Cerberus el Rebañacráneos, mascota de los Poderes Ruinosos, patrocina este espacio para honrar a sus demoníacos señores. Pulsa sobre él y te introducirá en los misterios del Caos. ¡Sangre para el Dios de la Sangre! ¡Visitas para los artículos del Caos! |
Aunque, en sus inicios, la Legión de la Guardia de la Muerte era impávida en su rechazo al uso de la hechicería y de todos sus practicantes, su traición y caída en el abrazo de Nurgle provocaron que muchas de sus antiguas costumbres fueran olvidadas o dejadas de lado, y el uso de poderes psíquicos fue una de ellas.
En los milenios que han seguido a su corrupción, muchos en la Legión han abrazado abiertamente sus dones psíquicos, que ven como una bendición de su Señor, y los blanden libremente en contra de sus enemigos.
Descripción[]
Blandiendo la energía de la disformidad, los hechiceros de la Guardia de la Muerte invocan las repugnantes bendiciones de Nurgle sobre aliados y enemigos por igual. Plagas marchitantes debilitan a sus rivales, haciendo que los huesos se pudran y astillen, y que los músculos queden reducidos a fango del color de la sangre. Viles conjuros ocultan a la Guardia de la Muerte de sus enemigos entre tormentas de peludas moscas negras, o llenan sus hinchados cuerpos con una fuerza sobrenatural y una fecunda resistencia.
Enfermedades demoníacas arrasan las filas enemigas como un fuego sin control lo haría con los bosques, mientras que la mismísima tierra se convierte en podredumbre y ruina, mientras los parásitos del Empíreo devoran sus raíces. Muchos hechiceros de la Guardia de la Muerte pueden incluso canalizar el repugnante poder de Nurgle directamente a través de sus corruptos cuerpos, sus mandíbulas desencajándose para arrojar vómito ectoplásmico y deshechos hasta que una oleada de corrupción ahoga a quienes osen hacerles frente.
Estas habilidades son tan horripilantes como poderosas, y sin embargo son vistas con disgusto por Mortarion y muchos de sus más grandes campeones. El odio del Señor de la Muerte hacia los psíquicos ha sobrevivido incluso a su transformación en un ser de energía inmaterial. Aunque no rechazaría los regalos que Nurgle otorga a sus hijos, Mortarion no está obligado a disfrutarlos.
Los hechiceros de la Guardia de la Muerte parecen no albergar resentimiento por el desdén con el que sus compañeros los tratan. De hecho, prosperan entre las filas de la Guardia de la Muerte como una enfermedad en un cuerpo que se resiste. Algunos se deleitan comandando a sus hermanos menos afortunados, mientras que otros forman sectas chamánicas y cultos de seguidores mortales para cumplir su voluntad. A lo largo de los siglos, los hechiceros de la Guardia de la Muerte han dado numerosos y extravagantes nombres a estas sectas, basadas en los poderes que exhiben. Así nacieron los Malvados Lanzadores de Plaga, los Gusanomantes de la Mandíbula Pútrida, los Cadavéricos Portadores de la Hambruna, y muchos otros.
Los señores de la Guardia de la muerte reconocen la utilidad de los hechiceros como armas vivientes sobre el campo de batalla. Algunos incluso permiten a sus hechiceros una cierta autoridad cuando la situación lo requiere, discerniendo las visiones útiles escondidas en sus enloquecidos murmullos. Sin embargo, los hechiceros en sí mismos rara vez son respetados o valorados. La mayoría siguen siendo poco menos que parias entre sus hermanos. Solo entre las filas de la 4º Compañía de Plaga las cosas son diferentes, pues allí el Devoravida impone su visión. Esta ancestral entidad valora gratamente a aquellos que blanden los poderes disformes e invocan oleadas de demonios al campo de batalla, y por tanto insiste en que lideren en lugar de los Señores de la Guardia de la Muerte.
Conjuraplagas Malignos[]
Los Conjuraplagas Malignos (Malignant Plaguecaster en inglés) llenan el aire con oleadas de inmundicia. Con cada gorjeante inhalación absorben bocanadas de vapores nocivos del Jardín de Nurgle (el nocivo reino del Dios de la Plaga en la Disformidad) para expulsarlo después en nubes de espesas flemas que pueden disolver a un hombre hasta sus huesos en segundos. Poderosos hechiceros de la Guardia de La Muerte, estos malvados psíquicos están corrompidos por la Disformidad desde su pálida, pútrida piel hasta sus siempre revueltas tripas. Han intercambiado lo que quedaba de sus almas por los dones de Nurgle, y han sido dotados con la habilidad de canalizar el malestar desde el reino del Dios de la Plaga.
Los hinchados cuerpos de los Conjuraplagas se han convertido en conductos vivientes para los miasmas tóxicos del Jardín de Nurgle. Nubes de esporas devoradoras de carne, plagas de zumbantes moscas, vomitivas neblinas y gases de la descomposición cargados de plagas se agitan alrededor de sus tripas, en ocasiones tensando su piel al punto de estallar. Con exhalaciones nauseabundas, los plaguecasters lanzan estas nubes letales a través del campo de batalla. Los efectos de estas nubes nocivas sobre sus víctimas mortales son inmediatos y horribles. Los guerreros colapsan, ahogándose con sus propios pulmones podridos a la vez que su piel ennegrece y se licúa. Las armaduras se corroen y las armas chispean y chisporrotean mientras son carcomidas. Incluso las fortificaciones selladas no ofrecen protección, los vapores de los Conjuraplagas devoran metal y piedra tan fácilmente como lo hacen con la piel.
Armamento[]
Un Hechicero de la Guardia de la Muerte marcha a la batalla con un Arma psíquica, una Pistola bólter o de plasma y Granadas de plaga y perforantes. Además, se pueden equipar con una Armadura de Exterminador, en cuyo caso utiliza las mismas Armas psíquicas, pero porta también un Combiarma, ya sea Combibólter o con un Lanzallamas, Rifle de plasma o de fusión.
En el caso de los Conjuraplagas Malignos, el arma que portan se conoce como Báculo Corrupto, y porta también una Pistola Bólter, Granadas de Plaga y Granadas Perforantes.
Miniaturas[]
Fuentes[]
- Codex: Guardia de la Muerte (8ª Edición).