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"¡Éxtasis perfecto, cacofonía sin límites, agonía excesiva! ¡Debo tener más!"

Marine Espacial del Caos anónimo de los Hijos del Emperador

Los Hijos del Emperador (Emperor's Children en inglés) fueron la III Legión de Marines Espaciales que el Emperador creó para su Gran Cruzada. Su Primarca es Fulgrim, y su mundo natal era Chemos. Durante la Herejía de Horus se unieron al Señor de la Guerra Horus contra el Imperio, y cayeron en el culto a Slaanesh, convirtiéndose en psicópatas hedonistas que viven por experimentar nuevos excesos.

Historia[]

"Hay una tragedia en la perfección que solían decir los antiguos filósofos: está condenada a fracasar, a volverse imperfecta. Cuanto más se la intenta aferrar, más imperfecta se vuelve. Las caídas de todos los que se volvieron contra nosotros son todas amargas tragedias por derecho propio, pero la caída de los Hijos del Emperador es una tragedia en el sentido más grande y antiguo del término. Su tragedia no es que cayeran desde la perfección, sino que nunca estuvo en su poder alcanzarla, pues siempre fueron seres incompletos y rotos. Perseguían una luz distante que siempre estaría fuera de su alcance, y en su búsqueda se hundieron tanto que la imperfecta magnificencia que con tanto esfuerzo habían logrado se pudriría en nuestro recuerdo. Los fallos estaban ahí, mis señores. Siempre estuvieron ahí. Estuvimos ciegos a ellos. Ahora debemos ver tanto la gloria que fue como la ruina en que se convirtió; tenemos ese deber."

Malcador el Sigilita, discurso al Consejo de Caronte

Los Hijos del Emperador fueron la única Legión que portó el nombre del Emperador y su estandarte personal, la gran Aquila Palatina, que les fue concedida por su propia mano. Pocos fueron tan honrados entre las Legiones de Marines Espaciales y tuvieron tan escasos motivos para traicionar a un padre que ellos. Dados los aplausos y elogios que les fueron dedicados, pocos podían dudar de que eran la encarnación de lo que el Emperador quería que fuesen las Legiones Astartes: nobles en la acción y en el aspecto, excelentes en todo, fuertes, civilizados, firmes de propósito y leales hasta la médula. Desde esta cima descendieron en traición hasta ser las criaturas más bajas y viles, esclavizadas por el orgullo y consumidas por deseos que ningún poder natural podía satisfacer. La historia de sus hazañas antes de su caída no es simplemente una historia de lo que fueron y de lo que lograron, sino como en el caso de otros que se volvieron Traidores, una historia de cómo crearon su propia perdición, pues como dicen los antiguos textos, "el orgullo precede a la destrucción", y rara vez este proverbio ha sido más adecuado que cuando se ha aplicado a la III Legión de los Marines Espaciales. La traición cambió a los Hijos del Emperador hasta hacerlos irreconocibles: su búsqueda de la perfección se convirtió en un hambre de excesos, y el orden finalmente equilibrado de la estructura de la Legión se retorció hasta romperse.

Orígenes: La Hermandad Marcial[]

La III Legión fue creada junto a sus hermanas durante las últimas fases de las Guerras de Unificación de Terra, y muchos de sus reclutas procedían de las cortes y poblaciones vasallas hereditarias de Europa. Los nobles de Europa seleccionaron a los mejores de sus jóvenes y los ofrecieron al Emperador como tributo y penitencia por su anterior desafío tras su sistemática humillación en batalla a manos de los Regimientos de Guerreros Trueno. Entre ellos había hijos procedentes de cada familia noble, un hecho que algunos dicen apócrifamente que dio a la Legión su nombre, reafirmado años después por su Primarca. Este diezmo algunos lo entregaron como un tributo reticente, considerándolo como una toma de rehenes, mientras que otros cooperaron con el celo de los auténticos conversos: se dice, por ejemplo, que la Casa Loculus de Komarg envió a todos sus hijos al capitular, y después cedió voluntariamente al primogénito de cada generación a la Legión. En las décadas posteriores otras dinastías terranas siguieron el ejemplo de Europa, llenando las filas de la III Legión con la flor y la nata de la juventud terrana de sangre aristocrática, que conformó una hermandad marcial cuya ascendencia militar se extendía hasta eras olvidadas.

Aún queda mucha documentación sobre la fundación de esta Legión, y a partir de los datos parece que la marca de la semilla genética de la Legión y su acondicionamiento producía guerreros con físicos finamente esculpidos, un porte noble y procesos de pensamiento bien controlados, con tendencias psicológicas inclinadas hacia el logro personal y la competición para demostrar la superioridad individual. La única anormalidad registrada fue la ocasional incidencia del albinismo, y un cambio del color del iris al violeta en algunos reclutas. Tales efectos menores del proceso de implantación y acondicionamiento no hicieron nada para distraer del aura de refinamiento estético que rodeaba a la III Legión, incluso en sus primeros años, y fueron mantenidos como un arquetipo a alabar y a servir de patrón para juzgar a otros. Revestidos de servoarmaduras decoradas con relámpagos y rayos solares, para los seguidores humanos de la causa del Emperador eran los semidioses míticos hechos carne y cubiertos de acero.

En estas primeras guerras la III Legión parece que fue usada notablemente para apoyar las acciones del naciente Ejército Imperial, y en muchas ocasiones para dirigirlo directamente en combate. Esto se diferenciaba claramente de las otras Legiones tempranas, que solían ser desplegadas como grupos unificados en masa como tropas de choque apoyadas solo por máquinas de guerra pesadas. Coordinar y dirigir a las tropas "menores" parecía algo natural para la III Legión. Tenían una profunda habilidad para entender los puntos fuertes y los múltiples puntos débiles de los diversos ejércitos al servicio del Emperador y bebían de las largas tradiciones de las aristocracias militares de Terra para dirigir con seguridad y propósito. La Liquidación Antártica, por ejemplo, está registrada como una victoria del Grupo de Ejército Antilles, pero en realidad cualquier análisis detallado del conflicto revela que fue la III Legión quien esculpió las tácticas y la estrategia de la campaña y la llevó hasta su exitoso final. De un modo similar, cuando la Hueste de Bronce tomó Nadarin fue bajo la vigilancia y ayuda de la III Legión, y el Quinto Alzamiento de Jove-Sat II fue hecho principalmente por su mano, aunque son otros nombres distintos de los suyos los que se acumulan en los rollos de honor. Los ejemplos son numerosos, y en todos ellos la III Legión demostró su soberbia habilidad para ejecutar y superar la intención y expectativas de su Emperador en la guerra.

Debido también a su singular carácter y apariencia, el Emperador usó miembros de la III Legión como portaestandartes y palafreneros en situaciones de riesgo y de absoluto peligro, una responsabilidad que la Legión aceptaba con orgullo. Portando el estandarte del águila palatina del Emperador, los miembros de la III Legión acompañaban a las misiones diplomáticas y a los emisarios como guardaespaldas y agentes al corazón del enemigo, y en la batalla portaban el estandarte y dirigían a los ejércitos de los recién conquistados como instrumentos de la voluntad y del juicio del Emperador si era necesario. La visión del símbolo del Emperador en manos de uno de sus guerreros favoritos era suficiente para convencer a muchos nuevos aliados vacilantes en la línea del frente. Estos portaestandartes, y los guardias de honor que los acompañaban, coloreaban simbólicamente su armadura con laca púrpura imperial para señalar su rango y su misión.

Así dispuestos, nadie podía dudar que eran los elegidos del Emperador, y tal era su historial y la estima con la que operaban que por un tiempo se hizo habitual que ellos transmitiesen los deseos y órdenes del Emperador a las demás Legiones y fuerzas militares dispersas por el recién nacido Imperio. La naturaleza de la psicología de la III Legión implicaba que llevarían el preciso significado e intención de cualquier orden sin tergiversarla y con su último aliento si era necesario. En esta función, la III Legión se arropó con el manto de la voluntad del Emperador, y ninguna otra Legión fue honrada así. Otros portaban sus palabras, pero en esa época la III era su voz.

Fue tras la Traición Proximana cuando se concedió a la III Legión el derecho exclusivo de portar el Aquila Palatina, el estandarte personal del Emperador, en su propia heráldica. Este honor fue comprado con la sangre de la XVI Cohorte de la Legión, asignada a las ceremonias de sumisión de Proxima y a la guardia de honor del Emperador, que luchó y murió hasta el último hombre junto a la Legio Custodes sin ceder terreno cuando se produjo un ataque sorpresa rebelde en la plaza ceremonial. Gracias a su sacrificio el Emperador, que había quedado herido por el uso de un arma de vórtice, consiguió el tiempo suficiente para recuperarse y abrirse camino fuera de la trampa. En reconocimiento de esto, el estandarte del Aquila Palatina por el que tan ferozmente lucharon aquel día les fue entregado por la mano del propio Emperador, para que fuese su reliquia para siempre, junto con el derecho de terminar la revuelta de Proxima mediante Exterminatus y así cobrarse la sangre derramada.

