Goge Vandire fue el personaje desencadenante de la Era de la Apostasía, que rápidamente destrozó todo el Imperio. Era conocido por su megalomanía y, finalmente, como alguien casi completamente loco.
Ocupó el importante puesto de Señor del Administratum, y por lo tanto, un Alto Señor de Terra. Lo consiguió mediante asesinatos y trucos, llegando incluso a manipular al Eclesiarca Paulis III para asegurarse el control de la Eclesiarquía. Poco después, Vandire acusó a Paulis de herejía y lo asesinó, quedándose así con su cargo. Y así, al ser Eclesiarca y Señor del Administratum a la vez, se convirtió en el individuo más poderoso del Imperio. Durante los siguientes años se volvió más y más paranoico, inestable e irascible. Su estado mental a veces lo convertía en un loco babeante. Fue finalmente ejecutado por Alicia Dominica, la líder de su propia guardia, las Consortes del Emperador.
Inicios[]

El Alto Señor Vandire
Goge Vandire llegó al poder a través del Administratum, parte central de la burocracia del Imperio, en algún momento del 36º milenio. Consiguió alzarse durante el caótico periodo conocido como la Era de la Apostasía, durante el cual el Imperio estaba acosado por la corrupción masiva de la Eclesiarquía (la organización que gobernaba sobre la religión oficial del Imperio).
Esta poderosa organización no podía ser cuestionada por nadie, exceptuando al propio Emperador, e impuso unos impuestos exageradamente altos (llamados diezmos) para construir monumentos y catedrales cada vez más grandes y ornamentados. Cuando un planeta se oponía a pagar dichos diezmos, la Eclesiarquía enviaba a su armada para acabar con la resistencia; si el gobernador imperial (u otros oficiales) continuaba con la oposición, era declarado hereje y ejecutado.
Vandire fue proclamado 361º Señor del Administratum, y desde el principio se opuso al poder de la Eclesiarquía. Entre los Altos Señores, era común la práctica de manipular sutilmente las otras ramas del gobierno imperial, Eclesiarquía incluida. Pero Vandire no hizo tal cosa, sino que directamente trató de subvertirla abiertamente. Reunió un grupo de tropas imperiales leales, y atacó el palacio de la Eclesiarquía del planeta Ophelia VII; acusó al Eclesiarca del lugar de traición y, seguidamente, lo ejecutó. Y así Vandire ocupó el doble rol de líder tanto del Administratum como de la Eclesiarquía.
Según crecía su poder, Vandire empezó a ejecutar sistemáticamente a todos los Cardenales y Eclesiarcas oficiales que se le oponían. Muchos Cardenales trataron de escapar de Terra, pero cuando alcanzaban la Disformidad, se alzaba una poderosa tormenta de Disformidad que destruía la flota. Vandire se lo tomó como una señal de que el propio Emperador aprobaba sus actos, y se dedicó a reemplazar los Cardenales vacantes por lacayos fieles a él.
El Reinado de Sangre[]
Artículo principal: Era de la Apostasía
A pesar de la noble intención de Vandire de liberar al Imperio de la indebida influencia de la Eclesiarquía, su propio reinado acabó siendo mucho peor. Demostró estar realmente perturbado al deleitarse torturando a cualquier persona, sin importar su culpabilidad o inocencia, proclamando estar "purificando su alma". Se decía que solía caer en trance, durante los cuales murmuraba para sí mismo o incluso gritaba en voz alta, y luego decía que había estado recibiendo mensajes del Emperador. Dichos comunicados eran seguidos de violencia extrema contra los sujetos del mismo.
Su red de espías era muy extensa. Su cámara de audiencias tenía un sofisticado mapa de la galaxia, en el cual ordenaba atacar a cualquier planeta que sospechaba que no estaba totalmente bajo su control. La milicia imperial también estaba dispuesta a ayudarle en sus ataques, de modo que sus atrocidades sucedían de forma rutinaria, y sin cuestionamientos. Esclavizaciones de población, bombardeos víricos sobre planetas inocentes e incluso derritimientos de capas polares mediante láseres (ahogando así a la población del planeta) se llevaron a cabo en el nombre de Vandire sin que nadie se opusiera a ello.
