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Legión de la Cruz de Hierro
El contenido de este artículo pertenece a la saga No Oficial de Balhaus, que ha recibido el Sello de Calidad Wikihammer.

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La Guerra de los Seis Ciclos se refiere al enfrentamiento que se produjo desde el 495 DDF (742.M37) hasta el 501 DDF (754.M37) entre las fuerzas de Balhaus y las del Señor del Caos Gorloth, campeón de Khorne, teniendo como escenario principal el planeta Frey del sistema Naströnd.

Antecedentes[]

En el 495 DDF (742.M37) una gigantesca fortaleza del Caos salió de la Disformidad en el perímetro exterior de Frey junto con una escolta de naves y remolcadores. Aquel siniestro enjambre de naves era un contingente liderado por Gorloth el Aullante, campeón de Khorne, el cual buscaba un asentamiento para crear un poderoso ejército que posteriormente lanzar contra el territorio del Imperio de la Humanidad en la Franja Este.

La fortaleza estelar, un terrible ingenio bautizado como Ciudad Muerta, alcanzó la superficie de Frey hundiendo sus venenosos tentáculos mecánicos y vomitando su letal carga en forma de millares de aberraciones como diablos de la forja, despedazadores, mutantes y un sinfín más de criaturas que comenzaron a deambular y construir alrededor de la propia fortaleza todo un conjunto de infraestructuras retorcidas e inspiradas por su malévola deidad: Khorne.

En cuanto las bases estuvieron establecidas Gorloth envió parte de su flota hacia los sistemas limítrofes y a los planetas del propio Naströnd para buscar materias primas con las que seguir erigiendo su creciente ejército, en especial esclavos que lanzar a las cámaras de mutación o criaturas que pudieran ser transformadas por los hechiceros del Caos en terribles bestias de guerra.

Confrontación[]

A principios del segundo mes de la estación de Hinfall del 495 DDF (742.M37), los detectores de espacio profundo Kampfinden de Balhaus detectaron en los alrededores del planeta Vidar la presencia de una flotilla de origen desconocido que se dirigía a Helheim.

Los asaltantes contaban con un crucero clase Devastador y un crucero pesadoclase Hades con una escolta de cuatro naves ligeras, además de dos enormes transportes destinados a contener a los esclavos y materiales capturados en sus incursiones.

Los guerreros de Khorne, cuya orden era proveer de recursos a la fortaleza Ciudad Muerta, ignoraban qué clase de civilización habitaba el planeta, de modo que atraídos por las lecturas de existencia de tecnología y la gran cantidad de población que parecía haber en aquel mundo se lanzaron al ataque sin dudarlo un solo instante con la intención de aterrizar y comenzar el asalto.

Al ver los rápidos movimientos de aquella fuerza y tras comprobar por sus emblemas que se trataba de siervos del Caos, se ordenó abrir fuego inmediatamente antes de que llegasen siquiera a la órbita de Helheim.

La primera salva de disparos desde la superficie estuvo a cargo de los cañones de Aguja emplazados en tierra, los cuales alcanzaron a los sorprendidos cruceros y destructores que sufrieron graves daños por los repentinos impactos de pulso. Esto obligó a la flotilla atacante a dispersarse rápidamente para evitar daños mayores, pues los disparos eran certeros y su potencia abrumadora.

En paralelo, el Ala 12 de la Weltwaffe designada para la defensa de Helheim se sumó al ataque lanzando sus naves contra los invasores creando un segundo muro de fuego compuesto por torpedos Barrakuda y Bohrerflamme, descargas de sus cañones y misiles que fueron impactando en los escudos de los buques enemigos, entablando combate cercano con los aparatos del Caos más voluminosos.

Con la ayuda de las baterías de tierra y la superioridad numérica, pocas horas más tarde hasta la última nave del Caos ardía hecha pedazos.

