Wikihammer 40k

Veredicto del Certamen de Relatos Wikihammer + Voz de Horus ¡Léelos aquí!

LEE MÁS

Wikihammer 40k
Advertisement
Wikihammer 40k
12 085
páginas
Impriwars banner

Todoestrategia banner

War Zone Damocles - Kauyon-montka

Libro 1: Kauyon[]

[]

Damocles. Una palabra sinónimo de un choque de imperios que ha asolado la Franja Este. Cuando los expansionistas T'au se extendieron por el Golfo de Damocles, conquistaron varios planetas ricos en recursos. Al hacer esto, despertaron a un coloso galáctico, el Imperio de la Humanidad, y así dio comienzo una guerra que sigue encarnizándose cada día más.

War Zone Damocles Kauyon

Cuando los T'au descubrieron el modo de cruzar la mortífera cadena nebulosa conocida como Golfo de Damocles, llegaron a los márgenes con el Imperio de la Humanidad. Allí se encontraron una cultura que les pareció moribunda. La eficiencia y la innovación eran cualidades que se habían perdido hacía ya mucho en aquellos mundos fronterizos; hasta la misma esperanza había quedado extinguida por el paso de las eras.

Aunque llevó años abrir los ojos de aquellas gentes a un nuevo futuro, poco a poco se fueron viendo atraídos por los ideales y negociaciones de la Casta del Agua T'au. Los rigores del insensible Imperio habían convertido sus mentes en tierra fértil para plantar las semillas de un nuevo orden. Mundo tras mundo, fueron cayendo ante la labia de los embajadores T'au; y aquellos que se resistían tenían que acabar respondiendo a las armas de la Casta del Fuego.

Cuando llegaron a Terra las noticias de que una raza avanzada de xenos había usurpado diversos planetas de la Humanidad, el Imperio reaccionó como había hecho siempre. Desplegando una fuerza masiva. Mediante el uso del viaje por la disformidad como vector de invasión, un grupo de batalla del Adeptus Astartes y el Astra Militarum expulsaron a los colonos T'au de los planetas que habían tomado, y después de eso llevaron la lucha directamente al corazón del Imperio xenos. Los T'au estaban aturdidos, pues tanto sus defensas como sus kor'vattra, o armada, habían sido superadas. La aplastante maquinaria bélica Imperial arrasó estaciones orbitales y colonias, reduciendo muchos mundos eficientes y prósperos a ruinas humeantes.

En Dal'yth, la Cruzada de Damocles fue finalmente frenada de manera sangrienta. La Casta Etérea, los supremos maestros de la raza T'au, habían enviado a sus más preclaras mentes militares para liderar el esfuerzo de guerra, pues Dal'yth era un mundo sectorial, una joya en la corona del Imperio T'au. Transcurrieron muchos meses de destrucción sin freno, en los que los Marines Espaciales del Imperio pusieron a prueba su agresividad contra el poder de las fortalezas T'au. Sin embargo, fue otra fuerza distinta la que finiquitó el conflicto: los Tiránidos, que aparecieron desde más allá de la Franja Este, obligando al grupo de batalla imperial a cesar el ataque contra los T'au para hacer frente a ese nuevo enemigo que amenazaba las fronteras de su propio Imperio.

Los T'au, muy maltrechos por el conflicto, se conformaron con intentar recuperarse. Se estableció una tregua no oficial, y tras doscientos cincuenta años de paz la Cruzada Damocles cayó en el olvido para el Imperio.

Sin embargo los T'au, en su ambición, no olvidaron. Durante su Tercera Esfera de Expansión volvieron una vez más a cruzar el golfo, esta vez liderados por el Etéreo Supremo Aun'Va y la Comandante O'Shaserra. Al igual que en la ocasión anterior, muchos mundos cayeron ante ellos.

War Zone Damocles - Kauyon-2

Las ruedas de la Justicia Imperial empezaron a girar de nuevo, lentas pero imparables. Esa vez la batalla tuvo lugar en Agrellan, un mundo sin vida humana excepto por doce masivas ciudades colmena cuyos picos tocaban las nubes generadas por su propia polución. Allí, los Marines Espaciales llevaron una muerte súbita y terrible a más de un Cuerpo T'au, ayudados por regimientos del Astra Militarum y por los gigantescos Caballeros Imperiales de la Casa Terryn. Pero de nuevo, la Humanidad descubrió que los T'au eran un enemigo extremadamente versátil y astuto; la brillantez estratégica de O'Shaserra logró tomar las doce colmenas Imperiales en un solo día. Algunas fueron asediadas, otras hechas trizas por la rebelión interna o por armas T'au de potencia devastadora. Los Marines Espaciales vieron su habitual hegemonía en el campo de batalla cómo era superada por el masivo despliegue de XV104 Cataclismo, enormes armaduras de combate tan poderosas que bastaron para decantar la balanza de la guerra en favor de los T'au. El Señor del Capítulo Corvin Severax de la Guardia del Cuervo dio orden de lucha en retirada a todos los regimientos de Marines Espaciales, Astra Militarum y Caballeros Imperiales. Agrellan, rebautizado como Bahía Mu'gulath, fue rápidamente acogida en el seno del Imperio T'au.

Los comandantes de los ejércitos Imperiales estaban furiosos no sólo por la caída de Agrellan, sino porque se hubiera rendido en tan poco tiempo. Tras reagruparse, los dignatarios asignados para reclamar los mundos Imperiales perdidos celebraron un consejo bélico y acordaron iniciar una retirada expresamente lenta hacia el planeta feudal de Voltoris. El objetivo era atraer a la flota de O'shaserra hacia esa zona, en la que se vería superada a nivel estratégico.

El Imperio desplegó una emboscada letal, usando como punto fuerte la mejor zona defensiva de Voltoris: la Fortaleza del Pico Furion. Los T'au, seguros de la eficacia de sus escáneres de reconocimiento orbital, subestimaron al enemigo. En los bosques y hondonadas de aquella montaña estaban las Tropas de Jungla de Catachán del Coronel Straken, la Guardia del Cuervo del Capitán Sombrío Shrike y los Cicatrices Blancas de Kor'sarro Khan, todos ocultos por las brumas psíquicas del Vidente de las Tormentas Sudabeh.

War Zone Damocles - Kauyon-4

En cuanto el ejército de O'Shaserra aterrizó en el planeta, a los pies del Pico Furion, las fauces de la trampa Imperial se cerraron. Al ser psíquicamente inertes, los T'au quedaron confundidos por las tormentas mágicas de los Cicatrices Blancas, que las usaron para iniciar una carga contra ellos desde corto alcance. Los puños de combate, las espadas sierra y hasta los cuchillos de combate se cobraron un alto número de vidas T'au. O'Shaserra logró dar caza y matar al Vidente de las Tormentas Sudabeh, causando que su hechizo de niebla se disipase, pero para entonces las puertas del Pico Furion ya se habían abierto de par en par y una tromba de Caballeros Imperiales surgía de ellas, con sus cañones devastando al ejército T'au hasta que el bosque no fue más que una masa de cráteres.

Muchos de los equipos de confianza de O'Shaserra tuvieron que dar la vida para asegurar la huida de su líder, que decidió honrar aquel sacrificio redoblando sus esfuerzos en la Tercera Esfera de Expansión.

El cazador cazado[]

A lo largo de la guerra por Agrellan, Kor'sarro Khan de los Cicatrices Blancas hizo el juramento de sangre de arrancar personalmente a O'Shaserra la cabeza de los hombros. Se entregó a dicha cacería por completo, centrando toda la capacidad de los Cicatrices Blancas en el fin único de destruir a la mente maestra que había tras la máquina de guerra T'au. 

Kor'sarro Khan se enfrentó a O'Shaserra en batalla diversas veces, llegando al duelo personal en la Colmena Acacia y llevando la lucha hasta su Cuerpo Personal en Blackshale Ridge. Pese al empeño que Khan puso en esos enfrentamientos, O'Shaserra no solo sobrevivió sino que demostró ser una oponente temible en lo estratégico, en lo táctico, y también en el combate mano a mano.

Con el paso del tiempo, no obstante, los Cicatrices Blancas infligieron un índice de bajas tan horrendo entre el Cuerpo personal de la líder T'au, que su habitual comportamiento frío fue reemplazado por una furia ardiente. Tal vez confiándose demasiado tras su victoria en Agrellan, mordió el cebo que habían puesto ante ella; el mundo caballero de Voltoris.

Allí, cayó en una emboscada en las inmediaciones de la fortaleza ancestral de la Cassa Terryn, durante la cual Kor'sarro Khan la hirió gravemente, y a punto estuvo de lograr decapitarla con su espada. Sin embargo, de nuevo logró escapar. El Khan aún no había podido cumplir su gran juramento, y en Prefectia lo seguiría intentando con más ahínco que nunca.

Prefectia[]

La nueva ofensiva de O'Shaserra puso su mirada en el Sistema Dovar. Alrededor de la Estrella Dovaris orbitaban los Mundos Dorados, un sistema imposiblemente rico en metales preciosos. Sin embargo, las montañas de platino y oro significan tan poco para el Bien Supremo como las nociones de riqueza individual. Los únicos recursos que resultan preciosos a ojos de los T'au son aquellos que pueden ayudar a la expansión de su imperio, como por ejemplo las fuentes de energía que alimentan la tecnología de sus flotas.

El planeta Prefectia no solo constituía un punto ideal desde el que dirigir el colapso de todo el Sistema Dovar, sino que además era una reserva a rebosar de energía geomagnética. El Imperio, con su habitual estrechez de miras, había convertido el planeta en una única fortaleza, pues se encontraba situado entre el extremo de la Franja Este amenazado por xenos, y los Mundos Dorados. En su ignorancia, los imperiales sólo habían sabido aprovechar una fracción del potencial de Prefectia y además habían reducido al mínimo a la guarnición planetaria, a fin de poder usar a sus tropas en las guerra de Agrellan y Voltoris. Esto ofendía y sorprendía a partes iguales a los científicos de la Casta de la Tierra, que pensaban que, de terraformarse correctamente, Prefectia podía convertirse en un motor que disparase la conquista T'au del segmentum.

Así pues, la fuerza expedicionaria de O'Shaserra centró su atención en Prefectia, y las castas unidas empezaron a reducir a escombros la cadena de bastiones y colmenas-arsenal Imperiales, tal como habían hecho en Agrellan. Los comandantes del Imperio agradecieron en cierto modo que los T'au no hubiesen presionado más para avanzar hacia Dovaris, y mandaron a sus legiones para una nueva fase de la guerra.

La lucha a nivel planetario por Prefectia se inició con una única acción bélica, una compleja emboscada aérea lanzada por la Guardia del Cuervo que pilló desprevenidos a los T'au. Muchos voladores xenos fueron derribados en llamas, entre ellos la Orca del Etéreo Aun'Do.

War Zone Damocles - Kauyon-3

Mientras el transporte del Etéreo se precipitaba fuera de control hacia el suelo de Prefectia, la cápsula de emergencia se eyectó automáticamente salvando su vida. Los pilotos de la Casta del Aire fueron lo bastante astutos como para ayudarle lanzando multitud de cápsulas idénticas a la de Aun'Do, que hicieron de señuelos para camuflar su caída. Había empezado la cacería: o bien los T'au rescataban a su líder perdido, o bien la Guardia del Cuervo lo capturaba infligiéndoles un golpe letal, tanto a nivel estratégico como moral.

El mismísimo Señor del Capítulo Corvin Severax había ordenado a la fuerza de ataque que buscaba a Aun'Do que lo capturase sin matarlo. A lo largo de las guerras a ambos lados del Golfo de Damocles, el Imperio había aprendido que la Casta Etérea tenía una importancia no solo espiritual sino también política para la sociedad T'au. El interrogatorio y la disección de un ser tan imporatnte podía desvelarles los secretos necesarios para borrar para siempre a los T'au de la galaxia.

Había sido la Thunderhawk del Capitán Sombrío Solaq de la 5º Compañia la que había derribado a Aun'Do, y también fue Solaq quien recibió la orden de capturarlo. Deduciendo lo mejor que pudo las trayectorias de las diversas cápsulas de emergencia, Solaq lanzó una serie de ataques interconectados contra los T'au que estaban intentando salvar al líder caído. Pero una y otra vez Solaq vio como dichos ataques eran rechazados por las tácticas del Cuerpo de Infiltración Amanecer Ardiente. Aunque al Capitán Sombrío Solaq le doliese admitirlo, el líder la fuerza T'au, Shas'ui Starshroud, era tanto o más hábil que él en la guerra de guerrillas. Ambas fuerzas siguieron chocando una y otra vez, intentando todas las estratagemas posibles para superar a su enemigo.

La extensión de terreno salvaje se llenó con las cenizas y la sangre de los Marines Espaciales y los guerreros de la Casta del Fuego, hasta que por fin Solaq encontró y acorraló a su presa. Pero los T'au aún tenían un último truco en la manga. Mientras una descarga de disparos abatía al último guardaespaldas de Aun'Do, una brillante cúpula de energía apareció envolviendo al Etéreo y haciendo detonar los misiles sin causarle daño. Aun'Do y el Cuerpo de Infiltración Amanecer Ardiente corrieron hasta un transporte Orca que es esperaba, y partieron dejando al Capitán Solaq ciego de furia.

Capítulo 1: La Gran Represalia[]

Maniobras iniciales[]

War Zone Damocles - Kauyon-13

A fin de reclamar otra porción del espacio Imperial, la fuerza expedicionaria de Aun'Va había forjado una ruta hacia los Mundos Dorados e invadido Prefectia. Al hacerlo, la vanguardia T'au había cruzado sus espadas con el Adeptus Astartes. La comandante O'Shaserra se puso al mando, usando la beligerancia de los Imperiales contra sí mismos en una serie de trampas Kauyon.

Pese a que el choque inicial en Prefectia había crecido en intensidad, la batalla por el control de los mundos aledaños apenas sí había empezado. Rebasando Voltoris mientras avanzaban, las flotas T'au llevaron la batalla hasta Doth, Delincuencia y Carradon, cubriendo las rutas hasta el territorio del Imperio tan rápido que a la Armada Imperial y el Astra Militarum les resultaba casi imposible frenarlas.

En cuanto a Prefectia, ya había recibido refuerzos. No menos de ocho capítulos de Marines Espaciales llevaron a cabo desembarcos simultáneos en todas las masas de la tierra principales del planeta. La Guardia del Cuervo era la fuerza más numerosa de entre ellos. En un informe remoto con el Señor del Capítulo Severax, Kayvaan Shrike recibió la orden de seguir con los ataques iniciados por la Fuerza Sombría Solaq, y dar caza a los comandantes T'au que encontrase en los complejos de electrominas de Prefectia. Usando la fisura llamada Cicatriz de Ventur como punto de anclaje de la operación, Shrike tenía el plan de observar a los T'au, esperar a que se presentaran en números suficientes, y entonces atacarles desde una posición de ventaja. Sin embargo, la Guardia del Cuervo no fue capaz de encontrar una sola vulnerabilidad que explotar, pues sus habilidades de sigilo eran constantemente contrarrestadas por las de la Comandante Suprema O'Shaserra.

Los Cicatrices Blancas fueron mucho menos sutiles. Tras llegar a través de la Disformidad desde Voltoris, el Capítulo envió a la refriega a tantos guerreros como tenía disponibles. Kor'sarro Khan organizó los asaltos relámpago por todo el planeta, pero sólo confió a sus más fiables cazadores la labor de matar a la comandante O'Shaserra. Le acompañaban una Compañía de Batalla Lanza de Tormenta de la 3º Compañía, elementos de la 1º Compañía y una punta de lanza. Cada uno de los Cicatrices Blancas estaba ansioso por dar el golpe decisivo antes de que sus aliados de la Guardia del Cuervo emergieran de sus escondites.

Al mencionarle el nombre de O'Shaserra, la sangre del Khan entró en ebullición. El respeto de rivales que siempre había sentido por su tenacidad y pericia marcial no mitigaba el deseo de reclamar su cabeza, aunque debía ser el glorioso filo de la espada Colmillo Lunar lo que acabase con su vida, no un mero cuchillazo ni un disparo por la espalda. O'Shaserra era un enemigo formidable, y merecía una muerte limpia. La 3º Compañía había visto a sus hermanos de la Guardia del Cuervo luchar con una velocidad y una habilidad asombrosa, pero eso no significaba que los Cicatrices Blancas admirasen su manera de hacer la guerra. Ocultarse en las sombras acechando y observando como asesinos en la oscuridad no eran tácticas con las que el Khan se sintiese cómodo.

War Zone Damocles - Kauyon-12

Kor'sarro Khan conocía bien a su oponente tras haberse enfrentado a ella en dos ocasiones, y por ello decidió no atacar directamente el nexo de mando del tamaño de una urbe que se alzaba al sureste de los complejos de electrominas. Las posibilidades de que O'Shaserra estuviese en una localización tan obvia eran muy escasas, y en su opinión aquel lugar tenía todo el aspecto de ser una trampa. Así pues, en vez de eso el Khan optó por golpear a las fuerzas T'au de menor tamaño que se habían desplegado en torno a las Grietas Meridionales, esperando generar la suficiente destrucción entre su gente como para que a su némesis no le quedase otro remedio que salir de su escondite y hacerle frente en batalla. 

Pocas horas antes de poner pie en la tierra de nadie al este de la Colmena Atlassi, los Cicatrices Blancas habían identificado tres puestos avanzados T'au en las proximidades, además del nexo de mando. Dichos puestos, una serie de fortalezas amuralladas hexagonales que recordaban a los castillos de Voltoris, guardaban las carreteras de conexión entre las colmenas de las Grietas Meridionales. El Khan sonrió al comprobar que los T'au adoptaban el uso de estructuras defensivas similares a las de aquellos que habían servido a la Humanidad desde sus inicios. Cada fortificación contaba con emplazamientos y torres en forma de disco desde las que los T'au podían disparar contra cualquiera que intentase sobrepasarles. Aquella era una táctica formidable, sin duda, pero también una táctica que los Cicatrices Blancas estaban especializados en derrotar.

El Khan escrutó a las fuerzas enemigas como un águila sobrevolando a su presa en círculos, y ordenó a sus tropas de tierra atacar los puestos avanzados T'au desde varias direcciones a la vez. Sin embargo, aquellas fortificaciones hexagonales también eran trampas, engaños letales para cualquier oponente desprevenido. Tras las costosas lecciones de Voltoris, O'Shaserra sabía que los Imperiales eran propensos a fortificar áreas de terreno que consideraban de importancia significativa. Al reproducir con exactitud dicha táctica, llevó a sus enemigos a adoptar la mentalidad de un asedio, y a caer en diversas trampas Kauyon interconectadas.

En ruta hacia el campo de batalla, los Cicatrices Blancas dividieron su ataque, asaltando simultáneamente todas las fortificaciones en un intento de impedir que se ayudasen mutuamente. Las instrucciones del Khan eran atravesar el fuego enemigo en zigzag, como un relámpago de varias cabezas, hasta llegar a los muros. Sin embargo, una vez que las puntas de lanza de los Cicatrices Blancas estuvieron cerca de sus objetivos, descubrieron que las estructuras de las fortalezas parecían levitar impulsadas por energía gravítica y se alejaban de ellos por el aire, mientras sus defensas móviles les disparaban una creciente tormenta de disparos; no eran estructuras demasiado grandes, sino secciones de muralla interconectadas que se separaban y desplazaban evitando la carga de los Cicatrices Blancas.

War Zone Damocles - Kauyon-17

La red T'au de perfectas formas geométricas se desplegó, y los emplazamientos y las torres que estaban más lejos de los atacantes se dividieron y separaron como brazos extendidos que los flanqueaban. Sorprendido por este giro de los acontecimientos, el Khan ordenó a sus fuerzas separarse para tratar de flanquear a su vez los brazos de las fortificaciones enemigas. Las armaduras T'au que habían permanecido escondidas tras cada brazo se apresuraron a obstaculizar su avance, y el empuje de cada uno de los ataques de los Cicatrices Blancas fue frenado de inmediato. Antes de poder reaccionar, los Imperiales se vieron rodeados y atrapados en medio de una tormenta de plasma que redujo sus transportes a ruinas humeantes.


El Águila Enjaulada[]

Los complejos de electrominas de las Grietas Meridionales tenían un gran valor estratégico, pues los T'au habían centra

War Zone Damocles - Kauyon-14

do allí sus esfuerzos de colonización. Los Marines Espaciales de los capítulos de los Cicatrices Blancas y la Guardia del Cuervo fueron los primeros del grupo de batalla Imperial en tomar tierra, y se vieron de inmediato sorprendidos por una serie de trampas astutamente dispuestas. Los Cuerpos T'au se mantuvieron ocultos por campos de camuflaje de amplio espectro, revelando su presencia solo cuando los Imperiales atacaron los puestos avanzados de O'Shaserra. Envalentonados por aquel súbito despliegue de fuerza de sus camaradas, los T'au que defendían las bases móviles se lanzaron a rodear a esos enemigos que poco antes habían intentado de rodearles a ellos.

Los hijos del Gran Khan[]

Al igual que la lanza arrojada por la mano del cazador, los Cicatrices Blancas penetran las defensas enemigas para clavarse en su corazón y asestar un golpe mortal. Más a pesar de su letalidad, los hijos de Chogoris se enfrentaron en Prefectia a un reto más mortífero que ningún otro que hubieran tenido: todo un mundo repleto de trampas para despistarles, acorralarles y destruirles.

Los Cicatrices Blancas entran en batalla a lomos de sus rugientes monturas mecánicas. El estrépito de los motores es como el gruñido de una bestia al acecho, mientras que el tableteo de los bólteres supone el tañido fúnebre para innumerables enemigos. Reclutados de entre las tribus de jinetes nómadas de su mundo natal, Chogoris, los Cicatrices Blancas son los mejores guerreros del Imperio sobre una moto. Emplean cada ápice de su destreza como cazadores de las llanuras para acechar y rodear a su presa antes de propinarle el golpe mortal.

Los Cicatrices Blancas no se limitan a lanzarse de frente contra cualquier enemigo. Si bien pueden llegar a parecer guerreros tribales y bárbaros a ojos de los extraños, cada Marine Espacial de los Cicatrices Blancas está dotado de un pragmatismo bien arraigado y de una astucia depredadora. Cuando atacan, son la tormenta; su velocidad es la del vendaval aullante y su fuerza, la del relámpago que estremece la tierra. Pero siempre procuran enviar exploradores a medir la fuerza del enemigo y observar sus puntos débiles antes de la batalla.

War Zone Damocles - Kauyon-19

Fue una fuerza de asalto de guerreros de la 3º Compañía de los Cicatrices Blancas la elegida para participar en la guerra de Prefectia. Estos cazadores ya conocían de sobra las fortalezas y debilidades de su presa. Bajo el mando de Kor'sarro Khan, esta Gran Cacería constaba de guerreros que habían luchado en varias batallas importantes por el Golfo de Damocles. Cuando la Comandante O'Shaserra llevó a su poderosa coalición hacia las colmenas de Agrellan, Khan y los suyos estuvieron allí, peleando hasta el último momento contra los invasores  xenos. Tras aquella derrota aplastante el Imperio cambió las tornas y atrapó a los ejércitos de O'Shaserra en Voltoris. Allí también lucharon el Khan y sus hombres.

Así pues, Prefectia sería el tercer planeta en el que los cazadores de Kor'sarro hicieran frente a los T'au y el tercero en el que se pondría a prueba su juramento de cortar la cabeza de la comandante xenos. Aunque los Cicatrices Blancas habían cosechado una victoria decisiva en Voltoris, Kor'sarro Khan aún tenía que cumplir sus votos de guerra. Esto no sentaba nada bien al impetuoso Cicatriz Blanca, quien no estaba dispuesto a permitir que O'Shaserra se le escapase otra vez.

Otra preocupación rondaba el pensamiento de los Cicatrices Blancas mientras se esparcían por la polvorienta superficie de Prefectia. Muy lejos, al otro lado de las vastas regiones del espacio, su mundo natal estaba siendo atacado por una fuerza apabullante de renegados del Caos. La noticia de esta lucha por la supervivencia había llegado a oídos de otros hermanos-capitanes del Khan y muchos Cicatrices Blancas estaban ansiosos por cumplir con su deber en Damocles para regresar a toda prisa a Chogoris. Deseaban sumarse a la defensa de su mundo natal, o vengar a sus hermanos en caso de que ocurriese lo impensable.

Toda esa frustración e ira de los Cicatrices Blancas se canalizaba hacia los T'au en Prefectia. En particular se dirigía contra su líder, la Comandante O'Shaserra. Era una enemiga que había vivido mucho más de lo que se merecía, pese a los esfuerzos del Khan y sus guerreros por remediarlo. Al hacerlo, también les estaba impidiendo acudir en defensa de su mundo natal, atrapándoles en aquel planeta mucho más tiempo del que nadie hubiera creído posible. La obstinación de su presa y sus argucias evasivas airaban todavía más a los Cicatrices Blancas, que partieron hacia la primera confrontación en Prefectia con la rabia justiciera ardiendo en sus pechos. Al fin arrollarían a su enemiga y regresarían victoriosos a Chogoris con su cabeza cercenada como trofeo.

Relato Oficial: Los Hijos del Gran Khan[]

Sol'kha vio al enemigo a lo lejos, una línea dispersa de infantería de xenos que llenaba el aire de disparos flamígeros contra él. Gruñó mientras los tiros rebotaban en el blindaje de su montura, haciendo saltar esquirlas incandescentes de ceramita. Sol'kha sabía muy bien que a esa distancia los malditos rifles Tau podían perforar limpiamente la armadura de un hermano de batalla, y que sería necesario algo más que un asalto frontal para lograr la victoria. A su izquierda se extendía una de las descomunales tuberías de Prefectia, como un gran borrón herrumbroso en su visión periférica. Al lado del tubo había una rampa de acceso. Perfecto.

Alzando el grito de guerra de su tribu a los cielos tormentosos, aceleró por la rampa, que al mismo tiempo le ofrecía cobertura del fuego enemigo. Su moto atravesó la endeble barandilla que la coronaba y súbitamente se encontró volando, con las ruedas girando en el aire mientras un relámpago hendía las nubes. Aterrizó encima de los Tau con el crujido espeluznante de las armaduras destrozadas y los huesos partidos de los enemigos aplastados bajo la mole mecánica. Su espada sierra cercenó la cabeza de un tercero y el guerrero hizo derrapar la moto, virándola para encarar a los supervivientes. Se alzó una nube de polvo cuando Sol'kha revolucionó el motor y lanzó un rugido a los xenos que huían, dejando ver una sonrisa salvaje que parecía un tajo blanco en su rostro cubierto de sangre.

Fuerza de Choque Kor'sarro[]

Una velocidad vertiginosa y una fuerza aplastante eran las señas de identidad del ejército de Cicatrices Blancas que combatía en Prefectia. Esta Fuerza de Choque Scarblade a las órdenes del mismísimo Kor'sarro Khan constaba principalmente de guerreros de la orgullosa y noble 3º Compañía. Les acompañaban elementos de apoyo de las Compañías 1º y 10º, así como apoyo aéreo del Armorium del Capítulo. La fuerza del Khan, reunida para dar caza a presas peligrosas, era muy diestra a la hora de arrollar al enemigo y de golpear duro y rápido cuando la presa estaba acorralada. Como Adeptus Astartes que eran, las tropas de asalto del Khan podían realizar diligentemente cualquier tarea que fuese necesaria; en la batalla del Cañón Paragus o la lucha por la Línea de Andrachon en Agrellan habían llevado a cabo acciones defensivas con todo el estoicismo y tenacidad que cabría esperar de los mejores del Emperador. No obstante, estos guerreros eran cazadores y su mayor virtud consistía en perseguir al enemigo hasta abatirlo.

El núcleo de esta Gran Cacería era una Compañía de Batalla Lanza de Tormenta, compuesta por hermanos de batalla de la 3º Compañía que habían luchado bajo el estandarte del Khan en un sinfín de mundos más allá del Golfo de Damocles. Cada uno de estos veteranos curtidos frente a los T'au sabían que debían esperar astucia, evasivas y una potencia de fuego asombrosa. Pero eso no les amilanaba, sino que los convencía más que nunca a acabar con la amenaza xenos que profanaba esta región del Reino del Emperador. Al frente se hallaba el Capellán Jaikhos, un guerrero recio que, según se rumoreaba, jamás había mostrado dudas ni inseguridad. Si bien solía ser parco en palabras, en combate Jaikhos se convertía en un terror aullante en batalla, un incendiario exaltado. Tal era su transformación que muchos en la 3º Compañía afirmaban que los espíritus de la guerra poseían al Capellán en esos momentos. Jaikhos tenía el mando de tres Escuadras Tácticas que lucían orgullosas los iconos de los Cicatrices Blancas y de la 3º Compañía. Cada una entraba en acción a bordo de un TBT Rhino para seguir el ritmo de las vertiginosas tácticas del Khan y portaba un arsenal mortífero de bólteres y lanzallamas con el que cazar a su presa.

Junto a este sólido núcleo de guerreros sobrehumanos luchaban los hermanos de batalla de la Escuadra de Devastadores Sahak, transportados a bordo de su Razorback, Cuchillo Afilado. Esta pequeña fuerza de tiradores expertos pone en liza una prodigiosa potencia de fuego para apoyar a sus hermanos, lo que proporciona una mayor flexibilidad táctica y la capacidad de eliminar a las armaduras de combate y cañoneras T'au desde larga distancia.

El último elemento, el Land Speeder Garra pálida, tenía a los mandos un par de hábiles hermanos de batalla que actuaban como avanzadilla de exploración, además de contar con el armamento extra de su nave.

La incorporación de la formación Alas de Tormenta brindaba un apoyo aéreo esencial en un teatro bélico en el que la superioridad aérea cambiaba constantemente. Estaba compuesta por la Cañonera Stormraven Furia del Khan y sus dos escoltas Stormtalon, Relámpago Desatado y Espada de las nubes. La velocidad y potencia de fuego de las cañoneras les permitía llevar a cabo tareas de intercepción aérea, ataque a tierra, reconocimiento de larga distancia y antitanque. El instrumento perfecto para asestar un golpe definitivo a cualquier presa.

Por último, la formación Punta de Lanza de Kor'sarro incluía a los veloces cazadores por los que su Capítulo era célebre. Constaba de Land Speeders, varias bandas de hermanos en motocicleta y un destacamento de Exploradores de la 10º Compañía en moto y contaba con una velocidad y una potencia de fuego suficientes como para enfrentarse a cualquier enemigo. Estos guerreros eran capaces de flanquear al enemigo, rodearle, atravesar sus líneas o eliminar a los elementos de apoyo al tiempo que brindaban apoyo al resto de la fuerza de asalto.

Maestro de la Caza[]

El líder de la Gran Cacería, Kor'sarro Khan, se cuenta entre los héroes más laureados del Imperio. Tan directo e inflexible como una espada bien forjada, el Khan es un guerrero de una determinación violenta que no tiene tiempo para la diplomacia ni los modales de la corte. Es un maestro cazador cuyo pensamiento se concentra en decapitar a su presa. Tanto si monta en su célebre moto, Drakkan Lunar, como si va al combate a bordo de un Rhino o una Stormraven, el Khan da caza a su presa con la tenacidad inquebrantable de un asesino nato. Cuando llega el momento de pelear su espada Colmillo Lunar traza arcos plateados que cercenan la cabeza de su presa con una precisión infalible.

Pero la apariencia bárbara del Khan oculta una espiritualidad y una comprensión de la táctica que le convierten en un oponente mucho más mortífero de lo que parece a simple vista, pues es un líder inspirador y un estratega astuto. Kor'sarro Khan es la personificación de la lanza del cazador, la punta de la espada, y sus guerreros le siguen con una devoción que raya en la adoración.

Las espadas se quiebran[]

No hay nadie más hábil que la Comandante O'Shaserra a la hora de poner en práctica la macroestrategia Kauyon, el Cazador Paciente, al igual que no existe nadie en toda la Franja Este más versado en ataques relámpago que Kor'sarro Khan. Las dispares habilidades de estos dos cazadores extraordinarios se pondrían a prueba sobre Prefectia una vez más.

Las trampas de O'Shaserra llevaban ya un tiempo tendidas y había ensayado sus resultados una y otra vez. Siempre que los Adeptus Astartes salían de las zonas de tiro, cuerpos ocultos en los cañones y grietas de la superficie de Prefectia se apresuraban a interceptarles y cerrar la trampa de nuevo. Cientos de Marines Espaciales cayeron en esa fase inicial de la guerra y muchos más resultaron gravemente heridos. Allí donde las redes defensivas móviles de los T'au se cerraban, creaban un fuego cruzado tan intenso que era imposible reposicionarse sin patinar sobre los cadáveres de los caídos. Por el momento O'Shaserra se mantenía al margen, satisfecha con observar la masacre a través de su red de Drones.

Mas el Khan era un enemigo de destreza sin par. El Maestro Cazador había conducido a sus tropas hasta los puestos avanzados al oeste del Complejo Siphonid, una estructura similar a una presa, compuesta de habitáculos en ruinas y generatoriums. Al ser la base más cercana al nexo de mando T'au que flotaba al sudeste, el Khan consideraba que sería un lugar más apto para la pronta llegada de refuerzos. En lugar de encomendar a sus sargentos que la destruyeran, emprendió la misión personalmente con la esperanza de hallar un desafío digno de su espada. No quedaría decepcionado.

El capitán de los Cicatrices Blancas había organizado su ataque meticulosamente. Su compañía saltó rugiente desde el borde del Complejo Siphonoid y cayó sobre el entramado de estructuras hexagonales T'au. Al mismo tiempo, una punta de lanza de motoristas se separó de la fuerza de asalto para sortear la laberíntica Grieta Vaegrus, desviándose para atacar a los T'au desde el oeste. Los Land Speeder del escuadrón de la Tempestad del Khan emergieron súbitamente de la tormenta de cenizas del sur, remontando sin esfuerzo las fisuras que se extendían desde el Thannur Spar.

War Zone Damocles - Kauyon-24

El ataque desde tres frentes se cerró sobre el puesto T'au con una coordinación perfecta. Los cazadores motoristas esquivaban el fuego de inducción descolgándose de las sillas y empleando la masa de sus máquinas como escudo. Incluso los que se iban al suelo por impactos directos lograban montar de nuevo y proseguir el asalto, pues sus servoarmaduras les protegían ante los disparos de las armas ligeras de los T'au que guarnecían los parapetos. Las tropas del Khan iniciaron el ataque desde barlovento con los Rhino y Razorback disparando sus descargadores de humo en sucesión para harcer que una espesa niebla gris precediese al asalto.

Aquello demostró ser de un valor incalculable; de no haber contado con ese velo, los transportes habrían sido presa fácil para los aceleradores lineales que coronaban la torre T'au, lo que hubiera detenido el avance del Khan y acabado con la cohesión de su avance. Sus letales proyectiles abollaron y hasta perforaron el blindaje de los vehículos en algunos puntos, pero no lograron detenerlos. El Razorback Cuchillo Afilado se detuvo y abrió sus puertas laterales el tiempo suficiente para que dos Devastadores armados con cañones láser abrieran fuego. Dos haces de luz atravesaron la humareda y los cañones del acelerador lineal cayeron envueltos en llamas sobre los Guerreros del Fuego que corrieron a resguardarse.

El shas'ui al mando de la red defensiva había tomado buena nota de la celeridad de los motoristas, y confiaba en que tendría tiempo de contener y rodear a los asaltantes. Los misiles de las Armaduras Crisis que custodiaban la guarnición principal derribaban a muchos vehículos dando tumbos sobre las cenizas en un intento de abatir a los líderes de cada columna de avance hasta que sus subordinados pudieran ser neutralizados por completo. A medida que se desplegaba el parapeto rompeolas, la potencia de fuego de la guarnición T'au se multiplicaba con letales consecuencias. Sin embargo, no habían tenido en cuenta la suma pericia con que los Cicatrices Blancas son capaces de moverse con sus monturas a través de los campos de batalla. Los motoristas llevaron sus vehículos al límite y con una serie de esquivas, derrapes y giros cerrados, lograron alcanzar las defensas instantes antes de que los T'au habían previsto.

War Zone Damocles - Kauyon-25

Mientras los Guerreros del Fuego de los parapetos aprestaban a sus granadas fotónicas, los Cicatrices Blancas se les echaron encima. Las Armaduras de Combate despegaron momentos antes de que el escuadrón de la Tempestad surgiera de las nubes detrás de ellos, descargando una andanada de misiles para intentar desbandar al equipo Crisis. Veteranos de casco rojo rugieron en los cielos junto al escuadrón de Cañoneras Stormtalons  mientras tiroteaban con sus pistolas bólter a las Armaduras de Combate. Las espadas sierra no tardaron en entrar en acción para terminar el trabajo cuando las Crisis se dispersaban.

Los emplazamientos T'au estaban siendo sometidos a un intenso ataque. Las fauces de su trampa estaban abiertas de par en par. Los parapetos recibían impactos de armas de fusión que abrían brechas en su perímetro exterior. Los transportes Rhino andaban, y grupos de Marines Espaciales Tácticos surgían de sus puertas laterales para atravesar las brechas entre goterones de aleación al rojo vivo. Los Guerreros del Fuego se recuperaron rápidamente y acribillaron a los Marines Espaciales que trepaban por las líneas defensivas. Aquí y allá los defensores lograban abatir a algún Cicatriz Blanca, pero con la Fuerza de Cazadores cosiendo a balazos los parapetos, era casi imposible para las tropas que los guarnecían repeler el ataque. El Khan en persona había llegado a los muros y Colmillo Lunar describía arcos sangrientos mientras él aullaba el grito de guerra de su Capítulo. Cuando los veteranos en Armadura de Exterminador se telesportaron para unirse a su capitán, dio comienzo la auténtica masacre de los defensores T'au.

Trampas y Cepos[]

Una de las meticulosas emboscadas de O'Shaserra se había ido al traste cuando los Cicatrices Blancas de Ko'sarro Khan atacaron al oeste del Complejo Siphnoid. Pero al hacerlo, el Maestro Cazador había revelado sus bazas. La represalia fue súbita, despiadada y devastadora; las señas de identidad de un Kauyon ejecutado con un resultado letal.

La comandante O'Shaserra había observado con sumo interés el ataque de los Cicatrices Blancas. Al controlar cuál de sus bases se llevaba la peor parte podía determinar casi a ciencia cierta el paradero de su némesis, pues el Khan era el más temible de su caza. Pronto también él se toparía con un asalto, y uno sin la más mínima piedad.

