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Primarca Fulgrim Hijos del Emperador Bosquejo Wikihammer

Fulgrim el Iluminador, Primarca de la III Legión

Fulgrim, también conocido antes de la Herejía de Horus como el Fénix, es el Primarca de la Legión Traidora de los Hijos del Emperador.

Considerado por muchos como el más bello de los Primarcas, tenía una larga cabellera blanca-plateada, y un carácter un tanto engreido, pues toda su vida estaba dedicada a la búsqueda de la perfección absoluta: física, mental y espiritual.

Aprovechando esta debilidad, un Gran Demonio de Slaanesh poseyó su cuerpo durante un tiempo, pero Fulgrim utilizó su aprisionamiento espiritual para explorar con mayor profundidad el poder del Caos, y acabó por derrotar al Demonio y aprisionarlo para recuperar el control de su cuerpo. Fulgrim emergió de aquella experiencia incluso más entregado a la persecución de la senda de las sensaciones ofrecida por Slaanesh y el Caos, y tras la Herejía su devoción fue recompensada con la ascensión al rango de Príncipe Demonio del Dios del Placer.

Hoy en día, Fulgrim es un Príncipe Demonio serpentino de cuatro brazos al servicio de Slaanesh, y se cree que reside en un Mundo Demoníaco en algún lugar del Ojo del Terror. Su localización exacta sigue siendo desconocida para el Imperio y la mayoría de miembros de la Legión de los Hijos del Emperador que aún vagan por la Galaxia buscando su propio placer y ascensión.

Algo que casi nadie sabe, incluyendo sus propios Hijos del Emperador, es que Fulgrim mostró remordimientos en la Masacre del Desembarco en Istvaan V, arrepintiéndose de haberse dejado corromper por los Poderes Ruinosos, en los primeros días de la Herejía de Horus.

Historia[]

Juventud[]

Fulgrim joven

Fulgrim, antes de tener el mando de la III Legión.

Al igual que los demás Primarcas, Fulgrim fue abducido lejos de Terra cuando aún era un niño a través de una grieta de Disformidad originada por los Dioses del Caos, que esperaban impedir la llegada una era de hegemonía del hombre y la creación del Imperio, o por lo menos corromperlo y que la propagación del Orden del Emperador no debilitara su poder y poner en peligro su existencia.

Después de haber sido arrancados de las manos del Emperador de la Humanidad, que los tenía en un laboratorio genético en las profundidades del Himalaya, en las montañas de Terra, la cápsula de gestación de Fulgrim acabó en un Mundo Minero de pobres recursos conocido como Chemos.

Chemos era un desolado e implacable Mundo Minero, calentado por una pequeña estrella binaria y rodeado por una densa nebulosa de polvo. El resultado era un planeta envuelto permanentemente en penumbra. La Humanidad se asentó en Chemos durante la Era Oscura de la Tecnología a fin de extraer sus recursos minerales, pero quedó aislada de sus mundos vecinos por las grandes tormentas de Disformidad que marcaron la Era de los Conflictos. El problema de este aislamiento fue que los recursos del planeta estaban acabándose y los habitantes no podían producirlos ni siquiera para sus propias necesidades. Finalmente, recayó sobre un grupo de factorías-fortaleza la producción íntegra de los recursos necesarios del planeta. La totalidad del pueblo de Chemos tenía que trabajar a todas horas en el mantenimiento de las minas de vapor y sintetizadores. Se sacrificaron las actividades de recreo, el ocio y el arte en pro de la supervivencia.

Chemos dependía del comercio interestelar para el suministro de alimentos, pero las tormentas de Disformidad que lo azotaban, hacían difícil a los comerciantes llegar hasta allí, condenando al planeta a una muerte lenta a pesar de todos sus esfuerzos, como la imposición de un racionamiento estricto, y demás soluciones para el aprovisionamiento de nutrientes.

Exploradores de una rama de la fuerza policial de la factoría-fortaleza de Callax descubrieron la cápsula de gestación una vez esta cayó a la superficie. Estos quedaron tan impresionados por la belleza del bebé de su interior, que rogaron a los líderes de Callax que le perdonaran la vida, ya que como rutina a los huérfanos se les daba muerte para no crear más problemas con los recursos de un asentamiento. Fulgrim se salvó, y fue entregado a un miembro de la guardia de entre sus rescatadores, el cual lo crió como a su propio hijo.

Bautizado con el nombre de una antigua deidad de Chemos, Fulgrim se convirtió con el tiempo en una leyenda en aquel mundo doliente. Cuando tenía la mitad de edad en la que un hombre es apto para ir a trabajar a las minas de vapor y los sintetizadores, Fulgrim se mostró apto para desarrollar todas las labores y obligaciones de un trabajador adulto. Comprendió rápidamente y de un modo intuitivo el funcionamiento de la desfasada tecnología minera chemosiana, lo que le permitió comenzar a hacer modificaciones que aumentaron extraordinariamente su eficiencia. Con quince años estándar, Fulgrim había pasado de ser un simple obrero, a uno de los directivos que regían la factoría-fortaleza de Callax. Como líder, Fulgrim pudo percatarse de la terrible situación a la que hacían frente tanto Callax como el resto de asentamientos de Chemos, y de cómo la falta de recursos derivaba en una disminución gradual de su tecnología y población. Bajo la dirección de Fulgrim, equipos de ingenieros viajaron desde Callax y las demás fábricas-fortaleza para recuperar y reparar muchos de los antiguos y remotos puestos avanzados de minería originales del planeta, los cuales en su gran mayoría no habían sido utilizados desde antes de la Era de los Conflictos. Esto disparó la producción minera, y los recursos comenzaron a llenar en grandes cantidades las arcas de las fábricas-fortaleza de Chemos por primera vez en milenios. Fulgrim se encargó de supervisar la construcción de una maquinaria de extracción más sofisticada y eficiente. Dicha eficiencia industrial creció hasta tal punto que las minas de Chemos produjeron excedentes por primera vez, permitiendo al planeta adquirir comida y otras necesidades materiales en gran cantidad de comerciantes interestelares. Fue por todo eso que Fulgrim acabó siendo reconocido líder y dirigente planetario, y como tal pudo fomentar el arte y la cultura chemosianas, importantes aspectos de la vida humana, ahora que no había que sacrificarlos por la necesidad de una mano de obra constante.

La Venida del Emperador[]

Emperador 2

El Emperador de la Humanidad.

No mucho después de este gran triunfo, y a raíz del grito psíquico que ocasionó el nacimiento de Slaanesh, las tormentas de Disformidad que envolvían Chemos se disolvieron y el aislamiento llegó a su fin. Y un tiempo después, desde el perpetuo cielo crepuscular surgió una flota de naves de desembarco Stormbird, fuertemente blindadas, repletas de cicatrices de batalla y portando en su casco el Aquila Imperial, la insignia del Emperador de la Humanidad. Cuando se enteró de la insignia del Águila, antiguos recuerdos de Fulgrim se encontraron. Aunque Chemos no tenía fuerzas militares propiamente dichas, toda la zona de aterrizaje de los Stormbirds fue rodeada por los llamados “Cuidadores”, las fuerzas policiales planetarias de las fábricas-fortaleza. Fulgrim ordenó a estos Cuidadores dar la bienvenida a los extranjeros y los acompañaran para reunirse con él en Callax.

En sus aposentos privados, Fulgrim se reunió con los guerreros de pesadas armaduras procedentes de las estrellas, hombres que representaban una verdadera civilización poseedora toda la cultura y el refinamiento, tanto que Fulgrim ardió en deseos de volver a su planeta natal. De entre todos los Astartes reunidos, dio un paso al frente la brillante figura del Emperador de la Humanidad, y posó su mirada sobre él. Fulgrim no dijo nada y sencillamente se dejó caer de rodillas ante su padre y le ofreció su espada como muestra de su servicio. Fulgrim juró desde ese momento y en adelante servir al Emperador y a las necesidades del Imperio del Hombre con todo su corazón. El Emperador le habló a su hijo de Terra y de la Gran Cruzada que había iniciado para reunir a todos los mundos dispersos de la Humanidad bajo una sola bandera, para que no tuviera lugar la extinción de la Humanidad a manos de las fuerzas hostiles de la galaxia y pudieran reclamar el lugar que le correspondía como la especie inteligente que dominase en la Vía Láctea. No hay registros imperiales que indiquen la fecha exacta de la reunión entre Fulgrim y el Emperador, todo lo que se sabe es que el gran buque insignia de Fulgrim, la Barcaza de Batalla conocida como el Orgullo del Emperador, fue completada por el Adeptus Mechanicus de Marte 160 años estándar antes del inicio de la Herejía de Horus, en algún momento a finales del M30 o principios del M31.

Fulgrim volvió a Terra con el Emperador para reunirse con la III Legión de Marines Espaciales, la cual había sido creada a partir de su propio genoma. Pero Fulgrim descubrió con horror que un accidente había destruido la mayor parte de la semilla genética cultivada a partir de su ADN destinada a implantarse en los Astartes de la III Legión, y que sin su Primarca, el método sustitutivo para la creación de la semilla era algo muy laborioso y excesivamente lento. Fulgrim se dirigió a los escasos 200 Astartes que habían sido creados para la III Legión, su discurso fue tan inspirador para la causa que el mismo Emperador bautizó a la Legión como los Hijos del Emperador en aquel momento, y determinó que solo ellos podrían tallar el Aquila Imperial, el águila bicéfala que era su insignia personal, en los torsos de sus servoarmaduras.

Fulgrim fue consumido rápidamente por la idea de que él y los Hijos del Emperador necesitaban vivir de acuerdo con el extraordinario honor del Emperador les había brindado, y convertirse en brillantes paradigmas de la perfección inherente a la persona del Emperador y a su visión de la cultura y la civilización imperial. La búsqueda de la perfección pronto obsesionó al Primarca y a su Legión, desde las tácticas militares empleadas a la inusual cultura artística de la Legión y la preocupación por una estética y apariencia personal jamás vista en ninguna otra Legión de Astartes.

El Primarca incorporó a sí mismo está búsqueda de la belleza física y la perfección, con un cabello plateado que fluía por su espalda, con sus grandes ojos, su melódica voz que daba la bienvenida a todo aquel que buscara consejo y sus labios carnosos que a menudo torcía en una sonrisa irónica. Fulgrim se aseguró de que su armadura fuese de la mejor calidad que se puede obtener con la tecnología imperial y fue profusamente decorada con los colores oro sobre púrpura que había elegido para su Legión. Sobre esta, por lo general, vestía una amplia gama de mantos de cuello alto con intrincados bordados.

El Fénix y la Gorgona[]

Primarca Ferrus Manus Manos de Hierro Bosquejo Legiones Astartes Gran Cruzada Wikihammer

Ferrus Manus, la Gorgona de Medusa, Primarca de los Manos de Hierro.

