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La Flota Enjambre Kraken fue la segunda Flota Enjambre Tiránida principal en invadir la sección oriental de la Galaxia. Fue la responsable del estallido de la Segunda Guerra Tiránida, que comenzó de forma oficial en el 992.M41 y finalizó después de que el Capítulo de Marines Espaciales de los Ultramarines consiguiera romper el espinazo de la invasión Tiránida del espacio imperial en la Batalla de Ichar IV, y de que los Eldar del Mundo Astronave Iyanden lograran defender con éxito su hogar, con un gran coste, contra las hordas Tiránidas.

La situación después de Behemoth[]

Guerrero Tiranido Kraken

Guerrero Tiránido y termagantes de la Flota Enjambre Kraken

La invasión se inició 250 años estándar después de la Primera Guerra Tiránida y de la destrucción por parte de los Ultramarines de la Flota Enjambre Behemoth sobre el planeta Macragge. Tras los ataques y la destrucción sembradas por Behemoth, los cadáveres recuperados de distintas criaturas abatidas durante los enfrentamientos de Macragge fueron enviados a Marte y estudiados en profundidad por sus Magos Biologis.

Aunque las investigaciones no obtuvieron conclusiones de peso, si establecieron que los Genestealers, que hasta entonces se había creído que eran una especie nativa de las heladas lunas de Ymgarl, eran de naturaleza Tiránida. Dicho dato hizo pensar a los científicos que los Tiránidos se habían adentrado en la Galaxia a gran profundidad, y que llevaban ocupando el territorio del Imperio desde hacía mucho más tiempo del que se hubiera pensado. Para evitar males mayores, se decidió enviar al Capítulo de Marines Espaciales de los Salamandras para purificar las lunas de Ymgarl.

Desconociendo los hallazgos realizados por el Adeptus Mechanicus, algunos miembros del Adeptus Administratum imperial comenzaron a plantearse la necesidad de mantener la enorme presencia armada en el área del suroeste galáctico, punto de entrada de Behemoth, ya que consideraban que la primera Flota Enjambre representaba a la totalidad de las fuerzas de invasión Tiránidas que se cernían sobre la Galaxia. El estallido de rebeliones, actos de terrorismo, motines y sabotajes a lo largo de una amplia franja de la frontera oriental galáctica no hizo sino dar pie a los mismos Adeptos para aseverar que la gente estaba descontenta por tener que vivir bajo un régimen militar.

El Ordo Hereticus de la Inquisición comenzó a sospechar acerca de la disensión de aquellos Adeptos y de su evaluación pesimista de la situación de la Franja Este, por lo que se decidieron a iniciar investigaciones. Dichas investigaciones acabaron por mostrar que todos los Adeptos que habían mostrado oposición al status quo imperial procedían de la Franja Este o bien habían viajado allí previamente. Aquella era la única prueba de que algo iba mal, ya que algunos de aquellos adeptos no se habían encontrado jamás con ninguno de los suyos. Algunos Inquisidores fueron desplegados desde Talasa Prime para investigar los planetas más problemáticos del Segmentum Ultima.

Se llevaron a cabo purgas dentro del Imperio, en especial en Terra, enfocadas a eliminar a los sospechosos de traición al Emperador de entre las filas del Administratum que hubieran tenido contacto con las áreas afectadas de la Franja Este. Decenas de miles de supuestos traidores fueron enviados por la Inquisición a colonias prisión y a las Legiones Penales de la Guardia Imperial.

Tiranidos hormagantes flota enjambre kraken

Hormagantes de la Flota Enjambre Kraken

Para entonces, a principios del 990.M41, la Flota Enjambre Kraken ya había hundido sus tentáculos en la Galaxia, aislando muchos mundos imperiales antes de que pudiera enviarse mensaje astropático de alarma alguno. Al contrario que la Flota Enjambre Behemoth, que se había movido y llevado a cabo la invasión de la galaxia como un único organismo masivo, la Flota Enjambre Kraken consistía en un conjunto de flotas menores e independientes que se movían de forma simultánea para atacar a los planetas colonizados por el Imperio, lo cual no solo incrementó la dificultad para las fuerzas imperiales de defender los sistemas afectados por la nueva Flota Enjambre, sino que incrementó el área de efecto de la Sombra en la Disformidad de la Mente Enjambre en un factor de diez. Casi de la noche a la mañana un sector imperial completo quedó en silencio para Terra, al quedar completamente aislada de los mensajes de advertencia de los Astrópatas por la poderosa interferencia de la Mente Enjambre. Debido a la masiva turbulencia creada en la Disformidad, tuvieron que pasar varios meses tras el comienzo de la carnicería desencadenada por la Flota Enjambre Kraken hasta que comenzaron a extenderse por el Imperio los primeros informes de los supervivientes acerca de los ataques. Planetas enteros habían sido borrados de la faz del cosmos por los Tiránidos en cuestión de horas, y el Imperio de la Humanidad volvía a verse enfrentado con una amenaza de proporciones cósmicas e inimaginables.

La Rebelión de Ichar IV[]

No obstante, antes incluso de que la auténtica amenaza quedara al descubierto, el Imperio tuvo que enfrentarse en primer lugar con varios levantamientos y revueltas surgidas en la Franja Este, que no fueron sino el preludio de la amenaza Tiránida principal. Una de dichas rebeliones tuvo lugar en un Mundo Colmena llamado Ichar IV. Dicho planeta era vital para las operaciones de la Franja Este gracias a sus enormes manufactorums, que constituían el núcleo y nexo vital de uno de los escasos Sectores imperiales densamente poblados del extenso Segmentum Ultima. El planeta al completo se había alejado del control y la ley imperial a causa de un grupo fundamentalista religioso llamado La Hermandad. Varios años antes, la Hermandad se había hecho con los corazones y las mentes de la población del planeta al predicar el regreso del Emperador a su forma física y tangible, y prometiendo la llegada de tiempos mejores, promesas que calaron en el espíritu de los trabajadores de los manufactorums de Ichar, ya que vivían vidas carentes de poder, esperanza de mejora o libertad. La Hermandad estableció rápidamente misiones y capillas en las secciones más pobres y desoladas del planeta. La Eclesiarquía analizó en profundidad las actividades de la Hermandad en busca de cualquier signo de corrupción o herejía, pero no consiguió descubrir ninguno.

Con el tiempo, se dio permiso a la Hermandad para construir una catedral en Lomas, la ciudad más grande de Ichar IV. Poco después de acabar la construcción del edificio se comenzaron a producir los problemas, ya que la Hermandad se negó en redondo a pagar los diezmos al Gobernador Planetario y prohibió que cualquiera de sus miembros pudiera ser reclutado para las Fuerzas de Defensa Planetaria de Ichar IV. Los predicadores de la Hermandad azuzaron a la población de Ichar al frenesí y a la revuelta al profetizar que el Emperador renacería en poco tiempo. Las milicias de la Hermandad comenzaron a patrullar las calles castigando duramente a todo aquel que consideraran un "infiel" en lugar de enfrentarse a los verdaderos criminales.