Campos miméticos superpuestos ocultaban a los Cuerpos de O'Shaserra en las grietas que recorrían de norte a sur aquel paisaje desolado. Estos ejércitos autónomos llevaban a la espera desde que los Imperiales entrasen en órbita baja, y estaban listos para reforzar cualquiera de los tres puestos avanzados que O'Shaserra había dispuesto como cebo para sus perseguidores. Cada fortificación era en si misma un cepo, y al tiempo, el señuelo de una trampa a mayor escala.

La comandante O'Shaserra y los suyos se pusieron en marcha tan pronto como los guerreros del Khan desembarcaron de sus vehículos. El cuerpo de O'Shaserra alcanzó el lugar del ataque del Khan a bordo de una flotilla de ágiles transportes Mantarraya justo cuando la guarnición T'au se disponía a pelear hasta el último soldado. Sus tropas desembarcaron sigilosamente; las armaduras miméticas XV25 eclipse rodearon la batalla ocultos por inhibidores electromagnéticos mientras las Armaduras Cataclismo se mantenía a distancia, ocultas tras unas ruinas.

War Zone Damocles - Kauyon-26

Con los Cicatrices Blancas sobre ellos, la guarnición de la Casta del Fuego se disponía a vender su pellejo lo más caro posible. Supuso un enorme alivio encontrarse con todo un ejército aliado respaldándoles. El primer indicio del ataque de O'Shaserra fue el siseo de sus blásteres de fusión, que no apuntaron a los Cicatrices Blancas sino al parapeto rompeolas. La torre que ya había sido dañada cedió y se desmoronó. Kor'sarro Khan decapitó al último T'au de la línea defensiva al tiempo que solicitaba apoyo aéreo, un momento antes de que la mole de la torre le cayese encima, aplastando al Khan y a sus camaradas Exterminadores contra el suelo. Las Armaduras Miméticas XV25 Eclipse se propulsaron hasta los parapetos en ruinas, echando a empellones a los Cicatrices Blancas de las pasarelas y acribillándoles mientras caían. La Armadura Cataclismo apareció en la distancia escupiendo plasma con su cañón rotativo pesado.

Los Cicatrices Blancas estaban acorralados, ofreciendo la última resistencia, cuando las cañoneras Imperiales aparecieron en masa como respuesta a la petición de apoyo aéreo del Khan. Sus ataques de rasantes aflojaron el nudo que O'Shaserra trataba de cerrar sobre los hombres del Khan, privándola de la cobertura de la Casta del Aire y obligándola a retroceder hasta un lugar seguro. O'Shaserra había abatido a su enemigo, pero aún no le había ajustado las cuentas, ni mucho menos.

Relato Oficial: Trampas y Cepos[]

War Zone Damocles - Kauyon-27

Los servomotores de la armadura del Hermano Jodhrai gimieron al echar a un lado una gruesa plancha de metal cuyo borde aún estaba candente por el tiro de las armas de fusión de la líder Tau. Cerca de allí, veteranos en armadura de Exterminador semienterrados se levantaban y salían de los escombros de la torre derrumbada. Jodhrai les dejó hacer, pues él buscaba a otro guerrero caído. Cortó una viga de metal con su sable de energía y el Apotecario Charadeh tomó un pedazo de ésta para hacer palanca y levantar un pedazo de edificio.

Allí estaba. El Khan. Polvoriento y machacado con un pedazo de metal empapado en sangre saliéndole del pecho. Estaba tan quieto como la estatua del mausoleo de algún héroe fallecido. Jodhrai contuvo la respiración mientras se acercaba para escanear el cuerpo de su Capitán. El taladro del narthecium de Charadeh cobró vida, en caso de que la cosecha del guerrero fuera inevitable.

-¡Aleja de mí esa cosa! -vociferó el Khan al tiempo que se incorporaba con los ojos desorbitados en su rostro ensangrentado. El capitán se aferró a la coraza de Jodhrai y se impulsó hacia arriba, apretando los dientes mientras se liberaba de la viga de metal en la que había quedado empalado. Borbotearon fluidos rojos de la herida cuando el Khan profirió un bramido de furia y dolor.

-¡La bruja xenos tiene que morir! -rugió el Khan con la sangre corriéndole por los labios-. Aunque debamos registrar cada palmo de este sistema. Aunque Chogoris arda sin nosotros. La encontraremos ¡y nos vengaremos!

Filos de Corax[]

Asesinos ocultos en sombras, los hermanos de batalla de la Guardia del Cuervo usan el sigilo y el redespliegue rápido para acabar con sus enemigos. El adversario queda desestabilizado, incapaz de ejecutar sus propios planes por miedo a dar la espalda a las garras de la Guardia del Cuervo. No pasa mucho tiempo antes de que sus cadáveres sean devorados por los cuervos.

War Zone Damocles - Kauyon-28

Fríos, calculadores y letales, la Guardia del Cuervo son un instrumento de muerte para sus enemigos. En el corazón de estos guerreros de ojos oscuros, la luz del Imperio arde tan al rojo vivo como en los demás Capítulos, pero ellos han elegido luchar desde las sombras. Esas fueron las enseñanzas de su Primarca, Corvus Corax, un guerrero cuyos talentos en el arte del sigilo eran tan grandes que ningún mortal podía percibir su presencia a menos que él lo deseara. Corax enseñó a sus hijos cómo engañar y confundir, forjando a su Legión como un arma más sutil que la de sus hermanos.

La degeneración de la semilla genética del Capítulo, probablemente como consecuencia de las catástrofes de la Herejía de Horus, dejó a la Guardia del Cuervo con un déficit de material genético que implantar en los nuevos reclutas. El Capítulo sobrevivió a sus desgracias pero a cambio mantuvo una capacidad reducida de reemplazar sus pérdidas, lo que implica que, para la Guardia del Cuervo, más incluso que para cualquier otro Capítulo, la vida de cada hermano es preciosa.

A pesar de ello, la Guardia del Cuervo nunca se retira del combate. Si el momento lo requiere, los hijos de Corax se lanzan a la lucha con intensidad asesina, enfrentándose a las adversidades más terribles y consiguiendo una victoria sangrienta en el campo de batalla con sus garras desenvainadas. Sin embargo, allí donde algunos Capítulos se enfrentarían a sus adversarios de frente, la Guardia del Cuervo siempre busca alterar la balanza a su favor antes de proceder a atacar al enemigo. A lo largo de los milenios estas doctrinas han convertido a la Guardia del Cuervo en una hermandad aislada, de guerreros callados y retraídos. Siguen su propio consejo y solo comparten información estratégica con sus aliados cuando es necesario, una tendencia que molesta al resto de Capítulos hasta el punto de hacerles desconfiar.

Este fue el caso de las guerras en el Golfo de Damocles. Liderados por su Señor del Capítulo, Corvin Severax, los guerreros de la Guardia del Cuervo lucharon innumerables batallas contra los T'au de la Tercera Esfera de Expansión. Sin embargo, aunque lucharon junto a los Cicatrices Blancas, los Caballeros de la Casa Terryn y otras fuerzas Imperiales en muchas ocasiones, la Guardia del Cuervo permaneció distante. Golpearon al enemigo sin avisar y, a menudo, sin apoyo, y participaron en acciones miliatres sin informar de sus planes al resto de fuerzas Imperiales.

En ocasiones, si los mandos de la Guardia del Cuervo creían que sus canales estaban comprometidos y que los T'au podrían estar escuchando, sus comunicaciones podían llegar a decir una cosa a sus aliados mientras que el Capítulo hacía otra cosa distinta. No se puede negar que estos métodos funcionan, tal y como pueden confirmar los escasos supervivientes T'au, pero eso hizo que los éxitos de la Guardia del Cuervo tuviesen un elevado coste. La desconfianza corre como la sangre entre sus filas, pues las traiciones de la Herejía de Horus han marcado su semilla genética para siempre. La falta de comunicación y de empatía abrió una brecha entre la Guardia del Cuervo y el resto de la cruzada imperial, una brecha que se ensancha más con cada nueva muestra de desprecio que sufren.

Relato Oficial: Filos de Corax[]

Vorsus yacía boca abajo, con sus miembros estirados y su cabeza vuelta hacia un lado. Había ralentizado los latidos de sus corazones hasta que se volvieron imperceptibles, simulando un estado cercano a la muerte mientras forzaba a su mente a permanecer consciente. No era una experiencia agradable, pero su malestar no era importante. El Capitán Sombrío Shrike le había enseñado bien.

Los pitidos sonaron en su yelmo, una señal sutil de sus hermanos. Y como un eco, el Guardia del Cuervo escuchó pisadas alrededor de su cuerpo caído y el sonido ensordecido de los xenos hablando. Un pie le golpeó las costillas con un sonido sordo de metal contra metal, aunque su cuerpo entumecido no sintió nada. Otro pitido llegó, y un segundo después el sonido del fuego de bólter llenó el aire.

En un instante Vorsus forzó su sistema a despertar, y su conciencia resurgió como si hubiera estado sumergido en aguas oscuras y profundas. Sus corazones gemelos bombearon y la sangre hiperoxigenó sus tejidos. Dentro de su yelmo, los ojos negros de Vorsus se abrieron y un crujido de adrenalina aumentada alcanzó sus brazos cuando sus cuchillas relámpago se extendieron.

Bajo el fuego enemigo de todas partes, los xenos habían dado la espalda a un cadáver que yacía entre ellos, disparando sus carabinas de energía hacia las ruinas que le rodeaban. Ahora Vorsus se levantó de un salto, atravesando con sus garras a su primera víctima antes de que los T'au se dieran cuenta del peligro. Extrajo sus garras haciendo saltar un chorro de sangre cuando su presa quedó partida por la mitad como un pergamino húmedo. Girando sobre sus talones en medio de la lluvia sangrienta, Vorsus hizo un barrido con su garras cortando las piernas de otro enemigo y enviando al alienígena al suelo mientras gritaba. Gracias a esa alarma los T'au empezaron a girarse hacia esta nueva amenaza, pero Vorsus sabía que no serían lo suficientemente rápidos. La trampa había saltado, la presa estaba capturada. Ahora, lo único que quedaba era la matanza.

Fuerza de Choque Torovac[]

Los guerreros de la Fuerza de Choque Torovac se convirtieron en el terror de sus enemigos, entre las cacofonías de las tormentas de energía y las ruinas laberínticas de Prefectia. Parte de un despliegue más amplio de la Guardia del Cuervo  estaba liderado por el Capitán Sombrío Shrike y supervisado por el propio Señor del Capítulo Severax operaba a la cabeza de la ofensiva del Capítulo. Con una mezcla de velocidad y sigilo, sus guerreros maniobraban rápidamente alrededor del enemigo usando los desniveles del terreno para conseguir ventaja. Allí donde los T'au intentaban atraparlos de lejos con su poderosa potencia de fuego, la Guardia del Cuervo se acercaba forzándoles a retirarse y lanzando ataques de precisión para masacrarlos. Donde los xenos intentaban rodearlos, los Marines Espaciales usaban la información reunida por sus Exploradores para eliminar objetivos clave enemigos, antes de desplegar una fuerza abrumadora contra las secciones debilitadas de las filas enemigas y romperlas. Emboscadas, asaltos, retiradas fingidas,  ataques envolventes, todo ello fue puesto en práctica por la Fuerza de Choque Torovac con gran efecto, aunque descubrieron que sus enemigos eran tan capaces de jugar a ese juego de sombras como ellos.

El líder y genio tras la Guardia del Cuervo fue el Capellán Laefin Torovac. Torovac era más que un líder militar afortunado y a menudo usaba un propulsor de salto para igualar maniobrabilidad de los Comandantes T'au a los que se enfrentaba. Si su fe no hubiera sido tan fuerte, el Capellán podría haberse convertido en Capitán Sombrío en su ascenso dentro de las filas del Capítulo, ya que su perspicacia táctica siempre había sido excepcional. Sin embargo, la mano del Emperador descansaba sobre su alma y aunque no solía alzar su voz para gritar, el celo que ardía en todas sus palabras era tan poderoso como fuertes habrían sido sus gritos. Era esta mezcla de convicción inspiradora y conocimiento estratégico que Torovac había sido seleccionado para liderar a sus hermanos a la batalla en Prefectia.

Bajo su mando estaban los guerreros de una Pinion Batlle Demi-Company de la 2º Compañía. El núcleo de esta fuerza estaba formado por tres escuadras experimentadas de Marines Tácticos cuyos guerreros estaban entrenados a nivel experto en las doctrinas del Capítulo. Estos guerreros se movían rápidamente, incluso a través de ruinas y abismos en las selvas de Prefectia, y sus habilidades en combate eran más que irreprochables. El resto de la Compañía de Batalla ofrecía al Capellán Torovac un equilibrio excelente de recursos estratégicos entre los que optar. A menudo fue a la cabeza de la formación de las Escuadras de Asalto, con sus propulsores de salto permitiéndoles saltar sobre las cabezas de los enemigos directamente al centro del combate.

Esta escuadra y los hermanos Devastadores que luchan junto a ellos, son expertos en explotar cualquier ventaja que ofrezca el campo de batalla, usando lugares tales como peñascos o ruinas para sobrepasar al enemigo y golpearle desde un lugar inesperado. Por último, los Exploradores de la Compañía de Batalla fueron un recurso muy valioso. No solo se trata de jóvenes guerreros expertos que contrarrestaban las tácticas de atacar y huir de los T'au con las suyas propias, sino que la información que reunían ayudaba al Capellán Torovac a dirigir a sus hermanos con confianza y astucia.

El equipo de eliminación Golpesombra unido a la Fuerza de Choque de Torovac era su arma secreta, personificando el engaño y fuerza letal súbita de la que el Capítulo se enorgullece. Dos Escuadras de valientes Exploradores representaban el despliegue inicial de la fuerza, encargados habitualmente de abrirse camino hasta la parte trasera de las filas enemigas. En otras ocasiones se esperaba que los Exploradores actuaran como cebo para una trampa, dando la impresión de estar enfrentándose a una fuerza superior para concentrar o atraer al enemigo. Sólo cuando se juzgaba que era el momento justo llamarían a sus refuerzos, los Veteranos de Vanguardia de las escuadras Dorovec y Caravax que llegarían directamente al combate aullando con sus propulsores de salto. Expuestos y extendidos sobremanera, los T'au se veían atrapados entre las garras de los Veteranos de Vanguardia y de los Exploradores. Los Equipos de Choque del Filoardiente Nel'Shos sufrieron un destino funesto: atraídos a luchar entre búnkeres imperiales capturados, intentaron desplegar un ataque Mont'ka que se convirtió en un desastre total cuando sus guerreros fueron rodeados y masacrados sin piedad.

Además, la Fuerza de Choque Torovac fue bendecida con un considerable apoyo aéreo en forma de un Ala de Tormenta, algo que se demostró como crucial en una zona de guerra tan cambiante como la de Prefectia. Acompañada por sus escoltas Stormtalon, la Stormraven Espectro Sombrío barrió a sus enemigos, haciendo arder el campo de batalla con la furia de la tormenta. Tras varios combates encarnizados contra los voladores de la Casta del Aire, destrozaron sus Armaduras y convirtieron en escombros ardientes los Cabezamartillos. El Ala de Tormenta de Torovac probó una y otra vez su valía. Durante la lucha desesperada alrededor de la Cresta del Espinazo Rocoso, por ejemplo, la formación Ala de Tormenta detectó y eliminó una fuerza de Armaduras Miméticas  antes de que pudieran llegar a rodear a la Guardia del Cuervo. Lograron barrer la zona y acabar con un trío de Bombarderos Tiburón Solar instantes antes de que las naves T'au enviaran al olvido a los Guardias del Cuervo contra la barrera inquebrantable de los acantilados.

Ceniza y Sombras[]

Los Marines Espaciales de la Guardia del Cuervo acechaban las Grietas Meridionales y las sombras de la Colmena abandonada de Aquillon, decididos a acabar con muchos defensores T'au.

War Zone Damocles - Kauyon-34

Fue Kayvaan Shrike de la 3º Compañía el encargado de encontrar y explotar las debilidades de los T'au que habían reclamado Prefectia. Las zonas del mundo fortaleza fuertemente defendidas con escudos ardían con los fuegos de la conquista. Ocho Capítulos de Marines Espaciales lanzaron asaltos contra las fuerzas procedentes de una docena de sectores por todo el planeta. Shrike, por su parte, había elegido confinar sus esfuerzos a los complejos de electrominas de las Grietas Meridionales. Estaba seguro de que los comandantes T'au valorarían la fuente de energía pura que representaban. También confiaba en que O'Shaserra no lideraría desde el frente sino que coordinaría los esfuerzos de guerra desde la localización menos probable para evitar una confrontación directa con Kor'sarro Khan.

Como oficial al mando de la Guardia del Cuervo en Prefectia el Capitán Shrike no solo disponía de la 3º Compañía, sino de elementos de la 2º, diversas Escuadras de Exploradores de la 10º, los mejores Veteranos de Vanguardia de la 1º y una formación de Aves Rapaces de la armería, así como diversos especialistas. Dividió la 3º Compañía en dos, asignando Exploradores a cada Compañía de Batalla y manteniendo a sus fuerzas más móviles en reserva en la Colmena Aquillon. Shrike dirigió su propia fuerza al oeste, hacia los barrancos de la Grieta Ventur, y desplegó al Capellán de la 2º Compañía, Laefin Torovac, al norte.

El Capellán Torovac fue el primero en encontrar a los T'au avistados cerca de las viviendas periféricas de la Colmena Aquillon. Torovac era un hombre prudente, pero tras días de espera, incluso su paciencia se estaba agotando. Los Cicatrices Blancas ya habían lanzado un asalto a gran velocidad sobre los T'au cercanos al Complejo Siphonid, pero Shrike había pedido a Torovac que mantuvieran las emisiones de voz a larga distancia al mínimo para evitar que los T'au las interceptaran. Los Exploradores de Torovac habían informado de una formación T'au cercana que él juzgó lista para recibir un ataque súbito y devastador. El Capellán se movió, ordenando a los transportes de su fuerza de choque que dieran un rodeo mientras el resto avanzaban a pie. Destrozaría a los T'au de la Grieta Ventur con un asalto doble: primero con una finta y luego con un festival sangriento.

Oscureciendo el brillo de su armamento con las cenizas que crujían bajo sus pies, los Marines Espaciales de Torovac se deslizaron en silencio a la sombra de las grandes torres de la Colmena Aquillon. El ejército T'au no tardó en hacerse visible en el horizonte ya que la Guardia del Cuervo se había arrastrado durante los días anteriores para acercarse aún más al enemigo. Las fuerzas T'au, reunidas en las ruinas de una electromina abandonada coincidían con la descripción de Shrike de un Cuerpo de Cazadores. Nada que una compañía no pudiera manejar, pensó Torovac. Ordenó a sus hombres agazaparse y esperar con las armas listas.

Los guerreros de Torovac observaron a los T'au prepararse cuando una nube de cenizas reveló la posición del convoy de vehículos pesados. Los guerreros de la Casta del Fuego parecieron no darse cuenta al principio, pues las tormentas de ceniza eran comunes en esta parte del mundo. Realmente, estaban esperando el momento oportuno para golpear.

War Zone Damocles - Kauyon-35

Cuando media docena de tanques de la Guardia del Cuervo hicieron su aparición, los T'au no tardaron en formar una línea de batalla, redesplegando sus equipos en los parapetos rompeolas de su parte trasera. Las Armaduras Apocalipsis giraron sobre sus cinturas antes de abrir las hostilidades. Alzando sus guanteletes de armas, las Armaduras de Combate dispararon andanadas de misiles que desgarraron los tanques que se aproximaban, destrozando cascos y volando Rhinos. La tormenta de destrucción arreció cuando se le sumaron los disparos de las armas de fuego, pero no se veía por ninguna parte ni a un solo Marine Espacial, vivo o muerto. Los transportes estaban vacíos, se trataba de un señuelo arriesgado, ejecutado por los nobles espíritus máquina a solas.

Torovac y sus hombres, tras haber estado acechando en las sombras hasta el momento en que los T'au abrieron fuego, surgieron de las ruinas con sus bólteres disparando. Las explosiones estallaron por todas las filas T'au. El fuego de francotirador de los Exploradores convirtió las cabezas de los oficiales T'au en explosiones sangrientas. Allí donde las fuerzas de los Devastadores golpeaban, los cuerpos mutilados y los miembros volaban por los aires. El Capellán Torovac entonaba los Ritos de Retribución mientras lideraba a su Compañía, abatiendo a un guerrero T'au con cada uno de los proyectiles de su pistola. Lo repentino del ataque era aterrador, un arma en sí misma, un arma que la Guardia del Cuervo estaba bien versada en usar.

El ataque sorpresa de Torovac fue impresionante, pero la resolución de los T'au no se desmoronaría tan fácilmente. O'Shaserra había confiado la zona norte de Aquilon al Shas'o Swiftflame, un Comandante de Vior'la bien versado en las artes del engaño. Torovac había visto la vulnerabilidad en las filas T'au únicamente porque Swiftflame así lo deseaba. Allí donde la Guardia del Cuervo había visto cinco guerreros, se escondían veinte más. Allí donde los Exploradores abatían oficiales T'au, de hecho acababan con tropas de línea que habían aceptado desempeñar el papel de señuelos en nombre del T'au'va, ya que su dedicación al Bien Supremo era total. Para horror de Torovac, las estructuras que había tomado por estáticas se elevaron gracias a campos antigravedad, revelando filas de Equipos de Choque T'au. Los Guerreros de Fuego agazapados tras las protecciones se irguieron, disparando tormentas de energía de plasma contra las filas de los Marines Tácticos. Los tanques gravíticos se alzaron en medio del Cuerpo de Cazadores dando vía libre a partidas de guerra Kroot, los auxiliares alienígenas que se lanzaron ululando y graznando contra las filas de la Guardia del Cuervo. Torovac llamó a la retirada una y otra vez, haciendo retroceder a sus guerreros en una falange defensiva y ordenándoles buscar cobertura donde pudieran.

Lo que había empezado como un ataque bien orquestado se había convertido rápidamente en una lucha desesperada por la supervivencia.

El vuelo de los Cuervos[]

La Guardia del Cuervo quería probar las defensas de la Casta del Fuego T'au, pero tal y como les sucedió a los Cicatrices Blancas antes que a ellos, se encontraron duramente presionados. Cuando los refuerzos se unieron al combate en ambos bandos, las ruinas y bastiones en Prefectia se bañaron con la sangre de los Marines Espaciales y los Guerreros de Fuego por igual.

Muy por encima de las nubes dispersas de ceniza que circundaban la Colmena Aquillon, unos ojos incapaces de pestañear observaban las luces de las explosiones. Una serie de chasquidos en sus comunicadores hicieron que los Marines de Asalto saltaran de sus lugares cual gárgolas en caída libre, inclinando sus brazos para corregir su zambullida en la dirección correcta. La 8º Hermandad de Asalto Filo del Ala giró al oeste para reforzar al Capitán Shrike mientras él lideraba un asalto al norte de la Colmena Atlassi. Los Veteranos de la 1º Compañía giraron a medio vuelo y tocaron tierra media milla más adelante, saltando de pilar roto a estatua destrozada antes de abrirse paso hasta la carnicería de la Grieta Ventur.

War Zone Damocles - Kauyon-37

Un Ala de Tormenta rugió desde una torre cercana, el puño de ceramita que constaba de una cañonera Stormraven flanqueada por dos pequeñas Stormtalon de escolta que pasaron sobre los Marines de Asalto. En su estela dos escuadrones de cazas T'au en forma de T emergieron del lado opuesto de la colmena, siguiendo la ruta de las naves imperiales hacia la batalla. La Stormraven y sus escoltas, demasiado preocupadas con su ataque continuaron su diagonal cerrada para interceptar el curso de la lucha terrestre. Sus cañones de asalto y bólteres pesados repartieron muerte incluso antes de que las cañoneras tocaran las finas nubes de ceniza. La infantería xenos y las Armaduras fueron destrozadas por igual y sus cañones quedaron silenciosos conforme la sombra de las naves las sobrevoló. Uno de los bombarderos tiburón solar pivotó siguiendo una de las cañoneras Stormlaton y sus disparos a hipervelocidad perforaron el armazón de la aeronave con tal fuerza que sus entrañas mecánicas explotaron. Las otras dos naves se separaron describiendo parábolas idénticas en el aire antes de reemprender el ataque que convirtió la torreta en un cascarón destrozado y vacío.

En la pelea envuelta en humo, la Guardia del Cuervo luchaba por sus vidas. Los Marines Tácticos al acecho intercambiaban proyectiles bólter con los puntos rojos de los marcadores de los Rastreadores, solo para ser destrozados por los misiles de los Equipos de Armaduras de la retaguardia T'au. Los Devastadores, tan efectivos en los primeros minutos de la batalla, habían perdido la mitad de sus efectivos en el fuego cruzado de las Armaduras Miméticas a media distancia. Incluso la Ala de Tormenta se encontró atrapada entre dos escuadrones de tiburones solares que les seguían haciéndoles caer en patrones de persecución. Si los pilotos no se hubieran desviado de la Grieta Ventur, hubieran sido derribados por el fuego cruzado. Aquí, la falta de cohesión de la Guardia del Cuervo con el resto de Capítulos les costó mucho. En la mente de cada guerrero apareció la semilla de la duda, la posibilidad de sufrir una derrota total.

Relato Oficial: El Vuelo de los Cuervos[]

El rugir de los propulsores de salto llegó del norte, un sonido muy estimado por todos los hijos del Primarca Corax. Torovac notó como la convicción se encendía en su pecho, y elevó sus letanías mientras destrozaba a otro guerrero Kroot . Alzó su crozius arcanum y machacó la cabeza de otro guerrero mientras un grito de guerra estrangulado surgía de su garganta mutilada.

Muy cerca de allí los Veteranos de Vanguardia golpearon las líneas T'au como olas estrellándose contra un acantilado, con sus espadas cortando y abriéndose paso a través de las filas T'au. El canto de Torovac creció en volumen mientras los gritos de los T'au se mezclaban con los de los Kroot. Sus espíritus se alzaron cuando vieron a los Veteranos de Vanguardia saltando sobre las Armaduras xenos, pero se hundieron de nuevo cuando una andanada abatió a varios de ellos. Tenía que reagruparse.

Torovac hizo girar su crozius y su pistola bólter, derribando a un Kroot mientras luchaba por liberarse del cuerpo a cuerpo. Delante de él, una tormenta de plasma atrapó a los veteranos por ambos flancos y dos de ellos cayeron entre espasmos debido a los impactos ardientes.

Tras los veteranos muertos, los T'au habían formado varias líneas de batalla ordenadas. Sus campos de fuego superpuestos acabaron con los últimos Guardias del Cuervo que cargaban contra ellos. Al este, la fila de Armaduras apuntó sus guanteletes hacia la Guardia del Cuervo que combatían con los Kroot. Un rifle Kroot golpeó a Torovac abriéndose paso a través de su gorguera hasta herirle en el cuello. Torovac se inclinó y disparó con su pistola al alienígena, destrozando sus intestinos. En cuanto sus hombres y él acabaron con el último mercenario Kroot, los Tau abrieron fuego y los Guardias del Cuervo cayeron. Pero eso no le detuvo ni por un momento.

Se oyó un silbido de artillería descendiendo, seguido por una doble explosión tan estruendosa que derribó a los T'au de sus plataformas gravíticas. Las Armaduras T'au se giraron disparando sus misiles a lo que vislumbraron tras las viviendas de Aquillon. Torovac vio un enorme caparazón negro y un cañón de batalla que enviaba otra andanada de proyectiles contra las filas T'au.

-Conmigo -gritó Torovac-, y traed a esos mercenarios xenos con nosotros.

Como uno solo, los Guardias del Cuervo se retiraron de los Kroot. Los xenos ladraron y avanzaron confundiendo la retirada controlada con una victoria inminente. El propio Torovac retrocedió hacia las ruinas, dando gracias al Emperador en silencio por esa oportuna distracción. El Caballero Imperial que se veía a lo lejos quedó iluminado por la docena de misiles que impactaron contra sus escudos iónicos, atacando incluso mientras las Armaduras T'au avanzaban para interceptarlo. Cuando la infantería T'au se reagrupó y volvió sus armas hacia las ruinas una vez más, los Kroot yacían tirados en el suelo y Torovac y sus hombres habían desaparecido de la vista.

Capítulo 2: La trampa se cierra[]

Cazar a su Némesis[]

Pese a que casi no se había dejado ver sobre Prefectia, la Comandante O'Shaserra era un enemigo prioritario para los comandantes del Adeptus Astartes. Fuerzas de Marines Espaciales de élite la perseguían día y noche sin descanso, pues el Imperio no se detendría hasta verla muerta; O'Shaserra lo sabía bien y pensaba aprovecharse de ello.

War Zone Damocles - Kauyon-40

No era ningún secreto que O'Shaserra era la mente maestra tras la maquinaria bélica T'au. No solo se había batido en persona con los Cicatrices Blancas en Voltoris, sino que la Casta del Agua retransmitía su imagen a los cuatro vientos, pues el Etéreo Supremo Aun'Va la respaldaba como un ejemplo del Bien Supremo. Esta propaganda airaba a los capitanes de los Marines Espaciales, quienes deseaban verla muerta. Las primeras confrontaciones sobre Prefectia habían exacerbado la situación. Kor'sarro Khan en especial, tras la derrota en el Complejo Siphonoid estaba desesperado por quitarle la vida a O'Shaserra y restablecer así su honor. Los Drones habían grabado numerosas videocapturas del capitán de los Cicatrices Blancas bramando y maldiciendo, y se las habían enviado a la comandante xenos quien escuchó todas las autotraducciones sin mostrar más reacción que enarcar una ceja.

El  shas'ar'tol, el alto mando T'au, vio una nueva arma en la exasperación que sus fuerzas provocaban al enemigo. Si conseguían aumentar el nivel de agitación entre las tropas Imperiales que había sobre el planeta, éstas no tardarían en cometer un error muy grave. En lugar de retroceder ante la súbita violencia que los Capítulos de Marines Espaciales y regimientos del Astra Militarum habían exhibido en Prefectia, los T'au la incitaban. La Casta del Fuego usaba sus cuerpos como cebo, dispersando por el planeta tropas aparentemente vulnerables o desapareciendo entre los laberínticos complejos industriales tan pronto como el enemigo atacaba.

La frecuencia de los avistamientos de O'Shaserra aumentaba hasta que casi eran simultáneos, lo cual enfurecía más al Khan que se veía obligado a desplegar y redesplegar sus tropas continuamente. Cada noche sus fuerzas de asalto quemaban el suficiente prometio como para alimentar un bloque habitacional durante un mes; cada día sus guerreros gastaban cajas y cajas de munición bólter en los tiroteos con patrullas lejanas T'au. Pero O'Shaserra seguía eludiéndoles.

Sin embargo, era imposible ignorar la ira de la máquina de guerra Imperial. Aunque O'Shaserra había permanecido un paso por delante de sus enemigos, no podía permitirse ni un instante de descanso. Si se quedaba más de unas pocas horas en el mismo lugar, los sensores perimetrales no tardaban en captar el sonido de reactores de cañonera, propulsores de salto o motores de motocicleta. Durante aquellos largos días de guerra en Prefectia, hasta la gélida O'Shaserra empezó a sentir el fuego de las emociones en su interior.

Relato Oficial: Cazar a su Némesis[]

War Zone Damocles - Kauyon-41

O'Shaserra miró por enésima vez el panel de distribución de su consola de mando. Nada. Ningún indicio de persecución. Activó la apertura de su casco y la máscara se deslizó hacia arriba, permitiéndole ver el horizonte con sus propios ojos y cerciorarse de ello. Avergonzada por dar lugar a una noción tan primitiva, volvió a sellar el casco.

Todo Kauyon necesita un señuelo, le había recordado Aun'Va. Como si ella no lo supiera. El Etéreo Supremo le había dicho sin ambages que era ella quien debía actuar como cebo para su propia trampa. Esa táctica por poco le había costado la vida, pero Aun'Va tenía razón; no había carnada que pudiera atraer más rápido a los líderes del Imperio a campo abierto. Su belicosidad ya rayaba el frenesí. Si podía provocarles un poco más de temor y cólera estaba segura de que neutralizaría para siempre a los líderes de los Marines Espaciales. Envió una solicitud de unión al Comandante Sternshield. Haría las cosas como dicta el Tau'va. Tal y como Aun'va le había pedido.

Pero no necesariamente del modo que él esperaba.

Comandante Sternshield[]

Todo un maestro de la defensa y especialista en vencer al enemigo antes siquiera de que éste se percate de su presencia, el Comandante Sternshield tiene un valor inestimable para la Comandante O'Shaserra. Es un tradicionalista, sensato y motivado por el amor a su pueblo que, además, ha demostrado ser un enemigo de lo más peligroso para las tropas del Imperio.

Ningún enemigo ha penetrado jamás la magistral guardia de Shas'o T'au Ta'Sar. La robustez, paciencia y habilidad de este Comandante veterano son célebres en todas las academias de la Casta del Fuego T'au. Sternshield es especialista en el método bélico Kauyon y despliega su devoto Cuerpo de Cazadores como un escudo. O'Ta'Sar aguarda al momento oportuno para interrumpir y anular los ataques enemigos y entonces envía a su cuerpo al combate en una flota Orca con defensas antigravitatorias remolcadas bajo el casco. Alrededor de su cuerpo vuelan naves escolta de la Casta del Aire para garantizar que los transportes lleguen a salvo a la zona de desembarco. El Comandante pilota una Armadura Coldstar con capacidad de vuelo, y suele unirse a los defensores en enconados duelos aéreos con cazas enemigos y eliminándolos del cielo.

War Zone Damocles - Kauyon-44

Una vez las fuerzas de Sternshield alcanzan las coordenadas del blanco, este se toma como una obligación personal estar en todas partes simultáneamente. El Comandante supervisa su cuerpo como el perfeccionista que es, descendiendo para indicar a sus guerreros las posiciones óptimas y dirigir el emplazamiento de los parapetos rompeolas y líneas de defensa.

Sus Guerreros del Fuego se preparan calmadamente para la llegada del enemigo, con munición de repuesto y los planes de extracción bien memorizados. Saben que la presa estará sobre ellos muy pronto y confían en que Sternshield ya haya previsto todos sus movimientos.

Cuando el enemigo ataca, Sternshield demuestra por qué se le conoce como "el escudo firme". Sus víctimas raras veces esperan hallar resistencia en un sector que pocos minutos antes parecía despejado de enemigos. Así, al acudir a toda prisa al campo de batalla previsto, la presa de Sternshield se mete de lleno en el punto de mira de las tropas emboscadas y el inesperado aluvión de fuego desmantela su asalto.

En la batalla subsiguiente el Comandante se encarga de maniobrar sus fuerzas con maestría, pues sabe bien cuándo hacer bascular la línea de batalla para desviar la violencia del enemigo, cuándo ceder terreno y cuándo permanecer firme y devolver los golpes. Entretanto, el enemigo se agota luchando contra una defensa fluida y Sternshield hace estragos en sus filas. Siempre se puede encontrar a este dinámico líder donde más le necesitan sus tropas, abatiendo con una furia protectora casi paternal a quienes les amenazan.

Cuerpo de Cazadores Martillo del Amanecer[]

Sternshield desplegó su Cuerpo de Cazadores en Prefectia con celeridad y precisión, manteniéndolo listo para responder instantáneamente a cualquier amenaza. Empleó una forma de Kauyon que demostró ser sumamente efectiva en acciones como la derrota de la ofensiva del Peñasco Celestial y la destrucción del famoso Caballero Imperial Borralis.

Las fuerzas enemigas se congregaron en masa en Peñasco Celestial con la intención de arrollar una línea de defensas T'au, frágil en apariencia. Pero, de algún modo, con cada salvaje acometida los Marines Espaciales veían su afán frustrado; sus golpes eran desviados o erraban el blanco. O'Ta'Sar dirigía cada finta y contraataque de su Cuerpo de Cazadores con maestría. Los Guerreros del Fuego y los Rastreadores acribillaban a su enemigo con rápidas salvas antes de escabullirse y dejar al enemigo desorientado. El Comandante veía su ejército como un escudo que posicionaba para desviar los feroces golpes de su enemigo, si bien lo hacía sin el desgaste innecesario y las bajas inaceptables tan típicas de las batallas del Imperio de la Humanidad.

Pero no importaba cuánto arreciasen los ataques, ni cuántas debilidades aparecieran en sus líneas, el Comandante Sternshield nunca lanzaba una contraofensiva total. En su lugar, observaba pacientemente cómo sus enemigos en servoarmadura agotaban su energía en intentos fútiles de asestar un golpe relevante. Entretanto los T'au eliminaban sistemáticamente objetivos clave, los Equipos de Choque diezmaban las filas enemigas con descargas de sus fusiles y los Equipos Rompedores y Rastreadores se ocupaban de lanzar contraataques puntuales para contener cualquier avance enemigo.

Las líneas defensivas móviles tuvieron un papel crucial en los planes de Sternshield. Durante toda la batalla sus guerreros se sirvieron de los parapetos rompeolas y de veloces golpes de mano para dejar al enemigo en una posición sesgada respecto de sus búnkeres y barricadas flotantes. Acto seguido, alejaban sus fortificaciones gravíticas del enemigo mientras lo acribillaban.

Una vez que el enemigo hubo quedado desorientado, obligado a ir más allá de sus límites logísticos y agotado físicamente, el Comandante Sternshield ordenó ejecutar el golpe final. Como un caballero batiéndose en duelo que pone fin a la agonía de su exhausto enemigo, Sternshield saltó sobre el campo de batalla enfundado en su Armadura Coldstar acompañado de su escolta. Sus armas llamearon, eliminando blancos preseleccionados con una eficacia espectacular. Junto a la escolta de Sternshield había saltado el Equipo Crisis Llama Certera, liderado por el astuto Shas'vre Tu'volan. Sus blásteres de fusión siseaban al disparar sobre el débil blindaje posterior de los torpes vehículos Imperiales, volándolos por los aires convertidos en grandes bolas de fuego. Los lazallamas rugían y los cañones rotativos tableteaban aniquilando a la infantería enemiga restante mientras huía en desbandada, presa del pánico.

La estrategia que se había cobrado centenares de vidas en el transcurso de varios días concluyó de manera sangrienta en cuestión de minutos. Los guerreros T'au se alzaban victoriosos sobre los cuerpos destrozados de sus enemigos.