La hermandad existente entre Fulgrim, y el Primarca Ferrus Manus, el Fénix y la Gorgona, era bien conocida en el Imperio durante la Gran Cruzada, ya que desde la primera reunión en la que se encontraron, los dos líderes sobrehumanos formaron una conexión y sintonía instantánea. Se conocieron en Terra, a la sombra del monte Narodnya, la mayor fragua de los Urales, donde Ferrus estaba ocupado trabajando duramente con los maestros de la forja que habían servido al clan Terrawatt durante las Guerras de Unificación poco después de llegar de Medusa. Ferrus Manus estaba enseñando sus extraordinarias habilidades y los poderes milagrosos que le otorgaban sus manos de metal líquido a estos cuando Fulgrim, Primarca de la III Legión, los Hijos del Emperador, junto con su Guardia del Fénix, descendió al complejo de la forja.

Pese a no haberse visto con anterioridad, los dos fueron capaces de ver de los lazos comunes entre alquimia y ciencia que habían llevado a la creación del otro. Ambos eran dioses ante los aterrorizados artesanos, los cuales se postraban ante los dos guerreros como si temieran una inminente batalla entre ambos. Ferrus Manus, contaba más tarde la historia a sus Astartes de la X Legión afirmando que Fulgrim había llegado allí declarando que venia a forjar el arma más perfecta jamás creada, y que esta resistiría toda la Gran Cruzada que estaba al llegar. Por supuesto, el Primarca de los Manos de Hierro no podía dejar tamaño alarde sin respuesta, y riéndose en la cara de Fulgrim, declaró que esas manos pastosas nunca podrían igualarse a sus propios apéndices de metal viviente. Fulgrim aceptó el reto, y ambos Primarcas, desnudos de cintura para arriba, trabajaron sin descanso durante semanas, la forja resobaba con el ensordecedor e incesante golpear de martillos, el siseo de metal enfriándose, y las pullas y sanos insultos que se lanzaban los dos semidioses tratando de superarse mutuamente.

Después de tres meses de esfuerzo incesante, ambos guerreros habían terminado. Fulgrim había forjado un exquisito martillo de guerra, el cual se llamaría Rompeforjas, capaz de nivelar una montaña de un solo golpe. Ferrus, por su parte, creo una espada con la hoja de oro llamada Filo de Fuego que estaba permanentemente ardiendo con el calor de la fragua. Ambas armas no tenían comparación con nada de lo que pudieran fabricar unas manos humanas corrientes, y al ver cada uno lo que había creado el otro, declararon los dos que el arma de su oponente era mejor. Fulgrim afirmó que la espada de oro era igual a la que cargaba el legendario héroe Nuada Mano de Plata, mientras que Ferrus había jurado que únicamente los dioses nórdicos del trueno de la leyendas estaban en condiciones de poder soportar un martillo tan magnífico. Y sin necesidad de intercambiar más palabras, ambos Primarcas intercambiaron sus armas, sellando con el arte de sus manos una amistad eterna.

El peso del formidable martillo de guerra Rompeforjas era enorme e insoportable para cualquier humano excepto para un Astartes del Emperador. Su empuñadura era del color del ébano, elaboradamente trabajada con hilos de oro y plata que conformaban un rayo. Y la cabeza estaba esculpida con la forma de una poderosa Águila, la punta del pico formaba la superficie de impacto y sus afiladas alas el peto de corte. Todo aquel que contemplaba el martillo podía sentir el poder que irradiaba desde su interior y se percataba instintivamente que para su forja se había empleado algo más que habilidad. Amor y honor, lealtad y amistad, muerte y venganza… todo ello fue incorporado durante su forja, y pensar que el hermano juramentado del Primarca de la Legión de los Manos de Hierro la había creado, la hacía realmente legendaria.

Según el pensamiento popular, a Ferrus Manus se le conocía comúnmente como “La Gorgona”. Algunos en Terra decían que el nombre hacia referencia a una leyenda anterior a la Era Oscura de la Tecnología. Pensaban que La Gorgona se trataba de una bestia con tal fealdad que era capaz de convertir a los hombres de piedra. Muchos se indignaron ante la falta de respeto que indicaba dicho término para referirse a un Primarca, pero los que le conocían mejor creían que Ferrus disfrutaba bastante de ese nombre, además, en todo caso, no fue ese el origen de su apodo. En realidad, se lo acuñó su hermano Fulgrim después de su primer encuentro. Todo viene de que, a diferencia de él, Ferrus había tenido poco tiempo para disfrutar del arte, la música, u otros pasatiempos culturales de los que él tanto disfrutaba.

Después de su competición en Narodnya, volvieron al Palacio Imperial, donde el Primarca Sanguinius, señor de la IX Legión, los Ángeles Sangrientos, acababa de llegar trayendo consigo regalos para el Emperador. Exquisitas estatuas de brillante piedra de Baal, piedras preciosas de increíble belleza, maravillas hechas con aragonito, ópalo y turmalina… Trajo tantas maravillas inimaginables como para llenar una docena de alas del palacio.

Por supuesto, Fulgrim estaba fascinado al ver que otro de sus hermanos compartía el amor por una belleza tan increíble. Pero Ferrus Manus quedó indiferente ante ellas aludiendo que todo ello era una pérdida de tiempo cuando había una Galaxia por reclamar. Fulgrim se rió y entre carcajadas declaró que Ferrus era un “esperpento terrible”, añadiendo que si los Primarcas no valoraban la belleza, entonces nunca llegarían a apreciar las estrellas que tenían que conquistar para su padre. Tras eso, el apodo hacia él arraigó, y después de eso, siempre fue conocido en ocasiones como “La Gorgona”.

La Gran Cruzada[]

Fulgrim big

Fulgrim y Horus durante el desfile en Ullanor.

Fulgrim se encontraba ansioso por empezar una contribución sustancial a la Gran Cruzada como todos los demás hermanos Primarcas, pero el pequeño tamaño de su Legión hizo que estuvieran en un principio al mando del Primarca Horus luchando junto a sus Lobos Lunares. Fulgrim y Horus pronto adquirieron experiencia durante el periodo de unión, mientras sus Legiones tomaban parte en la conquista y pacificación de la Franja Este del Segmentum Ultima de la Galaxia.

Finalmente y tras el transcurso de varias décadas, las filas de la III Legión se incrementaron con nuevos Astartes que habían sido reclutados de Terra y del planeta natal de Fulgrim, Chemos, donde la III Legión había emplazado su Fortaleza-Monasterio donde antes estaba la fortaleza-factoría de Callax. Cuando se consideró que los Hijos ya habían alcanzado un tamaño adecuado, Fulgrim recibió en mando de la 28ª Flota Expedicionaria de la Gran Cruzada y partió hacia la conquista por su propia cuenta, anexionando docenas de mundos a la causa imperial. Y entre todos ellos, se encontraba el avanzado planeta xenos de Laeran, donde Fulgrim sellaría su destino.

La Caída de Fulgrim[]

La primera caída en desgracia de Fulgrim a ojos del Emperador se produjo en el planeta xenos de Laeran, designado oficialmente como Veintiocho -Tres, el tercer mundo que la 28ª Flota Expedicionaria había sometido. Aunque el Mundo Oceánico de Laer, rico en recursos, podría ser de inconmensurable valor para la Cruzada del Emperador, sus alienígenas habitantes no deseaban compartir la ciega fortuna que les había bendecido, rehusando ver el destino manifiesto que guiaba a la Humanidad a través de las estrellas, dejando perfectamente claro que no sentían por el Imperio nada más que desprecio. El avance de la III Legión fue rechazado por la fuerza, y el honor exigía una respuesta acorde con tal acción. La 28ª Flota Expedicionaria de la Gran Cruzada, asignada a Fulgrim, conquistó Laeran para el Imperio, exterminando a los Laer. Laeran era un mundo acuático cuyos continentes habían sido tragados por las aguas siglos atrás debido al deshielo de sus casquetes polares y sus glaciares. El mundo oceánico era hogar de una especie inteligente conocida como los Laer. Estos, de forma serpentina y origen reptiliano, estaban sumidos en intensivos procesos de ingeniería genética para perfeccionar su especie, creando una multitud de castas diferentes diseñadas genéticamente para servir mejor a funciones concretas dentro de la sociedad de Laer. Al no disponer de áreas de tierra firme, los Laer, cuya tecnología igualaba, e incluso superaba, a la imperial en ciertas áreas, habían desplazado a todos los integrantes de su sociedad a cientos de islas flotantes de coral, sostenidas en el aire mediante el uso de generadores antigravitatorios, que rodeaban un nexo central en la atmósfera del planeta. Lo que Fulgrim y su Legión de los Hijos del Emperador no sabían era que los Laer constituían una civilización completamente corrompida y puesta al servicio del Dios del Caos de los Placeres y el Dolor, Slaanesh. El nexo central en torno del cual todas las demás islas orbitaban era, en realidad, un enorme y masivo templo dedicado al Príncipe del Placer, en cuyo corazón descansaba un poderoso artefacto del Caos, una Espada Demonio bellamente decorada y de un solo filo, que servía como receptáculo para un Gran Demonio del Príncipe del Caos. Los Laer mostraban todos los signos que las generaciones siguientes reconocerían como la corrupción de Slaanesh, incluida la necesidad de recibir constantes estímulos sensoriales extremos, como violentos colores y sonidos constantes, y la recepción del placer causada solo por las sensaciones más extremas, como la propia muerte.

Totalmente ignorantes de los verdaderos peligros a los que, tanto él como su Legión de Astartes se enfrentarían en aquel corrompido mundo, Fulgrim ordenó a sus Hijos del Emperador y a las demás fuerzas de la 28ª Flota Expedicionaria que asaltaran el planeta, conquistándolo para el Emperador en tan solo un mes terrestre, y erradicando de paso a toda la especie de los Laer. El Consejo de Terra había decidido que la subyugación de los Laer costaría demasiadas vidas de súbditos imperiales y requeriría demasiado tiempo. Algunas estimaciones indicaban que el intentar imponer la Obediencia Imperial costaría casi diez años estándar. Incluso hubo algunas voces que abogaron por convertir Laeran en un protectorado del Imperio. El Primarca Fulgrim no podía tolerar toda aquella cháchara, ya que al rechazar la beneficencia del Emperador, los Laer habían sellado su destino de forma definitiva.

Durante la masacre final de la serpentina especie xenos, Fulgrim y sus Astartes descubrieron el gran templo dedicado a Slaanesh que se encontraba en la isla de coral flotante central de Laeran. El Imperio, ignorante hasta aquel momento de la existencia de los Poderes del Caos y seguidor del racionalismo y el ateísmo extremos promulgados por la Verdad Imperial, no advirtió ni el significado ni la importancia de semejante descubrimiento. La expedición liderada por Fulgrim comenzó a verse corrompida de forma involuntaria por la poderosa y maligna influencia del templo. Tras derrotar a los fanáticos defensores Laer del templo, Fulgrim descubrió lo que estos estaban protegiendo con tanta fiereza. En el centro de la cámara central del impío templo había un bloque circular de veteada roca negra, dentro de la cual se encontraba aprisionada una larga espada de plata de filo grácilmente curvilíneo con una amatista sin tallar en la empuñadura. Dicha espada no solo era un poderoso artefacto del culto a Slaanesh, sino que también era el receptáculo físico de un Gran Demonio de Slaanesh.

