apreciada por los Legionarios que querían acercarse a su padre genético, y del mismo modo los nativos de Fenris adoptaron nuevas armas y formas de combatir más adecuadas para los vastos e inimaginables campos de batalla en los que ahora luchaban.

Lo que encontraron aguardándoles era una de las ciudadelas más poderosas jamás construidas durante la Gran Cruzada: la fortaleza del Colmillo, enclavada sobre los rocosos picos del único continente polar de Fenris. Aún en proceso de construcción a manos de los Magos y artesanos del Mechanicum pertenecientes a la Cámara Castellanis del propio Emperador, sus cámaras se hundían profundamente en el granito, a kilómetros por debajo de la superficie, del mismo modo que sus bastiones y muelles de atraque penetraban los gélidos cielos. En retrospectiva, está claro que tanto Leman Russ, que intervino en el diseño de la fortaleza, como el Emperador, que había asignado vastos recursos y numerosos expertos al proyecto, habían pretendido que el Colmillo hiciese de la Sexta una Legión esencialmente autosuficiente, tanto en términos de armamento y munición, como de extensas instalaciones de modificación genética y acondicionamiento psicomemético, que permitirían a la Legión seguir existiendo aislada del Sistema Solar. Este último factor era algo inusual en las primeras décadas de la Gran Cruzada, y solo un siglo después fue habitual que cada Legión cumpliese esta misma función, una vez que la tremenda escala de las distancias abarcadas por el Imperio hizo poco práctico el anterior sistema. Esta autosuficiencia tenía un propósito deliberado, tanto para la Legión como para la Gran Cruzada, pero este no se revelaría hasta más tarde.

La primera orden de Leman Russ fue expandir su Legión. Muchos eran los enemigos a combatir, y los escasos 15000 Astartes que habían sobrevivido a la Rueda de Fuego no serían en absoluto suficientes para vencerlos. Esta expansión fue posible, sobre todo, por su propio patrón genético, que sería empleado en las instalaciones que se estaban construyendo en el Colmillo para estabilizar y ampliar enormemente las reservas de semilla genética de la Legión, y cuyo modelo único sería conocido entre los eruditos del Imperio como la "Canis Helix". Con este propósito, el mundo de Fenris fue convertido mediante pasos sutiles pero deliberados en una máquina dedicada al único fin de crear nuevos guerreros para la VI Legión. No se sacaría a los hijos de Fenris de la dureza y el salvajismo de sus primitivas vidas, pues tales durezas engendraban unos guerreros formidables, y era eso precisamente lo que se necesitaba. Por la misma razón, no habría intentos ni de anular la furia del clima o la traicionera geología de Fenris, ni de pacificar o acorralar a las muchas bestias, orgullosas y terroríficas, que recorrían sus campos de hielo o cazaban en las profundidades de sus océanos. Ninguno en absoluto. Hay incluso informes sin confirmar de que estas cuestiones fueron de hecho deliberadamente potenciadas, a fin de poner mejor a prueba a los futuros candidatos de la Legión, y persistieron rumores de que inicialmente había existido un programa de expansión de la base demográfica nativa, por el cual se habrían traído a Fenris hombres y mujeres de mundos salvajes y primitivos adecuados, contra su voluntad y sin su conocimiento; se les habrían modificado sus mentes y memorias, reprogramándolas, y se les habría soltado para que se valieran por sí mismos y los más fuertes sobrevivieran, incrementando la población de potenciales reclutas. No quedan pruebas de esto, pero pocos son los que afirmarían que algo así es imposible, y por ello persisten los rumores.

Sin embargo, el plan de adaptar la cultura fenrisiana para servir a la Legión fue mucho más profundo que una simple modificación demográfica, ya que se extendió a los cuerpos y almas de los nativos. El Rey Lobo, señor de Fenris antes de la venida del Emperador, había reunido ante él a todos los escaldos y sacerdotes más poderosos y respetados de su pueblo adoptivo, pues sabía que eran tanto los guardianes de su historia y mitología orales, como los conservadores y promulgadores de sus leyes. A estos les concedió los dones tecnológicos de una larga vida y una resistencia potenciada, apenas una fracción del poder de un Marine Espacial, pero más que suficiente para señalarlos como "bendecidos" y distintos de su pueblo. A través de estos hombres y mujeres Leman Russ adaptó las antiguas supersticiones y sagas de Fenris para que le aceptasen a él y a su Legión como entes de poder sobrenatural y propósito sagrado. Para el pueblo de Fenris, el propio Colmillo se convirtió en el salón de los dioses e inmortales, los Legionarios de la Sexta, en los guerreros de los cielos, y no había mayor honor que ser escogido para unirse a sus filas y navegar por el vacío de la noche como un campeón al servicio del "Padre de Todas las Cosas", ya que el Emperador era presentado como el divino padre de la Humanidad, y Leman Russ, como su hijo favorito y su fuerte diestra. Para algunos observadores, este uso y manipulación deliberados de la superstición y la creencia religiosa contravenía directamente uno de los principios clave de la Gran Cruzada: la liberación de la Humanidad de las mentiras de la ignorancia y de la veneración a falsos dioses. Parece ser que el Emperador aceptó que el fin justificaba los medios, y en este caso, como en muchos otros, la VI Legión fue una excepción a la regla.

Caudillo del Imperio[]

Fueran cuales fueran los planes y propósitos a los que servían las disposiciones únicas del Primarca para la creación y expansión de la renovada VI Legión, otros asuntos reclamaban su atención. La Gran Cruzada aún era joven y las guerras del Imperio estaban por ser ganadas. Su maquinaria bélica requería tantos caudillos del calibre de Leman Russ como pudiera obtener, a pesar de que varios Primarcas, como Ferrus Manus, Fulgrim y más recientemente Rogal Dorn habían sido reunidos con sus Legiones. Con las pruebas de la Rueda de Fuego tras ellos, y nuevas oleadas de Neófitos rellenando y después expandiendo sus filas, la VI Legión estuvo de nuevo lista para la batalla. La guerra llamaba en muchos frentes, y la Sexta estaba preparada para responder. En las décadas que siguieron Leman Russ y su Legión participaron en docenas de anexiones y campañas militares exitosas, tanto en solitario como al mando de numerosas flotas de guerra secundarias, regimientos del Ejército Imperial e incluso, en varias ocasiones, otros cuerpos de Marines Espaciales cuyos Primarcas aún no habían sido hallados.

Este periodo de la historia de la Legión suele pasar sin pena ni gloria, pero en él se pueden ver una serie de victorias que revelan que Russ y su Legión eran mucho más que los seres salvajes y bestiales de descripciones posteriores, y confirman que Russ era un general de campo de habilidad sobresaliente e historial notorio. Ante la Sexta cayeron los dominios xenos de los Orkos y los Eldars, Taralais y Saharduin, y fue especialmente famosa la destrucción de la tiranía alienígena de los Noman en el antiguo mundo colmena de Nova Borilia, una esclavitud que databa de milenios atrás. Este conflicto en concreto fue una victoria muy celebrada, pues la antigua PCE de Tanque de Batalla recuperada para el Imperio en esa misma campaña fue bautizada en honor a Leman Russ por el Mechanicum.

La Sexta era ahora una Legión en la que las famosas palabras de Leman Russ y el emblema de la cabeza carmesí de lobo gruñente, adoptado como símbolo de la Legión, habían confirmado el epíteto común de "Lobos Espaciales". Se dijo entonces que esto causó mucha consternación en privado a Horus, cuyos propios Lobos Lunares tenían un nombre similar desde mucho antes, pero parecían menos ajustados a él. Pero a pesar de todas las conquistas en la frontera en expansión, era para el traidor y el renegado para quienes Russ y sus guerreros reservaban una furia especial. En Rama Sula, la Legión de Russ subyugó la rebelión de más de un millón de Soldados Imperiales en un único día sangriento, mientras que en el Cúmulo de Nyrcon, cazaron a través de las estrellas a la flota del Comerciante Independiente renegado Belisarius Hayte, y arrojaron el cuerpo del autoproclamado dios a las llamas del núcleo del reactor de su nave insignia. Fue con motivo de estas acciones y docenas más, de sus castigos aplicados a "rompedores de juramentos" y cuyo salvajismo era calificado de "excesivo" hasta por generales por cuyas órdenes ejércitos enteros iban a sus tumbas y mundos eran incendiados, que los oscuros relatos que desde hacía tanto rodeaban a la Legión se vieron avivados de nuevo. Las historias fueron alimentadas por la disposición y la apariencia cada vez más salvajes que estaban empezando a rodear a los Lobos Espaciales, un nombre que ahora parecía tanto una afirmación como un título heráldico.

