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Esuqema de los Hijos del Emperador antes de la Herejía.
La Hermandad del Fénix era una Logia Guerrera que existía, en secreto, dentro de la Legión de los Hijos del Emperador durante la Gran Cruzada y la Herejía de Horus. Esta hermandad de guerreros fue creada poco después de que la III Legión pasara un tiempo luchando junto con su Legión hermana, los Lobos Lunares, quienes fueron los primeros en adoptar la costumbre de crear una Logia Guerrera tras su conquista del planeta Davin, sesenta años antes del inicio de la Herejía de Horus. Dado el amor que tenían los Hijos del Emperador por la jerarquía formal, la Hermandad del Fénix era una organización mucho más rígida en estructura y comportamiento que el resto de las Logias de sus Legiones hermanas, mucho más igualitarias y equitativas. Solo estaba abierta para el Primarca Fulgrim, los once Lords Comandantes y los Capitanes de sus Compañías, con lo que se mantenía la rígida estructura jerárquica de la Legión. La Hermandad del Fénix acabó siendo el conducto a través del cual Fulgrim y los demás miembros de los Hijos del Emperador corrompidos por Slaanesh tomaron el control de la III Legión y se libraron de los elementos leales al Imperio durante la Atrocidad de Istvaan III.
Historia[]
En los primeros años de la Gran Cruzada del Emperador para reconquistar la Galaxia y reunir a los perdidos planetas de la Humanidad bajo un único amo y señor se produjo un grave desastre que dejó una terrible marca en las primeras décadas de existencia de la III Legión. Dicho desastre fue la catastrófica pérdida de la reserva de semilla genética de los Hijos del Emperador. A un solo año solar de su momento de mayor triunfo, lucharon al lado del Emperador en Próxima, en donde ayudaron a acabar con una insurrección contra el régimen imperial, salvando la vida al Emperador, lo que resultó ser un punto de inflexión que cambiaría para siempre el futuro de la III Legión. Cuando Fulgrim reapareció en el Mundo Minero de Chemos, reuniéndose con la III Legión, la Legión de Marines Espaciales criados a partir de su herencia genética, no halló una resplandeciente hueste como la que encontraron sus hermanos Primarcas: tan solo había 200 Hermanos de Batalla. Se hizo necesario para Fulgrim y sus guerreros el ser incluidos en las filas de otra Legión hasta que llegara el momento en el que se encontraran lo bastante repuestos como para que pudieran entrar en batalla por sí solos. La Legión a la que Fulgrim y sus guerreros fueron asignados fue la XVI Legión, los Lobos Lunares, la Legión de Horus, el hijo pródigo y guerrero más destacado en entre todos los Primarcas.
Durante el periodo posterior al reencuentro de la III Legión con su Primarca Fulgrim, en el que los Hijos del Emperador lucharon junto a los Lobos Lunares, formaron fuertes lazos de amistad con los guerreros de Horus. En los momentos entre guerras, algunos guerreros charlatanes de la XVI Legión hablaron a sus hermanos de la III Legión de la existencia de su Logia Guerrera. La Logia de los Lobos Lunares, en teoría, estaba abierta a cualquier guerrero que quisiera ser miembro, y era un lugar informal en el que conversar y debatir, en el que los rangos no tenían ninguna validez y en donde un hombre podía hablar con libertad sin miedo a represalias. Eventualmente algunos Astartes de los Hijos del Emperador recibieron permiso para asistir a una de dichas reuniones, una agradable velada de honorable camaradería bajo el liderazgo titular del Señor de la Logia, Serghar Targost. Aunque muchos disfrutaron de la velada, a pesar de su naturaleza clandestina y teatral, algunos no se encontraron cómodos con la informalidad y la mezcla de los rangos. Dentro de la tradicionalmente jerárquica Legión de los Hijos del Emperador, solo los oficiales pudieron unirse a la organización hermana que pronto fue creada en la III Legión.
En el transcurso de varias décadas, las filas de los Hijos del Emperador se llenaron con nuevos Astartes reclutados tanto en Terra como en el mundo natal de Fulgrim, Chemos, en donde la III Legión había establecido su Fortaleza-Monasterio en la antigua fortaleza-factoría de Callax. Cuando se consideró que los Hijos del Emperador habían alcanzado una cantidad adecuada de efectivos, se entregó a Fulgrim el mando de la 28ª Flota Expedicionaria de la Gran Cruzada, asumiendo su propia misión de conquista, devolviendo docenas de mundos habitados por humanos al redil del Imperio. Entre ellos se encontraba el avanzado Mundo Xenos de Laeran, en donde quedaría sellado el destino de Fulgrim.