Los acontecimientos cobraron mayor velocidad cuando estalló una revuelta durante una gran congregación en el exterior de la gran catedral de Lomas. Los Arbitradores del Adeptus Arbites avanzaron con Porras de Energía y Escudos de Supresión para dispersar por la fuerza a los manifestantes, pero recibieron disparos de la milicia de la Hermandad atrincherada en la catedral. Los Arbitradores devolvieron los disparos, lo que acabó con la vida de muchos de los miembros de la milicia de la Hermandad, acto que enfureció a las masas haciendo que se arrojaran una y otra vez contra las líneas de Arbitradores, quienes al final se vieron obligados a retroceder y retirarse. Cuando las Fuerzas de Defensa Planetaria recibieron el aviso de movilización para restaurar el orden, un gran número de sus miembros se rebelaron y se unieron a las filas de la Hermandad.

Pronto, la noticia del asesinato del Gobernador Planetario llegó hasta las masas, lo que provocó que estallaran violentas luchas en todas las Ciudades Colmena del planeta. En cuestión de horas pudieron verse tanques adornados con los revolucionarios emblemas de la Hermandad recorriendo las calles de las ciudades y rechazando a los Arbites. Para el amanecer, la confirmación de la noticia del asesinato del Gobernador Imperial y de todos sus ministros llegó a todos los rincones del planeta, momento que aprovechó la Hermandad para tomar rápidamente el control de las estaciones de teledifusión, desde las que anunciaron el establecimiento de un nuevo estado teocrático en nombre del Dios Emperador que renacería. Los Arbites mantuvieron control sobre la mayoría de las zonas rurales de Ichar y sobre la fortificación de los Arbites que protegía el centro de Lomas. Sin embargo, muchas de las ciudades habían sido capturadas por la Hermandad, por lo que los Arbites no tenían acceso a suministros vitales.

Veintisiete días después del inicio de la rebelión llegó el Inquisidor Agmar, de la Ordo Hereticus, justo el mismo día en que la fortaleza Arbites de Lomas caía frente a las fuerzas de la Hermandad. Muchos de los Jueces de la fortaleza lograron escapar, actuando para tomar el control de las cuatro estaciones principales de energía de la ciudad. Para el Inquisidor Agmar, el Imperio se estaba enfrentando en Ichar IV a una rebelión organizada, en lugar de a un estallido esporádico de fervor religioso popular, como aseguraba la Hermandad. El Inquisidor se vio obligado a solicitar la ayuda del Capítulo Astartes de los Ultramarines para que ayudaran a las fuerzas imperiales a retomar el planeta.

Mientras las restantes fuerzas imperiales aguardaban la llegada de los Ultramarines, bombardearon las ciudades rebeldes y rechazaron violentos contraataques de los batallones de la milicia de la Hermandad. Los repetidos intentos de alcanzar a los asediados Arbites y retomar las estaciones de energía que abastecían Lomas resultaron inútiles. Finalmente los Arbites se vieron superados seis días después de la llegada de Agmar, pero como acto final de resistencia y lealtad al Emperador hicieron detonar múltiples Cargas de Fusión, destruyendo completamente los generadores que tan valerosamente habían defendido. Las brillantes llamas desencadenadas por las explosiones de fusión ardieron durante muchos días, y la masiva nube de humo negro resultante cubrió Lomas como una escalofriante mortaja.

Con la guerra en un punto muerto, convertida ahora en una larga y agotadora campaña de combates urbanos, el recuento de bajas se disparaba día a día. Cada puerta tenía trampas, y los francotiradores de la Hermandad vigilaban en las cúspides de las torres de las ciudades rebeldes. Patrullas enteras de la Guardia Imperial aún leales al Imperio desaparecieron sin dejar rastro en el caótico conflicto. La rebelión prometía ser larga y sangrienta, ya que la Hermandad controlaba las armerías y polvorines de los Regimientos de la Guardia Imperial asignados al planeta, y disponía del apoyo de la mayoría de la población de Ichar IV, a la que podían reclutar sin problemas para aumentar el número de tropas de su milicia.

El Inquisidor Agmar dirigió a varios destacamentos de pequeño tamaño, compuestos de miembros de la Guardia Imperial y Arbitradores, con los que penetró en Lomas para averiguar la verdadera naturaleza de la Hermandad, recopilando y reuniendo pieza a pieza los fragmentos de información que componían la historia real del conflicto. Por los relatos de algunos prisioneros averiguó que los Hierofantes que gobernaban la Hermandad hablaban de un "nuevo orden" que pronto se extendería por toda la galaxia. Durante un enfrentamiento, en el que acabó con la vida de uno de los Neófitos de la Hermandad, descubrió la clase de xenos que estaba orquestando toda la revuelta: ¡asquerosos Genestealers de los Tiránidos! Agmar envió un urgente mensaje astropático a la Inquisición confirmando sus temores de una nueva invasión Tiránida, y esperó la llegada de los Ultramarines.

La Infestación Genestealer[]

Treinta y nueve días después del comienzo de la revolución en Ichar, la Barcaza de Batalla de los Ultramarines, la Octavius, entró en órbita sobre el planeta y comenzó a lanzar sus Cápsulas de Desembarco. Las defensas planetarias estaban aún inutilizadas por los daños producidos a los generadores de energía de Lomas, por lo que el número de bajas de los Marines Espaciales durante el desembarco fueron mínimas. Los Ultramarines aseguraron las armerías de la Guardia Imperial y el palacio del Gobernador Planetario, y rechazaron múltiples contraataques pobremente organizados, lo que provocó un número catastrófico de bajas entre las fuerzas de la Hermandad. En el exterior, las restantes fuerzas de la Guardia Imperial lanzaron ataques coordinados para colaborar en el esfuerzo de los Ultramarines, empleando sus Tanques de Batalla Leman Russ como puntos fuertes móviles. Por fin, de forma lenta pero inevitable, las líneas de la Hermandad comenzaron a flaquear y a retroceder.

Más de 20 Marines Espaciales Veteranos de élite procedentes de la 1ª Compañía de los Ultramarines, y equipados con Armadura de Exterminador, se teleportaron a la gran catedral de la Hermandad situada en Lomas, y acabaron con los defensores de la catedral después de que Agmar enviara un mensaje a la Octavius a través de un satélite espía. La aparición de más guardias precedió al estallido de una verdadera tormenta de proyectiles y disparos láser que barrieron a muchos de los guardias de la Hermandad, aunque no antes de que varios de los Exterminadores fueran eliminados. El único Lanzallamas Pesado disponible de los Exterminadores probó ser un arma insustituible al incinerar con sus llamas a las desprotegidas fuerzas de asalto. Sin embargo, algunos de los Neófitos de la Hermandad, señalando con ello su herencia xenos, contraatacaron con cegadora velocidad y terribles zarpazos.