Crisis de la semilla genética[]

Un gran desastre marcó las primeras décadas de la existencia de la III Legión: la catastrófica pérdida de toda la reserva de semilla genética de los Hijos del Emperador. Ocurrida un año solar después de su gran triunfo junto al Emperador en Proxima, resultaría un momento clave que alteraría para siempre el futuro de la Legión.

Cuando las guerras de unidad del Emperador trascendieron los límites de Terra, la pacificación de los cultos genéticos de Luna y el Pacto de Marte permitieron al Emperador producir y equipar a nuevos Marines Espaciales a un ritmo sin precedentes, y las Legiones empezaron a expandirse para cubrir las necesidades bélicas que surgían en torno a otras estrellas. Cuando las forjas genéticas empezaron a implantar reclutas para todas las Legiones, una porción de la reserva de semilla genética de la III Legión fue despachada a Luna para que fuese almacenada allí. Lo que ocurrió a continuación no está claro. Algunos afirman que ciertos elementos de los cultos selenitas que aún se resistían al Imperio secuestraron un láser de defensa y destruyeron la nave que transportaba la semilla de la III Legión, mientras que otros relatos conflictivos afirman que la nave perdió el control y se estrelló cuando intentaba alunizar, y otros afirman que simplemente se desvaneció. Sería sencillo, en retrospectiva, culpar a una conspiración oculta o a un agente maligno por este desastre, y esta no es una posibilidad que pueda ser ignorada. La pérdida de la reserva de semilla genética de la III Legión fue un duro golpe, pero no habría puesto en peligro la supervivencia de la Legión si no hubiera ocurrido muy poco después una segunda calamidad.

Como todas las Legiones, la III recuperaba las glándulas progenoides de sus guerreros caídos en combate. A partir de estos órganos se podía cultivar un nuevo par de órganos de semilla genética y crear sendos nuevos guerreros que reemplazasen al difunto. Este sistema, sin embargo, no era perfecto. La naturaleza de la batalla, y la forma en que los Legionarios morían, no siempre permitían que las glándulas pudiesen ser recuperadas. Para asegurarse de que siempre había órganos preparados para ser implantados en los nuevos reclutas, una reserva de semilla genética era mantenida a salvo en Terra. A partir de esta reserva de emergencia debería haber sido posible mantener el suministro de nuevos guerreros para la III Legión, e incluso con la pérdida de la semilla enviada a Luna la Legión habría resistido y con el tiempo habría vuelto a crecer; la supervivencia debería haber sido segura. Pero en una sola noche esa esperanza fue hecha pedazos.

Se descubrió que una rápida epidemia vírica había infectado repentinamente varias de las cámaras de semilla genética de Terra, cuya causa y origen se desconocían. Los Magos Biologis trataron febrilmente de mantenerla a raya, ya que amenazaba con destruir en cuestión de horas lo que había llevado un siglo acumular, pero la infección artificial (y para muchos alienígena) desafiaba todo tratamiento, y solo gracias a la intervención del inigualable genio del propio Emperador se pudo purgar la plaga. Aunque muchas Legiones sufrieron pérdidas por este ataque desde un flanco desconocido, se descubrió que el virus había destruido totalmente la semilla genética de la III Legión. A partir de ese momento la III Legión empezó a morir.

Mientras otras Legiones crecían de tamaño y acumulaban gloria a medida que la Gran Cruzada cogía ritmo, la III Legión se marchitó. La única forma que tenía de reemplazar pérdidas era cosechar las glándulas progenoides de sus muertos. Sin el Primarca de la Legión, el Emperador y sus genoartesanos solo podían reconstruir las reservas de semilla genética con dolorosa lentitud. Mientras el proceso de reconstrucción avanzaba lentamente, la fuerza de la III Legión se reducía con cada batalla. Se hizo evidente que la III Legión habría quedado muy por debajo del mínimo efectivo de fuerzas mucho antes de que sus reservas de semilla genética fuesen restablecidas. La perdición de la Legión era inevitable.

Gran Cruzada[]

La salvación de Chemos[]

Hijos del Emperador Servoarmadura Mark III Hierro Esquema Preherejia Gran Cruzada Wikihammer

Marine de los Hijos del Emperador antes de la Herejía de Horus

La III Legión fue salvada por el descubrimiento de su Primarca. Guiada por la casualidad o por la sabiduría del Emperador, la Gran Cruzada llegó al olvidado Chemos. Era un mundo de cielo y superficie grises, donde la esperanza era débil y el trabajo penoso definía la vida, y la lenta decadencia era todo lo que aguardaba a la aislada población humana que vivía allí. La privación era común en Chemos y había muchas durezas que afrontar, pero algunos han observado irónicamente que, en comparación con las adopciones de muchos otros Primarcas, Fulgrim fue bendecido.

En este apagado mundo el Primarca Fulgrim creció y alcanzó una posición de poder. El propio Fulgrim era de piel pálida y huesos finos, como algún antiguo modelo de gracia encarnado. Un cabello ceniciento enmarcaba un rostro apuesto y unos ojos violetas iluminados por una chispa de deleite. En la guerra, el pensamiento, las artes y la creación destacaba sin esfuerzo. Los detalles de su vida y la influencia de Chemos sobre Fulgrim han sido relatados en varias ocasiones por manos diversas. Para nuestros propósitos, el hecho más significativo es que Fulgrim se convirtió en un faro de esperanza en medio de la consumida existencia del pueblo de Chemos. Su presencia había impulsado un resurgimiento de la artesanía, el arte y el refinamiento intelectual, y mediante el esfuerzo de su intelecto y sus logros había detenido el retroceso de este mísero mundo y le había marcado un rumbo que, si no llevaba a la grandeza, al menos sí a una mejora de su suerte. Creciendo en suelo rocoso, esta aspiración nunca alcanzaría grandes cotas, pero la voluntad que inspiraba Fulgrim era grande.

La reunión de padre e hijo fue cálida, y el acceso de Chemos al seno del Imperio fue completado de forma rápida y voluntariosa, y pronto el Emperador dio a Fulgrim el mando de la moribunda III Legión. Con tan solo doscientos guerreros, esta se desplegó ante él. Eran tan pocos que cada uno portaba el estandarte de una Compañía que o había perecido o ahora contaba con solo un puñado de guerreros. Se mantenían orgullosamente erguidos, como si desafiaran al destino. ¿Vio Fulgrim un eco del esfuerzo de Chemos en sus hijos genéticos supervivientes? No podemos saberlo, pero en ese momento se arrodilló ante su propia Legión. Cuando se levantó les habló, hablando a sus hijos genéticos de su destino, de cómo debían desembarazarse de los infortunios del pasado y alzarse hasta cotas a las que otros no se atreverían. "Sois los elegidos del Emperador, sus heraldos, sus guerreros, sus hijos, pues esto es solo el principio", decretó el Primarca. Al oír las palabras de Fulgrim, el Emperador rebautizó a la III Legión como los Hijos del Emperador, ratificando un nombre largo tiempo conocido pero ahora totalmente oficial. El Colegio de Blasones del Officio Militaris registró el cambio y marcó su panoplia como púrpura imperial con la garra alada de oro como emblema, con derecho a portar el Aquila Palatina como ejecutores de la voluntad imperial.

Preherejia hijos emperador

Los Hijos del Emperador podían empezar a reconstruirse. El descubrimiento de Fulgrim permitió sintetizar semilla genética rápidamente, y Chemos podría proporcionar los reclutas necesarios. El Emperador, quizás complacido con la fanática aceptación de Fulgrim y su pueblo de la adhesión al Imperio, decretó personalmente que de inmediato se pusieran a disposición de la Legión sustanciales recursos. Algunos en el Consejo de Guerra aconsejaron tomar nuevos reclutas de mundos diferentes. A sus ojos había poco destacable en la gente de Chemos como material guerrero adecuado. También carecían de la fuerte cultura marcial común en los mundos que suministraban reclutas a las Legiones Astartes. Fulgrim rechazó estas objeciones: el pueblo de Chemos tenía el derecho y la voluntad de alzarse por encima de sus inicios, de convertirse en algo mayor que lo que su pasado le había permitido ser.

Otros mundos, no obstante, ayudaron a reconstruir a los Hijos del Emperador. En Terra algunas viejas familias de la nobleza renovaron sus tributos de hijos, y cuando Fulgrim tomaba parte en la conquista de mundos humanos se acostumbró a ofrecer a la élite gobernante la oportunidad de entregar a sus hijos jóvenes como aspirantes si él los consideraba dignos. Fulgrim rara vez rechazó estos tributos de hijos nobles, a pesar de sus palabras ante el Consejo de Guerra. Quizás se sentía halagado.

Hermanos de los Lobos[]

Incluso mientras los Hijos del Emperador crecían de nuevo en tamaño, aún eran un vestigio roto en comparación con otras Legiones. Los Hijos del Emperador eran apenas unos cientos, mientras que los Ultramarines ya habían sido los primeros en superar la marca de los 100.000 Marines Espaciales, y junto a ellos los Puños Imperiales y los Lobos Lunares tenían números suficientes para llevar a cabo múltiples campañas por sí solos. Incluso la XX Legión, a pesar de su juventud y de carecer aún de su Primarca, tenía más tropas listas para el combate. Viendo la necesidad de mimar la recuperación de los Hijos del Emperador, el Señor de la Humanidad pidió a Horus que fuese el mentor de Fulgrim y su Legión. Así fue como durante más de diez años los Hijos del Emperador y los Lobos Lunares lucharon hombro con hombro.

