"La misma imagen. La composición. Tenía un ojo extraordinario como rememoradora. Dudo que ninguna alma del Imperium haya ni siquiera igualado su habilidad de capturar las imágenes."
- —Sejan Karyl. Miembro del Cognitae (haciéndose pasar por marchante de arte) alabando el trabajo de Euphrati Keeler.
Euphrati Keeler fue una rememoradora asignada a la 63ª Flota Expedicionaria durante la Gran Cruzada para observar y grabar las operaciones de los Lobos Lunares. Era una imaginista de cierta fama. Ella estuvo presente en el campo de batalla desde el inicio de los años conocidos como la Guerra de la Herejía. Había sido testigo de los primeros actos del derramamiento de sangre. Ella permaneció en el momento del punto cero donde la historia dio un cambio, y lo vivió con un pictógrafo en mano, capturando dicha transformación. Su historia no acabó allí. Podía haber sido fácilmente una de los tres trillones de vidas que se extinguieron en los fuegos que se produjeron. En el M41 e inicio del M42 su nombre no es comúnmente conocido, aunque sí que es conocida como Santa Euphrati.
Era una mujer atrevida y con una fuerte personalidad.
Historia []
Trauma y acto de Fe[]
Las creencias de Keeler sufrieron un tremendo shock a causa de ser testigo de la aparición de un Daemon de la Disformidad llamado Samus en dicha cordillera. Este hecho la impulsó a ingresar en las filas del Lectio Divinitatus, un culto que propugnaba que el Emperador de la Humanidad era un Dios y al que adoraban como tal.
Su devoción por el Emperador se puso de manifiesto cuando el iterador imperial Kyril Sindermann invocó por error a un daemon utilizando un fragmento el Libro de Lorgar, grabado en la cabeza del primer capellán Erebus cuando se encontraban en la biblioteca del Espíritu Vengativo, la nave insignia del Señor de la Guerra Horus. Keeler se mantuvo en pie delante de la bestia e invocando al Emperador desterró de nuevo al daemon a la Disformidad.
Consecuencias y destino: Santa Euphrati[]
Keeler quedó en un estado que se podría definir como catatónico. La noticia se expandió por la 63ª Flota Expedicionaria, llevando a los miembros del Lectio Divinitatus a verla y a llamarla Santa Euphrati, una venerada profeta del Emperador. Fue bendecida con la gracia divina y con dones. De ella, y aquellos cercanos a ella en aquellos lóbregos días, nació la esencia de lo que se denominó el Credo Imperial. Fue una de los primeros Santos. Gracias a ella, y los discípulos que estaban a su alrededor, se alzaron los dogmas de la Lectitio Divinatus, la verdad para todos nosotros, de que el Emperador de la Humanidad no es un hombre, sino un dios. Es a través de ella que la verdad fue reconocida. La fe del Dios-Emperador nació con ella.
Por este motivo se convirtió en un objetivo a eliminar por los asesinos del primarca traidor Horus el cual mandó al guerrero Maggard para acabar con ella, cosa que Keeler impidió. Keeler despertó brevemente antes de la batalla en Isstvan III y advirtió que en sueños había percibido que algún tipo de plan diabólico estaba en marcha. Fue testigo de los bombardeos orbitales sobre Isstvan y convenció al Capitán astartes Iacton Qruze a que les ayudara a escapar del Espíritu Vengativo.
Más tarde escapó del sistema Isstvan a bordo de la fragata Eisenstein, comandada por el capitán Nathaniel Garro, un marine espacial de la legión de la Guardia de la Muerte que se mantenía leal al Emperador.
Las Hermanas del Silencio creyeron que Keeler era una psíquica y fue llevada a la fortaleza monasterio que la Hermandad poseía en la Luna donde fue interrogada. Lo cierto es que, además de expulsar al daemon a la Disformidad con una potencia que ni siquiera Ing Mae Sing, astrópata jefe del Espíritu Vengativo, pudo igualar; llegó a contactar psíquicamente con Garro, a detener en el aire las balas que Maggard disparó y a ser capaz de desarrollar capacidades de premonición y de persuasión. Todo ello parece obra de un psíquico de cierto poder, pero no se menciona en momento alguno que quienes se encontrasen a su lado sintiesen la extraña sensación que éstos producen cuando actúan, ni que tuviera una conexión con la disformidad.
Su destino es desconocido. Lo último que se conoce sobre ella es que Kyril Sindermann y Mersadie Oliton la siguieron a su cautiverio por las Hermanas del Silencio en Luna; que aún tras ser apresada es capaz de avisar a Garro del peligro que suponía El Señor de las Moscas y que, la última vez que Garro la ve, días después de su detención, Keeler parece cansada pero no muestra signos de maltrato.
Carrera como Rememoradora[]
Pese a no tener tanta importancia como sus hazañas en aquella época, se debe destacar su papel como rememoradora. Euphrati Keeler se consideró por todos en el Imperio como poseedora de un don único y excepcional para plasmar en sus cuadros lo que acontecía en la Gran Cruzada, tenían un ojo extraordinario como rememoradora. Su trabajo era remarcable. Debido a sus habilidades fue escogida, por supuesto, para la expedición.
Entre sus cuadros destaca un magnífico retrato original del consagrado fundador de la verdad Imperial, Horus Lupercal, en vida, antes de su caída. Su obra era una maravilla para la vista, exquisito, impactante, realizado en cristal, con marco de plastek. La belleza y la fuerza de su visión transmiten la profundidad de la catástrofe que ocurrió. Este cuadro en concreto fue visto en en el M41 por el Inquisidor Gregor Eisenhorn, en una selecta subasta en Pallik, en el Sector Scarus. La misma imagen. La composición. Un milagro más allá de toda medida que una cosa tan frágil haya perdurado tanto tiempo. Este cuadro incluye anotaciones. Algunos documentos frágiles escritos de su puño y letra, describiendo la imagen y las circunstancias de su captura. Se decía que aquellas anotaciones eran reveladoras. Lo que mostraban, en la propia escritura de Keeler, consideraba a Horus un hombre, no un transformado, un ser daemónico. Las relacionaban con el hecho comúnmente conocido con el momento en que el Emperador denegó su propia divinidad. Había formalmente declarado que no era un Dios, y buscó suprimir dicha noción. La Lectitio Divinatus estaba creciendo en aquel momento. Dichas notas mostraban que el Emperador quería la Lectitio Divinatus proscrita y prohibida. Esas anotaciones mostraban que el Emperador no creía ser un Dios.
Keeler y sus compañeros Santos habían creado los cimientos de la fe Imperial en contra de los deseos expresos del Emperador.
El mismísimo Señor de la Guerra la recompensó con ese favor. En esa era tan distante, el Dios-Emperador había decretado que la operación del Imperio debería ser documentado por artistas e historiadores para hacer una crónica de la fundación de la Era del Hombre. Tal mentalidad era la de aquella época.
Sus pictografías incluían el rescate del palafrenero Maloghurst de la superficie de Sesenta y tres-Diecinueve, del juramento de fidelidad al Mournival de Garviel Loken e imágenes de una cordillera llamada las “Cabezas Susurrantes” de la superficie del planeta.
Muchas de sus obras han perecido con el paso de los milenios.
Pictografías[]
Fuentes[]
- Horus, Señor de la Guerra, de Dan Abnett.
- Falsos Dioses, de Graham Mc Neill.
- La Galaxia en Llamas, de Ben Counter.
- La Huida de la Eisenstein, de James Swallow.
- The Keeler Image, por Dan Abnett.