Las Legiones Titánicas del Collegia Titanica del Adeptus Mechanicus tienen orgullosas historias, ya que los orígenes de algunas alcanzan el tiempo anterior a las Guerras de Unificación y la Gran Cruzada que forjó el Imperio de la Humanidad. Los casi imparables e imponentes leviatanes conocidos como Titanes son el pináculo del superior conocimiento tecnológico del Adeptus Mechanicus y el principal ejemplo del poderío militar imperial. Manufacturados en los Mundos Forja del Mechanicus, estas encarnaciones del Omnissiah acechan sobre los campos de batalla del Imperio, utilizando tecnología arcana y armas terribles para desatar su apocalíptica furia sobre los enemigos del Emperador. Estas grandiosas máquinas de guerra son reverenciadas tanto por su largo servicio y sus hazañas pasadas como por la superior potencia de fuego que pueden descargar sobre sus oponentes.
Historia[]
Orígenes[]
Durante la Era de Terra, la raza humana superó su antiguo pasado preindustrial y obtuvo la capacidad de viajar por el espacio. En esta época ancestral, la Humanidad empezó a colonizar lenta y esforzadamente los mundos habitables de su propio Sistema Solar y de los Sistemas Estelares cercanos usando enormes naves espaciales de velocidad sublumínica. Marte fue una de las primeras colonias de la Humanidad, si no la primera. Pero durante la Era de los Conflictos, el viaje interestelar y las comunicaciones se volvieron erráticos a medida que las Tormentas Disformes aumentaban de frecuencia e intensidad debido a los hirvientes dolores de la gestación del Dios del Caos Slaanesh en la Disformidad. El uso de Motores de Disformidad y Astrópatas para conectar el espacio colonizado se volvió cada vez más inútil en este periodo. Al final, miles de millones de personas murieron a causa de las guerras, los psíquicos renegados, las posesiones daemonícas y las hambrunas que se extendieron en esta edad oscura.
Al final Marte se vio aislado de Terra y de los demás mundos humanos en esta época, y sus líderes ya no pudieron adquirir suficientes alimentos o recursos para sostener a su gran población. Pronto, el Planeta Rojo quedó consumido por las luchas cuando su sociedad cayó en la anarquía, y una nueva fe empezó a extenderse por el pueblo: una religión centrada en la tecnología necesaria para asegurar su supervivencia en un mundo cuya biosfera cuidadosamente construida se estaba deshaciendo ante sus propios ojos. Este era el Culto Mechanicus, dedicado a la adoración animística del Dios Máquina. Bajo la dirección de la rígida jerarquía de Tecnosacerdotes del Mechanicus, los cultistas empezaron a restaurar el orden en su mundo una vez acabada la Larga Noche, y pusieron la base de uno de los futuros brazos militares del Culto Mechanicus: las Legiones Titánicas. Las monstruosas máquinas de guerra robóticas que construyó el Mechanicus para resistir el hostil ambiente de su mundo natal fueron llamadas Titanes. Desde aquella era, las Legiones Titánicas se han convertido en el núcleo de los ejércitos del Adeptus Mechanicus.
Erizados con potentes armas capaces de arrasar fortalezas y pulverizar ejércitos enteros, los Titanes se convirtieron en los pesados cruceros de batalla de las guerras de la Galaxia. Reverenciados por su superioridad tecnológica y su conexión con la divinidad del Dios Máquina, los Titanes tienen un aura de sacralidad en virtud de su antigüedad y su complejidad técnica. Para los Tecnosacerdotes de Marte, los Titanes representan algo más que simples máquinas de combate, y cada uno es visto como un avatar personal de su amado Omnissiah.
Cuando el Culto Mechanicus partió a las estrellas, con la esperanza de encontrar restos de conocimiento humano perdidos a lo largo de la historia, se asentaron en mundos de toda la Galaxia. Fundando nuevas colonias del Culto Mechanicus, cada uno de estos Mundos Forja se convirtió en una réplica de Marte, con sus templos al Dios Máquina, enormes y agudas Colmenas e innumerables factorías y manufactorums. Cada uno de estos nuevos mundos estaba protegido por su propia Legión Titánica.