Los Exterminadores se dispersaron en busca de la miríada de pasajes secretos que se suponía que existían bajo la catedral de la Hermandad. Pronto hallaron uno de dichos pasadizos bajo el altar, que retiraron con prontitud adentrándose en el conducto. Mientras se adentraban en la cripta, oyeron el chasquear de garras contra las piedras. En cuanto las criaturas se abalanzaron contra los Ultramarines y quedaron iluminadas por os focos de estos, quedó claro que se trataba de Genestealers, confirmando las sospechas del Inquisidor de la presencia de un Culto Genestealer en el corazón de la revuelta.

La batalla rugió durante bastante tiempo, en el que los cadáveres de centenares de Genestealers muertos se fueron acumulando los unos sobre los otros. Finalmente la horda agotó sus recursos y cesó en el ataque. Varios Exterminadores de los Ultramarines habían muerto al resultar reventadas sus armaduras por las inhumanamente afiladas garras de los Genestealers. El resto de los Astartes se internaron aún más en la cripta, en donde se encontraron con más criaturas del mismo tipo. Finalmente llegaron hasta una enorme caverna situada en las entrañas de la tierra bajo la ciudad de Lomas. Allí encontraron al hinchado y abotargado ancestro de la horda Genestealer, el poderoso Patriarca Genestealer. Mientras los Exterminadores se acercaban, una nueva horda de Genestealers se abalanzó contra los atacantes, surgiendo literalmente de la nada, en un esfuerzo por proteger la vida de su señor. El rugido de los Bólters de Asalto provocó una verdadera carnicería. El Bibliotecario de la Compañía se adelantó hasta alcanzar la tarima en la que se alzaba el Patriarca, pero este contraatacó con sus poderes psíquicos para intentar acabar con la vida del psíquico de los Marines Espaciales. Sin embargo, una descarga de la Capucha Psíquica del Astartes interrumpió el hechizo, desapareciendo a continuación del mundo físico y teleportándose al estrado, en donde reapareció. La criatura lanzó otro ataque, haciendo saltar chispas y sangre del cuerpo del Bibliotecario, y rechazó con facilidad el contraataque del Marine.

El Bibliotecario pidió ayuda a sus Hermanos de Batalla, tras lo que el estrado fue barrido por disparos de Bólter. Aunque algunos de los disparos atravesaron la servoarmadura del Bibliotecario, el Patriarca Genestealer resultó también gravemente herido. El Bibliotecario aprovechó la oportunidad para atacar con su Hacha de Energía, que gracias al poder psíquico insuflado en la misma por el Bibliotecario pudo atravesar el duro pellejo del Patriarca.

El Patriarca cayó muerto, dejando a la Progenie, al Culto y a todo el movimiento revolucionario sin liderazgo, con lo que el levantamiento perdió su ímpetu y fuerza, lo que a su vez le hizo perder toda cohesión. Mientras los Exterminadores acababan con el resto de Genestealers ocultos en las catacumbas bajo la ciudad, las batallas, poco a poco, fueron perdiendo intensidad hasta detenerse, y los revolucionarios solo pudieron reatrincherarse y actuar de forma descoordinada al desaparecer la sutil influencia psíquica del Patriarca sobre el culto. Algunos grupos de pequeño tamaño de Acólitos y Neófitos de la Hermandad mantuvieron sus posiciones en los bunkers y torres, pero pronto fueron eliminados por los tanques y los vehículos pesados de combate de la Guardia Imperial.

Ichar IV volvió a estar bajo control del Imperio y todos los restos del Culto Genestealer - los propios Genestealers, sus híbridos, los humanos infectados, los miembros del culto y los traidores - fueron despiadadamente barridos del mapa. El Inquisidor Agmar, al mando de los Ultramarines, purgó de forma metódica el planeta, que con el tiempo volvió a la normalidad. Sin embargo, quedaban por responder dos preguntas. Una de ellas era el paradero del líder humano de la Hermandad, ya que su cuerpo nunca fue encontrado. La segunda de ellas tenía que ver con una distorsión en la Disformidad, aún lejana, detectada por los Astrópatas del planeta. La importancia de dicha alteración estaba relacionada con una señal psíquica detectada por los más veteranos de los Astrópatas, que procedía del Patriarca Genestealer y que se interrumpió a la muerte de este, una llamada que irradiaba en todas direcciones y que parecía ser la responsable de la aparición de la distorsión. Habían detectado algo gigantesco y sombrío, una monstruosa entidad que había dirigido su atención hacia Ichar IV: una nueva Flota Enjambre Tiránida.

En poco tiempo, el Cónclave de la Inquisición ante el que el Inquisidor presentó sus informes comenzó a integrar una imagen compuesta por los múltiples ataques y rebeliones producidos en los mundos imperiales del Segmentum Ultima. El frente de avance de la nueva amenaza abarcaba casi mil años luz, aunque podían distinguirse con claridad algunas "puntas de lanza" semejantes a tentáculos. Fuero por ello que la nueva Flota Enjambre, al igual que ocurrió con la Flota Enjambre Behemoth, recibió el nombre de otro monstruo mitológico de pesadilla: Kraken.

El Kraken se acerca[]

Las historias de horror concernientes a la llegada de la Flota Enjambre Kraken fueron muy numerosas. Entre las muchas tragedias de esos tiempos pueden destacarse:

  • En el Sistema Miral, los Regimientos de la Guardia Imperial y los Marines Espaciales de los Capítulos de los Cuchillas del Emperador y los Lamentadores se enfrentaron a los Tiránidos de la Flota Enjambre Kraken que habían invadido las florecientes junglas y plantaciones de Miral Primus. Las fuerzas imperiales se retiraron hasta una masiva meseta conocida como el Ataúd del Gigante, en donde establecieron una defensa contra las crueles hordas de xenos que infestaban las densas junglas del llano, más abajo. La propia flora de Miral había mutado tras la llegada al planeta de las primeras Esporas Micéticas de la Flota Enjambre Kraken. Solo la defoliación constante mediante Lanzallamas evitó que las enredaderas infectadas de esporas de los Tiránidos engulleran el Ataúd del Gigante. No obstante, los Astartes de los Cuchillas del Emperador fueron casi totalmente destruidos después de que su mundo natal, Sotha, quedara casi destruido por el avance de la Flota Enjambre Kraken. Los Lamentadores, por su parte, tuvieron casi un 70% de bajas.
  • Un Comerciante Independiente hizo llegar noticias del feral planeta Lamarno hasta el corazón del Imperio. Dicho planeta había acabado por ser dominado por los Celebrantes del Nihilismo, un herético culto apocalíptico cuyos miembros habían procurado hacer encajar sus profecías con los terribles acontecimientos que estaban teniendo lugar. Cuando algunos elementos de la Flota Enjambre Kraken llegaron hasta Lamarno, casi el 75% de su población entró por su propio pie y de forma calmada en las Bio-Naves para ser consumidos por sus nuevos "dioses". El mismo Comerciante Independiente informó asimismo de lo ocurrido en el gigantesco asteroide-monasterio de Salem, en el que los monjes eligieron envenenarse a sí mismos y al cuidadosamente terraformado ecosistema antes de dejar que todo ello fuera consumido por el Gran Devorador.
  • Otro capitán mercante imperial se decidió a ayudar a evacuar a millones de ciudadanos imperiales de los Mundos Mineros del Sistema Devlan antes de que este resultara consumido. El enorme sistema defensivo de estaciones de defensa espacial Novastorm mantuvo a raya a la Flota Enjambre lo bastante como para que la gigantesca flota de cargueros mineros gigantes consiguiera escapar hacia la Disformidad. Una Compañía del Capítulo de Marines Espaciales de los Lamentadores consiguió frenar los ataques de los Guerreros Tiránidos lo suficiente para que la última nave consiguiera terminar de cargar a los ciudadanos en fuga y lograra despegar. Por desgracia, los Marines Espaciales acabaron teniendo que sacrificar sus vidas para que muchos otros consiguieran escapar.
  • El horror también perseguía a aquellos que creían haberse salvado. Uno de los gigantescos transportes mineros que huyeron de Devlan llegó hasta Adri's Hope, aterrizando de forma automática y manteniéndose en silencio e inactiva a partir de ese punto. Cuando se investigó por qué la nave había hecho las maniobras de aterrizaje en piloto automático, se descubrió a bordo un matadero inundado de sangre en el que miles de refugiados: hombres, mujeres y niños, fueron masacrados inmisericordemente por un organismo Tiránido que, de alguna forma, había conseguido traspasar la cuarentena de la nave mientras esta despegaba. Tres semanas después, el propio Adri's Hope acabó convertido en un arruinado mundo cubierto de sangre, al llegar el Gran Devorador en busca de más víctimas.
  • En la Península de Devilin Reach, los Archas de Obsidiana se enfrentaron a centenares de miles de organismos guerreros que descendieron de bestias cargero con forma de ballena, que descendían a una órbita baja. Entre ellos, junto con los organismos de enjambre que poseían alas de murciélago, se encontraban enormes quistes de quitina y hueso. Donde estos seres impactaban la roca de la península, organismos masivos creados para la guerra rasgaban su camino hacia fuera, como motores de asedio vivientes enarbolando armas simbióticas. Se mencionan recuerdos de seres cuadrúpedos con colmillos inmensos en forma de palas que podían haber tumbado un tanque y con guadañas inmensas unidas a sus extremidades anteriores. Un enjambre de esporas ácidas surgía de los sacos agitados alrededor de su garganta y conductos óseos que discurrían en su espalda lanzaban astillas de espinas como si fueran morteros.

Visto en perspectiva a escala galáctica, la Flota Enjambre Kraken estaba llevando a cabo sus ataques en un frente que se extendía a lo largo de miles de años luz. Algunos mundos fueron pasados de largo, quedando aislados por la Sombra en la Disformidad de la Flota Enjambre, o resultaron aniquilados de forma súbita, haciendo imposible para las fuerzas imperiales el establecer una defensa cohesionada eficaz. El Imperio se vio obligado a concentrar a sus fuerzas en los Mundos Forja y los Mundos Colmena de mayor importancia estratégica, como Ichar IV, Triplex Phall , Graia o Radnar, evacuando ó abandonando a muchos otros planetas a su horrendo destino. Aún así, todavía hubo momentos de gloria para el Imperio. Muchos Capítulos de Marines Espaciales dedicaron sus fuerzas y sus vidas para salvar mundos que las masivas fuerzas de la Guardia Imperial habían dejado a sus suerte. Algunos, como los Lamentadores y los Cuchillas del Emperador, vieron reducidos a sus orgullosos Capítulos a poco más que unos restos dispersos como pago a su valor, mientras que se cree que el Capítulo de los Caballeros de la Eternidad quedó completamente aniquilado. Otros muchos lucharon como solo los Marines Espaciales podían hacerlo, atacando a los zarcillos aislados del Kraken, asaltando a las Naves Colmena aún durmientes reventándolas desde dentro. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos del Imperio, los Tiránidos eran demasiado numerosos y no podían ser detenidos, adentrándose cada vez más en la Galaxia en dirección al corazón del Imperio de la Humanidad.

La Batalla de Ichar IV[]

Tiranidos kraken vs ultramarines

Invasión de Ichar IV

Por fortuna para la humanidad, la Flota Enjambre Kraken no permaneció dividida en zarcillos individuales durante mucho tiempo, sino que acabó coagulando en un único y masivo megaenjambre que se abalanzó sobre Ichar IV, el Mundo Colmena cuya enorme infección Genestealer había sido el heraldo de la llegada del Kraken a la Galaxia de la Vía Láctea. Mientras los Tiránidos se acercaban al planeta, miles de Genestealers surgieron de repente, procedentes de las colmenas inferiores, en apoyo de las fuerzas invasoras xenos, demostrando que las afirmaciones de que la infestación había sido totalmente erradicada años atrás eran dolorosamente falsas. Los perímetros defensivos se colapsaban bajo los ataques, y los soldados de la Guardia Imperial caían asesinados por millares. En la terrible confusión, un número masivo de organismos Tiránidos consiguieron aterrizar sobre el planeta; no solo Termagantes y Gárgolas, componentes habituales de la vanguardia de los asaltos anteriores, sino también monstruosos Carnifexes y Tiranofexes. Aún peor, los gigantescos Biotitanes Hieródulos y Hierofantes acechaban y avanzaban pesadamente sobre la superficie del mundo amenazado. Los Tiránidos habían desencadenado sobre Ichar IV todas y cada una de las terribles armas biológicas disponibles en su arsenal.

