El Sargento Guillermito, mascota de los Marines Espaciales, tiene el honor de patrocinar este espacio por orden del Capellán Cassius de los Ultramarines. ¡Pulsa sobre él y te acompañará a una Cruzada épica! ¡Lee más! ¡Sin piedad, sin remordimientos, sin miedo! |
La Falange (Phalanx en inglés) es la fortaleza monasterio móvil de los Puños Imperiales, la nave que el propio Rogal Dorn llevó a Terra para ponerse a las órdenes del Emperador. Aún hoy día ejerce como núcleo principal de las operaciones del Capítulo.
La Falange siempre está en órbita sobre Terra y es por ello que el mundo natal de los Puños Imperiales se considera que es la misma Terra.
Historia[]
Orígenes[]
Los orígenes de la Falange yacen envueltos en la Era Oscura de la Tecnología y sus constructores y propósito se perdieron en el gran vacío que se tragó gran parte de la turbulenta historia de la Humanidad. Pero la Falange aguantó allí donde no lo hicieron los registros de aquella época, inactiva y a la espera de un comandante que pudiera vincularla de nuevo al servicio, en los cielos sobre el mundo helado de Inwit. La Falange encontró a ese comandante en Rogal Dorn, bajo cuya mirada exigente, la poderosa estación de batalla fue restaurada para funcionar. Fue el trabajo de largos y arduos años, ya que muchos de los sistemas de la Falange desconcertaban incluso al más sabio de los expertos en tecnología de Inwit. Sin embargo, para cuando el Emperador llegó a Inwit en busca de su hijo perdido, la potencia de fuego de la Falange empequeñecía a la de flotas enteras, y su piel blindada estaba pensada para resistir incluso la furia de una estrella moribunda.
De esta guisa Rogal Dorn saludó a su padre por primera vez, desde el puente de una nave de guerra cuya circunferencia rivalizaba con la de una pequeña luna, con la cubierta de proa atestada de cruceros de batalla mientras incontables oleadas de aeronaves de combate volaban desde las bahías de hangares. Sin embargo, la Falange no era el desafío de Dorn ante el Emperador, sino su regalo. La estación de batalla era una generosa promesa de fidelidad, ya que incluso en aquella época dorada era única en poder y fortaleza. Cuando el Emperador ordenó que la Falange permaneciera siempre bajo el mando de Dorn, como refugio y monasterio de guerra para los hermanos de batalla de la VII Legión, esta se convirtió en el duradero símbolo de un vínculo inquebrantable entre padre e hijo.
En los días de cruzada y herejía, la sombra de la Falange cayó sobre miles de mundos, con la furia de los Puños Imperiales siguiéndola de cerca. Tan formidable era la nave que en los primeros embates de la Herejía de Horus, se decía que los Primarcas traidores consideraban la ubicación de la Falange antes de planear cualquier asalto, para que su poder no interfiriera en sus planes en el momento más inoportuno. Si la Falange hubiera tenido un papel más amplio en la Herejía, muchas batallas podrían haberse desarrollado de manera diferente, pero Dorn situó la estación de batalla sobre Terra para salvaguardar el Palacio Imperial. Sobrevivir a los últimos días de la Herejía es un testimonio de la fuerza inquebrantable de la Falange y su vigilancia nunca falló incluso en los momentos más oscuros.
Santuario[]
En los milenios pasados desde la Herejía de Horus, la Falange ha seguido sirviendo como la Fortaleza monasterio de los Puños Imperiales y actuando como base crucial para las operaciones de su flota. Aunque Terra está registrada oficialmente como el mundo natal del Capítulo, para los Puños Imperiales esto es cierto en la medida que la Falange se encuentre en órbita encima del más bendecido de los planetas.
Ya sea que los reclutas provengan de Terra, de las lunas jovianas, de Inwit, Pharos, Necromunda o de cualquiera de otra veintena de mundos, es a la Falange donde los traen, sin importar en qué parte de la galaxia se encuentre la estación espacial, para emprender en ella la siguiente fase de selección y formación en las Salas Martialis. Tan grande es la Falange que cubiertas enteras se convierten en campos de entrenamiento diseñados para poner a prueba a los aspirantes hasta sus límites, cada cubierta especialmente diseñada para representar todo tipo de ambientes de combate que los Puños Imperiales pueden esperar encontrar. Estos ciclos de riguroso entrenamiento evalúan a miles de reclutas, aunque solo unos pocos demostrarán ser dignos de la semilla genética y el legado de Rogal Dorn.