El lazo de hermandad y confianza forjado en combate entre Fulgrim y Horus, a pesar de lo distintos que eran, se volvió irrompible. Del mismo modo sus Legiones se acercaron entre sí, puesto que al ser tan distintas en temperamento pero tener el mismo nivel de habilidad, tanto las Legiones como sus Primarcas parecían complementarse mutuamente. Donde Horus era rápido e intuitivo, Fulgrim era paciente y considerado. Donde los Lobos Lunares eran directos y brutales, los Hijos del Emperador eran flexibles y sutiles. Cuando finalmente los Hijos del Emperador se separaron para luchar por sí solos, se habían convertido en hermanos juramentados de los Lobos Lunares; fue un lazo que la traición retorcería un día hasta convertirlo en una cadena que atraparía sus almas.

Orgullo y Caída[]

Fulgrim con aguila

Una apasionada intensidad llenó a los Hijos del Emperador desde el momento en que Fulgrim se arrodilló en humildad ante ellos. Fue como si los logros del pasado no contasen para nada para ellos, solo el futuro importaba, un futuro en el cual no podían tolerar ningún fracaso. Perseguían cualquier empresa con concentración y dedicación absolutas, y las habilidades marciales eran su principal preocupación y no aceptarían nada que otro pudiera mejorar. Cuando otra Legión destacaba en algún detalle de la guerra, los Hijos del Emperador se dedicarían a aprender esas habilidades. Se entregaban por completo a su entrenamiento y estudio, permitiendo que les consumiera hasta lograr la maestría. Una vez dominado un método, este sería evaluado y refinado.

Esta compulsión permitió a Fulgrim mostrar su famosa sonrisa en el Consejo de Espadas que siguió a la destrucción del imperio Orko de Mirga, cuando Roboute Guilliman comentó a la Cámara que los Hijos del Emperador habían aplicado sus doctrinas de contraataque mejor que los propios Ultramarines en la batalla.

Tan admirables como puedan parecer tales prácticas, estas tenían un precio. Aunque su conducta era ejemplar, en algún momento el orgullo y el resentimiento contaminaron la nobleza.

La única medida del éxito es compararse con otros. Cuando otra Legión era honrada se dice que ellos se lo tomaban al mismo tiempo como un estímulo para mejorar y como una herida en su orgullo. Cuando no lograban alcanzar la calidad de otros, surgía envidia. Cuando sí alcanzaban la excelencia, aparecía el desprecio hacia aquellos a los que habían superado. Y sin importar lo alto que llegasen, ni lo mucho que triunfasen, nunca era suficiente. Los logros del pasado estaban muertos para ellos. Su hambre de perfección no tenía límite, y nunca podía quedar satisfecha. Las atrocidades que vendrían después demuestran esta afirmación, pero las señales estaban ahí desde mucho antes de que cayesen.

Se desconoce el punto en el que Fulgrim y los Hijos del Emperador abrazaron a la oscuridad. Quizás Horus corrompió a Fulgrim tras su propia caída, o quizás Fulgrim ya estaba recorriendo un camino descendente y la traición de Horus simplemente superó y consumió esa corrupción existente; es algo que nunca sabremos. Algunos de los que servían a la siniestra del Emperador señalan la purga de los peligrosos xenos conocidos como Laer como la crisis que condenó finalmente a Fulgrim, ya que hay indicios de que fuerzas malignas usaron este suceso para atrapar a Fulgrim y comenzar la rápida corrupción de los Hijos del Emperador. Esto puede ser cierto, pero incluso si los poderes oscuros usaron a los Laer para sembrar su semilla, solo podría haber germinado en suelo fértil. Por contra, también es cierto que muchos Hijos del Emperador se mantuvieron fueles a su antigua nobleza hasta el fin. Si vieron venir la condenación de su Legión es irrelevante, pero está claro que resistieron a la corrupción que se apoderó de sus hermanos. Las cenizas de Istvaan III son la prueba irrefutable del precio definitivo pagado por su resistencia y lealtad. Purgados por su supuesta imperfección por un Primarca enloquecido por el resentimiento y convertido en el juguete de fuerzas oscuras, aquellos que cayeron en Istvaan III sin romper sus juramentos eran la auténtica alma de una Legión a la que el propio Emperador nombró como hija suya.

Herejía de Horus[]

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Una escuadra de los Hijos del Emperador en combate durante la Herejía de Horus

Cuando los sucesos que llevaron a la Herejía de Horus estallaron, Fulgrim se apresuró a visitar al Señor de la Guerra, intentando razonar con su antiguo amigo. En vez de cambiar de opinión, Horus le sedujo, jugando con su amor por la perfección absoluta para debilitar la lealtad de Fulgrim hacia el Emperador. Aunque Fulgrim al principio se resistió y quiso denunciar a Horus, la espada que había tomado del templo Laer, que de hecho contenía un Gran Demonio de Slaanesh, le había estado susurrando desde que la recogió y, al no sospechar la verdadera naturaleza del arma, Fulgrim creyó que los susurros provenían de su propia mente y poco a poco su resolución se debilitó hasta el punto de que Horus logró convencerle.

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La corrupción se extendió desde Fulgrim hacia los Lords Comandantes, y de ellos a los Capitanes y Sargentos, y finalmente todos, salvo un puñado de Marines, seguían a Slaanesh antes que al Emperador. Los Marines Leales, dirigidos por el Capitán Saul Tarvitz, lucharon valientemente en Istvaan III, pero acabaron por ser aplastados cuando Horus y los tres Primarcas que ya se habían puesto de su parte arrasaron aquellas tropas que creían aún eran leales al Emperador. Entonces, la Legión procedió con alegría a ayudar a destruir a las Legiones Leales que llegaban.

Toda sombra de decencia entre los Hijos del Emperador había desaparecido para cuando participaron en el Asedio de Terra. Aunque las otras Legiones Traidoras asaltaron el Palacio Imperial, los Hijos del Emperador se dedicaron a extender el terror por Terra atacando a su población indefensa. Miles de ciudadanos fueron masacrados y obligados a crear infinitas variedades de drogas y estimulantes, mientras innumerables más morían para dar a los Legionarios placeres más crudos y directos.

Tras la Herejía[]

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Cuando Horus fue derrotado, los Hijos del Emperador dejaron una estela de mundos despoblados tras de sí mientras huían al Ojo del Terror. Fueron la primera de las Legiones Traidoras que empezó a asaltar mundos imperiales para tomar prisioneros y botín. Sus excesos no conocían límites, y los saqueos pronto dejaron de ser suficiente para aplacar su ansia de depravación. En su desatado fervor, pronto empezaron a capturar a los esclavos y siervos de las otras Legiones Traidoras, iniciando una serie de guerras dentro del Ojo del Terror. Los conflictos culminaron con la destrucción de la fortaleza de los Hijos de Horus en Maeleum, donde Fabius Bilis robó y clonó el cuerpo del Señor de la Guerra. Ezekyle Abaddon el Saqueador (de quien se decía que también era un clon de Horus) dirigió a su Legión en un ataque relámpago contra los Hijos del Emperador, destruyendo el cadáver de Horus y sus clones.

Tras esto, todas las Legiones retomaron sus saqueos al Imperio, siendo los Hijos del Emperador los que más éxito han tenido en estos ataques.

Respecto a Fulgrim, su destino es incierto. Algunos creen que fue matado, otros sostienen que fue elevado a la categoría de Príncipe Demonio por Slaanesh, y que gobierna un planeta de placer infinito e ilimitado. Hasta la actualidad, las partidas de guerra de los Hijos del Emperador siguen buscando ese mundo.

La Clonación de Horus[]

Hijos del Emperador Vs Hijos de Horus

Los Hijos de Horus se enfrentan a los Hijos del Emperador

En algún momento posterior a la Herejía de Horus, Fabius BilisApotecario Jefe, logró clonar a Horus, creyendo que esto, entre otras cosas, le haría ganar el favor de Abaddon el Saqueador. Sin embargo, Abaddon destruyó a los replicae (clones) de Horus, proclamándolos una "blasfemia" (así como una potencial amenaza para su propio control sobre las Fuerzas del Caos como heredero de Horus), y ordenó a la recién renombrada Legión Negra arrasar los Laboratoria de Fabius y destruir sus experimentos. Es lógico pensar que desde entonces Bilis no se lleva muy bien con Abaddon.

Tras estos sucesos, Fabius abandonó la causa de las Legiones Traidoras y se convirtió en un "agente libre", siguiendo sus propios planes. También ha conseguido clonarse con éxito a sí mismo, habiendo varios de sus replicae activos al mismo tiempo en distintos lugares, y se dice que tiene instalaciones secretas en una docena de puntos de la Galaxia. Su arrogancia y su retorcida y amoral inteligencia están más que igualadas con su sádica crueldad.