A pesar de ello, Ichar IV no estaba perdido para el Imperio. Prevenido del interés de los Tiránidos en el planeta debido a la anterior infestación Genestealer, el Imperio fue capaz de establecer una contradefensa mucho más eficaz y sólida en el Sistema Ichar que en el resto de las áreas de la Franja Este bajo ataque de la Flota Enjambre Kraken. Las defensas imperiales se vieron significativamente reforzadas por Marneus Calgar, Señor de los Ultramarines y de Ultramar, héroe de la Primera Guerra Tiránida y veterano endurecido por la Batalla de Macragge, quien dirigió a los Ultramarines a la batalla contra su antiguo enemigo en Ichar IV, al igual que hizo contra la Flota Enjambre Behemoth en Macragge 200 años estándar antes. Los Ultramarines infligieron aplastantes pérdidas a la armada Tiránida en órbita sobre el planeta y en los claustrofóbicos pasadizos de las almenadas Ciudades Colmena de Ichar. Los Marines Espaciales veteranos de la Primera Guerra Tiránida aterrizaron y purificaron las Colmenas de Ichar IV en una serie de batallas a corto alcance que duraron casi un año terrano. Al emplear las mismas tácticas que habían tenido éxito al derrotar a la Flota Enjambre Behemoth en Ultramar casi dos siglos antes, Marneus Calgar consiguió unir a los defensores imperiales de Ichar IV y expulsar a los Tiránidos del planeta para siempre. Sin embargo, como siempre, la victoria contra los Tiránidos se cobró un terrible coste: Ichar IV quedó reducido a un cementerio humeante repleto de muerte y destrucción, en el que planeta y población fueron sacrificados para que el Imperio de la Humanidad pudiera sobrevivir a otra tormenta.

La Batalla del Mundo Astronave Iyanden[]

Llamada a las Armas[]

Según el Inquisidor Czevak, la primera advertencia que tuvieron los Eldar del Mundo Astronave Iyanden acerca de los riesgos y de la gran tragedia que implicaban las garras de los Tiránidos de la Flota Enjambre Kraken llegó en el 992.M41 de manos de los distantes Exploradores del Mundo Astronave, Eldars cuyos instintos les empujaban a una vida de continua exploración y peligro, y que vigilaban en secreto los planetas y especies próximas a su Mundo Astronave. Las noticias enviadas por los Exploradores eran terribles: mientras uno de los zarcillos de la Flota Enjambre asaltaba Ichar IV, otro zarcillo, de titánicas proporciones, se dirigía directamente hacia el Mundo Astronave Iyanden, uno de los más grandes y poblados de los Eldar. Para entonces casi una docena de mundos imperiales habían sido ya consumidos por el avance Tiránido y, aunque el Imperio de la Humanidad contraatacaba de forma feroz cuando tenía la oportunidad, pasarían meses antes de que consiguieran reunir y movilizar una fuerza de combate imperial lo bastante masiva y poderosa como para poder enfrentarse de forma efectiva contra dicha amenaza. La amenaza estaba demasiado extendida como para poder huir, así que para cuando la frontera imperial hubiera quedado asegurada, el valioso Mundo Astronave Eldar de Iyanden se habría visto aplastado y reducido a cenizas.

El Vidente Kelmon, el líder político y cabeza espiritual del Mundo Astronave, reunió a los Eldar de Iyanden y les advirtió del próximo asalto Tiránido. En el Lugar de las Respuestas, una gran sala presente en cada Mundo Astronave Eldar, y capaz de albergar a toda la población del Mundo Astronave, los habitantes de Iyanden se reunieron en aquel momento de emergencia para dar su opinión acerca del curso de acción a seguir. Solo después de conocer todos los puntos de vista y de alcanzar un consenso, el Vidente del Mundo Astronave pudo tomar una decisión acerca del rumbo que debían seguir.

El debate existente entre los habitantes de Iyanden acerca de las acciones a tomar contra el avance de la Flota Enjambre Kraken fue bastante extenso y acalorado. Los más conservadores insistieron en seguir una política aislacionista consistente en encerrar al Mundo Astronave dentro de un poderoso escudo psíquico que evitaría cualquier contacto con los Tiránidos. Los elementos más agresivos apostaban por atacar de forma inmediata a los Tiránidos, enviando la flota a destruir a los invasores antes de que llegaran hasta el Mundo Astronave. Ambos cursos de acción estaban llenos de problemas, ya que ninguno de ellos tenía en cuenta el inmenso tamaño de la Flota Enjambre Tiránida. Hizo falta que la Exploradora Irilith, quien había visto a la Flota Enjambre en persona y había comprendido el terrible peligro que representaba, pronunciara un encendido discurso en el que instaba a todos los Eldar reunidos a actuar. Durante más de una hora dejó claro para cada uno de los presentes que, a menos que todos los Eldar de Iyanden combinaran sus esfuerzos, no habría posibilidad de rechazar a los Tiránidos, e incluso unidos no había seguridad en doblegar a la amenaza alienígena. Tras el final del discurso de Irillith, un susurro contenido llenó la Sala. Nada más tuvo que ser dicho, ya que todos los allí presentes habían comprendido al fin la enormidad de la tarea que tenían por delante. El Vidente Kelmon se alzó y ordenó que cada Eldar pusiera todo su esfuerzo en preparar las defensas del Mundo Astronave Iyanden. Todas las naves de la flota serían llamadas al combate, y cada uno de los Eldar quedarían vinculados a la Senda del Guerrero, ya fuera como Brujo, Guardián o Guerrero Especialista, algo sin precedentes desde los tiempos de la Caída.

Todo el Mundo Astronave fue reforzado y fortificado, ya que no había duda alguna de que los Tiránidos atravesarían como el papel las defensas exteriores y llegarían hasta el enorme planeta móvil. Se solicitó ayuda de los demás Mundos Astronave Eldar. En un sagrado ritual, el Avatar, el espíritu personificado de Kaela Mensha Khaine, el Dios de la Guerra del Mundo Astronave fue despertado para tomar parte en la batalla. Para acabar, a pesar de la reticencia del Vidente Kelmon y de la terrible afrenta y riesgo que implicaba, todas las ancestrales Joyas Espirituales del Mundo Astronave, habitadas por las almas de los Eldar muertos, fueron extraídas de sus lugares de reposo e implantadas en los cibernéticos exoesqueletos de los Guardias Espectrales, desde los que combatirían como Guerreros Fantasma. Como muchos estudiosos imperiales saben, cuando los Eldar mueren sus espíritus son albergados en una gema llamada Piedra o Joya Espiritual, que se injerta en la propia estructura del Mundo Astronave para preservar la consciencia del Eldar fallecido y evitar que migre a la Disformidad, en donde sería devorado por el Dios del Caos Slaanesh. Por lo tanto, cada Mundo Astronave es un ser vivo e inteligente que conserva un poco de la antigua grandeza de la civilización Eldar. Al arriesgarse a la destrucción de las Joyas Espirituales del Mundo Astronave, Kelmon se arriesgaba a la destrucción literal de las almas de los habitantes de Iyanden, así como de la cultura y memoria racial del Mundo Astronave. Era una táctica arriesgada, pero Kelmon sabía que los Guerreros Fantasma podían representar la diferencia entre la victoria y la derrota en la debacle que se avecinaba.

