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Legión de la Cruz de Hierro
El contenido de este artículo pertenece a la saga No Oficial de Balhaus, que ha recibido el Sello de Calidad Wikihammer.

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Eugen Hewel

Hewel con su insignia de Kreinhaupt en su empleo en el Kriegskunst

Eugen Hewel (Helheim 671 DDF (095.M38) - Helheim 704 DDF (161.M38)) fue un kreinhaupt y estudioso de estrategia militar, conocido por ser el creador de la corriente llamada Imposicionismo y autor material del intento de golpe de estado en Balhaus en el 704 DDF (161.M38), el conocido como Día de los Comandantes.

Historia[]

Antes de que Hewel naciera se produjo un evento que marcaría su existencia para siempre, que fue un accidente sufrido por su madre cuando aún quedaban un par de monts para el alumbramiento, lo cual obligó a los médicos del Allgemeinhilfe a practicarle una intervención de emergencia para salvar su vida.

El nacimiento prematuro del bebé tuvo ciertas consecuencias, pues aunque físicamente se encontraba bien impidió que alguno de sus procesos fundamentales como el desarrollo completo del hipocórtex pudiese finalizar, de modo que aunque era un niño normal su estructura neurológica no llegó a conformarse normalmente.

Hewel fue criado desde que tuvo uso de razón en un ambiente marcial y sobrio en el cual se le enseñó el valor del sacrificio y el esfuerzo, de modo que inspirado por todo ello siempre tuvo muy claro que su carrera transcurriría en el ejército, uniéndose a la Casa Bluthaiden en cuanto tuvo oportunidad con la aspiración de convertirse en Legionario.

Desafortunadamente para él no fue seleccionado para el Proceso de Génesis debido a que no daba el perfil neurológico necesario, pues su problema al nacer había ralentizado en cierta medida el desarrollo las capacidades necesarias para poder tolerar el duro procedimiento.

Aquello supuso una gran decepción para el joven Hewel, pero no se rindió, de modo que se alistó en el Wehrgruppe con el firme propósito de llegar a convertirse en un oficial de rango y con valía suficiente como para ser seleccionado para los cursos de la reputada Academia Clausewitz.

Durante mucho tiempo Eugen escaló posiciones dentro del entramado del ejército participando en acciones y adquiriendo valiosa experiencia, lo cual finalmente le impulsó a alcanzar el rango de Kreinhaupt, siendo adscrito al Kriegskunst por su amplia visión estratégica y su capacidad de acción como ayudante de uno de los Feldmarschall que formaban parte de aquella cámara. Superadas las barreras que en su juventud le impidieron acceder a la Legión, Eugen había desarrollado un instinto muy afinado para las labores militares y destacaba como organizador, de modo que todo prometía un futuro lleno de éxitos en sus nuevos cometidos.

Ideología[]

A pesar de que Hewel había conseguido una posición envidiable llegando al mismo núcleo de la planificación militar de Balhaus, el Kriegskunst, aquello derivó en una serie de consecuencias muy distintas a las esperables.

Su trabajo como ayudante del Feldmarschall al que le habían asignado le proporcionó acceso a información sensible como eran los detalles de las distintas campañas emprendidas por el ejército, el conocimiento de distintos enemigos de Balhaus y sus movimientos, las prioridades establecidas por el Weisering y las capacidades generales de la Wehrwaffen para cumplirlas.

Los problemas a los que los militares se enfrentaban a diario hicieron que poco a poco comprendiera el constante ambiente de tensión que impregnaba el trabajo de aquel grupo de estrategas, siempre buscando la manera de cumplir sus objetivos pero supeditados a la disponibilidad de recursos, asignados de forma muy limitada por el Weisering para llevarlos a cabo.

Aquella agobiante sensación de falta de apoyo por parte de los dirigentes con respecto al mando militar comenzó a minar su confianza en las instituciones convenciéndose de que no comprendían la gravedad de la situación. Mientras el Kriegskunst era consciente de todas las amenazas que acechaban en el cosmos —pensaba—, aquel grupo de técnicos y estadistas que conformaba el Weisering permanecía inmerso en una espiral de interminables cálculos y decisiones sin darse cuenta de lo expuesta que se encontraba la civilización en un entorno hostil y peligroso.