La Guerra más Oscura[]

El punto de inflexión para la Legión llegó quizás durante y después de los Xenocidios de Rangda de la década del 860.M30. Las Flotas Expedicionarias habían penetrado por fin en la Franja Este de la galaxia, y al hacerlo habían atraído la atención de los Cerábvoros Rangdanos, una especie de un poder tan macabro y una tecnología tan potente que, al menos por un tiempo, pareció que el Imperio había encontrado su perdición. Afrontando oleadas de ataques desde el este y el norte, y sufriendo pérdidas que no se verían superadas hasta los oscuros días de la Herejía de Horus, las guerras de los Xenocidios de Rangda fueron las más terribles jamás libradas. Flotas Expedicionarias enteras murieron sin dejar ni un solo superviviente, mundos completos fueron arrasados, docenas de Legiones Titánicas fueron exterminadas y, hacia el final, Legiones Astartes enteras quedaron perdidas para el Imperio, aunque los datos exactos sobre esto último han sido censurados. Mucho de lo que ocurrió durante este abismal conflicto está aún sellado, pero lo que sí se puede decir es que con la destrucción del Laberinto de la Noche por el Emperador, la amenaza fue contenida al fin. Todo lo que quedó fue purgar la corrupción rangdana en una década de bioprogromos que dejaron sectores enteros habitados por humanos sin vida, para garantizar lo que se esperaba que fuera una victoria definitiva. Se encomendó a los Lobos Espaciales de la VI Legión y a los Ángeles Oscuros de la Primera (estos últimos habían sufrido horriblemente contra este horror) la puesta en práctica de esas purgas, ya que se confiaba en que estas dos Legiones, sobre todas las demás, harían lo que debía hacerse.

Horus y sus Lobos Lunares, que entretanto se habían encargado de librar guerras en el occidente galáctico, estaban ahora ascendiendo ante los ojos de la Gran Cruzada, y el futuro de las siguientes décadas de conquista y expansión descansaba sobre él y las demás Legiones que conservaban sus fuerzas por no haber sufrido a manos de los rangdanos. En comparación con esos nuevos "parangones", los Lobos Espaciales se vieron llamados entre susurros "verdugos", más que guerreros, y la imagen de destructores que siempre había sido parcialmente suya, ahora reemplazó la de conquistadores salvajes pero nobles que muchos habían tenido de ellos en el Imperio. En cuanto a Leman Russ, para algunos dejó de ser un sabio rey guerrero salido de las páginas de la leyenda, y se convirtió en un tirano salpicado de sangre sujetado por el Emperador con una correa, tan temido como cualquiera de los que habían dominado la Vieja Noche: un guardián de monstruos y un devorador de mundos, una bestia en forma de Primarca. Si había justicia en estas acusaciones, o en la desconfianza que también persiguió a los Ángeles Oscuros desde esta época, no se puede saber con seguridad, aunque debe hacerse notar que el Imperio sigue en pie, y que esto podría no ser así de no ser por el sacrificio que hicieron quienes sangraron por garantizar su supervivencia.

Los Lobos en las Sombras[]

Hacia el segundo siglo de la Gran Cruzada, los Lobos Espaciales eran verdaderamente una Legión separada de sus hermanas. Sus Flotas Expedicionarias y destacamentos iban a donde querían, luchaban donde querían, respondían a las peticiones de ayuda que su señor y sus caudillos escogían, y casi siempre luchaban solos. Los comandantes de alto rango y los Lords Solares del Imperio sabían que no debían intentar obligarles a obedecer sus órdenes, pues era bien sabido que la Legión solo escuchaba a un comandante, Leman Russ, y Leman Russ solo reconocía a una autoridad superior: el propio Emperador.

La Legión era férrea e inamovible en su lealtad, y le importaba poco o nada la opinión que pudiera tener de ellos cualquier otro, fuera Primarca o Gobernador. Entre sus Legiones hermanas, mantenían una particular camaradería y rivalidad a partes iguales con los Ángeles Oscuros, con quienes habían compartido oscuros sucesos históricos, pero hacia las demás parecían sentir un respeto distante en el mejor de los casos, una indiferencia apenas disimulada para otras, y al menos en el caso de los Mil Hijos, absoluto desprecio. La Legión no controlaba ni necesitaba más dominios que Fenris. Había sido prácticamente autosuficiente desde hacía mucho, salvo para la producción de las clases más grandes de naves y la introducción de máquinas de guerra y armas recién diseñadas para los Astartes, las cuales obtenía directamente de Terra o los astilleros-forja de Ryza o Lucius en tandas infrecuentes. Acercarse a Fenris sin invitación estaba prohibido, excepto para los emisarios del Mundo Trono, incluso para otros Astartes, y la Legión se había vuelto profundamente extraña e inescrutable para los observadores externos.

Para los que no sabían la verdad, la Legión y sus guerreros parecían ahora salvajes terroríficos que imitaban la conducta de las Legiones Astartes. Algunos solo oían la lengua gutural de Fenris y palabras envueltas en los primitivos enigmas de los mitos y sagas, y no entendían sus significados, empapados por dentro y por fuera de complejidades meméticas y ricas alegorías tan elocuentes como cualquier dialecto del gótico clásico. Solo veían las armaduras decoradas con pieles y baratijas supersticiosas, las máscaras rituales de cuero de los "sacerdotes" de la Legión, y las retorcidas imágenes de animales entretejidas sobre sus armas, y se indignaban ante esos signos de falsa religión. No veían los adornos externos de una intrincada cultura marcial que aportaba disciplina y control a la furia que hervía en el corazón de la Legión, y que permitía a sus miembros combatir contra los enemigos más terribles, blindados en su creencia en sí mismos y sus hermanos, y unidos por una voluntad de hierro. En suma, muchos miraban a los Lobos Espaciales y sentían miedo, pero no sabían que este mismo miedo les era provocado deliberadamente. Veían barbarie, pero no entendían que ese salvajismo estaba afilado y templado hasta alcanzar un filo mortal por sus finas mentes. De este modo, tanto aliados como enemigos veían lo que los Lobos Espaciales querían que viesen, y muchos subestimaban a la VI Legión y al arma en que se habían convertido en manos del Emperador.

Historia Silenciada[]

Los progromos que siguieron a los Xenocidios de Rangda no fueron ni mucho menos la única "guerra secreta" que los Lobos Espaciales libraron por orden del Emperador. En las décadas en las que combatieron en las sombras del Imperio y entre las llamas del frente de la Gran Cruzada, aparecen registrados únicamente en un memorial de basalto negro en Baal por haber exterminado junto a los Ángeles Sangrientos un estallido de Esclavizadores de cuarto nivel en Poseidonis Secundus, siendo esta una de las únicas tres ocasiones en toda la Gran Cruzada en las que se derrotó a una invasión de Esclavizadores de esa intensidad sin recurrir a un Exterminatus. Sin que lo supieran muchos fuera del Rey Lobo y su Emperador, la Legión afrontó y derrotó muchas amenazas, tanto de pesadilla como arcanas, desde el divino poder de los reyes psíquicos de Vhallach a la insidiosa amenaza de la infestación Lacremara de Morox. Estas victorias y muchas más que no se conocen, conflictos tan terribles que solo aparecen registrados como honores de batalla en la Gran Campana de Terra, permanecen ocultas, y todos los datos sobre ellas están sellados o fueron purgados de la memoria humana.

De este modo, muchas de las victorias de los Lobos Espaciales en los últimos años de la Gran Cruzada (incluso aquellas que no fueron selladas por órdenes de la mayor autoridad) no fueron alabadas ni elogiadas por los Rememoradores e Iteradores del Imperio, con los cuales la Legión apenas tenía tratos. De hecho, para hacer desprecio a esos hombres, mentían y se burlaban sin tapujos, y representaban el papel de bárbaros que se esperaba de ellos. Pues donde los Lobos acechaban, solían hacerlo solos. Pues sus verdaderas historias eran solo para ellos, preservadas en redes de sagas y mitos en los que los hechos y memorias directas habían sido purgados de la mente mediante una erradicación psicomemética para preservar la cordura de los guerreros frente a las cosas que habían visto y hecho, y para despojarles de conocimientos que no debían poseer. Los secretos que les eran encomendados por su Padre de Todas las Cosas y su Rey Lobo, los guardaban hasta la tumba, y más allá si era necesario.