En Terra, una vez que las Tormentas Disformes amainaron tras el nacimiento de Slaanesh, comenzó una nueva edad de reconstrucción y resurgimiento: la Era del Imperio. Conquistando a los diversos tecnobárbaros y caudillos que gobernaban Terra, un visionario se alzó de las cenizas. Su conocimiento de la antigua tecnología asombraba a todos los que hablaban con él. Conocido solamente como el Emperador, este gran líder de la Humanidad unificó al enfrentado pueblo de Terra y se preparó para lanzar su Gran Cruzada, la grandiosa reconquista de la Galaxia dirigida por sus Legiones Astartes genéticamente diseñadas. Una vez que el Mechanicum aceptó unirse a Terra y forjar el Imperio mediante la firma del Tratado de Marte, el poder de las Legiones Titánicas se puso al servicio del Emperador, que fue reconocido por las doctrinas del Culto Mechanicus como el Omnissiah, el avatar físico del Dios Máquina en el universo mortal.
Tratado de Marte[]
Cuando el Emperador comenzó su Gran Cruzada para reunificar los mundos de la Humanidad, la primera colonia humana que visitó fue el Planeta Rojo, Marte. Proclamado por todos los que le veían como el Omnissiah, el Dios Máquina Encarnado, algunos miembros del Culto Mechanicus no estuvieron del todo contentos con este giro en los acontecimientos. Unos pocos de estos descontentos incitaron una corta y sangrienta insurrección contra los que deseaban la alianza con el Emperador, pero al final la oposición fue aplastada y Marte y Terra se reunieron por primera vez tras milenios de desarrollo separado con el Tratado de Marte hacia el 800.M30. Este acuerdo fundó formalmente el Imperio de la Humanidad como una alianza entre Terra y el Culto Mechanicus, y concedía a este último la autonomía suficiente para mantener su fe incluso a pesar de que el Emperador pretendía extender su secular y atea Verdad Imperial por toda la Galaxia. Con los inmensos recursos humanos de Terra y el colosal poder técnico e industrial de Marte, el Emperador pudo empezar su gran empresa de reconquistar la Galaxia con un cimiento firme. Muchos planetas colonizados por humanos largo tiempo olvidados fueron liberados y muchos más mundos fueron poblados desde cero. Durante los siguientes 200 años terranos, el Imperio de la Humanidad se expandió rápidamente por toda la Galaxia.
Los Mundos Forja fueron finalmente capaces de reestablecer las comunicaciones con Marte tras el inicio de la Gran Cruzada, y en consecuencia muchos avances científicos y descubrimientos de tecnologías perdidas fueron difundidos por todo el Imperio. El reconocimiento de Marte como el centro preeminente del Culto Mechanicus y como líder de los Mundos Forja fue reafirmado y las naves del Mechanicum empezaron a viajar regularmente entre los mundos del Imperio. El considerable poder de los Mundos Forja, incluyendo sus Legiones Titánicas, se unió pronto a las fuerzas de la Gran Cruzada.
Herejía de Horus[]
La Gran Cruzada continuó extendiéndose, hasta que el Imperio abarcó casi toda la Galaxia hacia principios del M31. En esa época, una nueva e inesperada amenaza surgió para retar a la dominación humana de las estrellas. Esta fue la rebelión contra el gobierno del Emperador que sería conocida posteriormente como la Herejía de Horus. Esta revuelta fue instigada y dirigida por el Señor de la Guerra Horus Lupercal, el mayor y más amado de los hijos del Emperador, los Primarcas. La rebelión empezó cuando Horus bombardeó a los Marines Espaciales cuya lealtad hacia él era dudosa en el mundo de Istvaan III, y pronto alcanzó a la mitad de las Legiones Astartes y a muchas de las Legiones Titánicas que servían al Señor de la Guerra, hasta que casi un tercio de todas las fuerzas armadas del Imperio juraron obediencia a los Traidores.
