
Gran Inquisidor Fyodor Karamazov en su Trono del Juicio.
"En mi tribunal no existen las declaraciones de inocencia. Toda declaración de inocencia es culpable de hacerme perder el tiempo. Culpable."
- —Lord Inquisidor Fyodor Karamazov
Fyodor Karamazov es un Lord Inquisidor de la Ordo Hereticus e, incluso entre sus despiadadas filas, sería muy difícil encontrar un individuo más implacable e intransigente. A lo largo de una carrera que se extiende a lo largo de casi dos siglos, Karamazov ha trazado un rastro de sangre y fuego de un extremo al otro de la galaxia. Desde Salem Proctor a Ultima Macharia, desde Bakka a Cypra Mundi, es una leyenda lúgubre y temible, un investigador incansable que no se detiene ante nada para desarraigar la corrupción y la herejía.
Historia[]
Las acciones de Karamazov se ven impulsadas, principalmente, por una inflexible creencia de que la Humanidad vive, incluso hoy en día, de acuerdo con un plan puesto en marcha por el Emperador hace muchos miles de años. La obra de su vida ha sido asegurar que nadie, ni humano ni alienígena, ni Inquisidor ni Daemon, interfiere con este gran plan. Para muchos Inquisidores, esto sería una tarea imposible tanto en naturaleza como en alcance, pero tal es la inquebrantable confianza de Karamazov tanto en sus habilidades como en la perspicacia del Emperador que nunca ha dudado de sus acciones. De hecho, Karamazov cree que, dado que el destino que se va desplegando ante la Humanidad está en concordancia con el gran plan del Emperador, sus propias acciones deben servir como una parte esencial de dicho plan, y que por lo tanto está más allá de todo reproche.
Muchos Inquisidores prefieren trabajar bajo una capa de secreto, llevando a cabo sus tareas en las sombras a menos que sea estrictamente necesario, pero Karamazov no puede considerarse como dentro de este grupo. Para cumplir sus metas, Karamazov puede estar tanto encabezando un ejército en una Cruzada como puede estar presidiendo el juicio de unos herejes. Sus acciones están desprovistas por completo de toda clase de engaños o subterfugios, ya que ninguna de esas cosas puede encontrarse en su corazón, ya que fueron desplazadas por una profunda desconfianza en el resto del género humano. Tanto es así que cada una de las acciones de Karamazov es atrevida hasta el punto de la audacia, y cuanto más lo son mejor advertencia representan para aquellos que pretendan interferir en el destino de la Humanidad.
Cuando se encuentra implicado en una campaña o en la erradicación de una herejía, Karamazov inevitablemente dirige a sus subalternos desde su Trono del Juicio, una antigua cátedra andante que le fue entregada tras las Purgas Abraxanas del 930.M41. El trono está bien armado y su tamaño compensa la menos que impresionante presencia física de su amo, por lo que Karamazov decidió hace mucho tiempo incorporarlo a la pompa y ceremonia de sus juicios.
Hay muchos motivos por los que un hombre puede verse arrastrado de forma poco ceremoniosa ante el ostentoso Trono del Juicio de Karamazov por cargos de herejía, traición o brujería. Para Karamazov, no existe algo a lo que considerar como una infracción menor del saber sagrado. Incluso la más mínima desviación del protocolo y el procedimiento es una afrenta al plan maestro del Emperador para la Humanidad, y por tanto ha de ser castigado sin piedad. La clemencia, el perdón y las compensaciones son cosas desconocidas en la corte de Fyodor Karamazov. Tampoco existe ninguna posibilidad de defensa, ni ninguna esperanza de ser considerado verdaderamente inocente. Karamazov no tiene paciencia con aquellos lo bastante estúpidos como para parecer culpables cuando están libres de toda culpa. Esos idiotas son culpables de hacerle perder su valioso tiempo, al menos, y suelen ser llevados sin dudarlo a los fuegos purificadores junto con los asesinos, traidores, saboteadores y herejes.
Conflicto de Salem Proctor[]

Inquisidor Fyodor Karamazov
La reputación del Lord Inquisidor Fyodor Karamazov como Cazador de Brujas despiadado e implacable ya era bien conocida por todo el Segmentum Solar cuando se enfrentó al Eclesiarca Decius XXIII en 945.M41. La confrontación casi acabó en batalla y causó el martirio e inmolación de un joven predicador del mundo de Salem Proctor. Este mundo había roto sus votos de fe con la Eclesiarquía ya que su Cardenal apóstata había explotado los recursos de ese planeta en su propio beneficio y había desterrado a todos los que lo habían desafiado. El Lord Inquisidor Karamazov lideró una flota, junto con dos órdenes completas del Adepta Sororitas, con la intención de destituir al apóstata pero, a su llegada, descubrió que aquel mundo ya se había rebelado contra su traidor gobernante.
