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Krashrak Viskeon Inquisitor diorama

Kashrak el Acechante.

Krashrak el Acechante es un cazarrecompensas Viskeon.

Historia[]

Nacido en el seno de la raza guerrera xenos conocida como los Viskeons, Krashrak abandonó su mundo natal a una edad temprana para encontrar empleo como mercenario en las regiones salvajes de la galaxia. Los Viskeons son ectotérmicos, y absorben el calor y la energía de su entorno. Su mundo natal solía ser caluroso y reseco, y estaba envuelto en desiertos infinitos, junglas impenetrables y amplias llanuras, ambientes perfectos para una especie de sangre fría. Los guerreros jóvenes solían abandonar su mundo natal para luchar y demostrar su valía antes de regresar a casa, y Krashrak no fue una excepción, trabajando muchos años como cazarrecompensas. Lo único que le impidió regresar a casa fue la intervención de Eldrad Ulthran, Vidente del Mundo Astronave de Ulthwé, que provocó la total destrucción del planeta y la civilización Viskeons.

La razón de esta intervención fue el avance de las flotas Tiránidas que se habían escindido de la Flota Enjambre Kraken tras la Batalla de Ichar IV y se dirigían hacia los mundos vírgenes, sembrados hacía milenios por los Eldars para preparar su futura reconquista galáctica y de un valor inestimable. Sucesos puestos en marcha miles de años antes por el inescrutable Vidente empujaron a una flota Orka a chocar inesperadamente con la Flota Enjambre, lo que hizo que esta alterase radicalmente su rumbo y se dirigiese hacia el mundo natal Viskeon. Que este curso de los acontecimientos supusiera la destrucción de una civilización alienígena no importó a los distantes y altaneros Eldars, pues salvar las vidas y asentamientos de los Eldars era lo único que contaba para los Videntes de Ulthwé.

Los Viskeons eran una raza orgullosa y marcial cuyo código guerrero no les permitía usar armas de disparo, pues enfrentarse cara a cara contra un oponente era el mayor honor que un guerrero podía hacer a otro, y hacer lo contrario era impensable. Muchos Viskeons se ganaban la vida como mercenarios, cazarrecompensas y otras profesiones similares, y su habilidad con las armas era muy apreciada. Pero nada de eso bastó ante la amenaza Tiránida: los cielos hirvieron amoratados y millones y millones de Esporas Micéticas se precipitaron a través de la atmósfera, vomitando multitudes de monstruosidades alienígenas. El mundo natal de los Viskeons murió en una sola noche de violencia. Al carecer de armas de largo alcance, la superioridad numérica de los rapaces depredadores alienígenas avasalló rápidamente a los Viskeons. En menos de noventa días, su caluroso y seco mundo había quedado reducido a una bola de roca muerta sin aire, despojada de todo componente orgánico. Salvo por aquellos que se encontraban luchando en otros mundos como mercenarios, la raza de los Viskeons había sido exterminada.

Krashrak se enteró de la destrucción de su hogar casi un año después de que sucediera, y encomendó en silencio las almas de sus camaradas guerreros al vacío, consciente de que habrían luchado y muerto con honor. Al no tener un hogar al que volver, Krashrak siguió practicando su oficio escogido de cazarrecompensas, y su habilidad creció con cada captura exitosa. Su metabolismo ectotérmico le permitía operar mejor de noche, y los relatos del Acechante que acudía a por su presa por la noche se convirtieron en una historia de horror con la que asustar a niños y maleantes por igual.

La reputación del Acechante pronto llegó a oídos de un individuo que precisaba de sus habilidades y, en un bar oscuro y lleno de humo, el Inquisidor Lichtenstein contrató los servicios de Krashrak. En muchos sentidos, Lichtenstein era un Inquisidor disidente, del que sus colegas desconfiaban, y cuyas investigaciones sobre los misterios prohibidos del Caos le habían puesto en grave riesgo de ser excomulgado de la santa Inquisición del Emperador en varias ocasiones. Su búsqueda obsesiva del Librarium Hereticus, una colección de conocimientos y tecnoarcanos prohibidos, le había llevado hasta el Omniasterio de Selethoth, donde esperaba haber consultado los rollos del monje enloquecido Corteswain. Sin embargo, sus planes habían sido desbaratados por un Eldar encapuchado que había robado los rollos de su relicario y se había refugiado en el planeta Mogahl Prime, un mundo azotado por la rebelión y la revolución. Se decía que los rollos contenían pistas sobre la localización del blasfemo Librarium, y Lichtenstein estaba desesperado por descubrir todo lo que contenían. A cambio de cinco cuartos de clorintona, el Acechante viajó hasta Mogahl Prime y volvió, menos de una semana después, con la cabeza y el talismán rúnico del ladrón como pruebas del cumplimiento de su misión. Entregó los rollos a Lichtenstein y, presintiendo que encontraría más oportunidades de trabajo, siguió al Inquisidor hasta Karis Cephalon, el planeta en el que Lichtenstein creía que se encontraba el siguiente paso de su búsqueda.

La agitación vivida en Karis Cephalon resultó provechosa para Kashrak, ya que había muchos que buscaban sus servicios especializados y no podían recurrir a la ley ni al Imperio para conseguir sus fines. Las historias del Acechante se cuentan ahora en torno a las fogatas y tabernas de Karis Cephalon, y en esos momentos se mira con cautela hacia las sombras, como si la mera mención de su nombre pudiera hacerle aparecer de la nada. Quién sabe, quizás tengan razón...

Armamento[]

Krashrak viste un peto de caparazón y un talismán rúnico, y va armado con un cuchillo, neuroguanteletes y un garrote aturdidor. En su mochila lleva numerosos y complejos aparatos de rastreo.

Como Viskeon que es, Krashrak puede escupir ácido y, debido a su sangre fría, sus habilidades están condicionadas por el ambiente que le rodea: bajo una brillante luz solar, sus reacciones son lentas y letárgicas, ya que su cuerpo recupera sus reservas de energía, pero cuando cae la oscuridad, se vuelve veloz como el mercurio y terriblemente fuerte, gastando la energía acumulada durante el calor del día.

Asimismo, durante sus muchos años como cazarrecompensas, Krashrak ha usado muy a menudo un sedante conocido como clorintona, tanto sobre sí mismo como sobre sus presas, y ha desarrollado una relación única con esta sustancia, ya que al combinarse con su peculiar metabolismo le permite quedarse perfectamente quieto durante días enteros, enfriando su temperatura corporal y ralentizando por completo sus signos vitales. Esto, sumado a su formidable talento para el sigilo y la infiltración, le hace prácticamente indetectable y le permite acechar a sus enemigos sin temor a ser descubierto tanto a simple vista como mediante escáneres, aunque eso no significa que esté a salvo de ser detectado por un psíquico. Cuando su presa queda a su alcance, Krashrak se sacude los efectos de la clorintona y ataca. Tanto su garrote aturdidor como sus neuroguanteletes pueden inyectar la sustancia a sus víctimas, cuya constitución es incapaz de soportar un somnífero tan potente: hasta una pequeña dosis provoca una relajación o parálisis muscular total, y sus efectos tardan al menos ocho horas en disiparse.

Miniatura[]

Fuentes[]

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