Cisma de Marte[]
No está del todo claro cómo Horus consiguió poner de su parte a un porcentaje tan alto de los ejércitos a sus órdenes y hacerlos enfrentarse al Emperador, pero se sabe que era un líder habilidoso y persuasivo que se ganaba la lealtad personal de sus subordinados. Pero antes incluso de que tuvieran lugar las fases iniciales de su planeada insurrección, sabía que tendría que asegurarse el apoyo del Adeptus Mechanicus y de su superior tecnología y armamento si quería derrotar al Emperador y conquistar la Galaxia. Horus obtuvo la lealtad de muchos de los Tecnosacerdotes del Mechanicum tras prometerles los secretos perdidos de unas Plantillas de Construcción Estándar recuperadas de los mundos de la Tecnocracia Auretiana, recién sometidos por la Legión de los Hijos de Horus.
El ambiente de Marte estaba lleno de descontento en esta tumultuosa época. Había relaciones tensas entre los distintos Tecnomagi, con esporádicos estallidos de espionaje y violencia cometidos contra las diversas ciudades forja que representaban las principales unidades sociopolíticas de Marte. Hubo incluso sospechas sin confirmar sobre que las Legiones Titánicas ya habían escogido bandos en secreto en caso de un conflicto potencial. Regulus, el representante del Adeptus Mechanicus en la 63ª Flota Expedicionaria de Horus que ya había jurado lealtad a la causa del Señor de la Guerra, fue enviado al Planeta Rojo para asegurar el incierto apoyo del Fabricador General de Marte y líder de todo el Mechanicum, Kelbor-Hal. Regulus convenció al Fabricador General de que Horus pretendía darle más autonomía al Mechanicum frente al gobierno autocrático del Emperador. Como muestra de su aprecio por el apoyo del Fabricador General, Horus proporcionó a Kelbor-Hal la información que el Mechanicum necesitaba para abrir un repositorio de conocimiento prohibido conocido como las Bóvedas de Moravec, las cuales habían estado selladas durante casi un millar de años. El propio Emperador había decretado que las bóvedas no debían ser abiertas jamás, pues contenían innumerables artefactos de tecnología corrupta o fabricada con el maligno poder del Caos en edades pasadas. Pero el trato fue cerrado, y el Fabricador General aceptó la proposición de Horus y unió sus fuerzas a las del Señor de la Guerra, asistiendo a los Traidores con la más avanzada tecnología de la Humanidad a su disposición.
Cuando este repositorio fue reabierto, se encontraron todo tipo de saberes arcanos prohibidos y armas que habían sido obviamente contaminados por la influencia corruptora del Caos. Pronto la corrupción se extendió por las ciudades y templos forja de todo el Planeta Rojo en forma de código corrupto (un código fuente digital contaminado por el Caos que portaba consigo un arcano virus informático), infestó las pilas de datos y los Cogitadores-archivo del Adeptus Mechanicus, provocando la aparición de un caos literal en cualquier sistema Cogitador que estuviera conectado a una de sus contrapartidas infectadas. El Fabricador General y sus aliados del Mechanicum Oscuro usaron esta disrupción para reunir sus fuerzas, decididos a poner a Marte bajo un firme control. Infectados por este cruel código corrupto, los Titanes de la Legio Agravides y la Legio Fortidus encontraron su fin cuando sus reactores entraron en masa crítica y explotaron, destruyendo sus fortalezas y eliminando a estas antaño orgullosas Legiones Titánicas de la alineación Leal. En los años posteriores, esta noche se llegaría a conocer en las leyendas del Mechanicus como la Muerte de la Inocencia.
Las crónicas recogerían que el primer golpe de la guerra civil marciana fue descargado contra el Magos Mattias Kefra, cuya ciudad forja en la región de Sinus Sabaeus estaba alojada en el interior del Cráter de Madler. Los Titanes de la Legio Magna marcharon desde la meridional región de Noachis y en cuestión de minutos derribaron las puertas de la forja de Kefra. Aullantes máquinas pintadas de rojo, naranja, amarillo y negro y decoradas con emblemas de cráneos cornudos en llamas se desbocaron por el interior de los altos muros del cráter, aplastando a todo ser vivo bajo ellos y destruyendo miles de años estándar de sabiduría acumulada en una furia de fuego. Vastas bibliotecas ardieron y los polvorines que servían a las tropas de la Guardia Solar del Ejército Imperial fueron reducidos a escoria fundida mientras la matanza indiscriminada continuaba hasta bien entrada la noche y los bramantes cuernos de guerra de la Legio Magna resonaban como los aullidos atávicos de salvajes primitivos.