De los que no lo consigan, tal vez la mitad sobrevivan para ganarse el honor menor de ser reclutados en la Auxilia Áurica de la Falange, un cuerpo permanente de tropas encargadas de la defensa de la estación, o bien servir como procuradores y supervisores feudales en los mundos de reclutamiento. Incluso los muertos sirven, a su manera, con su materia comprimida en partículas súper densas con las cuales se elabora la munición para los macro-cañones de la Falange.
La Falange es un mundo en sí misma, tripulada por millones de almas y acompañada por una flota de un tamaño y esplendor nunca antes vistos desde la época de la Gran Cruzada. Dentro de su caparazón plagado de cicatrices de batalla se pueden hallar polvorientos pasadizos no transitados desde hace generaciones y cámaras que aún resuenan con órdenes estentóreas de guerreros muertos desde hace mucho tiempo. Incluso zonas muy transitadas por naves de transporte, trenes gravitacionales o pasos incansables parecen estar llenas de viejos fantasmas y ojos siempre vigilantes. Es como si el mismo Dorn todavía estuviera presente, juzgando los actos de aquellos que siguen sus pasos.
La estación de batalla es una fortaleza que solo los hijos de Dorn podrían diseñar, repleta de emplazamientos, bastiones y fortalezas de vigilancia incansables. Escabullirse a bordo pasando inadvertido es casi imposible aunque si fuera el caso dicho intruso se enfrentaría a la muerte en cada pasillo. Incluso los emisarios acreditados para acceder a la Falange están acompañados en todo momento, una restricción que se aplica especialmente si se trata de delegados del Adeptus Mechanicum, los cuales anhelan profundizar en los secretos de la nave. Cualquier infracción del protocolo significa la muerte.
Sin embargo, sobre todas las cosas, la Falange es un templo al deber, y sus lúmenes siempre están sumidos en tonos sombríos. Cada muro está adornado con recordatorios de batallas ganadas y perdidas que relatan heroicas glorias e iniquidades más allá del perdón. Murales ornamentados y bajorrelieves decoran sus pasillos conmemorando victorias en Terra, Askanisa, la deriva de Consus, Malodrax y miles más. Pasillos de kilómetros de largo con suelos de mármol pulido muestran innumerables trofeos: los últimos restos de razas e imperios perdidos para siempre después de ser conquistados por los Puños Imperiales. Mientras tanto, gigantescas imágenes de hermanos de batalla caídos observan severamente las bahías de carga y amarres de los hangares, antiguos héroes que aún están al servicio del Emperador.
En lo profundo del venerable corazón de la Falange, sellados a todos excepto a los foráneos de más confianza, se encuentran los santuarios de los Puños Imperiales. El Templo de los Juramentos fue una vez el corazón espiritual de la VII Legión, dedicado a los ideales de la Gran Cruzada. Ahora está sellado y prohibido, ya que aquellos que una vez se les permitió caminar por sus pasillos sin permiso de Dorn murieron hace milenios. El cercano Claustro del Recuerdo es el equivalente más cercano al Capítulo. Si el Templo de los Juramentos está cubierto de trofeos capturados y honores de batalla, el Claustro es austero y sin amueblar. Es aquí donde los actuales capitanes renuevan los juramentos tomados bajo las estatuas de los héroes.
Alrededor de estos dos grandes santuarios hay un arsenal de armerías, cámaras de meditación y arenas, cada una con el nombre de un antiguo honor de batalla. El duelo ritualizado es una práctica común y alentada dentro de los Puños Imperiales, ya que no solo permite resolver los desacuerdos antes de que tengan la oportunidad de supurar, sino que también mantiene la mente y el cuerpo afilados.
Quizás el santuario más grande de todos es el strategium, desde el cual las órdenes se emiten no solo a la estación de batalla en sí, sino también a la flota acompañante. La Falange se despliega de acuerdo con la voluntad del Señor del Capítulo, pero lucha bajo la dirección del comodoro, un capitán de compañía elevado a un cargo tan excelso únicamente después de acumular un récord de batallas impecable a lo largo de muchas décadas. Apoyado por oficiales, navegantes, magos tecnológicos y la miríada de guerras en el vacío, el comodoro actúa sin temor ni duda, dirigiendo la formidable ira de la Falange con la precisión de un verdadero veterano.
También es en el strategium donde los oficiales del Capítulo renuevan sus juramentos ante la mano esquelética encerrada en estasis de Dorn. Aunque abundan los rumores de que Dorn continúa su noble lucha en el día de hoy, esta mano es el único resto conocido del Primarca desde su desaparición a bordo del acorazado del Caos clase Saqueador Espada del Sacrilegio. Se dice con razón, y con un humor sombrío poco común entre sus estoicos hijos estoicos, que Dorn todavía tiene una mano en cada mundo liberado y cada hereje asesinado.