El Fin de la Gran Cruzada[]

Es cierto que en el momento de la concepción de la Herejía de Horus, la Legión de los Lobos Espaciales no era objetivamente más fuerte que ninguna otra, ni sus guerreros objetivamente más poderosos que otros, pero poseía una sangrienta reputación y un aura de miedo que pocas Legiones más podían igualar. Asimismo, era hasta para sus hermanas una fuerza impredecible, peligrosa e ignota, pero nadie dudaba de que era absolutamente leal a Terra y a su señor, del mismo modo que nadie dudaba de que si se recurría a ellos no habría nada que los Lobos Espaciales no harían, ni de que no se negarían a realizar ningún acto de destrucción, por grande que fuera, si el Emperador lo exigía. Apartada y opaca ante los extraños, la Legión apenas se vio afectada por la agitación política que rodeó tanto al Proyecto Librarius como al Edicto de Capellanía, ya que sus propias regulaciones y cultura marcial se tragaban cualquier intento de injerencia externa sin dejar rastro, y la idea de que las "logias guerreras" de Horus echasen raíces entre los Lobos Espaciales era ridícula. De hecho, no hay pruebas de que algo así llegase siquiera a intentarse.

Cuando Horus fue nombrado Señor de la Guerra, todas las pruebas indican que los Lobos Espaciales y su Primarca respetaron esta decisión como la voluntad del Emperador y obedecieron, pero lo hicieron como un deber al que estaban sometidos por juramento, más que con entusiasmo, e hicieron poco por desarrollar lazos directos con el nuevo líder supremo de la Gran Cruzada. Por su parte, antes incluso de caer en desgracia, Horus parecía ya tratar con la Legión a distancia, prefiriendo la compañía y el servicio directo de otras Legiones con las que llevaba más tiempo asociado y que eran más receptivas a sus órdenes como sustituto del Emperador. Debido a esto, quizás Horus vio en la asignación de los Lobos Espaciales a la censura de los Mil Hijos como un regalo del destino, que le permitiría neutralizar dos potenciales espinas en su costado para la futura traición, y tal vez el Architraidor pretendía tanto el desgaste de los Lobos Espaciales como silenciar a Magnus. Lo que en algunos aspectos era el punto fuerte de la Legión también podía ser su debilidad, pues aprovechando su antipatía hacia los "hechiceros" de los Mil Hijos, el Señor de la Guerra Horus, que aún no había revelado su perfidia, manipuló a los Lobos Espaciales para que convirtieran lo que iba a ser una misión de censura y arresto en Prospero en una masacre. Así se puso en marcha la Herejía de Horus, los Mil Hijos quedaron prácticamente erradicados y los Lobos Espaciales debilitados, y todo antes incluso de que se disparase la primera bala de la guerra civil.

Las heridas de la Legión de los Lobos Espaciales aún no se habían curado cuando se derramó sangre Astartes en las arenas negras de Istvaan V, y se encontraron aislados, sin la confianza de aquellos que deberían ser sus aliados, y amargamente odiados por aquellos de sus hermanos con los que habían mantenido disputas, enconadas ahora hasta convertirse en odio. En los años de guerra civil que siguieron, los Lobos Espaciales se enfrentaron en un Imperio hundido en la anarquía y los conflictos con las Legiones Traidoras en la Nebulosa de Alaxxes, en Vanaheim, en la Cuenca de Daverant y cientos de enfrentamientos menores más. Sin embargo, fue en Yarant donde afrontarían su hora más oscura. Allí pagarían el precio de su historia y de su inamovible lealtad al Emperador que les había creado, pero lo harían sin doblegarse.

La Herejía de Horus[]

Las acciones de Russ obtuvieron un éxito tan aplastante que sus conquistas lo llevaron hasta los confines más alejados de la galaxia, a muchos años luz del Segmentum Solar. Miles de mundos fueron reclamados en nombre del Emperador y parecía que la Era Dorada nunca terminaría. Hasta que, en un acto que dejaría su cicatriz en la galaxia hasta el fin de los tiempos, el Primarca hermano de Russ, Horus, el progenitor de los Lobos Lunares, se apartó de la luz. La Herejía de Horus fue un período de guerra total, una gran herida abierta en el Imperio en el despertar de la locura del Gran Mal. Los engaños y la traición de Horus embaucaron nada menos que a nueve legiones de Marines Espaciales, ya fuera por coacción, descarriamiento o pura corrupción.

Los Lobos Espaciales, pese a no estar presentes en muchas de las batallas finales en las que las fuerzas del Caos asediaron el palacio del Emperador, se vieron fuertemente involucrados en los inicios de la Herejía de Horus. Fue durante los desastrosos comienzos de aquella época cuando empezó un odio ancestral que ha durado milenios entre los Hijos de Russ y la Legión de Marines Espaciales de los Mil Hijos.

En contraposición a los Lobos Espaciales, los Marines de los Mil Hijos se habían fijado el objetivo del conocimiento y, en consecuencia, se puede aprender mucho de los tomos recuperados desde su caída. Incluso hay descripciones sobre la destrucción de la legión, la más notable de las cuales es la que se refiere a la caída de Prospero. Sea como sea, todas están teñidas por la amargura de la derrota.

En estos textos pútridos se describe a los Lobos Espaciales de la peor manera imaginable. No obstante, con la cuidadosa integración de la leyenda de los Lobos Espaciales que retrata esta época y la sucesión de eventos que narran los textos de uno y otro capítulo, es posible componer una descripción bastante exacta de lo que propició realmente el odio ancestral entre estas dos legiones. Magnus el Rojo era un gigante entre los hombres: su altura superaba con mucho incluso la de sus hermanos Primarcas y su cabello y complexión eran de un rojo lívido. Lo más notable en su figura, no obstante, era el enorme ojo de cíclope incrustado profundamente en la frente del primarca; en lugar de dos ojos, como los hombres normales, Magnus tenía uno. Su fuerza se decía que rivalizaba con la de Russ, pero prefería invertir sus energías en explorar y aprender antiguos secretos arcanos antes que en practicar el arte de la guerra.

Sus peculiaridades físicas nunca fueron tenidas en consideración por el resto de Primarcas. Después de todo, Sanguinius estaba bendecido con alas y el propio Leman Russ lucía unos colmillos muy afilados. No obstante, el Rey Lobo temía que la mácula del Caos se hubiera alojado en el alma del gigante. Pero el Emperador hacía caso omiso de sus sospechas, pues Magnus era uno de sus propios hijos. Cuando los sucesos que conducirían a la Herejía de Horus maduraron para producir sus terribles frutos, Magnus el Rojo envió un mensaje psíquico al Emperador.

No ha quedado registrado el contenido de aquel mensaje, pero son varias las fuentes que especulan con la hipótesis de que se tratara de una advertencia sobre la traición de Horus. Aunque se dice que el contenido del mensaje era de gran importancia, el medio de enviarlo reveló inconscientemente la auténtica gravedad de las prácticas de los Mil Hijos. El Emperador se negó a creer que Horus, su hijo favorito, pudiera traicionarlo y reaccionó con furia ante la advertencia de Magnus. Cuando el Primarca del pelo llameante estableció la conexión psíquica con el Emperador, este se quedó horrorizado ante el alcance de la investigación que había sumido a Magnus en artes blasfemas y heréticas.

A los ojos del Emperador, los Mil Hijos habían investigado en exceso misterios que más valía dejar en paz, adentrándose así voluntariamente en la guarida de la bestia. Las explicaciones de Magnus no apaciguaron al Emperador y las peores sospechas de Russ se habían visto confirmadas. Debido a la insistencia de Russ, el Emperador se convenció de que el auténtico traidor era Magnus y no Horus. Aterrado, el Emperador ordenó a Russ que partiera inmediatamente rumbo al mundo natal de los Mil Hijos. El Rey Lobo reunió a sus legiones a su alrededor y se preparó, una vez más, para acudir a la guerra.

Prospero fue otrora la imagen de un auténtico paraíso. Grandes torres de hielo y marfil surcaban el paisaje y abundaban los bellos jardines y los lagos tranquilos. Russ creía que este revestimiento de civilización y cultura ocultaba unos turbios cimientos de maldad. A sus ojos, cualquier erudito, escriba y hechicero se había adentrado demasiado en el lodazal del Caos y había bebido en exceso de sus blasfemas aguas de conocimiento prohibido. No había otra opción; el Rey Lobo sabía que debía seguir las órdenes del Emperador al pie de la letra: acabar con los Mil Hijos. Después de una prolongada e hiriente serie de bombardeos, las legiones del Rey Lobo cayeron sobre los habitantes de Prospero en una avalancha de furia aullante. La brutalidad y la ferocidad del ataque de los Lobos Espaciales les permitió abrirse paso hasta el corazón de la capital de Prospero, pero los Mil Hijos tenían suficiente presciencia como para preparar sus defensas finales.

Cuando los Lobos Espaciales finalmente consiguieron abrirse paso descuartizándolo todo hasta llegar a la puerta de la ciudadela más grande, las legiones de Magnus el Rojo ya les esperaban. La batalla que siguió se prolongó sin pausa día y noche. Los Lobos Espaciales luchaban con un fervor enfurecido y los Mil Hijos hacían lo mismo para salvar su mundo natal. Según todos los datos (aunque hay muy pocas cifras concretas), la guerra entre las legiones duró varios días y se cobró miles de vidas.