Por otro lado, peor aún, se empeñaban en establecer vínculos y relaciones comerciales con otras razas enviando sus mercantes a distintos mundos manteniendo relaciones precarias y dejando pasar al oportunidad de dominar aquellos sistemas mediante la fuerza, algo que podrían hacer si se decidieran a apoyar debidamente el desarrollo del potencial militar balhausita, como eran por ejemplo las unidades Jötnar superpesadas que, a su juicio, debían empezar a construirse de forma estandarizada, así como buques de guerra más poderosos, amplias levas que aumentaran el número de efectivos y demás medidas.

Ante la imposibilidad de todo esto, poco a poco, la duda en su mente se convirtió en decepción y no tardó mucho en derivar hacia el desprecio.

Tiempo más tarde aquella idea ya había arraigado profundamente en el pensamiento de Hewel, plenamente convencido de que el sistema que regía en Balhaus, la noocracia, resultaba demasiado débil y disperso en la mayor parte de sus directrices, orientadas a perpetuar un estado vergonzoso de inacción y tolerancia.

Sus conversaciones con otros militares del mismo rango empezaron así a pasar de ser meras opiniones a un discurso firme, en el cual Hewel explicaba con vehemencia que el Weisering se equivocaba empeñándose en no alcanzar un grado de militarización superior para Balhaus, y que esto se debía exclusivamente a una falta de visión sobre la realidad que tenían ante sus ojos. La situación en la Galaxia —decía— era dramática, pues se encontraban inmersos en un escenario dominado por la violencia de razas Xenos agresivas y peligrosas, el Imperio de la Humanidad, el Caos y muchas amenazas que se cernían sobre ellos de manera cada vez más cercana.

Como si de un visionario se tratara, Hewel trataba de convencer a todo el que podía de que mientras esto estaba sucediendo los balhausitas no hacían nada, prefiriendo dedicarse a sus explotaciones y puestos comerciales en vez de prepararse para lo inevitable. Apelaba para cimentar su discurso a hechos ocurridos en otros tiempos como la Guerra de los Seis Ciclos o el posterior Período de las Invasiones, refiriéndose a ellos como demostración de que Balhaus era vulnerable y que si habían salido airosos de esos lances no se había debido al esfuerzo conjunto, sino tan solo al gran sacrificio de los militares.

Además de esto —continuaba—, la tolerancia que practicaban con respecto a los alienígenas era insoportable, siempre imbuida por intenciones pacíficas en vez de imponer sus criterios para lograr sus objetivos, dominando a los débiles y estableciéndose como una potencia a respetar y temer, como sería lo lógico en los tiempos que estaban viviendo.

Aquel discurso con tintes de radicalismo caló entre algunos de sus iguales, los cuales se convencieron de que las ideas de Hewel tenían sentido y que, sin duda, el Weisering daba de lado a la rama militar balhausita manteniendo un peligroso equilibrio que no podía durar eternamente. De este modo se conformó una camarilla entre algunos oficiales liderada por Eugen, que pronto destiló su propia ideología basada en la idea de la imposición de las prioridades que consideraban necesarias para la supervivencia de Balhaus.

Imposicionismo[]

Pese a que Hewel tenía bastante poder de convicción no era tan estúpido como para ignorar el hecho de que su discurso iba claramente en contra del sistema imperante, lo cual podría traerle problemas. Un grupo de kreinhaupts y haupts (que eran el núcleo principal de su grupo) no podrían iniciar un movimiento lo bastante enérgico como para cambiar las cosas, necesitaban contar con simpatizantes en esferas más elevadas, por lo cual trató de acercarse al nivel inmediatamente superior, empezando por el propio Feldmarschall para el que trabajaba como ayudante de campo.

Para su decepción, el Feldmarschall resultó ser un individuo tradicional y poco dado a todo aquello que se saliera de la norma, de modo que tras escuchar las ideas de Hewel se limitó a recomendarle que ampliara sus miras y que se centrara en realizar su trabajo de la mejor manera posible en vez de opinar sobre asuntos que excedían sus competencias.

Aquel episodio dejó claro al kreinhaupt que estaba solo frente a una maquinaria inmensa que no se doblegaría ante su razones, de modo que el camino a seguir no pasaría por convencer al mando militar, sino que debía pasar a acciones más contundentes que el convencimiento amistoso.