Contingente Cazador Swiftflame[]

Rapidez, destrucción y una predilección por la teatralidad son las señas de identidad del impetuoso Comandante Swiftflame. Shas'o Vior'la Shalas, por mejor nombre, es un héroe de la Tercera Esfera de Expansión, y un Comandante muy joven. Desde sus primeros días en las academias de Vior'la, Shalas ha demostrado ser franco y expeditivo, y ha probado su capacidad de superar cualquier reto que se le ha presentado. Quienes cuestionaron su rápido ascenso quedaron en evidencia cuando sus estrategias cobraban forma. Notorio por su convicción y su confianza en sí mismo, sería fácil considerar al Comandante Swiftflame un arrogante.

No obstante, a pesar de las apariencias, no es el orgullo lo que motiva a O'Shalas, sino la absoluta seguridad de que él es importante para el Bien Supremo así como el temor de no desarrollar plenamente su potencial. O'Shalas sabe que es un estratega talentoso y de mente despierta, así como un excelente tirador y un orador persuasivo. Todos estos son dones naturales del Comandante, quien siempre ha sido muy consciente de cuán valiosos son para el Bien Supremo. Lo cierto es que tras cada logro de su carrera, cada victoria cosechada y cada prueba superada, estaba el miedo de Shalas a no aprovechar al máximo sus capacidades y, con ello, fracasar en su deber.

O'Shalas es el único que sabe de ese temor salvo, quizás, algún Etéreo con el que haya charlado de corazón en busca de consejo. En lo que a las tropas de sus Cuerpos respecta, es un héroe valiente y confiado que sabe instintivamente qué hacer para vencer con el mínimo coste. Los Guerreros del Fuego de Vior'la tienen plena confianza en su comandante. De hecho, aunque jamás se atreverían a decirlo en voz alta, muchos idolatran al héroe Swiftflame por su aparente semejanza al rebelde comandante O'Shovah.

Fue esta fe absoluta en la genialidad estratégica de O'Shalas lo que le permitió perfeccionar su aplicación del Kauyon en los campos de batalla de Prefectia. Algunos de los Comandantes más veteranos de la Tercera Esfera de Expansión tildaban dichas tácticas de peligrosamente temerarias. Pero no había lugar a dudas respecto a su eficacia.

En Prefectia, demostró ser todo un maestro fingiendo desventaja ante el enemigo. En una ocasión, al este de la Colmena Atlassi, O'Shalas desplegó un núcleo de Guerreros de Fuego en tanques gravíticos respaldados por la potencia de fuego de los Equipos de Armaduras Apocalipsis. Los guerreros de esta fuerza avanzaban en dirección a una numerosa patrulla de Cicatrices Blancas, causando tanto daño como podían, lo más rápidamente posible. En medio del fuego de inducción y de las estelas azules que dejaban los proyectiles del acelerador lineal crecían las pilas de bajas enemigas, forzando a los supervivientes a ceder terreno.

Estas tácticas agresivas atrajeron la plena atención de los Cicatrices Blancas y los Guerreros del Fuego Vior'lanos pronto se vieron obligados a retirarse en orden ante la carga de unos enemigos que clamaban venganza. El Contingente de Cazadores de O 'Shalas era ducho en el arte de los repliegues tácticos y los Equipos Rompedor Martillo de Viento y Golpe Carmesí se cubrían mutuamente mientras sus camaradas del Equipo Velo Rojo proporcionaban fuego de cobertura de largo alcance con sus rifles de inducción. El enemigo fue atraído hasta el alcance de los grandes cañones del Equipo Apocalipsis Relámpago Creciente y del Cabezamartillo del contingente, que volaron en mil pedazos los vehículos del enemigo. Fue entonces cuando las víctimas de O'Shalas realmente mordieron el anzuelo.

Los impulsivos Vior'lanos sabían mejor que nadie que la ira e impetuosidad podían obnubilar incluso al mejor estratega y, llegado a este punto de la batalla, sus enemigos eran presa de ambas. Consumido por su deseo de venganza contra un adversario que le estaba desangrando y al tiempo se mantenía lejos de su alcance, el enemigo lanzó una ofensiva a gran escala. Tanques y tropas de élite cargaron, confiados en su superioridad respecto a las fuerzas T'au sobre el terreno, y cayeron de pleno en la trampa de O'Shalas.

Las Armaduras descendieron de los cielos con Swiftflame liderando personalmente a su escolta, al Equipo Crisis Cuchilla de Fuego y a la poderosa Cataclismo del Shas'vre Tallas con notoria satisfacción. Acto seguido, los Drones Francotiradores se dejaron ver. Aquel súbito aluvión de disparos fue acentuado por los estampidos de los rifles Kroot, pues los auxiliares alienígenas lanzaron su propia emboscada por el flanco de su presa, que caía como el trigo ante la guadaña. 

Con una rapidez inaudita, los Cicatrices Blancas fueron diezmados, pues todo intento de defenderse parecía servir únicamente para dar la espalda a otro atacante Vior'lano. Al fin, cuando el enemigo ya estaba al borde de la derrota, se escuchó en la distancia el aullido de los refuerzos de la Casta del Aire, cuyo armamento asestó el golpe de gracia a lo que quedaba del enemigo.

Sangre en los Cielos[]

Las instrucciones de O'Shaserra se transmitieron por todo el Cuerpo T'au, dando lugar a un Kauyon tras otro. Se tendieron trampas por tierra y por aire y poco después la chatarra en llamas caía del cielo sobre las Grietas Meridionales.

Mientras la líder xenos, como una araña en el centro de la defensa de Prefectia, urdía su tela cuidadosamente; sus lugartenientes hacían de cebo en todos los frentes imaginables. El más notorio entre ellos era el Comandante Stern. Durante los primeros enfrentamientos con el Imperio, Sternshield se había percatado de que su Armadura era lo suficientemente pequeña  para eludir los macroescáneres de la flota Imperial y lo bastante sofisticada para confundir a los sensores áuspex de las aeronaves. Emprendió un largo viaje en solitario hasta la órbita y, parapetándose tras voluminosos cargueros, alcanzó la nave de la Armada Imperial Sacrificio del Deber, a la que fijó magnéticamente su Armadura Coldstar. Al posicionarse en la zona del casco justo encima del puente de mando, los sensores de Sternshield lograron penetrar en los voco-interferidores y los campos centinela que protegían las transmisiones de guerra imperiales del espionaje enemigo. Su autotraductor desveló secretos que serían de un valor incalculable para los primeros compases de la estrategia de O'Shaserra en diversas zonas bélicas.

Si bien la incursión de Sternshield había sido un éxito, el alto mando no la había autorizado. Cuando O'Shaserra le asignó al Comandante una misión para trabar y mantener ocupados a los gue'ron'sha llamados Cicatrices Blancas, éste se percató de que su demostración de iniciativa le había valido un lugar en el frente más reñido de la guerra. Un lugar donde probar sus habilidades hasta el límite.

War Zone Damocles - Kauyon-50

Sternshield asumió su deber con sumo gusto. Dirigió una columna blindada a través del vasto desierto de Yuteh Clutch; la Casta del Fuego había aprendido por las bravas que los Cicatrices Blancas, muy confiados en sus vehículos, responderían ante un objetivo militar en campo abierto.

Al poco, las alertas de proximidad advirtieron de la presencia de enemigos en el horizonte, aproximándose con rapidez. El comandante aprestó a sus tropas. La infantería del Cuerpo de Cazadores estaba lista para embarcar en sus transportes y acelerar tan pronto como las cañoneras de los extremos de la columna abrieran fuego. Los pilotos de la Casta del Aire volaban sobre ellos en círculos, preparados para atacar cuando se diera la señal. El plan de Sternshield consistía en ceder terreno en el centro, transformando así su línea de batalla en una bolsa que permitiera a la vanguardia y la retaguardia hacer fuego cruzado sobre los atacantes. La táctica había funcionado contra los Orkos y los Arachen, y Sternshield no veía ningún motivo por el cual no fuese a funcionar también contra los brutos humanos del Imperio.

Al principio parecía que el fuego de largo alcance de la columna daba en el blanco, cubriendo el desierto de una abundante polvareda gris. Pero para su preocupación, vio que los Cicatrices Blancas zigzagueaban sus vehículos con tal pericia que hasta los mejores artilleros T'au erraban el tiro. Los Imperiales se acercaban deprisa y también contaban con apoyo aéreo; unas cañoneras compactas y robustas, de alas cortas y con abundante armamento pesado. A una orden de Sternshield, el Cuerpo de la Casta del Aire apareció por ambos flancos, obligando a los aparatos de los Marines Espaciales a soportar un castigo semejante al de sus camaradas de tierra. El Comandante sonrió mientras los Cazas Tiburón Lanza  y los Bombarderos Tiburón Solar  se cernían sobre el enemigo disparándole con todo su arsenal.

Entonces sucedió el desastre. Una corona de energía blanca rodeó a la cañonera Imperial más grande, como un aura que se tornó una tormenta eléctrica. Rayos crepitantes golpearon las naves de la Casta del Aire y las abatieron entre fogonazos blancos. Los líderes de equipo de Sternshield sospechaban que se trataba de alguna nueva tecnología, pero el Comandante creía que era algo peor. Parecía ser ghu'lach, la tan temida y apenas comprendida "ciencia de la mente" como la que se habían encontrado en Voltoris. No podía exigir a sus pilotos una respuesta a tal amenaza. Tras activar sus reactores, Sternshield se propulsó verticalmente hacia el cielo, encendió sus sistemas de armas y se lanzó en picado contra la nave Imperial sin dejar de acribillarla.

Resistir la Tormenta[]

Al tiempo que el grupo principal de Cicatrices Blancas se lanzaba contra las líneas T'au, el duelo aéreo se recrudeció. El Comandante Sternshield pronto hubo de vérselas con los terroríficos poderes psíquicos de los Cicatrices Blancas mientras deseaba que sus camaradas de la Casta del Aire lograsen cambiar las tornas del conflico en tierra.

Los Cicatrices Blancas ciertamente traían la tormenta consigo. El repiqueteo ensordecedor de los bólteres se acentuó hasta llenar las dunas como si se tratara del rugido de la tempestad, y las motos zigzagueantes golpeaban las líneas T'au como relámpagos. El rayo iluminaba los cielos, pues el Bibliotecario a bordo de la mayor nave imperial, el Vidente de la Tormenta Guludhei, invocaba aún más poder en su auxilio. Las descargas crepitantes hacían entrar en barrena a cualquier nave T'au que se aproximase. Los hijos del Primarca Jaghatai Khan nunca habían aceptado bien la derrota, y su venganza era terrible.

War Zone Damocles - Kauyon-52

Sternshield descendió entre las cañoneras y los ágiles gravíticos Imperiales, meciéndose entre ráfagas de bólter y esquivando misiles con bruscos cambios de las toberas de sus reactores. Dedos de electricidad titilaban entre las nubes que tenía delante, pero el Comandante siempre se mantenía fuera de su alcance. Su cañón rotativo disparaba a tal velocidad que sus cuatro cañones no eran más que un borrón oscuro; el torrente de proyectiles de energía que lanzaba machacaba a los pilotos de los Land Speeders imperiales y los enviaba al suelo dejando una humareda grasienta. Una cañonera Stormtalon emergió súbitamente de las nubes escupiendo fuego, pero los sistemas de alerta de Sternshield ya habían detectado su llegada.

Paró en seco sus reactores y cayó como una piedra; instantes después volvió a activarlos y ascendió a toda velocidad, arrancando de cuajo un ala de la cañonera a su paso, obligándola a efectuar una torpe maniobra evasiva. El módulo lanzamisiles del hombro de la Armadura de Combate la siguió y disparó dos misiles que destruyeron la aeronave en una lluvia de metralla. Tres salvas más y otras tantas naves Imperiales se destrabaron. La habilidad de Sternshield en el combate aéreo no tenía parangón, pero sin su propio apoyo aéreo, el cuerpo en tierra peleaba en desventaja.

En el suelo, los Cicatrices Blancas estaban haciendo estragos. A instancias del Sargento Jharato, un Vindicator que aún se hallaba fuera del alcance de tiro abrió fuego en tierra de nadie y abrió un enorme cráter humeante en el suelo. Un momento después la escuadra de Jharato aceleró sus motos sobre el borde y saltaron al tiempo que disparaban contra el vientre de un Caza AX3 Tiburón Lanza. El aparato cayó en picado, se estampó contra los restos de un Mantarraya destrozado y explotó levantando un halo de ceniza. Un par de tanques hunter en la retaguardia de los Cicatrices Blancas dispararon enormes 6l contra Sternshield. Pese a su agilidad era incapaz de eludirlos. El tiempo se agotaba.

Relato Oficial: Resistir la Tormenta[]

El pitido apremiante, que indicaba un sistema de puntería hostil fijado sobre la Armadura de Combate, inundó la cuna de control de Sternshield, y su tono siguió ascendiendo a medida que se aproximaban los misiles Imperiales. Necesitaría un momento de respiro crucial para disparar sobre los cohetes que le perseguían. Un momento del que carecía. A pesar de que empleaba cada maniobra evasiva y contramedida que conocía, no había logrado despistarlos. Resollaba mientras hacía un tirabuzón para eludir una descarga de relámpago sobrenatural. El ataque Imperial había trastocado el orden letal del Kauyon que tanto tiempo había tardado en planear, transformándolo en un caos apabullante.

Los misiles buscadores de los gue'ron'sha estaban a pocos metros de Sternshield cuando le vino la inspiración. Se inclinó para descender a toda velocidad hacia una nube eléctrica. En el último momento presionó el apagado de emergencia que convertía la Armadura de Combate en un armazón inerte. La cuna de control se oscureció, iluminada solo por el tenue brillo de dos cápsulas de emergencia de cieno bioluminiscente. Sentía la caída en la boca del estómago. Solamente la inercia evitaba que cayese directo hacia el suelo, a una muerte segura en el desierto.

Sternshield hincó el dedo en el panel de activación y la Armadura volvió a la vida. Las pantallas destellaban y los sistemas de sensores parpadeaban mientras él reactivaba los controles de vuelo. Veía el suelo acercarse a través del puerto de visión. Le quedaban unos segundos, como mucho.

Entonces, gracias al Tau'va, la Coldstar respondió. Sus sistemas de emergencia se activaron, y la caída en picado se convirtió en una grácil maniobra evasiva. La tormenta eléctrica había desactivado los misiles que le perseguían, tal y como había esperado, y ahora caían al suelo. Sternshield ejecutó un rizo al tiempo que el primero de los misiles detonaba. Girando de nuevo, atrapó el segundo misil bajo el brazo de su Armadura un instante antes de que golpeara la superficie. La Casta de la Tierra estaría sumamente interesada en tal hallazgo.

La trayectoria de vuelo Sternshield seguía el perfil de las dunas de regreso al frente. Los tanques antiaéreos Imperiales, que le daban por muerto, serían presa fácil; él tenía sus propios misiles y aquellos cachivaches serían incapaces de realizar ninguna maniobra evasiva. Comprobó sus sistemas de distribución. Para su alivio, la cañonera Imperial que había invocado la extraña tormenta estaba muy lejos de su posición, despistada por la aparente muerte y resurrección de su Armadura.

-Escuadrones de la Casta del Aire, vuelvan sobre el objetivo -dijo Sternshield-. Marquen la diferencia.

Cuentas Pendientes[]

Tras su escapada en el último momento de la Grieta Ventur, la Guardia del Cuervo había decidido recurrir a todos los trucos de su repertorio para acabar con los T'au. Incapaces de determinar el paradero de la Comandante O'Shaserra, su objetivo designado era el cuerpo del Comandante Swiftflame, un líder Vior'lano cuya visión estratégica era famosa en toda Prefectia.

Los mejores guerreros de la Humanidad habían encontrado un enemigo más que digno en la Casta del Fuego. Atacarles frontalmente era un suicidio. Eran enemigos que superaban las dificultades una y otra vez. Mantener la incertidumbre entre el Adeptus Astartes era la mejor baza de los T'au para amortiguar la potencia de los asaltos enemigos.

Aunque los invasores Marines Espaciales de Prefectia estaban claramente más avanzados que culturas primitivas como los Kroot y los Orkos, la Comandante O'Shaserra sabía que su mentalidad belicosa y su exceso de confianza podría ser usado en su contra. Reasignó al Comandante Swiftflame al frente donde operaba la Guardia del Cuervo para que lanzase una serie de ataques de desgaste hasta que la frustación les condujese a cometer un error fatal. Sería una labor difícil, porque, a diferencia de los Cicatrices Blancas, los hijos de Corax creían que era mejor cobrarse venganza con una precisión fría en lugar de con una furia ardiente.

War Zone Damocles - Kauyon-54

Después de haberse retirado de la Grieta Ventur, el Capellán Tovorac estaba más que satisfecho de regresar a la contienda que tenía lugar en las regiones septentrionales de Prefectia. Había perdido varios hermanos de batalla a manos de los T'au. Tenía una deuda de honor con la Comandante T'au que había logrado engañarle, y pensaba cobrársela íntegramente. Tras pedir permiso al Capitán Shrike para ausentarse, Torovac llevó a sus hombres hasta las ruinas en torno a las zonas fortificadas en busca de venganza.

La Guardia del Cuervo se encontraba en su elemento, oculta entre los restos urbanos del perímetro de la fortaleza. Siempre que las avanzadillas de Swiftflame encontraban señas de movimiento en la penumbra, también hallaban la muerte. Cada finta y cada repliegue atraía al enemigo hasta el punto de mira de una fuerza emboscada. Cada patrulla de la Casta del Aire que se aproximaba al espacio aéreo de las colmenas se topaba con un escuadrón Ala Tormenta que surgía de los boquetes que los T'au habían abierto en los flancos de la metrópolis y borraba a sus víctimas de los cielos.

El Almirante Skychild, conocido entre los suyos por la compasión que sentía por sus pilotos, se interesó personalmente por las bajas que su casta sufría en las inmediaciones de la Colmena Atlassi. Envió un único escuadrón de Cazas Tiburón como señuelo, aguardó a que las cañoneras de la Guardia del Cuervo emergieran de sus escondrijos y a continuación envió una oleada tan nutrida de aeronaves que superaba en número a la semi-compañía que les disparaba desde los tejados que había más abajo. Torovac ordenó al Ala Tormenta que emprendiera maniobras evasivas de inmediato. Su infantería no tenía ninguna relevancia, y si no eran capaces de mermar las fuerzas T'au, sus pilotos morirían en cuestión de minutos.

War Zone Damocles - Kauyon-55

La Cañonera Stormraven Espectro Lúgubre fue la primera en encender sus postquemadores, con las escoltas Stormtalon y los Land Speeders siguiéndola de cerca. Las aeronaves T'au aceleraron para perseguirlas, haciendo llover muerte con sus cañones de proa y sus torretas quad. Dos de las tres aenoraves de la Guardia del Cuervo recibieron impactos directos durante la persecución, pero los robustos aparatos Imperiales consiguieron escapar soportando el castigo del fuego enemigo.

Las aeronaves volaban a toda prisa hasta que la fea brecha de la Grienta Ventur apareció en el horizonte. Aún bajo un intenso fuego, los pilotos de la Guardia del Cuervo se lanzaron en picado, adentrándose en la escarpada boca del cañón y meciéndose a derecha e izquierda durante su descenso. El angosto cañón privó a los T'au de su superioridad numérica, y un tercio de los pilotos de la Casta del Aire hubieron de renunciar a la persecución. Aunque las cornisas de la Grieta Ventur tenían una separación considerable, el fondo de la garganta solo permitía el paso de unas pocas aeronaves.

La Guardia del Cuervo y la Casta del Aire pasaron una dura prueba de habilidad durante el picado por la Grieta Ventur hacia la gigantesca mina conocida como el Ojo de Goliath. Más de un piloto T'au rozó un saliente rocoso con la punta de un ala, perdiendo el control y estrellándose a causa de ello.

Cada masa de chatarra en llamas que caía al abismo hacía más inestable la electricidad voltaica que el Imperio extraía de la Grieta. Relámpagos púrpura brotaban del suelo y abatían aparatos Astartes y T'au por igual. Más Cazas Tiburón y Tiburones Solares encontraban un final ardiente, pero seguían acudiendo otras. Una Cañonera Stormtalon dejaba una estela de humo, tenía los sistemas dañados por una descarga de energía violeta de la pared del cañón. Incapaz de virar, era un blanco fácil para la salva de misiles buscadores que había lanzado el avión que le perseguía y acabó desintegrada en una bola de fuego. La balanza se inclinaba más aún a favor de los T'au.

Los Bombarderos Tiburón Solar que habían renunciado a la persecución contribuían a la lucha desanexando su Drones Interceptores. Los pequeños aparatos, idóneos para la lucha en espacios confinados y dotados de postquemadores, lanzaron una andanada de disparos iónicos sobre la segunda Stormtalon que la estampó contra la pared de la sima y la hizo caer.

Las alarmas zumbaron en las carlingas de la Casta del Aire cuando una descomunal silueta negra sobrevoló el cañón en dirección a ellos. El piloto de la Espectro Lúgubre gritó de júbilo al ver como un obús del cañón de batalla de la famosa Thunderhawk Halcón Sombrío golpeaba a los perseguidores de la Espectro, convertía a otro en metralla incandescente y enviaba a dos más al fondo del cañón. La Halcón Sombrío rebasó a la Espectro Lúgubre a toda velocidad. La pasada súbita sacudió a la Stormraven e hizo perder el control a varios aviones T'au. Como un solo aparato, la Casta del Aire se alejó con sus Drones, dejando a la Guardia del Cuervo libre para reagruparse.

La guerra en los cielos no había terminado.

Ataque y Contra ataque[]

Las habilidades tácticas del Capellán Torovac y el Comandante Swiftflame habían sido puestas a prueba y todavía tenían fuerzas de refresco y nuevas estratagemas que utilizar. El juego mortal continuó, y ninguno de los líderes estaba dispuesto a ceder. En muchos sentidos reproducía la lucha por el control de la Franja Este, y el vencedor definitivo era incierto.

El Comandante Swiftflame se retiró tras las pérdidas en Grieta Ventur. Sabía que la inactividad molestaría más a los Marines Espaciales que el miedo a la muerte y pensaba jugar con ese aspecto de su psique. La Casta del Fuego T'au, más móvil que los Adeptus Astartes, se retiró a la zona más allá del paisaje urbano y plantó numerosas trampas. Cada muerte era un triunfo y aquellas conseguidas sin pérdidas de vidas T'au, más aún. El Capellán Torovac que habitualmente era un hombre paciente, no estaba dispuesto a languidecer inactivo, mientras el resto de Capítulos de Marines Espaciales se enfrentaban a los T'au en Prefectia en todos los lugares posibles. Envió sus unidades de Exploradores en patrullas autónomas, buscando al enemigo en grandes barridos concéntricos. Encontraron muchas evidencias de presencia T'au: un Dron que no funcionaba bien aquí, la punta del ala de un volador estrellado allí...

Cuando los Exploradores de Torovac se acercaban a esas piezas de tecnología T'au, solo encontraban muerte. Torretas operadas a control remota y Drones Francotiradores surgían de las dunas de ceniza y abrían fuego. Los misiles inteligentes y las armas de inducción destrozaban a los Guardias del Cuervo más cercanos antes de que éstos lograran destrozar las torretas. Ocasionalmente los guerreros de Torovac encontraban Drones trampa desactivados, en los que aún crepitaban nubes de electricidad que enviaban extrañas lecturas a través de sus auspexes. Torovac se volvió más cauto y ordenó a sus centinelas que regresaran a los límites de la Colmena Atlassi. Ya que el Comandante T'au había convertido el terreno abierto en su contra, él volvería a cazar en las sombras y forzaría al enemigo a venir a él.

War Zone Damocles - Kauyon-58

Torovac ascendió a las torres de la colmena utilizando los mag-ascensores que todavía funcionaban y ordenó a los Tecnomarines de sus cañoneras que se dedicaran a tratar con los espíritus máquina de los macro cañones de la colmena. Los Tecnomarines no tardaron demasiado en reparar los daños que la invasión T'au habían causado a estas poderosas máquinas y las devolvieron a pleno rendimiento. Allí donde Torovac veía movimiento desde su nido, la artillería de la colmena disparaba andanadas pesadas hacia las tierras baldías. Las patrullas de Swiftflame no tardaron demasiado en volver a buscar refugio en el terreno urbano de nuevo.

A medida que su cuerpo regresaba hacia la gran colmena, los equipos rastreadores de Swiftflame se infiltraban en Lawhall Atlassi. Sus órdenes eran neutralizar a las escuadras tácticas y las escuadras de devastadores  que hacían llover muerte sobre los T'au desde las azoteas. Cuando los Rastreadores abrieron fuego, los Marines Espaciales saltaron desde sus posiciones (llevando consigo sus armas pesadas) hasta los tejados cercanos. A medio salto activaron las cargas de demolición que habían sembrado por todo el Lawhall y colapsaron toda la estructura sobre sus enemigos. Horrorizado, Swiftflame envió a sus armaduras miméticas. Cada espejismo brillante fue el precursor de una terrible lluvia de fuego por parte de las armas de inducción. Junto a ellos llegaron las cegadoras descargas de energía de los asaltantes invisibles, capaces de destrozar a un Marine Espacial hasta convertirlo en una nube de vapor ultracalentado. En respuesta, la Guardia del Cuervo hizo un uso magistral de la cobertura que ofrecían las ruinas del complejo. Su experiencia les hacía imposibles de rastrear y, menos aún, de hacer salir de sus defensas.

Swiftflame no tardó demasiado en sentir la llama de la impaciencia royendo su alma. Al igual que la mayor parte de Vior'lans tenía un espíritu feroz. A cierto nivel le irritaba ver que la Guardia del Cuervo hacía un uso tan eficiente de la cobertura; le habían dicho que los Marines Espaciales evitaban semejantes medidas lógicas debido a su arrogancia. Pensó que si el armamento a larga distancia no podía sacar a los gue'ron'sha de sus escondites, usaría armamento de corto alcance. Cuando el sol se alzó en el quinto día de contra-invasión imperial, el Comandante Swiftflame lideró a seis equipos rompelíneas hacia las profundidades de territorio enemigo. La batalla que tuvo lugar en los confines oscuros del complejo fue tan sangrienta y agotadora que ha demostrado ser un revulsivo para la Casta del Fuego desde entonces.

Relato Oficial: Ataque y Contra ataque[]

El ciclobláster iónico de Swiftflame destrozó la mitad del torso de un Marine Espacial justo cuando uno de los Rompelíneas descargó  su propia arma sobre el yelmo del guerrero. Los disparos mancharon la Armadura del Comandante con sangre imperial. Esos guerreros eran realmente formidables; fueron las primeras tropas enemigas que los T'au habían encontrado capaces de resistir el fuego de un rifle de inducción sin sufrir daños. Sin embargo frente al fuego de los blásteres de inducción de los Equipos Rompelíneas, los superguerreros de la Humanidad, quedaban destrozados como sacos de carne.

Hubo una explosión y el techo de rococemento cayó en una nube de polvo. Tres Marines Espaciales se abrieron paso a través de los escombros con sus garras hacia los T'au. El filtro de visión nocturna del Comandante neutralizó el efecto oscurecedor del polvo cuando cayó hacia un callejón cercano y su bláster de fusión impactó en un Marine Espacial a medio salto cortándolo por dos a la altura de la cintura. La luz blanco-azulada iluminó  el bastión cuando regresó al combate y su Armadura recibió una cuádruple puñalada en el muslo mientras aplastaba a otro asaltante con garras contra el muro. El Marine Espacial continuó luchando y decapitó a un Rompelíneas mientras el comandante lo volaba en pedazos. El estruendo de la batalla se calmó y Swiftflame empezó a respirar con jadeos desiguales mientras examinaba sus alrededores. En seis cortos decs, todo ser viviente del complejo, a excepción de sí mismo, había muerto.

Las sombras se alargan[]

Las apuestas en Prefectia crecían por momentos a pesar de ser inicialmente elevadas al tener el Sistema Dovar en riesgo. Las trincheras quedaban iluminadas por voleas de plasma y las ruinas por los láseres rubíes mientras que fuera de las zonas organizadas los tanques merodeaban entre las dunas de polvo y hueso. La guerra por el planeta pendía de un hilo.

Largos días de guerra pasaron, trayendo cada uno de ellos cientos de nuevos actos de heroísmo y tragedia. Comandantes y estrategas por igual quedaron ahogados por las mareas de violencia que inundaban el mundo fortaleza. La antigua sabiduría del Codex Astartes fue puesta a prueba repetidas veces contra las enseñanzas del Código de Fuego. Varias fuerzas de Marines Espaciales se distinguieron sobre el resto, entre ellas las de los Capitanes Shrike y Khan, pero pronto fue obvio que la fortaleza de Prefectia no caería en un ataque rápido. Deseoso de asegurar la victoria sobre los xenos, el Señor del Capítulo Corvin Severax aterrizó en el planeta en persona. Pretendía supervisar la derrota T'au o provocarla si era necesario.

War Zone Damocles - Kauyon-56

El alto mando T'au también estaba decidido a conseguir una victoria duradera. Todo cuerpo disponible fue redirigido a Prefectia desde los planetas ya conquistados, incluyendo las Armaduras más avanzadas de la Casta del Fuego. Diversos Etéreos se ofrecieron voluntarios para reforzar la moral en las primeras filas, entre ellos Aun'Do, pero la verdadera sorpresa llegó cuando en un discurso que tocó los corazones de cientos de billones T'au, el propio Aun'Va anunció que descendería al planeta. Tal y como había hecho en Agrellan, el Señor del Espíritu Inmortal lideraría desde el frente para asegurarse de que la llamada del Bien Supremo limpiaría el planeta de la corrupción de la Humanidad.

En cuanto a la Comandante O'Shaserra, su estrella estaba en decadencia. Al fallar en repeler a los Marines Espaciales en la fecha prevista, había causado que Aun'Va arriesgara su propia vida.

No era de extrañar que la comandante ya no estuviera ascendiendo ya que los Cicatrices Blancas la habían perseguido incansablemente. Ella lo había dado todo en Agrellan y no había tenido un momento de descanso desde entonces. Cada explosión que escuchaba sonaba como el tableteo de los bólteres gemelos de las motos de  los Marines Espaciales, cada sombra que cruzaba el suelo parecía el precursor de una cañonera o de una carga mortal. La semilla del miedo que Khan había puesto en el corazón de O'Shaserra estaba echando raíces y el destino opresivo que pendía sobre su cabeza también. El recuerdo de su espada la perseguía a cada hora pero al menos esa amenaza estaba a la vista. Había otras fuerzas acercándose, tiburones deslizándose a través de aguas oscuras en comparación con la rabia ardiente de Khan.

Corvin Severax había ordenado a sus guerreros que convergieran sobre O'Shaserra allí donde se le viera. El Señor del Capítulo dijo a sus Capitanes Sombríos que Khan se había quedado sin tiempo, esbozando un magistral plan de batalla de búsqueda y destrucción que abarcaría Prefectia. En el pasado esas cacerías habían tenido éxito y, a menudo, fue Severax quién dio el golpe de gracia. El Señor del Capítulo esperaba tener el cadáver de O'Shaserra frente a él en pocas horas. Sus Capitanes hicieron el sigo del Águila y se deslizaron en la noche.

Hasta el momento la Casta del Fuego había encontrado el rostro más agresivo y grandilocuente de la maquinaria de guerra Imperial. Pero pronto descubrirían que bajo la cruda brutalidad acechaban horrores hambrientos y astutos.

Relato Oficial: Las sombras se alargan[]

La Comandante O'Shaserra echó una mirada furtiva a través de la ventana exterior mientras el trabajador de la Casta de la Tierra El'Gruhl desenroscaba los tornillos de los misiles Imperiales recuperados por Sternshield. Ella debería estar ahí fuera, exponiéndose frente a los gue'ron'sha para activar múltiples Kauyon que había estado preparando meticulosamente durante tanto tiempo. Sin embargo, no se había ganado la confianza de Jun'nami y Aun'Va apresurándose al combate. Lo primero que debe hacer el guerreo sabio es aprender del enemigo.

O'Shaserra se obligó a sí misma a centrarse en el asunto en cuestión. Las afirmaciones de Sternshield de que la supremacía aérea tenía la clave de la victoria tenían mérito genuino. Según su informe, el misil no emanaba una firma extraña, sino algo más extraño. Algo biológico.

La placa exterior del misil se separó con un silbido de aire desagradable y el olor de gases muertos llenó la habitación. El'Gruhl gruñó dando un paso atrás cuando Sternshield gritó horrorizado. O'Shaserra frunció el ceño y avanzó para encontrarse con una visión de pesadilla.

Un cadáver marchito se encontraba en el interior del misil con expresión de horror sin vida. Surgían cables de cada vértebra que lo unían con su columna vertebral así como de los restos momificados de su cerebro. El cadáver parecía gruñir en voz baja. Parpadeando con desagrado se a dijo a sí misma que no era más que las expulsiones de gas naturales de la descomposición.

- "Por el Tau'va", murmuró Sternshield, "¿Qué nuevo horror es este".

O'Shaserra cerró sus ojos asqueada. Los humanos estaban tan cerca de entender el sacrificio pero a cambio tan lejos del Bien Supremo. Para un guerrero muerto entrar en este tipo de semivida al servicio de los suyos era una especie de martirio en alguna forma retorcida. Pero usar un cuerpo muerto como arma... eso era algo vil en extremo.

- "¿Por qué no utilizan inteligencias artificiales?" preguntó Sternshield. "¿Están tan atrasados como para temerlas?".

- " Creen que sus máquinas tienen almas, Sternshield," contestó O'Shaserra. "Tal vez así se aseguran de ello."

- " Esto está mal " dijo Sternshield. " Una raza tan repugnante no tiene lugar en nuestras estrellas."

O'Shaserra asintió tristemente. " Es cierto, Comandante. Hemos visto suficiente. Sigamos con la limpieza."

Secretos Celestiales[]

Mientras los Tau y los Marines Espaciales se enfrentaban en la superficie de Prefectia, una batalla mayor se desarrollaba en los cielos. Esta

War Zone Damocles - Kauyon-61

ofensiva también quedó marcada por el genio paciente de O'Shaserra. En Galacrastus, la lenta luna de Prefectia, los masivos refuerzos que llegaban de la Bahía Mu'gulath se esforzaron en mantenerse en el lado oscuro del planetoide para evadir la detección. Mientras esperaban a que la luna progresara en su órbita creían poder atacar en su punto de destino sin ser detectados por la flota Imperial. Su entrada en la atmósfera del planeta tendría lugar en un vector tan directo que sus enemigos no podrían responder a tiempo. Este tipo de estratagemas tuvo que convertirse en algo común ya que la armada Imperial era un auténtico terror en las confrontaciones directas. Tratando de aprender más sobre cómo la flota humana podía aparecer desde la nada, O'Shaserra comprobó los datos de todas estas súbitas apariciones y encontró una correlación: tendían a aparecer en ciertos lugares en los límites del Sistema Dovar, lejos de cualquier cuerpo celestial.

Razonando que los capitanes Imperiales evitaban áreas donde un sistema estelar o un planeta pudiera atraerlos hacia su gravedad, O'Shaserra envió una flota de exploradores para esperar en el espacio vacío a las afueras del Sistema Dovar. Increíblemente, sus cálculos probaron ser correctos. Cuando una nave Imperial se trasladó desde el Empíreo días después, la nave de exploración T'au estaba lo suficientemente cerca como para tomar enormes cantidades de datos de la anomalía que rodeó la gran nave Imperial. La tripulación T'au intentó enviar sus descubrimientos al Alto Mando T'au, esperando que ellos pudieran encontrar sentido a las extrañas lecturas, pero nunca regresaron a Prefectia, ni ninguna otra nave T'au.

Relato Oficial: Secretos Celestiales[]

De pie, sobre la estatua destrozada de un santo Imperial, el Señor del Capítulo Severax observó como la 3º Compañía llevaba a cabo su plan a la perfección. Pieza a pieza estaban destrozando al ejército T'au. Era un ejemplo de la eficiencia sombría que Severax había empleado una docena de veces antes. Ocasionalmente, lanzaba una corta instrucción a los oficiales o se adelantaba para cortar en dos una Armadura de Combate con sus espolones, pero en general se contentaba con ver el desarrollo de aquella carnicería.

War Zone Damocles - Kauyon-62

Cuando sus hombres abatieron a los últimos T'au ejecutándolos despiadadamente, Severax empezó a frustrarse. Su gran estrategia  se estaba desarrollando con un efecto mortal, tal y como había sucedido en cientos de mundos antes, pero la Comandante O'Shaserra aún no se había dejado ver. Casi sentía una sombra de respeto por su sigilo. A pesar de su bravuconería, los rápidos jinetes de los Cicatrices Blancas eran cazadores expertos, y dividirlos en tres planetas consecutivos no era una hazaña sencilla. Mantenerse fuera de la vista de la Guardia del Cuervo era aún más impresionante.

Severax inclinó la cabeza hacia atrás mientras pensaba en la fría venganza por llegar. Podía esperar. Al final, ella acabaría rota y muerta, tal y como también acabarían sus ejércitos.

Un ligero sonido se hizo eco en su yelmo. Encendió el altavoz y una sonrisa feroz se propagó lentamente por su rostro. Era la primera vez que sonreía en seis semanas.

-"Lord Severax, tenemos contacto visual con la comandante xenos. Los Drones que la acompañan y las marcas de honor coinciden con las imágenes en Agrellan y Voltoris. Es ella, señor." Severax encendió su propulsor de salto y se elevó hacia los cielos.

La Perdición de los Héroes[]

Orgullo. Aquello que acaba con los grandes y los buenos, el nivelador de escalas cósmicas, tal vez el más mortal de los pecados. Y sin embargo, su sombra acecha a todos, Marines Espaciales y T'au por igual. Demasiado a menudo el orgullo proyecta una sombra que cruza las vidas de los héroes  más nobles, una sombra sobre el alma que se alarga con cada victoria.

O'Shaserra no había convertido en un secreto su presencia en Prefectia, al contrario, había reforzado su papel en la guerra hasta convertirse en un objetivo por encima del resto. Creía que podía derrotar al líder de la invasión de los Marines Espaciales en persona, teniendo éxito allí donde los señores de la guerra más terribles de la galaxia habían fracasado. Tal vez era también el orgullo lo que conducía a Corvin Severax a cazarla en persona, ya que la lista de sus victorias llenaba dos veces la Bóveda Raptorium.

Las trincheras de Denechai, excavadas en el cauce de un río seco al este de Aquillon, habían visto diversas batallas entre el Astra Militarum y la Casta del Fuego. La Armadura de Combate distintiva de O'Shaserra había sido vista allí en la última hora del conflicto. Llevando consigo únicamente una escuadra de Veteranos de Vanguardia elegidos a propósito, el Señor del Capítulo ordenó que su Thunderhawk personal pasara sobre el Estrecho Denechai saltando a medio vuelo directamente sobre las hostilidades. Sería un gran honor para la Guardia del Cuervo si las garras de Severax cortaban la cabeza de la Comandante suprema T'au allí donde las cimitarras de los hombres del Khan había fallado.