Marines lobos espaciales quema de prospero

Lobos Espaciales durante la Quema de Prospero

Finalmente, a pesar de toda su sabiduría, los Mil Hijos no pudieron resistir la furia de la legión entera de los Lobos Espaciales sobre el campo de batalla. En la vanguardia de las líneas de batalla de los Lobos Espaciales, dirigida por Jorin Garra Sangrienta, se encontraba la Decimotercera Gran Compañía. Eran los que podían adoptar la forma de lupino: sus almas bestiales podían transformarlos en espeluznantes hombres lobo en el fragor de la batalla. La estremecedora magnitud de la carnicería provocada por la Decimotercera Compañía abrió una enorme brecha en las líneas de los Mil Hijos y, poco después, los verdes pastos de Prospero se tiñeron de rojo con riachuelos de sangre. Los valientes guerreros de Magnus fueron exterminados lentamente, pero con firmeza, cediendo bajo el intenso fuego del asalto de los Lobos Espaciales.

Aunque no temían por sus vidas, lucharon hasta el último suspiro para proteger sus conocimientos y su mundo natal. La pérdida de todos y cada uno de los Marines Espaciales que allí murieron ha quedado registrada en el "Lamento de Prospero" y, pese a que su veracidad sea dudosa, se trata del único testimonio del terrorífico pacto del ciclópeo primarca. Magnus, empequeñecido en lo alto de su gran torre, contempló con agonía cómo los bárbaros Lobos de Russ despedazaban a sus hijos. Los aullidos de la manada resonaron en sus oídos, destruyendo su concentración, rompiendo sus defensas psíquicas y llevándolo al borde de la locura.

Saltando de su trono de ébano, agitó sus brazos en el aire y rugió una plegaria de ayuda para salvar a su legión y a sus grandes obras. Como si algo maligno hubiese estado esperando la llamada del cíclope, el cielo se oscureció y el aire crepitó con electricidad. Magnus se vio imbuido de energía arcana y su silueta se encorvó debido a los malignos cambios que estaban sufriendo tanto su cuerpo como su alma. Contempló los parapetos de su ciudadela y el desolador paisaje de dolor ante sus ojos y gritó. Cientos de los Hijos de Russ perdieron por completo su cordura bajo el efecto de los sortilegios de Magnus.

Los cielos se abrieron con un crujido y unos rayos caleidoscópicos frieron una tras otra las escuadras de los salvajes Lobos Espaciales. El mismísimo suelo de Prospero se cubrió de manos de diez dedos cada una, similares a obscenos hongos, que agarraban por las piernas a los guerreros bestia. Pero, aun así, estos siguieron luchando sin que todo aquello les importara lo más mínimo, inmunizados por su espantosa sed de sangre contra los numerosos horrores que protegían las ciudadelas. Puede asumirse que esta historia continúa, desde el punto de vista de los Lobos Espaciales, tal y como se relata en la leyenda "La Guerra de los Gigantes", escrita por el Inquisidor Bastalek Grim (1.087.345.M4I/ 5.586.741.P12).

Magnus el Rojo llegó al campo de batalla. La tierra asolada se licuaba con sus poderosos ataques mientras abría un sangrante reguero de cadáveres entre las filas de los Lobos Espaciales, aplastándolo todo a su paso. Allí donde posaba su mirada, incluso el más valiente Colmillo Largo se quedaba blanco y moría. Su único globo ocular palpitaba en su frente con un brillo antinatural y tenía la roja melena de punta debido a la electricidad que crepitaba alrededor de su cuerpo. Verdaderamente, se había convertido en una abominación a los ojos del Emperador. Leman Russ emergió de lo más sangriento del combate cuerpo a cuerpo para interceptar al enloquecido gigante.

Mientras se giraba, Russ agarró a uno de los traidores por la garganta y lo arrojó contra la cara del gigante. La mirada petrificadora de Magnus quedó bloqueada por un instante y, con una celeridad nunca vista, Russ cargó contra el titán carmesí. Pero, a pesar del ataque, este no cayó. El gigante se movió con mucha más velocidad de la que habría cabido esperar en un ser de tal tamaño y estampó su puñó en el pecho de Russ con la fuerza suficiente como para resquebrajar su coraza pectoral y clavar fragmentos de ceramita en el corazón de Russ. Pero el Rey Lobo no se inmutó.

Aferrando el brazo de Magnus mientras este se inclinaba hacia atrás para asestar otro golpe, Russ se propulsó hasta la cara del gigante y le propinó un certero puntapié justo en el ojo. El rugido de dolor de Magnus hizo temblar el aire y una espesa sangre negra empezó a caer de los cielos. Russ aprovechó la oportunidad y agarró a su cegado adversario por la cintura. Levantando al cíclope del suelo con los dientes apretados en una mueca de dolor, el Rey Lobo le partió la espalda. Al ver a su Primarca derrotado, los Mil Hijos dieron media vuelta y huyeron. Pero el cíclope se resistía a ser derrotado. Cuando Russ levantó su Cuchilla Glacial Mjalnar para asestar el golpe definitivo, Magnus balbuceó una palabra de poder y se hundió en el suelo iridiscente.

Por lo que respecta a la conclusión de esta batalla épica, los textos varían radicalmente. Algunas fuentes aseguran que los hechiceros de los Mil Hijos abrieron un portal hacia la Disformidad y se arrojaron a las fauces del Caos, prefiriendo esto antes que enfrentarse a la furia de los Lobos Espaciales. Otros afirman que, cuando escapó su enemigo, Leman Russ juró que destruiría hasta al último integrante de la Legión. Otros dicen que todos los miembros de la legión traidora se convirtieron en fantasmas y que su diabólico patrón los protegió de todo daño. Con todo, hay algunos datos seguros acerca de la huida de los Mil Hijos. No fueron destruidos y salvaron gran parte de sus conocimientos y de su literatura arcana. El propio Magnus no murió, ya que él y sus secuaces han asolado el Imperio durante miles de años desde aquel día. Además, sea como sea que escaparan, los lupinos se lanzaron en su persecución y desaparecieron de todos los informes imperiales a partir de aquel momento. Los Lobos Espaciales honran su desaparición con una piedra lisa en el Gran Annulus (véase "Observaciones sobre El Colmillo" por Erasmus Bosch, Inq.8.726/M40) y la Decimotercera Compañía nunca ha sido reemplazada.

La desaparición de Russ[]

Una vez cada 1,000 años, el antiguo Dreadnought Bjorn Garra Implacable es despertado de su letargo sin sueños. Reúne a todos los Sacerdotes Rúnicos del Capítulo en torno a él, les recita de nuevo las antiguas sagas y pone a prueba sus recuerdos sobre sus ancestros. El siguiente texto es una transcripción directa del relato contado por Bjorn acerca de la desaparición de Russ, registrado por Vagnai Ravenmane en 7.662.M35.

"El Festín de la Ascensión del Emperador se desarrollaba como siempre. Miles de los hijos del Emperador se habían reunido para celebrar su victoria final sobre el Gran Mal.

Las antorchas que cubrían las paredes eran como estrellas en el cielo nocturno y nuestros espíritus se elevaban hacia las cúpulas. Los salones resonaban con las canciones y las risas. En el lugar de honor de la mesa, rodeado por sus amigos más íntimos, se sentaba el Rey Lobo en persona, Leman Russ. El gran Primarca se subió una vez más a la mesa de ceremonias de roble, la misma en la que libró una desesperada y titánica lucha por su vida y por su honor, siglos atrás, contra el Emperador. Una a una, las voces estridentes se apagaron. Los parlamentos de Russ eran legendarios. Los segundos pasaron; luego, los minutos.

El gran salón estaba silencioso como una tumba. Todas las miradas estaban clavadas en Russ. Pero el Primarca no mediaba palabra y su cuerpo estaba como congelado. Los que estábamos más cerca de él pudimos ver cómo tenía fijos sus grandes ojos amarillos en un punto vacío y cómo sus músculos de hierro estaban tensados con un espasmo. Lentamente, se levantó un murmullo en el anfiteatro natural del salón mientras sus guerreros se preguntaban en el nombre de Kraken qué podía estar sucediendo. ¿Se trataría de alguna broma? ¿Acaso nuestro carismático rey iba a rugir con una risotada atronadora para pedir, de repente, más cerveza? ¿Se trataba de algún tipo de desafío o tal vez de algo peor? No podíamos decirlo ni nos atrevíamos a preguntarlo.