La Caída de Fulgrim[]
Se desconoce el momento concreto en el que Fulgrim y los Hijos del Emperador se unieron a la oscuridad. Algunos fieles al Emperador señalan que fue durante la purificación por parte de Fulgrim de la peligrosa especie xenos conocida como los Laer cuando se produjo el acontecimiento que le condenó, ya que existen pruebas que indican que las malignas Fuerzas del Caos emplearon aquel momento para atrapar a Fulgrim y comenzar con la rápida corrupción de los Hijos del Emperador. Se cree que Fulgrim perdió la gracia del Emperador en un planeta xenos llamado Laeran, designado oficialmente como Veintiocho-Tres, el tercer mundo sometido al Dominio Imperial por la 28ª Flota Expedicionaria. Sin que los supiera la III Legión, la serpentina especie Laer estaba compuesta por corruptos adoradores xenos del Dios del Caos del Placer, Slaanesh. Aunque el Mundo Oceánico de Laeran, con su gran riqueza en recursos, tendría un valor inconmensurable para la Cruzada del Emperador, sus alienígenas habitantes no querían compartir la ciega suerte que les bendecía, negándose a ver el destino manifiesto que guiaba a la Humanidad entre de las estrellas, y dejaron bien claro que el Imperio solo les provocaba desprecio. Los avances diplomáticos de la III Legión fueron rechazados violentamente, y el honor exigía que respondieran de forma similar.
La 28ª Flota Expedicionaria de la Gran Cruzada conquistó a Laeran para el Imperio, exterminando a la especie reptiliana nativa. Totalmente ignorantes de los verdaderos peligros a los que tanto él como su Legión Astartes se estaban enfrentando en aquel mundo corrompido por el Caos, Fulgrim ordenó a los Hijos del Emperador y a las demás fuerzas de la 28ª Flota Expedicionaria que asaltaran y conquistaran el planeta para el Imperio en solo un mes terrano, erradicando por completo en el proceso a la especie Laer. Durante la aniquilación final de la serpentina especie xenos, Fulgrim y sus Astartes descubrieron el gran templo dedicado a Slaanesh situado en la flotante isla central de coral de Laeran. El Imperio, desconocedor en aquel momento de la existencia de los Dioses del Caos y atado al extremo racionalismo y ateísmo promulgados por la Verdad Imperial, no advirtió la importancia de tal hallazgo, y ni siquiera llegó a darse cuenta de qué habían encontrado. La expedición dirigida por Fulgrim comenzó a verse inconscientemente corrompida por la poderosa y maligna influencia del templo. Tras derrotar a los fanáticos defensores Laer del templo, Fulgrim descubrió que era lo que los Laer defendían con tanta ferocidad: en el centro de la cámara principal del impío templo se hallaba un bloque circular de veteada roca negra, dentro del cual había incrustada una larga espada plateada, con un único y bellamente curvilíneo filo y una amatista en bruto engastada en la empuñadura. Dicha espada no sólo era un poderoso artefacto del culto de Slaanesh, sino que también era el contenedor físico que albergaba la esencia de un Gran Daemon de Slaanesh.
Cuando Fulgrim reclamó para sí la espada, el Daemon que albergaba comenzó a susurrar en su mente, corrompiendo su alma poco a poco y poniéndolo al servicio de Slaanesh. Creyendo que los susurros en su mente procedían de su subconsciente, que le hablaba, Fulgrim comenzó a escuchar lo que decían. Poco a poco, descubrió que los susurros procedían en realidad del Daemon que existía en la espada. Tras una gran cantidad de persuasión por parte de su hermano, Horus, quien ya había sido corrompido por los Poderes Ruinosos tras haber resultado herido en la luna de Davin, Fulgrim se rindió al Caos, encontrando en el Príncipe del Placer a su deidad patrona, quien ofreció al Primarca una forma de alcanzar la perfección absoluta que ansiaba tanto para sí mismo como para sus Astartes, librándose de toda forma de moralidad y dependiendo solo de la búsqueda de la auto-obsesión definitiva. Muchos de los comandantes veteranos de la III Legión que se encontraban junto a su Primarca durante el asalto final al templo Laer fueron afectados de forma similar por las mareantes luces y los discordantes sonidos musicales cuando la cacofónica avalancha de sensaciones les asaltó con descargas de luz y ruido. Después de regresar a la flota en órbita, muchos de los Astartes afectados comenzaron a buscar de forma obsesiva métodos con los que estimular sus sentidos en un intento de recrear lo que sintieron en el templo Laer, tanto dentro como fuera del campo de batalla. Mientras su Primarca caía en las garras de las susurradas tentaciones de la espada daemónica que cogió del templo Laer, la Legión de los Hijos del Emperador continuaron con su vertiginoso descenso al abismo de la corrupción debida a los insaciables deseos de satisfacer sus hedonistas e insaciables deseos existentes en los corrompidos Astartes.