La batalla bajo ellos había visto cómo la mayor parte del Astra Militarum era masacrado por los campos de fuego superpuestos de la Casta del Fuego. La 3º Compañía de la Guardia del Cuervo, así como algunos exploradores de la 10º habían atacado desde las sombras de la trinchera. Habían usado a los Guardias Imperiales como cebo sin que éstos lo supieran, pero la estratagema les había dado una ventaja, con el cuerpo de cazadores extendido frente a ellos, eran capaces de devolver el golpe duramente. El Señor del Capítulo Severax se desplegó en esta fiera lucha. En algún lugar estaba O'Shaserra, un enemigo al que había llegado a despreciar. El ajuste de cuentas estaba cerca.

"Aquellos que pueden superar el orgullo nacido de la conquista, que pueden templar la gloria con modestia, lucen un escudo contra los filos de quienes intentan derrotarlos. Quienes dejan que el orgullo les ciegue encontrarán la humildad en su lecho de muerte, cuando sea demasiado tarde."

El Automemorial de Malcador el Héroe.

Relato Oficial: La Perdición de los Héroes[]

Severax sonrió sin humor mientras descendía al campo de batalla. Sus hombres tenían razón. Bajo ellos estaba la reina-guerrera del Imperio T'au. Ese tótem del patético imperio xenos pronto encontraría un final sangriento. Podía estar bien oculta tras tecnología de camuflaje, pero para los ojos de un cazador seguía siendo visible como un borrón de movimiento y una silueta brillante.

La comandante xenos prefería trabajar sin ser vista, y había sabiduría en ello. Un auténtico Señor de la Guerra no rugía como una bestia frente al enemigo convirtiéndose en un objetivo táctico y haciendo que la historia lo recordara como un cráneo descabezado por la espada de algún otro. No, el líder sabio gobernaba desde las sombras, observando y esperando el momento antes de acabar con sus enemigos con certeza y precisión.

O'Shaserra había sido una espina constante en el costado de todos los Capítulos encargados con la recuperación del mundo fortaleza perdido. Los Cicatrices Blancas habían sufrido más que el resto, lo que agravaba las pérdidas sufridas en Agrellan, pero en los últimos meses la Guardia del Cuervo había perdido demasiados guerreros. Severax hizo un juramento silencioso. No más Hijos de Corax se perderían en su guardia.

War Zone Damocles - Kauyon-65

El Señor del Capítulo y sus Veteranos descendieron entre las brumas sin que ningún disparo les interceptara. Golpearon las líneas T'au desde arriba. Sus botas de ceramita pisotearon las altas Armaduras de Combate ocre tan duramente que las hicieron retroceder hasta las trincheras. Los Veteranos de Vanguardia de Severax atravesaron los visores con sus espadas, golpearon los pechos con sus cuchillas relámpago y descabezaron a los xenos con sus puños de energía. El Señor del Capítulo se dedicaba a buscar su auténtica presa, confiando plenamente en la capacidad de sus hombres.

Allí. Un borrón de movimiento, un espejismo de calor en su visión periférica. Severax se lanzó con sus propulsores de salto quemando el aire donde había estado y convirtiendo su movimiento en un borrón. Se apoyó en las trincheras un instante para volver a elevarse con sus garras dirigidas hacia el torso de O'Shaserra. Ella también fue rápida, escurriéndose con una agilidad imposible para evitar su golpe. La inercia de Severax le desplazó. Agachó la cabeza conectando la parte dura de su casco con la Armadura de Combate de su oponente.

El impacto envió una ola de errores a través de su casco de camuflaje. Cuando O'Shaserra se tambaleó, Severax lanzó un gancho de derecha que impactó en su antebrazo convirtiendo su bláster de fusión en un montón de piezas ensangrentadas. El otro arma de fusión apareció pero Severax ya tenía atrapada a su oponente en un agarrón mortal y atravesó su pecho una y otra vez con sus garras. La sangre manchó el frente de la Armadura enrojeciéndola por completo. Severax exhaló una risa hueca cuando O'Shaserra fue cortada a tiras por sus garras tres veces benditas.

La risa tuvo un eco más largo de lo que debería. Algo brilló en el flanco de Severax, algo tan pesado que lo sintió  a pesar de sus gruesas placas de armadura.

Hubo un resplandor y Severax fue cortado por la mitad a la altura de la cintura, mientras negaba horrorizado al ver las piernas en armadura negra que golpeaban el suelo a unas pocas yardas de él. La última cosa que el Señor del Capítulo sintió fue una explosión de fuego que le lanzaba a la trinchera. Su visión se desvaneció mientras sus restos medio fundidos golpeaban en la ciénaga llena de fríos cadáveres humanos.

War Zone Damocles - Kauyon-66

Las XV95 Fantasma cruzaban el campo de batalla, como si estuvieran a baja gravedad con sus propulsores en silencio. Sus Drones reforzaban y recalculaban  sus campos de camuflaje con cada nuevo movimiento. El líder del equipo anunció su presencia matando al líder de los Marines Espaciales con dos disparos a corto alcance. Los otros pilotos lo siguieron, abriendo fuego sobre los gue'ron'sha que se encontraban frente a ellos.

Fue una emoción singular tener el poder puro en la punta de los dedos. Pero los gue'ron'sha, tan tenaces como siempre, se recuperaron en cuestión de segundos. Lanzaron una tormenta masiva de bólter en las cercanías del equipo de Fantasmas, esperando, sin duda, conseguir una rápida venganza. La Casta de la Tierra lo había previsto. Al unísono, los Fantasmas alzaron sus contramedidas y expulsaron nubes de flechettes inteligentes que hicieron detonar los proyectiles prematuramente. Ni siquiera la luz de sus explosiones alcanzó a los Fantasmas, ya que sus campos de sigilo los protegieron.

Las XV95 presionaron en su ataque. Los cicloacribilladores iónicos bañaron a sus objetivos en pura luz blanca antes de impactarles con las inmensas columnas de energía que les convertían en carne y metal fundido. Los colisionadores de fusión sencillamente evaporaban a aquellos en quienes impactaban. Los Marines Espaciales avanzaron con sus retropropulsores, solo para retroceder debido al fuego concenctrado de los cañones rotativos o los impactos de los rifles aceleradores de los lejanos Rastreadores. Cuando los Equipos Miméticos añadieron su fuego  al huracán de energía, ni siquiera los Marines Espaciales podían resistir. El gran Kauyon había empezado.

Sigilo y subterfugio[]

El daño catastrófico que sufrió la 3º Compañía dejó en shock a la Guardia del Cuervo, pero la muerte de Corvin Severax resonó en los anales de la historia. Una vez más, el genio del alto mando T'au había atrapado desprevenidos a los invasores Imperiales, pero al atreverse a acabar con un Señor del Capítulo, habían cortejado una respuesta drástica.

Las órdenes que O'Shaserra había recibido del Etéreo Supremo Aun'Va habían sido usarse a sí misma como cebo para un gran Kauyon. Pero un verdadero líder pide resultados en vez de dictar la forma en que son conseguidos. O'Shaserra había ideado sus planes en consecuencia pidiendo voluntarios entre los pilotos de su cuerpo para hacerse pasar por ella en el campo de batalla. Como era de esperar, todos los miembros de su equipo se ofrecieron. Incluso tras los eventos de Voltoris, O'Shaserra seguía siendo una heroína predilecta del Tau'va.

La primera parte del gambito de la Comandante O'Shaserra fue encargar diez Armaduras XV22 personalizadas a la Casta de la Tierra. Éstos se mostraron felices de cumplir ya que sus científicos consideraban que el prototipo había sido un éxito tras las extensas pruebas de O'Shaserra. Estas nuevas Armaduras fueron equipadas con blásteres de fusión, adornadas con las marcas de honor de O'Shaserra y acompañadas por los drones de defensa MV52 para asemejarse el máximo posible a su comandante.

War Zone Damocles - Kauyon-68

Si Severax hubiera conocido la identidad de su asesino tal vez se hubiera sentido impresionado a su pesar. No había sido un veterano sin nombre controlando a una Armadura XV95 Fantasma, sino la propia O'Shaserra. Al haber visto luchar directamente a Kor'sarro Khan y a Shrike en Voltoris, sospechaba que sus oficiales superiores también serían oponentes letales. Su plan había sido atraer al rey-guerrero de los Marines Espaciales y había funcionado espectacularmente.

Aunque no temía dar su vida por el Tau'va, también era consciente de que su muerte asestaría un duro golpe en la moral de la Casta del Fuego. Al enviar señuelos a la batalla, se aseguraba que las órdenes de Aun'Va eran cumplidas mientras maximizaba sus oportunidades de acabar con la conquista de Prefectia. Fue el señuelo Shue'lan quién atrajo a Severax a la mira de O'Shaserra, su sacrificio por el Bien Supremo siempre sería recordado.

Con la Guardia del Cuervo tambaleándose por la pérdida de su Señor del Capítulo, O'Shaserra y sus pilotos Fantasma golpearon una y otra vez a sus enemigos Marines Espaciales. El efecto mortal de las Armaduras Fantasma no quedó confinado al Estrecho Denechai ya que cada mundo había enviado docenas de máquinas de guerra a Prefectia. Aunque el Imperio había notado su picadura con antelación, sólo ahora fueron testigos de la potencia de la XV95 Fantasma en masa.

En cada teatro de batalla, los equipos de Armaduras Miméticas que habían actuado como escoltas para cada cuerpo se les unieron las Armaduras fantasma ocultas para formar un Cuerpo Optimizado Mimético. En los primeros compases de la guerra los cañones de las patrullas de O'Shaserra habían eliminado a las patrullas enemigas e interceptado actos de sabotaje. Ahora llevaron la lucha contra las columnas blindadas y las enormes falanges del Astra Militarum; y emergieron victoriosos. Esta enorme escala del despliegue de la tecnología de camuflaje desencadenó una nueva fase de la guerra. Una vez más, los T'au ascendían. Y su dominio sobre Prefectia aumentaba cada día.

Los Fantasmas del Vacío[]

Tras dar un duro golpe a la Guardia del Cuervo, O'Shaserra dedicó sus pensamientos a la desaparición de los Cicatrices Blancas. Su intención era devolver el miedo de la presa contra sus propagadores. Ya que había visto su comportamiento chamánico y supersticioso de primera mano, decidió jugar con sus creencias en espíritus, espectros y monstruos para socavar su determinación.

Abandonando su Armadura Fantasma en favor de una herramienta más sutil y familiar, se unió al Equipo Mimético en su querida XV22 y partió hacia las tierras devastadas al amparo de la noche.

Cuando el Khan y sus hombres encendían sus fuegos al atardecer y se explicaban historias de sus ancestros solían dejar a unos pocos de los suyos de guardia. Al igual que los hombres de las tribus de Chogoris, estos centinelas vigilarían el horizonte y no el fuego para no perder su visión nocturna. Una táctica tan primitiva no les sirvió de nada frente a la tecnología de O'Shaserra.

Los campos de camuflaje amortiguaron el sonido del acercamiento de los T'au hasta el punto en que ni siquiera el fino oído de los Cicatrices Blancas pudo detectar más que un susurro en el viento. Las células de vinculación de luz que mantenían a los trajes camuflados fundían a los equipos de O'Shaserra con la oscuridad de la noche de Prefectia, hasta el punto de confundir los ojos aguzados de los centinelas Marines Espaciales. Sin que los Cicatrices Blancas se dieran cuenta, los cazadores los rodearían. Un destello de luz en la distancia y cada centinela desaparecería. O'Shaserra encargó a sus equipos retirar lo que quedaba de las víctimas, a fin de intimidar y confundir mejor a su presa.

Su táctica fue exitosa en cierto modo. Los Cicatrices Blancas no tardaron en hablar del Fantasma del Vacío, una criatura que robaba a los hermanos de batalla durante la noche. Pero lejos de erosionar su moral, la amenaza de un demonio invisible que había tomado a sus hermanos llenó de ira a los Cicatrices Blancas y todos y cada uno de ellos juraron destruir violentamente a la fuerza que les estaba cazando.

No había lugar para el miedo o la duda en la mente de los Marines Espaciales. Fue algo que constato O'Shaserra demasiado tarde, pero que le hizo otorgarles un atisbo de respeto.

Retirada y Contraataque[]

Entre los comandantes del Imperio, hay quienes gastan vidas tan libremente como un jugador gasta dinero. Los señores de los Marines Espaciales no suelen hacerlo. El Adeptus Astartes de Prefectia deseaba la victoria, pero no a cualquier precio. Se retirarían al lugar de evacuación designado, haciendo el máximo daño posible en el proceso.

En el interior de la fortaleza destrozada de Prefectia, el Adeptus Astartes había caído presa de docenas de tipos de trampas, desde los Drones señuelos más sencillos hasta los engaños más elaborados. El coste era demasiado alto. Aunque los Apotecarios eran capaces de recuperar la semilla genética de la mayor parte de los caídos, había demasiados informes de Marines Espaciales reducidos a poco más que una pulpa irreconocible o con miembros desaparecidos. Esto incluía la pérdida del mismísimo Señor del Capítulo Severax, un grave golpe ya que él era el único que conocía las estrategias que el Capítulo había puesto en marcha. El esfuerzo militar de la Guardia del Cuervo empezó a convertirse en una serie de matanzas de venganza, pero sus Capitanes no tardaron en reconocer la necesidad de reagruparse. Aunque fuera doloroso de admitir, los xenos habían hecho suya Prefectia y se necesitaría una enorme cantidad de recursos para recuperarla.

War Zone Damocles - Kauyon-72

Pero recursos era algo que el imperio tenía en gran medida. La Flota Imperial, a cuyas reservas faltaban mucho por quedar exhaustas, envió cientos de vehículos para cubrir la retirada de los Marines Espaciales. Aunque el Adeptus Astartes no tenía igual en cuanto a velocidad, en términos de números el Astra Militarum era la mayor fuerza. Los T'au podían interceptar una mera fracción de sus naves orbitales. Regimiento tras regimiento de la Guardia Imperial descendió desde las enormes naves orbitales a tierra para forzar a los T'au a retroceder en un amplio frente. Renovaron la lucha contra la ofensiva T'au, comprando tiempo para que los Marines Espaciales se recuperaran. Sin embargo, los enormes batallones del Astra Militarum eran lentos y los T'au muy móviles. Las fuerzas xenos no tardaron en esquivarlos.

Entretanto, aquellos Marines Espaciales a los que llevó demasiado alcanzar el punto de reunión en el Ojo de Goliath se encontraron rodeados y su retirada se convirtió en una resistencia final cuando sus rutas de escape quedaron bloqueadas. Las Compañías Tácticas y Devastadores se encontraron rodeados por completo y con sus transportes reducidos a escoria burbujeante. Cuando las estelas distintivas de los refuerzos en Cápsulas de Desembarco se vieron en los cielos, los T'au se retiraron eficientemente de sus lugares de aterrizaje y sus cuerpos embarcaron en los Mantarraya y Orcas para huir del lugar sin dudarlo. Cuando las Cápsulas de desembarco llegaban a su lugar de impacto recientemente abandonado, sus pasajeros Marines Espaciales no tenían otra opción que hacer una marcha a través de los páramos para llegar hasta sus hermanos.

Aunque los Marines Espaciales la llamaban cobarde y cosas peores, las tácticas de O'Shaserra eran innegablemente efectivas. Sus cuerpos fluían como agua alrededor de los ataques Imperiales, sus retiradas aparentes a menudo se convertían en asaltos rápidos en otras áreas. Los elementos del Kauyon se desarrollaban efectiva y devastadoramente.

Las evacuaciones exitosas estaban resultando considerablemente inciertas para los ejércitos Imperiales hasta que las mayores naves de abordaje soltaron su carga. Con un estruendo de sirenas de guerra y el aleteo de pendones ancestrales, los nobles de élite de la Casa Terryn surgieron de sus hangares con sus gigantescos Caballeros Imperiales. El Alto Rey Tybalt tenía que zanjar una cuenta pendiente que la emboscada en Voltoris no había cubierto por completo. Aunque su venganza había tardado en llegar, sería terrible de contemplar.

Relato Oficial: Retirada y Contraataque[]

O'Shaserra frunció el ceño mientras observaba desde encima de la Basílica Euclidas. Los Imperiales estaban estableciendo zonas de evacuación a un punto de reunión cerca del Ojo de Goliath. Por ahora, se limitó a dejarlos ir.

-"Una vez más la supremacía táctica y estratégica de la Casta del Fuego ha quedado clara para todos", dijo, como hablando para sí misma.

-"Nunca estuvo en duda", dijo el Comandante Sternshield. Su Armadura Coldstar se recostaba contra una de las barrocas torres cercanas. O'Shaserra anhelaba derribar las torres y convertirlas en polvo y, en cuanto los Marines Espaciales se retiraran, eso era exactamente lo que haría. Un gesto simbólico; el viejo imperio que había sofocado este mundo desaparecía, mientras que las elegantes estructuras de la Casta de la Tierra se alzaban.

-"A pesar de que me molesta decirlo", dijo el Comandante Swiftflame desplazando su armadura hacia el viento caliente junto a las torres, "El mirrorcódex nos sirvió bien".

-"¡No hables de él!" dijo O'Shaserra, " ya te arriesgaste a la censura con las pérdidas que tuviste en las electrominas. ¿Buscas traer el Malk'la ritual sobre nosotros? Ese documento sólo se debe usar en las circunstancias más extremas, su autor es un traidor al Tau'va. Su nombre no debe ser pronunciado, sin importar cuan grave sea la situación frente a nosotros".

Swiftflame transmitió un signo de aquiescencia y no dijo nada más.

-"Es bueno ver a los morbosos expulsados de este mundo," dijo Sternshield. "Hay poder aquí, pero está contaminado por la necrosis Imperial."

O'Shaserra asintió. "Mantente objetivo, Comandante," advirtió. " Hay mucho que odiar en la Humanidad, pero el odio puede ser usado en tu contra. Hoy hemos enseñado esa lección a los gue'ron'sha".

-"Como siempre dices la verdad", dijo Sternshield. "¿Crees que estas alimañas volverán a infestar Prefectia?"

-"Lo dudo" dijo O'Shaserra. "Pueden ser brutos, pero no son idiotas. Con la muerte del monarca de los Marines Espaciales, es casi seguro que los gue'ron'sha son una fuerza agotada. Este planeta es nuestro."

-"Por el Bien Supremo", dijo Swiftflame.

-"Exacto, Comandante," dijo O'Shaserra, haciendo el signo del Tau'va con sus delgados dedos. "Por el Bien Supremo".

[]

Para los Comandantes de los Marines Espaciales, la retirada de la lucha en Prefectia era una reminiscencia incómoda de la evacuación de Agrellan. Los T'au habían demostrado ser más que capaces de defenderse contra una invasión a gran escala, transformando el planeta de una fortaleza imperial, a una pesadilla llena de trampas en cuestión de meses. La Casta del Fuego reorganizó sus defensas, confiados en que podrían capear el temporal cuando el Imperio renovó su asalto a fin de comprar tiempo para la retirada de los Marines Espaciales. O'Shaserra había eludido a los Cicatrices Blancas y la Guardia del Cuervo por igual, dando la vuelta a la situación con un efecto devastador, y podía hacerlo de nuevo.

War Zone Damocles - Kauyon-74

La Comandante suprema de la Casta del Fuego ya estaba siendo aclamada como una guerrera triunfante. Las noticias de sus victorias sobre Prefectia se habían extendido por todas partes. Habían llegado no sólo a los mundos centrales del Imperio T'au, sino también a los mundos imperiales cercanos que los embajadores T'au habían señalado como propicios para una conquista más sutil.

Esa misma noticia se había extendido hasta Terra. En las oficinas ocultas de poder, los acontecimientos que se estaban poniendo en movimiento que cambiarían el destino de la Franja Este. El Alto mando T'au ya estaba felicitándose por un trabajo bien hecho, sin darse cuenta de que la magnitud de los refuerzos que estaban entrando en el Sistema Dovar habría causado incluso que la sangre de un Vior'lan se helara. Los defensores T'au de Prefectia sólo se habían enfrentado a una pequeña fuerza concentrada, e incluso esas fuerzas de élite habían sido capaces de luchar por la victoria. Pero no tardarían en hacer frente a los gigantes de la guerra por los que el Imperio es temido; pesados, inmensamente fuertes y equipados con suficiente potencia de fuego para convertir ciudades enteras en polvo.

Capítulo 3: Ira y Retribución[]

El Señor de las Sombras[]

Tras la muerte de Severax, los T'au y las fuerzas Imperiales se diezmaron entre sí, hasta el punto de que ambos bandos se vieron obligados a retirarse si querían mantener alguna semblanza de cohesión. A raíz de la batalla, los Capitanes Sombríos se reunieron en las sombras. Uno de ellos recibiría el mando absoluto de la Guardia del Cuervo.

Los días de contiendas que condujeron a la muerte de Corvin Severax habían sido un tapiz de causas y efectos que enviaba ondas a través de Prefectia de polo a polo. El sucesor del Señor del Capítulo sería elegido entre los Capitanes del Capítulo de la Guardia del Cuervo, pero había poco tiempo para el debate. La mayoría de guerreros ya estaban envueltos en conflictos feroces contra los T'au, algunos combatiendo por sus vidas cuando la Casta del Fuego presionó aprovechando su ventaja.

War Zone Damocles - Kauyon-78

Mientras Corvin Severax orquestaba su magistral patrón de búsqueda y destrucción, el Capitán Sombrío Shrike había estado al frente de los hombres de la 3º Compañía en una serie de ataques punitivos. En el transcurso de los últimos tres días, la Fuerza de Choque Shrike había acosado a todo un contingente hasta el punto de la extinción y, al hacerlo, puso el cebo de una trampa.

Shrike había trabajado junto a un regimiento de artillería del Astra Militarum. Les había ordenado bombardear blindados enemigos que iban a intervenir mientras sus guerreros lanzaban un asalto por tierra sobre el resto del cuerpo acosado. Al ver una presa fácil, O'Shaserra había atacado la artillería del Astra Militarum y la infantería asignada para defenderlos. Shrike había estado esperando ese movimiento, y cuando devolvió el contraataque sobre los ejércitos de O'Shaserra, vio la Armadura distintiva de la comandante enemiga de pie, triunfante sobre los cuerpos de sus aliados Astra Militarum.

Los Veteranos de Shrike habían dado confirmación del paradero de O'Shaserra a Corvin Severax, y el Señor del Capítulo se había apresurado a unirse a la lucha, tratando de reclamar la cabeza de O'Shaserra por su propia cuenta. Fue esa decisión única la que le había costado a la Guardia del Cuervo su Señor del Capítulo y la mayoría de su 3º Compañía.

Con Corvin Severax muerto, Shrike y sus veteranos supervivientes se vieron obligados a improvisar, ya que en términos de potencia de fuego eran superados de forma masiva. Al permanecer tras la XV95 Fantasma más cercana, utilizaron los puntos fuertes de las Armaduras T'au contra ellos: un disparo perdido de una XV95 no era reconocido como una amenaza por las contramedidas de otro, y causaba daños paralizantes a sus Drones. La Guardia del Cuervo concentró sus ataques en la más hábil de las Armaduras Fantasma restantes, la de O'Shaserra, y por pura tenacidad la obligaron a retirarse.

Esa noche, el Capitán Shrike y su Escuadra de Mando regresaron al lugar de la batalla para cosechar las glándulas progenoides de los caídos. Lo hicieron con gran riesgo, pero resistieron, y gran parte de la semilla genética de la 3º Compañía sobrevivió gracias a ellos.

Es probable que ese acto desinteresado asegurara el estatus de Shrike como sucesor natural de Severax. Ya se habían establecido una serie de comunicados astropáticos que contaban entre sus destinatarios al resto de Capitanes Sombríos de la Guardia del Cuervo e incluso a Marneus Calgar de la vecina Ultramar. La Guardia del Cuervo necesitaba un nuevo líder, uno tan ampliamente respetado que pudiera unir a los ejércitos de Imperio en lugar de simplemente hacer que lucharan juntos.

Al final, la decisión fue unánime. Kayvaan Shrike, salvador de Targus VIII, Donaka y Yahkee, pesadillas del ¡Waaagh! Skullkrak, portador del Laurel Imperialis y santo patrón de mundos considerados perdidos o abandonados por todos, se convertiría en el nuevo Señor del Capítulo de la Guardia del Cuervo.

Relato Oficial: El Señor de las Sombras[]

Kayvaan Shrike miró a la multitud reunida. Las luces bajas del complejo minero subterráneo brillaban sobre cientos de servoarmaduras, cada una de ellas recién limpiada de la suciedad y la sangre derramada en honor de la ocasión propicia.

-"Esta noche, un gran héroe del Imperio ha sido alejado entre nosotros", dijo Shrike, con la cabeza inclinada en señal de respeto. "Durante milenios nuestra orgullosa hermandad ha estado unida bajo un líder de la habilidad de Severax, que alcanzó tanto con tan pocas espadas. Es una gran pérdida."

El ambiente en el complejo era tan tenso como los momentos previos a una tormenta eléctrica. Los siguientes instantes eran vitales.

- "Sin embargo, esa pérdida anuncia un futuro más brillante", continúo Shrike con una voz cada vez más elevada. "Esta noche, la Guardia del Cuervo cambiará. Buscaremos el consuelo de las sombras, como siempre hemos hecho, como nuestro padre Corax nos enseñó. Pero, a partir de este momento, vamos a utilizar todas las armas a nuestra disposición, toda alianza que podamos forjar. No podemos seguir ningún otro curso de acción."

Shrike sintió el oleaje de la convicción en el pecho antes de continuar. Era lo correcto. Tenia que serlo. Todo lo demás había fallado.

- "Aquí, en Prefectia, dejamos a nuestro paso un nuevo amanecer. Un amanecer de fuego, de garras alzadas por una sola causa y templadas en la sangre ajena. Aunque debemos reunir nuestras fuerzas de nuevo, vamos a destrozar la garganta del enemigo como pago por su temeridad. ¡El Imperio en Prefectia seguirá estando dividido!".

Un rugido vino de los Marines Espaciales congregados bajo él. Shrike se dio cuenta de que muchos de sus hermanos de batalla permanecían en silencio.

- "Pero ahora, partimos", continuó Shrike. "Preparaos, pues aún quedan muchos enemigos por masacrar. ¡Comencemos!"

Alabando a su señor, los hermanos de batalla reunidos levantaron sus armas frente a su nuevo Señor del Capítulo y así comenzó una nueva era en la historia de la Guardia del Cuervo.

Relato Oficial: El Señor de Blanco y El Señor de Negro[]

Dos guerreros permanecieron en silencio en el resplandor radiante del amanecer de Prefectia, uno blindado en negro y el otro en blanco. El Señor de Blanco tenía la piel curtida por el viento, maltratada por los elementos de un centenar de mundos. La coleta que coronaba su calva era tan larga y gruesa como la cola de un caballo. Su porte era el de un rey, pero la sombra del fracaso pesaba sobre él. Incluso la alegría de la batalla no podía elevar el ceño fruncido de su rostro.

War Zone Damocles - Kauyon-80

El Señor de Negro contrastaba  a su lado. Tenía la piel de alabastro, inmaculada excepto una sola marca de quemadura en la mejilla izquierda. Su rostro también era severo, y sus rasgos parecían los de una estatua patricia. Un poder depredador emanaba de él; aunque permanecía en pie con los músculos tensos, como si pudiera echar a volar en cualquier momento, y en sus ojos negros azabache se veía un indicio de triunfo.

- "Bien hallado, canoso viejo buitre", dijo Kayvaan Shrike. "Ahora puedes llamarme Señor del Capítulo."

La nariz del Khan se dilató y sus ojos se encendieron con chispas de indignación. Esas chispas atraparon algo en su interior. Pero hoy, por primera vez en semanas, esos fuegos fueron de alegría, no furia asesina.

- "¡Ja!" Rugió Kor'sarro Khan, "Te llamaré cobarde, como te mereces, gorrión amante de las sombras." Una amplia sonrisa se propagó por el rostro del Cicatriz Blanca, enterrando sus ojos en gruesas arrugas mientras exponía sus dientes blancos y afilados. Dio un paso adelante y agarró el antebrazo extendido de Shrike en un apretón de manos guerrero.

- "Señor del Capítulo," continuó el Cicatriz Blanca, asintiendo con la cabeza en señal de respeto. "Yo había pensado que el viejo Severax era demasiado astuto para morir."

- "Los T'au tienen su propia astucia alienígena", dijo Shrike en tono serio, "y O'Shaserra más que ninguno, parece."

- "Cierto," dijo Kor'sarro Khan. Sus hombros envueltos en piel se hundieron ante la mención de su némesis, pero cuando su mano encontró la empuñadura de su espada, su porte volvió a mostrarse erguido una vez más. "No puede escapar de mi espada para siempre. Su cabeza adornará las almenas de Quan Zhou, aunque tenga que perseguirla por toda la galaxia para conseguirla."

- "Puede que tenga que hacer precisamente eso," dijo Shrike. "Somos muy pocos ahora para lograr la victoria total. Debemos garantizar que los T'au paguen Prefectia lo más cara posible mientras reunimos y cotejamos nuestros resultados de cara a la siguiente fase. Debemos hacerlos sangrar. Romper su fuerza para que podamos reclamar la Franja Este de nuevo de una vez por todas."

- "Nosotros esto, nosotros aquello", dijo Kor'sarro alzando una ceja. "No estoy acostumbrado a que los hijos de Corax hablen así."

- "Acostúmbrate," le espetó Shrike. "Hemos permanecido separados demasiado tiempo y eso nos ha hecho fallar."

El Khan inclinó la cabeza, mirando a su viejo camarada con nuevo respeto.

- "Entonces combinaremos nuestras fuerzas."

- "Lo haremos, junto a las de todos los guerreros Imperiales en Prefectia."

War Zone Damocles - Kauyon-81

- "Y los que llegarán", dijo el Khan, mirando a las estrellas. "¿Ha habido algún mensaje?"

- "Su Heraldo me contactó," dijo Shrike, "medio día, como mucho, aunque eso tal vez es un retraso demasiado largo contra un rival del calibre de O'Shaserra. Sin embargo, me he asegurado de que la llegada del Alto Rey sea... apropiadamente magnífica."

- "Necesitamos más que combatientes," dijo el Khan, "da igual cuál sea su tamaño o linaje. Debemos volver este mundo en contra de esos usurpadores. Es para lo que se construyó Prefectia a fin de cuentas."

- "Es cierto. Pero las defensas estáticas, incluso los cañones de la colmena... los T'au sencillamente los evitan. No les preocupa ganar o perder terreno."

- "Entonces volvamos la ira del mundo en su contra. Conjuremos una tormenta y atémosla a nuestra voluntad."

Shrike asintió. "En Dal'yth y Voltoris los psíquicos probaron ser herramientas potentes."

- "Es porque los T'au no tienen almas, o son demasiado débiles," dijo el Khan. "No pueden contrarrestarlos."

- "¿Pueden convertir en un aliado este mundo tus Videntes de la Tormenta?" preguntó Shrike, girando la cabeza hacia un lado.

- "Es para lo que nacieron. Traeremos la tormenta."

- "Excelente," dijo Shrike. "No podrán predecir esto, ni combinando todos sus sensores y dispositivos. Asegúrate de que el torbellino ataque donde más lo necesitamos, Kor'sarro. La mayor batalla está por llegar. La batalla que verá los venablos de los Cicatrices Blancas, las garras de la Guardia del Cuervo y las lanzas de la Casa Terryn impactar en el mismo enemigo simultáneamente."

- "Ja," resopló el Khan. "Señor del Capítulo Shrike, Unificador del Imperio. Medidas desesperadas."

El Guardia del Cuervo sonrió con tristeza. "Preferiría Shrike, Perdición de los tres veces malditos T'au."

- "Supongo que puedo vivir con ello," río entre dientes el Khan. "Necesitas hacerla salir a terreno abierto, Kayvaan. Si te limitas a esperar y esconderte te envolverá en su telaraña y no podrás escapar. Si le das un enemigo, un objetivo al que pueda atacar, creerá que puede alzarse con la victoria. Y no tardará en lanzarse sobre él. Pero tiene que creer que lo está haciendo según sus propios términos."

Shrike asintió. "Puedo hacer eso. Cree que somos arrogantes. Si parece que nos estamos extralimitando al atacarles en una fortaleza, acudirá para reclamar la gloria de nuestra desaparición."

- "El momento deberá ser impecable, o dejaremos este planeta bajo una mortaja."

- "El momento, viejo amigo," dijo Shrike, "es algo que la Guardia del Cuervo dominó hace tiempo."

La ira de los Justos[]

Bajo la dirección del Señor del Capítulo Shrike, la alianza antes reservada entre los capítulos de la Guardia del Cuervo y los Cicatrices Blancas se fortaleció. Al hacerlo, convirtió los ataques dispersos y aislados de la invasión imperial en una fuerza combinada tan potente que podría rasgar el corazón de la coalición T'au sobre Prefectia.

War Zone Damocles - Kauyon-82

Las doctrinas militares de la Guardia del Cuervo y los Cicatrices Blancas no podían haber sido más diferentes. Allí donde los guerreros del Khan preferían dar golpes decisivos en terreno abierto, los parientes de Shrike operaban mejor en zonas densas donde sus ataques meticulosos podían desgastar incluso a los ejércitos más grandes. O'Shaserra había visto emerger patrones sobre Prefectia, Agrellan e incluso Voltoris, y había empezado a organizar trampas Kauyon en consecuencia. Cuando los Cicatrices Blancas habían cargado, se habían encontrado a menudo luchando contra espejismos holográficos, y recibiendo el verdadero golpe de fortificaciones cercanas y ocultas. Cuando la Guardia del Cuervo había permanecido a la espera de su enemigo, se encontraron siendo emboscados o atraídos hacia terreno abierto donde los cuerpos de apoyo a largo alcance podían acabar con ellos.

War Zone Damocles - Kauyon-83

Sin embargo, cuando las fuerzas de Vior'la y T'au se encontraron luchando contra ambos capítulos a la vez, descubrieron que ni siquiera las mejores trampas Kauyon funcionaban. Una y otra vez la Guardia del Cuervo se dejaba atraer a zonas abiertas ejerciendo de yunque para que los Cicatrices Blancas, cargando desde zonas ocultas ingeniosamente, actuaran como el martillo. A las afueras del complejo de búnkeres de Rhosputen, la Guardia del Cuervo, enfrentada a un Cuerpo Armado, llevó a sus enemigos a un bombardeo cruzado en el que los Cicatrices Blancas dieron un apoyo aéreo que destrozó a los gravíticos T'au. Cuando el Khan dirigió una carga a través del Gran Lapso, los Vior'lanos bloquearon rápidamente ambos extremos del puente, sólo para ser despedazados por las Compañías  de la Guardia del Cuervo que se ocultaban bajo los arcos de suspensión. Las patrullas de Exploradores atrajeron a las Armaduras Apocalipsis de O'Shaserra a fin de que atacaran con Kauyon, solo para que los Exterminadores teleportados cuidadosamente desde la órbita acabaran emboscándolos y destruyendo a las Armaduras gigantes.

El resto de compañías de Marines Espaciales presentes en Prefectia también se unieron a los planes de Shrike. Cuando las Fuerzas de Cazadores de los Cicatrices Blancas eran perseguidas por las Llanuras Retorcidas por los cuerpos de luchadores de la Casta del Aire, los Stalkers y Cazadores de seis capítulos llenaron los aires con un bombardeo masivo de fuego antiaéreo que no permitió que un solo piloto T'au saliera vivo. Los Marines Espaciales no se retirarían sin antes combinar sus fuerzas, evitando que la Casta del Fuego cementara su presa sobre Prefectia. Pero cada victoria era más que un eslabón en la cadena que les llevaba al golpe más importante de todos, una estrategia que se articulaba alrededor del complejo de la electropresa conocida como Brutec Nexus.

Relato Oficial: La ira de los Justos[]

- "Videntes de las Tormentas, ¡Invocad a la muerte!" gritó Kor'sarro Khan, con su cabello ondeando como el viento del torbellino psíquico. "¡Sudabeh! Hora de vengarte por Voltoris!"

El Khan río con alegría y ferocidad frente a la tormenta eléctrica. Shrike le observaba con la cabeza girada hacia un lado y no hizo comentarios. Lo más primitivo como arma; una estrategia audaz y extremadamente arriesgada con mucho en juego. En Prefectia, sin embargo, parecía estar funcionando bien.

En el borde del abismo irregular de Ventur Scar, la fortaleza generatorum de Brutec Nexus quedó envuelta en una red de crepitante luz azul. Aunque los intentos del Imperio de utilizar la energía de Prefectia se habían centrado en los gigantescos motores sanguijuela helicoidales que se extendían entre la Grieta Ventur y los Ojos de Goliath, los T'au habían dejado el complejo prácticamente indefenso. El puesto de mando xenos estaba a escasas millas de distancia, habiéndose deslazado hacia el norte mediante motores gravitacionales.

Probablemente sea un cebo, pensó Shrike, pero lo tomarían antes de hacer saltar su propia trampa.

Shrike había observado con calma como las Armaduras T'au y sus Drones habían lanzado un asalto al complejo, sólo para retroceder con su apreciada tecnología destrozada debido a las enormes olas de remolinos de estática que surgían del vórtice psíquico de los Videntes de las Tormentas. Los Marines Espaciales también habían sufrido interferencias en sus sensores, pero Shrike simplemente les había ordenado quitarse los cascos. Sus sentidos mortales eran lo suficientemente agudos para detectar un ataque. Aún así, no todos los guerreros T'au eran totalmente dependientes de la tecnología. Incluso ahora podía ver falanges de los guerreros de la Casta del Fuego que se acercaban. Estaban a una hora según sus cálculos. Tal vez menos.

- "Hermano Chaestovoc, informe," gritó Shrike por encima de la tormenta mientras miraba al Tecnomarine blindado de rojo que se le acercaba entre los servidores. "¡ Un desafío, mi señor!", dijo Chaestovoc, "Los espíritus máquina están pidiendo a gritos que el Omnissiah los libere."

- "Bien," dijo Shrike. "La electrotormenta está lista para ellos." El sonido de un enfrentamiento masivo les alcanzó. "Desencadena el cataclismo, Chaestovoc."