De repente, Russ cayó pesadamente sobre sus rodillas produciendo un sonoro crujido que resonó en el salón antes de que se hiciese de nuevo el silencio. Se giró hacia sus seguidores más fieles y, con una voz que nadie más pudo oír (ni siquiera yo), les transmitió sus instrucciones. Con la cara marcada por la tristeza, se dirigió a la multitud y sus palabras graves se hundieron profundamente en el alma de cada uno de los Lobos Espaciales. Todos a una, Russ y su séquito dieron media vuelta y salieron a toda prisa del gran salón. Solo yo, el más joven de los favoritos del Primarca, fui dejado atrás.

Desde ese momento, cada año preparábamos su puesto en el festín; cada año su cuerno era llenado de bebida por si volvía. Pasaron siete largos y dolorosos años y Russ no volvió a su hogar con nosotros. Fue un tiempo triste y muchos dicen que el peor Invierno Infernal de todos los tiempos rugía en el exterior de las murallas de los salones la noche en que los señores lobo tomaron su decisión. Si Russ no volvía a nosotros, nosotros iríamos en su busca. Elegido como Gran Lobo, conduje a los Lobos Espaciales en la búsqueda de nuestro progenitor.

Así empezó la primera de las Grandes Cacerías. Las compañías de los Lobos Espaciales subieron a sus naves y partieron en distintas direcciones hacia el Mar de las Estrellas. La leyenda de las batallas que libramos y los mundos que descubrimos es larga, demasiado larga salvo para la víspera del Eterno Invierno. Con todo, al final, nuestra búsqueda fue en vano y no obtuvimos más que cuentos y profecías vacías. Así terminó, con tristeza, la primera Gran Cacería.

No son desconocidos los casos en los que el espíritu de Russ otorga a un sacerdote rúnico una visión y habla directamente con su mente. Sus palabras son las palabras del propio Russ; es entonces cuando empieza una nueva Gran Cacería. Aunque nunca hemos tenido éxito en nuestro objetivo final, hemos cosechado muchas victorias y hemos realizado muchas grandes tareas en nombre de Russ. Y, al acabar, siempre nos quedamos con el consuelo de sus últimas palabras: al final volverá con nosotros; en la batalla final; en la Hora del Lobo..."

Acciones notables[]

  • Conquista de Delsvaan (M30) - Primera campaña conocida de la VI Legión en la Gran Cruzada. Con la salvaje destrucción de la ciudad de Núcleo Masaanore, se logró la rendición del resto del planeta.
  • Batalla de Hyn'tal (M30) - La Legión desplegó 5000 Legionarios.
  • Campaña de Relovs Landing (M30) - La Legión desplegó 7000 Legionarios.
  • Revuelta Moloriana (800.M30) - Brutal operación de castigo contra el planeta Molor, que solo pudo contenerse mediante ejecuciones sumarias.
  • Conquista de Taralais (M30) - Destrucción de un misterioso dominio xenos.
  • Conquista de los Saharduin (M30) - Destrucción de un misterioso dominio xenos.
  • Rebelión de Rama Sula (M30) - Subyugación de la revuelta de más de un millón de Soldados Imperiales en un único día sangriento.
  • Campaña del Cúmulo de Nyrcon (M30) - Persecución de la flota del Comerciante Independiente renegado Belisarius Hayte, el cual se había autoproclamado dios. Su cuerpo fue arrojado por los Lobos Espaciales a las llamas del núcleo del reactor de su nave insignia.
  • Batalla de Rennimar (865.M30) - Esta fue una campaña de acatamiento masiva, conducida por los Puños Imperiales contra el masivo ¡Waaagh! del Tirano Supremo de Grel en el Sistema Rennimar, el cual ya estaba bajo asedio tanto por la Guardia de la Muerte como por los Lobos Espaciales. Rogal Dorn, junto con el Capitán Archamus, el comandante de su Guardia de Honor de Huscarl, lideró una fuerza de 10,000 Puños Imperiales contra las fuerzas de pielesverdes. Típico de los Puños Imperiales, establecieron baluartes de muros masivos en el planeta Rennimar, lo que provocó que los orkos se lanzaran y murieran inútilmente contra las defensas legionarias. Esto permitió que el poder combinado de las Legiones Astartes aplastara a sus enemigos.
  • Batalla de Poseidonis Secundus (M30) - Lucharon junto a los Ángeles Sangrientos en el exterminio de un estallido de Esclavizadores de cuarto nivel. Esta fue una de las únicas tres ocasiones en toda la Gran Cruzada en las que se derrotó a una invasión de Esclavizadores de esa intensidad sin recurrir a un Exterminatus. Esta campaña solo está registrada en un memorial de basalto negro en Baal.
  • Batalla de Vhallach (M30) - Vencieron al divino poder de los reyes psíquicos de Vhallach.
  • Batalla de Morox (M30) - Destruyeron una infestación Lacremara.
  • Primera Batalla del Colmillo (M32) - Ataque por parte de los Mil Hijos, liderados por el Príncipe Daemon Magnus el Rojo, contra Fenris. En el planeta solo quedaba una pequeña guarnición de los Lobos Espaciales, que lograron defender su planeta natal liderados por el venerable Bjorn Garra Implacable. Los Lobos Espaciales resistieron hasta que llegaron los refuerzos y expulsaron del planeta a los Mil Hijos.
  • Cruzada de Kreel (M34) - Cruzada en la que los Lobos Espaciales y sus descendientes, recuperaron una serie de planetas imperiales que habían sido conquistados por una fuerza hereje.
  • Purga del Aplaztaeztrellaz (739.M41) - Enfrentamiento espacial entre los Lobos Espaciales y los Orkos, que tras seis meses de batalla, se consiguió la victoria imperial.
  • Rebelión de Vara (741.M41) - fue una rebelión anti-imperial en el mundo de Vara III.
  • El Fin del Honor (837.M41) - Confrontación entre los Capítulos leales de los Lobos Espaciales y los Desgarradores de Carne, cuanto estos últimos masacraron a sus enemigos rendidos. Ambos Capítulos llegaron a las manos y solo se detuvieron cuando intervino la Inquisición.

Reclutamiento[]

Fenris es un planeta de dolor y dificultades, envuelto eternamente en un hielo atenazante o en un fuego abrasador. Se encuentra en el límite noroeste de la Galaxia, peligrosamente cerca del Ojo del Terror, pero, aun así, sus habitantes permanecen puros. Desde el espacio parece que la inmensa mayoría de Fenris esté cubierta por agua congelada y que las exiguas masas terrestres floten como pequeñas islas de tierra helada sobre la nieve.

De hecho, los eruditos imperiales a menudo se preguntan si, en los largos días del invierno fenrisiano, los océanos no se congelan por completo y cubren el planeta con un rígido manto blanco. Un pequeño continente es la única área de tierra que se ha mantenido estable a lo largo de los años: el territorio de Asaheim, que se eleva en lo alto de la cresta del mundo. El planeta gira alrededor de su sol formando una elipse pronunciada.

El resultado directo de esto es que el clima de Fenris varía del frío gélido durante la mayor parte del año hasta un calor insoportable en verano. Incluso cuando Fenris alcanza su perihelio, el continente principal sigue intacto, aunque continúan atravesándolo ríos de magma y lava abrasadora. Las placas tectónicas chocan, las montañas revientan y se abren gigantescas simas en la piel del planeta. A pesar de todo, entre las islas de hielo flotante a la deriva, sacudidas por feroces mareas, de algún modo los hombres de Fenris logran sobrevivir.

No solo los omnipresentes ataques de un clima cruel y siempre cambiante amenazan a la gente, sino también las especies nativas suponen una amenaza. Las presas (como las manadas de gigantescos alces fenrisianos, con sus majestuosas cornamentas afiladas como cuchillas de afeitar, o los inmensos mamuts, capaces de aplastar un cuerpo humano y reducirlo a pulpa) son verdaderamente peligrosas. No obstante, una observación detallada ha revelado que los depredadores de Fenris pueden considerarse entre los más feroces de la galaxia.

Viejos dragones y serpientes aladas surcan las corrientes térmicas que se generan sobre las islas flotantes y se reproducen en cuevas calentadas geotérmicamente. Las serpientes marinas y los krakens merodean por las profundidades como terribles leviatanes tentaculares cuya longitud puede llegar a ser de cientos de metros. El respetado Magos Biologis Anatole Leviticus ha teorizado sobre la hipótesis de que estos "Krakens" (uno de los cuales se dice que fue cazado por Russ en persona) sean restos de una infructuosa invasión Tiránida del pasado.