Sin embargo, algunas porciones del Imperio se mantuvieron libres de los horrores del reinado de Vandire. Los Marines Espaciales y el Adeptus Mechanicus conservaron sus propios pequeños y semi-independientes estados dentro del Imperio; por ejemplo, muchos Capítulos de Marines Espaciales gobiernan sus propios planetas natales, de forma virtualmente independiente del gobierno central del Imperio. La tiranía de Vandire no se dejó sentir en estos enclaves. De la misma forma, estas fuerzas militares del Emperador tan poderosas dejaron vía libre a Vandire, dándole carta blanca en cualquier otra zona.
Descubrimiento en San Leor[]
Durante una de sus muchas sesiones informativas, Vandire fue avisado de la existencia de un culto secreto en el planeta de San Leor, dedicado a la adoración al Emperador. Vandire inmediatamente se puso furioso (algo normal), pero sus consejeros insistieron en seguir hablando. Le dijeron que esta secta, que ya había logrado antes esconderse de la Eclesiarquía, era un grupo de mujeres conocido como las Hijas del Emperador, que se dedicaba a aprender y dominar antiguas artes marciales. La rabia de Vandire se apagó de inmediato, y decidió que "les concedería el honor de una visita".
Cuando llegó a San Leor, una procesión verdaderamente enorme (se dice que medía milla) llevó a Vandire al templo de las Hijas. Estas le negaron la entrada, afirmando que no reconocían su autoridad. En lugar de ponerse rabioso, como haría normalmente, Vandire afirmó con calma que probaría que contaba con el favor del Emperador. Las Hijas le dejaron entrar a su templo, donde hizo una corta oración, y seguidamente ordenó a uno de sus soldados que le disparara. Tras un momento de duda, el soldado obedeció; sin embargo, Vandire no fue herido. Hubo un brillante resplandor y el disparo láser se desvaneció.
Sin que las Hijas ni sus acompañantes lo supieran, Vandire llevaba puesto el Rosarius del Eclesiarca, una sagrada marca del oficio que contiene un poderoso generador de escudo de energía. Las Hijas creyeron que había sido salvado por la gracia del Emperador, e inmediatamente juraron lealtad a Vandire; fueron renombradas como las Consortes del Emperador y entrenadas por los mejores oficiales militares del Imperio para convertirse en la guardia personal de élite de Vandire. Más adelante, Vandire alardeó de su jugada ante sus escribas; había confiado en que las Hijas no sabrían nada sobre el Rosarius o los campos de energía.
La resistencia al reinado de Vandire[]
Tras el incidente de San Leor, el sangriento reinado del enloquecido Lord Vandire duró otras siete décadas. Vandire hizo poco para revertir la antigua política de la Eclesiarquía de construir templos y monumentos cada vez más grandes, pero ahora no sólo en honor del Emperador, sino también en el suyo. Sin embargo, el palacio de la Eclesiarquía en Terra quedó en mal estado debido a la ausencia de mantenimiento. Vandire solía vagar por el vacío edificio, solo, murmurando para sí mismo en las salas oscuras sobre su creciente miedo a "la luz". Su ejército personal de Consortes garantizaba la continuidad de su poder sin reto alguno.
Fue en esta época, alrededor de setenta años después de San Leor, cuando Vandire descubrió una seria amenaza para el poder de su Eclesiarquía. El planeta Dimmamar había declarado abiertamente que Vandire era un traidor, y rituales de adoración al Emperador que habían sido prohibidos durante décadas, se estaban celebrando bajo los auspicios de la llamada Confederación de la Luz. El líder de esta nueva resistencia era conocido solamente como Sebastian Thor. Algunos Altos Señores temieron que se tratara de un demonio que buscase la destrucción de los Altos Señores de Terra, o aún peor, del Imperio mismo.