Cuando Fulgrim reclamó para sí la espada, el demonio que albergaba comenzó a susurrar en su mente y a corromper su alma para ponerla al servicio de Slaanesh. Comenzó a utilizar la Espada Demonio más que su propia arma, la gran espada Filo de Fuego forjada en Terra para él por su compañero Primarca y muy querido hermano, Ferrus Manus. Pensando que los susurros de su mente solo eran su propio subconsciente hablándole, Fulgrim comenzó a prestar atención a lo que las voces le ofrecían. Con el tiempo, descubrió que en realidad eran los susurros del Demonio que habitaba en la espada. Después de una gran cantidad de persuasión por parte de su hermano Horus, corrompido ya por aquel entonces por los Poderes Ruinosos tras haber resultado herido en la luna de Davin, Fulgrim se ofreció al Caos, encontrando a su patrón personal en el Príncipe del Placer, quien ofreció al Primarca una forma de alcanzar la perfección suprema que tanto ansiaba para sí mismo y para sus Astartes, libres de toda restricción moral y dependientes solo de la búsqueda de la auto-obsesión definitiva.

La Persecución del Diasporex[]

Hijos del Emperador Servoarmadura Mark III Hierro Esquema Preherejia Gran Cruzada Wikihammer

Esquema de los Hijos del Emperador antes de la Herejía.

Durante una de las últimas fases de la Gran Cruzada, la Legión de los Manos de Hierro encontró a una civilización errante, basada en naves estelares, que estaba compuesta tanto por humanos como por xenos. Dicha civilización se autodenominaba la Diasporex. Los Manos de Hierro compartieron con ellos la Verdad Imperial del Emperador de la Humanidad, y ofrecieron a los miembros humanos de la Diasporex la oportunidad de separarse de sus aliados alienígenas y unirse al recientemente creado Imperio, pero estos declinaron la oferta de los Astartes. Al ser rechazada la oferta, los Manos de Hierro pasaron a actuar como verdugos y, en los siguientes meses, la flota de los Manos de Hierro intentó aniquilar a la Diasporex, pero estos resultaron ser increíblemente hábiles y tener gran experiencia en el campo de las batallas navales, consiguiendo librarse sin demasiados daños de batallas cruciales, y logrando incluso dañar de gravedad al Crucero de Asalto Ferrum de los Manos de Hierro. Los Hijos del Emperador de la 28ª Flota Expedicionaria fueron requeridos como refuerzos y así una fuerza combinada de asalto compuesta por los Manos de Hierro y las fuerzas de la Legión de los Hijos del Emperador lanzó un ataque a gran escala contra los voluntariosos miembros del Diasporex. A pesar de que el Diasporex sabía que una poderosa flota de naves de guerra les estaba persiguiendo y que querían destruirlos, se negaron a abandonar el sector y mudarse a un lugar más seguro. Las naves de reconocimiento de los Manos de Hierro pronto descubrieron la verdad: la Diasporex empleaba, para obtener combustible y energía para sus naves, sistemas de colectores solares ocultos en las cercanías de una estrella. Ese era el motivo por el que la Diasporex se mantenía en el sector. Al atacar dichas estaciones vitales de energía, las dos Flotas Expedicionarias imperiales hicieron que la Diasporex se trabara en un combate abierto en el que la alianza de humanos y alienígenas intentó evitar su total aniquilación a manos del Imperio.

Durante la masiva batalla naval que se produjo, la cañonera personal de Fulgrim, la Pájaro de Fuego, se encontró sometida a un fuerte ataque y pronto se encontró en problemas. Corriendo para ayudar a su hermano, la nave insignia de Ferrus Manus, la Barcaza de Batalla Puño de Hierro, apareció para rescatar a su asediado hermano. Para restañar su orgullo herido, Fulgrim encabezó una breve pero sangrienta acción de abordaje en la que las fuerzas de los Hijos del Emperador masacraron a las tropas de la Diasporex. La victoria definitiva, sin embargo, le fue arrebatada de entre los dedos cuando el puente de mando de la nave enemiga fue tomado por uno de sus comandantes subordinados, Solomon Demeter. Durante varios meses después de aquello, Fulgrim estuvo resentido por las acciones de la Gorgona, incapaz de entender verdaderamente el altruismo de la hazaña de Ferrus y la pérdida de vidas que su egoísta acto había causado a su Legión. Bajo la maligna influencia de la demoníaca espada de los Laer, que ahora llevaba consigo en toda ocasión, Fulgrim solo podía percibir auto-engrandecimiento en las acciones de su hermano en lugar de la hazaña heroica que fue en realidad. Los críticos comentarios de Ferrus, que según el punto de vista de Fulgrim no eran sino dolorosos dardos dirigidos a ridiculizarlo y minar su confianza, no eran sino bromas hechas para acabar con el egoísmo y el narcisismo de Fulgrim y restaurar su humildad. Lo que Fulgrim percibió como fanfarronadas llenas de soberbia y acciones precipitadas por parte de Ferrus habían sido auténticas hazañas de coraje que, desgraciadamente, rechazó a medida que la influencia del Caos iba minando y reclamando el alma del Fénix.

La Herejía de Horus[]

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Fulgrim durante la Herejía de Horus.

Ciertos miembros de la Inquisición, que han estudiado los fragmentados registros imperiales de dicha época, creen hoy día que la espada demonio de Laeran comenzó a ejercer una poderosa influencia caótica sobre Fulgrim, y las fuerzas de los Hijos del Emperador que fueron desplegados contra los Laer también resultaron corrompidos por su exposición a la corrupción concentrada del Caos de la serpentina especie, juramentada al completo al servicio de Slaanesh. Incluso mientras luchaba contra su propia mancha del Caos, el Primarca de los Hijos del Emperador se vio envuelto en el centro de los eventos que precipitarían la Herejía de Horus.

Fulgrim se encontró con el afamado Vidente Eldar Eldrad Ulthran, del Mundo Astronave Ulthwe, en el Mundo Virgen de Tarsus, en donde el Vidente intentó prevenir a Fulgrim de que Horus había sido herido por el arma reliquia del Caos conocida como el Anatham Kinebrach a manos de Eugan Temba, el Gobernador Planetario de Davin, quien había caído bajo la influencia del Señor de las Plagas, Nurgle. Dicha herida había permitido a los Dioses del Caos el conseguir ganar la negociación por el alma del Señor de la Guerra, quien ya se estaba poniendo a su servicio mientras se recuperaba de la herida. Fulgrim reaccionó con una violenta ira ante las acusaciones del Vidente, debido a la cercana amistad que sentía por su hermano Horus, ya que la fuerza de dicho lazo con el Señor de la Guerra solo palidecía ante la fuerza del vínculo que Fulgrim compartía con Ferrus Manus, el Primarca de la X Legión. Dicho arranque de ira se vio incrementado por la influencia de la Espada Demonio de Fulgrim, que quería que el Primarca rechazara las verdades vertidas por el Vidente Eldar, lo que hizo que Fulgrim atacara de forma inesperada y no provocada a Eldrad y su séquito con la Espada Demonio, ataque al que se unieron los Capitanes de los Hijos del Emperador y sus protectores y guardaespaldas personales, la Guardia del Fénix. En la batalla subsiguiente, los Hijos del Emperador acabaron tanto con la vida del reverenciado Señor Espectral Eldar Khiraen Yelmo de Oro como con un poderoso Avatar de Khaine, lo que forzó al Vidente y a las demás tropas Eldar a retirarse apesadumbrados, ya que se dieron cuenta de que el Caos ya había logrado reclamar a otro de los Primarcas de los Mon-Keigh, aunque tuvieron éxito en acabar, antes de partir, con todos los miembros del cuerpo de élite de protectores de Fulgrim, la Guardia del Fénix. Creyendo que los Eldar habían demostrado ser una raza traicionera que buscaba dividir y conquistar el Imperio al extender tales mentiras acerca de sus líderes, Fulgrim, de nuevo bajo la influencia de la Espada Demonio, ordenó la destrucción por parte de la 28ª Flota Expedicionaria de muchos otros hermosos Mundos Vírgenes Eldar empleando horrendas armas víricas.

Aunque no consta en los registros imperiales el momento exacto de su reunión, se sabe que Fulgrim pronto se encontró con Horus en persona después de que los Eldar le hubieran advertido acerca de la afiliación del Señor de la Guerra con el Caos, por lo que Fulgrim le exigió un informe en persona de sus acciones. En lugar de ello, Horus, empleando hasta el último gramo de su inmenso carisma, fue capaz de atraer a Fulgrim hacia su causa y hacia el servicio de los Poderes Ruinosos. El respeto de Fulgrim hacia Horus permitió que el Caos encontrara un camino hacia el corazón de Fulgrim, destruyendo su antigua lealtad a toda prueba hacia el Emperador, reemplazándolo con el ardiente deseo de destruir al hombre al que ahora creía responsable de alejar a la Humanidad de la perfección que tanto ansiaba Fulgrim y que, según Horus, solo los Dioses del caos podían proporcionarle de verdad. Fulgrim llegó a creer que solo cuando la Humanidad hubiera aceptado al Caos en su corazón podría conocer la auténtica perfección, y que el Emperador y su falsa Verdad Imperial eran un obstáculo directo en la senda que tanto él como la humanidad seguían para alcanzar tal perfección. Como muestra del respeto y la confianza que Horus ponía en su hermano, le entregó la poderosa arma caótica conocida como el Anatham Kinebrach. Solo ambos hermanos conocían el secreto del verdadero poder de la hoja envenenada, ya que era el arma bendecida por el Dios de las Enfermedades, Nurgle, que casi había acabado con la vida de Horus en la salvaje luna de Davin.

Posteriormente, Fulgrim recibió órdenes de Horus de reunirse con Ferrus Manus, el Primarca de la Legión de los Manos de Hierro y el mejor amigo que tenía Fulgrim entre sus hermanos Primarcas, a bordo de su nave insignia, la Barcaza de Batalla Puño de Hierro, con la esperanza de atraerlo a la causa de Horus y de las demás Legiones Traidoras que ahora servían al Caos. Fulgrim envió al grueso de su Legión y de la 28ª Flota Expedicionaria para reunirse con Horus y la 63ª Flota Expedicionaria en el Sistema Istvaan, mientras que él y una pequeña fuerza, apoyados por la 52ª Flota Expedicionaria de los Manos de Hierro, recuperarían el planeta Callinedes IV, en manos de los Orkos. Grandes y poderosos lazos de amistad y hermandad habían existido siempre entre ellos, y Fulgrim se imaginó que podría convencer a Ferrus de la virtud y de la rectitud de la causa de Horus. Fulgrim descubrió que se equivocaba espantosamente, ya que la reunión entre ambos Primarcas llevada a cabo en las cámaras privadas de Ferrus dentro del Anvilarium de su nave insignia no salió bien. Ferrus estaba furioso y avergonzado de que sus propios hermanos fueran capaces de volverse contra su padre, el Emperador. La reunión acabó violentamente cuando la Gorgona demostró al Fénix sus diferencias de opinión acerca de su continua lealtad al Emperador con sus armas, determinado a detener la traición de Fulgrim al Imperio antes de que empezara. Ferrus empleó sus plateadas manos de metal viviente para destruir la espada de energía de Fulgrim, Filo de Fuego, pero la explosión resultante le dejó fuera de combate.