Grandes osos blancos, bestias furiosas con un peso equivalente al de un tiburón de hielo y prácticamente invisibles en una tormenta de nieve, pueden encontrarse vagando por la tundra helada y son perfectamente capaces de destrozar las paredes de los edificios más sólidos para alimentarse de sus sorprendidos ocupantes. No obstante, el depredador más peligroso de todos, uno tan avanzado que es conocido en toda la galaxia, es el lobo fenrisiano. Estos monstruos con piel de hierro pueden tener desde el tamaño de un caballo pequeño hasta el de un transporte de tropas blindado y están dotados de una astucia singular.

Una breve serie de estudios demostró que sus mandíbulas pueden dejar marcas en el plastiacero. Quizá lo más aterrador de estas bestias es que viven en manadas, así que, cuando cazan, su presa tiene escasas posibilidades de escapar. Dado que muchos Lobos Espaciales lucen los pellejos de estas crueles criaturas y han terminado con la vida de alguna de ellas sin más arma que las manos desnudas, se puede afirmar sin recelo que los guerreros de Fenris son poderosos. Nacidos en un mundo donde el peligro es omnipresente, solo los más fuertes sobrevivirán. Pocos mundos en toda la galaxia temen por la supervivencia de los Lobos Espaciales.

Los Sacerdotes Lobo supervisan los combates tribales seleccionando a los mejores guerreros para que formen parte de los Elegidos, aspirantes a convertirse en Lobos Espaciales.

Doctrina de combate[]

Las fuerzas de los Lobos Espaciales tienen una aproximación a la disciplina marcial muy diferente de la de sus hermanos Marines Espaciales. Existen distintos tipos de escuadras o "manadas" en cada Gran Compañía y cada una desempeña un papel diferenciado en combate. A medida que un Lobo Espacial progresa a lo largo de su vida, puede ascender de categoría hasta que sea viejo y sus colmillos sean largos.

Si su fuerza y su valentía son indiscutibles, se le pedirá que se una a la Guardia del Lobo o incluso que se convierta en un Señor Lobo. La mayoría de Lobos Espaciales comienzan su carrera como Garras Sangrientas, jóvenes impetuosos e irreflexivos que no pueden esperar a probarse a sí mismos y cargan en grupos aullantes contra las líneas enemigas en un esfuerzo por aumentar su gloria personal. Los Garras Sangrientas son las tropas de choque de los Lobos Espaciales y la punta de lanza en la mayoría de los asaltos.

Si sobreviven, se convierten en guerreros maduros y capaces y se unen a las filas de los Cazadores Grises, guerreros templados por la batalla pero que no dudan en dar sus vidas en nombre del honor. Cuando los Lobos Espaciales son totalmente maduros, su pelo está gris y sus caninos son pronunciados; es probable que se conviertan en Colmillos Largos, soldados veteranos disciplinados y firmes incluso en el fragor de la batalla más intensa; de ser así, recibirán las armas pesadas de la Compañía. Los Lobos Espaciales más valientes y fuertes, tras demostrar su valor con alguna proeza de una bravura excepcional o de una resolución marcial, se pueden convertir en Guardias del lobo.

La Guardia del Lobo puede conducir a las manadas de guerreros más inexpertos a la batalla o formar una escolta para el guerrero más poderoso del ejército, el Señor Lobo. Pocos pueden resistir el envite de estos heroicos guerreros equipados con el mejor equipo de la armería de la Compañía, incluidas las armaduras de Exterminador, lo que los hace prácticamente imparables en combate cuerpo a cuerpo. La doctrina de combate de los Lobos Espaciales no tiene nada que ver, por desgracia, con la organización de sus Capítulos hermanos.

Dado que viven por el honor de la batalla, es prácticamente seguro que cualquier Lobo Espacial joven abandonará una estructura táctica estándar en favor de un simple asalto frontal contra el enemigo mientras aúlla con todas sus fuerzas. Se sabe que esto ha irritado a muchos comandantes aliados de los Lobos Espaciales a lo largo de los milenios, incluido el Comandante Solar Macharius, que registró su famoso malestar en el Tactica Ultimatum: "Los Garras Sangrientas de los Lobos Espaciales no solo se ponen en peligro a ellos mismos, sino que ponen en peligro las vidas de sus compañeros de armas. Si tantas ganas tienen de morir y no piensan hacer caso de las órdenes de sus superiores, lo mejor que podemos hacer es enviarlos derechos a la boca del lobo. Tan sólo podemos desear que algunos de ellos queden atrapados entre sus fauces."

A pesar de todo, los Lobos Espaciales no son, de ningún modo, berserkers descontrolados. Sencillamente, como Capítulo, confían en la eficacia del combate cuerpo a cuerpo por encima de cualquier otra táctica. Y lo cierto es que sus tácticas son innegablemente eficaces. Los Lobos Espaciales han luchado de una manera similar en cien mil campos de batalla desde que fueron creados y es poco probable que cambien ahora su forma de actuar solo para amoldarse a los preceptos del Administratum.

Organización[]

Antes de la Herejía[]

Cuando Leman Russ tomó el mando de la VI Legión, esta se adhería rígidamente a las guías y disposiciones recogidas en el Principia Belicosa del Alto Mando del Imperio. Los guerreros de la Legión se aferraban a esta regla como un ancla frente al desorden que su propio carácter, cada vez más divisivo y díscolo, estaba sembrando entre sus filas. La disciplina impuesta por la fuerza era habitual, y no eran raras las ejecuciones sumarias en el campo de batalla. Con el redescubrimiento de Leman Russ y la influencia cultural de Fenris que él trajo a la Legión, estos factores rápidamente quedaron aparcados. La furia que yacía en el corazón de la Legión fue moldeada y disciplinada mediante la voluntad, y ese manantial de salvajismo fue canalizado y dirigido al combate en lugar de dejado sin objetivo, proporcionando una catarsis que purgó a la Legión de sus tendencias autodestructivas y la unificó bajo el estandarte del Rey Lobo. Tanto el estilo de combate de Fenris adaptado por Leman Russ como la tendencia natural de la Legión por el deseo de enfrentarse mano a mano con sus enemigos llevaron pronto a un nuevo enfoque, alejado de las combinaciones generalistas de armas propuestas por el Principia Belicosa y centrado en las tácticas basadas en unidades de infantería de choque altamente móviles, y aunque se conservaron los elementos de apoyo más pesados, estos se concentraron en destacamentos especializados en lugar de ser desplegados en la línea general de batalla. Los Lobos Espaciales estaban condicionados para sentir una indiferencia casi suicida hacia el peligro, y entrenados para aprovechar esto al máximo en el campo de batalla, aplicando su coraje y poderío allí donde serían más efectivos: frente a frente con el enemigo, superando a sus enemigos con su tremenda velocidad y ferocidad, tanto en el combate cuerpo a cuerpo como en brutales tiroteos a cortas distancias. Con el tiempo, sus disposiciones tácticas cambiaron para adecuarse mejor a esta preferencia, llevando a la creación de unidades de choque únicas como los Ejecutores Grises y los Garras Sangrientas, que acabarían por formar el grueso de la infantería de la Legión hacia la fecha de la Quema de Prospero.

A finales de la Gran Cruzada, la Legión de los Lobos Espaciales se había desviado con fuerza de la definición de la estructura y organización descrita en el Principia Belicosa, aunque, si se les obligaba, podían explicar cómo encajaría cada guerrero en ella si fuera necesario. Al nivel más general, la Legión consistía en trece "Grandes Compañías" designadas por su número en el orden de batalla y dirigidas por los conocidos como "Señores Lobo" (Jarl), cada una de las cuales se componía nominalmente de 10000 Astartes, aunque en la práctica las tasas de desgaste y bajas hacían que esta cifra fuese solo teórica. Por debajo de este nivel estratégico, las huestes de la Legión se dividían a su vez en un cambiante abanico de formaciones improvisadas, bien conformadas para una misión concreta, bien fuertemente asociadas a la autoridad personal de un comandante en particular, y por debajo de ellas había una serie de subcomandantes tributarios, conocidos como "Líderes de Manada" (Thegn), sin importar su rango teórico o reconocido en el orden de batalla estándar del Imperio. Estas fuerzas, similares a partidas de guerra, eran prácticamente autónomas y fuertemente enfocadas a la infantería, aunque cada una de ellas pertenecía a una de las Grandes Compañías en que se dividía la Legión. Solían carecer de ciertas unidades y formaciones especializadas típicas en otras Legiones, y podían variar en tamaño desde el equivalente a un Batallón al de un Capítulo. Por debajo de ellas, los términos genéricos de "Manada" o "Garra" se usaban para referirse a cualquier unidad táctica pequeña, ya fuera una única escuadra de guerreros o un pequeño destacamento combinado. Estas disposiciones podían ser confusas para los foráneos, ya que, por ejemplo, una Gran Compañía podía tener varios "Thegn", cuya relativa superioridad o áreas de mando no eran para nada claras para cualquiera que no fuese un Lobo Espacial.