Leyenda renacida[]
Sin embargo, toda la gloria de la Falange, está impregnada de una verdad sombría e ineludible. Milenios de guerra constante se han cobrado un alto precio. A pesar del incesante esfuerzo, cada año fallan más y más sistemas de la poderosa estación y la habilidad requerida para repararlos ha desaparecido de la memoria viva. Al final del 41M, la Falange funcionaba a una décima parte de su antigua gloria. Rara vez conquistaba las estrellas como un coloso de la guerra y sus venerables motores se encendían únicamente en la más extrema necesidad. La que fuera el hogar de una Legión de más de cien mil Marines Espaciales, con millones de siervos, sirvientes y asistentes, muchos de sus vastos salones y barracones habían quedado abandonados ya que no eran necesarios para el mucho más pequeño Capítulo que llevaba el nombre de la Legión.
Peor aún, durante una fatídica batalla por encima del condenado planeta Cadia durante la 13ª Cruzada Negra de Abaddon el Saqueador, la Falange se enfrentó no solo a las mejores naves de la Flota Negra del architraidor, sino también a toda una Fortaleza Negra. La Falange salió victoriosa, pero a partir de entonces permaneció mucho tiempo en la órbita de Terra, donde sus heridas fueron atendidas por orden del propio Roboute Guilliman. El Primarca Renacido determinó que la legendaria nave de su hermano volvería a surcar las estrellas en nombre del Emperador, limpiando la galaxia de enemigos.
En un acto de inusual solidaridad, los Custodes de la Hueste Escudo de los Guardianes de las Sombras abrieron una de sus celdas oscuras y regalaron a Vorn Hagan, Señor del Capítulo de los Puños Imperiales, tecnología secreta que había estado oculta en lo profundo de sus bóvedas. Afirmaron que tal vez les daría a los hijos de Dorn la oportunidad de devolver a su hogar espiritual y nave insignia por lo menos algo de su antigua gloria. Agradeciendo el regalo, los Puños Imperiales pusieron inmediatamente en práctica esta tecnología y obtuvieron resultados asombrosos.
Una vez completadas las reparaciones, la Falange funcionó a un nivel que no se había visto en incontables años. Los Puños Imperiales, normalmente de carácter desapasionado, contemplaban maravillados las olvidadas cámaras mientras los cañones que habían estado inactivos zumbaban con nueva vida. Algunos especularon abiertamente sobre la posibilidad de un motivo oculto detrás de la ayuda del Adeptus Custodes y el Capitán Lysander insistió en que se redoblaran los protocolos de seguridad en todas las tripulaciones y sistemas de la nave para que no existieran espías entre ellos. En cualquier caso, la estación de batalla renació, eclipsando el poder de cualquier nave imperial, y ahora atraviesa las estrellas lista para derribar a los enemigos del Imperio una vez más.
Armería[]
En lo profundo de las entrañas de la Falange, selladas tras enormes puertas cuyos bajorrelieves conmemoran la primera reunión de Rogal Dorn y el Emperador, se encuentra la Armería de los Puños Imperiales. Es aquí donde las armas y servoarmaduras del Capítulo se reparan después de cada batalla y se preparan para servir de nuevo en esta nueva era de guerra interminable. La Armería es una fuente de gran orgullo para los Puños Imperiales, pero actualmente, con la mayoría de sus cámaras vacías, también sirve como un triste recordatorio de las pérdidas sufridas durante milenios.
Como herederos de la VII Legión, los Puños tienen el honor de luchar portando algunas de las reliquias más antiguas y veneradas de todo el Imperio; servoarmaduras, armas e incluso varios tanques de batalla cuyos orígenes se remontan a los días de la Gran Cruzada. Con sus enfermos mecanismos aplacados por diligentes Tecnomarines y sus heridas de guerra aliviadas por insensibles servidores, tales reliquias sirven tan bien en la Era Indomitus como lo hicieron tras su primera forja.
Por desgracia, este gran tesoro sobrevive como una fracción de su antigua gloria. Muchas piezas irremplazables se perdieron en la casi aniquilación del Capítulo durante la Guerra de la Bestia. Aunque su función pronto fue reemplazada por nuevas armas proporcionadas por mundos forja, la pérdida espiritual se hizo eco a través de los siglos. Todavía hoy, un puñado de Tecnomarines del Capítulo recorren la galaxia en busca de fragmentos de la historia de la Armería, saqueados por korzarios pieles verdes. Es una triste búsqueda porque la pérdida sucedió hace miles de años por lo que se consiguen pocos hallazgos. Un raro ejemplo es la placa de protección del Rhino de mando del Capitán Koorland, desenterrada en un montón de desechos de un Kaudillo orko en el Sector Charadon durante los últimos días de M41. Recuperar esta reliquia costó dos vidas del Capítulo, pero todos consideraron que la pérdida era digna del precio conseguido.