Un humilde predicador llamado Icarael lideró la revuelta popular de Salem Proctor contra el Cardenal traidor y, junto a las fuerzas del Inquisidor, derrotó a sus ejércitos y lo expulsó de las ardientes ruinas de su catedral. Ninguno de los que conoció al joven pudo resistirse ante su simple elocuencia, su devoción al Emperador y su humildad. Para todos, su increíble recuperación de un planeta bastaba para probar que Icarael era alguien guiado por una mano divina y que en su interior brillaba la luz del Emperador. No pasó mucho tiempo antes de que los Inquisidores de la facción thoriana se enterasen de las hazañas de este joven clérigo y, ansiosos ante la posibilidad de haber encontrado un recipiente potencial para el espíritu del Emperador, partieron hacia Salem Proctor. Pero el Lord Inquisidor Fyodor Karamazov, sentado encima de los huesos carbonizados de cientos de herejes en su Trono del Juicio, tenía otros planes.
Karamazov había ascendido de manera continua en el Ordo Hereticus durante décadas ganando muchos adeptos entre los elementos más puritanos de la Inquisición por su férrea determinación de castigar a la bruja y al hereje sin mostrar ningún tipo de piedad. Sus acciones se basaban en la aplicación estricta del credo imperial y, aunque algunos de los miembros de la Inquisición criticaban la rigidez de sus métodos y afirmaban que había enviado a miles de inocentes a la muerte, Karamazov siempre les replicaba la famosa máxima del Juez Traggat, según la cual las declaraciones de inocencia no significan nada y sirven solo para demostrar una estúpida falta de precaución.
Como firme amalatiano, Karamazov se oponía a la noción de cambio, pues creía que el plan que el Emperador tenía destinado a su pueblo debía desarrollarse tal y como Él lo había dispuesto y sin la arrogante intervención de aquellos que creían comprender su voluntad. Antes de que llegaran los Inquisidores thorianos, Karamazov arrestó a Icarael y lo condujo a la Fortaleza Inquisitorial de Severian, donde lo arrojó a los Salones de la Verdad y la Penitencia. Karamazov era un juez muy estricto y hacía caso omiso de las declaraciones de inocencia, llegando en una famosa ocasión a afirmar con orgullo que había mandado más brujas y herejes a la hoguera que el própio Macharius. Durante seis meses, Karamazov sometió a Icarael a todo tipo de tormentos y argumentos teológicos que tenía a su disposición ignorando las repetidas demandas de otros Inquisidores y miembros de la Eclesiarquía que deseaban poder ver al predicador.

El Eclesiarca Decius XXIII solicitó a los Señores de la Inquisición que ordenasen la liberación de Icarael, mientras que otros inquisidores movilizaron fuerzas locales y se prepararon para poner en asedio a Severian en caso de que no se les concediera el permiso para ver al predicador. Pero para entonces ya era demasiado tarde. Actuado como juez, jurado y verdugo. Karamazov ascendió al Trono del Juicio y dictó su sentencia sobre Icarael: no era más que un falso profeta del Emperador y por ello iba a ser purificado por las llamas de la redención. El lexicomecánico del trono efectuó el acta notarial de la sentencia y el servoverdugo implantado la llevó a cabo. Tras ejecutarse la sentencia, los restos carbonizados de Icarael se entregaron a la Eclesiarquía para ser inhumados y Karamazov regresó a sus quehaceres cotidianos. El Eclesiarca exigió su arresto y ejecución inmediata, pero cuando más tarde se descubrió la mancha del Caos entre los que habían seguido las enseñanzas de Icarael en Salem Proctor, Karamazov fue reivindicado lo más públicamente posible. A pesar de esto, Karamazov se ganó la enemistad eterna de la Eclesiarquía así como de la facción thoriana de la Inquisición.
Armamento[]
Fyodor Karamazov va a la batalla sentado en su Trono del Juicio, en el que le acompañan un Lexmecánico conectado al logister del bípode, un servoverdugo con cañón de fusión y un servocráneo, y va armado con un rosarius y la Espada de la Justicia.
Miniatura[]
Etimología[]
El nombre de este Inquisidor se inspira en la novela Los hermanos Karamazov del escritor ruso Dostoyevski. En ella, el personaje Iván Karamazov le cuenta a su hermano Aliosha la historia de un inquisidor jesuita que apresa a Jesucristo en Sevilla y, tras afirmar que no debía haber regresado y que la libertad que había traído a la Humanidad era confiada ahora a la Santa Inquisición, amenaza al Hijo de Dios con quemarlo, y este se marcha. La personalidad de este inquisidor es la de Fyodor, un hombre intransigente capaz de torturar hasta la muerte hasta al más devoto si este supone un desafío para el statu quo.
Fuentes[]
- Codex: Cazadores de Brujas (3.ª Edición). Páginas 44-5.
- Codex: Caballeros Grises (5.ª Edición). Página 46.
- Codex: Inquisición (6.ª Edición). Páginas 50-1.
- Inquisitor: Core Rulebook (Juego de especialista). Páginas 54-5.
- El Taller de Yila - Trasfondo: El Inquisidor y los hermanos Karamazov.