Acciones notables[]

Guerras de Unificación y Gran Cruzada[]

Los Hijos del Emperador eran una Legión ejemplar. No es la simple acumulación de victorias lo que hace destacar a su historia anterior a la Traición, sino la forma en la que obtuvieran esas victorias. Cada registro de todo enfrentamiento en el que lucharon contiene algún rasgo admirable: un detalle de la planificación de la batalla, una hazaña de armas o una heroicidad individual. Pocas Legiones podían competir con ellos en los honores conseguidos por sus guerreros y sus unidades. Siempre esforzándose y buscando nuevas habilidades que asimilar y formas de perfeccionar su arte, eran todo lo mejor de las Legiones Astartes. Mientras otras hacían de una forma de guerrear la suya, y la aplicaban como un sello de hierro a todas sus situaciones, los Hijos del Emperador nunca se aferraron a un único modo de lucha. Sus victorias muestran más diversidad de estrategias y tácticas aplicadas que las de cualquiera de sus Legiones hermanas, excepto quizás los Ultramarines. Era casi como si buscasen limar cualquier imperfección en sus habilidades adoptando y puliendo todos los estilos y habilidades marciales. A distancia, en el cuerpo a cuerpo, en el asalto veloz o en el asedio prolongado su historial está repleto de logros. Estos estaban excepcionalmente bien documentados, ya que ninguna otra Legión se entregó tanto al concepto de la rememoración antes o después de que esta se hiciese oficial. En incontables textos, imágenes, grabaciones y obras de arte ahora sellados, se podía ver una imagen reflejada de perfección perdida. Aunque no se vio en aquella época, quizá las voces de sus futuros crímenes susurraban desde las victorias ganadas en aquel tiempo.

  • Liquidación Antártica (M30).
  • Toma de Nadarin (M30).
  • Quinto Alzamiento de Jove-Sat II (M30).
  • Conquista de los Arrecifes de Moraeb (M30).
  • Pacificación de Schravaan (M30).
  • Persecución de los Diasporex, Batalla de la Estrella Corolis (M31).
  • Batalla de Tarsus (M31).
  • Pacificación del Sistema Cheraut (M31).

Herejía de Horus[]

  • Batalla de Istvaan Extremis (005.M31).
  • Asalto de Iydris (006-007.M31).

Tras la Herejía[]

  • La Carne contra el Acero: Los Sensorianos, una partida de guerra recién formada por Marines Espaciales del Caos adoradores de Slaanesh, entran en tratos con el Mechanicum Oscuro en un intento de desarrollar los primeros Ingenios Daemónicos equipados con armamento sónico. Al hacerlo, se enteran de la existencia de los sombríos Skitarii del mundo forja de Agripinaa, ancestrales enemigos de los tecnoherejes mecánicos del Ojo del Terror. Horrorizados por la idea de que los Skitarii cambian voluntariamente su carne por sustitutos cibernéticos, los Hijos del Emperador lanzan una gran incursión contra el planeta bajo la cobertura de una invasión del Mechanicum Oscuro. Capturan a varios manípulos de Skitarii, sobrecargando sus circuitos con cortinas de ruido intenso y ensordecedor código corrupto, para después llevárselos de vuelta al Ojo del Terror. Allí extirpan los implantes biónicos de los Skitarii y los reemplazan con equivalentes carnosos cosechados de mutantes, cadáveres e incluso Engendros del Caos caídos hasta que apenas les queda una onza de metal en el cuerpo. Los Carnosos de Sensoria, aunque enloquecidos por el proceso, resultan un recurso potente en la Larga Guerra.
  • El Eterno Duelista: Lucius el Sempiterno dirige a una variopinta partida de guerra por toda la galaxia siguiendo la pista de los oponentes más letales que su red de cultistas torturadores admiradores puede localizar para él. Su intención es cazar a los mejores combatientes de la galaxia y vencerles en una lucha singular o morir en el intento. A lo largo de varios siglos, derrota al Arconte Drukhari Vraesque en la maldita Shaadom, al Paladín del Emperador de los Templarios Negros en Hadovelado, y al Kaudillo Orko Dozgarraz en Octarius Sigma. Finalmente, en una luna sin nombre cerca de Damnos, Lucius es derribado por el duelista Necrón cambiaformas conocido solo como la Espada Fásica. Sin embargo, ni siquiera el cuerpo de metal viviente del Necrón puede impedir que la extraña maldición-posesión del campeón de Slaanesh haga su efecto, pues siente un frío orgullo por su victoria, y esa es la semilla de su perdición. Lucius renace dentro de su asesino en cuestión de días, y el cuerpo del guerrero xenos se deshace para revelar al retorcido espadachín, tan arrogante y maníaco como siempre.
  • El Cacophonicum de Knaus Lambda: La partida de guerra de Revellian el Tres Veces Quemado captura la Basílica Morbidus, centro de la majestuosa Ciudad Fiel del mundo santuario de Knaus Lambda. Seis Dreadclaws se estrellan a través del techo de cristal tintado del cathedrum y vomitan a sus pasajeros hambrientos de batalla. El armamento sónico de los hedonistas asesinos destroza esculturas de cristal de valor incalculable y toda una fortuna en joyas. Los suplicantes y peregrinos descalzos que estaban mostrando su devoción son despedazados en cuerpo y alma por la ensordecedora cacofonía, que es potenciada por la perfecta acústica de la basílica. En respuesta, el cercano complejo de la Schola Progenium envía rápidamente a sus Vástagos Tempestus al lugar, y tiene lugar un tiroteo que llena la ciudad de gritos aterrorizados. La cacofonía se vuelve tan intensa que la propia realidad riela y se convulsiona, y un carnaval de Diablillas de Slaanesh se une al festín. La Ciudad Fiel acaba por ser reconsagrada como el Cacophonicum, convirtiéndose en una base de operaciones que permite a Revellian el Tres Veces Quemado y a sus Hijos del Emperador reducir a escombros cada uno de los asentamientos fortificados de Knaus Lambda.
  • Venganza del Príncipe Plateado: Tras un largo y difícil viaje por la Disformidad, la partida de guerra de adoradores de Khorne conocida como los Vasallos de los Cráneos se adelanta a sus rivales de los Hijos del Emperador en su avance sobre el mundo civilizado de Refugio del Cazador. Los Vasallos de los Cráneos lanzan un sangriento asalto tres días antes de que lleguen los otros Marines Espaciales del Caos. Cuando los Hijos del Emperador desembarcan, queda poco de la población de la capital, salvo cadáveres desmembrados y cabezas decapitadas y apiladas en montones piramidales. Enfurecido por los actos de los Vasallos de los Cráneos, el señor daemónico conocido como el Príncipe Plateado encabeza a su guardia personal de Exterminadores del Caos en un asalto hechicero directamente contra los comandantes de la partida de guerra de Khorne. El repentino conflicto escala hasta convertirse en una devastadora guerra de desgaste en la que ambas partidas de guerra sufren graves bajas, pero ambos bandos se deleitan tanto en la carnicería que ninguno se echa atrás. Los ciudadanos supervivientes de Refugio del Cazador aprovechan la ocasión para evacuar el planeta y dejar que los Marines Espaciales del Caos luchen entre ellos.
  • Los Primaris del Primogenitor: El desquiciado maestro de la carne Fabius Bilis se encuentra en el mundo de Agrathane Excellia cuando observa a una fuerza de asalto del recién fundado Capítulo Primaris de los Nemesores tomar un bastión fortificado de la Legión Negra en una hora. Impresionado a su pesar, Bilis se obsesiona con capturar y diseccionar a estos esculturales guerreros. Su intención es combinarlos en cuerpo y alma con las oscuras energías del Caos para engendrar sus propias versiones retorcidas de los Marines Espaciales Primaris.

Mundo Natal[]

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Los Hijos del Emperador preparándose para la guerra

Durante su aislamiento, los archiveros de Chemos mostraron una imagen de un mundo desierto e implacable. Calentado por dos pequeños y distantes soles, y rodeado por una nebulosa nube de polvo, en él no se diferenciaba el día de la noche, y sólo había un perpetuo crepúsculo gris en el que las estrellas nunca brillaban. Colonizado hace tiempo como colonia minera, las ciudades de Chemos habían empezado a decaer desde su aislamiento de la Tierra. Sin los recursos de los otros planetas miles de personas murieron de hambre y eventualmente, recayó sobre las resistentes fortalezas-fábricas el mantener a la Humanidad viva en Chemos. Escasos de comida, agua y energía, la gente de Chemos se vio forzada a limitarse a los magros suministros disponibles. Todos los ciudadanos trabajaban cada hora del día, operando las minas de vapor que extraían agua del tenue aire, y los inmensos sintetizadores que sin parar reciclaban comida, convirtiendo los desperdicios de hoy en el sustento de mañana. Los entretenimientos, el arte y el ocio fueron sacrificados a fin de asegurar la supervivencia, y la eficacia se convirtió en el único valor al que adherirse.