Fulgrim intentó matar a su hermano con su propia arma, el martillo Rompeforjas, pero no fue capaz de matar a su más antiguo amigo a pesar de la insistencia del Demonio de Slaanesh que ahora ahogaba al alma del Primarca. Cuando Fulgrim salió del santuario de Ferrus, dio una señal a su Guardia del Fénix, quienes inmediatamente decapitaron a todos los Exterminadores Morlocks de los Manos de Hierro, los cuales actuaban como guardia personal de Ferrus Manus con sus alabardas de energía. Los Hijos del Emperador, además, casi acabaron con la vida del Primer Capitán de los Manos de Hierro, Gabriel Santar. Fulgrim consiguió escapar con éxito de la flota expedicionaria de los Manos de Hierro a bordo de su nave personal de asalto, la Pájaro de Fuego, al ordenar a su nave insignia, la Barcaza de Batalla Orgullo del Emperador y a sus Naves de Escolta, abrir fuego sobre las naves de la 52ª Flota Expedicionaria. El ataque por sorpresa los dejó inutilizados, creando la distracción que permitió que Fulgrim y las fuerzas de la III Legión huyeran hacia la Disformidad para encontrarse con el resto de la 28ª Flota Expedicionaria en el Sistema Istvaan.

Con su lealtad ahora resuelta y determinado su camino hacia adelante, la caótica corrupción de los Hijos del Emperador pronto comenzó a extenderse por toda la III Legión, desde Fulgrim hacia sus principales lugartenientes, el Lord Comandantes de la Legión Eidolon, y después hasta sus Capitanes de Compañía, sus Sargentos de Escuadra y finalmente a todos, excepto una pequeña minoría que en vez de seguir los designios de Slaanesh, siguieron siendo leales al Emperador. La loable búsqueda de la excelencia y la perfección por parte de la III Legión se había corrompido en el deseo de lograr un perfecto y constante hedonismo, y constantes y absorbentes excesos sensuales.

Istvaan III[]

Primarca Fulgrim Wikihammer 40k

Antes de que Horus declarara abiertamente su rebelión para deponer al Emperador, apareció una oportunidad que le permitiría librarse de los elementos Leales existentes en las filas de las Legiones Astartes bajo su mando. El Gobernador Planetario imperial del planeta Istvaan III, Vardus Praal, había sido corrompido por el Dios del Caos Slaanesh, cuyos cultistas habían llevado a cabo sus impíos rituales en el planeta desde antes de que fuera conquistado por el Imperio. Praal había declarado su independencia respecto del Imperio, y había empezado a practicar hechicería prohibida del culto a Slaanesh, por lo que el Consejo de Terra asignó a Horus la tarea de retomar el planeta, principalmente la capital, Ciudad Coral. Esta orden sencillamente aceleró los planes de Horus para deponer al Emperador. Aunque las cuatro Legiones que habían sido puestas bajo su mando—los Hijos de Horus, los Devoradores de Mundos, la Guardia de la Muerte y los Hijos del Emperador—ya se habían unido al bando de los Traidores y habían jurado lealtad al Caos, aproximadamente un tercio de las fuerzas de dichas Legiones estaban compuestas por Marines Espaciales leales al Imperio. Muchos de dichos guerreros eran Marines Espaciales nacidos y entrenados en Terra que habían sido reclutados directamente para las Legiones Astartes por el Emperador en persona antes de que se reencontrara con los Primarcas durante la Gran Cruzada.

Horus, simulando querer sofocar la rebelión del planeta Istvaan III contra la Obediencia Imperial, reunió a sus tropas en el Sistema Istvaan. El Señor de la Guerra tenía un plan con el que destruiría a todos los miembros Leales al Imperio que quedaban en las Legiones a sus órdenes. Tras un largo bombardeo contra Istvaan III, Horus envió a la superficie a todos los Astartes Leales, con la excusa de devolver al planeta al redil imperial. En el momento de la victoria y la captura de Ciudad Coral, la capital planetaria de Istvaan III, dichos Astartes fueron traicionados cuando una oleada de bombas víricas, cargadas con ojivas repletas de Virus Devorador de Vida cayeron sobre el planeta, lanzadas por la flota en órbita del Señor de la Guerra. Sin embargo, el Capitán Leal Saul Tarvitz, de los Hijos del Emperador, que se encontraba a bordo del Crucero de Asalto Andronius, descubrió el complot para eliminar a los Astartes Leales de las Legiones Traidoras. Fue capaz, con la ayuda del Capitán de Batalla Nathaniel Garro, de la Guardia de la Muerte, al mando de la Fragata de la Guardia de la Muerte Eisenstein, de llegar a la superficie de Istvaan III a pesar de las fuerzas que le perseguían, y consiguió advertir del inminente exterminio a los Marines Espaciales Leales de las cuatro Legiones. Todos aquellos que prestaron atención y extendieron la advertencia de Tarvitz consiguieron refugiarse antes de que cayeran las bombas víricas.

La población civil de Istvaan III no tuvo tanta suerte: casi doce billones de personas murieron de forma simultánea cuando el virus necrotizador que portaban las bombas, y que recibía el nombre de Devorador de Vida, infectó a todos y cada uno de los seres vivos del planeta. El impacto psíquico de tantas muertes simultáneas se propagó aullando por la Disformidad, ocultando brevemente hasta la brillante señal del Astronomicón. El Primarca de los Devoradores de Mundos, Angron, que se dio cuenta de que las bombas víricas no habían resultado totalmente eficaces a la hora de erradicar a los Leales, montó en cólera y se lanzó hacia el planeta a la cabeza de 50 Compañías de Marines Traidores de los Devoradores de Mundos. Sin emplear ninguna clase de táctica o estrategia, los Traidores de los Devoradores de Mundos se sumergieron en un frenesí de carnicería enloquecida alimentado por su creciente relación con el Dios de la Sangre, Khorne. Horus estaba furioso con Angron al retrasar sus planes, pero decidió convertir el retraso en una victoria y se obligó a reforzar a Angron con tropas procedentes de los Hijos de Horus, la Guardia de la Muerte y los Hijos del Emperador.

Afortunadamente, un contingente de Marines Leales liderados por el capitán de Batalla Garro logró escapar de Istvaan III a bordo de la dañada Fragata imperial Eisenstein, huyendo hasta Terra para alertar al Emperador de la traición de Horus. En Istvaan III, los restantes Leales, bajo las órdenes de los Capitanes Tarvitz, Garviel Loken y Tarik Torgaddon, miembros Leales de los Hijos de Horus, se enfrentaron con valor contra sus propios hermanos traidores. Sin embargo, a pesar de conseguir algunas victorias tempranas que lograron frenar los planes de Horus durante tres meses mientras se desarrollaba la batalla de Istvaan III, la causa estaba definitivamente perdida debido a la falta de apoyo aéreo y de la ausencia de la potencia de fuego otorgada por los Titanes. Durante la batalla, los Capitanes de los Hijos de Horus Ezekyle Abaddon y Horus Aximand fueron enviados para enfrentarse con sus antiguos hermanos de Mournival, Loken y Torgaddon. Horus Aximand decapitó a Torgaddon, pero Abaddon no consiguió matar a Loken debido a que el edificio en el que se encontraban se colapsó. Loken consiguió, de algún modo, sobrevivir, y presenció el último bombardeo orbital sobre Istvaan III, que aniquiló a los bravos y desesperados defensores Leales.

Los pocos miembros Leales de la Legión de los Hijos del Emperador lucharon con bravura en Istvaan III, dirigidos por el Capitanes Saul Tarvitz y Solomon Demeter. Para probar su valía y lealtad al Lord Comandante Eidolon de los Hijos del Emperador, y por extensión a su Primarca Fulgrim, el Capitán Lucius de la 13ª Compañía de los Hijos del Emperador, el futuro Campeón de Slaanesh conocido como Lucius el Sempiterno, traicionó a los Leales que habían luchado a su lado, a pesar de su previa amistad con Saul Tarvitz. Buscaba castigar a Tarvitz por tomar el mando de las defensas, lo que había incitado los feroces celos de Lucius hacia su compañero Capitán. Lucius asesinó personalmente a muchos de sus antiguos camaradas, una acción por la que volvió a ser aceptado en las filas de los Traidores de la III Legión. Al final, los Marines Leales, apenas un centenar, se retiraron a su último bastión de defensa. Finalmente, ya cansado de combatir, Horus ordenó a sus hombres que se retiraran, tras lo que hizo que los restos de Ciudad Coral fueran bombardeados desde la órbita una última vez hasta quedar reducidos a polvo y cenizas.

Señores del Placer[]

Ferrus Manus Fulgrim

Fulgrim lucha con Ferrus Manus

Durante los últimos días de la Gran Cruzada, justo antes del estallido de la Herejía de Horus, la famosa compositora Bequa Kynska de Terra acompañó como Rememoradora a la 28ª Flota Expedicionaria de los Hijos del Emperador a bordo de la Barcaza de Batalla de Fulgrim, la Orgullo del Emperador. Kynska era una hastiada compositora que estaba siempre a la búsqueda de mayores sensaciones para crear composiciones más estimulantes y de mayor expansión y aceptación, lo que la convirtió en presa fácil para la corrupción de Slaanesh. Mientras Kynska acompañaba a varios Rememoradores de la 28ª Flota Expedicionaria a los templos dedicados a Slaanesh del mundo xenos de Laeran, fue tocada y mancillada por la corrupción caótica de tan infecto lugar, lo que la empujó poco a poco a crear la obra musical definitiva, que creía que lograría capturar y sacar partido de los maravillosos sonidos que había oído en el templo de los Laer. Su obra maestra definitiva fue una sinfonía, a la que llamó La Maraviglia, y que interpretó ante Fulgrim y todos los Astartes de los Hijos del Emperador y el personal de apoyo en el salón social y teatro de los Rememoradores, llamado La Fenice, que se encontraba a bordo del Orgullo del Emperador. Para recrear los sonidos que había escuchado, Kynska creó nuevos instrumentos musicales, cuyos poderes sónicos podían ser utilizados también para la destrucción si eran empleados por un individuo ya corrompido por Slaanesh. Al comenzar La Maraviglia, la cacofonía de sonido creada por dichos instrumentos actuó como un ritual arcano que abrió un portal entre el Espacio Real y la Disformidad, permitiendo al poder de Slaanesh tocar directamente a la audiencia. Durante la actuación se descubrió que los instrumentos musicales eran capaces de causar efectos variables, que podían causar desorientación, estimulación, o muerte.

