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Ku'Gath, el Padre de la Plaga.
La Plaga Nox azotó el Mundo Agrícola de Curwen, matando a centenares de miles en cuestión de días. Una semana después del primer estallido, los Caballeros Grises llegaron. El Capítulo ya se había topado con la Plaga Nox varios siglos atrás, y sabía que era obra de Ku'Gath, el Padre de la Plaga, el más vil de todos los Grandes Demonios de Nurgle. Como era de esperar, los Caballeros Grises descubrieron a multitud de Demonios campando a sus anchas por una aldea a orillas del lago Soth, donde se había manifestado el paciente cero de la plaga. Por algún motivo sin duda absolutamente depravado, los Demonios se estaban dedicando a reunir los cuerpos cubiertos de pústulas tanto de las víctimas como de los habitantes que aún estaban vivos.
El Justicar Anval Thawn se mostró totalmente seguro de que en ese lugar se encontraba la posición principal del enemigo, y sin más preámbulos decidió lanzarse con sus Caballeros Grises contra las espantosas fuerzas del Padre de la Plaga, a orillas del putrefacto lago Soth. Sin embargo, en cuanto empezó la batalla los Caballeros Grises quedaron encerrados entre la horda demoníaca en tierra firme y los tentáculos de alguna colosal bestia que acechaba justo bajo la pestilente superficie del agua. Convencido de que luchar durante demasiado rato en aquel infecto barrizal solo podía conducir a sus hombres al desastre, el Justicar Thawn ordenó una carga contra el mismo centro del ejército demoníaco. Con fuerzas renovadas gracias al valeroso ejemplo de Thawn, los Caballeros Grises lograron causar en el enemigo un índice de bajas que parecía imposible para una fuerza de su tamaño.
Aun así, durante el clímax de la batalla, Ku'gath agarró a Thawn con una de sus inmensas manos y, ante el descontrolado jolgorio de los Nurgletes que cargaban con su palanquín, se tragó entero al Purificador mientras soltaba una cruel carcajada. Por un momento los Caballeros Grises detienen su asalto al ver la suerte que ha corrido su líder, pero antes de que la horda demoníaca pudiera aprovechar dicho instante de duda, la Gran Inmundicia pareció atragantarse y su risa se cortó de golpe. Con un gorgoteo y un súbito estertor el Gran Demonio explotó en una lluvia de excrementos y bilis, y de su interior surgió Thawn, que se había abierto camino hacia fuera rajando y atravesando la descomunal panza de la bestia. Con la muerte del Padre de la Plaga, el resto de los Demonios perdió su conexión con el mundo mortal y se esfumó de vuelta a la Disformidad. Aunque el Imperio había ganado la batalla, la plaga demostró ser demasiado virulenta como para tratar de contenerla y arriesgarse a que se extendiera. Por tanto, antes de partir, los Caballeros Grises sometieron al planeta Curwen a Exterminatus.
Fuentes
- Codex: Caballeros Grises (5ª Edición).