La formación de las propias Grandes Compañías variaba considerablemente, tanto como resultado de su historia como por las preferencias y tendencias de sus comandantes, que tenían mucha libertad para determinar su composición. La Primera Gran Compañía (u "Onn", en fenrisiano) destacaba por servir como el núcleo de veteranos de Leman Russ, incluyendo a su élite selecta, los Varagyr. La Séptima Gran Compañía, por contraste, era distinguida por ser los "Landayvan", los destructores y arrasadores, y en esta Compañía se concentraban muchos de los recursos de asedio y artillería de la Legión, así como aquellos habilidosos en el uso de armas tan peligrosas como el fósfex. También era el hogar de la mayor concentración de un subculto particular de la mitología fenrisiana, centrado en torno al espíritu lupino Morkai, una pseudodeidad de la muerte y los difuntos. Se decía que los Lobos Espaciales que se veían atraídos por este culto eran aquellos que más "sentían el aliento del lobo en sus huesos", y en ellos las fieras pasiones de sus hermanos se habían enfriado hasta convertirse en una sombría escarcha mortal, de tal modo que solo la perspectiva de derramar sangre de inmediato podía hacerles sentir de nuevo. Muchos de estos guerreros eran reunidos para formar las manadas del Diezmo Negro, un cuerpo de exterminación que también se especializaba en ataques rompelíneas casi suicidas y prácticamente imparables, en los que abrazaban el toque de la muerte como a un amigo perdido.

También hay que destacar el papel jugado en la Legión por los llamados "Sacerdotes de Fenris". Esta cámara sellada de la Legión encarnaba muchas de las funciones especiales de mando cubiertas por el Apothecarion, el Librarius y el Arsenal en otras Legiones. Sus miembros estaban imbuidos de un aura de ritual y hermetismo inusual en una Legión anterior a la Herejía, pues además de conservar la tradición marcial de la Legión, mantener su armamento y preservar su semilla genética, estos "sacerdotes" también se encargaban de salvaguardar la historia oculta y las supersticiones de la Legión, y servían como guardianes de sus secretos. Los representantes superiores de esta variada clerecía, ya fueran Sacerdotes de Hierro, Lanzadores de Runas o Portavoces de los Muertos, tenían un lugar de honor en el Einherjar, el consejo de guerra de la Legión que aconsejaba a su Primarca, y en el que cada Jarl y Thegn tenían un puesto, y cualquier guerrero de los Lobos Espaciales tenía derecho a hablar.

Disposición Bélica al Inicio de la Herejía[]

En el momento en que la Legión de los Lobos Espaciales recibió la orden de censurar a los Mil Hijos, era capaz de reunir lo que se cree que eran aproximadamente dos tercios de su fuerza activa. Esto se componía de unos 75000 Astartes enviados al asalto a Prospero, con los otros veinte o veinticinco mil dispersos en varias subflotas y destacamentos demasiado alejados para responder de inmediato a la llamada de su señor, o acantonados como guarnición en Fenris en ausencia de la Legión. Esto reflejaba el alto número de campañas que los Lobos Espaciales habían llevado a cabo en las décadas previas, en las que habían descendido de la marca de los 130000 guerreros en una serie de combates, cuya naturaleza en algunos casos permanece sellada. Se cree que su flota incluía unas sesenta naves capitales en este momento, y quizás cuatro veces más naves de ataque y naves de escolta menores. La Legión prefería los diseños de Fragatas pesadamente armadas y potenciadas, que permitían desplegar pequeños destacamentos en operaciones independientes de largo alcance. Por el contrario, su nave insignia, la Hrafnkel, era una de las variantes más grandes del Acorazado clase Gloriana, y estaba configurado como un Acorazado pesado y para realizar operaciones de destrucción planetaria de forma independiente.

Tras la Herejía[]

Desafiando al Codex Astartes, el Capítulo de los Lobos Espaciales se divide en doce Grandes Compañías. Cada una de ellas está al mando de un Señor Lobo, que solo responde ante el Gran Lobo en persona (cargo ostentado durante los últimos ochocientos años por el famoso Logan Grimnar). Cada Gran Compañía posee su propio cuartel general o "guarida" en el interior de la fortaleza del Capítulo de los Lobos Espaciales, El Colmillo. Este edificio de acero de kilómetros de altura domina las montañas de Asaheim y se dice que es la fortaleza más segura del Imperio, a excepción de las de Terra. El Colmillo cumple las funciones de cuartel general, catedral y fortaleza para cada una de las grandes compañías. Prácticamente, a todos los efectos, cada Gran Compañía es un cuerpo de tropas independiente, con su propio armamento, flota espacial, forjas, equipo y héroes ubicados en las profundidades de El Colmillo. Estas Grandes Compañías toman muchas cosas de su Señor Lobo actual, incluyendo su nombre. Cuando el Señor Lobo muere en batalla, se escoge a otro para reemplazarlo, así que la Compañía se renombra, se reconstruye y se reorganiza. Esto proporciona una fluida estructura de mando en el interior del Capítulo (la tasa de mortalidad de los Lobos Espaciales es alta, como no podía ser de otro modo dada su predilección por el combate cuerpo a cuerpo; no obstante, algunos Señores Lobo particularmente fuertes han superado su primer milenio de vida). Cada Señor Lobo escoge un símbolo de la mitología de Fenris como sello personal y es este el que adorna el estandarte de la Compañía. El grito de guerra de los Lobos Espaciales difiere según la Gran Compañía que lo emita. En cualquier caso, lo cierto es que, al lanzar un asalto, cada miembro eleva su voz con un aullido que hiela la sangre.

La casa del Gran Lobo, en donde se sitúa el Gran Anular, preside las doce Grandes Compañías. Esta casa comprende a todos los héroes más venerables del Capítulo: los Sacerdotes Rúnicos, los Sacerdotes de Hierro, los Sacerdotes Lobo y los Dreadnoughts. Su insignia siempre es la misma, el Lobo que Acecha las Estrellas, el sello personal del mismísimo Leman Russ.

Creencias[]

Los guerreros de Fenris se crían escuchando historias de monstruos y héroes, de lobos que corren por los cielos y de bestias marinas del tamaño de planetas. Están orgullosos de su tradición narrativa y valoran una buena historia casi tanto como una buena pelea. La mitología de Fenris está llena de fábulas que explican las proezas de los héroes y muchas de sus leyendas giran en torno a los lobos de Fenris que merodean por Asaheim. Estas creencias paganas son miradas con desprecio por la Eclesiarquía, pero lo cierto es que los Hijos de Russ se niegan a abandonar sus creencias, incluso cuando sus colmillos son ya largos y tienen la piel curtida por el tiempo y arrugada por la vejez.

La superstición está a la orden del día y los Lobos Espaciales acuden con frecuencia a la batalla adornados con tótems y talismanes para atraer la buena suerte y protegerse de los malos espíritus. El elemento central de sus creencias es la figura de Leman Russ, a quien consideran más que un hombre y otorgan cualidades divinas. Los héroes son tenidos en gran consideración y ninguno más que su Primarca, junto al que creen que volverán a luchar en la última batalla, en el fin del mundo.

Sagas[]

Los héroes de los Lobos Espaciales se hacen célebres por realizar hazañas en batalla, o por estilos de combate que convierten en propios. Un guerrero que combate con un estilo propio utilizará equipo con el que resaltarlo más, luchará de un modo que acentúe su estilo natural e incluso cambiará su nombre para reflejarlo. La especialización puede conferirle habilidades sobrehumanas en el campo de batalla. Esto se refleja en los eventos de su saga, que recibe el nombre correspondiente, por ejemplo Canis Nacido-Lobo lleva el nombre de la Saga de los Lobos porque cuando se dirige a la batalla lo hace con manadas de lobos de Fenris sobre los que ejerce un enorme control.

Este poder implica un coste. Para asegurar que el destino sonríe al Capítulo, los Sacerdotes Rúnicos cargarán a sus héroes con un deber sagrado o un juramento. Llevar un juramento a la batalla es un gran privilegio y un héroe no debería contravenirlo, a menos que pierda su honor o se pruebe que es falso. Cada saga tiene un juramento y deberán esforzarse por cumplirlo. Romper el juramento es una cuestión de honor. Y el honor es algo que los Lobos Espaciales valoran enormemente. Cuando los Lobos Espaciales luchen y venzan manteniendo sus juramentos intactos, Russ estará orgulloso; pues habrán luchado y ganado con estilo, teniendo historias que contar a sus compañeros del Capítulo. ¡Brindarán con una jarra de cerveza por la gloria de Fenris y el Emperador!