Entre tanto, las ideas que tanto él como el grupo que lideraba habían tomado cuerpo en forma de una serie de postulados que definían una corriente específica, el llamado Imposicionismo, que en resumen aprobaba el uso de toda la fuerza disponible para someter a las razas cercanas a Balhaus para obtener beneficios y recursos a cualquier precio, lo cual impulsaría el crecimiento y la posibilidad también de incrementar su capacidad militar para convertirse en una potencia real a tener en cuenta.

Esto debía cambiar desde sus bases las relaciones diplomáticas balhausitas con respecto al resto de razas, tomando una postura mucho más dominante y, si era necesario, agresiva para con aquellos que pudieran ser sometidos a su maquinaria bélica. De esta forma, todas aquellas razas que quisieran interactuar con Balhaus debían aceptar una serie de reglas que los situaban inmediatamente como elementos clientelares, no como iguales, debiendo adaptarse a las demandas en términos de recursos.

Dichas reglas pasarían por la instauración de tributos que deberían pagarse mediante recursos, además de contar con la posibilidad de establecer levas entre las razas afectas al nuevo régimen, quienes se establecerían como tropas auxiliares incrementando el potencial militar balhausita.

De este modo el Imposicionismo situó a Hewel como abanderado de un movimiento a su juicio liberador y necesario, una corriente que si no era aceptada debía ser establecida por cualquier medio dadas las circunstancias reinantes.

Golpe de estado[]

El fracaso en el intento de Hewel por convencer al estrato superior de sus ideas llevó al grupo de Imposicionistas a plantearse un nuevo escenario, pues estaba claro que mediante la palabra no conseguirían nada en el corto plazo, de modo que planificó con sus compañeros una acción orquestada y de efecto inmediato a través de la cual creían tener posibilidad de cambiar las cosas.

Fue por esto por lo que Eugen Hewel, cegado por su propio pensamiento y convencido de la necesidad Imposicionista se decidió a derrocar el sistema noocrático, el Weisering y todas sus instituciones dependientes exceptuando el Kriegskunst, el cual también sufriría una reconversión significativa para poder tomar el mando de toda la civilización.

Secundado por varios oficiales y con la esperanza de que tras los inicios de su golpe muchos otros se decidieran a apoyarlo, el 21 de Andür del 704 DDF (161.M38) Hewel inició el llamado Día de los Comandantes cuando irrumpió en la sede del Weisering en Balhaus armado y con intención de destituir a sus dirigentes, reteniéndolos y obligándolos a renunciar a sus cargos estableciendo un gobierno temporal que posteriormente sería configurado con una base puramente militar.

Durante varias horas angustiosas Hewel consiguió su objetivo, pero debido a la dureza de su acción —la cual se cobró algunas vidas—, los apoyos que esperaba recabar no se produjeron, de modo que poco después varios de sus propios compañeros sorprendidos por su fanatismo perdieron el empuje al comprender que lo que estaban haciendo no les conduciría a ninguna parte.

La disputa entre Hewel y algunos de sus seguidores que abogaban por detener el golpe terminó en un enfrentamiento interno, en el cual el líder de los Imposicionistas mostró su obcecación negándose a abortar la acción que habían iniciado, dispuesto a llegar hasta sus últimas consecuencias dado que era consciente de que ya estaba condenado pasara lo que pasara.

Muerte[]

Abandonado por sus compañeros y frustrado por no lograr sus objetivos, Hewel finalmente decidió rendirse siendo detenido y procesado posteriormente. El gran impacto que había supuesto el intento de golpe de estado causó un gran revuelo en la sociedad balhausita, especialmente entre los mandos militares, quienes habían podido comprobar que su lealtad al sistema, desde ese momento en adelante, ya no se daría por sentada, existiendo sectores que se encontraban en algunos aspectos más cercanos a las ideas Imposicionistas que a las noocráticas.

La sentencia de Hewel fue algo esperado debido a la gravedad de sus actos, pues más allá del asalto al Weisering había asesinado a sangre fría a dos personas, por lo que fue encontrado culpable de asesinato y traición.

Su ejecución mediante vaporización se produjo poco tiempo después, muriendo con él gran parte del ideal Imposicionista y sus credos, que fueron olvidados paulatinamente hasta que sólo quedaron ciertos resquicios entre los militares más radicales.

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