- "A la orden, mi señor," dijo el Tecnomarine. "Iniciando en tres... dos... uno..."

Una explosión aullante de presión chafó a Shrike contra el pórtico cuando diez bolas de fuego gigantescas de energía blanco azulada se precipitaron desde las bobinas de energía de la electromina en el abismo. La totalidad de Brutec Nexus se sacudió como si el puño de un dios la golpeara. Shrike se impulsó hacia arriba, mientras el Khan se arrojaba de asidero en asidero. Muy por debajo de ellos, gruesas serpientes de energía se retorcían a todo lo largo de la Grieta Ventur. Se propagarían rápidamente hacia los Ojos de Goliath. Y, desde sus profundidades, explotarían cada fisura; las mismas fisuras en las que acechaban las reservas de O'Shaserra. Mas de un millón xenos muertos, estimaba Shrike. Casi valía la pena morir por ello.

Entonces la tormenta aulló como si fuera una banshee y todo se iluminó.

La Fuerza de la Casa Terryn[]

Unidos, los Marines Espaciales de Prefectia habían golpeado duramente a las fuerzas T'au por todo el planeta. O'Shaserra buscaba venganza, pero el Señor del Capítulo de Shrike aún tenía una carta que jugar...

Los líderes de la Guardia del Cuervo y los Cicatrices Blancas habían convertido las energías que cruzaban las fisuras de Prefectia en una tormenta eléctrica destructora. Las venas de fuerza geoeléctrica que tamborileaban bajo la corteza del planeta habían sacudido cada fisura y cañón. Al hacerlo, los Marines Espaciales habían cogido por sorpresa a los Cuerpos de Cazadores refugiados en sus laderas y habían enviado a una gran cantidad de ellos a yacer en tumbas anónimas. Sin embargo, también se habían convertido en el blanco más obvio de toda Prefectia.

War Zone Damocles - Kauyon-85

En menos de una hora, la Casta del Fuego los había rodeado con decenas de miles. Incluso con la tormenta psíquica conjurada por los Videntes de las Tormentas manteniéndolos a raya a la letal élite de Armaduras T'au, los autores del terremoto se enfrentaban a una muerte casi segura.

La Guardia del Cuervo y los Cicatrices Blancas se disponían a vender su vida lo más cara posible cuando dos inmensos vehículos rugieron por los cielos. Sus macroescudos clase ión ondularon cuando los cuerpos T'au intentaron derribarlos en vano. Los grandes iconos heráldicos sobre las puertas del hangar se deslizaron cuando los gigantes aún estaban en el aire y se acercaban a los bordes de los Ojos de Goliath. Un momento después, la Casa Terryn anunció su presencia: no sólo con los clarines a todo volumen del Baron Artemidorus, sino con golpes y cañones de batalla de disparo rápido que enviaron una muerte explosiva entre las filas de los Guerreros de Fuego de abajo. 

Las rampas se estrellaron con fuerza en la ceniza y las máquinas de guerra empezaron a disparar mientras emergían desde la oscuridad. Desde el interior cavernoso de las naves surgieron los héroes de leyenda de Voltoris, los Caballeros Imperiales de la Casa Terryn, y cada uno de sus andadores era capaz de enfrentarse a un ejército por derecho propio.

Relato Oficial: La Fuerza de la Casa Terryn[]

- "¡Ahí están!" gritó Artemidorus, acelerando el paso de su Caballero. "¡Veo sus colores!"

Un escalofrío recorrió el cuerpo del Noble cuando le alcanzó el ansia de batalla. Sus enlaces mentales pulsaban en respuesta a la emoción que recorrió el cuerpo del noble cuando la fiebre de la batalla se abrió paso a través de él. Sus pulsos mentales fueron respondidos con golpes y zumbidos rotativos. Un instante de retroceso violento, y una lluvia de proyectiles se precipitó en los lejanos T'au que se acercaban al borde de los Ojos de Goliath. Detonaron con la fuerza suficiente para lanzar decenas de cuerpos xenos al aire. Artemidorus gritó antes de obligarse a concentrarse.

- "Adeptus Astartes en el borde del risco bajo fuego intenso," dijo a sus compañeros Nobles. "Caminantes pesados entrantes norte-noreste; escudos de iones a las dos."

- "Los tengo", dijo Tybalt, el Caballero Guardián avanzó a zancadas rápidamente, con su cañón gatling disparando muerte sobre las tropas camaleónicas de su flanco derecho. Los misiles volaron desde los lanzadores de su caparazón hacia el escuadrón de tanques que se acercaba y con el que los pilotos T'au, presumiblemente, intentaban comprar tiempo para sus camaradas en tierra. La andanada dejó uno de los tanques gravíticos en llamas cuando Tybalt irrumpió entre los demás. Con su guantelete crepitando, el Alto Rey arrancó toda la torreta del acelerador lineal de un segundo tanque y pivotó por la cintura, usándola como un garrote para aplastar al tercer gravítico contra una duna de ceniza.

Un combatiente xenos se situó bajo la sombra del sol, con la esperanza de evitar la detección, y envió sus misiles directamente contra Tybalt. Balthazar, su guardia personal, usó su escudo de iones para interceptarlo, haciendo que detonaran sobre el campo de fuerza invisible en llamaradas. Los cañones automáticos Ïcaro del andador devolvieron una andanada de proyectiles y se precipitaron hacia ellos.

Balthazar se hizo a un lado en el último momento, haciendo un gesto con su espada sierra segador imitando a un cortesano que indicara a una dama que actuara en primer lugar. El volador T'au sobrevoló a los Caballeros y se estrelló en una explosión de energía.

Artemidorus vio una Armadura ocre descendiendo desde los cielos en dirección al caparazón de Balthazar, escupiendo misiles desde sus hombros hacia la puerta del piloto. "¡A mi la Guardia!", gritó el Heraldo. Un momento después, cuatro andanadas de balas de gran calibre convergieron golpeando la Armadura T'au con tanta fuerza que la hicieron chocar con el caso de Balthazar y caer sobre la electrotormenta que crepitaba en el borde del abismo.

La Compañía Honorable había llegado a Prefectia y haría falta mucho más que tecnomagia xenos para detener la masacre que tenían en mente.

Pocos pero Gloriosos[]

Nobles, valientes y totalmente decididos, el Alto Rey Tybalt y sus guerreros habían luchado contra los T'au en la Fanja Este desde que habían rechazado las promesas melosas de la Casta del Agua y les habían expulsado de su mundo. En Agrellan, fueron los Caballeros de Tybalt los que protegieron la retirada de las fuerzas Imperiales, imponiendo un terrible peaje sobre sus enemigos a pesar de las grandes bajas en su propio bando. En la gran batalla de Voltoris subsiguiente, las fuerzas de la Comandante T'au O'Shaserra habían sido rechazadas, pero el Alto Rey no consideraba satisfecho su honor.

Ahora, Tybalt y sus belicosos seguidores buscaban aplastar a los T'au de una vez por todas. Fue por esta razón que los Caballeros de la Casa Terryn respondieron a la llamada a la guerra en Prefectia, persiguiendo a sus presas a través de las estrellas en busca de una oportunidad para aniquilar a los deshonrosos xenos.

En el centro del despliegue de los Caballeros sobre Prefectia avanzaba el Alto Rey Tybalt y sus guerreros valerosos de la Compañía Honorable. Eran la cúspide de la fuerza de Terryn reunida para la batalla. Más que eso, estos guerreros representaban los parangones de honor y nobleza de la casa. Antes de que se dirigieran a la refriega, Tybalt y sus barones hicieron poderosos juramentos de venganza, y prometieron aplastar a los enemigos de la Casa Terryn sin importar el coste.

El Alto Rey Tybalt lideraba su Compañía Honorable. Incluso antes de que los T'au invadieran los sistemas cercanos a Agrellan, Tybalt había  sido tan temido como honrado. Ahora, habiendo salido personalmente en defensa de las fuerzas en retirada en Agrellan Prime - y habiendo sido el causante de la victoria aplastante sobre Voltoris - el patriarca era famoso en todo el Sistema Dovar como el flagelo de los T'au. Su Caballero, Furia de Voltoris, consiguió muchas nuevas marcas de honor debido a muertes espectaculares en la batalla contra las fuerzas de la Comandante O'Shaserra, sobre todo gracias a su cañón gatling vengador, que se cobró la vida del famoso Comandante Voidsun y su guardaespaldas ante las puertas de la fortaleza de la Casa Terryn.

La mano derecha de Tybalt era el Baron Artemidorus, que pilotaba el orgulloso y antiguo Caballero Impávido en calidad de Heraldo de la Casa. Cuando las tormentas de energía crepitaban sobre sus cabezas y los géiseres voltaicos rugieron en la tierra destrozada de Prefectia, apareció Artemidorus con el estruendo de las trompetas de bronce que resonaron desde las vox-rejillas de su Caballero. Golpeó al enemigo xenos con todas las armas disponibles, envolviéndolos en llamas y ruina allí donde se atrevieron a mostrarse. Entretanto, el noble Heraldo escaneó el campo de batalla en busca de amenazas que sus camaradas más exaltados podrían haber pasado por alto.

Allí donde veía un objetivo, Artemidorus lanzaba un aviso ritualizado a sus compañeros que confiaban tanto en su sabiduría y habilidad que los escudos de iones cambiaban de posición antes incluso de que los Caballeros conocieran la naturaleza de la amenaza. De esta forma resistieron gran cantidad de fuego y misiles que explotaban sin hacerles daño contra los escudos de los Caballeros.

El resto de la Compañía Honorable de Tybalt estaba formada por otros tres valientes guerreros: Monteryn, Taurus y Balthazar. El Barón Taurus pilotaba el Honor Intratable y le había sido otorgado el título de Guardián de las Puertas de Voltoris. Su primera tarea era defender las fortalezas de la Casa Terryn en su mundo natal. El haber llamado a Taurus a luchar en Prefectia indicaba lo seriamente que se tomaba el Alto Rey Tybalt la amenaza T'au. El Barón Taurus sintió que honraba sus tareas de protector transfiriendo su papel de Guardián de las Puertas a defensor del resto de Caballeros de la Compañía Honorable. Por eso se le confió no solo la ejecución de los asaltos cuerpo a cuerpo más complicados contra las Armaduras T'au más amenazadoras sino el encargarse de abatir a los voladores xenos de los cielos con su cañón automático.

El Barón Balthazar pilotaba el Caballero Eterno Incondicional, ponía las vidas de los demás antes que la suya propia. Sin embargo, su rol como Guardia Personal, hacía que la auténtica preocupación de Balthazar fuera la seguridad del Alto Rey Tybalt. Marchando junto a su señor, Balthazar alzó su espada sierra en defensa del Alto Rey allí donde fue necesario y situó su armadura entre su señor y cualquiera que pudiera dañarlo. Durante la fiera lucha en las llanuras de la Catedral de San Pyroclastos, fue Balthazar quién abatió a una docena de cañoneras y bombarderos tiburones solares que fueron tan temerarios como para amenazar a su señor.

Sire Monteryn acababa de incorporarse a la Compañía Honorable. La promoción de Monteryn al círculo interior de Tybalt se hizo en reconocimiento por sus valientes acciones durante la batalla por Agrellan Prime, durante la cual había permanecido sobre los restos de dos hermanos Caballeros, defendiéndolos con sus cañones antes que sus pilotos pudieran retirarse a zona segura. Monteryn y su Voltoris Impávido habían ocupado el lugar del Barón Darius, que había sido destacado con su Caballero Intolerante a luchar junto al Astra Militarum en un megacomplejo ecuatorial. El joven Noble estaba decidido a no desperdiciar una oportunidad como esta para la gloria.

Un choque de gigantes[]

A medida que las naves de desembarco lideraban su cargamento de titanes guerreros por todo Prefectia, las armaduras T'au surgían desde las ruinas, cada una de ellas desatando una tormenta de energía letal. Una hueste de XV104 Cataclismo, que tan decisivas fueran en la batalla por Agrellan, habían estado esperando a que el Imperio pusiese en juego sus unidades más pesadas, y O'Shaserra ordenó a sus pilotos que se lanzaran a asegurar la victoria T'au en aquel nuevo y vital planeta.

War Zone Damocles - Kauyon-88

La llegada de los Caballeros Imperiales no supuso una sorpresa para O'Shaserra. Anteriormente ya se había encontrado con los poderosos aliados de los gue'ron'sha, y había preparado contramedidas para el caso de que se unieran a la lucha en Prefectia. De hecho, el centro de mando de O'Shaserra había sido emplazado en el extremo del Ojo de Goliath para poder interceptar la retirada de los Marines Espaciales y había ordenado a sus pilotos Cataclismo que se desplegaran en dicho perímetro.

Los Caballeros de la Casa Terryn también se habían enfrentado anteriormente a las XV104 Cataclismo en Agrellan y Voltoris. Las enormes armaduras xenos suponían el mayor desafío a su supremacía con el que jamás se habían topado. Ni siquiera las efigies de guerra andantes de los Orkos, contra las que combatiesen en Grosphox IV, les habían causado tantas bajas. Fuera como fuese, la repulsa que los Nobles sentían por aquellas máquinas de guerra xenos les lanzó de cabeza al ataque.

Tybalt había reunido a los mejores guerreros de su casa, además de a aquellas casas aliadas y aquellos Desarraigados que tenían deudas de honor con la Casa Terryn. Docenas de Caballeros tomaron tierra en Prefectia, en una cantidad comparable a una Compañía de Batalla de Marines Espaciales. Los Barones Yorac y Orpheron habían sido enviados a aplastar a las reservas T'au que descendían desde la luna de Prefectia con intención de atacar las Islas Maven.

Capulan y Amaranthine lideraron un asalto coordinado en los círculos polares del planeta, mientras que Darius se unió a las interminables columnas de tropas del Astra Militarum que asediaban el centro de mando ecuatorial de los T'au.

War Zone Damocles - Kauyon-89

Pese a la gran cantidad de guerreros de Tybalt, fue la presencia de Taurus, el Guardián de Voltoris, lo que indicó de manera definitiva las intenciones de Tybalt. Tanto para los amigos como para los enemigos, estaba claro que la Casa Terryn pretendía acabar por sí misma con la amenaza T'au en la región del Golfo de Damocles, o ser aniquilada en el intento.

Con la Guardia del Cuervo y los Cicatrices Blancas supervivientes sembrando ya la destrucción en la línea de batalla T'au, la carga de la Casa Terryn resultó imparable. El campo de batalla entre la Grieta Ventur y la Colmena Aquillon humeaba con los restos de las máquinas de guerra Tau, muchas de las cuales habían sido destruídas por el propio rey Tybalt. La inercia por la llegada de los Caballeros les hizo atravesar las filas de guerreros de la Casta del Fuego de los Equipos Rompelíneas y los Guerreros de Fuego. Los cañones de fuego rápido y los cañones gatling saturaron de disparos las armaduras distante hasta superar sus escudos.

Las Armaduras Cataclismo se desplegaron en escuadrones abiertos para contrarrestar a los andadores Imperiales, con sus retroreactores permitiéndoles cruzar la devastación en grandes saltos de una gracilidad impresionantes para unas máquinas de guerra de semejante tamaño. Ardientes descargas de energía que habrían bastado para fundir incluso la armadura táctica de un Dreadnought impactaron desde todas partes contra los caparazones de los Caballeros Imperiales a la carga. Varios de los andadores gigantes de Terryn resultaron inutilizados o destruidos, abandonados como piras ardientes que iban apareciendo al paso de la Compañía Honorable de Tybalt.

Aquello no detuvo la carga de los mejores hombre de la Casa Terryn. Ni siquiera por un instante.

El aire se llenó con el creciente rumor de los reactores nova aumentando su potencia mientras los pilotos de las Armaduras Cataclismo llevaban sus sistemas de armas hasta el límite. Era un sonido que los guerreros de la Casa Terryn recordaban bien, y que había significado la muerte para muchos camaradas en Agrellan. Cuando los reactores XV104 alcanzaron un nivel de ruido ensordecedor, los Nobles alzaron sus escudos iónicos en la dirección del sonido y las energías incineradoras del sobrecargado armamento de las Cataclismo empezaron a arder inocuamente a través de las bóvedas de energía invisible.

Lanzados a la carga en una formación de lanza de adamatium, los Caballeros devolvieron el fuego de sus cañones térmicos. Con toda su energía centrada en atacar a fondo, los pilotos de las Cataclismo  apenas tenían recursos que dedicar a su defensa. Una escuadra entera de ellas estalló en llamas y sus restos cayeron al suelo de ceniza. El Alto Rey Tybalt se abalanzó con el hombro por delante atravesando una de las naves estrelladas, y cargó de cabeza contra los escuadrones de tanques que habían del otro lado, golpeando con su crepitante guantelete a un Tanque TX78 Cabezamartillo tras otro.

A una orden de O'Shaserra, un cuerpo de la Casta del Fuego apareció por el este, intentando rodear a los Caballeros asaltantes para poder disparar contra su vulnerable blindaje posterior. A la sombra de la nave de desembarco más cercana, se desplegaron las Armaduras XV88 Apocalipsis, tanques Cabeza martillo y escuadras de Drones Francotiradores, escoltadas por Armaduras Cataclismo. Este ataque por el flanco también había sido previsto por Kayvaan Shrike, el cerebro oculto de la batalla hasta el momento, y tenía un plan de contingencia al respecto.

Del oscuro hangar de la nave de desembarco surgió un andador solitario, un monstruo pesadillesco para aquellos T'au que habían visto su sangriento desempeño en Agrellan. Era conocido como el Caballero de Obsidiana, y su caparazón negro estaba tachonado de cráneos e iconos de muerte, aunque no llevaba pergaminos que revelasen su nombre. Ningún grito de guerra surgió de su vox, ninguna sirena anunció su llegada. Pero aún así, su propósito estaba terriblemente claro.

War Zone Damocles - Kauyon-90

El ruido de las pisadas del Caballero atronó por toda la zona como el tambor de guerra de una tribu de gigantes. Su carga fue ganando velocidad al tiempo que su cañón de batalla causaba estragos en las esparcidas filas T'au. Cada disparo llevaba por delante una docena de vidas. Los disparos del acelerador lineal atronaron, pero la mayoría de los proyectiles hipersónicos rebotaron en el escudo iónico del monstruoso Caballero convertidos en estallidos de luz cegadora. Incluso los disparos que llegaron a impactar causaron poco más que meros rasguños a su gruesa piel de metal.

La Cataclismo más cercana pasó por delante del gran andador negro y se colocó a su espalda, preparando sus blásteres de fusión para lanzar el disparo mortal. Sin embargo el Caballero Obsidiana, mucho más veloz de lo que ningún enemigo hubiese imaginado, giró por completo el tren superior de su cuerpo y descargó horizontalmente su espada sierra, atravesando el torso de la Cataclismo, tras lo cual volvió a girar hacia delante para abrir fuego con sus proyectiles de cañón contra la segunda XV104. La Cataclismo, hecha añicos por la espada sierra del Caballero Obsidiana, se desmoronó mientras rociaba chispas y restos xenos en las piernas del andador.

Relato Oficial: Un choque de gigantes[]

El Sargento Gherei disfrutó la sensación del viento lleno de estática moviendo su pelo y el aroma del propelente en su nariz. La cacofonía de rugientes motores y detonaciones de artillería llenaba el aire en torno a los motoristas de los Cicatrices Blancas, que avanzaban hacia la línea del frente mientras las explosiones distantes, seguidas por géiseres de fuego y polvo, hacían que el horizonte pareciese cobrar vida. La magnificencia de la guerra invadió todos los sentidos de Gherei, llenando por completo su alma.

Pero Gherei sentía aún más euforia al ver a la basura xenos morir en gran número ante la venganza del bólter y espada del Adeptus Astartes. Además, junto a esa fuerza de caza avanzaban grandes orbes de crepitante electricidad, invocados a partir de las caóticas energías liberadas en el electrocomplejo, esferas que atendían a cada uno de los Videntes de las Tormentas y Capellanes que marchaban a la batalla en aquel glorioso día.

De los orbes surgían relámpagos de energía blanca y azul que achicharraban a los enemigos cercanos, incluso buscando a aquellas armaduras que se intentaban mantener ocultas mediante las tecno-blasfemias xenos. Aún así, todo aquello no era más que un eco de la tormenta de la violencia desatada en todo Prefectia. Shrike, tras eliminar a un grupo T'au que acechaban en las electrominas, había ordenado una retirada planetaria, pero aún quedaba mucho por matar.

War Zone Damocles - Kauyon-91

A través de la neblina de ceniza, Gherei vio un escuadrón de transportes T'au coleando a través de la tormenta. Puso a toda potencia el motor de su montura y disparó sus bólteres acoplados. Una lluvia de proyectiles impactó en la trasera del gravítico xenos más cercano, haciendo saltar sus escotillas de popa y llenando su interior de humo asfixiante. Hizo una señal a Dhulatai para que avanzase. El joven e impetuoso piloto aceleró y lanzó una granada de fragmentación al compartimento de transporte del vehículo, pintando su interior con los restos de los pasajeros. Los bólteres y las armas de plasma rugieron, y los otros dos tanques también fueron abatidos.

Más adelante, se veían gigantes a través del humo. La llegada de los Caballeros Imperiales había sido rápidamente respondida por las mayores armaduras que Gherei había visto jamás, cada una de las cuales rivalizaba en tamaño con las máquinas de la Casa Terryn. El sargento sonrió ampliamente. Los guerreros de Tybalt se estaban llevando la mejor parte, alternando entre lanzar tupidas andanadas de disparos y protegerse en posiciones defensivas para contrarrestar los cañonazos de las armaduras T'au.

Al llegar al combate, los Caballeros atravesaron directamente la columna de infantería T'au. Gherei escuchó a sus hombres lanzar vítores cuando un gran grupo de guerreros de la Casta del Fuego se batieron en retirada hacia las grandes estructuras abovedadas que se adivinaban en la distancia. Los Caballeros de la Casa Terryn lucharon como si se hubieran entrenado toda su vida para ese momento. Después de lo de Agrellan, pensó Gherei, quizás fue así.

La sonrisa de Gherei se congeló, convirtiéndose en una mueca de desconcierto. Por detrás de las líneas T'au, algo más grande se acercaba a través del humo y la ceniza. Dos, tres, media docena de sombras, más enormes que los monstruosos trajes de guerra que luchaban en primera línea. Gherei estaba a punto de dar la alarma cuando de pronto una de esas inmensas sombras pareció iluminarse, y un latido más tarde su imposible potencia de fuego convirtió al sargento y sus motoristas Cicatrices Blancas en un amasijo de fragmentos de carne, metal y sangre.

La Batalla por el Ojo de Goliath[]

El Futuro del Golfo de Damocles había llegado a Prefectia.

Alzándose entre las ruinas en el extremo de la Colmena Aquillon, estaban las armaduras KV128 Ciclón, las más poderosas máquinas de guerra de las que disponía la Casta del Fuego. Cada una de ellas superaba ampliamente tanto en estatura como en potencia de fuego a las armaduras Apocalipsis. De tres en tres fueron avanzando hacia la línea del frente, puntuando sus pasos con andanadas de disparos de cohetes de racimo, misiles destructores y cargas de fragmentación que abrieron grandes boquetes en las filas de la Guardia del Cuervo que estaba desplegada entre las ruinas. Fue un bombardeo devastador, pero cuando abrieron fuego con los vastos sistemas de armas que llevaban instalados sobre sus hombros, incluso el tiempo pareció detenerse.

War Zone Damocles - Kauyon-92

Un instante de luz cegadora y un sonido ensordecedor. Fue como si una mano gigante hubiese borrado una sección entera del paisaje. Cascotes, ceniza y Marines Espaciales, todo simplemente había desaparecido. Allí donde un momento antes había habido una posición defensiva, no quedaban ahora más que unas pocas columnas de humo.

Las armaduras Ciclón no estaban solas. Ante los asaltos de los Marines Espaciales contra esos asesinos monstruosos, unas luces palpitaron tenuemente en sus flancos, los únicos signos visibles de la presencia de las XV95 Fantasma uniéndose al combate. En segundos, más de los mejores guerreros del Emperador fueron atacados por energías invisibles y convertidos en una neblina de sangre atomizada. Siguieron apareciendo armaduras Tau de todo tipo, todas ellas optimizadas para aniquilar a las tropas de choque del Imperio.

El gran Kauyon siguió revelándose, y con él la efectividad de las armas que la Comandante O'Shaserra había mantenido ocultas hasta entonces.

Combinadas, las más avanzadas máquinas de guerra de la Casta del Fuego se convirtieron en una fuerza imparable. Un huracán de munición fue lanzado contra el ataque Imperial, aniquilando los transportes de Marines Espaciales, los tanques e incluso aquellos Caballeros Imperiales que se vieron metidos en medio de la ofensiva.

Aunque lentas en comparación con las armaduras Apocalipsis y Fantasma, las KV128 Ciclón eran lo último en potencia de fuego. Al abrigo de la noche, O'Shaserra había ordenado llevar nueve de aquellas vastas máquinas de guerra hasta las ruinas que rodeaban la Colmena Aquillon, y las había ocultado entre los parapetos Rompeolas allí establecidas. Tras redesplegar su centro de mando unas pocas millas al sur del Ojo de Goliath, el Imperio por fin había mordido el anzuelo, y las poderosas armaduras balísticas habían revelado su presencia con una efectividad espectacular.

War Zone Damocles - Kauyon-97

Los Nobles de la Casa Terryn se apresuraron a abrir fuego contra aquella nueva amenaza que se acercaba por entre el humo. Para su consternación, las armaduras Ciclón contaban con generadores de escudos propios lo bastante poderosos como para disipar el impacto directo de un cañón térmico, mientras que los proyectiles sólidos de artillería eran incapaces de penetrar su blindaje termoplástico. Pese a eso, Tybalt ordenó a su ejército de Nobles seguir disparando, pues cada vez que un Caballero Imperial dejara de hacerlo, su oponente podría centrarse en atacar a los Adeptus Astartes, y el índice de bajas aumentaría todavía más. Sin embargo, con los Caballeros obligados a mantener a sus armas y escudos iónicos encarando a las armaduras Ciclón, los Equipos Miméticos Eclipse y Fantasma que acechaban en los lindes de la batalla podrían disparar sus armas de fusión, cortando las piernas de los Caballeros y haciendo detonar sus reactores en estallidos de luz incandescente.

Kayvaan Shrike, adaptándose rápidamente a la magnitud de esta nueva situación, lideró un asalto en tridente formado por Guardias del Cuervo, Cicatrices Blancas y Caballeros Imperiales. Mientras la Guardia del Cuervo intensificaba su ataque desde las ruinas, la fuerza personal de caza de Kor'sarro Khan surgió desde la Grieta Ventur para golpear duro a los T'au por el flanco. El asalto doble impactó a la ya maltrecha línea de batalla de la Casta del Fuego justo cuando sus guerreros estaban reorganizándose en torno a un Etéreo para volver a la lucha. Los Cicatrices Blancas habían traído al combate algo más que espadas y armas de disparo: con ellos avanzaba la tormenta psíquica que los Videntes de las Tormentas habían conjurado a partir de las estaciones de energía geo-eléctrica. La energía estática de la tempestad era tan fiera que atraía todo el metal suelto que había en el campo de batalla, incluyendo vigas oxidadas, y las lanzaba con fuerza empalando por igual a la infantería T'au y a las armaduras. Una de las gigantescas armadura Ciclón se vio atrapada en un vórtice de energía crepitante y su tripulación fue electrocutada en apenas un instante.

A una orden de Tybalt, los Caballeros de la Casa Terryn se lanzaron al extremo del Ojo de Goliath. Los escudos iónicos empezaron a brillar en sus flancos al recibir el fuego de las armaduras Tau, pero su apuesta surtió efecto. Los Caballeros Imperiales ya no estaban rodeados. Ahora, a su espalda se abría una brecha de varias millas de extensión que rugía con la inagotable energía eléctrica de Prefectia.

Relato Oficial: La Batalla del Ojo de Goliath[]

Las profundidades del Ojo de Goliath rugieron como las fauces de alguna bestia terrible.

- "Sáquese ese sonido de la cabeza", ordenó el Rey Supremo Tybalt. "El gran pozo es nuestro aliado. Haremos que lo sea".

Como si quisiera reforzar sus palabras, un trío de las armaduras T'au más pequeñas cruzaron a toda velocidad por el flanco de las tropas hasta el borde de la gigantesca sima, con intención de dispararles desde su retaguardia. Los cañones automáticos de Balthazar convirtieron en chatarra a una de las armaduras, y una especie de látigo de energía golpeó a las otras dos con un sonoro chasquido, haciéndolas caer hacia la oscuridad.

Destellando desde uno de los lados apareció una de las máquinas de infiltración de los Tau. Golpeó con dureza a Balthazar, llevándolo hasta el mismo borde del Ojo de Goliath antes de ganar altura y abrir fuego con sus cañones para hacer caer al Caballero al interior del abismo. Tybalt estiró su guantelete atronador y desactivó mentalmente su campo de disrupción mientras agarraba al Caballero Balthazar por el brazo y lo ponía a salvo.

- "Se supone que eres tú quien debe salvar mi vida, Balthazar", gruñó Tybalt, " y no al revés".

En las ruinas, los andadores de artillería habían vuelto su atención hacia Tybalt lanzándole una gran profusión de misiles. Balthazar, por su parte, ya se había enzarzado en duelo con una Armadura Apocalipsis. Monteryn cargó, con su espada sierra alzada, hacia una armadura que llevaba un destellante cañón sobre su hombro, pero fue abatido por esta. Tybalt usó su escudo para bloquear otra andanada de misiles, sobrecargando sus circuitos mientras otra armadura xenos le apuntaba con su cañón para darle el tiro de gracia. Con los ojos abiertos como platos, gritó de impotencia.

El Caballero Obsidiana apareció en un instante, desviando el disparo mortal con su propio escudo. A continuación, el cañón de batalla del Caballero atronó dos veces. Las esperanzas de Tybalt se vinieron abajo cuando la andanada se desvió por encima del enemigo; tan solo para detonar en los salientes de ruinas sobre su cabeza y haciéndolas caer en alud directamente sobre el compartimento del piloto.

Enfurecidos, los T'au concentraron su fuego en el Caballero Obsidiana, pero la habilidad de éste para predecir la balística enemiga era asombrosa. Su escudo palpitaba y cambiaba constantemente de forma, haciendo detonar los misiles buscadores y desviando el plasma.

- "¡ Devolved el fuego, maldita sea!" gritó Tybalt a sus Nobles. "¡ Nuestro silencioso amigo nos ha conseguido un respiro, así que aprovechémoslo!".

Pero ya era demasiado tarde. Conscientes de que sus disparos no podrían penetrar el blindaje del Caballero Obsidiana, una de las piezas de artillería T'au disparó al suelo bajo sus pies. La cegadora columna de energía abrió una gran raja en la tierra seca, creando unos temblores sísmicos tan violentos que Tybalt pudo sentirlos incluso a través de su andador Trono del Mechanicum. Entonces el piso fue tragado por las fauces del Ojo de Goliath, y con él también el Caballero Obsidiana se hundió en el abismo.

Filos de Rencor[]

Los Caballeros de la Casa Terryn gritaron de desesperación al ver caer al Caballero Obsidiana, y tenían motivos para ello, pues su pérdida fue el punto de inflexión que convirtió una batalla que se estaba perdiendo en un desastre. Con sus fuerzas muy desgastadas, los invasores no tenían otra opción que hundir sus garras por última vez, para causar algunas bajas más al enemigo, y luego retirarse.

Con la potencia de fuego de los contingentes T'au y Vior'la sobre ellos, y el borde del Ojo de Goliath colapsándose, los guerreros de la Casa Terryn se encontraron luchando por sus vidas. Tybalt gritó frenéticamente a sus camaradas la orden de hacer frente al fuego enemigo y ayudarle de inmediato.

War Zone Damocles - Kauyon-98

Mientras las armaduras balísticas T'au seguían presionando en su ataque, la nave de desembarco Corcel Cósmico descendió planeando sobre el suelo lleno de cadáveres  ceniza. La titánica nave hizo pivotar su escudo iónico hacia abajo, pero no para desviar el fuego antiaéreo T'au sino para proteger su cargamento de tropas de la tormenta eléctrica desatada en el Ojo de Goliath. Los misiles impactaban a todo lo largo de su casco mientras seguía bajando hacia la brecha, con la estela de sus motores desintegrando cualquier cosa más pequeña que un Caballero Imperial, hasta que su enorme rampa de desembarco se abrió justo en el borde de la sima.

Si los Nobles de la Casa Terryn no hubiesen estado entre los pilotos de Caballeros más habilidosos de la galaxia, posiblemente habrían muerto. Con Tybalt liderándolos, en cambio, y los escudos iónicos cubriendo su retirada, pudieron dar el salto de fe. La nave de desembarco, diseñada para sobrevivir a reentradas en la atmósfera, se sacudió sin problemas los disparos que impactaban sin causar daño en sus flancos y se elevó de nuevo hacia el cielo nocturno, llevando consigo a las humilladas tropas de la Casa Terryn.

Kayvaan Shrike había perdido una poderosa baza, pero aún así se negó a rendirse. Abandonando la cataclísmica batalla en el extremo de la destruida ciudad, la Guardia del Cuervo y los Cicatrices Blancas buscaron la seguridad del terreno denso en el que su poderío físico no podía ser neutralizado por las armas T'au. A continuación se sucedieron una serie de brutales y sangrientas emboscadas en las que los Marines Espaciales se abrieron paso hasta el punto de extracción designado por Shrike, llevados tanto por su sentido del deber como por su odio hacia el enemigo. Entre los arruinados distritos de la colmena, la genialidad táctica del Señor del Capítulo Shrike dio lo mejor de sí. A salvo de las armas de larga distancia de los T'au, la Guardia del Cuervo pudo llevar la lucha a su terreno, usando una serie de complejas fintas y tácticas de infiltración para retirarse sufriendo un número mínimo de bajas.

Los Cicatrices Blancas lograron mediante la ferocidad y la velocidad lo que la Guardia del Cuervo había logrado mediante el sigilo. El Khan buscó desesperado cualquier señal de la presencia de su némesis, disparando contra cada cráter y columna de humo de la zona; pero O'Shaserra no era estúpida, había ganado la batalla y tenía intención de vivir para disfrutarla.

Relato Oficial: Filos de Rencor[]

Kor'sarro Khan gritó "¡Mírame!", y un esputo ácido voló desde su boca hasta caer sobre la estatua tumbada de algún Santo Imperial sin nombre. Golpeó con Colmillo Lunar en un amplio arco, abriendo de par en par el pecho de una armadura caída y sacando de su interior al ensangrentado y medio muerto piloto.

- "¿Dónde está?" rugió, agitando a su prisionero con tanta fuerza que su cuello se partió con un sonoro crujido.

Un rugido de llamas, y Kayvaan Shrike aterrizó con fuerza sobre la estatua tumbada, con sangre de xenos goteando de sus garras.

- "Se ha ido, Kor'sarro", dijo el Señor del Capítulo. "Se acabó".

- "¡No!", vociferó el Khan, con los ojos ardiendo. "Tú mismo lo dijiste, Cuervo. Esta raza tiene una forma de honor, aunque retorcida, en el fondo de su alma. Ella se enfrentará a mí".

- "Su arma no es la espada ni el bólter. El arma que usará contra nosotros es toda la casta guerrera de su raza. En eso es en lo que está centrada ahora. Nosotros deberíamos hacer lo mismo".

- "Tú la respetas", le espetó el Khan, con una mueca de preocupación. "¿Dónde está tu odio?"

- "Templado", dijo Shrike. "Controlado, guardado para cuando pueda volver a arder, en lugar de dejarlo libre para que me coma las entrañas y me haga perder la perspectiva. Tú también la respetas, en cierto modo, o no llegarías tan lejos para matarla".

Kor'sarro Khan permaneció en silencio, mirando impávido al santo caído.

- "Este mundo", dijo por fin. "Todo esto..." señaló al Ojo de Goliath con su espada, "todo esto no era más que una trampa".

Shrike asintió, pero no contestó nada. El Khan dejó caer el cuerpo del Tau al suelo de ceniza, cerro los ojos y se pasó la mano por la frente. "Sí, ahora lo veo", continuó, "Una trampa para forzarnos a mandar a la batalla a nuestros mejores guerreros, y entonces eliminarlos como si fueran hojas barridas por el viento".

- "Te has batido bien", dio Shrike. "Tres armaduras en tres segundos. El propio Jaghatai hubiera sonreído al verlo".

- "¡No importa!", gritó el Khan, "Que caigamos en sus trampas una y otra vez es vergonzoso. Una mancha sobre nuestro honor que sólo limpiaremos con sangre".

- "No será hoy", respondió Shrike. "Hemos propinado un duro golpe a los usurpadores, pero la tormenta ha pasado. Ahora debemos irnos si queremos tener esperanzas de volver a invocarla, viejo amigo".

El Khan dirigió a Shrike una larga y dura mirada, antes de dar media vuelta y alejarse a grandes zancadas.

El ascenso de la tercera esfera[]

Con la lucha en retirada de los Marines Espaciales y la evacuación de la Casa Terryn, el resto de las fuerzas Imperiales en Prefectia no tardaron en seguirles. O'Shaserra, cuyas fuerzas ya estaban rodeando los últimos centros de resistencia, había asegurado su dominio sin ningún género de duda. La Tercera Esfera de Expansión seguiría adelante.

El despliegue de la armadura balística KX128 no se vio ni mucho menos limitado a la batalla en el extremo del Ojo de Goliath. En todos los teatros de guerra, emergieron amenazadores los andadores de artillería. Algunos de ellos, siguiendo una práctica iniciada por el Comandante Stenrshield, fueron usados como piezas centrales de una variante de Kauyon en la que no solo eran un señuelo para atraer al ejército enemigo, sino una ola gigante que lo haría chocar contra el acantilado que eral el grueso de las fuerzas T'au. Otros formaron emplazamientos artilleros que reforzaban aún más los Parapetos Rompeolas. Día a día se fortalecía la presa de los T'au en Prefectia, haciendo añicos los restos de la ocupación Imperial (las estatuas, las gárgolas de las ciudades Colmena, etc.). En cuestión de meses, el mundo fortaleza había caído por completo en manos de la Casta del Fuego, igual que antes le ocurriese a Agrellan. En medio de una gran celebración, el planeta fue rebautizado como Vas'talos, que significa "ingenio ilimitado" en la lengua T'au.

War Zone Damocles - Kauyon-100

Pronto, empezaron a trazarse planes para el siguiente paso de la Tercera Esfera de Expansión. Muchos de los shas'ar'tol creían que debía consistir en la consolidación de sus ganancias, a fin de poder construir las bases desde las que atacar más profundamente en el espacio Imperial.