Comienza la Batalla[]

Los primeros enjambres Tiránidos atacaron Iyanden solo veinte días después. Para entonces el Mundo Astronave había estado aislado durante más de una semana por la Sombra en la Disformidad de la Mente Enjambre, que imposibilitó a los demás Mundos Astronave Eldar enviar ayuda a través de la Telaraña, o simplemente comunicarse psíquicamente con sus hermanos. Descontando algunas unidades dispersas que consiguieron abrirse camino, al final Iyanden tuvo que plantar cara a los Tiránidos en solitario. A pesar de las dificultades, las primeras e inmensas oleadas Tiránidas, compuestas por decenas de miles de Bio-naves, fueron neutralizadas con facilidad y eficiencia por la flota Eldar, debido a que sus naves eran mucho más rápidas, más maniobrables y tenían armamento de mayor alcance que las de sus oponentes.

Batalla tras batalla, las naves Eldar destrozaron a las lentas Naves Colmena biomecánicas de los Tiránidos sufriendo solo bajas mínimas. Por un momento, pareció que la flota Eldar sería capaz de detener por sí misma a los Tiránidos, a medida que oleada tras oleada de naves Tiránidas se estrellaba contra las defensas Eldar. Sin embargo, el Vidente Kelmon no estaba convencido de que fueran capaces de semejante milagro. Las capacidades de las forjas de Hueso Espectral del Mundo Astronave para reponer las naves Eldar destruidas ya se encontraban seriamente comprometidas debido a las bajas sufridas en las batallas del espacio profundo que rugían en torno al Mundo Astronave. La flota estelar Eldar estaba siendo triturada poco a poco en una masiva guerra de desgaste; un tipo de conflicto en que solo los Tiránidos, debido a la innumerable cantidad de sus efectivos, podía esperar ganar. Para confirmar los peores temores de Kelmon, la siguiente acometida hostil de los Tiránidos fue inmensa, casi del doble de grande que cualquiera de las anteriores que se habían enfrentado al Mundo Astronave. La flota Eldar sufrió bajas masivas en su intento de retener a los Tiránidos, y por primera vez resultó incapaz de evitar que la horda se abalanzara y aterrizara en el mismo Iyanden. A pesar de que las fuerzas de abordaje fueron barridas antes de que pudieran causar cualquier daño de importancia a las defensas de Iyanden, la flota Eldar dejó de existir como fuerza de combate a gran escala. A pesar del tenebroso resultado, aún quedaba esperanza, si es que la última oleada de la Flota Enjambre representaba la fuerza de asalto principal de los Tiránidos. Cuando la siguiente oleada resultó ser minúscula en comparación con las anteriores, la moral de los Eldar se elevó. A pesar de que la debilitada flota Eldar no podía evitar que los enjambres siguieran llegando al Mundo Astronave, las fuerzas de abordaje fueron tan fácilmente aisladas y repelidas que los Eldar pensaron que habían logrado capear la terrible tempestad que representaba la Flota Enjambre Kraken.

Antes de que la exhausta flota de Iyanden pudiera recuperar el resuello, el Mundo Astronave fue golpeado por dos masivos asaltos Tiránidos sucesivos que reunieron más tropas y naves que todos los anteriores juntos. Los patéticos restos de la flota Eldar, enfrentados a los Enjambres Tiránidos, plantearon la defensa más potente y valerosa que pudieron, pero acabaron siendo barridos y aniquilados por una incesante marea de naves vivientes alienígenas.

Con la flota Eldar barrida del espacio, los Tiránidos comenzaron a llegar al Mundo Astronave a bordo de Esporas Micéticas que contenían horda tras horda de Guerreros Tiránidos, Genestealers, Carnifexes y toda clase de Gantes. Pronto, masivas batallas estallaron por los cielos, campos y corredores de todo Iyanden mientras los Escorpiones Asesinos se enfrentaban a los Hormagantes, los Carnifexes peleaban contra los Guardianes Espectrales, los Vengadores Implacables intercambiaban disparos con los Termagantes, y los Halcones Cazadores y los Falcón lidiaban contra las Gárgolas y Harpías que sobrevolaban en lo alto. Los enfrentamientos rugían también en la Disformidad, en donde los Brujos se enzarzaban en duelos psíquicos contra los Zoántropos. Pronto, los Tiránidos consiguieron hacer aterrizar unos cuantos Biotitanes Hierofantes, que se enfrentaron a los gráciles Titanes Phantom de los Eldar.

A veces, mientras los Eldar luchaban con denuedo y desesperación para expulsar a los alienígenas invasores, diferentes batallas se desarrollaban de forma feroz separadas solo por un muro de Hueso Espectral. Los enfrentamientos fueron crueles y sangrientos, y a pesar de que los Tiránidos tuvieron que encajar unas pérdidas masivas, los contraataques Eldar, encabezados por la rugiente figura del Avatar de Khaine que dirigía a los Guerreros Especialistas, Guardianes, Guardias Espectrales y Señores Espectrales del Mundo Astronave en una orgía desenfrenada de destrucción lograron algunas victorias, pero el avance Tiránido destruyó la Fortaleza de las Lágrimas y, peor que ninguna otra cosa, los antiguos repositorios de la flora y fauna autóctonas de los perdidos mundos Eldar de Iyanden conocidos como los Bosques del Silencio. Se cuenta que cuando los Guerreros Eldar vieron la destrucción causada en las antiguas cúpulas arbóreas lloraron furiosas lágrimas de sangre.

Poco a poco los Eldar consiguieron invertir la marea y llevar la lucha hasta los Tiránidos en enfrentamientos crueles y sangrientos que les infligieron masivas pérdidas, forzándolos a defenderse. Sin embargo, los defensores Eldar poco a poco fueron sufriendo el desgaste de la titánica batalla. Entonces los escanners Eldar comenzaron a detectar horda tras horda tras horda de enemigos, tantas a la vez que se saturaron. Eran la avanzadilla de otra masiva acometida Tiránida, la tercera y más grande hasta el momento. Cuando el Templo de Asuryan quedó arrasado por las hordas Tiránidas, Kelmon supo que, excepto que se produjera un milagro, la caída de Iyanden era prácticamente segura. Sin que el Vidente lo supiera, el milagro estaba a punto de producirse.