Traición en Istvaan III[]
Antes de que Horus se embarcara abiertamente en su rebelión para deponer al Emperador apareció una oportunidad que le permitiría librarse de los elementos leales al Emperador dentro de las Legiones Astartes que se encontraban bajo su mando. El Gobernador Planetario imperial de Istvaan III, Vardus Praal, había sido corrompido por el Dios del Caos Slaanesh, cuyos cultistas habían estado en activo en el planeta desde antes de que aquel fuera conquistado por el Imperio. Praal declaró su independencia del Imperio, y comenzó a practicar prohibida hechicería de Slaanesh. Por ello, el Consejo de Terra encargó al Señor de la Guerra Horus la tarea de reconquistar el planeta. Dicha orden sólo aceleró los planes de Horus para deponer al Emperador. Aunque las cuatro Legiones bajo su mando directo, esto es, los Hijos de Horus, los Devoradores de Mundos, la Guardia de la Muerte y los Hijos del Emperador ya se habían aliado con la causa del Caos, aproximadamente una tercera parte de sus fuerzas seguían siendo leales al Emperador. El corrupto Fulgrim y los oficiales más veteranos dentro de la Hermandad del Fénix se reunieron en secreto para determinar a quienes habría que eliminar que pudieran considerarse desleales a la causa del Primarca y del Señor de la Guerra.
Horus, actuando como si estuviera intentando acabar con la rebelión en Istvaan III contra el acatamiento del Dominio Imperial, reunió a sus tropas en el Sistema Istvaan. Horus había ideado un plan con el que acabaría con el resto de los elementos leales al Imperio que quedaban entre sus fuerzas. Tras un extenso bombardeo sobre Istvaan III, Horus envió a todos los Astartes leales de los que se tenía noticia a la superficie del planeta, bajo el pretexto de devolver al díscolo mundo al redil imperial. En el momento de la victoria, con la captura de la Ciudad Coral, la capital planetaria de Istvaan III, dichos Astartes fueron traicionados cuando se produjo un brutal bombardeo con misiles cargados con el virus Devorador de Vida, lanzados desde la flota en órbita del Señor de la Guerra. Antes incluso de que se lanzara el primer golpe traicionero, y sin que Horus lo supiera, su gran plan quedó al descubierto. Antes de que las bombas víricas comenzaran a caer, la inminente carnicería había sido descubierta por varios Astartes, aún leales al Emperador y a sus camaradas, que se encontraban a bordo de la flota en órbita, y que decidieron resistir.
El Capitán Leal Saul Tarvitz, de los Hijos del Emperador, descubrió el gran alcance de la traición del Señor de la Guerra, por lo que robó una cañonera Thunderhawk y consiguió llegar, a pesar de ser perseguido, a la superficie de Istvaan III, en donde extendió una advertencia más que oportuna acerca de la inminente aniquilación entre los Marines Espaciales leales pertenecientes a las cuatro Legiones. Aquellos que escucharon y ayudaron a extender la advertencia de Tarvitz se refugiaron antes de que cayeran las bombas víricas. Los leales supervivientes, bajo el mando de los Capitanes Tarvitz, Garviel Loken y Tarik Torgaddon, otro miembro leal de los Hijos de Horus, lucharon con valentía contra sus traicioneros hermanos. Los pocos leales supervivientes de la Legión de los Hijos del Emperador lucharon gallardamente en Istvaan III bajo el mando de los Capitanes Saul Tarvitz y Solomon Demeter. Para probar su valor y lealtad al Comandante General Eidolon de los Hijos del Emperador, y por tanto, con su Primarca, Fulgrim, el Capitán Lucius de la 13ª Compañía de los Hijos del Emperador, el futuro Campeón de Slaanesh conocido como Lucius el Sempiterno, se volvió en contra de las fuerzas leales junto a las que había luchado debido a su anterior amistad con Saul Tarvitz. Quería castigar a Tarvitz por ponerse al mando de las fuerzas defensoras, lo cual había despertado unos feroces celos en Lucius hacia su capitán y compañero. Lucius mató personalmente a muchos de sus anteriores camaradas, una acción por la que fue aceptado de nuevo en la III Legión, en el bando traidor. Al final, las restantes fuerzas leales, apenas un centenar de Hermanos de Batalla, se retiraron a su último bastión de defensa. Al final Horus se cansó del largo enfrentamiento, por lo que ordenó a sus hombres que se retiraran, tras lo que redujo a cenizas lo que quedaba de la Ciudad Coral con un último y masivo bombardeo orbital.