Se desencadenaron rampantes y furiosas mutaciones entre los miembros de la audiencia, tanto los Astartes como los humanos mortales quedaron tan saturados y superados por las sensaciones y las incontrolables emociones provocadas que se desencadenó una orgía que aunaba de forma simultánea el más sensual hedonismo con las formas más innobles y viles de asesinato y violencia. Finalmente, la música acabó convocando a cinco Demonios Menores de Slaanesh, conocidas como Diablillas, que tomaron posesión de los cuerpos de Kynska y de varios de los miembros del coro, tras lo que se unieron a la carnicería. Durante esta parte del concierto, varios Astartes de los Hijos del Emperador saltaron de sus asientos y se hicieron con los instrumentos, en un intento de mantener sonando la música del Caos. Durante el transcurso de sus torpes intentos de manejar los instrumentos descubrieron que podían lanzar devastadoras descargas de energía sónica infundida con el poder del Caos. Dichos Astartes se convertirían más tarde en los primeros Marines Ruidosos, que acabarían llevando al campo de batalla de Istvaan V el nuevo y extraño armamento, y que serían reunidos en una nueva unidad de la III Legión, la Kakophoni, bajo el mando del Primer Capitán Julius Kaesoron. Fue durante la actuación en La Fenice cuando los Hijos del Emperador se rindieron finalmente, en cuerpo y alma, al Príncipe del Placer como sus más devotos servidores.

La Masacre del Desembarco[]

Fulgrim by slaine69

Fulgrim durante la Batalla de Istvaan V.

Cuando las Legiones Leales de los Salamandras, la Guardia del Cuervo y los Manos de Hierro llegaron al Sistema Istvaan para enfrentarse a Horus y a las Legiones Traidoras en Istvaan V, los Hijos del Emperador se sumaron ansiosamente a la batalla. Miles de Cápsulas de Descenso y Stormbirds fueron desplegadas para la misión de desembarco. La primera oleada estaba bajo el mando directo del Primarca Ferrus Manus, quien además de su propia X Legión, disponía también bajo su control a las fuerzas de los Salamandras dirigidos por Vulkan y a la Guardia del Cuervo bajo las órdenes del Primarca Corax. La Legión de Vulkan asaltó el flanco izquierdo de la línea de batalla de los Traidores, mientras que Ferrus Manus, el Primer Capitán Gabriel Santar de los Manos de Hierro y 10 Compañías completas de Exterminadores Morlock de élite cargaron directamente contra el centro de las líneas enemigas. Entretanto, la Legión de Corax golpeó el flanco derecho de las posiciones enemigas. Las apuestas estaban equilibradas: 30000 Marines Traidores contra 40000 Marines Leales. Horus estaba al tanto de la localización del punto de descenso escogido por las fuerzas Leales, y sus tropas se abalanzaron sobre las Legiones Leales.

El campo de batalla de Isstvan V se convirtió en un matadero de proporciones épicas. Los guerreros traidores retorcidos por el odio se enfrentaban a sus antiguos hermanos de armas en un conflicto sin parangón en su amargura. Los poderosos Titanes del Dios Máquina caminaban sobre la superficie del planeta con la muerte en su estela. La sangre de héroes y traidores fluyó en ríos, y los encapuchados Adeptos del Mechanicum Oscuro desencadenaron antiguas perversiones tecnológicas robadas de la Tecnocracia Auretiana para provocar un caos sangriento entre las fuerzas Leales. Por toda la Depresión de Urgall cientos de hombres morían a cada segundo, y la promesa de una muerte inminente se cernía como un oscuro sudario sobre cada guerrero. Las fuerzas Traidoras consiguieron resistir, pero su línea se retorció y dobló bajo el embate y la furia del primer asalto de las fuerzas Leales. Bastaría el más leve giro del destino para que todo se precipitara.

La segunda oleada de Legiones de Marines Espaciales "Leales" descendió en la zona de desembarco del borde norte de la Depresión de Urgall. Cientos de Stormbirds y Thunderhawks bajaron rugiendo hacia la superficie, con sus brillantes cascos blindados anunciando la llegada de otras cuatro Legiones Astartes a Isstvan V. Sin embargo, las Legiones de Marines Espaciales de la reserva no eran ya leales al Emperador, puesto que para aquel entonces ya que se habían unido en secreto al Caos y a la causa de Horus. Los Amos de la Noche de Konrad Curze, los Guerreros de Hierro de Perturabo, los Portadores de la Palabra de Lorgar, y la Legión Alfa de Alpharius constituían una fuerza de combate mucho mayor que la que había iniciado el asalto sobre Isstvan V. Las secretas Legiones Traidoras se reunieron en la zona de descenso, armadas y listas para combatir, frescas y sin el más mínimo rasguño.

Aunque los Manos de Hierro, la Guardia del Cuervo y los Salamandras habían conseguido llevar a cabo un desembarco de combate completo y habían logrado asegurar el punto de descenso, conocido como la Depresión de Urgall, no lo habían hecho sin sufrir grandes pérdidas. Inundado por la furia, el testarudo Ferrus Manus ignoró el consejo de sus hermanos Corax y Vulkan y se lanzó en persona contra las fuerzas rebeldes puestos en fuga, buscando a Fulgrim para trabarse con él en combate personal. Le siguieron sus veteranas tropas, lo que representaba la mayoría de los Exterminadores y los Dreadnoughts de la X Legión. Lo que comenzó como un asalto en masa contra las posiciones de los Traidores se convirtió rápidamente en uno de los mayores enfrentamientos de toda la Gran Cruzada. Más de 60000 Astartes chocaron en las oscuras llanuras de Isstvan V. Dicha batalla entraría pronto en los anales de la historia imperial como uno de los enfrentamientos más épicos jamás producidos, por todo tipo de razones equivocadas.

Fulgrim sonrió mientras su hermano Ferrus Manus renovaba su asalto contra las líneas defensivas de los Traidores de las cimas de la Depresión de Urgall. Silueteado por los llameantes destellos del combate, su hermano representaba una magnífica imagen vengadora, con sus plateadas manos y sus furiosos ojos reflejando los fuegos de la aniquilación con un resplandor brillante. Durante un brevísimo segundo, Fulgrim había estado seguro de que Ferrus se detendría para reunirse con la Guardia del Cuervo y los Salamandras, pero no parecía haber freno para el agraviado sentido del honor de su hermano. En torno al Fénix, los últimos miembros de su guardia de honor aguardaban a la roma cuña de los Manos de Hierro, con sus doradas alabardas en ristre y apuntadas hacia sus enemigos. Ferrus Manus y sus Morlocks cargaron a través de las destrozadas ruinas de los parapetos defensivos, con sus negras armaduras y sus placas bruñidas llenas de cicatrices y manchadas con la sangre de sus enemigos. La sonrisa fija de Fulgrim se desvaneció al darse cuenta de la profundidad del odio que su hermano sentía por él, y se preguntó de nuevo qué habría pasado para hacerle llegar a semejante estado, sabiendo que toda posibilidad para la hermandad se había perdido. Solo en la muerte podría darse por finalizada su rivalidad.

Los Manos de Hierro presionaron a través de las defensas, con sus masivos Exterminadores totalmente imparables en su incansable avance. Saltaban chispas y relámpagos de las garras de sus guanteletes y sus ojos rojos brillaban llenos de furia. La Guardia del Fénix se afianzó para resistir contra la carga, totalmente conscientes de la potencia de las poderosas armaduras. La guardia del Fénix respondió con un terrible grito de guerra, abalanzándose justo después contra los Morlocks y trabándose en un abrasador choque de armas. Las llamaradas eléctricas saltaban desde los filos de las doradas alabardas y de las Garras Relámpago de los guerreros, y una tormenta de luz y sonido estalló desde cada uno de los enfrentamientos a vida o muerte. La batalla engulló al Primarca de los Hijos del Emperador, pero consiguió resistir mientras aguardaba al oscuro gigante que avanzaba a zancadas, sin un rasguño, a través de la carnicería iluminada por los relámpagos, mientras los hermanos se destrozaban unos a otros por odio. Ferrus había soñado durante mucho tiempo con aquel momento de juicio, desde que Fulgrim acudió a su lado con una oferta de traición en su corazón. Solo uno de ellos saldría vivo del enfrentamiento final.

El combate final[]

Duelo Ferrus Manus Fulgrim Istvaan V Forge World

Fulgrim se enfrenta a Ferrus Manus en la Depresión de Urgall

Ferrus provocó a Fulgrim por su traición hacia el Emperador y por aliarse con Horus, el Traidor. Pensaba que su hermano había enloquecido, ya que el Señor de la Guerra había sido derrotado, sus fuerzas habían sido rechazadas y pronto el poder de otras cuatro Legiones sería empleado para aplastar definitivamente su intento de rebelión. Incapaz de contenerse por más tiempo, Fulgrim negó con la cabeza, saboreando el acto final de traición que se avecinaba, y reveló que el necio había sido Ferrus. Horus nunca habría sido tan estúpido como para caer en una trampa tan burda. Señaló hacia el borde norte de la Depresión de Urgall y mostró a Ferrus que serían él y sus aliados de las fuerzas Leales los que iba a ser destruidos. Ferrus miró y vio una fuerza mayor que la que había iniciado el asalto durante la primera oleada de ataques, reunida en la zona de aterrizaje, armada y lista para el combate.

Arrastrando a sus heridos y a sus muertos tras ellos, Corax y Vulkan dirigieron a sus fuerzas hacia el área de desembarco para reagruparse y permitir a la segunda oleada de guerreros de sus recientemente llegados hermanos Primarcas el ganarse la gloria de derrotar a Horus. Aunque enviaron mensajes de voz solicitando asistencia médica y suministros, las líneas de Astartes situadas sobre los cerros del norte se mantuvieron lúgubremente en silencio mientras los agotados guerreros de la Guardia del Cuervo y los Salamandras se acercaban a unos cien metros de sus supuestos aliados. Fue entonces cuando Horus reveló su perfidia y puso en marcha su letal trampa. Desde el interior de la negra fortaleza en donde Horus había establecido su refugio salió disparada hacia los cielos una única bengala, que detonó en un infernal tono escarlata que iluminó el campo de batalla. Los fuegos de la traición rugieron dese los cañones de un millar de armas, cuando la segunda ola de Astartes reveló con quien estaban ahora sus lealtades. Ferrus miró en aturdido horror, mientras Fulgrim reía al ver la expresión en la cara de su hermano, como sus "aliados" abrían fuego sobre los Salamandras y la Guardia del Cuervo, matando a cientos de ellos en los furiosos primeros momentos, y a cientos más en los segundos siguientes mientras las ininterrumpidas ráfagas de bólter y misiles arrasaban sus confiadas filas.