El Retorno de Yriel[]

50 años antes del asalto Tiránido, el Alto Almirante Yriel, un Autarca, tuvo bajo su mando la Flota de Iyanden. A pesar de ser considerado como uno de los tácticos navales Eldar más brillantes que hubieran existido, su personalidad estaba plagada por el defecto del orgullo. Cuando Iyanden se vio amenazada por una flota espacial del Caos que realizaba sus asaltos desde el Ojo del Terror, fue Yriel quien dirigió a la flota Eldar en un asalto preventivo contra la nave insignia del Caos, lo que dejó desprotegido al Mundo Astronave Iyanden. Aunque regresó a tiempo para evitar un ataque suicida llevado a cabo por una pequeña flotilla de naves de asalto del Caos, el Mundo Astronave quedó seriamente dañado. Yriel, que estaba esperando recibir honores y festejos por su victoria, quedó severamente ultrajado cuando se le exigió presentarse ante el Consejo para explicarse por el curso de acción que había tomado. Insistiendo en que sus victorias previas hablaban por sí mismas, Yriel se negó a entrar en el debate, obligando a su antiguo amigo, el Vidente Kelmon, a tener que elegir un nuevo Alto Almirante. Furioso, Yriel juró que no volvería a poner sus pies en Iyanden jamás. El y un pequeño retén de sus seguidores abandonaron el Mundo Astronave para seguir la Senda del Proscrito, creando una compañía de Corsarios Eldar conocida como los Incursores de Yriel, que acabó por convertirse en la fuerza pirata Eldar más poderosa en la Galaxia.

Cuando recibió noticias del asalto de la Flota Enjambre Kraken sobre Iyanden, el Príncipe Yriel intentó ignorar el peligro que acechaba a su Mundo Astronave. Sin embargo, a pesar de que las cicatrices de su herido orgullo seguían abiertas, Yriel no podía soportar el dejar que la gente de Iyanden queda condenada a un destino tan oscuro. Abriéndose paso entre los bloqueos psíquicos de los Tiránidos, Yriel avanzó con decisión en ayuda de su pueblo, llegando justo en su hora más oscura.

Como un relámpago surgido de la nada Yriel y su gran flota de naves piratas Eldar golpearon al enjambre de naves Tiránidas. Pronto se le unieron las pocas naves restantes de la flota de Iyanden, tras lo que las flotas Eldar combinadas aplastaron a los enjambres de la Flota Enjambre Kraken. Dos oleadas más de naves de la flota Tiránida intentaron atacar al Mundo Astronave, pero resultaron igualmente aniquiladas. Ni una sola bio-nave Tiránida alcanzó al Mundo Astronave, a pesar de que el coste para la flota de los Corsarios de Yriel fue bastante alto. Heridos pero no doblegados, los Corsarios se prepararon para vender caras sus vidas rechazando a las demás oleadas de naves Tiránidas. En los puentes del Mundo Astronave y de las naves que lo rodeaban, ojos vigilantes controlaban los escáneres, esperando la primera señal reveladora de la dirección del que procedería el siguiente ataque. Pasaron los minutos, después las horas. Con un creciente sentimiento de maravilla, los Eldar se dieron cuenta de que no se acercaban más enjambres Tiránidos: la batalla espacial había acabado. ¡La Flota Enjambre Kraken había sido dispersada, y había perdido toda coherencia!

Sin embargo, la batalla continuaba en el Mundo Astronave Iyanden. Las hordas Tiránidas, que hasta entonces habían estado operando como una tenaz fuerza de retaguardia a la espera de los refuerzos del resto de la Flota Enjambre, ahora se comportaban como ratas acorraladas que se abalanzaban de forma frenética contra los Eldar. Estos, cogidos por sorpresa por el súbito cambio de actitud de sus enemigos, retrocedieron e intentaron resistir de forma desesperada al maremoto de los Tiránidos. La Fortaleza de la Luna Roja cayó por un asalto sorpresa, lo que por un momento hizo creer que, aún con la victoria al alcance de la mano, los Eldar iban a ser derrotados. Sin embargo, por segunda vez, Yriel, al mando de sus Corsarios, se lanzó al rescate del Mundo Astronave. Descendiendo de sus naves espaciales en órbita, los Corsarios se unieron a los heridos defensores del Mundo Astronave Iyanden y, paso a paso, metro a metro, lograron repeler a los Tiránidos.

Entones, cuando la esperanza volvía a brillar, una oscura nube apareció para cubrirla, un enorme Tirano de Enjambre que dirigía a la frenética horda, aniquilando todo lo que se cruzaba en su camino y prácticamente inmune a los disparos de los Eldar. En medio de la carnicería, el Avatar de Khaine, el unico guerrero capaz de acabar con el Tirano de Enjambre, avanzó al frente y, rugiendo un desafío a la bestia, se arrojó al combate contra ella. Sin embargo, los Tiránidos no conocen los concepos de cobardía u honor, por lo que no conciben siquiera un combate singular en dichos términos. Por ello, en lugar enzarzarse en la lucha mano a mano que esperaba el Avatar, el Tirano de Enjambre atrajo al enfrentamiento a una docena de Carnifexes para que acabaran con el guerrero acorazado.

La caída del Avatar casi acabó con las últimas hebras de esperanza de los Eldar, pero fue en aquel momento cuando Yriel reclamó de nuevo su posición, esta vez para la eternidad, como héroe legendario de su pueblo, al llegar justo en aquel momento para eforzar a las dañadas y desmoralizadas tropas de tierra. Cuando los Tiránidos parecieron estaren el filo de conseguir aplastar las últimas líneas de defensa Eldar, entre las que estaban los últimos Guerreros Fantasma, Yriel en persona se lanzó a la batalla empuñando la temida y maldita Lanza del Crepúsculo, una antigua arma tan poderosa que literalmente quemaba y consumía la fuerza vital de aquel que la empuñara. Yriel estaba dispuesto a poner su alma inmortal en la picota voluntariamente para acabar con los Tiránidos.

El monstruoso Tirano de Enjambre se volvió para enfrentarse al Príncipe Pirata Eldar, pero no fue un adversario digno de la Lanza del Crepúsclo, que Yriel clavó con un gesto fluido en el craneo de la criatura, atravesándolo y matando a la criatura sinápticaTiránida. Con su comandante muerto, los Tiránidos dejaron de atacar como una fuerza cohesionada, se dispersaron y revirtieron a sus instintos más primarios. Tras una serie de cruentas batallas unilaterales los últimos Tiránidos fueron cazados y destruidos. El asalto Tiránido sobre el Mundo Astronave Iyanden había finalizado, y los Tiránidos habían sido doblegados y derrotados.

Sin embargo, la victoria de Iyanden fue una victoria vacía. A pesar de que los Eldar habían logrado repeler a los invasores y emergido victorioso, solo se había conseguido dicho resultado pagando un terrible precio. El una vez orgulloso Mundo Astronave había acabado arrasado, y cuatro quintas partes de sus habitantes habían muerto o agonizaban en los fracturados salones. Entre ellos estaba el Vidente Kelmon, rodeado por los cadáveres de una docena de Zoántropos Tiránidos, cuyas retorcidas cabezas mostraban las señales del fuego psíquico. La otrora poderosa flota estelar de Iyanden era apenas una lamentable sombra de su antigua gloria, y los abrasados restos de sus majestuosas naves espaciales y sus valerosas tripulaciones flotaban silenciosa e ingrávidamente en el vacío del espacio. No obstante las pérdidas ocurridas, todo podía ser reparado, quizá no durante centenares de generaciones, pero si algún día del distante futuro. Lo que sí se perdió para siempre fueron las incontables almas Eldar de las Joyas Espirituales destruidas en la batalla contra los Tiránidos. La masiva destrucción sufrida por la gente y los Guerreros Fantasma de Iyanden infligió tanto al Mundo Astronave como a la especie Eldar en su conjunto un golpe de que su cultura jamás se recuperaría. Los Eldar habían aprendido a base de sangre, dolor y muerte una penosa lección, gracias a la cual jamás volverían a subestimar al Gran Devorador.