Represalias[]

Cuando Gorloth supo que la flotilla que había enviado a explorar el sistema Naströnd había dejado de comunicar envió algunas naves de exploración para saber qué había ocurrido. Al darse cuenta de que sus fuerzas habían sido completamente aniquiladas y que en el cuarto planeta de aquel sistema parecía haber una civilización organizada y capaz de plantar cara, empezó los preparativos para un ataque a gran escala ordenando volver a gran parte de sus fuerzas dispersas.

La fragua del Caos de la Ciudad Muerta no descansaba y seguía vomitando artefactos y criaturas demoníacas mecanizadas que conformaban una fuerza temible, así como las cámaras de mutación, que eran alimentadas ininterrumpidamente con miles y miles de prisioneros traídos desde otros mundos para ser transformados y formar parte de la tenebrosa fuerza.

La rabia de Gorloth y su ansia de sangre eran infinitas, así que sus pensamientos se dirigían ahora exclusivamente hacia aquel maldito planeta donde habían derrotado a sus rapiñadores y sobre el cual pretendía descargar toda su furia.

Sin embargo, antes de que los preparativos para la invasión de Gorloth hubiesen terminado, Balhaus realizó un movimiento estratégico sin darle tiempo a reaccionar, algo que el campeón de Khorne jamás habría esperado.

Sólo habían pasado unos pocos días desde que Gorloth recibiera la noticia de que sus enviados habían sido vencidos en la órbita de Helheim cuando sus comandantes le avisaron de que una fuerza desconocida se aproximaba a Frey, y que las naves que la componían eran mucho más numerosas que las que el Caos podía oponer para defenderse, pues varias de las pequeñas flotas aún estaban en otros sistemas sin saber que el centro neurálgico de su poder estaba siendo amenazado.

Las tornas habían cambiado y ahora el invasor se veía repentinamente invadido. Sus fuerzas de tierra eran muy numerosas, pero no valdrían de nada ante un bombardeo orbital coordinado, de modo que el campeón de Khorne ordenó que todos los efectivos de su flota del Caos regresaran a Frey a toda potencia, recurriendo además a todas sus artes para evitar el desastre.

En ese momento la Ciudad Muerta tampoco podía despegar y presentar batalla, ya que la operación de desamarre del suelo y su elevación tardaba varios días en llevarse a cabo y requería la ayuda de muchos remolcadores, rituales y energía, así que no les quedaba más opción que defenderse desde tierra, en clara desventaja y a la espera de que sus flotas regresaran a tiempo antes de ser completamente aniquilados.

Como bien había previsto Gorloth la escasa flota del Caos en órbita alrededor de Frey no fue rival para los cruceros balhausitas durante mucho tiempo, siendo diezmada y dispersada tras la primera embestida. La Ciudad Muerta abrió fuego entonces con toda su potencia así como las baterías terrestres capaces de alcanzar larga distancia, lo cual entretuvo las maniobras de posicionamiento enemigas, pero sin evitar que horas más tarde comenzara un salvaje bombardeo orbital que cayó sobre las tropas del Caos como una terrible lluvia de muerte.

Rayos de pulsos y bombas hicieron blanco en algunas de las estructuras destruyéndolas y matando a sus servidores, mientras que las tropas aglomeradas en docenas de campamentos desordenados alrededor del complejo fueron víctimas de la inmensa ola de fuego que caía de los cielos. La propia Ciudad Muerta, pese a defenderse con tenacidad, sufrió severos daños que desbarataron parte de su enrome poder, pero sobrevivió al ataque al interceptar parte de las bombas que caían sobre ella, mientras que gran cantidad de sus esbirros yacían ahora calcinados por la tormenta que se había desatado sobre ellos.

Guerra de desgaste[]

Todo parecía señalar que Balhaus iba a eliminar sin problemas la repentina amenaza del Caos surgida en Frey con una gran victoria y sin comprometer a uno solo de sus hombres, pero Gorloth, imbuido por el poder de Khorne, no permaneció ocioso.