Después, en la Masacre del Desembarco en Istvaan V, Fulgrim dirigió a sus Astartes en un asalto contra la Legión de los Manos de Hierro, dirigidos a su vez por el Primarca Ferrus Manus. Ferrus fue en el pasado el mayor amigo y hermano más cercano de Fulgrim de entre todos los Primarcas, pero rechazó la oferta de Fulgrim de unirse a Horus en la traición al Emperador. Fulgrim derrotó en batalla a su hermano, decapitándolo con la espada daemónicas Laer. Sin embargo, en el momento de la muerte de Ferrus, Fulgrim volvió en sus cabales, dándose cuenta con creciente horror de lo que había hecho y de las atrocidades en las que había participado. En ese momento de debilidad, el Daemon contenido en la espada se manifestó y convenció al Primarca de que le entregara el control de su mente, tras lo que el Daemon poseyó el cuerpo del Primarca, manteniendo a Fulgrim prisionero dentro de su propio cuerpo.
El Destino de Fulgrim[]
Quienes servían en la III Legión no tenían ni idea de que su querido líder estaba intentando infructuosamente escapar de la prisión de su propia mente, en la que su alma se mantenía atrapada por el Daemon. Solo un espadachín, el Capitán Lucius, parecía haberse dado cuenta de que algo extraño pasaba con Fulgrim, aunque no dijo nada. Lucius llegó a la conclusión de que la entidad que aparentaba ser el señor de la Legión era un impostor. Determinado a liberar a su Primarca por cualquier medio a su alcance, Lucius reunió en secreto a la Hermandad del Fénix. Esta reunión tuvo que llevarse a cabo en el más estricto de los secretos, ya que para entonces los corrompidos oficiales del estado mayor se habían vuelto poderosos, volátiles y se habían obsesionado con la búsqueda de sus propios placeres individuales. Además, muchos de aquellos oficiales odiaban a Lucius, a quien consideraban un despreciable advenedizo. Empleando su hábil oratoria, el espadachín consiguió persuadir a sus mercuriales hermanos de que el Primarca no era quien parecía, apelando y desafiando a sus egos y excitando sus vanidades tentándoles a capturar valerosamente a su Primarca. Poco después la Hermandad del Fénix emboscó a Fulgrim, consiguiendo abatir y dejar inconsciente a su señor a pesar de sufrir graves pérdidas.
Durante una sesión de tortura llevada a cabo bajo el control del Apotecario Jefe de la III Legión, Fabius Bilis, Lucius se dio cuenta repentinamente de que se había equivocado. Al interpretar erróneamente la situación, habían sido engañados por su señor, quien de hecho había derrotado al Daemon por sus propios medios aprisionándolo una vez más en el retrato de Fulgrim que colgaba en los cerrados confines del teatro La Fenice a bordo de la nave insignia de loa Hijos del Emperador, la Orgullo del Emperador. Lucius dobló de inmediato su rodilla, postrándose ante su Primarca mientras Fulgrim rompía con facilidad las ataduras que le sujetaban. Sus compañeros conspiradores se inclinaron también ante su amo y señor. Contento de que sus hijos pródigos hubieran aprendido con la experiencia, el Primarca no les castigó por sus transgresiones, ya que el Fénix no había sido, como había permitido creer a sus Astartes, una cáscara poseída por un daemon, sino que siempre había sido él mismo. Tras aquellos acontecimientos y los que se produjeron en los siete años estándar que los siguieron, en los que la Herejía de Horus se desarrolló hasta alcanzar su inevitable conclusión, se desconoce si la Hermandad del Fénix siguió existiendo dentro de la jerarquía de la Legión Traidora de los Hijos del Emperador diez mil años terranos después.
Miembros conocidos[]
- Vespasian (Lord Comandante).
- Abdemon (Lord Comandante).
- Anteus (Lord Comandante).
- Cyrius (Lord Comandante).
- Iddinam (Lord Comandante).
- Solomon Demeter (Capitán de la 2ª Compañía).
- Marius Vairosean (Capitán de la 3ª Compañía).
- Krysander (Capitán de la 9ª Compañía).
- Saul Tarvitz (Capitán de la 10ª Compañía).
- Lucius (Capitán de la 13ª Compañía).
- Kalimos (Capitán de la 17ª Compañía).
- Ruen (Capitán de la 21ª Compañía).
- Bastarnae Abranxe (Capitán).
- Daimon (Capitán).
- Heliton (Capitán).
- Charmosian (Reclusiarca de la 18ª Compañía).
- Lycaon (Palafrenero del Primer Capitán Kaesoron).
- Rylanor el Anciano, Anciano de los Ritos (Dreadnought Venerable).
Fuentes[]
Extraído y traducido de Wikihammer 40K UK.
- Fulgrim, por Graham McNeill.
- Los Primarcas - El Reflejo Roto, por Graham McNeill.