Incluso mientras la horrenda carnicería se precipitaba sobre las fuerzas Leales, las tropas en retirada del Señor de la Guerra se dieron la vuelta y apuntaron a los soldados enemigos que les perseguían. Cientos de Devoradores de Mundos, Hijos de Horus y miembros de la Guardia de la Muerte se abalanzaron contra las Compañías de veteranos de los Manos de Hierro, y aunque los guerreros de la X Legión continuaron luchando con gallardía y valor, pronto quedaron en inferioridad numérica, siendo destrozados y reducidos a la nada poco después. Ferrus Manus se volvió hacia Fulgrim, con sus dientes apretados con la volcánica furia de su mundo. Los dos Primarcas se lanzaron el uno contra el otro, Ferrus blandiendo a Hoja de Fuego y Fulgrim manejando a Rompeforjas. Sus armas habían sido forjadas en hermandad, pero ahora eran blandidas por venganza, chocando en medio de una ardiente descarga de energía. Los dos Primarcas intercambiaron golpes con sus monstruosamente poderosas armas. Ferrus Manus asestaba feroces tajos con su llameante espada, pero cada uno de los golpes se veía detenido por el martillo de empuñadura de ébano que había empleado en incontables campañas. Ambos guerreros lucharon con un odio que solo podían sentir unos hermanos separados, y sus armaduras quedaron melladas, rotas y ennegrecidas por la furia del combate.

Ambos Primarcas intercambiaron terribles golpes, hiriéndose profundamente el uno al otro durante el feroz enfrentamiento. Mientras Ferrus se ponía en pie y se tambaleaba hacia el herido Fulgrim, gritó cuando lanzó su llameante espada contra el cuello de su hermano. Sin embargo, Fulgrim la desvió desenvainando la demoníaca espada de un solo filo que había obtenido en el templo Laer. Con el poder del Caos fluyendo desde el arma, una diabólica fuerza inundó los brazos de Fulgrim mientras se oponía al poder de Ferrus Manus, sintiendo la sorpresa sentida por su hermano ante su resistencia. Fulgrim consiguió ponerse en pie y contraatacó. Su plateada espada perforó profundamente la placa pectoral de la coraza de Ferrus, y el Primarca de los Manos de Hierro gritó de dolor, cayendo de nuevo de rodillas. Hoja de Fuego cayó de su mano mientras boqueaba en feroz y dolorosa agonía. Cuando Fulgrim alzó la plateada espada preparándose para liberar el golpe mortal que acabaría con la vida de su hermano, descubrió que no tenía la fortaleza de espíritu para aniquilar a su enemigo. Durante un segundo logró atisbar en qué se había convertido, y la monstruosa traición en la que se había permitido participar. Supo en aquel eterno segundo que había cometido un horrendo error al llevarse la espada del Templo de los Laer, y luchó por soltar la espada maldita que le había hecho caer tan bajo.

Su mano se cerró sobre la empuñadura del arma. Aunque podía ver lo bajo que había caído, supo también que había llegado demasiado lejos como para detenerse. Dicho descubrimiento estaba teñido por saber que todo por lo que había luchado había sido en vano, y una mentira. Como si de repente todo se moviera a cámara lenta, Fulgrim vio como Ferrus Manus extendía su mano intentando coger su espada caída, con sus dedos cerrándose en torno a la empuñadura recubierta, con las llamas inflamando de nuevo la hoja al ser tocada por su creador. La espada de Fulgrim pareció moverse por propia voluntad para enfrentarse a la nueva amenaza. Fulgrim intentó desesperadamente detener el golpe que estaba lanzando, pero sus músculos no respondieron a su voluntad. La hoja demoníaca cortó la carne y el hueso genéticamente mejorados de uno de los hijos del Emperador. El Primarca de los Manos de Hierro cayó al suelo, decapitado. Ferrus Manus había sido asesinado por la mano de su propio hermano.

Aunque Fulgrim había sido el vencedor, descubrió mientras miraba hacia el destrozado cuerpo postrado de su hermano que todo lo que había hecho hasta entonces no había sido sino una gran mentira. Fulgrim, como si hubiera despertado después de un largo sueño, quedó aturdido por la muerte de Ferrus, lo que le hizo preguntarse y pensar sobre todo lo ocurrido desde el momento de la expedición a Laeran, quedando horrorizado por lo que había hecho y por las muchas traiciones que habían hecho que los hermanos Astartes se mataran unos a otros. Lleno de pena y dolor, sucumbió en un momento de debilidad y, neciamente, aceptó la susurrada sugerencia del demonio de que encontraría la paz al sumirse en el olvido. Fue entonces cuando el Gran Demonio quedó libre de la prisión de la espada y tomo posesión por completo del cuerpo de Fulgrim, reclamándolo para sí y atrapando la consciencia del verdadero Fulgrim en una prisión psíquica creada dentro de su propia mente, pero simbólicamente representada por un retrato del Primarca que se alzaba en el lugar de honor de La Fenice, el teatro ubicado en la nave insignia de la III Legión, la Orgullo del Emperador.

Fulgrim y el Señor de la Guerra[]

Tras la victoria de las fuerzas Traidoras en Istvaan V, Fulgrim solicitó una audiencia privada con el Señor de la Guerra. Horus quedó complacido con el espeluznante trofeo que le entregó su hermano, la cabeza cercenada de Ferrus Manus, como había prometido. Regodeándose en la gran hazaña, Horus quiso compartir su triunfo con sus compañeros capitanes, pero el Primarca de los Hijos del Emperador le informó de que Fulgrim no poseía la fortaleza para cumplir con el juramento hecho a su hermano, así que tuvo que hacerlo por él. El Señor de la Guerra se dio cuenta entonces que la criatura que se alzaba ante él no era su hermano Fulgrim, sino alguna clase de replicante o duplicado. Horus amenazó con herir al falso Fulgrim, informando a la criatura que podría quebrarlo como a una ramita. El falso Fulgrim no pretendía ponerse a prueba en un fútil e inútil juicio de combate. Horus miró hacia la cadera de su hermano y se relajó al ver que la cosa que había tomado el aspecto de Fulgrim había acudido ante él desarmado. Cualquiera que fuese el motivo por el que se había revelado, no parecía tener que ver con clase alguna de violencia. Había venido, simplemente, a jurar lealtad a la causa de Horus. Fue entonces cuando informó a Horus de su auténtica naturaleza.

Era una criatura de la Disformidad, un humilde servidor del gran poder que era el Príncipe Oscuro, Slaanesh. El Gran Demonio explicó al horrorizado Horus que había reclamado para sí mismo la cáscara mortal de Fulgrim, ya que la consideraba bastante placentera de usar. Horus preguntó acerca del destino de su hermano. El demonio que ahora habitaba en el cuerpo de Fulgrim explicó a Horus que Fulgrim se encontraba a salvo, protegido dentro del cuerpo que ahora ocupaba el Gran Demonio, consciente de todo lo que ocurría a su alrededor pero incapaz de intervenir. Sus gritos de angustia eran un gran deleite para la maligna criatura.

Horus quedó horrorizado por el giro de los acontecimientos, y no dijo nada en respuesta a las revelaciones del demonio. El demonio-Fulgrim había jurado lealtad a su causa, y era una entidad de la Disformidad claramente poderosa. Horus pensó que sería mejor el mantener como a un aliado a la criatura, ya que no podría continuar con sus planes sin la ayuda de la III Legión. Sin embargo, decidió destruir al demonio y rescatar a Fulgrim de su tormento cuando llegara el momento, ya que nadie merecía sufrir tal destino. Sin embargo, ¿qué poder podría destruir a un demonio? Horus y el Demonio-Fulgrim acordaron mantener en secreto su verdadera naturaleza, ya que el demonio no tenía ninguna intención ni deseo de revelarse, y Horus estaba convencido de que semejante noticia le causaría más problemas en un momento en el que los demás Primarcas se habían aliado con la causa de los Traidores.

Cónclave Traidor[]

Fulgrim1

Conclave de traidores

Cuatro días después de la Masacre del Desembarco en Istvaan V, Horus Lupercal se reunió, a bordo de su nave insignia, la Espíritu Vengativo, con aquellos Primarcas que se habían alzado en contra del Imperio. Todos sabían cuál sería el coste de la inminente campaña, y cuál sería su destino dentro de ella. Las flotas Traidoras estaban en camino. Pero tras las "incomodidades" de Isstvan, era la primera vez que se reunían como una verdadera fraternidad. Ocho Primarcas se habían reunido, aunque solo la mitad de ellos estaban físicamente en la sala en la que se llevó a cabo la reunión. Esto incluía a Fulgrim, Perturabo, Angron y Lorgar Aureliano. Los cuatro ausentes no eran más que proyecciones holográficas. Tres de ellos, Konrad Curze, Mortarion y Alpharius, se manifestaron en torno a la mesa en forma de parpadeantes simulacros hololíticos grises. El cuarto apareció ante ellos como una brillante imagen compuesta por el brillante resplandor de un fuego fatuo. Esa última imagen pertenecía a Magnus el Rojo, quien se proyectó mediante medios arcanos desde el Planeta de los Hechiceros en donde seguía recuperándose de las heridas causadas en la reciente Quema de Prospero por Leman Russ, de los Lobos Espaciales.

En cuanto Lorgar ocupó su sitio en la mesa del consejo descubrió que no podía apartar sus ojos de su hermano Fulgrim. El Señor de la Guerra estaba cada vez más cansado de la incapacidad de su hermano para seguir los planes establecidos y de la falta de atención que le prestaba a la importante reunión. Antes de que el cónclave pudiera continuar, Lorgar cogió lentamente el decorado Crozius que llevaba a la espalda. Mientras sacaba el arma en presencia de sus pares, no podía apartar los ojos de uno de ellos, y todos ellos pudieron sentir físicamente la cada vez más intensa mordedura de la escarcha psíquica que recubrió sus armaduras. El Primarca de los Portadores de la Palabra acusó a la cosa que imitaba la apariencia física de su hermano de no ser quien pretendía parecer. Antes de que nadie consiguiera reaccionar, el Crozius de Lorgar golpeó al supuesto Primarca de los Hijos del Emperador. Fulgrim chocó contra el muro que estaba tras él, y su postrada forma cayó al suelo. Mirando con furia a sus hermanos declaró que ese impostor no era Fulgrim. Los demás Primarcas presentes avanzaron hacia el replicante sacando sus armas. El Señor de la Guerra intentó aplacar al furioso Lorgar, ya que la más mera insinuación de enfrentamiento había sido en el pasado suficiente para hacer que Lorgar cesara en sus empeños en el pasado. Pero mientras se encaraba con Aureliano, hasta Horus quedó sorprendido de los cambios que había sufrido desde Istvaan V. Agarrando su maza con sus guanteletes escarlatas y desafiando a sus hermanos, les advirtió que retrocedieran.

Cuando Horus intentó de nuevo aplacar al furioso Primarca, Lorgar quedó sorprendido al darse cuenta de que el Señor de la Guerra ya sabía que Fulgrim no era quien aparentaba ser. El Señor de la Guerra informó a sus compañeros Primarcas que trataría la situación personalmente y les dio orden de retirarse a sus camarotes, con la excepción de Lorgar. El Primarca de los Portadores de la Palabra podía ver la verdad, es decir, que la criatura era uno de los demonios del Caos, y que cualquiera que estuviera vistiendo la carne y armadura de su hermano no tenía su alma. Algo anidaba en su interior, manejando como a una marioneta el cuerpo sin alma de su hermano. Lo que Lorgar no podía entender era cómo había ocurrido aquello, y por qué Horus querría proteger aquel oscuro secreto. Horus le explicó a su hermano que no había orquestado la caída de su hermano, y que tan solo estaba conteniendo las consecuencias de lo ocurrido.