Más tarde, bajo el gobierno de Fulgrim y tras su redescubrimiento por las fuerzas imperiales, Chemos rápidamente expandió su base industrial para convertirse en una importante fuente de minerales procesados. La Fortaleza-Monasterio de los Hijos del Emperador fue establecida en el centro de Callax, la principal fortaleza-fábrica, reclutando a los más fuertes, valientes e inteligentes de entre la población del planeta. Aunque Fulgrim nunca regresó a Chemos, puso gran cuidado en que sus órdenes, como emisario del Emperador, fueran obedecidas. Los reclutas de Chemos demostraron ser unos luchadores fuertes y con recursos, pero aun así sólo un puñado superó las rigurosas pruebas impuestas por Fulgrim para convencerse de que eran merecedores de convertirse en Hijos del Emperador. Después del levantamiento del Asedio de Terra, y el final de la Herejía de Horus, fuerzas imperiales se enviaron para asaltar Chemos desde la órbita, con el propósito de destruir la Fortaleza-Monasterio de los Hijos del Emperador y erradicar cualquier rastro caótico del planeta. Tras esta acción Chemos fue puesto en cuarentena por la Inquisición, y en los últimos diez milenios ninguna nueva información, ni tan siquiera un registro de Exterminatus, ha aparecido en las bases de datos imperiales respecto a este mundo.

Organización y doctrina de combate[]

Antes de la Herejía[]

Primarca Fulgrim emperor s child

Primarca Fulgrim (Pre-Herejía)

Los Hijos del Emperador estaban organizados de una forma que encajaba con los ideales de Fulgrim y con su propia naturaleza minuciosa. Como con todos los aspectos de los Hijos del Emperador, nada era dejado al capricho o al azar: todo era deliberado, y analizado según su valor estético y funcional. A Fulgrim le gustaba remarcar que si alguien quería alcanzar la excelencia, ningún detalle era demasiado pequeño para no considerarlo, y que la calidad del conjunto dependía de la calidad de sus componentes. Al ordenar su Legión no sorprende entonces que Fulgrim favoreciese la formalidad, la conformidad y el orden.

La organización de los Hijos del Emperador conservaba buena parte de las estructuras de las primeras Legiones, pero también incluyó sus propias capas de terminología, énfasis y equilibrio aunque sin alejarse demasiado de los patrones terranos largo tiempo vigentes. Una jerarquía de autoridad y habilidad existía en todas las partes integrantes de los Hijos del Emperador. Cada guerrero, pieza de equipo y oficial estaba colocado en una función perfectamente adecuada a sus puntos fuertes y a sus capacidades demostradas, y se esperaba que lograsen la excelencia en ese ámbito. Fulgrim también mantuvo un orden rígido entre las divisiones de su Legión y la jerarquía de mando. Las fluidas variaciones de tamaño y naturaleza habituales en algunas otras Legiones no tenían lugar en el arte de la guerra de los Hijos del Emperador. Cualquier cambio o variación era deliberado y el resultado de una cuidadosa consideración. Del mismo modo, el nombramiento y el rango de cada guerrero eran cuidadosamente delineados. Los honores, las representaciones simbólicas de los logros y las marcas de renombre abundaban, pero solo eran otorgados por un superior más que asumidas por un individuo, y los honores concedidos por la mano del Primarca se tenían en la más alta estima. Cada guerrero de la Legión sabía cuál era su lugar y su valor a ojos del Primarca y del Emperador, y esto se traducía en un nivel de entrega personal y valentía igual al de cualquier otro Marine Espacial, alimentado en una proporción no pequeña por una fe inamovible en su propia superioridad.

Los Hijos del Emperador eran ordenados y precisos: los tamaños y estructuras de sus formaciones eran mayoritariamente uniformes, y donde no lo eran se trataba o bien de una aberración temporal o de una variación deliberada para un propósito particular. Dentro de este cuidadoso orden la escuadra era la unidad básica que mostraba más variaciones tanto en tamaño como en funciones. Compuesta por un puñado de Hijos del Emperador, cada escuadra tenía un propósito y una especialización particulares. Se esperaba que los miembros de la escuadra destacasen en sus papeles asignados y estos se entrenaban exhaustivamente para alcanzar el pináculo de la eficiencia y la cohesión de la unidad. Notablemente, todas las variantes de tipo y equipo de escuadra presentes en otras Legiones estaban representadas entre los Hijos del Emperador, ya que creían que no había aspecto de la guerra en el que no pudieran o no debieran destacar. Había no obstante algunas creencias en el seno de la cultura de la Legión sobre la superioridad de determinadas virtudes marciales sobre otras, creencias que se originaron a medida que las opiniones e inclinaciones del Primarca Fulgrim se filtraban por los escalafones de mando como una doctrina férrea incuestionable.

Una de esas virtudes selectas era la importancia de la rapidez, ya fuera en la maniobra, en la acción o en el ataque, por encima de la fuerza, la resistencia o incluso la potencia de fuego: el guerrero decisivo que golpeaba primero era el que más probabilidades de vencer tenía, igual que el objetivo en movimiento era más difícil de golpear. Esta doctrina se manifestó a muchos niveles, desde la selección de planes de batalla a la elección de armamento que favorecía la Legión. Este factor era evidente en el gran número de Escuadras de Asalto equipadas con propulsores de salto y Land Speeders, deslizadores de ataque y Escuadras Cazadoras Celestiales presentes en la Legión. En particular, las Escuadras Cazadoras Celestiales equipadas con motocicletas a reacción eran dominantes en varias Compañías. Una razón citada a menudo para el favor dado a estas unidades parece que era que su modo de combate atraía a la naturaleza de Fulgrim, algo que él mismo admitía: veloces y elegantes, encarnaban muchas leyendas antiguas sobre nobles caballeros y míticos campeones cabalgando a la batalla, con sus estandartes ondeando tras ellos y su armadura brillando al sol. Otras consideraciones prácticas para el extenso uso de vehículos de gran velocidad y la dependencia en la maniobrabilidad puede verse en el hecho de que la Legión de los Hijos del Emperador nunca tuvo los números activos ni tampoco la psicología para implicarse en una guerra brutal de desgaste como hacían los Guerreros de Hierro o la Guardia de la Muerte, por ejemplo. Para Fulgrim, mantener su Legión tan intacta como fuera posible al tiempo que obtenía la victoria fue quizás siempre una consideración importante, aunque rara vez lo admitiera.

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Exterminadores de los Hijos del Emperador

La Legión dependía mucho de la profunda y detallada planificación estratégica y de la impecable ejecución de sus planes de batalla por los guerreros individuales de la Legión. Cada aspecto de la batalla era analizado y vuelto a su favor, desde el terreno y el clima hasta la disponibilidad de apoyo logístico y de refuerzos; nada quedaba al azar. Cada componente de las fuerzas de la Legión así como cualquiera de las fuerzas aliadas o auxiliares bajo su mando eran tenidas en cuenta y utilizadas en consecuencia. Esta prevención y enfoque bélico casi mecánicos tenía sus peligros igual que sus ventajas, no obstante, ya que si una contingencia totalmente imprevista ocurría (por improbable que esto fuera en la mayoría de casos), o si algún elemento o recurso estratégico crucial desaparecía inesperadamente, la Legión podía quedar a contrapié, confundida y expuesta a las consecuencias.

Además de la división de unidades típica en el resto de Legiones Astartes, el énfasis y estima dados a la habilidad y la excelencia también llevaron a la formación de un amplio número de unidades únicas de "élite" o veteranas en el seno de los Hijos del Emperador. Algunas estaban altamente especializadas, como los Asesinos de Soles, escuadras de apoyo equipadas con cañones láser formadas a partir de la flor y nata de los especialistas en armas pesadas de la Legión, o cumplían funciones más formales y ceremoniales, como la Guardia del Fénix, cuyo número estaba fijado en 200 para conmemorar los primeros días del renacimiento de la Legión. Quizás el ejemplo más famoso, cuyo renombre se extendió más allá de su propia Legión, fueron las Hermandades de las Espadas Palatinas. Estas unidades no eran formaciones permanentes, sino que se creaban para determinadas batallas contra enemigos considerados dignos, y su membresía existía fuera de la habitualmente rígida estructura de rangos. Cuando se encontraba un enemigo así, el comandante superior reunía a los mejores espadachines de entre las fuerzas presentes; una selección facilitada por los constantes duelos y prácticas que tenían lugar entre batallas para perfeccionar las habilidades de la Legión. Armadas con espadas de duelo, sables y armas trofeo, las Hermandades buscaban entonces a los mejores guerreros del enemigo en el campo de batalla. El número y calidad de estas escuadras dependían de cuántos Hijos del Emperador estuvieran presentes en la zona de guerra y la calidad del enemigo. Cuando veinte Mileniales de la Legión se reunieron bajo el mando de Fulgrim para destruir a los Reyes Dorados de los Arrecifes de Moraeb, más de un centenar de Espadas Palatinas salieron al campo de batalla. Entre ellos había guerreros que ya se habían forjado una leyenda en su Legión: Lucius, Akurduana, Irmandus y el propio Fulgrim los encabezaron en la carga contra los guardaespaldas de los reyes tecnoherejes.