En el cenit de la batalla, cuando más daño estaban soportando sus esbirros, el campeón del Dios de la Sangre realizó un oscuro ritual de gran magnitud en una súplica a su sangriento dios, mediante el cual provocó la aparición de una violenta Tormenta Disforme en las cercanías de Frey que extendió rápidamente hacia la posición enemiga.

Aquello planteaba un gran problema para Balhaus, pues si se proseguía con el ataque orbital la flota corría el peligro de ser absorbida o barrida por la Tormenta Disforme con las desastrosas consecuencias que eso podía traer, pero si se retiraban, las fuerzas del Caos podrían tener un valioso tiempo para recuperarse al no haber sido aniquiladas por completo. Además de esto, todas las naves del Caos habían sido reclamadas por Gorloth y viajaban de regreso a Frey, algo que aunque Balhaus desconocía la inteligencia consideraba como una posibilidad, pues aquel contingente no podía haber aparecido en Frey sin más careciendo de un apoyo en origen, de modo que posiblemente nuevas fuerzas acudirían en su ayuda desde otros lugares.

Finalmente, tras una rápida deliberación, el Weisering determinó que la flota se retirara para evitar daños, pero no sin antes desembarcar efectivos numerosos que pudieran hostigar a los siervos del Caos mientras se seguía el progreso de la Tormenta Disforme, tras lo cual regresarían para continuar con la caza si era posible.

Se envió de esta manera un contingente a la superficie de Frey con suficientes recursos como para establecer una base en una zona alejada y ventajosa con respecto a la Ciudad Muerta, la cual tendría como objetivo hostigar todo el tiempo posible a los supervivientes del Caos, que por desgracia aún eran muy numerosos, hasta el regreso de los poderosos cruceros de guerra.

La Tormenta Disforme tan afortunada para los defensores permaneció en las cercanías de Frey durante tan solo unos pocos días, y tan repentinamente como apareció se disolvió, de modo que Balhaus podía volver a la carga de nuevo, cosa que hizo de manera inmediata. Sin embargo, cuando la tormenta desapareció y los sensores recuperaron la posibilidad de escanear el entorno, aparecieron múltiples contactos en la órbita de Frey, ya que muchas naves del Caos habían llegado en respuesta a la llamada de su líder.

La flota balhausita trató de romper el bloqueo y se produjeron violentos combates, pero el volumen denemigos había crecido significativamente e impedían que las naves se aproximaran lo suficiente como para reanudar los bombardeos, desbaratándose así la posibilidad de una acción rápida.

En la superficie de Frey, la Ciudad Muerta, librada ya de los destructivos bombardeos, había recuperado su frenética actividad, y si bien los daños sufridos habían sido cuantiosos su capacidad para seguir generando nuevos efectivos se restableció con asombrosa prontitud, sustituyendo a sus guerreros caídos con miríadas de máquinas demoníacas, mutantes y un sinfín de criaturas que comenzaron a nutrir sus diezmadas filas, mientras los ataques lanzados desde la base balhausita hacían poca mella, cambiando la situación semanas después y obligándolos a parapetarse para soportar las embestidas del Caos y sus fuerzas renovadas.

Tras librar duros combates en el espacio la Weltwaffe consiguió por fin abrir un pasillo a través del cual reabastecer a sus fuerzas en tierra de forma más o menos segura trasladando tropas, material y armamento, pero las fuerzas de Gorloth parecían inagotables, pues además de las capacidades de la propia Ciudad Muerta recibían a su vez refuerzos procedentes de sus rapiñas en sistemas aledaños, con lo cual se planteó un escenario en el que ambas fuerzas reabastecían a sus contingentes y prolongaban los combates de forma sostenida.

Aquello supuso un gran desgaste para ambos bandos y se mantuvo durante largo tiempo, pero Balhaus fue capaz mediante sus estrategias y enorme esfuerzo de acotar el territorio en el que el Caos estaba implantado, rechazando las partidas de guerra que surgían de la Ciudad Muerta constantemente y manteniendo un amplio frente con tenacidad.