Entre los Valles de Athabasca, las máquinas de guerra de la Legio Ignatum y las de la Legión Titánica de los Estrellas Ardientes lucharon en una sangrienta batalla cuerpo a cuerpo a través de las formaciones terrestres con forma de lágrima causadas por una catastrófica inundación en una era mucho más antigua del Planeta Rojo. Ninguna fuerza pudo obtener la ventaja, ni tampoco reclamar la victoria, así que tras una noche de combates sin dignidad, ambas se retiraron para lamerse las heridas.
A lo largo de las fronteras de las regiones de Lunae Palus y Arcadia, lo que antes había sido simplemente un encendido debate entre los partisanos del Emperador y los de Horus estalló en una guerra civil abierta cuando el Princeps Ulriche de los Acechantes Mortíferos desató sus máquinas de guerra contra la fortaleza de la Legio Honorum de Maxen Vledig. Pillada por sorpresa, la Legio Honorum perdió diecinueve Titanes en la primera hora de la batalla, antes de retirarse a los desiertos helados del Mare Boreum y buscar refugio en los campos de dunas de Olympia Undae. Sus peticiones de refuerzos nunca recibieron respuesta, ya que todo Marte estaba desgarrándose a sí mismo en pedazos a medida que la plaga de la guerra se extendía por todo el planeta en una rabiosa tormenta de fuego, convirtiéndose en el conflicto que sería conocido por las siguientes generaciones como el Cisma de Marte.
La traición del Fabricador General había empezado a desvelarse, y pronto llevaría al Mechanicum Oscuro y a las Legiones Titánicas Traidoras a unirse a Horus en una guerra abierta contra el Emperador sobre la propia Terra.
Batalla de Terra[]
El asedio de Terra por las fuerzas Traidoras de Horus empezó con un bombardeo orbital de la flota del Señor de la Guerra como preludio de la invasión. Tras días de disparos desde los cielos, los Astartes de las Legiones Traidoras aterrizaron en la superficie de la Vieja Tierra en Cápsulas de Desembarco y avanzaron sobre los dos espaciopuertos más cercanos al Palacio Imperial, a fin de asegurarlos para preparar los principales desembarcos Traidores. Elementos de cinco de las Legiones Traidoras participaron en la batalla, apoyados por los Traidores ya presentes en la superficie. A pesar de los valerosos esfuerzos de los Leales, los espaciopuertos del Muro de la Eternidad y de la Puerta del León cayeron en cuestión de horas ante los seguidores del Caos.
Una vez controladas las pistas de aterrizaje, las restantes tropas de las Legiones Traidoras y sus aliados del Ejército Imperial Traidor y del Mechanicum Oscuro tomaron tierra en masa, y los pesados transportes descargaron millares de guerreros cada uno. También trajeron a la batalla a los terribles Titanes del Caos que servían a la causa del Señor de la Guerra y que habían sido infectados por los espíritus daemonícos de la Disformidad. El inmenso tamaño de los transportes les convirtió en objetivos primarios para los Láseres de Defensa de Terra. Aunque muchas de las naves de desembarco Traidoras fueron destruidas en la atmósfera, como el transporte que llevaba en su interior a la Legio Damnatus, muchas más llegaron a la superficie, regurgitando a más y más tropas, Tanques de Batalla y Titanes Traidores para reforzar a los asediadores. Se encontraron una dura resistencia Leal, ya que los defensores imperiales sabían que la supervivencia de su mundo natal, de su Emperador y de la totalidad de la Humanidad dependía de sus esfuerzos.