Los Hijos del Emperador también tenían una logia guerrera, la Hermandad del Fénix. Como todo en la Legión, estaba muy formalizada, y por esto sólo podían entrar el Primarca y los oficiales superiores.

Jerarquía de mando[]

Fulgrim mantenía líneas claras y rígidas de autoridad dentro de la Legión de los Hijos del Emperador. El propio Primarca tenía el mando supremo sobre su Legión y por debajo de él había diez Lords Comandantes que dirigían a los diez primeros Mileniales de la Legión. Fulgrim había otorgado a diez de sus hijos este elevado rango cuando la Legión aún se estaba recuperando de su casi total extinción y la tradición se había mantenido con fuerza a lo largo de toda la Gran Cruzada. Formando un círculo interior en torno al Primarca, se esperaba de cada uno de ellos que fuese un ejemplo de liderazgo, aptitud guerrera y nobleza. El Primarca Sanguinius llamaba a estos diez los "Príncipes de la Guerra", y en ellos recaía el mando de las mayores campañas emprendidas por la Legión de los Hijos del Emperador. Era habitual que un Lord Comandante recibiera el mando absoluto sobre todas las fuerzas implicadas en ellas, ya fuesen otros Legionarios, soldados del Ejército Imperial o fuerzas de las muchas otras ramas militantes del Imperio, y en el raro suceso de un auténtico fracaso al mando, el Lord Comandante podía suicidarse como forma de penitencia.

La autoridad descendía a través de una elaborada y graduada estructura de mando que comenzaba en los Lords Comandantes, pasaba primero por el Pretorado (que a su vez comprendía a Comandantes, Subcomandantes, Tribunos Palatinos y Ordinarios, Capitanes de distintas divisiones), después por los Cónsules, Palafreneros y Ancianos de diversas funciones y los Centuriones y Heraldos, y finalmente terminaba en las escuadras individuales de la Legión, comandadas por Prefectos y Sargentos. Como cada Marine Espacial de la Legión buscaba el ejemplo de su superior como guía y liderazgo, se creó un patrón de mando que rozaba el culto a la personalidad y que alcanzaba todos los niveles de la Legión, siendo Fulgrim y por encima de él el Emperador contemplados como objetos de devoción casi religiosa. Este fanatismo era bien conocido por las demás Legiones (en algunos de cuyos consejos privados no se lo miraba favorablemente por su carácter casi obsesivo), y quizá solo fue superado por el que una vez poseyeron los Portadores de la Palabra. Que una lealtad tan ferviente al Emperador pudiese ser abandonada tan fácilmente parece increíble, pero en cualquier caso así fue.

Disposición bélica al inicio de la Herejía[]

A diferencia de Horus, parece que Fulgrim hizo poco por encubrir la fuerza de su Legión antes de la Atrocidad de Istvaan III. Aunque la matanza de los Leales fue planeada con antelación, lo poco que sabemos de la psicología de Fulgrim indicaría que la crueldad, el capricho y el exceso ya habían empezado a nublar su juicio estratégico. Entre aquellos purgados en Istvaan III es probable que hubiera algunos que habrían seguido a Fulgrim en su traición, pero que fueron condenados a muerte por haber fallado la prueba de la perfección.

La fuerza anterior a la matanza de la Legión era probablemente cercana a los 110.000 Marines Espaciales, agrupados en unos treinta Mileniales, que era como se llamaba a los Capítulos de la Legión. De estos quizás entre un cuarto y un tercio fueron señalados para morir en Istvaan III. Las pérdidas sufridas por el bando Traidor de los Hijos del Emperador en la batalla por erradicar a los Leales también parecen haber sido altas. Fulgrim podría haber perdido hasta 20.000 guerreros en el proceso de eliminar a los supervivientes del bombardeo vírico. Esto dejaría la fuerza de los Hijos del Emperador tras Istvaan III reducida en quizá unos 50.000 Marines Espaciales, una pérdida sustancial de fuerza combativa se mirase como se mirase y un hecho que anecdóticamente se dice que enfureció extremadamente a Horus.

La Legión de Fulgrim el Iluminador comenzó pues la Batalla de Istvaan V en un estado mermado, aunque transformado. Como el Fénix del mito terrano, que tanto había aparecido representado en la heráldica y las tradiciones de la Legión, los Hijos del Emperador parecían haber renacido de las cenizas de Istvaan III, y ya estaban convirtiéndose en algo tan alejado de lo que una vez fueron como ya podía imaginarse en esa época.

No existe ningún relato fiable de las fatalidades sufridas por la Legión durante la eliminación de los elementos Leales, pero se cree que estos representaban una proporción muy alta. Para empeorar aún más las cosas, Fulgrim acababa de regresar de su enfrentamiento con Ferrus Manus, Primarca de la Legión de los Manos de Hierro, tras fracasar en atraer a la Gorgona al bando del Señor de la Guerra, enfureciendo aún más a Horus.

Las pruebas indican que gran parte de los preparativos de la defensa de la Depresión de Urgall recayeron en el Primarca de los Hijos del Emperador por orden directa del Señor de la Guerra, y los Hijos del Emperador tuvieron que ocupar las líneas exteriores del sector central, donde la lucha sería más feroz durante el asalto Leal inicial. Se discute si esto pretendía ser una ofensa o un castigo, pero de todas formas la astucia, velocidad y habilidad que fueron invertidas en lo que debió ser una apresuradísima serie de preparativos para restaurar las ruinas de las antiguas fortificaciones xenos fueron formidables. Cuando los Leales atacaron, no se encontraron solo con ruinas xenos fortificadas, sino también zonas de disparo astutamente entretejidas, letales mataderos, trincheras interconectadas, accesos ocultos y toda clase de estratagemas tan letales como cualquiera encontrada a lo largo de la Gran Cruzada. Respecto a la Legión que ocupaba esas defensas, pese a que apenas había pasado tiempo desde la Batalla de Istvaan III, muchos de sus miembros ya habían sucumbido a marcados cambios psicológicos, estigmas y mutaciones deliberadas, presagiando lo que habría de venir.

La creciente fuerza de los Hijos del Emperador en las últimas fases de la guerra y la creciente inestabilidad de sus guerreros pueden estar relacionadas con los experimentos genéticos y las abominaciones orgánicas de sus Apotecarios renegados y su prisa por reemplazar estas pérdidas y potenciar la fuerza de la Legión mientras la guerra continuaba. Liberados de las limitaciones del secretismo o del miedo a ser descubiertos, cambiarían los cuerpos de los Hijos del Emperador para reflejar su corrupción.

Máquinas de guerra[]

Los Hijos del Emperador perdieron un número enorme de vehículos blindados en las prolongadas batallas intestinas que siguieron a la Atrocidad de Istvaan III. Debido a estas pérdidas, la Legión tuvo que recurrir a todos y cada uno de los recursos que podía emplear en Istvaan V y por ello desplegó una amplia variedad de tipos, clases y modelos de vehículos en la defensa de la Depresión de Urgall.

Dado el estilo de guerra favorecido por los Hijos del Emperador, los más demandados fueron los transportes de tropas, con los cuales la Legión podía lanzar rápidos contragolpes y rodear al enemigo, enfrentándose a los acorralados Leales donde y cuando menos se lo esperaban. Otros tipos de vehículos, como los Tanques Superpesados y la artillería móvil, fueron asignados a nivel de Batallón o Milenial para que cada comandante los utilizase como mejor le pareciera, dada la rápida evolución de la batalla.

Tras la Herejía[]

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Hijos del Emperador, sirvientes de Slaanesh

Actualmente, el único centro de admiración de los Hijos del Emperador es la autocomplacencia sin sentido. Esto los convierte en las criaturas más violentas, sádicas y decadentes imaginables.

A pesar de haber abandonado la mayoría de sus antiguas tradiciones, la Legión sigue utilizando su nombre original, hallando placer en el grave insulto a la grandeza del "Falso Emperador" y su Imperio. Su armadura ha sido corrompida con diseños sensuales y grotescos, y está decorada con colores brillantes y pastel, sedas y cadenas de oro.

La mayor parte de la Legión se ha convertido en Marines Ruidosos, criaturas retorcidas adictas a la ira y la tempestad, que sólo encuentran satisfacción en el rugido de las explosiones y los gritos de los moribundos. El oído de un Marine Ruidoso es mil veces más sensible que el de un Marine Espacial normal, y puede distinguir las más mínimas y sutiles variaciones de tono y volumen. Esta audición mejorada afecta a toda su mente, causándole reacciones emocionales que hacen a todas las otras parecer pálidas y vacías. Cuando más alto y discordante sea el ruido, más extrema será la reacción que provoque. Al final, sólo el clamor de la batalla y los agudos gritos de terror hacen estremecerse a un Marine Ruidoso.

Su nombre proviene de sus Armas Sónicas favoritas, como el destructor sónico (una especie de rifle que dispara distintas frecuencias, las cuales sobrecargan los sentidos y destrozan la carne) y la Sirena de Muerte (unos altavoces integrados en el cuerpo del Marine, que convierten sus aullidos en violentos torrentes de sonido capaces de echar atrás al enemigo más fuerte). Los Marines Ruidosos también poseen una habilidad llamada "Grito Disforme". Este chillido aturde a los que los rodean, y apaga sus capacidades sensoriales. Algunos de ellos han logrado convertirse en caudillos por derecho propio. En general, no obstante, las partidas de guerra de Hijos del Emperador son escasas.