La Derrota del Kraken[]

La Flota Enjambre Kraken era solo un conjunto de fragmentos dispersos de su antiguo poder, aunque el crédito de su desbandada no puede ser reclamado ni por los Eldar defensores del Mundo Astronave Iyanden ni por las acciones de los Ultramarines en Ichar IV. Los Eldar y el Imperio habían luchado como aliados forzosos—de no haber atacado Kraken a Iyanden, la victoria de los Ultramarines en Ichar IV habría sido completamente imposible, y viceversa. De haber flaqueado y caído cualquiera de ambos frentes, ya fuera el de Iyanden ya fuera el de Ichar, Kraken hubiera sido totalmente imparable.

Los restos esparcidos del asalto Tiránido sobre Ichar IV se dirigieron hacia el núcleo galáctico, atravesando los perímetros de defensa del Imperio preparados para enfrentarse contra la Flota Enjambre Kraken. Dichas flotas fragmentadas se convirtieron en una amenaza aún mayor contra el Imperio, ya que se lanzaron al ataque contra mundos desprevenidos ó pobremente defendidos que se encontraban alejados de las zonas de combate principales de los Tiránidos de la Franja Este de la Galaxia. Las batallas contra dichas flotas escindidas de Kraken continuaron muchos años después del final del enfrentamiento contra la Flota Enjambre, lo que drenó los recursos defensivos imperiales contra incursiones Tiránidas posteriores. Se duda de que la verdadera extensión del coste de la devastación provocado por el Kraken sea jamás computada por los Adeptus del Administratum.

Las flotas escindidas están compuestas por apenas una docena de Naves Colmena, pero incluso solo una docena de dichas naves vivientes es más que capaz de aplastar un mundo humano y cosechar toda su biomasa, convirtiéndolas en una amenaza cada vez mayor. Algunos fragmentos de Kraken se han vuelto tan grandes usando estas tácticas que han sido clasificadas por el Imperio como Flotas Enjambre por derecho propio. De hecho, la Flota Enjambre Magalodon creció a partir de uno de los fragmentos de Kraken y sigue arrasando hoy día porciones del Imperio. Otra Flota Enjambre que creció a partir de un fragmento de la Kraken fue la Flota Enjambre Eumenides que finalmente fue destruida por una fuerza de combate Tau liderada por O'Shaserra cuando esta asaltaba un mundo humano que tenia alianzas con el Imperio Tau.

Consecuencias de la Invasión[]

Sin duda, los Tiránidos como especie han aprendido mucho acerca de las defensas interiores del Imperio a través de las acciones de la Flota Enjambre Kraken y sus flotas escindidas. En cada batalla en la que los Tiránidos se han implicado, sin tener en cuenta el resultado, han aumentado el siempre creciente entendimiento de la Mente Enjambre acerca del comportamiento y las tácticas de su nueva presa. Quizá esa fuera la verdadera razón de la existencia de la Flota Enjambre Kraken, probar las defensas del Imperio para la próxima gran invasión Tiránida a la Galaxia de la Vía Láctea. Si esa brillantez estratégica es una de las señas de identidad de la Mente Enjambre, no solo la Humanidad, sino todas las razas inteligentes de la Galaxia deberán temer los días que se aproximan.

Pero no solo los Tiránidos aprendieron sobre el Imperio, ya que a pesar del incontable número de bajas, las fuerzas del Imperio también llevaron a cabo algunos descubrimientos:

  • Las Naves Colmena pueden ser abordadas, si la tripulación se encuentra sumida en una hibernación profunda.
  • Los Psíquicos imperiales descubrieron que los Tiránidos estaban dirigidos por una inteligencia psíquica, aunque la existencia del concepto de la Mente Enjambre aún tardaría en conocerse.
  • Los Altos Señores de Terra adoptaron una doctrina por la cual debía buscarse la total destrucción de los Tiránidos, fuera cual fuera su número y fuerza, y fuera cual fuera el precio a pagar.

Desgraciadamente para el Imperio, apenas hubo tiempo para respirar y comenzara a aplicar las medidas desarrolladas tras la Segunda Guerra Tiránida, ya que se descubrió que tanto la Flota Enjambre Behemoth como la Flota Enjambre Kraken no habían sido sino simples fuerzas de reconocimiento para la verdadera amenaza a toda vida que venía tras ellas: la Flota Enjambre Leviathan, que llegó a la Galaxia en el 997.M41.

Posible retorno[]

A finales del 41º Milenio aparecieron pruebas que apuntaban a que un fragmento de la Flota Enjambre Kraken estaba operando en el Sector Vidar, una región del espacio plagada de guerras y conflictos, en la que pudieron abalanzarse sobre múltiples mundos. No se descarta la posibilidad de que, con el tiempo, la absorción de dichos mundos permita a la flota escindida crecer hasta el tamaño de su progenitora y provocar el caos y la destrucción de nuevo a una escala sin casi precedentes.

Esquema de Color[]

Las criaturas de la Flota Enjambre Kraken tienen una pauta cromática de piel color hueso con caparazones rojizos. Sus armas simbióticas suelen ser de color negro o hueso.

Fuentes[]

Extraído y traducido de, Lexicanum Alemán, Lexicanum Inglés y Lexicanum Francés.

  • Codex: Tiránidos (Ediciones 2ª a 5ª).
  • Codex: Eldar (4ª Edición).
  • Codex: Mundos Astronave (3ª Edición).
  • Codex: Tau (3ª Edición).
  • Codex: Imperio Tau (6ª Edición).
  • Warhammer 40,000: Reglamento (Ediciones 3ª y 5ª).
  • Battlefleet Gothic: Perdición de los Eldar.
  • Hive War (Ampliación de Epic).
  • White Dwarf Nº 263 (Edición Estadounidense).
  • Damocles (Antología).
  • The Greater Good (Novela), por Sandy Mitchell.
  • Rogue Star (Novela), por Andy Hoare.
  • Star of Damocles (Novela), por Andy Hoare.
  • Savage Scars (Novela), por Andy Hoare.
  • Penumbral Spike (Novela), por Ben Counter.
  • Sanctus Reach (Antología).
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