Aun'Va pasó por encima del consejo de la Casta del Fuego, dando un discurso tan lleno de sabiduría que sus comandantes se sintieron estúpidos por no haber llegado por sí mismos a idénticas conclusiones: la fuerza expedicionaria dividiría sus fuerzas, de modo que una mitad seguiría adentrándose en el sistema Dovar, mientras que la otra se aseguraría de que las rutas de suministros de vuelta a la Bahía de Mu'gulath permanecían intactas.

En todos los mundos, colonias y estaciones orbitales sept, Prefectia ya era conocida como la mayor victoria T'au. Se le dedicaban ovaciones y se daban discursos sobre ella, pues la Casta del Agua estaba interesada en ensalzar lo más posible aquella nueva manifestación del glorioso destino T'au. A menudo se mencionaba a la Comandante O'Shaserra, y su imagen se mostraba a diario en incontables holo-pantallas. El gran Kauyon que había planeado y ejecutado en Prefectia era celebrado como la obra de un genio militar. Lentamente había aumentado la escalada de los enfrentamientos contra las tropas de choque del Imperio, haciendo que muchos creyentes verdaderos del Tau'va dieran sus vidas en batalla para atraer al enemigo más y más hasta poder atacarle con todas las fuerzas que habían mantenido ocultas hasta ese momento.

De ese modo, la suprema comandante de la Casta del Fuego había logrado acabar personalmente con el gran monarca de los Marines Espaciales, una siniestra figura de negra armadura que había dirigido desde mucho tiempo atrás el esfuerzo de guerra Imperial, pero que hasta ahora no había tenido que enfrentarse a O'Shaserra y su dominio maestro de las estrategias Kauyon. Con la muerte de su mayor líder, decía con júbilo la Casta del Agua, los ejércitos del Imperio se verían presa de un vacío de poder que los mantendría desorganizados durante años.

War Zone Damocles - Kauyon-101

En todas las holopantallas de uno a otro confín del Imperio T'au aparecían de manera prominente las armaduras Fantasma y Ciclón, que habían dado a la Casta del Fuego la ventaja necesaria para derrotar a los brutos y belicosos Humanos. Al final de cada una de estas transmisiones triunfantes, la pantalla quedaba dominaba por imágenes serenas de la Casta Etérea explicando a los T'au que cada vida perdida en la consecución del Bien Supremo era una vida invertida del modo correcto, y que ningún creyente verdadero del Tau'va pensaría distinto.

Esas emisiones se repitieron en bucle durante días, no solo por compartir la información, hacer subir la moral y fomentar la unidad, sino también porque los Etéreos sabían que la convicción es una de las más poderosas armas T'au. La batalla de Prefectia se había ganado, decían, pero la guerra contra el abotargado y corrupto Imperio de la Humanidad no había hecho más que empezar. No imaginaban hasta qué punto estaban en lo cierto...

La escala y ambición de la guerra por la Franja Este se estaba convirtiendo en una de las maravillas del Imperio T'au, transmitida alto y claro a cada uno de sus ciudadanos. Las noticias acerca de esa raza mórbida y atrasada a la que habían superado en astucia y fuerza se extendieron por todas partes. Incluso los T'au más jóvenes se criaban escuchando historias acerca de los codiciosos y malvados Humanos, que querían apagar las estrellas y sofocar toda luz y esperanza sin siquiera saber por qué.

Las informaciones acerca de la Gran Victoria también llegaron a aquellas civilizaciones aliadas del Imperio T'au, e incluso a muchas que no lo eran. Algunas se daban cuenta por debajo que todo ese triunfalismo había un índice de billones de bajas. Aquellas civilizaciones que habían llegado a comprender realmente al Imperio del Hombre sabían que la grandiosa guerra que la propaganda de la Casta del Agua les estaba vendiendo podía acabar volviéndose en su contra y ahogando a su raza en una insalvable marea de muerte. Finalmente, las noticias llegaron a una cadena de sistemas estelares en el centro del Golfo, abandonados desde hacía mucho por el Imperio T'au. Allí, un legendario líder reunió a su gente y se preparó para una guerra que cambiaría para siempre la historia de los T'au.

El titán despierta []

El Imperio T'au había demostrado en Prefectia que era una fuerza a tener en cuenta. Su modo de guerrear era impresionante en el plano estratégico y sus trampas cuidadosamente planeadas les brindaban ventaja táctica. Sin embargo, aún no había ganado la mayor batalla de todas, no solo en la guerra por el Golfo de Damocles, sino la que decidiría la posición de los Tau en la galaxia.

El Imperio había perdido Prefectia a manos de la fuerza expedicionaria de Aun'Va, liderada por la genio militar O'Shaserra. No obstante, el Imperio consideraba que aquel mundo poseía escaso valor estratégico. La Franja Este presentaba otros objetivos vitales, rumbo a los cuales había ya flotas de guerra, puestas sobre aviso a través de las mareas de la Disformidad. Incontables regimientos del Astra Militarum, órdenes del Adepta Sororitas y cohortes de guerra de nivel-macro del Adeptus Mechanicus estaban en ruta, lentos pero seguros, hacia la nueva zona de guerra. Según los análisis de los estrategas Imperiales y de los eruditos bélicos, los T'au no tenían modo alguno de conquistar los Mundos Dorados sin abandonar los sistemas circundantes, o bien dejar el corazón de su imperio desprotegido. Nadie pensaba que los T'au pudieran considerar cualquiera de esas opciones.

War Zone Damocles - Kauyon-102

En cuanto al grupo de batalla que se asignaría a la reconquista de los planetas perdidos, también había planes mayores gestándose. Con el núcleo del alto mando de la Casta del Fuego en Prefectia, el Imperio posó nuevamente su mirada sobre Agrellan, rebautizada Bahía de Mu'gulath por sus presuntuosos conquistadores T'au. Aunque la magistral ofensiva de O'Shaserra había arrasado las doce grandes colmenas de aquel planeta y las tormentas radiactivas, así como la atmósfera tóxica, lo hacían inhabitable para nueva vida, la ubicación del planeta le daba un gran valor. Es más, se había convertido en un símbolo para el Imperio T'au, un símbolo de su triunfo sobre la Humanidad que el Imperio no podía obviar.

El Imperio de la Humanidad abarca un millón de mundos y a cada ciclo de la Sagrada Terra en torno al Gran Sol se pierde una docena y una docena más es colonizada en nombre del Emperador. Pero muy raramente cae en batalla un Señor del Capítulo. Y es más raro aún que lo haga uno de la Primera Fundación, cuyos predecesores combatieron junto a los legendarios Primarcas. A estos héroes caídos no se les olvida, se les venga.

Los Marines Espaciales y sus aliados se dirigían una vez más a Agrellan, decididos a eliminar a los defensores T'au mientras la flor y la nata de la Casta del Fuego estaban consolidando sus conquistas en un sistema diferente. La afrenta al honor del Adeptus Astartes sería limpiada con creces.

Había que vengarse, y el Imperio es todo un experto en esos menesteres.

Relato Oficial: El titán despierta[]

Las grandes bóvedas del Terran Strategium Gamma-Nueveseis eran mucho más grandes de lo que exigía el pragmatismo. Su magnitud era tal que las nubes residuales de incienso ocultaban las esculturas triunfales que ornaban los arcos del techo. Grupos de cogitadores siseaban y chirriaban, los fuelles resoplaban y los servidores marchitos encastrados en las paredes rechinaban los dientes por la intensidad de los cálculos que atravesaban sus mentes monotarea. Entre los relicarios de datos y las cronosondas pululaban figuras monásticas jorobadas, cada una de las cuales guiaba un herrumbroso autocarretillo cargado de pergaminos perforados.

Cada uno de los grupos de cogitadores estaba integrado en el Gran Mosaico del Strategium, una auténtica obra de arte de más de tres leguas de diámetro. Cada uno de los Strategiums de Terra disponía de un artefacto semejante, fruto del trabajo de cien generaciones. Este mosaico en concreto era una representación estilizada de los sistemas estelares más remotos de la Franja Este, y era el orgullo de los habitantes de Gamma-Nueveseis.

Estaba Dovaris, cuyo pan de oro -que representaba los mundos ricos en mineral de aquel sistema- se había desgastado mucho tiempo atrás. Estaba Belfurnace, un cuerpo celeste tallado en ámbar e iluminado desde abajo por el fulgor verdoso de las esmeraldas de 9-Jodran. A un tiro de piedra estaba el famoso sistema de mundos forja de Bhodrol Beta, con una rueda radiada que representaba sus erupciones solares y llegaba a tocar una docena de pilas del librarium repletas de información.

Un factótum encapuchado renqueaba bajo el peso de las tablillas de datos, en dirección a la zona de baldosas tachonadas de diamantes que representaba los sistemas del Golfo de Damocles. Cada uno de los mundos y las razas de aquella región tempestuosa tenía su propia hornacina de datos, supervisada por el servocráneo inmóvil de un adepto que antaño trabajase en su catalogación, para provecho de la Humanidad. Se decía que conocerlas y comprenderlas todas era una labor que llevaría varias vidas, aún al mecalogista más hábilmente mejorado.

El factótum vio algo parpadeando en la oscuridad de una alcoba, algo en lo que no había reparado antes. Miró en derredor furtivamente en busca del Preboste Escribano, pero estaba solo. Temblando ante la expectativa de un golpe súbito del rebenque de su amo, se acercó y descubrió su cráneo elongado para contemplar mejor su hallazgo.

Bajo una caligrafía cincelada que tenía solo unos pocos siglos, una luz verde fija se había apagado. Ahora brillaba una luz ámbar. Ante los ojos del factótum el ábaco de amenaza de la hornacina vibró y los nudillos que tenía por cuentas se deslizaron solo una décima. Sonó un golpe seco cuando el tubo de pergamino que había sobre encima de él recibió noticias para sus superiores.

Las letras que coronaban las luces formaban una sola palabra que el factótum no había visto ni oído antes.

"TAU".

Libro 2: Mont'ka[]

Prólogo[]

Cuando la Tercera Esfera de Expansión Tau cruzó el Golfo de Damocles, penetró en territorio del mayor régimen galáctico, el Imperio de la Humanidad. Tal afrenta solo podía desembocar en una cosa: guerra.

War Zone Damocles - Montka-2

No sólo se había producido un choque entre ejércitos, sino también entre ideologías. Los T'au eran progresistas y de mente lógica, creían profundamente en la integración y en los avances tecnológicos. El Imperio, en cambio, se hallaba estancado, reacio al futuro y aferrado a un pasado que hacía ya mucho había tornado el conocimiento en superstición. Las batallas subsiguientes se libraron en el espacio profundo, en lunas desoladas y en planetas densamente poblados. A lo largo de los años, cientos de batallas tuvieron lugar en la región del Golfo de Damocles, y ambos bandos saborearon tanto las mieles del triunfo como la amarga derrota.

El Imperio T'au enfrentó sus maravillas tecnológicas contra el peso de los números y la determinación aplastante del Astra Militarum. El Imperio T'au desplegó el no va más de su ingeniería bélica, una panoplia de Armaduras altamente blindadas. Más para su sorpresa, los T'au vieron como los rápidos asaltos de los guerreros de élite de la Humanidad, los Marines Espaciales, igualaban la potencia de fuego y la movilidad de sus cuerpos de Armaduras.

Los T'au no se dedicaban a mantener la posición y el Imperio no cedía ni un palmo. Cuando perdían la iniciativa, los T'au se retiraban y volvían a luchar en cuanto la situación favorecía de nuevo sus maniobras. Por contra, de los ejércitos Imperiales se esperaba que salieran victoriosos o murieran en el intento. Los golpes de mano T'au se daban de bruces contra el estoicismo de los Imperiales, cuyas ofensivas en masa solían hallar territorio vacío, pues su presa prefería huir.

Cada movimiento venía seguido de una contramaniobra, y la más reciente agresión Tau había provocado la mayor respuesta Imperial hasta la fecha. El bólter se enfrentaba al rifle de inducción, al igual que el Bien Supremo se oponía a la Voluntad del Emperador. Planetas enteros quedaron devastados por la guerra a medida que la Franja Este se sumía en aquel despiadado choque de imperios.

Venganza. La violencia iba en aumento. No se trataba solamente de la batalla por unos pocos sistemas estelares, sino de algo trascendental, algo de lo que dependía el futuro de toda la región.

Ambos bandos estaban seguros de su inevitable victoria, pero el destino de la Franja Este lo decidiría el fuego de la guerra.

La guerra en el frente de Damocles[]

El Golfo de Damocles había sido durante mucho tiempo la frontera entre el Imperio de la Humanidad y el Imperio T'au. Cuando los T'au alcanzaron ese límite, ambas potencias entraron en conflicto y desencadenaron una serie de batallas cruciales. A medida que ambos bandos se conocían mejor, dichas batallas crecieron en escala y fiereza, pues estaba en juego la supremacía.

El Golfo de Damocles es una zona turbulenta y anárquica del este galáctico. Para los T'au, llevaba mucho tiempo siendo un accidente espacial innavegable que bloqueaba su avance. Sus extrañas nubes interestelares inutilizaban los aparatos de navegación y frustraban los planes de expansión del Imperio T'au, si bien los T'au sabían que mediante el tesón, la tecnología y la decisión podían superar cualquier dificultad.

Wa 4

Durante la Segunda Esfera de Expansión, los T'au al fin cruzaron el Golfo de Damocles tras haber hallado laberínticas rutas espaciales que lo surcaban. Este avance se cobró numerosas vidas pero, una vez al otro lado de la barrera, los T'au descubrieron todo lo que habían soñado: mundos ricos en minerales y planetas habitables que agregar a su floreciente imperio. Sin embargo, allí también les aguardaba la guerra.

Al cruzar el Golfo de Damocles, los T'au empezaron a adentrarse en sistemas estelares bajo el dominio del Imperio de la Humanidad. Al principio los T'au sometieron fácilmente a estos planetas, ya que eran colonias humanas perdidas o disidentes, aisladas del gobierno establecido de su raza. Lo que no cedía a la diplomacia T'au, era eliminado por los ejércitos de la Casta del Fuego. Sin embargo, llegó un momento en el que los T'au empezaron a conquistar mundos bajo dominio del Imperio. Los T'au inadvertidamente habían suscitado la ira de este coloso galáctico y la amarga y devastadora guerra subsiguiente no fue como ninguna de las que habían vivido.

Mientras que el Imperio T'au traía la civilización y la iluminación a la galaxia, el Imperio estaba sumido en los rituales y las supercherías. Allí donde los T'au abrazaban la tecnología y las promesas de futuro, el Imperio temía a ambas cosas, y se aferraba a la brutalidad represiva y a las reliquias de un pasado glorioso. La colisión entre el ambicioso nuevo Imperio y los abotargados gobernantes de la galaxia era, pues, inevitable.

Como represalia por la invasión de su territorio, el Imperio lanzó la Cruzada de Damocles. Se trató de un amplio ataque para recuperar los planetas colonizados por los T'au que, además, obligó a los xenos a retroceder por todo el Golfo de Damocles hasta su mundo sectorial Dal'yth. La acometida de la Humanidad solo se detuvo cuando las fuerzas del Imperio hubieron de retirarse para afrontar otras amenazas en la galaxia. Sin embargo, aquella primera derrota no apagó la ambición de los T'au; al contrario, se reorganizaron y comenzaron los preparativos para otro asalto aún mayor.

La Tercera Esfera de Expansión fue el mayor esfuerzo militar T'au hasta la fecha. Bajo el mando de la Comandante Suprema O'Shaserra, su raza cruzó de nuevo el Golfo de Damocles, reconquistando gran parte del territorio. En su ataque más audaz, los T'au se hicieron con el control del mundo colmena Agrellan y lo rebautizaron como Bahía de Mu'gulath. Después de transformar el ruinoso planeta humando en su flamante mundo sectorial, los T'au hicieron de Bahía Mu'gulath la piedra angular de sus futuras expansiones, la plataforma de lanzamiento desde la que sumar más planetas a sus dominios. Constituía un pórtico idóneo, pues su órbita salvaguardaba el Sistema Dovar, un cúmulo de planetas ricos en minerales de vital importancia estratégica.

War Zone Damocles - Kauyon-98

El Imperio aún mantenía una fuerte presencia en los sectores aledaños, tal y como averiguarían los T'au, para su frustración. La misión en el planeta Voltoris habría de acabar con quienes hubieran escapado de Agrellan, pero los T'au hallaron una resistencia enconada. El arte de la guerra T'au no consiste en lanzarse de cabeza contra un obstáculo.

Al contrario, fluyen como el agua alrededor de planetas bien defendidos y se dedican a conquistar el resto hasta que esos pocos mundos quedan aislados, incomunicados y mermados por el bloqueo. Esa fue la orden del Supremo Etéreo Aun'Va, líder espiritual del Imperio T'au. Los expansionistas T'au se cernieron sobre los planetas Doth, Belfurance, Delincuencia y 9-Jodran, estableciendo nuevas colonias y creando rutas interiores dentro del espacio Imperial.

El siguiente enfrentamiento entre el Imperio T'au y el Imperio de la Humanidad tuvo lugar en Prefectia, un mundo fortaleza dejado de la mano del Imperio. Los T'au rebasaron rápidamente sus escasas defensas y apenas  habían comenzado a instalar sus propias estructuras cuando el Imperio contraatacó. Tropas de varios Capítulos de Marines Espaciales, como la Guardia del Cuervo y los Cicatrices Blancas entre ellos, ejecutaron una serie de asaltos planetarios simultáneos como comienzo de una misión de búsqueda y destrucción de los líderes del Imperio T'au. Kor'sarro Khan, capitán de la 3º Compañía de los Cicatrices Blancas juró decapitar él mismo a la Comandante O'Shaserra, puesto que le había vencido en Agrellan y posteriormente había escapado de él en Voltoris.

La Comandante O'Shaserra aprovechó la obsesión del Imperio con matarla para tender una trampa magistral, de la que ella misma sería el cebo. Los Marines Espaciales sufrieron muchas bajas, entre las que se contaba el Señor del Capítulo Corvin Severax de la Guardia del Cuervo, muerto a manos de la propia O'Shaserra.

Ni siquiera un nutrido contingente de Caballeros Imperiales de Voltoris podía frenar los devastadores contraataques T'au. Las fuerzas Imperiales que lograron replegarse desde la superficie del planeta solo lo lograron mediante verdaderas heroicidades. Una vez derrotado su enemigo, los T'au creyeron que su expansión por el Sistema Dovar y más allá proseguiría sin oposición mientras el Imperio se lamía las heridas. Pronto serían conscientes de lo errónea que era esta suposición...

Lo que está por llegar[]

Tras su gran victoria en Prefectia, el Etéreo Supremo Aun'Va dio un apasionado discurso. Fue una visión imponente, con el Etéreo planeando sobre el devastado campo de batalla y con los restos carbonizados de un Caballero Imperial caído a su espalda. Aquella emisión fue seguida por cada miembro de la raza T'au, incluso por aquellos demasiado jóvenes para caminar.

En su discurso victorioso Aun'Va anunció otro triunfo T'au. Alabó el liderazgo de la Comandante O'Shaserra y reconoció la destreza de la Casta del Fuego. El Etéreo Supremo habló de cómo la raza T'au se hallaba a las puertas de la grandeza. Ante ella había un sinfín de posibilidades, pero debían aprovecharlas. Antaño, el Golfo de Damocles y el dominio del Imperio de la Humanidad impedían su expansión. Ahora los T'au habían superado ambos escollos y se alzaban victoriosos.

War Zone Damocles - Montka-9

Aun'Va proclamó que la Tercera Esfera de Expansión no había hecho más que empezar y, pronunciando el nombre de cada mundo sectorial, instó a todos ellos a aportar más al Bien Supremo. Al igual que los soldados de la Casta del Fuego en el frente han de dar todo en defensa del Tau'va, ahora debía hacerlo toda la población del Imperio T'au; la producción debía doblarse, era necesaria nueva tecnología y su sociedad tendría que ser más eficiente a todos los niveles.

Se trataba de una petición apabullante, pues el Imperio T'au ya estaba operando en pie de guerra: su capacidad de producción estaba al máximo solamente para satisfacer las enormes cantidades de material que requería la Tercera Esfera de Expansión. Pero Aun'Va les pedía todavía más. Los T'au respondieron a su petición con una devoción absoluta. Si el gran líder de su pueblo lo pedía, así se haría. Sin cuestionarlo, sin protestar por el coste, solo con esfuerzos denodados para aumentar la producción por todos los medios.

"Somos cinco castas, un solo pueblo. Nos mantenemos unidos, nos entregamos al Bien Supremo. A medida que avancemos hallaremos más obstáculos. Los sortearemos. Nuestro futuro ha llegado, creed en nuestro destino." Supremo Etéreo Aun'Va

Con el enemigo fuera de Prefectia, Aun'Va comenzó a planificar la siguiente fase de la expansión. Se envió a la mitad de las fuerzas de la Casta del Fuego que había en Prefectia a contribuir a la explotación del Sistema Dovar, pacificando o eliminando poblaciones nativas, protegiendo las instalaciones de la Casta de la Tierra y salvaguardando a los diplomáticos de la Casta del Agua. El resto regresaría a Bahía Mu'gulath. Allí podrían reabastecerse y ejercitarse mientras el concilio de guerra trazaba los planes de la siguiente oleada de invasiones planetarias.

War Zone Damocles - Montka-10

Se había asumido el fin del dominio Imperial en la región, y se creía que pasaría bastante tiempo antes de que los humanos volviesen a enviar un contingente numeroso. El Imperio había sufrido derrotas que hubiesen retrasado al Imperio T'au varias generaciones, incluso el mazazo más reciente: la pérdida del monarca de los Marines Espaciales. Tardarían mucho en sobreponerse a ellas.

Los T'au no podrían haberse equivocado más respecto al Imperio y a sus costumbres. Incluso antes del ataque contra Agrellan, la agresiva infiltración de la Casta del Agua no había pasado inadvertida. Los coros astropáticos emitieron alertas y se movilizaron ejércitos antes de que la fulgurante invasión T'au se completase. El éxito T'au no hizo más que acrecentar la magnitud de la respuesta Imperial.

El que muchos dominios menores de la región hubieran cedido a los sobornos y manipulaciones alimentaba las ganas de desquite del Imperio. Quizás lo único con lo que el Imperio se mostraba menos tolerante que con los xenos fueran la traición y la corrupción. Los sediciosos, aquellos que deseaban llevar a la Humanidad hasta su perdición, eran la escoria más despreciable.

Se movilizaron tropas en tal número que los T'au no lo creerían posible. Las enormes flotas y ejércitos del Imperio tardaban en ponerse en marcha y se veían obligados a recorrer unas distancias inabarcables para los T'au, pero una vez la Fuerza Retributiva del Deber se hubo adentrado en la Disformidad ya no había modo alguno de detener su misión obsesiva, la reconquista del territorio que antaño se gobernaba en el nombre del Emperador.

Los soldados del Astra Militarum no se detendrían hasta haber izado el glorioso estandarte del Aquila en su lugar legítimo. Así, cuando la fuerza de ataque emergió de la Disformidad haciendo sonar sus sirenas, lo hizo lo más cerca posible de la órbita de Agrellan para maximizar la ventaja de la sorpresa.

Pronto, todas las afrentas serían vengadas cien veces.

Relato Oficial: Lo que está por llegar[]

Mientras aguardaba ser llamada al concilio de guerra, O'Shaserra, más conocida como Comandante Sol Oscuro, miraba por los escudos de división de la domotorre. El cielo azul estaba despejado, aunque ensombrecido, pues muy a lo lejos se cernían nubes tóxicas sobre el horizonte. Bahía Mu'gulath era la sede de su mayor triunfo, pero O'Shaserra no hallaba nada agradable en el planeta. Para ella seguía siendo un campo de batalla y no un mundo sectorial como su amado T'au. Más allá de las pocas zonas despejadas por la Casta de la Tierra aquel mundo era un yermo desolado por la guerra en el que hasta el aire quemaba.

- "¿Te gusta el nuevo mundo sectorial?", preguntó Aun'Va a la Comandante Suprema, el rango más alto de la Casta del Fuego.

- "Los artefactos ambientales necesitarán tiempo para actuar..." dijo sin apartar la vista de la tormenta radiactiva del norte.

Sonó la risa seca de Aun'Va. "O'Shaserra, jamás te tomarán por alguien de la Casta del Agua. Es tan sencillo ver tu auténtica opinión. Pero así es como debe ser, una guerrera ha de luchar, no negociar." Aun'Va estaba a punto de añadir algo cuando se dispararon las sirenas. Su clamor anunciaba una alerta de amenaza planetaria nivel 1. Multitud de alarmas requerían atención; O'Shaserra ya había activado sus comunicadores y estaba recibiendo una docena de informes.

Los cielos se iluminaron de modo inverosímil debido a eventos cataclísmicos en el espacio. El Imperio había regresado...

Capítulo 1: Retribución Desatada[]

Cae el martillo de la Justicia Imperial[]

La movilización de la Fuerza Retributiva del Deber sólo tenía un propósito: purgar Agrellan de cualquier forma de vida xenos. Las fuerzas reunidas superaban con creces el número y potencia que requería la misión de purgar un solo planeta, fuera del tamaño que fuera. Se trataba de una decisión deliberada, pues había llegado la hora de dar un escarmiento a los T'au.

La sección naval de la Fuerza Retributiva del Deber estaba liderada por la 478º Flota de Batalla Ultima, con el muy eficiente Lord Almirante Hawke al mando. De acuerdo con la experiencia del almirante, el periodo inicial de una invasión era el más delicado. Cada momento que se ahorrase al llegar al objetivo equivalía a millones de vidas. Por ello la flota penetró en el espacio real a toda máquina, abriendo un agujero en la realidad y descendiendo en masa sobre el recién declarado mundo sectorial.

La kor'vattra, la armada T'au, se hallaba en una situación comprometida. La mayoría de sus astronaves estaba dispersa por el Sistema Dovar, lo que dejaba la guarnición naval de Bahía Mu'gulath en una inferioridad numérica descorazonadora. La flota Imperial disponía de más baterías de lanzas que navíos tenían los T'au. Al carecer de tecnología de viaje Disforme, la Kor'vattra necesitaría tiempo para reunir una flota que pudiese suponer algún reto para los invasores. Mientras tanto, hizo una intentona de frenar el avance Imperial, si bien se trató más de un farol que de una resistencia firme, una maniobra pensada para darle tiempo a la defensa planetaria. 

Aún así, solo frenar al enemigo le costó una docena de astronaves a los T'au. Obligada a elegir entre la retirada o la aniquilación total, la kor'vattra huyó de aquella muralla de naves Imperiales. Aprovecharon la gravedad de Bahía Mu'gulath para impulsarse hacia el espacio profundo. Los T'au esperaban atraer al enemigo en su persecución, aliviando el impacto de asalto inminente, y eso fue exactamente lo que ocurrió; gran parte de la flota Imperial se dedicó a darles caza o bien formó un bloqueo en torno al planeta.

War Zone Damocles - Montka-13

Incluso privada de una pantalla de naves de guerra T'au, Bahía Mu'gulath seguía estando bien protegida. Las estaciones orbitales, llamadas kir'norsla en lengua T'au, disponían de docenas de potentes generadores de escudo, además de baterías de cañones. Cada una era el centro de una red enlazada de satélites defensivos. Aquellos constructos orbitales envolvían al planeta en una malla de trayectorias de disparo posibles, un campo de tiro en el que quedaría destrozada cualquier nave enemiga que osase penetrar en órbita alta. El Lord Almirante Hawke no se arriesgaría a trasladar tropas a tierra hasta que esas defensas estuvieran fuera de combate. Era hora de llamar a los Marines Espaciales, la élite de los ejércitos de la Humanidad.

Las Thunderhawk y los torpedos de abordaje llevaron equipos de asalto hasta las estaciones orbitales. En las batallas a baja gravedad, los Marines Espaciales tuvieron que vérselas con torretas de armas, Drones protectores y guarniciones de guerreros de la Casta del Fuego en trajes presurizados. La celeridad era esencial, pues cuanto más tardasen en inutilizar las estaciones defensivas, más tiempo tendrían para organizarse las defensas en la superificie de Bahía Mu'gulath.

Los Adeptus Astartes recurrieron a sus Escuadras de Asalto con propulsores de salto. Estos guerreros se lanzaban desde Cañoneras Thunderhawk y, mediante ráfagas controladas de sus propulsores, alcanzaban la superestructura de las estaciones T'au, a la que fijaban los anclajes magnéticos de sus botas. Acto seguido, saltaban de una batería de armas a otra y las inutilizaban con bombas de fusión. Al fin, los Marines Espaciales se abrieron paso hasta el interior del complejo para luchar contra las tropas de la Casta del Fuego. Habría sido sumamente costoso para las naves Imperiales enfrentarse a las kir'norsla, dotadas de robustos escudos y grandes cañones iónicos, pero los Marines Espaciales demostraron de lo que son capaces un puñado de los mejores del Emperador.

Nadie entre todos los Adeptus Astartes peleaba con más determinación que la Guardia del Cuervo. Estaban furiosos por la pérdida de su Señor del Capítulo en Prefectia. Cada vez que sus bólteres abatían a un enemigo, los hijos de Corvus Corax se sentían vengados. Kayvaan Shrike, su nuevo Señor del Capítulo, encabezó el asalto en la mayor de las estaciones orbitales. Se abrió paso con sus garras a través del casco, los mamparos y los defensores, hasta alcanzar el núcleo para colocar allí cargas de plasma temporizadas. Al detonar provocaron una reacción en cadena que desintegró la estación. Durante días hubo un segundo sol sobre el planeta.

Relato Oficial: cae el martillo de la Justicia Imperial[]

Kor'sarro Khan blandió a Colmillo Lunar y la espada de energía refulgió. Su golpe fue tan salvaje que partió a dos Guerreros de Fuego por la mitad y la espada se clavó en el mamparo que había detrás de ellos. El Cicatriz Blanca intentaba sacar la espada entre gruñidos de rabia. Los T'au aprovecharon el breve respiro. Las carabinas de inducción abrieron fuego. Algunos disparos dieron en el blanco, pero ninguno perforó la ceramita de la servoarmadura de Kor'sarro. 

El Khan dio media vuelta, alejándose de su espada, y cargó al tiempo que profería un grito de guerra. Su puño enguantado atravesó un casco, partiendo el cráneo que debía haber protegido, y con la otra mano desenfundó su pistola bólter y abrió fuego  contra sus enemigos más cercanos. Cuando los supervivientes T'au huyeron por el pasillo, el instinto del Khan le empujó a perseguirlos, pero no podía abandonar su espada. Se volvió para recuperarla y sintió algo similar al pánico, pues no estaba donde la había dejado.

Entonces la vio, apoyada contra el muro del corredor. Kor'sarro frunció el ceño. Nadie debía tocar una reliquia sagrada de su Capítulo. Acto seguido soltó una breve carcajada.

- "Muéstrate, viejo amigo, sé que estás aquí".

Kayvaan Shrike salió de detrás de un gran mamparo. "Me alegra volver a verte, Kor'sarro. Las cargas están preparadas. Reunamos a los nuestros, es hora de irse. Esta es la última estación orbital". Al percatarse de la mirada sanguinaria de su camarada, Shrike añadió "Habrá muchos más en la superficie del planeta".

- "Así es" asintió el Khan mientras recuperaba su espada. "Y yo aún debo cortar una cabeza".

Guerra en todos los frentes[]

Los Imperiales que desembarcaron en Agrellan estaban marcados por una tormenta de violencia ya que los T'au intentaron hacer pagar un alto peaje a sus invasores. Era un precio que el Imperio, con su superioridad numérica, estaba dispuesto a asumir. Sabían que una vez hubieran limpiado las zonas de aterrizaje, podrían hacer descender el grueso de sus ejércitos.

Los T'au se habían preparado. Bahía de Mu'gulath estaba lejos del corazón del Imperio T'au, pero la colonia estaba tan preparada y equipada para repeler a los invasores como cualquier núcleo del sector. A pesar del constante estado de alerta y del amplio anillo de sensores que la Comandante O'Shaserra había aprobado personalmente, una enorme fuerza Imperial había aparecido a las puertas de la Bahía de Mu'gulath casi sin avisar.

War Zone Damocles - Montka-15

Los T'au quedaron asombrados por la magnitud y velocidad del asalto Imperial. El tamaño colosal de la invasión estaba más allá de lo que habían esperado o , incluso, de lo que habían imaginado.

Cuando los Marines Espaciales tomaron las estaciones orbitales acabaron con la capacidad T'au de iniciar viajes espaciales y empezó la siguiente fase de la invasión planetaria. Antiguos cruceros de batalla entraron en órbita frente a la Bahía de Mu'gulath en formación de línea, abriendo fuego con sus innumerables baterías. Su primer objetivo fue acabar con las destrozadas estaciones espaciales. Despojadas de sus escudos protectores gracias a los Marines Espaciales las plataformas de armas orbitales no tardaron en arder cual supernovas. Solo entonces empezaron las naves Imperiales su duelo a largo alcance con las baterías T'au de superficie.

Bajo las órdenes de la Comandante O'Shaserra, muchos cañones de superficie T'au abrieron fuego. Algunos, sin embargo, permanecieron silenciosos para mantenerse ocultos gracias a sus blindajes de alta tecnología que impedían que ningún escáner Imperial los detectara. Los que devolvieron el fuego demostraron al Imperio una vez más lo peligroso que era enfrentarse a un mundo T'au.

Varias naves Imperiales sufrieron graves daños y el crucero clase Lunar Heraldo de Terra se vio forzado a abandonar la órbita tras sufrir diversos impactos de cañón iónico. Eso no fue nada comparado con el destino de la nave clase Intrépido Voluntad de Hierro. El crucero recibió un disparo de hipercañón acelerador en su reactor, originándose una serie de explosiones internas que casi lo partieron en dos. Entonces empezó una inevitable espiral letal, siendo arrastrado lentamente por la gravedad del planeta.

No había nada que el Lord Almirante Hawke y la 478º Flota de Batalla Ultima pudieran hacer para salvar al Voluntad de Hierro, excepto mirar su inexorable muerte, lo que sirvió para que el resto de la flota avanzara con vigor renovado. La reverberación del bombardeo subsiguiente sacudió el planeta y muchas de las nuevas instalaciones T'au quedaron destruidas hasta los cimientos.

War Zone Damocles - Montka-16

Tras días disparando, la mayor parte de cañones T'au habían sido silenciados. Unos pocos estaban protegidos mediante generadores de escudos y requerirían un acercamiento más directo. Bajo el mando de Kayvaan Shrike, los Marines Espaciales iniciaron un asalto con cápsulas de desembarco para destruir las últimas baterías que se atrevían a enfrentarse a la flota Imperial. Solo entonces entraron en la atmósfera de la Bahía Mu'gulath los primeros cazas y bombarderos atacando sus objetivos preseleccionados. 

Los Exploradores Marines Espaciales fueron las primeras fuerzas del Imperio en tocar tierra. Gracias a sus signos y los enormes transportes empezaron el largo proceso de transportar a miles de millones de soldados junto con todo el material de apoyo.

Con la precisión exacta que marcaba todas sus operaciones, la Comandante O'Shaserra lanzó sus contramedidas. Formaciones de guerreros de la Casta del Aire que habían evitado la detección Imperial, aparecieron súbitamente, buscando interceptar los transportes. Las baterías de artillería ocultas abrieron fuego, convirtiendo a varios transportes en bolas de fuego. Desde el espacio profundo varias fuerzas de asalto de naves T'au vieron la oportunidad para sobrepasar el bloque Imperial y lanzaron su propio ataque sobre los transportes de tropas. El Imperio, sin embargo, lo había previsto. 

En Prefectia, Kayvaan Shrike se había enfrentado lo suficiente con la Comandante O'Shaserra para saber que atacaría cuando su enemigo fuera más vulnerable. Cual enjambres de insectos, los cazas atmosféricos Imperiales se enfrentaron a su enemigo. Más Marines Espaciales en cápsulas de desembarco descendieron sobre las recién reveladas baterías de artillería T'au. Los cielos se llenaron de transportes de la Fuerza Retributiva del Deber cuando la invasión planetaria empezó.

Relato Oficial: Guerra en todos los frentes[]

Bajo la luz del domo de control central, O'Shaserra se inclinó sobre sus mapas holográficos observando la flota que rodeaba a los bajíos enemigos. "Almirante Estelar O'Kor'sha'nos, puedes estimar cuando la ko'vattra habrá reunido suficiente fuerza como para expulsar a los invasores?" preguntó O'Shaserra mientras hacía sus propios cálculos.

Durante un instante el comandante de la Casta del Aire movió sus esbeltos dedos sobre iconos, abriendo y cerrando sus mapas con la velocidad de quién lo ha hecho en innumerables ocasiones. "En un mínimo de 77 ciclos, O'Shaserra," replicó deteniéndose para finalizar más cálculos. " Y un máximo de 103 ciclos".

- "Si tengo que retener a fuerzas  superiores durante 80 ciclos," dijo O'Shaserra sin dirigirse a O'Kor'sha'nos, "no puedo atreverme a enfrentarme a desembarcos ya que necesitaré conservar tropas. Si no puedo extraer al Etéreo Supremo del planeta con seguridad, mi primera prioridad será salvaguardarlo."

Se escuchó un susurro en la oscuridad y, por primera vez, la Comandante O'Shaserra escuchó a Aun'Va sonar preocupado. "Estamos atrapados. Mi destino, y tal vez el destino del Imperio T'au depende de ti," dijo Aun'Va. La Comandante O'Shaserra se giró, no muy segura de cómo tratar su siguiente punto pero el Etéreo Supremo lo hizo por ella. "Y ahora deseas decirme que permanezca oculto, pero no quieres enfadarme," dijo Aun'Va. "Elegí bien a mi Comandante Suprema; y sería estúpido no escuchar su aviso cuando me molesta. Me retiraré a un búnker oculto y usaré mis transmisores para inspirar a nuestros guerreros", dijo Aun'Va.

Desembarcos Imperiales en Bahía Mu'Gulath[]

En el momento del asalto imperial el mundo de Bahía Mu'gulath estaba en transición. Se necesitaba mucha terraformación para que el planeta se convirtiera en un mundo productivo para el Imperio T'au.

War 170

Antes de la conquista T'au, la Bahía Mu'Gulath estaba muy contaminada por las duras industrias de sus anteriores gobernantes. Los escáneres T'au revelaron altos niveles de toxinas saturando su superficie. Las tierras baldías del planeta estaban sometidas a tormentas de radiación quema carne y las pocas criaturas nativas sufrían mutaciones antinaturales. Alzándose sobre el paisaje se encontraban las ciudades colmena abandonadas del imperio. 