Lorgar estaba perturbado por percibir otra presencia dentro del cuerpo de Fulgrim. Horus estaba molesto por el interrogatorio al que le estaba sometiendo su hermano, ya que Lorgar y Fulgrim nunca se habían llevado demasiado bien. ¿Por qué le preocupaba tanto? Lorgar le explicó que le preocupaba porque aquella vil intrusión era una perversión del orden natural. No había armonía en una unión semejante, no como en el caso de sus benditos hijos poseídos por demonios, los Gal Vorbak. Un alma viviente había sido aniquilada y arrancada de su envoltura mortal tan solo para alojar a un desgraciado, codicioso y nonato demonio. Durante la Peregrinación de Lorgar al Ojo del Terror años atrás, había caminado por la misma Disformidad, alzándose donde los dioses y los mortales podían reunirse. Lorgar sabía que aquella forma de posesión representaba debilidad y corrupción, una perversión de lo que los Dioses del Caos deseaban para la Humanidad. Los Poderes Ruinosos buscaban aliados y seguidores devotos y voluntarios, no cascarones sin alma controlados por sus demonios.

Usando sus poderosas habilidades psíquicas, Lorgar mantuvo al demonio bajo control. El Señor de la Guerra le previno que estaba matando a Fulgrim, pero Lorgar replicó que no era su hermano, sino una "cosa", a la que podría destruir si lo deseara. Lorgar amenazó al demonio con descubrir su verdadero nombre para expulsarlo y devolverlo a la Disformidad. El demonio-Fulgrim estaba indefenso ante las formidables habilidades psíquicas de Lorgar. Mientras el Señor de la Guerra intentaba detener a su hermano colocando su mano en el hombro de Lorgar, el Primarca ordenó telepáticamente a Horus que apartara la mano. Incapaz de resistirse a obedecer, Horus cumplió la orden. Sus dedos temblaron al retirarlos, y sus ojos grises parpadearon llenos de tensión. Mientras, el furioso Lorgar salía a zancadas de la cámara del consejo, Horus comentó que su hermano había cambiado desde que se enfrentó cara a cara con Corax en la superficie de Istvaan V. Lorgar le contestó que todo había cambiado aquella noche. Después se retiró y regresó a su nave para meditar acerca de lo que consideraba una total aberración.

El Destino de Fulgrim[]

Aquellos que servían en la III Legión no tenían ni idea de que su querido líder estaba intentando liberarse a zarpazos de la prisión de su propia mente, dentro de la cual estaba encerrado. Solo el espadachín, el Capitán Lucius de la 13ª Compañía, parecía darse cuenta de que algo le ocurría a Fulgrim, pero no dijo nada. El demonio-Fulgrim había sentido el creciente toque de la Disformidad en el guerrero, y le había entregado la plateada espada demonio en la que los Laer habían encadenado parte de su esencia, ya que ahora blandía el mucho más poderoso Anatham Kinebrach que le había regalado Horus. Aunque la Espada Demonio de los Laer ya estaba libre de su espíritu, todavía había poder dentro del arma, un poder que haría más fuerte y hábil a Lucius los siguientes años de muerte.

Después de la reunión a bordo de la nave insignia de Horus, el demonio-Fulgrim y la Legión de los Hijos del Emperador recibieron la orden del Señor de la Guerra de ir a Marte para prestar su apoyo a la guerra civil que se estaba desarrollando en el seno del Adeptus Mechanicus. Sin embargo, en lugar de obedecer las órdenes de su hermano, el cada vez más mercurial Primarca decidió desobedecer, ordenando a su Legión el atacar un Mundo Minero del Adeptus Mechanicus llamado Prismatica V, cuyo principal producto eran unos cristales minerales. Incapaz de lidiar con el cambiante temperamento de su señor, así como con sus compañeros más veteranos de la Legión, el Lord Comandante Eidolon cuestionó las órdenes del Primarca. Eso resultó ser un grave error de cálculo por parte de Eidolon. Incapaz de aplacar a su airado señor, las pocas palabras que consiguió balbucir en su propio beneficio inadvertidamente enfurecieron aún más a su Primarca. El paranoico Primarca creía que el Lord Comandante se estaba burlando de él y que planeaba traicionarle. En un parpadeo, el Primarca desenfundó el Anatham y acabó con la vida de su anteriormente querido hijo. Después colocó la cabeza cortada del asesinado Eidolon sobre los barriles abiertos del vino de la victoria, en donde la viscosa sangre goteó desde el horrendo trofeo y se mezcló con la potente bebida, que después fue compartida por los miembros veteranos del círculo interior de la III Legión.

Sin sentir ninguna clase de molestia por la muerte del muy odiado Eidolon, el ascendido campeón de los Hijos del Emperador, Lucius, tomó nota de otro ejemplo del comportamiento cada vez más caprichoso de Fulgrim. Meditando acerca de los cambios sufridos por su señor, Lucius se decidió a investigar más tras tener una serie de tenebrosos sueños relacionados con el retrato del Primarca que colgaba en La Fenice, que había sido acordonado y sellado por un destacamento de la Guardia del Fénix después de que La Maraviglia hubiera extendido su corruptora influencia sobre la Legión. Preocupado por el errático comportamiento de su señor y sus extraños cambios de humor, Lucius se dedicó a analizar y observar todos y cada uno de los movimientos del Primarca. Su preocupación aumentó cuando se dio cuenta de la falta de camaradería fraternal y el incumplimiento de los rituales y tradiciones de la Legión por parte de Fulgrim. Pero lo que despertó las sospechas de Lucius fue el hecho de que la habilidad con la espada de Fulgrim era, de repente, sorprendentemente inferior a sus propias habilidades. Su Primarca no era quien aparentaba ser. Sus sospechas se vieron confirmadas cuando vio a Fulgrim empleando poderosas habilidades psíquicas en combate abierto contra un Titán clase Warhound del Adeptus Mechanicus durante el asalto de la III Legión contra Prismatica V.

Lucius siguió teniendo los extraños sueños, y comenzó a seguir las pistas implantados en aquellas visiones prescientes. Ignorando una orden, Lucius desafió al Primarca y fue a investigar en La Fenice, el teatro situado a bordo de la nave insignia de los Hijos del Emperador, la Orgullo del Emperador. Había sido allí en donde los Hijos del Emperador habían caído completamente bajo la corrupta influencia de Slaanesh despertada por la sinfonía operística conocida como "La Maraviglia". Investigando la arrasada sala con atención, Lucius descubrió sobre el escenario un gran retrato colgado sobre la machacada ruina del proscenio. Incluso bajo la mortecina luz, la magnificencia del retrato era más que palpable. Un glorioso marco dorado mantenía sujeto el lienzo, y la maravillosa perfección de la pintura dejaba sin aliento. Fulgrim había sido retratado, vistiendo su magnífica armadura púrpura y dorada, frente a las puertas de la Heliopolis, el corazón de la nave insignia, con las llameantes alas de un fénix abiertas tras él. La ígnea luz de la legendaria ave brillaba sobre su armadura, y cada placa pulida parecía relucir con el calor del fuego, mientras que su cabello parecía una cascada dorada. El Primarca de los Hijos del Emperador había sido amorosamente retratado con perfecto detalle, y cada señal de su grandeza y la vida que había convertido a Fulgrim en semejante imagen de belleza había sido capturada en las exquisitas pinceladas. Jamás había ni habría existido una imagen mejor de un guerrero, y el poder presenciar aunque fuera solo un leve fragmento del impecable arte del pintor hacía saber que aún quedaba lugar para la maravilla en la Galaxia.

Al mirar a los ojos del retrato, Lucius pudo ver el terror en los ojos de su Primarca, un horror que no había sido plasmado por la mano de ningún pintor mortal. Una perfecta y exquisita agonía estaba grabada a fuego en la mirada de la figura del retrato, y los oscuros lagos de sus ojos pintados parecían seguir los más mínimos movimientos. Lucius llegó a la conclusión de que, de algún modo, el Primarca había quedado atrapado en el retrato, y que el ser que caminaba entre ellos como el señor de su Legión era un impostor. Determinado a liberar a su Primarca por cualquier método que estuviera en su alcance, Lucius reunió en secreto a la Hermandad del Fénix, la exclusiva logia guerrera de la III Legión, que solo admitía oficiales debido al amor de la Legión hacia las organizaciones jerárquicas. Tuvo que hacerse en el más estricto secreto, ya que ahora los corruptos oficiales veteranos habían ganado aún más poder, volviéndose más volátiles y obsesionados con la búsqueda de sus placeres individuales. Además, muchos de los oficiales albergaban un odio secreto hacia Lucius, a quien consideraban un despreciable advenedizo. Mediante su hábil oratoria, el espadachín fue capaz de persuadir a sus mercuriales hermanos de que su Primarca no era quien decía. Llegó a desafiar sus egos y a acariciar sus vanidades, tentándoles a capturar valerosamente a su Primarca. Poco después, la Hermandad del Fénix emboscó a su Primarca y, a pesar de recibir graves daños y tener un gran número de bajas, consiguieron someter a su señor dejándolo inconsciente.

El Primarca fue llevado posteriormente al Apothecarion del Apotecario Jefe de la III Legión, Fabius Bilis, en donde fue atado a una de las mesas de examen. Allí, Fabius, Lucius, Julius Kaesoron y Marius Vairosean intentaron extraer a la demoníaca entidad de la cáscara mortal de su señor mediante una extensa sesión de una forma de tortura conocida como excruciación. Fulgrim se sometió voluntariamente a los cuidados de sus atormentadores, comentando continuamente sus percepciones de la realidad, los acontecimientos que estaban ocurriendo por toda la Galaxia mientras el poder del Caos crecía, y la senda que había previsto para su Legión. Durante la sesión de tortura, Lucius se dio cuenta de repente que se habían equivocado. Al interpretar incorrectamente la situación habían sido engañados por su señor. Lucius se arrodilló inmediatamente y se postró frente a su Primarca, mientras Fulgrim rompía con facilidad sus ataduras. Su compañeros conspiradores se inclinaron ante su dueño y señor. Feliz de que sus hijos predilectos hubieran aprendido de la experiencia, el Primarca no les castigó por sus transgresiones, ya que no era la cáscara poseída por el demonio del Fénix, como había permitido que creyeran sus Astartes, sino que era él en persona.