Creencias[]

Antes de la Herejía[]

De acuerdo con los documentos de la Legión requisados por la Inquisición, los Hijos del Emperador no divinizaban al Emperador literalmente, pero la fuerza y la pasión de su fe en él era igual a la de cualquier otro seguidor del Culto Imperial. Siguiendo el liderazgo de Fulgrim, la Legión creía que el Emperador representaba la cima de la Humanidad, y que sólo siguiendo su ejemplo era posible alcanzar el máximo potencial como ser humano. Cualquier persona o grupo que se resistiera a esta meta, era despreciada, y ni tan siquiera se la consideraba humana.

La casi adoración de la Legión hacia el Emperador era extremadamente jerárquica. Se pensaba que la perfección del Emperador estaba encarnada primero en los Primarcas, luego, al seguir el ejemplo de estos, en los oficiales de las Legiones, Capitanes y Tenientes, y finalmente en los Sargentos y en los mismos Marines Espaciales.

Tanto es así, que los teóricos de la Inquisición especulan sobre si fue posible corromper a la Legión entera simplemente seduciendo a Fulgrim y a sus oficiales. Los escritos supervivientes dicen que, antes de su caída al Caos, los Hijos del Emperador creían que el Emperador podría conseguir la conquista total de la galaxia, y que con todos los obstáculos fuera del camino no habría impedimento para alcanzar la perfección de la civilización humana.

Aunque sus estudios de combate eran muy importantes, a los Marines Espaciales de la Legión también se les enseñó a respetar los aspectos culturales de la civilización, como la música y la escultura entre otras artes. De todos los mundos del Imperio eran llamados artesanos para hacer que las armaduras, armas y vehículos de la Legión fueran de la más alta calidad. La diversidad de la Humanidad era muy apreciada y había muy pocas restricciones en cuanto a las ramas de conocimiento disponibles para la Legión.

Espadas de mil forjas[]

Los Hijos del Emperador siempre se esforzaban por ser superiores a todos los demás en las artes de la guerra, ejemplos de virtud y excelencia marciales, burlándose de aquellos que no alcanzaban sus propios y quizá inalcanzables estándares. Esto les llevó a buscar la perfección en la guerra como una fuerza fluida y rápida como el relámpago cuyas batallas eran victorias predestinadas llevadas a cabo mediante la combinación de una fina planificación estratégica y una ejecución sin fallos. Sus actitudes y comportamientos les hicieron ser llamados arrogantes y vanos mucho antes de la Herejía de Horus, pero los guerreros de la Legión siempre estaban dispuestos a responder a cualquiera de esas ofensas con sangre.

Los duelos entre Hermanos de Batalla eran parte de las tradiciones marciales de muchas Legiones de Marines Espaciales. Para algunas representaban un entrenamiento y una mejora de sus habilidades de combate. Para otras adquirían un significado más allá de la necesidad práctica: se convertían en un fin en sí mismos más que un medio para la efectividad en la batalla. Los pozos de lucha de la Legión de los Devoradores de Mundos son un ejemplo, los Festines de Espadas de los Puños Imperiales otro. Para los Hijos del Emperador, sin embargo, enfrentarse en duelo era una parte fundamental no solo de su entrenamiento sino también de su psicología. El duelo era la expresión definitiva de la habilidad de un guerrero, un espejo que reflejaba su esencia.

Las armas que usaban para luchar eran una pieza clave de esta cultura, y revelaban su gusto estético. Muchos de los Hijos del Emperador portaban espadas forjadas por los herreros de un millar de mundos. Entre estas, los sables Charnabal de la tradición de la Vieja Tierra eran una seña de cualidad destacada dentro de la Legión: forjados con antiguos rituales y fórmulas alquímicas, cada hoja era el producto único de un maestro herrero. La costumbre de tomar armas particularmente bien hechas de los enemigos derrotados era un rasgo muy fuerte de la Legión en general. Si un espadachín renombrado encontraba un arma de calidad sobresaliente en manos de un enemigo, la tomaba como trofeo. Entonces el espadachín practicaba con el arma trofeo hasta que la blandía con más habilidad que su usuario original, representando un ritual casi cabalístico destinado a absorber y derrotar al enemigo en espíritu. Así fue cómo los campeones de los Hijos del Emperador acabaron blandiendo alabardas cristalinas de Racathia, hachas de fricción de los Antros de Norvik, "sainties" aegisinos, espadas mortuorias de Tuonela, gladii terranos y espadas de energía forjadas en Marte, por nombrar solo unas pocas. No había prohibiciones sobre tomar armas de xenos o de culturas dignas solo de ser destruidas: todo lo que importaba era la calidad del arma en sí.

La perfección de la carne[]

La búsqueda de la perfección consumió a los Hijos del Emperador en cuerpo tanto como en alma. Para algunos no era suficiente obtener el epíteto de "perfectos", sino que buscaban encarnar esa perfección. Para estos guerreros no bastaba con que el Emperador hubiese forjado su carne y les hubiera dado una comprensión y un conocimiento con los que nadie podía rivalizar: esta concesión era solo el principio de un camino sin terminar. Durante la Herejía de Horus aparecieron pruebas de que mucho antes de que se revelase la traición del Señor de la Guerra, unos pocos miembros de los Hijos del Emperador habían creído que podrían mejorar lo que la semilla genética, la crianza humana y el diseño del Emperador habían conseguido hacer con ellos. Alteraron los órganos artificiales implantados, analizaron y modificaron glándulas progenoides y realizaron operaciones quirúrgicas de potenciación en sujetos voluntarios que compartían su obsesión. Las blasfemias de la carne que provocaría esta creencia solo salieron a la luz en los años más oscuros de la guerra, pero sus raíces debieron extenderse mucho antes de que los Hijos del Emperador caminasen por las calientes cenizas de Istvaan III.

La raíz de esta locura se encontraba sin duda en el Apothecarion, que era proporcionalmente mucho más grande que el de la mayoría de Legiones, y que sentía a la vez un feroz orgullo por su trabajo y una fuerte paranoia hacia el fracaso, provocada sin duda por el peso del recuerdo de la casi total extinción de la Legión. Con el tiempo las prácticas médicas criminales y proscritas se extenderían como un cáncer, serían corrompidas por el Caos y acabarían por engullir a todos los Hijos del Emperador, pero parece probable que la maldad surgiese de unos pocos individuos, y quizá de solo uno: el Teniente Comandante Fabius, Apotecario Jefe en la época de la Herejía, cuyo nombre se convirtió desde entonces en un sinónimo de atrocidad.

Se sabe con seguridad que los Apotecarios de la Legión realizaban cuidadosos chequeos de pureza tanto en los Aspirantes como en la semilla genética antes de la implantación. ¿Se descarriaron esos chequeos y se convirtieron en "correcciones"? Ciertamente había miembros de los Hijos del Emperador que portaban "mejoras" antes ya de la Atrocidad de Istvaan III. Algunos bajo una fachada de aparente normalidad sobrehumana ocultaban sentidos potenciados, músculos modificados e incluso alteraciones quirúrgicas de la estructura cerebral muy alejadas del patrón marcado por el Emperador para las Legiones Astartes. La blasfemia transgénica y la tecnología prohibida pudieron tener su parte de culpa, pero por encima de todo el hecho de que muchos Hijos del Emperador aceptasen sin protestar tales alteraciones fue la auténtica corrupción que no fue descubierta hasta que fue demasiado tarde.

Parece ser que el sometimiento a tales procedimientos era similar a un culto secreto en el interior de la Legión. Mientras las logias guerreras arrastraban a otras Legiones a la herejía, entre los Hijos del Emperador fueron sus propios pecados carnales los que los encaminaron a la condenación.

Tras la Herejía[]

Caos Marines del ruido

Marines Ruidosos

La corrupción de la III Legión por parte de Slaanesh cambió todo lo anterior. Ahora los Astartes supervivientes de los Hijos del Emperador solo buscan cumplir sus deseos más vulgares y hedonistas, y sostienen que la moralidad es solo una ilusión. Los Marines Espaciales del Caos de esta Legión Traidora creen que el Caos, y más específicamente las doctrinas del Príncipe del Placer, ofrecen un camino hacia una nueva forma de iluminación para la Humanidad y todas las demás especies inteligentes de la galaxia. Aunque los devotos de Slaanesh pueden parecer simples sociópatas enloquecidos y obsesionados consigo mismos para los profanos, los auténticos creyentes de la Senda del Dolor y el Placer saben que esos son solo los primeros pasos hacia el auténtico autoconocimiento ofrecido por el Príncipe Oscuro. Aunque los infieles podrían afirmar que los Hijos del Emperador son simplemente esclavos de sus propios deseos obsesivos y de las necesidades de su horrible dios, el Primarca Fulgrim afirmó una vez que todos los hombres son esclavos de algo, ya sea su propia ambición, su concepto de moralidad o incluso del propio Emperador.