Tras un mes de debate, el consejo de los Altos Señores fue incapaz de ponerse de acuerdo sobre una respuesta adecuada a la rebelión. El propio Vandire no dijo nada sobre el asunto, y simplemente se quedaba mirando con los ojos vidriosos durante las reuniones, rodeado por su escolta de Consortes. Tres meses después del descubrimiento de la revuelta de Dimmamar, más de 80 sistemas se habían unido al movimiento; dicho número habría sido mayor de no ser por el poder militar de la propia Eclesiarquía. Finalmente, una poderosa y selecta flota de la Eclesiarquía fue enviada a devastar Dimmamar y destruir toda la vida en su superficie. La flota no lo logró, sin embargo, pues fue destruida por una repentina y tremenda tormenta disforme; la región del espacio donde tuvo lugar es aún vista como encantada, y la tormenta fue conocida como la Tormenta de la Ira del Emperador.
Con la destrucción de la flota, el Sector entero estalló en una rebelión abierta. Los oficiales del sector elegidos a dedo por Vandire fueron linchados, y aún más informes llegaron a los Altos Señores de este misterioso hombre, Sebastian Thor, que se reveló como un simple hombre normal y piadoso que afirmaba tener visiones del mismísimo Emperador. La Confederación de la Luz de Thor creció hasta alcanzar los cinco millones de miembros en un solo año, y este ejército comenzó a avanzar lentamente hacia Terra. Mundo tras mundo, la población se unía a su Confederación, incluso en planetas controlados firmemente por Cardenales leales a Vandire.
Crecimiento de la resistencia y el destino de Vandire[]
Con el éxito del movimiento de Thor, otras ramas del Imperio empezaron a darse cuenta de la corrupción de Vandire. Los Adeptus Astartes y Mechanicus, que hasta el momento habían evitado interferir en la dictadura de Vandire, empezaron a proclamar su favor por el alzamiento, y exigieron que los Altos Señores entregaran a Vandire como el traidor que era. En respuesta, Vandire disolvió el Consejo de los Altos Señores, y ordenó a sus fuerzas de la Eclesiarquía que atacaran a estas nuevas amenazas. Sin embargo, este plan era suicida, pues los Marines Espaciales y el Adeptus Mechanicus eran simplemente demasiado poderosos; muchos oficiales se negaron a obedecer, sólo para ser ejecutados por Vandire. Cuando finalmente las fuerzas eclesiarcales atacaron, se hizo claro para todos que Vandire había traicionado al Imperio y tendría que ser derrocado por la fuerza.
El Fabricador General del Adeptus Mechanicus envió varios regimientos de Tecnoguardias a atacar el Palacio de la Eclesiarquía de Vandire en Terra, a los que se unieron varias fuerzas de Marines Espaciales provenientes de varios Capítulos, entre ellos los Puños Imperiales, los Templarios Negros, los Bebedores de Almas y los Halcones de Fuego. El asalto a la fortaleza impenetrable que es el Palacio fue difícil, no solo por las fortificaciones, sino también porque las Consortes del Emperador habían sido reforzadas hasta alcanzar un número de 10000 guerreras de élite. La campaña para derrocar a Vandire se ralentizó en un largo asedio.
En lo profundo del Palacio Imperial, guardando eternamente el cuerpo del Emperador, están los Adeptus Custodes, también llamados Custodios. Para mantenerse completamente puros de corazón y mente, se aíslan voluntariamente del mundo exterior, y, durante el sangriento reinado de Vandire, siguieron haciéndolo. Sin embargo, se enteraron del asalto al palacio de Vandire, y descubrieron los sucesos que habían llevado a la invasión. Utilizando túneles secretos conocidos sólo por su orden, un pequeño contingente de Custodios logró penetrar en el sanctum interior de Vandire, pero las Consortes les impidieron verle. Los Custodes pidieron parlamentar, pero a pesar de largas negociaciones, no fueron capaces de hacer que las Consortes renunciaran a sus juramentos.
El Centurión al mando del grupo de Custodios hizo entonces un último intento de convencer a las Consortes de su error. Logró convencer a la líder de las Consortes, Alicia Dominica, y a su escolta personal, de que le acompañaran por el laberinto de túneles hasta estar en presencia del mismísimo Emperador. Se desconoce qué sucedió allí (pues las Consortes habían jurado absoluto secreto), pero Dominica volvió llena de justa ira, pues finalmente había visto la maldad de Vandire. Retornó junto a sus Consortes, y les habló de la traición de Vandire y la perversión de su orden, la cual recuperó entonces su nombre original, Hijas del Emperador. Un alto el fuego fue acordado con la fuerza invasora.