Fulgrim decidió compartir con Lucius sus motivos para poner en marcha un engaño tan complejo y elaborado. Reveló que, de hecho, había estado poseído durante un periodo de tiempo por una entidad demoníaca, que había encerrado su espíritu descarnado dentro del gran retrato que colgaba en La Fenice. Sin resignarse a aceptar semejante destino, el Primarca había aprovechado el tiempo y había empleado la atormentadora experiencia para obtener conocimientos acerca de las artes de la Disformidad y de los inefables métodos de los demonios. Con el tiempo había sido capaz de aprovechar aquel recientemente adquirido conocimiento arcano para expulsar al demonio de su cuerpo mortal y para intercambiar sus posiciones con la infecta criatura, atrapándola en el retrato para toda la eternidad. Presumiblemente había sido el demonio el que había estado enviándole a Lucius aquellos oscuros sueños para intentar conseguir liberarse de su prisión. En un intento de adiestrar a su campeón favorito en los incomprensibles caminos del Caos, la aparente inferioridad de las técnicas de lucha con espada del Primarca había sido solo un plan para manipular a Lucius con vistas a que desafiase su voluntad. El Primarca continuó explicándole que sus cambios de humor mercuriales y su falta de interés por la camaradería y los rituales de la III Legión fueron una evolución natural de su ser para conseguir alcanzar la perfección a través de la senda marcada por Slaanesh. Fulgrim anunció que pretendía profundizar más que nadie en el reino de la experiencia sensual, buscando forzar al límite los límites de la realidad. Fulgrim no buscaba alcanzar dichas metas únicamente por un ansia de poder, sino por la experiencia que representaría dicha búsqueda, una búsqueda que quería que sus hijos realizaran junto a él. Les explicó que había ordenado el ataque contra Prismatica V para conseguir el cristal que los miembros del Mechanicus habían estado extrayendo, que podría emplearse para erigir una maravillosa nueva ciudad de espejos dedicada a la exploración del placer sensual y a la auto-iluminación a través de las sensaciones. Sin embargo, el siguiente paso que deberían dar los Hijos del Emperador en su búsqueda de la iluminación a través del Caos sería reunirse con el Primarca Perturabo y su Legión de los Guerreros de Hierro.

Llamas de rebelión[]

"Un guerrero se mide por la calidad de los enemigos que derrota. Durante años hemos embotado nuestras espadas contra especies menores y primitivas, pero ahora esta guerra, este glorioso cataclismo, nos presenta la oportunidad de mostrar por toda la eternidad nuestra perfección en el campo de batalla contra el enemigo más formidable al que jamás nos enfrentaremos, nuestros hermanos legionarios, y por ello lo agradecemos humildemente a nuestro querido padre cuyo nombre llevamos."

Mensaje de Fulgrim a las fuerzas de la Legión antes de la Atrocidad de Jhyran Luxor

Durante los siete años que siguieron a la Masacre del Desembarco en Istvaan V, la rebelión de Horus se extendió por toda la Galaxia, envolviendo al Imperio con las llamas de la horrenda guerra civil que la historia conocería como la Herejía de Horus. Para cuando se produjo la batalla final en Terra, los Hijos del Emperador no eran sino una sombra de su anterior gloria, habiendo sido totalmente consumidos por los deseos de Slaanesh y habiendo perdido hasta la última traza de moralidad y decencia que les quedaba. Mientras que las demás Legiones Traidoras asaltaban el Palacio Imperial, los Hijos del Emperador se abalanzaron sobre los inocentes habitantes de Terra, enzarzándose en una enloquecida orgía de violaciones, terror y mutilación que apenas sació su ansia devoradora, inspirada por Slaanesh, de placeres, dolor y sensaciones hedonistas. Billones de Terranos fueron usados como conejillos de indias humanos o como materia prima para cubrir el constante deseo de los Hijos del Emperador de crear estimulantes todavía más poderosos, como anfitriones demoníacos para poder atraer a las Legiones Demoníacas de Slaanesh desde la Disformidad a la batalla, o simplemente como víctimas propiciatorias con las que un Marine Traidor pudiera sentir el leve disfrute causado por la sensación del asesinato más brutal.

Tras la Herejía[]

Fulgrim Primarca Demonio Slaanesh portada Death and Defiance

Fulgrim, Príncipe Demonio

La historia de los Hijos del Emperador en el periodo que siguió a la derrota de las Legiones Traidoras en el Asedio de Terra ha sido ocultada o tergiversada en su mayoría por los estudiosos imperiales, y por buenos motivos. Cuando Horus fue finalmente derrotado por el Emperador a bordo de su Barcaza de Batalla, la Espíritu Vengativo, los Hijos del Emperador dejaron tras de sí una estela de mundos deshabitados mientras huían junto con las demás Legiones Traidoras en dirección al Ojo del Terror. A medida que su suministro de esclavos se iba agotando debido al constante abuso, los restantes miembros de la III Legión recurrieron a tomar al asalto a las demás Legiones Traidoras en busca de carne fresca con la que alimentar sus interminables perversiones. Finalmente fueron aplastados por sus furiosos hermanos en una serie de sangrientas guerras que destrozaron a las Legiones Traidoras al perder la fuerte y unificadora mano que les guiaba, la mano de Horus. Al final, durante el transcurso de dichos conflictos, los Hijos del Emperador perdieron su integridad y unidad como Astartes e involucionaron en una serie de pequeñas partidas de guerra que competían entre sí con ferocidad. Debido a las pérdidas sufridas en Terra y durante el periodo inmediatamente posterior a la Batalla de Terra, las partidas de guerra de los Hijos del Emperador son raras en el 41º Milenio. Esto no es sino una bendición para la Galaxia, ya que los Hijos del Emperador adoran coger prisioneros. Quizá no hay peor forma de morir que a manos de estos fanáticos sobrehumanos de Slaanesh excepto, quizás, el tener que enfrentarse a las 'tiernas' atenciones de los Drukhari.

Apoteosis de Fulgrim en Iydris

Apoteosis de Fulgrim en Iydris.

Quizá el mayor misterio sea el concerniente al destino del propio Primarca Fulgrim, ya que parece ser que ha esfumado completamente de la faz del Universo. Alguno dicen que el Príncipe Oscuro del Caos le premió con la apoteosis, y que se convirtió en un Príncipe Demonio, cuyo cuerpo mortal quedó transformado en una forma serpentina con cuatro brazos muy similar a la de los propios Laer que Fulgrim y su Legión exterminaron antes de comenzar su caída en el Caos. Otros dicen que ya estaba poseído por una poderosa entidad de la Disformidad, por lo que lo anterior no podría haberse producido. También hay quien sostiene que Fulgrim se retiró a un mundo demoníaco de su propia cosecha, y que aún rige allí, observando y creando sensaciones y experiencias tan extremas e inmorales que ningún mortal puede imaginárselas. Aquellos que sirven y adoran a Slaanesh consideran a tal lugar mítico como el más sagrado de los lugares, y agotan toda su vida buscando dicho planeta de forma obsesiva. A día de hoy muchas de las dispersas partidas de guerra pertenecientes a los Hijos del Emperador y los agentes de la Ordo Malleus de la Inquisición buscan dicho lugar, aunque todavía no ha regresado nadie con la información necesaria como para ubicarlo.

Tras la Herejía de Horus, la última vez que se vio a Fulgrim en el Espacio Real fue cuando luchó contra Roboute Guilliman, el Primarca del Capítulo de los Ultramarines y de todos sus Capítulos Sucesores. Durante su gran duelo, Fulgrim resultó ser demasiado hábil y astuto, ya que consiguió cortar la garganta de Guilliman con el tóxico Anatham que casi mató a Horus de no haber mediado la intervención de los Dioses del Caos para curarle. Guilliman fue encerrado en un campo de estasis y llevado de vuelta a Macragge, el mundo capitular de los Ultramarines, en donde su cuerpo se convirtió en un foco para la devoción de incontables generaciones de peregrinos imperiales, mientras que Fulgrim se retiró a las profundidades de la Disformidad.

Armamento[]

Fulgrim vistió durante la Gran Cruzada una armadura artesanal artísticamente ornamentada conocida como la Panoplia Dorada, y su arma de disparo favorita era Marca de Fuego, una antigua pistola de descargas volkita.

En cuanto a sus armas de combate cuerpo a cuerpo, tuvo varias: hasta el inicio de la Herejía de Horus blandió Filo de Fuego, la llameante espada de energía que le regaló su hermano Ferrus Manus; en Laeran, se hizo con la Hoja Plateada de los Laer, una hermosa cimitarra poseída por un Gran Demonio de Slaanesh; tras enfrentarse a Ferrus al fracasar en convencerlo de unirse a Horus, le robó el martillo Rompeforjas, que le había regalado él; por último, el corrupto Señor de la Guerra le regalaría el Anatham, que acabaría usando como parte de su plan para alcanzar la demonicidad. Filo de Fuego fue retomada por Ferrus y blandida contra su hermano en la Masacre del Desembarco en Istvaan V, pero este le decapitó con la espada de los Laer y la espada debió acabar en manos de los Traidores. La espada demonio xenos fue entregada al Capitán Lucius de la 13ª Compañía. Rompeforjas fue regalado por Horus a Perturabo. El Anatham fue abandonado en Iydris tras la ascensión de Fulgrim.

Una vez convertido en Príncipe Demonio de Slaanesh, Fulgrim se hizo famoso por blandir cuatro curvas espadas envenenadas, cuyo veneno fue el que obligó a encerrar a Roboute Guilliman en un campo de estasis al final de la Gran Purga.

Video trasfondo[]

La Guardia del Fénix[]

Guardia del Fénix

La Guardia del Fénix era la unidad de élite de los Hijos del Emperador, que cumplió asimismo con la función de guardaespaldas de Fulgrim durante la Gran Cruzada y la Herejía de Horus. Los miembros de la Guardia del Fénix seguían a su querido Primarca a donde quiera que este fuese en cumplimiento de sus deberes, incluso cuando viajaba en la relativa seguridad ofrecida por las naves de la Armada Imperial o de otras Legiones astartes.

Durante la batalla para conquistar el mundo xenos de Laeran, la Guardia del Fénix tomó parte en el exterminio definitivo de la serpentina especie de los Laer. Toda la unidad fue masacrada en el planeta Tarsus, en la región galáctica de Perdus después de que Fulgrim, ya bajo el dominio del Caos a través de la espada demonio capturada en Laeran, resultara ofendido por las advertencias del Vidente Eldar Eldrad Ulthran acerca de la corrupción de Horus por parte del Caos, y procediera a abrir fuego contra el Vidente y sus tropas del Mundo Astronave de Ulthwé. Una nueva Guardia del Fénix fue reclutada por ello, que acompañó a Fulgrim a su fatídica reunión con Horus, en donde finalmente se rindió al Caos, así como también le acompañaron en su intento de convencer a Ferrus Manus para que se uniera a la causa de los Traidores, en donde aniquilaron a los Exterminadores Morlock que actuaban como la propia guardia personal de Ferrus.

Aunque la Guardia del Fénix sirvió a Fulgrim a lo largo de la Batalla de Terra, se desconoce si aún existe y si sirve como guardaespaldas del Príncipe Demonio en el mundo demoníaco que ahora llama hogar.

Miniaturas[]

Imagenes[]

Fuentes[]

Extraído y traducido de Wikihammer 40K UK.

  • Codex: Caos (2ª Edición).
  • Deathwatch: First Founding (RPG).
  • Visiones de la Herejía.
  • Index Astartes I.
  • White Dwarf 150 y 255 (Edición estadounidense).
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