Semilla genética[]

Aún queda mucha documentación sobre la fundación de esta Legión, y a partir de los datos parece que la marca de la semilla genética de la Legión y su acondicionamiento producía guerreros con físicos finamente esculpidos, un porte noble y procesos de pensamiento bien controlados, con tendencias psicológicas inclinadas hacia el logro personal y la competición para demostrar la superioridad individual. La única anormalidad registrada fue la ocasional incidencia del albinismo, y un cambio del color del iris al violeta en algunos reclutas. Tales efectos menores del proceso de implantación y acondicionamiento no hicieron nada para distraer del aura de refinamiento estético que rodeaba a la III Legión, incluso en sus primeros años, y fueron mantenidos como un arquetipo a alabar y a servir de patrón para juzgar a otros.

Tras la casi total destrucción de la III Legión debido a los accidentes sufridos por su semilla genética, los fragmentos supervivientes del Codex Apothecarion Terra indican que se empezó a exigir una absoluta excelencia a los Apotecarios que manejaban y trabajaban con el preciado material genético. Esta ética se fundió rápidamente con el perfeccionismo general de la Legión, de modo que la semilla de los Hijos del Emperador fue quizá la más pura y estable de todas las Legiones Astartes antes del estallido de la Herejía de Horus. Solo los adolescentes con mejor físico eran escogidos para la implantación, así que la tasa de mutación de la semilla genética era cercana al cero. Como los Hijos del Emperador perseguían la perfección, casi no había psíquicos en la Legión, pues se consideraba un defecto a pesar de sus beneficios. Toda potenciación producida por la semilla genética funcionaba con la máxima eficiencia, permitiendo a los Marines Espaciales alcanzar todo su potencial en combate. Ninguna otra Legión Astartes alcanzó tal objetivo, y la tecnología y experiencia necesarias nunca se han recuperado en los milenios posteriores a la Herejía de Horus.

Desde aproximadamente el 300.M41, la Legión Traidora de los Hijos del Emperador ha sufrido una debilitación del nodo catalepsiano, el implante que permite a un Astartes soportar largos periodos con poco o ningún descanso, inducida por la tremenda potencia de los estimulantes tóxicos consumidos durante milenios. Esta aflicción adopta la forma de episodios alucinógenos y periodos de paranoia extrema, activados siempre que el sujeto intenta dormir. Al principio los Hijos del Emperador dieron la bienvenida a esta nueva experiencia, pues existe entre sus filas un culto que fomenta sus efectos. Sin embargo, para el resto de la Legión y para los nuevos aspirantes, esto era indeseable. Tras la captura de un Explorador del Capítulo de los Lobos Espaciales y la subsiguiente extracción de su nodo catalepsiano y de su glándula progenoide, Fabius Bilis sintetizó una terapia correctiva que podía ser aplicada a cualquier sujeto que portase la marca genética del Primarca Fulgrim. Al parecer, la Canis Helix de los Lobos Espaciales es capaz de contrarrestar los efectos negativos experimentados por los Hijos del Emperador, debido quizás al metabolismo predominantemente nocturno de los Hijos de Russ. Hasta la fecha, no obstante, pocos Hijos del Emperador han solicitado el tratamiento, ya que prefieren explorar cada nueva experiencia hasta el límite.

Heráldica[]

Antes de la Herejía[]

Antes ya de encontrarse con su Primarca Fulgrim, los Marines Espaciales de la III Legión pintaban sus armaduras con laca púrpura y oro para distinguirse como los mensajeros elegidos del Emperador entre el resto de Astartes, que pintaban sus armaduras de gris tormentoso y solo portaban las enseñas del relámpago de la Unidad Terrana. Además, el derecho a portar en su pecho el símbolo del Aquila Imperial, empleado por el Señor de la Humanidad como emblema personal, les fue concedido por este en persona con régimen de exclusividad tras su sacrificio en la Traición Proximana. En ocasiones también pintaban algunas placas de sus servoarmaduras con esmalte blanco para denotar el rango del usuario.

Con la llegada de Fulgrim el Iluminador y el restablecimiento de las fuerzas de la Legión, que adoptó el nombre de Hijos del Emperador y el emblema de una garra alada de oro, su heráldica y ornamentaciones se fueron volviendo más y más complejas para reflejar su habilidad, su estatus y sus hazañas. Por ejemplo, una cresta blanca en el casco indicaba una elevada posición, una hebilla con un Ojo de Horus significaba haber servido bajo las órdenes del Señor de la Guerra (e insinuaba su pertenencia a la logia de la Hermandad del Fénix) y las placas bañadas en platino hacían referencia a la pertenencia a una Hermandad de las Espadas Palatinas.

Tras la Herejía[]

A partir de la Herejía de Horus, los Hijos del Emperador fueron repintando y redecorando sus servoarmaduras tanto para eclipsar a otros Legionarios y oficiales como para agradar sus sentidos hiperdesarrollados por Slaanesh, adoptando colores como el rosa y el negro, o combinaciones brillantes, estridentes, contrastantes y sensuales. De esta forma, al final se abandonó totalmente la antigua uniformidad cromática de los Hijos del Emperador, y no hay dos servoarmaduras iguales. Los emblemas de la garra alada adoptaron formas más crueles o fueron abandonados en favor de los símbolos propios del culto al Príncipe Oscuro.

A continuación se recoge una excelente descripción de un Marine Espacial del Caos de los Hijos del Emperador a fecha del M41:

"Su armadura estaba esmaltada con tonos chillones, un doloroso púrpura y un cegador dorado, e incrustada con estridentes decoraciones y filigranas parecidas a un árbol ahogado por zarzas salvajes. La carne que quedaba a la vista dentro de la armadura era blanquecina, y estaba remachada con piercings, agujas y anillos de todo tipo. Los ojos que miraban desde aquel cráneo blanco parecían mortecinos e insensibles, con las pupilas tan dilatadas que apenas podía verse el iris. Eran ojos que habían visto demasiado y nunca se habían recuperado del todo. Era un estado similar al opuesto a la ceguera: más que ojos lechosos que no podían ver nada, eran ojos negros que podían verlo todo, y que nunca podían dejar de hacerlo."

Elementos conocidos[]

Telemachon Lyras Hijos del Emperador Legión Negra

Subcomandante Telemachon Lyras, luego miembro de la Legión Negra

Miembros[]

Antes de la Herejía[]

  • Vespasian - Lord Comandante (muerto por Fulgrim).
  • Teliosa - Lord Comandante. Muerto durante la Gran Cruzada.
  • Rylanor - Anciano de los Ritos. Desaparecido en Istvaan III.
  • Lycaon - Lugarteniente de Julius Kaesoron.
  • Gaius Caphen - Lugarteniente de Solomon Demeter.
  • Lucius- Capitán de la 13ª Compañía.
  • Kalimos el Azotador - Capitán de la 17ª Compañía.
  • Charmosian - Capellán de la 18ª Compañía (Traidor; muerto por Lucius en Istvaan III).
  • Lonomia Ruen - Capitán de la 21ª Compañía.
  • Bastarnae Abranxe - Capitán de la 85ª Compañía.
  • Krysander de las Espadas - Capitán de la 102ª Compañía.

Tras la Herejía[]

  • Kadalus Orlantir - Sardar chemosiano de la partida de guerra formada por las Compañías 16ª, 40ª y 51ª, y comandante de la Lamento de la Perfección.
  • Telemachon Lyras - Subcomandante terrano de la partida de guerra formada por las Compañías 16ª, 40ª y 51ª, y comandante de la Amenaza de Arrebato.
  • Mandragore Carrion: paladín de Slaanesh.

Naves[]

Barcaza de Batalla de Fulgrim Asedio de Terra Caos David Deen ilustración

La Barcaza de Batalla de Fulgrim en el Asedio de Terra, por David Deen

  • Longinus - Nave activa durante la Herejía.
  • Andronius (Crucero de Asalto) - Segunda nave insignia de Fulgrim, bajo la autoridad del Lord Comandante Eidolon.
  • Andronicus - Nave que contenía el laboratorio secreto de Fabius. Destruida.
  • Sigilo (Crucero) - Activo durante la Herejía.
  • La Agonía y el Éxtasis - Nave activa durante la Herejía.
  • Pulcro (Crucero Clase Lunar, variante Halcyon) - Nave activa tras la Herejía, dirigida por Fabius.
  • Lamento de la Perfección - Nave activa tras la Herejía, dirigida por Kadalus Orlantir.
  • Amenaza de Arrebato - Nave activa tras la Herejía, dirigida por Telemachon Lyras.

Imágenes[]

Leer más[]

Fuentes[]

Extraído y traducido de Lexicanum Inglés y Wikihammer 40K UK.

  • Index Astartes I.
  • Codex: Marines Espaciales del Caos (8ª edición).
  • White Dwarf nº 278 (Edición inglesa).
  • Herejía de Horus: Visiones de Muerte, por Alan Merrett.
  • Angel Exterminatus, por Graham McNeill.
  • Realms of Chaos: Slaves to Darkness.
  • The Horus Heresy I.
  • Talon of Horus, por Aaron Dembski-Bowden.
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