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Castellano Garran Crowe, portador de la Espada Negra de Antwyr.
La Espada Negra de Antwyr es la Espada Daemónica más poderosa de la galaxia. Se han iniciado guerras por su posesión y a llevado a sistemas enteros al exterminio.
Esta terrible arma contiene una fuerza daemónica muy poderosa, tanta, que corrompió inmediatamente a sus descubridores. Provoca un ansia de combate temible en los enemigos de su portador, haciendo que enloquezcan y sientan un ansia de terrible de matarlo. Solo los más incorruptibles guerreros, los Campeones de la Hermandad de los Purificadores, pudieron resistir su inconmensurable poder.
Su actual portador es el Castellano Garran Crowe de los Caballeros Grises, el Campeón de los Purificadores. Aunque Crowe la porta en batalla, no usa sus poderes, ya que confía en su increíble habilidad en batalla para derrotar al enemigo, pues es uno de los mejores maestros espadachines de la galaxia.
Historia[]
Los Caballeros Grises encontraron por primera vez la Espada Negra de Antwyr durante los últimos años del M37, y se considera uno de los muchos horrores que aparecieron en la galaxia durante los enloquecidos años del Oclusianismo.
La espada fue hallada entre las ruinas de un antiguo templo por los Apóstoles del Rey Ciego, y al tratarse de un Arma Daemon de gran poder, enseguida corrompió la mente y el cuerpo de sus descubridores. Juntos, la espada y el dueño al que había esclavizado se enzarzaron en una sangrienta guerra contra los Sectores Vidar, Tremayne y Darkspire, una guerra que sólo finalizó por la intervención de las ocho Hermandades de los Caballeros Grises. Tras aquel gran conflicto, la espada y su dueño desaparecieron en la Disformidad.
Sin embargo, no lo hicieron para siempre: tres mil años más tarde, en la luna maldita de Tethys, la Espada Negra de Antwyr volvió a cruzarse una vez más en el camino de los Caballeros Grises. Esta vez, no obstante, su portador fue finalmente eliminado y el Arma Daemónica, que casi había costado la condenación de toda la galaxia, acabó en manos de sus enemigos.
Los Caballeros Grises fueron incapaces de destruir la Espada de Antwyr, pues su cualidad disforme la hacía completamente impermeable a todos los métodos que se probaban para ello. Aún así, los Caballeros Grises se resistían a lanzarla a la fría oscuridad del espacio interestelar, pues estaban seguros de que su extrema malignidad acabaría por atraer a un nuevo portador. De manera similar, sellarla en algún tipo de cripta o catacumba no haría sino fomentar la corrupción de los guardianes destinados a vigilarla. Por tanto, se tomó la decisión de asignar para el arma la prisión más segura que pudiese cubrirse: fue entregada a la custodia de los Purificadores, quienes a su vez la pusieron en manos del Campeón de su Hermandad. De esta forma, la espada fue pasando de un incorruptible guerrero a otro durante un periodo de mil años, hasta acabar en poder de Garran Crowe.
La posesión de la Espada Negra de Antwyr pone a Garran Crowe en un constante peligro, tanto físico como espiritual. O bien se ve acosado por los enloquecidos mortales y desesperados Daemons que se sienten atraídos por la espada, o bien debe luchar psíquicamente contra la propia arma, que le tienta con promesas de poder o intentar doblegar su voluntad mediante las más oscuras hechicerías. Crowe debe estar siempre vigilante, pues los sibilinos susurros de la espada resuenan en su mente de manera incesante, ofreciéndole prestarle su fuerza para que pueda vencer sus combates con mayor facilidad. Muchos hombres abrazarían tal posibilidad sin dudarlo, pensando que su fuerza de voluntad sería lo bastante resistente como para controlar a la espada sin que ésta lograra corromperles. Sin embargo, hasta la fecha Crowe nunca ha sucumbido, sin importar lo desesperada que sea la batalla en la que esté enzarzado.
Hasta el momento, puede presumir de que todos sus pensamientos y acciones han sido suyos y solamente suyos. Como guardián de la Espada Negra de Antwyr, debe mostrarse incorruptible e inalterable, y así lo hará hasta el día de su muerte.
Fuentes[]
- Codex: Caballeros Grises (5ª Edición).