Esta situación se prolongó tanto tiempo que pasaron seis ciclos antes de que se produjeran cambios sustanciales.

Vencedores y vencidos[]

Tras innumerables enfrentamientos que dejaron infinidad de muertos y destrucción, en el 501 DDF (754.M37) finalmente se inclinó la balanza a favor de Balhaus.

Gorloth había empleado en distintas ocasiones sus malignas capacidades para favorecer el progreso de sus huestes, lo cual había forzado a los balhausitas a emplearse a fondo para contenerlos a base de grandes sacrificios, pero sin llegar a doblegarse jamás.

Llegado un punto las fuerzas y los recursos que Balhaus desplegaba en Frey llegaron casi a su límite mientras que los enemigos parecían poder seguir en aquella dinámica aún durante largo tiempo, lo cual empezaba a notarse en el éxito de sus movimientos.

Llevados por la necesidad de cambiar el escenario el Weisering solicitó al Kriegskunst una solución al problema, porque de lo contrario estaba claro que Balhaus no sería capaz de contener a las fuerzas del Caos en Frey y eventualmente deberían retirarse, con el riesgo consecuente de que después otro planeta fuera atacado.

Los estrategas analizaron la situación en detalle y elaboraron un plan osado y peligroso, pero que parecía ser la única manera de poder conducir la larga lucha a su fin. Estaba claro que la fuerza bruta no había conseguido nada, ni en la órbita ni en tierra, de modo que debían probar otro medio de poder hacer mella en la potente defensa del Caos antes de que se extinguiera toda posibilidad de llevarlo a cabo.

Durante varios meses se prepararon entonces distintos comandos especializados de la Legión de la Cruz de Hierro para que se escabulleran a través de las líneas enemigas con el objetivo de llegar hasta las mismísimas entrañas de la Ciudad Muerta, donde una vez alcanzados los puntos vitales emplearían ingenios explosivos de alta potencia que anularan sus fuentes de energía.

Para que esto tuviera posibilidades de éxito se realizaría una acción coordinada que distrajese al grueso de las fuerzas del Caos empleando todos los recursos disponibles en un último intento ya que sus capacidades estaban cada vez más mermadas, de modo que las tropas se prepararon para iniciar un asalto frontal contra un punto del frente, a la vez que la Weltwaffe realizaba otra maniobra similar en el espacio para interrumpir los convoyes del Caos que arribaban al planeta, aunque fuese temporalmente.

De este modo, a finales del sexto ciclo de combates en Frey, la artillería balhausita abrió fuego concentrado sobre el centro del área del frente, tras lo cual soldados y máquinas avanzaron con todo su ímpetu arrasando las primeras líneas del Caos gracias a la sorpresa que produjo un bombardeo de gran magnitud, mientras que en el espacio las naves realizaban una maniobra de ataque tratando de romper el cerco estático que protegía los buques enemigos que iban y venían de forma constante.

El efecto de aquello hizo que, como esperaba el Kriegskunst, las huestes del Caos se afanaran en rechazar el brutal ataque desplazando en tierra a gran parte de sus efectivos hacia la zona donde se producía la brecha, a la vez que en la órbita las naves se enzarzaban en un violento combate que iluminó los cielos con los destellos de las explosiones y descargas de energía.

Poco después de que se iniciaran estas acciones coordinadas, ocho comandos de la Legión obtuvieron luz verde y avanzaron hacia el frente tratando de deslizarse a través de la línea del Caos en distintos puntos alejados del combate principal, hasta que horas más tarde cinco de las ocho unidades comunicaron que tenían a la vista la Ciudad Muerta mientras que otras tres permanecían en silencio, seguramente retenidas o quizá eliminadas, pero aún así se siguió adelante con el plan. Entre tanto el envite del ejército ya empezaba a mostrar desgaste, no se podría mantener durante mucho más la intensidad del ataque, de modo que el tiempo era crucial.