Dominica entró entonces en la cámara interior de Vandire, donde estaba solo, de pie frente a su mapa galáctico, gritando órdenes febrilmente a escribas y comandantes que ya le habían abandonado. Ella le declaró traidor:
"Habéis cometido la peor herejía. No sólo habéis dado la espalda al Emperador y os habéis apartado de Su luz, habéis profanado su nombre y casi destruido todo lo que Él ha buscado crear. Habéis pervertido y retorcido el camino que Él había trazado para la Humanidad. Como vuestros propios decretos afirman, no puede haber misericordia ante semejante crimen, ni piedad para semejante criminal. Renuncio a vuestra soberanía, camináis en la oscuridad y no se os puede permitir seguir viviendo. Vuestra sentencia ha sido retrasada demasiado tiempo, y ahora es el momento de que muráis."
La respuesta de Vandire a estos cargos fue simplemente un febril "No tengo tiempo para morir...¡Estoy demasiado ocupado!". Dominica lo ejecutó en el sitio con su espada de energía, cortando su Rosarius por la mitad y terminando con su sangriento reinado de un solo golpe.
El legado de Vandire[]
Mientras que el llamado "Reinado de Sangre" de Vandire había acabado con su ejecución, la Era de la Apostasía continuó aún por algún tiempo después. Se encontró que Vandire había guardado meticulosamente los registros de todas las acciones hechas en su nombre, y de todas las palabras que había murmurado alguna vez. El Fabricador General, que había dirigido la invasión del Palacio Eclesiarcal, insistió en que todos los conspiradores debían ser acusados y detenidos, y muchas organizaciones imperiales tomaron la iniciativa, purgando de entre sus rangos a aquellos que se habían beneficiado del reinado de Vandire. Se nombraron nuevos Altos Señores de entre los oficiales que se habían opuesto a Vandire.
Sebastian Thor acabó por convertirse en el nuevo Eclesiarca, y realizó grandes reformas en la organización que llevaron al fin de la Era de la Apostasía. Trasladó de forma permanente gran parte de su estructura a Ophelia VII, convirtiéndola en una especie de capital dual junto con Terra. Esto evitaría otros casos de Altos Señores tomando el poder de la Eclesiarquía, y ayudaría a extender el dogma de la misma. Las diócesis fueron reducidas en tamaño, para que un solo Cardenal no tuviera el control de un área muy grande, y aumentó el número de Cardenales para diluir aún más su poder.
Un cambio notable fue el Decreto Pasivo de los Altos Señores, por el cual la Eclesiarquía "ya no podría tener hombres armados bajo su mando". Thor obedeció, y todas las facciones militares de la Eclesiarquía fueron disueltas, excepto una: las Hijas del Emperador, renombradas como la Orden Militante del Adepta Sororitas (también llamadas Hermanas de Batalla). Al ser "mujeres armadas", no violaban el decreto; aunque el espíritu del pacto no fuera seguido, Thor creía que la Eclesiarquía debía tener alguna fuerza militar propia, para que no tuviera que depender de otras fuerzas militares del Imperio para defenderse.
Un desarrollo menos notorio, pero muy importante, fue la creación del Ordo Hereticus dentro de la Inquisición. Esta orden tiene la misión de vigilar a la Eclesiarquía y asegurar que su dogma y sus decretos se ajustan a lo aceptado en los estándares imperiales, así como prevenir que los Cardenales tomen mucho poder, o vayan en contra de la política imperial. Esta tarea se ha expandido de forma significativa, de modo que ahora también se ocupan de perseguir otras amenazas internas del Imperio, como mutantes, psíquicos renegados y "herejes" (cualquiera que no concuerde con el dogma imperial). Las Adepta Sororitas a menudo trabajan junto al Ordo Hereticus, pues con frecuencia comparten objetivos, especialmente en cuanto a la caza de herejes.
Fuentes[]
- Codex: Hermanas de Batalla (2ª Edición).
- Codex: Cazadores de Brujas (3ª Edición).
- Warhammer 40,000: Reglamento (4ª Edición).