La Casta del la Tierra había estado ocupada y en la oscuridad de ese mundo cubierto de humo había instalado domos prefabricados, estaciones de investigación y enormes motores-ambientales que no tardarían en limpiar la atmósfera. Cientos de nuevos lugares desarrollados marcaban la superficie del planeta, el mayor del cual era Lo'vasht'au, de la antigua capital, Agrellan Prime. Los T'au pretendían convertirla en el centro del nuevo mundo, que podría llegar a rivalizar algún día con el poderoso T'au.

Oleada tras oleada de tropas imperiales desembarcaron en Agrellan. La mayor parte de las fuerzas de tierra estaban bajo el mando del Lord General Troskzer de Cadia. Bajo su mando se encontraban dieciocho regimientos de infantería del Astra Militarum, seis regimientos blindados y dos regimientos de artillería. Además se incluyeron ocho pelotones de Vástagos Tempestus, varias docenas de compañías de auxiliares pseudohumanos y tres compañías de Rough Riders.

Pocas horas después de salir de la Disformidad, el Lord General Troskzer fue visitado a bordo de su buque insignia Inmdomable por el Señor del Capítulo Kayvaan Shrike. Al escuchar los planes de batalla de Troskzer, el líder de la Guardia del Cuervo dio consejos y advertencias, pues había luchado lo suficiente contra la Comandante O'Shaserra para haber ganado un saludable respeto por su destreza y sus tácticas. La abrumadora superioridad numérica y la guerra de desgaste propuesta por Troskzer liberarían a Shrike para dirigir ataques contra objetivos vitales T'au.

Miembros de diversos Capítulos de Marines Espaciales luchaban como parte de la Fuerza Retributiva del Deber, incluyendo la Guardia del Cuervo y los Cicatrices Blancas. Como oficial de mayor rango entre los Marines Espaciales, recayó sobre Shrike la dirección de sus compañeros del Adeptus Astartes, que pese a no ser muy numerosos, podían cambiar el rumbo de cualquier batalla. Shrike ya tenía un plan meticuloso para la búsqueda de emplazamientos de armas T'au ocultos mientras ayudaba a la principal ofensiva terrestre.

También estaban presentes numerosos Caballeros Imperiales que aumentaban aún más la ya amplia ventaja numérica de las fuerzas del Imperio, incluyendo un gran contingente de la Casa Terryn, junto con una mezcla de Caballeros Desarraigados. Lo más misterioso de todo fue la

War Zone Damocles - Montka-19

pequeña flota de naves estelares del Adeptus Mechanicus que transportaban gran cantidad de Tecnosacerdotes y diversas cohortes de Skitarii. Su líder era el Magos Arcotholitis, aunque nunca asistió a los consejos de guerra, prefiriendo quedarse a bordo de su propia nave insignia, la Archeotesoro.

Aunque el Lord General Troskzer había solicitado más regimientos al Departamento Munitorum, en especial una Legión Titánica, otras guerras impidieron esa posibilidad. Sin embargo, también se le dijo que esos activos adicionales estarían disponibles si su ataque terrestre se estancaba, pero esa información hizo erizarse el vello de la nuca. Sabía que sería mejor no tener jamás la necesidad de recurrir a esos recursos adicionales tan ominosos.

En el plan de ataque de Troskzer, había una docena de zonas de desembarco repartidas por todo el planeta, entre ellos tres lugares principales. Estos estaban situados en el supercontinente de Agrellan. Cada uno de esos frentes de asalto, el occidental, el central y el oriental, buscaban avanzar y destruir cualquier T'au al que encontraran. Por último, las tres posiciones convergerían sobre la mayor instalación T'au situada a la sombra de la antigua capital colmena, Agrellan Prime. Allí, Troskzer razonó, combinaría sus fuerzas para erradicar a los xenos.

El Lord General Torskzer había pasado los días en que dirigía la lucha personalmente. Era un veterano de tantas guerras que había olvidado

War Zone Damocles - Montka-20

más batallas de las que recordaba. Había aprendido a reconocer a los oficiales destacados, lo que le permitía confiar en las decisiones tomadas por sus líderes de regimiento. Troskzer permanecería en el Indomable y el comandante sobre el terreno sería el dinámico líder de la 625º de Cadia, el Coronel Starkzahn.

En su larga carrera militar, el Comandante Supremo Troskzer había conocido a muchos de sus compañeros Cadianos que eran tan feroces, decididos y agresivos como el Coronel Starkzahn. Ninguno de los otros, sin embargo, había vivido el tiempo suficiente para elevarse más allá del rango de capitán. Tarde o temprano, los auto-sacrificios y la mentalidad de "liderar desde el frente" pasaban factura. Sin embargo, el Coronel Starkzahn  había evitado ese destino en cada carga implacable hacia la victoria.

Era el salvador de Darristen, líder que aplastó la rebelión Hellicom, que había llevado a sus hombres tras las líneas enemigas durante la campaña que liberó el bloqueo de cien años de Boxian. Los oficiales del Coronel recibirían un disparo por él y los soldados del 625º de Cadia bajarían las armas y cargarían contra unos Marines Espaciales traidores o unos Orkos descomunales si él se los ordenara.

El Coronel Starkzahn estaba en la primera oleada de descensos planetarios, tal y como era su estilo, y fue el primero en descender de la rampa de salida de su vehículo. Bajo sus órdenes el Sargento Veterano Lokski plantó el estandarte del regimiento en la yerma tierra seca. Esa fue la visión (su líder bajo su estandarte)  que tuvo el regimiento 625 cuando desembarcó y formó. Todos sabían que la batalla esperaba y los hombres del Astra Militarum estaban preparados.

Relato Oficial: Desembarcos Imperiales en Bahía Mu'Gulath[]

- "Señor," dijo el operador konev, "Los informes del Capitán Czensk anuncian una ligera presencia T'au en la zona de desembarco que parece retroceder."

El Coronel Starkzahn asintió. A pesar de su concentración el severo Coronel sentía que se cocía tras él. Se giró hacia el Sargento Lokski, sonriendo al veterano portaestandarte. Conocía a sus hombres muy bien. "Vamos con ello, Sargento", dijo el Coronel.

La sonrisa desapareció instantáneamente, pero los ojos del Sargento Lokski brillaban. "Sabíamos que esa escoria xenos eran unos cobardes, señor. Sabíamos que correrían."

El Coronel Starkzahn sacudió la cabeza. Odiaba los largos viajes en la Disformidad. No importaba cuantas batallas lucharan, sus hombres siempre encontraban tiempo para rumorear. "No," dijo el Coronel en voz queda. "No, los T'au corren, pero no son cobardes. Les veremos pronto pero no lucharán según nuestros términos. No los subestime y guarde sus sonrisas para cuando alcemos el Aquila sobre Agrellan Prime." Se giró suavemente y ladró una serie de órdenes a sus diversos ayudantes y oficiales antes de llamar a su Chimera.

- "El Capitán Malinovsky puede acabar la dispersión de ropas, es hora de que vayamos al frente," dijo. Starkzahn estaba preocupado. Todos sus oficiales habían esperado emboscadas T'au, pero era difícil superar algunas creencias. En Cadia, el mantra había sido "nadie retrocede" y retirarse se veía como una admisión de derrota. Las emboscadas T'au iban a hacer variar esas antiguas nociones, pensó Starkzahn.

Coronel Starkzahn[]

Fue el Coronel Starkzahn quién lideró a la punta de lanza occidental. Además el 625º de Cadia, la punta de lanza tenía algunos de los mejores apoyos que la Fuerza Retributiva del Deber podía desplegar. El plan de Starkzahn era alcanzar en primer lugar el punto de reunión, ya que quería probar que el Lord General Troskzer le había elegido correctamente para dirigir la operación.

War Zone Damocles - Montka-24

Coronel Starkzahn, portando la espada de energía Gloria Imperialis, otorgada por su victoria inesperada en el planeta Darristen.

Liderados por el Coronel Starkzahn y el 625º de Cadia, la punta de lanza occidental fue la más rápida en reunirse y avanzar desde su zona de desembarco. Mientras los comandantes de otras zonas seguían reuniendo a sus regimientos o cavando para establecer un perímetro defensivo al que pudieran regresar, el Coronel Starkzahn estaba avanzando. A pesar del enorme tamaño de las naves de desembarco y de que llenaban el cielo con sus continuos viajes, se tardaría días, incluso semanas, antes de que la fuerza completa de invasión se reuniera. Era un tiempo que podía utilizar para avanzar hacia su objetivo. Es por ello que Starkzahn ladró órdenes desde el frente, urgiendo a que cada nuevo grupo reunido avanzara.

Aunque ninguno de los desembarcos fue destruido, todos fueron atacados intermitentemente por los T'au. Esbeltas naves de la Casta del Aire se abrían paso hasta la zona de desembarco, atacando a las tropas o disparando a los transportes. Escuadras de Rastreadores perfectamente ocultas usaban sus marcadores para apuntar los ataques de los misiles, evitando el contraataque gracias a la súbita aparición de armaduras XV25 Eclipse que abrían fuego sobre los Guardias como distracción antes de desaparecer.

War Zone Damocles - Montka-23

Todos sabía que Agrellan era un lugar siniestro, pero al alcanzar las zonas de desembarco, muchos soldados Imperiales vieron confirmados sus peores miedos. Los hombres de Starkzahn habían aterrizado en las Llanuras muertas, un desierto tóxico y sin vida. En todas direcciones el 625º de Cadia veía su horizonte limitado ya que el bombardeo planetario había alzado enormes cantidades de ceniza sulfurosa que se añadieron a las prodigiosas tormentas de arena que cruzaban regularmente Agrellan.

Los hombres fueron provistos con respiradores que le permitían soportar lo peor de las tormentas, pero una campaña de largo término acabaría matando a cualquier hombre que quedara expuesto demasiado tiempo a las toxinas de Agrellan. Para Starkzahn, esta no era más que otra razón para acabar cuanto antes con la ofensiva.

Algunos comandantes podrían contentarse con dirigir sus tropas desde detrás, pero Starkzahn no era uno de ellos. Agresivo como siempre, se apresuró a formar su propio grupo de combate y avanzar desde la zona de aterrizaje, desapareciendo rápidamente entre las nubes de polvo. Starkzahn sabía que los T'au le emboscarían y ese pensamiento le hizo no detenerse. Estaba ansioso por enfrentar su habilidad táctica y el poderío del Astra Militarum contra estos xenos.

Grupo de Batalla Trueno[]

Reunida entre la primera oleada de desembarcos y liderada por el Coronel Starkzahn en persona, esta formación fue llamada Grupo de Batalla Trueno debido al sonido que producía al avanzar el Stormlord superpesado Honor Intachable.

El Honor Intachable formaba parte del 423º Regimiento Blindado y fue elegido para unirse a las puntas de lanza blindadas. Su último combate había sido en Cyphus IV, donde su megabólter volcán había destrozado en solitario una ofensiva Orko. Oleada tas oleada de pielesverdes se habían aproximado a las filas Imperiales, pero el arma de diversos cañones había disparado un muro sólido de proyectiles que destrozó las filas frontales Orkos más rápido de lo que éstos podían cargar. Fue el primer tanque superpesado en llegar a la zona de desembarco y en el momento en que el Coronel Starkzahn lo vio desembarcar, lo asignó a su propio grupo de combate. Starkzahn no solo valoraba la gruesa armadura de placas y el armamento antinfanteria sino también su capacidad de transporte.

Junto al tanque superpesado avanzaba el núcleo del grupo, el pelotón de infantería Escudo del Emperador bajo el mando del Teniente Kreenok. Tan audaz en combate como su coronel, Kreenok era un joven oficial altamente condecorado conocido por su celo en combate y por su resolución. Desde sus actos heroicos durante la Rebelión Hellicom, el pelotón de Kreenok había sido conocido por el resto del 625º como los "Rompelíneas". Ellos lideraron la lucha calle a calle que acabó en la captura del infame "Bloque carnicero".

Muchos pelotones habían encontrado un destino sangriento intentando asegurar el área, destrozados por los defensores del bloque. Deseando su propia gloria, Kreenok desenvainó su espada sierra y lideró desde el frente. Aquellos soldados que habían sobrevivido al sangriento asalto se convirtieron en Sargentos y se les dio el mando de nuevas tropas que reemplazaron a los hombres caídos. Esos fueron los pelotones que embarcaron en la Fuerza Retributiva del Deber.

Junto al grupo de mando de Kreenok, los "Rompelíneas" estaban compuestos de cinco escuadras de infantería, dos de Sentinels y dos de armas pesadas. Los Sentinels se solían usar en los flancos para ofrecer reconocimiento rápido, aunque también eran excelentes como una rápida reserva móvil que añadiera potencia de fuego donde fuera necesario. Los Equipos de Armas Pesadas se usaban para dar cobertura mientras las escuadras de infantería avanzaban. Los equipos de bólter pesado eran conocidos entre sus camaradas como "Los Resoplones", un nombre derivado del distintivo sonido de sus armas, mientras que los equipos de cañones láser eran conocidos como los "Matatanques" ya que su tarea en combate era destruir a los blindados enemigos.

Completando la infantería del grupo se encontraba la compañía de asalto Filo del Emperador, liderada por el veterano Teniente Drazda. Las tres escuadras veteranas eran conocidas como "Los Disparos Seguros de Drazda" ya que eran los mejores tiradores de todo el 625º. Habían servido con Starkzahn desde su promoción y el Coronel valoraba las tácticas agresivas de Drazda así como su precisión mortal y presencia de sus escuadras de élite.

En Darristen, los Disparos Seguros surgieron de sus Chimeras para formar una línea de fuego justo a tiempo para repeler a los Cultistas. Pero el enemigo no solo estaba compuesto de fanáticos sin protección, sino que en el corazón del enemigo se encontraban los odiados Marines Espaciales del Caos. Que los Disparos Seguros sobrevivieran a semejante oposición es muestra no solo de su puntería, sino de su habilidad para mantener la posición. Durante esa batalla, los Disparos Seguros dieron apoyo al Hellhound que recibió su propio apodo. Llamado Furia de Cadia, sus feroces disparos limpiaron las calles dejando únicamente manchas en el suelo donde se habían encontrado a los enemigos.

La última escuadra que el Coronel Starkzahn asignó al grupo fue la "Compañía Armada Puño del Emperador". Extraída del 423º, la compañía conocida como la "Infatigable" estaba bajo el liderazgo del Comandante de Tanques Urdrake. Ofrecerían apoyo blindado al Grupo de Batalla Trueno, un papel que también habían asumido en su batalla más reciente durante la defensa de Cyphus IV. La tarea había probado ser digna de ellos y con cada rugido de sus cañones devastaron tanques Orkos convirtiéndolos en bolas de fuego.

La lucha había sido tan fiera que el Tecnosacerdote Vinctius había pasado una jornada completa desde que se unió a la Fuerza Retributiva del Deber reparando los múltiples daños que marcaban a los tanques de la compañía. Fueron los cañones láser del Honor Intachable los que acabaron con la batalla de tanques, cuando el Stormlord destrozó la estructura de un megatanque Orko antes de seguir abriéndose paso entre la infantería Orko.

El último guerrero en unirse al Grupo de Batalla Trueno fue el Comisario Fremantle, un veterano oficial con múltiples galardones. Como deseaba incrementar sus posibilidades de promoción, Fremantle había buscado formar parte del grupo de mando del Coronel Starkzahn ya que sabía que seguro irían al corazón del combate. Y allí sería donde la fuerza de voluntad indomable del Comisario daría el máximo, ya que el plan del Coronel Starkzahn era hacer avanzar al Grupo de Batalla Trueno tan rápido como fuera posible en dirección a Agrellan Prime.

Siguiendo el plan del Coronel Starkzahn, la punta de lanza occidental era una marea de grupos que trabajaban en pos de una meta común. Además del 625º de Cadia de Starkzahn, se unieron tropas del 168º de Cadia y el 22º de Rhundvaria, junto con elementos de los regimientos blindados 423º y 72º de Cadia. Donde era posible, el Coronel Starkzahn intentaba mantener los regimientos cohesionados pero era una tarea difícil debido al caos de la zona de desembarco y la presión para avanzar lo antes posible.

War Zone Damocles - Montka-27 2

En general, los grupos de combate estaban formados por una mezcla de blindados y artillería. Las brigadas de artillería estaban programadas para ser las últimas en aterrizar, de forma que los regimientos de infantería solo tenían sus propias piezas de apoyo, pero Starkzahn no imaginaba que esto les entorpeciera. Anticipó un frente móvil donde el poderío aéreo sería más útil que las lentas cadenas de artillería.

Los páramos agrietados sobre el que la punta de lanza occidental viajaba eran regiones sombrías y propensas a las tormentas de radiación repentinas que cubrían el horizonte con un grueso polvo. Las Llanuras Muertas eran terreno llano, roto en ocasiones por afloramientos rocosos. Las únicas señales de vida eran las zonas industriales en ruinas que salpicaban el desierto. Todos los hitos del terreno parecían lugares ideales para ocultar un contraataque o una emboscada por las que los T'au eran conocidos.

A intervalos irregulares a lo largo de esa marcha implacable, surgían tiroteos o se estrellaba un misil disparado desde la lejanía contra las filas imperiales. Los hombres del Astra Militarum sobrellevaban  dificultades tales como el calor asfixiante o la arena empalagosa que les golpeaba con su típico estoicismo. Los ataques xenos, sin embargo, suponían una irritación y un acoso constante. No había ni un solo soldado, ya fuera un infante con rifle láser o un oficial, que no combatiera adecuadamente. El Coronel Starkzahn había esperado que antes o después las fuerzas T'au se enfrentarían a ellos ya que sus múltiples frentes de ataque avanzaban.

Los informes inundaban los comunicadores conforme cada grupo avanzaba por el desierto actualizando su estatus. Cada uno explicaba una ligera variante de la misma historia: se iniciaban asaltos desde la nada que se desvanecían antes de que los soldados pudieran dar una respuesta apropiada. Estos ataques se producían súbitamente, sin ningún aviso. Aprendieron rápidamente a odiar el sonido de los voladores que les sobrevolaban mientras les disparaban misiles y desaparecían pasado el horizonte.

Hubo una cosa que los guardias aprendieron a temer sobre el resto; los temibles aceleradores lineales montados sobre los Tanques Cabezamartillo. Estos vehículos se acercaban hasta estar dentro de alcance o surgían de entre las dunas, lanzando una volea o dos y retirándose. El sonido similar al de un látigo implicaba la muerte ya que los proyectiles hipersónicos atravesaban los blindajes Imperiales. En ocasiones los Cabezmartillo estaban apoyados por infantería que reclamaban su cuota de vida gracias a sus rifles de pulso de largo alcance.

En esos momentos parecía que no había donde esconderse ya que el desierto carecía de coberturas útiles. Cuando los guardias reducían la distancia con sus adversarios, fuera perseverando o mediante maniobras de flanqueo, la infantería T'au subía a sus transportes Mantaraya y se retiraban rápidamente.

Con la gran mayoría de Thunderbolts de la Marina Imperial, las Valquirias y Vultures del Astra Militarum ocupados protegiendo las regiones vulnerables que rodeaban las zonas de desembarco, era imposible que las fuerzas de tierra Imperiales destruyeran a los veloces T'au. En algunos pocos casos localizados, el Señor del Capítulo Shrike organizó ataques relámpago del Adeptus Astartes, utilizando las rápidas Thuderhawks para tener mayor potencia de fuego.

Pero solo se produjeron unas pocas de esas útiles operaciones ya que se producían miles de pequeños ataques y emboscadas. Los restos que quedaban tras los asaltos de los Marines Espaciales (vehículos Tau humeando en el desierto) ayudaban a aumentar la moral de la infantería y los tanques del Astra Militarum cuando los veían.

Relato Oficial: Grupo de Batalla Trueno[]

Mirando desde el mirador escarpado, el Shas'ui Tra'erro escaneó el horizonte brillante. Las columnas de polvo levantado le indicaron la ubicación de la gue'la, solo los vehículos pesados de orugas levantaban tantos escombros. Además del suyo, otros tres equipos de Rastreadores se ocultaban en este sector. El Shas'ui marcó las coordenadas en su comunicador de muñeca y retransmitió la información a los otros equipos.

Habían triangulado, marcado y priorizado cada unidad enemiga, desde las infanterías a los enormes tanques protegidos por acero que marchaban tras ellas. Muy por detrás de los Rastreadores se encontraban una serie de dunas. Escondidas entre ellas estaban los Cuerpos de Intercepción Blindados. Cada comandante de tanque recibió la información de los Rastreadores así como sus holo-mapas de seguimiento de los enemigos que se acercaban.

Los Rastreadores vigilaron y esperaron mientras las columnas de polvo se convertían en formas oscuras y, finalmente, en formas individuales mientras se acercaban. El Shas'ui Tra'erro conocía a su equipo; no había necesidad de decirles que esperaran ya que su disciplina era incuestionable. Más cerca, aún y más cerca, Tra'erro dejó que los enemigos se acercaran. Podía distinguir las caras cubiertas de polvo y sin afeitar de los gue'la, que miraban en posición camuflada sin verle.

A una señal, el equipo apuntó sus marcadores pintando a sus objetivos con rayos invisibles. Desde lejos las luces iluminaron las dunas cuando los Tanque TX78 Cabezamartillo Mont'ka Shas lanzaron sus salvas mortales...

Emboscada en las Ruinas Negras[]

Los T'au estaban asombrados del tamaño de la armada Imperial y la rapidez con la que había caído sobre ellos. La Comandante O' Shaserra sabía que no podía enfrentarse a semejantes números allí donde habían aterrizado ya que sus fuerzas quedarían aplastadas por la potencia de fuego masiva y los bombardeos orbitales. Los principios de Kauyon decían que debía ser el cazador paciente.

El capitán Shaposhnik alzó sus magnoculares para escrutar el horizonte, aunque hacerlo fue inútil. El aire envenenado estaba tan lleno de polvo que poco podía ver fuera del alcance de su bólter pesado. En esa distancia, nada se movía bajo las ruinas sombrías que se cernían sobre el polvo. Ninguna de las variadas funciones de sus gafas parecía estar funcionando bien, ni siquiera después de golpear el dispositivo con fuerza con la esperanza de agitar a su espíritu máquina.

War Zone Damocles - Montka-29

No ayudó a mejorar la situación. El polvo tóxico también hizo estragos en los comunicadores, distorsionándolos periódicamente o dejando la red de comunicaciones en silencio a ratos. A pesar de ello a Shaposhnik no le gustaba que el escuadrón Sentinel y el pelotón de infantería de reconocimiento que había delante suyo hubieran desaparecido y no enviaran informes. Podía ser que una tormenta estuviera haciendo fallar sus comunicadores pero todos los oficiales habían sido advertidos de posibles emboscadas. El Coronel Starkzahn insistía en que los T'au les emboscarían: era cuestión de cuándo, no de si les atacarían.

Enfrentado a la elección entre dirigirse a una emboscada enemiga o esperar, decidir su siguiente curso de acción fue sencillo para Shaposhnik. No quería sentir la ira de su Coronel por ser demasiado precavido así que ordenó a su voco-operador que formara las tropas en un trío de líneas de batalla. Cuando la maniobra se completó la primera fila avanzó cuidadosamente. Razonó que una amenaza xeno desconocida sería mejor que la ira de su propio Coronel.

Conforme las líneas de la Guardia Imperial avanzaban fueron observadas mediante sistemas ópticos superiores así como por media docena de aparatos de seguimiento. Los sensores de calor monitorizaron los motores contaminantes de los tanques, pero también podían ajustarse para centrarse en el latido del corazón de un solo individuo. Los escáneres de densidad señalaban los puntos débiles en las armaduras mientras que los equipos sónicos avanzados grababan las comunicaciones e, incluso, los patrones de respiración. Se compartían los datos entre todos los puntos y nodos de vigilancia e incluso una pequeña parte de la información se reunía en los satélites en órbita geosincronizada que quedaban.

El Cuerpo del Filoardiente Shas'nel'Rhu'var presionó varios iconos de su comunicador de muñeca, compartiendo el código del plan de batalla. Así, sin decir una palabra, el mensaje se difundió por las ruinas y cada cuerpo escondido comprendía su misión y temporalización perfectamente.

La emboscada en las Ruinas Negras saltó rápidamente.

Los Equipos Rastreadores, bien ocultos entre los escombros, usaron sus marcadores de objetivo para señalar a los vehículos que lideraban el escuadrón de Leman Russ. Golpeando más rápido de lo que el ojo podía ver, las voleas de misiles buscadores se dispararon golpeando a los vehículos en la parte de atrás, donde su armadura era más débil. Los tanques Imperiales explotaron enviando restos mortales sobre la infantería que se había agrupado junto a ellos. Antes de que los Guardias pudieran reaccionar, ya fuera buscando cobertura o devolviendo el fuego, los rifles de pulsos de largo alcance de los Drones Francotiradores empezaron a abatir a los objetivos preseleccionados. Oficiales de mando, Comisarios y soldados con armamento pesado cayeron violentamente cuando los disparos de plasma les atravesaron.

War Zone Damocles - Montka-30

El Capitán Shaposhnik y el resto de oficiales del Astra Militarum intentaron sofocar el pánico haciéndose cargo de sus soldados mientras los Cuerpos de Cazadores T'au se unían al ataque. Desde detrás de las ruinas, los transportes Mantarraya aceleraron rápidamente dejando tras ellos nubes de polvo ennegrecido. Al llegar a sus posiciones predeterminadas los vehículos se detuvieron y los Guerreros de Fuego salieron organizándose rápidamente en formaciones de disparo optimizadas. 

Los xenos no tardaron en lanzar explosiones azuladas de fuego de plasma a las que siguieron los gritos de los heridos. Mientras se giraba hacia su voco-operador para ordenar el avance de la segunda línea de batalla el Capitán Shaposhnik descubrió que éste carecía de cabeza. Observó como el cadáver caía al suelo mientras su sangre trazaba un amplio arco y el cuerpo se estremecía una última vez.

Algunos regimientos menores hubieran huido tras una emboscada tan súbita y efectiva, pero estos eran Tropas de Choque de Cadia, guerreros del 625º. Habían venido a luchar. De hecho, los supervivientes se reunieron formando sus propias filas de artillería y devolviendo el fuego. Los brillantes chorros de energía perforaron la oscuridad. Algunos de los soldados se arriesgaron a intentar recuperar las armas pesadas que habían dejado caer sus camaradas muertos, pero los disparos de plasma de los lejanos Drones perforaron su carne y armadura, acabando con todos aquellos que se atrevían a abandonar la cobertura.

El Capitán Shaposhnik ordenó a gritos que se hiciera una formación defensiva, reuniendo los restos de las escuadras. Formaron alrededor de los restantes equipos de morteros cuyas dotaciones se apresuraban a disparar sus pesados proyectiles sobre las últimas posiciones conocidas de sus atacantes. Con la situación estabilizada el Capitán Shaposhnik pidió un voco-operador y dirigió a la segunda línea de batalla para avanzar hasta su posición. Otro escuadrón de Leman Russ no tardó en llegar y sus cañones de batalla ofrecieron suficiente fuego de cobertura aunque no podían ver mucho más allá de destellos de luz en la lejanía. Más infantería avanzó reforzando las líneas. A continuación Shaposhnik transmitió sus coordenadas pidiendo apoyo aéreo y en segundo lugar pidió ayuda a los grupos de combate cercanos.

Cuando las peticiones fueron enviadas el Shas'nel'Rhu'var ordenó que el interferidor de señales portátil de su cuerpo se encendiera cortando las siguientes comunicaciones. El cebo se había servido y la verdadera emboscada estaba pendiente.

Cuerpo Blindado de intercepción de Shas'la T'au Sha'ng[]

Los Cuerpos Blindados de Intercepción estaban diseñados para ser móviles y golpear duro, pero ninguno había sido tan letalmente preciso como la liderada por el magistral piloto Shas'la T'au Sha'ng.

Cuando los T'au conquistaron por primera vez Bahía Mu'gulath, arrebatándosela de las manos al Imperio en un solo día, el héroe más famoso que surgió de esa batalla fue Shas'la T'au Sha'ng. Se enseña a los Cuerpos Blindados de Intercepción a luchar como una única entidad y no como vehículos individuales. Al principio de esa rápida campaña, su formación se desplegó como punta de lanza con la tarea de enfrentarse a los tanques Imperiales y destruir sus posiciones fortificadas. Ese día, Shas'la T'au Sha'ng dirigió a su formación con una perfección asombrosa.

Utilizando sus motores gravíticos, los tanques de Shas'la T'au Sha'ng entraron en la zona de combate a toda velocidad. Se enfrentaban a una compañía de Tanques Leman Russ así como al fuego de armas pesadas que llegaba desde una línea bien fortificada de búnkeres. Al principio los Tanques TX78 Cabezamartillo usaron su red de marcadores de objetivos señalando y priorizando los objetivos de su cuerpo. Sus misiles buscadores quedaron en reserva para disparos a largo alcance o para lanzarlos sobre objetivos especialmente difíciles.

Ayudados por los marcadores de objetivo, los Tanques Cabezamartillo dispararon. Dos de ellas portaban los temidos aceleradores lineales. Como el cuerpo de Shas'la T'au Sha'ng estaba superado en número, cada disparo contaba, y no fallaron ninguno. A pesar de las gruesas placas de blindaje de sus oponentes, cada disparo de acelerador lineal penetró en su objetivo y las explosiones internas subsiguientes enviaron nubes de humo negro oleoso hasta el cielo. El tercer Cabezamartillo portaba un cañón de iones montado sobre una torreta. Cuando lo sobrecargó con energía, la azulada explosión cegadora que emitió vaporizó a los Guardias Imperiales de sus búnkeres de ferrocemento.

Shas'la T'au Sha'ng nunca dejó que su formación se detuviera y los mantuvo siempre en movimiento. El cuerpo avanzó entre escombros. Con un súbito silbido el TX78 Cabezamartillo lanzó sus misiles buscadores destrozando los vehículos enemigos que intentaban flanquear a las naves T'au para alcanzar sus laterales más vulnerables. Los tanques enemigos no eran la única preocupación del Cuerpo Blindado de intercepción. La infantería con armas pesadas acechaba entre las líneas de trinchera y se refugiaba entre los cascos destrozados de los tanques ennegrecidos.

Aunque ocultaban sus pasos de los vehículos T'au, las armas secundarias del cuerpo entraron en juego. Los cañones rotativos abrieron fuego para destrozar al enemigo y los misiles se enviaron en salvas ensordecedoras. Cuando la infantería buscó cobertura los misiles inteligentes les siguieron gracias a sus guías inteligentes que rodeaban los objetivos o se movían por las líneas de trincheras.

Durante ese día Shas'la T'au Sha'ng había acabado personalmente con tantos objetivos enemigos (desde tanques hasta un enorme andador) que se le reconoció como el mejor piloto de tanques de la Tercera Esfera de Expansión. A pesar de ello el piloto insistió en que el trabajo conjunto de su cuerpo fué el que hizo que la formación fuera tan letal. El Cuerpo Blindado de intercepción recibió un reconocimiento especial de la Comantante O`Shaserra en persona por haber derribado tal cantidad de enemigos, un honor que solo estaba tras el de recibir una recomendación del Etéreo Supremo Aun'Va.

Ya fuera en ataque o defensa, Shas'la T'au Sha'ng había utilizado la misma doctrina desde que regresó a la Bahía de Mu'gulath: permanecer móvil, trabajar juntos, priorizar objetivos. Las órdenes de la Comandante O'Shaserra para enfrentarse a las fuerzas Imperiales eran sencillas: erosionar la fuerza del enemigo mediante ataques relámpago. Esas tácticas eran bien conocidas en todos los Cuerpos Blindados de Intercepción, y Shas'la T'au Sha'ng y sus camaradas pretendían cumplir su deber golpeando rápidamente  con fuerza antes de retirarse.

Shas'la T'au Sha'ng fue elegido para probar la armadura de piloto XV02. Con su interfaz actualizada, no solo pudo integrarse mejor con su cañonera sino que también con todo su cuerpo. La armadura reaccionaba perfectamente con las funciones de la IA del piloto del Cabezamartillo, lo que le permitió una mejor triangulación de objetivos, mejorar su velocidad y apoyar a sus camaradas.

A pesar de los holomapas y puntos de vista sin precedentes proporcionados por la XV02, Shas'la T'au Sha'ng sigue prefiriendo alzarse hasta la posición de la cúpula para ver la batalla directamente. Cuando alguien cuestiona sus acciones, Shas'la T'au Sha'ng le repite un antiguo dicho T'au: "Vrass al'shon kwn'sha", que se traduce aproximadamente como "algunas tradiciones se niegan a morir". Esto es algo típico de Shas'la T'au Sha'ng, ya que es un tradicionalista que repite una y otra vez las máximas enseñadas en las academias de pilotos.

Cree firmemente en practicar las maniobras con su cuerpo una y otra vez hasta que cada uno de ellos conozca sus tácticas de combate y sus matrices de objetivo preferidas tan bien como él mismo. Sin embargo, cuando su nuevo cuerpo le propuso a Shas'la T'au Sha'ng tomar el ritual ta'lissera, les rechazó. Después de que sus primeros compañeros cayeran víctimas de los ejércitos de la Humanidad en T'ros, Shas'la T'au Sha'ng juró no volver a realizar el ritual. Frío y distante, Shas'la T'au Sha'ng solo está unido al deber y la batalla.

Escuadrón Batalica[]

El Escuadrón Batalica confiaba en que no había enemigo al que no pudiera destrozar y pisotear con las orugas de sus Leman Russ.

El Escuadrón Batalica era el primer escuadrón de la 3º Compañía del 423º Regimiento Blindado de Cadia. El escuadrón había sido elegido directamente por el comandante de la compañía y la tripulación de cada tanque se encontraba entre los mejores y más experimentados pilotos y artilleros. El Noble Comandante Pask, el comandante de la compañía, tenía un ojo entrenado escogiendo a los mejores ya que era el piloto de tanque Imperial más reconocido.

En combate, los Leman Russ siempre habían sido el martillo de la Guardia Imperial, el muro de blindaje que golpea fuerte enviado a abrirse paso a través de las líneas enemigas o a defender una línea de combate. Nadie podía hacer esas tareas mejor que el Noble Comandante Pask. Tenía más muertes confirmadas que ningún comandante de tanque de los registros de Cadia y los hombres de su compañía, en especial aquellos asignados a su escuadrón personal, sencillamente intentaban seguir el ritmo de su ilustre líder.

En la marea incesante de la guerra, el 423º Regimiento Blindado había sido enviado por toda la galaxia uniéndose a un combate tras otro. Siempre, sin importar donde hubieran sido desplegados, el Escuadrón Batalica consiguió los mejores elogios. En Agujero de Haytor, Pask les lideró entre oleadas de tanques gravitatorios Eldar dejando solo escombros a su paso. Durante la campaña de las Siete Lunas, el Escuadrón Batalica libró un duelo con unos rebeldes venciendo no solo a otros tanques Leman Russ, sino también a vehículos cubiertos de pinchos de los Marines Espaciales del Caos.

El secreto del Noble Comandante Pask era sencillo, no tenía rival como destructor de tanques. Su estrategia era sencilla: disparar primero y no fallar, y ese era el consejo que siempre daba a la constante riada de nuevos pilotos que se unían a su compañía. En la mayor parte de enfrentamientos, Pask prefería situar su tanque en medio de su escuadrón personal, usando su cañón vanquisher para destruir a cualquier enemigo que pareciera constituir la mayor oposición a su tanque. Su escuadrón tenía órdenes de hacer lo mismo y los cañones tronaban mientras protegían los flancos de su líder al avanzar.

El entrenamiento de los tanques de la Guardia Imperial era tan brutal y directo como los propios Leman Russ. A los pilotos se les enseñaba a confiar en el grueso blindaje frontal y a mantener sus cañones disparando. La mejor defensa era destruir al enemigo antes de que pudieran devolver el fuego. Este pensamiento era el que empleó el Noble Comandante Pask con su escuadrón en Agrellan, adelantándolos sin descanso, incluso cruelmente. Si el enemigo resultaba estar particularmente bien equipado con armamento anti-tanque, Pask mismo se mantenía retirado enviando al resto de escuadrones a atraer el fuego mientras él atacaba tan rápidamente la amenaza como su cañón vanquisher podía recargarse. Si el resto de sus escuadrones resultaban destruidos, el Escuadrón Batalica era el siguiente en la línea.

Independientemente de ese trato displicente, todos lo hombres del 423º seguían devotamente a la leyenda viva que era su comandante. A la espera de órdenes para revelar qué posición T'au iban a atacar a continuación, los hombres se distraían narrando las gestas heroicas de su comandante: listando detalladamente los muchos ejemplos de disparos precisos de Pask o las historias de cómo sus nervios de acero no le permitían distraerse. Pero sus historias favoritas giraban en torno a cómo antes del final de la batalla el Noble Comandante Pask siempre perdía su vehículo.

Era cierto, Pask rara vez terminaba una campaña al mando del mismo vehículo blindado en el que había empezado. Una vez, una Fortaleza de Batalla Orko aplastó su Leman Russ; en otra ocasión el Tanque Prisma Eldar cortó el tanque de Pask por la mitad. En Trogos IV, el cañón vanquisher de Pask acabó con un Titán del Caos, pero la máquina cayó directamente sobre el tanque. Al principio parecía que Pask podría escapar de semejante calamidad, ya que el experto comandante se había girado lo suficientemente rápido como para evitar la colisión, pero no fue lo suficientemente veloz como para escapar del radio de la explosión de fusión que provocó el Titán caído al incendiarse su núcleo de energía.

No importaba la situación. Ya fuera surgiendo de los escombros ennegrecidos o escurriéndose por un agujero hecho en el revestimiento de acero de su tanque, Pask se levantaba de las ruinas. Su uniforme podía haber quedado roto, su piel llena de cicatrices y sangrando, pero estaba vivo. Cuando tenía que elegir un nuevo tanque, Pask siempre lo bautizaba igual: Mano de acero. Sus veteranos podían recitar esas historias una y otra vez, repitiéndolas hasta que incluso los nuevos reclutas podían relatar las historias de enfrentamientos que tuvieron lugar años antes de que se unieran al regimiento.

Hasta el momento, en Agrellan, los xenos habían huido de la fuerza de los Leman Russ. Pero el Noble Comandante Pask tenía el presentimiento de que se acercaba un ataque a gran escala y sus instintos nunca se equivocaban.