Los comandos superaron los muros de la siniestra fortaleza accediendo a la zona interior donde aún había numerosos efectivos enemigos que, como el flujo de un río, eran enviados de manera constante hacia el frente como si sus fuerzas fueran interminables. Sólo dos de las unidades balhausitas fueron capaces de abrirse paso hacia las entrañas de la fortaleza, alcanzando puntos relevantes de su estructura como eran la zona de generadores y una de las áreas principales donde se encontraban establecidas gran parte de las cámaras de mutación donde centenares de criaturas del Caos eran gestadas mediante un horrible procedimiento.

Los comandos situaron los artefactos y trataron de huir de la zona, tras lo cual se produjeron una serie de fuertes explosiones en el interior de la Ciudad Muerta que fueron favorecidas por la situación de los puntos afectados, ambos por debajo del nivel del suelo entre cámaras y galerías que facilitaron en gran medida la expansión de las potentes descargas.

No mucho más tarde la Ciudad Muerta quedó en silencio privada de energía y con su principal fuente de abastecimiento de tropas severamente afectada. De esta forma los enemigos ya no eran capaces de enviar refuerzos al frente, al menos de forma temporal, de modo que pocos días más tarde la situación comenzó a favorecer a los balhausitas, los cuales lograron mantener la brecha e incluso avanzar hacia el centro neurálgico de las operaciones enemigas.

Reacción[]

Con la fortaleza indefensa e iniciando una maniobra de cuña los efectivos de la División Schauder, la Stachel y la, Fallhammer así como varias compañías del Wehrgruppe atacaron con fiereza y fuerzas renovadas, abriendo un pasillo que rompió el frente resultando en la caída de la línea general establecida por Gorloth, que no podía contar con la valiosa y fundamental cobertura que proporcionaba la Ciudad Muerta.

Los combates se recrudecieron bajo los muros del enorme bastión mientras la artillería de Balhaus machacaba sin cesar los gruesos muros, los cuales finalmente cedieron en distintos puntos por el intenso castigo al que fueron sometidos. Los esbirros del Caos lucharon fanáticamente mientras sus efectivos se dispersaban a lo largo de claustros y estancias sabiendo que el fin estaba cercano y llevando el enfrentamiento más y más hacia el interior de su cuartel general.

Cuando los combates llegaron al pináculo de control donde habitaba Gorloth, campeón de Khorne, éste se levantó incluso de su trono arrancándose la carne clavada para enfrentarse a los enemigos, si bien sucumbió finalmente al haber sido abandonado por su guardia.

El clamor por la caída del señor de la horda también llegó hasta las naves en la órbita en una comunicación de derrota, de modo que poco después los cruceros del Caos rehuyeron el combate agrupándose en una posición defensiva y abandonando poco después el Sistema Naströnd.

Consecuencias[]

Tras la victoria, que había costado seis ciclos y grandes pérdidas de vidas balhausitas, el Weisering ordenó que se exterminara a todas las criaturas del Caos que hubieran sobrevivido. Se tardó mucho tiempo en borrar el rastro de los enemigos, ya que sus estructuras tuvieron que ser demolidas y los cadáveres incinerados en monstruosas piras que ardieron durante días.

Los especialistas de la Teufelkampf tuvieron allí una compleja tarea que se extendió durante otros dos ciclos antes de que las influencias caóticas pudieran ser efectivamente removidas, ya que Frey era un mundo con alta importancia estratégica al ser el último planeta del Sistema Naströnd y frontera del límite exterior.

La Ciudad Muerta, no obstante, era un asunto diferente dada su naturaleza. Era imposible eliminar de la misma la huella maligna que los siervos de Khorne habían dejado en ella tras convertirla en un bastión engendrado y habitado por el Caos, de modo que al igual que otras infraestructuras fue demolida piedra a piedra y muchas de sus partes como eran los altares y sus pilones básicos plagados de signos oscuros fueron transportados y arrojados al vacío.

La Guerra de los Seis Ciclos fue el preludio del posterior Período de las Invasiones.

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