Entonces comenzó el auténtico asedio del Palacio Imperial. Tres veces escalaron las fuerzas del Caos los muros, y tres veces fueron rechazadas por los defensores. Frustrado por esta falta de progresos, Horus concedió a la Legio Mortis el singular honor de abrir una brecha en los muros del Palacio, entre cuyos defensores se encontraban los Titanes Leales del Collegia Titanica y sus odiados rivales, la Legio Ignatum. Usando la multitud de armas a su disposición, se pusieron manos a la obra con ansiedad. Empleando toda su enloquecida furia, lograron completar esta casi suicida empresa, a pesar de sufrir las pérdidas de más de treinta Titanes en una sola tarde de feroces combates. Los Titanes Warlord del Caos quebraron los muros exteriores y dejaron entrar a una marea de Traidores.
Al final, sin embargo, el asalto de los Traidores fracasó cuando los sucesos finales de la Herejía de Horus se desarrollaron en la nave insignia del propio Horus, la Espíritu Vengativo. El Emperador triunfó en la confrontación contra el Señor de la Guerra corrompido por el Caos, pero a costa de recibir una herida mortal. La mayoría de las Legiones Traidoras se dispersaron tras esta desastrosa derrota, y las fuerzas imperiales les persiguieron, desatando el periodo conocido como la Gran Purga. Cazadas y perseguidas, Sistema a Sistema, las Legiones Traidoras de Marines Espaciales del Caos y las Legiones Titánicas Traidoras acabaron por ser recluidas en el Ojo del Terror, y los mundos que habían ocupado fueron recuperados por el Imperio.
Tras la Herejía[]
Tras acabar la Herejía de Horus, el Collegia Titanica siguió sirviendo al Adeptus Mechanicus y al Imperio, descargando su poder donde se consideraba que era necesario. A lo largo de la Herejía, antiguas rivalidades entre determinadas Legiones Titánicas fueron agravadas hasta convertirse en puro odio cuando se encontraron en bandos opuestos. Durante milenios siguieron batallando contra los Traidores siempre que se les presentó la ocasión, y una de sus principales misiones es mantener la vigilancia sobre el Ojo del Terror y defender el espacio imperial de las incursiones Caóticas y las Cruzadas Negras. El Collegia Titanica también protege al Imperio de los ataques xenos y de otras amenazas. Aunque a consecuencia de su autonomía política como parte del Mechanicus generalmente no se preocupan de las disputas internas entre las distintas y a veces enfrentadas organizaciones del Adeptus Terra, a veces sí intervienen en favor de sus amos del Tecnosacerdocio de Marte, sean cuales sean sus motivos.
Respecto a las Legiones Titánicas Traidoras, tras el fracaso del asedio del Palacio Imperial en Terra se retiraron al Ojo del Terror junto con la mayoría de las Fuerzas del Caos. Desde allí, así como desde otros puntos ventajosos como la Fisura Disforme conocida como el Torbellino, siguen librando la Larga Guerra contra el Emperador, participando en incursiones contra los mundos fronterizos imperiales, apoyando a las Cruzadas Negras y enfrentándose también contra otras facciones Traidoras. Aunque se parecen en cierto modo a sus contrapartidas imperiales, su larga exposición a la mutante influencia del Caos ha cambiado a muchos de ellos. En algunos casos, la tripulación se ha fundido con su máquina, haciendo imposible decir dónde acaba una y empieza la otra. Otras tripulaciones se han entregado con sus armas al servicio de uno solo de los cuatro grandes Poderes Ruinosos. El Espíritu Máquina del Titán y su condenada tripulación suelen acabar poseídos por Daemons y ser esclavizados al servicio de la voluntad de los Dioses del Caos durante toda la eternidad. Sin embargo, los Titanes Traidores que lucharon en Terra no son los únicos que ha corrompido el Caos, sino que al menos dos Legiones Titánicas han engrosado las filas de los servidores de la Ruina en los milenios posteriores, para gran vergüenza del Collegia Titanica: la Legio Lacrymea y la Legión de la Furia Adamantina.
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Fuentes[]
Extraído y traducido de Wikihammer 40K UK.
- Adeptus Titanicus (Ediciones 1ª y 2ª).
- Codex: Ojo del Terror (3ª Edición).
- Codex Titanicus (1ª Edición).
- Mechanicum, por Graham McNeill.
- Legiones Titánicas (2ª Edición).
- Warhammer 40,000: Reglamento (5ª Edición).
- White Dwarf nº 108 (Edición inglesa).