La Armería se extiende hasta donde alcanza la vista, fila tras fila de vehículos blindados e imponentes armaduras de guerra que esperan su próxima guerra. Miles de servidores robóticos y siervos capitulares trabajan allí constantemente y la cacofonía de sus servo-brazos, cortadores de plasma y sopletes dominan los corredores día y noche.
Aunque la Armería se ve desprovista a ojos de los Puños Imperiales, sigue siendo un conjunto de material bélico que los Capítulos de fundaciones posteriores envidiarían. Es en la Armería donde los capitanes de Compañía y los comandantes de fuerzas de ataque solicitan el armamento más pesado que el Capítulo puede proporcionar: vehículos blindados tan inflexiblemente letales como cualquiera que se encuentre dentro de los límites del Imperio; invencibles trajes de guerra que aumentan incluso la fuerza bruta de un Marine Espacial hasta nuevas y prodigiosas cotas y, por supuesto, Dreadnoughts: los sarcófagos cibernéticos de hermanos de batalla que luchan desde el precipicio de la misma muerte tras haber sufrido heridas terriblemente graves.
Las distintas compañías del Capítulo pueden recurrir a la Armería para complementar sus distintivas fortalezas o compensar sus debilidades. Como corresponde a la forma de guerra elegida por los Puños Imperiales, la mayoría de las solicitudes se centran en mejorar la potencia de fuego en bruto. Esto es especialmente cierto en las compañías de batalla, cuyos capitanes a menudo sienten la necesidad de complementar los dos escuadrones de fuego de apoyo bajo su mando con activos formidables de la armería y poder llevar a cabo mejor las campañas en nombre de Rogal Dorn. Los Vindicators, Predators y Repulsors rara vez están fuera de servicio y se retiran únicamente para reparar las peores heridas de guerra, y los trajes de guerra Centurión se han asociado tan estrechamente con ciertas compañías que existen dudas sobre si realmente se encuentran bajo la jurisdicción del Señor de la Forja.
Trasfondo antiguo[]
La Falange es enorme, su tamaño es similar al de un pequeño satélite y se cuenta que brilla como una estrella más en el firmamento. Durante la Gran Cruzada, su impresionante tamaño sirvió como símbolo de la nueva era imperial.
La capacidad y los usos de la Falange son muy variados y están totalmente a disposición de los Puños Imperiales. Por ejemplos secciones enteras de la Fortaleza-Monasterio emulan escenarios y entornos de batalla para la instrucción de nuevos hermanos de batalla. La proa tiene capacidad para una docena de cruceros, y en su interior ha desarrollado un ecosistema propio, incluyendo especies únicas de animales que han evolucionado a lo largo de la larga historia de la nave.
Naturalmente, las reliquias del Capítulo, así como los restos de Rogal Dorn, se guardan en el interior de la nave.
Conflicto de canon[]
Los orígenes de la Falange no están del todo claros y hay dos vertientes principales:
- La entrada del Index Astartes de los Puños Imperiales sostiene que no hay origen conocido para la Fortaleza-Monasterio, pero la creencia general es que fue construida durante la Era Oscura de la Tecnología, anterior al mismo Imperio. La nave habría sido descubierta por Rogal Dorn, quien al ponerse al servicio del Emperador quiso regalársela, pero este la rechazó y deseó que Dorn conservara la Falange para su propia Legión.
- Dan Abnett, en su relato Lightning Tower afirma que la gran nave fue diseñada y construida por el propio Rogal Dorn.
Sobre todo en el aspecto exterior se difiere más en su aspecto: mientras unas descripciones nos llevan a una estructura de altísimos bloques con forma de aguja entrelazados, otras proponen una forma totalmente esférica y confundible con una luna auténtica o un navío espacial de muchos kilómetros de longitud con una superficie triangular repleta de sensores y armamento.
Fuentes[]
- Suplemento Codex: Puños Imperiales (8ª edición).
- Index Astartes II - Puños Imperiales (Libro de Transfondo), pag. 12
- Hijos de Dorn, por Chris Roberson, pag. 82.
- La Huída de la Eisenstein, por James Swallow, Capítulo 14º
- Phalanx, por Ben Counter, Capítulo 1º.
- The Dark King - The Lightning Tower (Audiolibro), Dan Abnett y Graham McNeill, pag. 8
- Web de Black Library.