Reliquias[]

  • Diente de la Ventisca: Durante un despliegue para hacer retroceder elementos de un tentáculo de la Flota Enjambre Behemoth, el grupo de mando, liderado por el propio Gran Lobo Logan Grimnar, se vio rodeado cuando cientos de voraces bio-organismos surgieron del suelo detrás de ellos. La manada luchó ferozmente para defender a su Señor, y un Guardia del Lobo llamado Ralaff saltó sobre la parte trasera de un monstruoso Trygon para cortar su garganta con su cuchilla glacial. Ralaff murió a causa de sus heridas, pero sus acciones permitieron que los refuerzos llegaran hasta al Gran Lobo a tiempo.
  • Talismán de Nievenegra: Cuando un ¡Waaagh! orko devastó Geot, un mundo helado densamente colonizado, fueron los Lobos Espaciales los que derrotaron a los xenos. Se dice que la nieve misma se volvió negra por la ceniza y el sucio humo de miles de vehículos orkos en llamas. El talismán de Nievenegra contiene algunos cristales de hielo ennegrecido, mantenido permanentemente a temperaturas heladas, como recordatorio de aquella gran victoria.
  • Reliquias del Colmillo.

Semilla genética[]

La semilla genética de los Lobos Espaciales es tán única como letal. La espantosa potencia de la primera semilla genética implantada a un aspirante a Hijo de Russ es legendaria. Ha terminado con la vida de cientos de guerreros de Fenris y transforma a aquellos a los que no mata en monstruos terroríficos. No obstante, la Canis Helix es necesaria, ya que sin esta parte esencial de la herencia de Leman Russ no habría forma de implantar el resto de hélices genéticas.

Por desgracia, el código genético de la Canis Helix contiene una serie de aminoácidos no sintetizables por el cuerpo humano que tienen un efecto dramático en la fisonomía del potencial Marine Espacial. Los efectos de esta primera semilla única tienen lugar durante el adoctrinamiento del aspirante. Hacia el final, se le arroja a las montañas para que haga por su propio pie el camino de regreso al Colmillo. Los genes producen terribles cambios en la mente y el cuerpo del guerrero, que regresa a un estado primario mientras sus huesos se rompen y sueldan de nuevo; le sale un espeso pelo por todo el cuerpo y pasa a desear tan solo carne fresca para alimentarse y sangre caliente para beber.

Su masa corporal aumenta hasta un ochenta por ciento, muchos de sus huesos se sueldan entre sí y le crecen vestigios de colmillos animales en las encías a medida que se completa la transformación. Aunque su cuerpo está torturado por el dolor, el guerrero debe dominar a sus genes o estos le dominarán a él. Por todos es sabido que las noches en Fenris están plagadas de criaturas salvajes gigantes, conocidas como Wulfen, seres que no lograron superar la maldición. Convertirse en un Wulfen no solo significa fallar, sino también convertirse en un verdadero monstruo.

Si el aspirante consigue encontrar el camino de vuelta al Colmillo a través de los barrancos y glaciares plagados de hambrientos depredadores y azotados por gélidas ventiscas, se le implantará el resto de la semilla genética de los Lobos Espaciales, que estabilizará la Canis Helix y completará su adoctrinamiento genético en las filas de los Hijos de Russ. De todos modos, una pequeña parte de los guerreros no logra sobreponerse completamente a los efectos de la primera semilla genética y, en situaciones de gran tensión, vuelve al estadio primitivo y sediento de sangre que acecha en su estructura genética como una sombra fantasmal. Esta es la Maldición de los Wulfen, un temor real en Fenris.

Miembros conocidos[]

Antes de la Herejía[]

Grandes Compañías:

  • Ulvurul Heoroth - Sacerdote Rúnico de la 3ª Gran Compañía.
  • Aun Helwintr - Sacerdote Rúnico de la 3ª Gran Compañía.
  • Varangr - Heraldo de Lord Skarssensson.
  • Slejek El Forjador de Espadas - Señor de la Forja en la Hrafnkel.
  • Hruga - Hermano de Batalla de la 8ª Gran Compañía.
  • Rujveld - Hermano de Batalla.
  • Aeska Labiorroto - Hermano de Batalla.
  • Faffnr Bludbroder - Señor al cargo de la manada de vigilancia en Macragge.
  • Shockeye Ffyn - Manada de vigilancia.
  • Kuro Jfordrovk - Manada de vigilancia.
  • Gudson Alfreyer - Manada de vigilancia.
  • Mads Loreson - Manada de vigilancia.
  • Salick - Manada de vigilancia.
  • Biter Herek - Manada de vigilancia.
  • Nido Knifeson - Manada de vigilancia.
  • Bo Soren, "El Hacha" - Manada de vigilancia.
  • Torbjorn - Manada de vigilancia. Campeón de la For. Enviado a la 88ª Flota Expedicionaria como guardia de Lealtad. Asesinado en el planeta Pelago por la Legión Alfa.
  • Egil - Jauría de Torbjorn. Enviado a la 88ª Flota Expedicionaria como guardia de Lealtad.
  • Grivnir - Jauría de Torbjorn. Enviado a la 88ª Flota Expedicionaria como guardia de Lealtad.
  • Helgist - Jauría de Torbjorn. Enviado a la 88ª Flota Expedicionaria como guardia de Lealtad.
  • Skalagrim - Jauría de Torbjorn. Enviado a la 88ª Flota Expedicionaria como guardia de Lealtad.
  • Engal - Jauría de Torbjorn. Enviado a la 88ª Flota Expedicionaria como guardia de Lealtad.
  • Gunnir - Jauría de Torbjorn. Enviado a la 88ª Flota Expedicionaria como guardia de Lealtad.
  • Holdar - Jauría de Torbjorn. Enviado a la 88ª Flota Expedicionaria como guardia de Lealtad.
  • Cormek Dod - Dreadnought.

Tras la Herejía[]

  • Orven Altoyermo - Señor Lobo de los Lobos de Hierro (fallecido).
  • Haegr - Hermano de Batalla.
  • Sternhammer - Sacerdote Lobo de la 13º Gran Compañía.

Naves[]

Gran Cruzada y Herejía de Horus[]

  • Nidhoggur - Acorazado, nave insignia del Tra.

Tras la Herejía[]

Flota marines barcaza batalla lobos espaciales honor padre de todas las cosas

Honor del padre de Todas las Cosas, nave insignia del Capítulo

  • Honor del Padre de Todas las Cosas - Barcaza de Batalla y actual nave insignia del Capítulo.
  • Heraldo de Morkai - Barcaza de Batalla.
  • Holmgang - Barcaza de Batalla.
  • Lanza de Russ - Barcaza de Batalla.
  • Lobo Marino - Barcaza de Batalla.
  • Nacidolobo - Crucero de combate.
  • Veregelt - Destructor.
  • Helridder - Destructor dirigido por Bjorn. Se enfrentó a la Legión Alfa, con resultado desconocido aunque se cree que fue destruido mientras su comandante abordaba la Hrafnkel para rechazar a los invasores.
  • Goremenjarl - Fortaleza estelar clase Ramilies.
  • Viento de Fimnir -- Nave dirigida por el Líder de Batalla Haldor Icepelt, de la Gran Compañía Crines Negras.

Citas[]

"Como la montaña es Arjac, un pico cubierto de nieve. Su ira ensombrece la del oso herido. Puñoroca perdura cuando todo parece perdido."

Extraído de la Saga de Arjac Puñoroca

"Su palabra era el rugido del trueno, su mirada era la del águila, su poder era la fuerza del Kraken, su astucia era la del lobo, su temperamento provocaba la muerte de hombres."

Extraído de la Saga del Sacerdote Lobo Voltar el Sangriento

"¡Este es el ataque, hermanos! Este es el momento que esperábamos. Dadles el saludo del bolter y la bienvenida de la espada con la hospitalidad que tanto habéis demostrado en los muchos años que hemos pasado juntos."

Logan Grimnar, The Great Wolf. Extraído de la novela The Wolftime. el Sangriento

Gritos de guerra[]

  • Vlka Fenryka!.

Galería[]

Podcast[]

Wikihammer-LVDH v2

Leer más[]

Fuentes[]

  • Codex: Lobos Espaciales (Ediciones 5ª y 7ª).
  • Gathering Storm I: Fall of Cadia (7ª Edición).
  • Carteles de la exposición de Warhammer World.
  • Index Astartes II.
  • The Horus Heresy VII.
  • Deathwatch: Rites of Battle (juego de rol).
  • Curse of the Wulfen, por David Annandale.
  • Garra de Lobo, relato de Chris Wraight.
  • Luna del Cazador, relato de Guy Haley.
  • The Wolftime: A Dawn of Fire Novel.
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