Choque de tanques[]

Mientras las columnas blindadas Imperiales se desplazaban para contrarrestar las emboscadas T'au, también eran vigiladas a su vez. La Comandante O'Shaserra había desplegado su Cuerpo Blindado de intercepción en masa con la esperanza de asestar un golpe crítico antes de replegarse. Así tuvo lugar una batalla entre tanques de proporciones épicas...

El Noble Comandante Pask sabía que algo iba mal. Su sistema de comunicaciones captaba múltiples llamadas de auxilio, todas ellas muy similares. Emboscadas T'au habían frenado el avance de su vanguardia y solo habían tenido tiempo de pedir refuerzos antes de que sus voco-emisores quedasen inutilizados. El voco-emisor de Pask pronto quedó inoperativo, como si el silencio fuera extendiéndose. Lo único que se oía por todos los canales era un zumbido monótono.

El último mensaje que recibió Pask avisaba del desplazamiento de muchos grupos de batalla hasta el frente atacado. Se había prevenido a todos ellos acerca del gusto T'au por emboscar a los refuerzos y se les había ordenado avanzar con máxima cautela. Pask, por su parte, tenía otra idea.

War Zone Damocles - Montka-35

En lugar de avanzar a toda marcha hasta las coordenadas más recientes, el Noble Comandante Pask eligió una ruta más larga que rodeaba la última posición conocida. Tras asomarse por su escotilla, Pask hizo señales para ordenar al Escuadrón Batalica y a los otros dos escuadrones que integraban su compañía que le siguieran. Tardarían más, pero Pask temía caer en una emboscada a mayor escala aún. Se percató de que en el horizonte, los cielos estaban cada vez más encapotados. Avanzaban derechos hacia una tormenta.

El Capitán Shaposhnik, parapetado tras el casco destrozado de un Chimera, había llegado a la conclusión de que su compañía tan solo era el cebo para un asalto mucho mayor. Varias docenas de oficiales Imperiales a lo largo de un frente de trescientos kilómetros sopesaban esa misma idea. Bajo los cielos cubiertos de nubes, hombres y tanques habían alcanzado aquel páramo sembrado de ruinas en ayuda de sus camaradas. Los cañones T'au estaban esperándoles.

Las tropas de la Guardia Imperial habían aprendido a temer la larga y siniestra arma montada sobre el Cabezamartillo T'au y a odiar su estallido. Las primeras en aparecer fueron las veloces compañías de las Garras del Emperador Centinela, los andadores fueron destrozados por misiles buscadores, cañones iónicos y aceleradores lineales. A continuación, las compañías blindadas de los Puños del Emperador, cada una formada por una docena de tanques, entraron en escena. 

Comenzó una batalla de tanques que iba en aumento, pues cada vez más elementos de los Regimientos Blindados 423º y 72º de Cadia se sumaban a los vehículos de apoyo de los regimientos de infantería. No podían sospechar que se metían directos en las miras de puntería de los Cuerpos de Cazadores y Cuerpos Blindados de intercepción de O'Shaserra.

Los T'au habían elegido el campo de batalla. Las amplias llanuras de ceniza eran campo abierto, salvo por grupos de ruinas dispersos entre el polvo. El terreno era plano, aunque roto esporádicamente por colinas cubiertas de detritus, semejantes a las dunas de algún desierto olvidado. Las cañoneras T'au aprovecharon esa cobertura al máximo, descendiendo hasta que sólo sus torretas eran visibles. Debido a las tormentas eléctricas que se desataban en el cielo, ninguno de los dos bandos podría contar con apoyo aéreo.

En cuestión de horas las llanuras habían quedado repletas de chatarra humeante. Los tanques Imperiales, que avanzaban por escuadrones, se vieron superados completamente: su armamento estaba fuera de alcance de tiro y debían cerrar distancia a través de terreno abierto. En medio de aquel duelo de blindados, entre carrocerías destrozadas, se empezó a librar otra batalla. Los supervivientes de las compañías de la Guardia Imperial trataban de posicionarse.

War Zone Damocles - Montka-36

Los equipos de armas pesadas se escabullían de un montón de chatarra a otro, con las llamas de los restos ardientes como única luz en la penumbra. Sentinels solitarios avanzaban al acecho, intentando cazar a los letales Cazamartillo y TX78 Cabezamartillo. Se les oponían, a su vez Equipos Rompedores y Rastreadores, todos ellos sumidos en una contienda a muerte dentro de la batalla.

Para Shas'la T'au Sha'ng, esa batalla era poco más que tiro al blanco. Su fuego de acelerador lineal era tan rápido y preciso que despachaba escuadrones enteros por sí solos; impactaba al tercer tanque mientras el primero de ellos aún avanzaba por inercia, pasto de explosiones internas que hacían saltar por los aires su tosca torreta. Cada auto-activación del gatillo de Sha'ng disparaba un tiro letal y, gracias a su Armadura de piloto XV02, mientras analizaba la pantalla digital en movimiento aún tenía tiempo a recomendar ángulos de tiro y patrones de maniobra a la pareja de Cabezamartillos y TX78 Cabezamartillos bajo su mando.

Sha'ng no contaba las bajas enemigas, aunque estudios posteriores de las videocapturas de esa etapa de la batalla mostraron que solo su cuerpo había destruido más de cuarenta blindados enemigos. Sin embargo, no todo iba como Sha'ng hubiera deseado.

El holo-mapa mostraba a Sha'ng varias cosas inquietantes. Primero, la tormenta eléctrica debía mantener a los voladores lejos del campo de batalla y aun así, el as de tanque había detectado varias aeronaves de gran tamaño aproximándose desde el norte. No se parecían a ningún tipo de conocido de caza atmosférico enemigo, y eso le preocupaba, pues lo desconocido nunca es un aliado.

En segundo lugar, el número de blindados Imperiales era asombroso. Se reunían en mayor número del que habían previsto. Si coordinaban un avance simultáneo, pronto aplastarían a los cuerpos T'au. Por último, una nueva punta de lanza aparecía en el borde oeste de la pantalla de Sha'ng, un grupo de tanques enemigos que amenazaba con flanquear a las fuerzas T'au.

Tras considerar que ya habían permanecido allí más tiempo del que era prudencial, Sha'ng dio orden de retirada. Una por una, las cañoneras T'au dieron marcha atrás, sin cesar de abrir fuego contra los Imperiales mientras retrocedían. Sha'ng observó a su grupo de cañoneras desplazarse rápido y a baja altitud sobre el paisaje ruinoso. Habían asestado un duro golpe, pero ahora debían moverse rápido si no querían quedar atrapados en la inexorable presa de las formaciones enemigas.

El Orgullo de Cadia[]

La IV Compañía del 78º Regimiento Blindado de Cadia era una Compañía superpesada Furia del Emperador de tres tanques, cuyo despliegue se reservaba a tan solo las zonas de guerra más fieramente disputadas de la galaxia. Conocido como "El Orgullo de Cadia", la compañía contaba de un Baneblade, Quiebraenemigos, un demoledor Banesword, Bendición del Exterminio, y un Hellhammer, Decreto del Emperador. Los tres tanques superpesados provenían del principal mundo forja, el mismísimo Marte, y habían servido a Cadia distinguidamente durante milenios. Cada uno de ellos era una enorme fortaleza móvil, una muralla del blindaje más robusto dotada de cañones de un tamaño prodigioso.

El líder de la IV Compañía era el curtido Comandante Vroskni. Había liderado al Orgullo de Cadia a muchos triunfos desde la cúpula de su tanque de mando, Quiebraenemigos. Aunque la compañía poseía suficiente potencia de fuego para aniquilar ejércitos enemigos, Vroskni había aprendido que el secreto para vencer era aprovechar al máximo las cualidades de cada tanque bajo su mando. La acción más reciente de la compañía había sido la instancia a unirse a los grupos de asalto en Thraxdon. Las fuerzas Imperiales llevaban diez años asediando aquel mundo fortaleza rebelde, pero habían sido incapaces de abrir brecha en las formidables defensas de los traidores.

El mismo día de su llegada al planeta, Vroskni y su compañía ya estaban liderando el centro del último asalto. El Orgullo de Cadia avanzaba inmune al fuego enemigo, mientras disparaba salvas atronadoras. Desde el centro, Quiebraenemigos empleaba su cañón principal para eliminar las torretas enemigas, mientras que el Cañón Demolisher de su casco echaba abajo búnkeres y muros de ferrocemento de modo que los vehículos pudieran pasar sobre ellos.

A la derecha de Vroskni avanzaba el Banesword, Bendición del Exterminio; disparando una y otra vez con su cañón terremoto la ciudadela central. Cada impacto abría un profundo cráter en la fortificación artillada y la violenta reverberación abría grietas y fisuras por toda la estructura. Al fin, incapaz de soportar más daños, la gran torre se desplomó, provocando una algarabía de vítores entre las filas imperiales.

Sin embargo, los herejes no habían sido derrotados. Las trincheras estaban atestadas de cultistas equipados con armas pesadas que deseaban vengarse de quienes habían osado atravesar las cinco primeras líneas defensivas de la fortaleza que habían creído inexpugnable. Las torretas secundarias del Baneblade y Banesword apenas lograban mermar aquella turba sanguinaria, y ni siquiera las gruesas planchas de blindaje de los superpesados resistirían mucho tiempo frente a tantos disparos de cañón láser.

Pero el Comandante Vroskni había previsto tal peligro y mandó al último tanque de su compañía, el Decreto del Emperador que entrara en acción. El Hellhammer se movía como pez en el agua en el combate cercano. Sus barquillas laterales escupían lenguas de fuego para desalojar las inmediaciones del tanque y los obuses de gran calibre de su cañón Hellhammer destruían tanto a los grupos enemigos apelotonados tras las barricadas como a las propias defensas. Muros y trincheras en las que se habían cobijado innumerables enemigos quedaban reducidos a cráteres ennegrecidos en los que nada se movía.

En aquel momento, el Comandante Vroskni ordenó al Hellhammer avanzar mientras su Baneblade y el Banesword mantenían la posición para proporcionar fuego de cobertura. El Decreto del Emperador se abrió camino hasta las entrañas de las defensas de la fortaleza, aprovechando el camino allanado por las andanadas de cañón demolisher y cañón terremoto. Los herejes no podrían detener ese avance inexorable.

En una hora, las tropas Imperiales habían penetrado las defensas y la victoria había sido posible gracias al prodigioso poder de la IV Compañía, el Orgullo de Cadia. No obstante, no había tiempo para el descanso, pues en cuanto los equipos de Visioingenieros hubieron reconsagrado las venerables máquinas, la compañía superpesada embarcó en transportes para ser llevada a bordo de otra flota; las zonas de guerra de todo el Imperio requerían refuerzos. Elementos tan valiosos como una compañía superpesada debían asignarse con el mayor cuidado. 

Así, la IV Compañía se enfrentó únicamente a las invasiones Orkas más calamitosas, desequilibró únicamente los puntos muertos más cruciales y sofocó las rebeliones más notorias. El Comandante Vroskni aprendió durante sus numerosas campañas triunfales que mientras los tres tanques del Orgullo de Cadia se apoyasen mutuamente, nada inferior a un activo de categoría superpesada podría soportar su potencia de fuego mucho más tiempo.

Si bien la IV Compañía nunca se había enfrentado a los Tau antes de ser asignada a la Fuerza Retributiva del Deber, el Comandante Vroskni recibió informes detallados acerca de los xenos y de su avanzada tecnología. Cuando él y su Compañía fueron asignados a la punta de lanza del Coronel Starkzahn, Vroskni también fue informado acerca del osado plan del coronel. En lugar de desplegar la compañía superpesada en un lugar de aterrizaje relativamente seguro, Starkzahn había propuesto aerotransportar al Orgullo de Cadia directamente hasta el frente, dejándola caer en el límite del territorio enemigo. Era una maniobra arriesgada, pero tendría un enorme valor de choque para el asalto Imperial.

La Furia del Emperador[]

El plan de los Cuerpos Blindados de intercepción consistía en retirarse antes de quedar trabados en batalla campal, pero las condiciones volubles del campo de batalla lo hacían inviable por momentos. La inesperada llegada de una compañía de tanques superpesados dejó atrapados a los T'au en una reyerta con ambos bandos enviando refuerzos a la batalla creciente.

War Zone Damocles - Montka-39

Los Cuerpos Blindados de Intercepción en retirada vieron cómo los tanques Imperiales más gigantescos les cortaban el paso. Mientras trataban de rodearlos, el Noble Comandante Pask y sus tres escuadrones llegaron con cañones disparando. Cada vez que un tanque abría fuego se desataba el infierno y ambos bandos sufrían atrozmente. Los cascarones ennegrecidos de vehículos destruidos ardían por doquier. Los tanques zigzagueaban entre la chatarra y los rayos láser mientras que las características estelas de los aceleradores lineales trazaban una maraña sobre el campo de batalla. Los enormes obuses del Baneblade, Quiebraenemigos, abrían enormes cráteres allí donde caían, transformando el suelo en un paisaje lunar.

Si las Cabezamartillo lograban mantener al enemigo a distancia, los T'au gozaban de superioridad. El tanque gravítico era más maniobrable y el acelerador lineal perforaba el blindaje enemigo más fácilmente que los cañones Imperiales. En la vorágine del combate cercano subsiguiente, no obstante, los T'au en inferioridad numérica apenas contaban con una mínima ventaja. Los mejores pilotos T'au mantenían la calma, y se valían de su velocidad y gran capacidad de giro para interponer obstáculos entre sus naves y los escuadrones de Leman Russ, hostigándolos con disparos al tiempo que se movían.

War Zone Damocles - Montka-40

Aquellos pilotos que se detenían o tardaban demasiado en apuntar, caían rápidamente bajo un aluvión de cañonazos. Los más devastadores procedían del cañón terremoto del Banesword, Bendición del Exterminio, aún cuando erraba el blanco, la onda expansiva de los obuses era tal que podía volcar a los gravíticos más próximos. Después de que un grupo de TX78 Cabezamartilo desapareciese bajo una deflagración masiva, los T'au adoptaron rápidamente formaciones dispersas.

El Noble Comandante Pask estaba en su elemento en un entorno con tantos blancos. Su mente estaba volcada en el siguiente disparo, ajena a cualquier otra cosa. Daba la orden de fuego a su artillero una vez tras otra, y en cada ocasión, tras el fogonazo del cañón vanquisher caía a tierra un tanque gravítico. El humo negro oscurecía los cielos mientras la batalla se recrudecía en tierra. Con la cantidad de blindados que se desplazaban en todas direcciones no había apenas tiempo para pensar ni reorganizarse, se trataba de cazar o ser cazado. Los vehículos T'au no cejaban en su empeño de destrabarse, de disparar en movimiento mientras intentaban eludir el cordón Imperial que se cerraba en torno a ellos.

Relato Oficial: La Furia del Emperador[]

Para Shas'la T'au Sha'ng, la retirada controlada se había convertido en una pesadilla. El enemigo estaba tras él, le rodeaba, le atacaba desde todas partes. Detectaba amenazas y blancos continuamente, cambiando de dirección y esquivando con su Cabezamartillo.

A pesar de sus esfuerzos, Sha'ng había perdido miembros de su cuerpo. Una por una, las cañoneras de sus camaradas habían caído hasta que solo quedaron Sha'ng y otra Cabezamartillo. No había tiempo para fustigarse por el fracaso, pues los cañonazos venían de todas partes y el holo-mapa mostraba más tanques enemigos aproximándose desde el sureste. Mientras Sha'ng paraba las alertas de daños menores en el casco y de lanzadores de señuelos sin munición, se percató de que el sistema de propulsión del Cabezamartillo de Shu'lmur no funcionaba correctamente. Detenerse era la muerte; un rápido vistazo al mapa reveló varios iconos que se acercaban rápidamente.

- "Shas'la Shul'mur", dijo Sha'ng, "desconecta toda la energía de tu propulsor izquierdo. Deja que se reinicie antes de reactivarlo. Pero no se detenga ahora, será más fácil para usted virar a la izquierda, hay unas dunas que puede interponer entre su vehículo y los gue'la".

Las videoemisiones del joven piloto mostraban a un guerrero al borde del pánico, con unas pulsaciones inusualmente altas, de acuerdo con sus monitores. Mientras hablaba Sha'ng, había calibrado su acelerador lineal y disparado tres veces contra los tanques enemigos más cercanos. Pasaron meros segundos antes de que dos de ellos echasen humo negro y las llamas los envolvieran mientras los tripulantes trataban de abrir las escotillas y huir. El tercer tanque se había desviado lo suficiente como para que el proyectil rebotara contra la torreta sin causar daños. Respondió con su largo cañón de batalla.

Sha'ng sabía por experiencia que, en general, no había que preocuparse por los disparos devueltos por un Leman Russ en movimiento a máximo alcance. Tales disparos solían ser extremadamente imprecisos. Las bocinas dieron a Sha'ng un instante de preaviso y su último viraje sirvió para que el blindaje curvo del Cabezamartillo no recibiese un impacto directo. Pero el estrépito metálico del impacto lo sacudió todo. Ni siquiera el campo supresor de su Armadura de piloto XV02 le protegió completamente y se sintió aturdido y mareado, con la vista nublada momentáneamente.

Instintivamente, Sha'ng desplazó su nave lateralmente al tiempo que orientaba su acelerador lineal. Necesitaba atraer la atención del enemigo sobre sí mismo para que Shas'la Shul'mur tuviera tiempo suficiente de alcanzar la cobertura de las dunas. Pero a pesar de sus esfuerzos, no pudo ser.

En una de las muestras de puntería gue'la más afortunadas e impresionantes, aquel tanque de cañón largo volvió a abrir fuego y su proyectil convirtió el Cabezamartillo de Shul'mur en una bola de fuego de la que saltaba chatarra por los aires.

Shas'la T'au Sha'ng conservó la calma y cambió el rumbo, acelerando a toda velocidad. El holo-mapa indicaba que aún tendría que sortear muchas dificultades.

Capítulo 2: Punta de lanza Imperial[]

Maniobra y contramaniobra[]

Los comandantes aliados del Imperio acordaron que una vez comenzasen a presionar al enemigo xenos, no debían desistir. Todos reconocían el modo de guerrear T'au. El Imperio debía evitar a toda costa que los T'au se destrabasen para planear otra serie de emboscadas según sus propios términos. Sin más demora, llevaron la guerra directamente a los bastiones T'au.

Tras la prolongada refriega con los tanques enemigos, incluida una compañía de monstruosidades superpesados, los T'au que volvieron a la relativa seguridad de las zonas despejadas respiraron aliviados. Una vez dentro del perímetro de los artefactos ambientales de la Casta de la Tierra, el cielo era claro y de una luz radiante, libre de la capa de polución tóxica que cubría la mayor parte de Bahía Mu'gulath. Con la excepción de la descomunal ciudad colmena de Agrellan Prime que dominaba el horizonte como una gran cordillera, el resto del paisaje del planeta había sido despojado de cualquier vestigio de su decrépito pasado Imperial.

Las fuerzas Imperiales no andaban lejos, no obstante, y a medida que los primeros elementos de los maltrechos Cuerpos Blindados de intercepción se aproximaban al primer perímetro defensivo T'au, la Comandante O'Shaserra movilizó a los refuerzos. Envió a las reservas que tenía a buen recaudo, una combinación de Cuerpos Cazadores y Fuerzas de Intercepción Rápida, junto con escuadrillas enteras de Bombardero AX39 Tiburón Solar para cubrir la retirada. 

War Zone Damocles - Montka-44

El plan era que ejecutasen un contraataque contundente y así facilitar que, mientras el enemigo se reagrupaba, las fuerzas T'au pudieran alcanzar la seguridad de sus líneas defensivas. En miles de batallas sobre centenares de planetas, aquella táctica le había funcionado a los T'au y nadie la ponía en práctica mejor que la Comandante O'Shaserra. Y al principio, funcionó.

Los tanques Leman Russ que se aproximaban eran eliminados tan pronto como penetraban en la zona despejada, y en el fuego cruzado de los aceleradores lineales. Conforme las fuerzas Imperiales formaban grupos más nutridos, los Equipos Crisis les atacaban desde el cielo, descendiendo mediante sus retrorreactores de transportes Orca a gran altitud. Antes de tocar tierra disparaban salvas de misiles, cubriendo al enemigo con una alfombra de explosiones.

Su blásteres de fusión hacían estragos entre los blindados Imperiales a corto alcance, y convertían el acero en pilar de escoria fundida en cuestión de segundos. Luego, volvían a impulsarse con sus retrorreactores y se alejaban antes de que el blanco pudiera responder.

La Guardia Imperial había perdido la cohesión y el impulso inicial. Los T'au tenían el respiro que tanto habían necesitado, y pronto se replegarían tras su primera línea de defensa. Pero entonces, el sonido del trueno hendió los cielos.

Las cápsulas de desembarco de los Adeptus Astartes descendían a una velocidad de vértigo, demasiado veloces para que las interceptasen los cazas. Las estelas de condensación y el aullido de los propulsores llenaban el cielo. El Imperio había contrarrestado los veloces asaltos de la Comandante O'Shaserra con uno propio. En cuestión de segundos la retirada T'au volvía a quedar cortada. Las cápsulas de desembarco se abrieron y surgieron los Marines Espaciales, abriendo fuego con sus bólteres.

Relato Oficial: Maniobra y contramaniobra[]

Kor'sarro Khan se regocijó con el aire fresco y dejó que llenase sus pulmones mientras cargaba. El campo abierto le parecía lo mejor. Lanzó un tajo a dos manos con Colmillo Lunar y cercenó la pierna de una Armadura. Durante el giro subsiguiente el Capitán de la 3º Compañía de los Cicatrices Blancas invirtió el agarre de la empuñadura y clavó la hoja en el pecho del artilugio derribado. Con un rápido giro de muñeca se aseguró de que el T'au de su interior hubiera muerto antes de recuperar su espada. 

Un chorro de sangre confirmó su victoria. Las letanías y rituales eran de ayuda limitada dentro de una cápsula de desembarco, el único modo de borrar de su mente aquel espantoso confinamiento era este: el fragor de la batalla y el dulce sabor de la derrota de sus enemigos.

Aunque el Khan había llegado a respetar la destreza en combate de los T'au y la capacidad estratégica de su líder, la Comandante O'Shaserra, las emboscadas y el batirse a la máxima distancia posible le parecían actos deshonrosos. El que ellos también dominasen el arte de atacar y huir solo hacía que el Khan odiase más a los xenos.

De hecho, todo lo relacionado con los T'au hacía hervir la sangre del Khan. Era una sensación familiar, pues solo cuando cazaba se sentía realmente vivo. Estar en el mismo planeta que su presa le hacía sentir bien. Había perseguido a la Comandante O'Shaserra antes, y esta era la cuarta campaña en la que trataba de darle caza. De hecho, en este mismo planeta el Khan había jurado por vez primera cortarle la cabeza a la líder T'au.

Ahora Kor'sarro Khan la había seguido hasta su guarida. Dudaba que fuese a mostrarse ya en el campo de batalla, a diferencia de él, ella no siempre lideraba desde el frente. Estaba atrapada en este planeta, lo que satisfacía al Khan, pues ansiaba completar su misión. Tras hacerlo, él y su 3º Compañía serían libres de acudir en la defensa de Chogoris, lo cual le motivaba. Ella no debía escapar esta vez.

El Khan subió la barrera de un salto, entre los Guerreros del Fuego. Era un león entre las ovejas, un águila sobre las ratas. Una y otra vez honró la bendita hoja de su Capítulo empapándola en sangre xenos. Nadie podía plantar cara a su furia, y los brazos cercenados y chorros de sangre saltaban a diestro y siniestro durante su acometida. Podía oír tras de sí las pistolas bólter y las espadas sierra de sus hermanos, que se esforzaban por seguir el ritmo del Khan. Que lo intenten, pensó. 

Kor'sarro sabía que aún no había ninguno capaz de desafiar su liderazgo, pero pensar en ello le producía el máximo respeto, pues cualquier cosa que hiciera a los Hijos de Jaghatai más fuertes, debía ser celebrada.

Pronto terminó la batalla, pues fue más bien una carnicería. Un vídeodron solitario se elevó entre la masacre y se alejó a toda prisa. Junto a Kor'sarro Khan, el Hermano Subetei alzó su bólter para abatirlo, pero el Khan apartó el arma de un manotazo y dos proyectiles impactaron en el suelo con sendos estampidos sordos.

- "Déjalo ir", ordenó el Khan con una mueca de desdén por el Dron. "Quiero que nos vean. Quiero que ella me vea y que sepa que voy a cazarla."

Los soldados del Dios Máquina[]

Con ayuda de los Adeptus Astartes, el avance Imperial en territorio T'au marchaba a buen ritmo. Entonces un nuevo ejército hizo acto de presencia para unirse a la batalla en las afueras de Agrellan Prime. Bajo el mando de los Tecnosacerdotes, las ordenadas filas de una cohorte Skitarii estaban listas para comenzar su asalto contra los constructos bélicos T'au.

Los T'au habían construido sus instalaciones más grandes a la sombra de la antigua colmena capital de Agrellan; domo-habitáculos, un complejo de entrenamiento de la Casta del Fuego, y todas las infraestructuras de un nuevo mundo sectorial, quizás el mayor de todos. Ahora este lugar sería el enclave de una batalla que los T'au jamás hubieran previsto.

La Comandante O'Shaserra había planeado hacer que los gue'la pagasen cara su osadía en las murallas que protegían el vasto complejo T'au, antes de replegarse tras las defensas. Un asalto orbital en cápsulas de desembarco había frustrado esas dos premisas del plan. Se veía obligada a enviar cada vez más de sus cuidadosamente elegidas reservas a extraer ejércitos que habían quedado aislados, involucrando a un número creciente de tropas T'au en el combate.

War Zone Damocles - Montka-45

Mientras los Marines Espaciales asaltaban la primera línea de defensa, el Coronel Starkzahn llegaba al frente. El comandante de esta punta de lanza halló un nuevo ejército reunido en las llanuras desérticas, formado junto a las compañías de los Regimientos Blindados 625º y 423º de Cadia. El cuándo y el cómo había desembarcado la cohorte Skitarii de su tecnocrucero Macroclasm en órbita, el Archeotesoro, era un misterio.

A juzgar por la capa de polvo que cubría sus túnicas rojas y sus extrañas máquinas de guerra, ya habían marchado una distancia considerable. Allí estaban, formando líneas de batalla, a tiempo de unirse al asalto principal mientras, a lo lejos, las explosiones se sucedían y los Marines Espaciales abrían brecha en las primeras fortificaciones T'au.

No era la primera vez que el Coronel Starkzahn luchaba al lado de las Legiones Skitarii, y sabía por experiencia que no debía cuestionar a estos aliados ni sus obras. El encapuchado Magos Arcotholitis, había aparecido misteriosamente en el concilio de guerra anunciando que su cohorte de Skitarii marcharía al lado de la Guardia Imperial, protegiendo el flanco derecho.

Eso le bastaba al Coronel Starkzahn, pues en su opinión, unos aliados tan proclives a combatir con la agresividad de los Skitarii eran los únicos que merecían la pena. Dio orden de avance de sus tropas. Simultáneamente, los tecnosacerdotes enviaron sus señales desde la órbita alta de Agrellan y los Skitarii tuvieron leves espasmos cuando la doctrina imperativa dispuso sus cuerpos mecánicos para la guerra. Así, hombro con hombro, el Astra Militarum y los Skitarii iniciaron su marcha a través de la vasta llanura occidental, a la sombra de Agrellan Prime.

El primer segmento de la línea defensiva Tau ya estaba arrasado. Los Marines Espaciales se habían ocupado de ello. La segunda y tercera línea, no obstante, estaban disparando a plena potencia. El aire restallaba cuando los proyectiles de los distantes aceleradores lineales alcanzaban los blindados a hipervelocidad. Varios tanques Leman Russ explotaron, esparciendo humo y fuego por toda la llanura. Los insólitos andadores de los Skitarii proseguían su avance, semejante al de un cangrejo. Se producían destellos y los campos de energía parpadeaban, pero los Dunecrawlers Onager aún avanzaban con los cañones silentes, sin devolver el fuego.

Las fuerzas del Imperio continuaban la marcha. La línea de la Guardia Imperial se escalonó durante el avance, pues las explosiones abrían brechas en sus filas, el fuego de inducción abatía a soldados, escuadras enteras se parapetaban tras los tanques y los pelotones tomaban posiciones para devolver el fuego contra fortificaciones Tau. No era el caso del flanco derecho.

War Zone Damocles - Montka-46

Los implacables Skitarii marchaban sin aumentar ni disminuir el paso. Los disparos de inducción tumbaron a unos cuantos guerreros, pero varios de ellos simplemente se pusieron en pie y volvieron a la formación que no dejaba de avanzar. Una vez dentro de alcance, abrieron fuego. Los chasquidos y estampidos de sus armas galvánicas contrastaba con el rugido de los cañones de batalla y el tableteo de los bólteres pesados. Los brillantes rayos de radium alcanzaban a los Guerreros del Fuego que ocupaban las barricadas, y los rayos erradicadores de los arácnidos Dunecrawlers atomizaban todo lo que tocaban. 

Con una velocidad inhumana, los Acechantes del Óxido Sicarianos cerraron distancia a saltos, sorteando fácilmente las barreras para golpear a los Tau del otro lado. El chirrido de sus armas transónicas era espeluznante, y lo acentuaban los gritos de pánico de la asediada Casta del Fuego. Los Equipos de Armaduras Crisis trataron de intervenir, aproximándose con sus retrorreactores lo bastante como para que su formidable panoplia marcase la diferencia, pero se dieron de bruces con la carga de los Dragones Sydonianos, cuyas lanzas láser abrían las Armaduras en canal y empalaban a los pilotos T'au sin piedad. Las máquinas bípedas acechaban por el campo de batalla, rematando a los heridos antes de correr a reunirse con el resto de Skitarii.

Las fortificaciones T'au demostraron ser demasiado para la Guardia Imperial. Las bajas seguían aumentando, y las tropas de choque de Cadia avanzaban como podían, cubriéndose tras los restos ardientes de vehículos. Trabajosamente, por medio del fuego masivo de rifles láser, el bombardeo concentrado de morteros y un asalto de tanques de un regimiento blindado, se abrió brecha en la segunda línea T'au. Para entonces, el flanco derecho del avance Imperial ya estaba muy adelantado, con los Skitarii y los Marines Espaciales asediando la siguiente línea de defensas.

En un nexo de mando oculto, a cierta distancia del frente, la Comandante O'Shaserra observaba atentamente las transmisiones de vídeo y holo-mapas. Una tenue sonrisa cruzó sus labios cuando vio una oportunidad y contempló cómo crecía. Sus planes seguían igual, maximizar las bajas enemigas y minimizar las propias. Pero dudaba...

Sitiadores Imperiales[]

Había más defensas T'au de las que esperaban las fuerzas Imperiales. Donde otrora solo había desierto llano, hoy se erigían barricadas y parapetos rompeolas. Parecían surgir de la propia arena, como espejismo, ya fuera por efecto óptico de campos de disrupción o por un ingenioso diseño.

War Zone Damocles - Montka-47

Las torretas con aceleradores lineales abrían fuego una y otra vez, haciendo saltar pedazos de roca y de cuerpos por todo el frente. Mas el Astra Militarum seguía avanzando, dejando tras de sí la arena alfombrada de cadáveres. Las salvas de rifles láser volaban, obligando a los Equipos de Ataque T'au a cubrirse tras sus muros ante tal saturación de disparos. El sonido de turbinas anunciaba la llegada de las escuadras de asalto de los Marines Espaciales que, usando sus propulsores de salto, sorteaban las estructuras defensivas.

Algunos aterrizaron directamente entre el enemigo, provocando graves daños con sus espadas sierra y sus pistolas bólter. Otros se toparon en el aire con Armaduras que acudían a interceptarles. Los Skitarii, a su vez, no podían igualar los números de sus aliados de la Guardia Imperial, pero si prodigiosa potencia de fuego que daba buena cuenta de torretas y despejaba parapetos con sus rayos de muerte.

Los T'au no se conformaban solo con esperar tras sus muros. De tanto en tanto lanzaban contraataques, situaban a los Equipos de Ataque en transportes mantarraya para tomar posiciones de fuego enfilada, o desplegaban Equipos Rompelíneas allí donde pudieran contener el avance de la vanguardia enemiga. Los equipos miméticos y Crisis saltaban de aquí para allá, haciendo estragos.

Bajo aquel sol amarillo ardiente la masacre parecía no tener fin.

El último empujón...[]

A medida que se desarrollaba la batalla en el desierto, cada líder buscaba aberturas, cualquier oportunidad para infligir un golpe crítico al enemigo. La Comandante O'Shaserra y el Coronel Starkzahn sabían que la fortuna está de parte de los valientes y que la victoria no se otorga, sino que ha de ser conquistada. Así pues, la batalla iba y venía...

Los Skitarii sostenían tenazmente su ataque. Sus tropas embozadas en túnicas rojas aguantaban estoicamente el fuego gracias a las mejoras biónicas que les hacían resistir heridas que de otro modo habrían sido mortales. Aún así, la potencia de fuego desplegada contra ellos había dejado una estela siniestra de cuerpos machacados y autómatas destrozados que yacían en pilas. Sus programas de control estaban tan asentados que muchos ni siquiera sabían que habían muerto e intentaban seguir avanzando, dando lugar a escenas dantescas en medio del desierto, como torsos con un solo brazo arrastrándose por la arena o masas flácidas avanzando entre espasmos, arrastrando una maraña de entrañas y cables.

La Guardia Imperial y los Marines Espaciales atacaron las líneas de defensa T'au una por una, destruyendo torretas y bastiones metódicamente. Los Skitarii, no obstante, avanzaban en línea recta hacia las instalaciones principales. No les importaba si quedaban expuestos a fuego de enfilada o si dejaban diversas amenazas con las que pudieran toparse sus aliados. Sus manípulos avanzaban con una tenacidad obsesiva, mataban y seguían avanzando. No se detenían ante nada.

Dado que Bahía Mu'gulath había sido conquistada hacía muy poco, aún no parecía un mundo T'au, pese al esfuerzo de la Casta de la Tierra. Dentro de las murallas del perímetro se hallaba un amplio desierto que había sido trabajosamente purificado de toxinas. Grupos de edificios salpicaban este espacio. El nuevo mundo sectorial, diseñado pensando en las posibilidades de expansión, necesitaría años para llegar a hacer sombra a sus predecesores. Pero ahora a los T'au solo les preocupaba sobrevivir el tiempo suficiente para recibir refuerzos. El gran líder de su pueblo, el Etéreo Supremo Aun'Va, estaba atrapado en este planeta y su protección era mucho más importante que cualquier otra cosa.

Tras rebasar los domos de entrenamiento de la Casta del Fuego, los supervivientes de la cohorte Skitarii fueron derechos a los artefactos ambientales. Numerosos grupos de drones de combate rodeaban estas estructuras para custodiarlas y abrieron fuego, abatiendo a muchos soldados del Dios Máquina. Fueron los Infiltradores Sicarianos quienes desalojaron al fin a los defensores del pie de los artefactos, pues las ondas interferidoras que emanaban de ellos trastocaron la inteligencia artificial de los Drones, dejándolos vulnerables a disparos y ataques enemigos.

War Zone Damocles - Montka-49

Mientras los Skitarii formaban un perímetro en torno a los enormes ingenios, el aire vibraba. Apareció un tecnosacerdote teleportado desde órbita baja, el más avaricioso de todos los oficiales del Culto Mechanicus. El sacerdote de túnica roja, rodeado de Servidores de Combate Kataphron, palpó los artilugios y los cables de su planta de energía dorsal que se abalanzaron como serpientes. Ordenó a los Servidores Kataphron desmantelar aquel aparato, y estos se dedicaron laboriosamente a cortar las piezas deseadas con sus garras mecánicas. Una vez los reactores, cilindros iónicos y demás tecnología hubo sido extraída, el aire vibró de nuevo, el tecnosacerdote y su cohorte de guerra desaparecieron.

La Comandante O'Shaserra veía en sus holo-mapas las brechas cada vez mayores en el asalto enemigo. Su intención era hacer que las tropas continuaran replegándose, pero no podía dejar pasar la ocasión de contraatacar. En un inusual momento de indecisión, O'Shaserra estuvo a punto de enviar al resto de sus reservas, a punto de ir al frente en persona. La duda la refrenaba por primera vez; su misión no era ganar, sino proteger a Aun'Va. O'Shaserra tuvo un lapsus de juicio nada propio de ella, pues decidió enviar a más tropas de reserva, aunque no a todas. No bastaría para generar la masa crítica necesaria para doblegar al enemigo.

Los Aerodeslizadores TX4 Piraña volaban bajo sobre el desierto, segando a los Cadianos. Desde el aire, las escuadrillas de Bombarderos Tiburón Solar atacaban en perfecta sincronía, dejando caer las brillantes esferas de energía de sus generadores de bomba de inducción. A la derecha, donde antes había estado el ejército Skitarii, los Cadianos ahora veían un flanco expuesto en los Guerreros del Fuego que se apeaban de sus transportes mantarrayas y acribillaban a las filas imperiales.

De haber enviado a sus equipos de Armaduras escogidos personalmente, O'Shaserra podría haber frenado en seco a las fuerzas Imperiales, pero aquellas medidas timoratas resultaban muy fáciles de contrarrestar. El Coronel Starkzahn bramó en su voco-emisor y envió sus reservas a la batalla. Las Valquirias de asalto atacaron de inmediato. Apoyo aéreo, regimientos blindados, auxilia pseudohumanos, lo movilizó todo con tal de repeler a los T'au.

Aunque los Marines Espaciales son incansables, el Astra Militarum sigue siendo humano, y hasta los Cadianos sucumben a la fatiga y la incesante presión de la guerra. Pero no sería hoy. El 625º, al igual que su adusto coronel, se negaban a retroceder. Ver las Valquirias sobrevolándoles, lanzando tropas en paracaídas gravíticos, renovó el coraje de los Cadianos, que avanzaron en tromba. Llegaban más regimientos de infantería y había rumores de que una compañía de superpesados estaba de camino. Cuando el Coronel Starkzahn y su portaestandarte de regimiento llegaron para liderar la carga final, el enemigo estaba a punto de desbandarse y la victoria Imperial parecía asegurada. 

Entonces el cielo se volvió rojo...

La furia del poderoso Mont'ka[]

El sol del mediodía brillaba intensamente sobre el nexo de mando principal de los T'au y la batalla que tenía lugar a su alrededor. Haces de luz atravesaban la espesa capa de nubes tóxicas y, por un momento, los rayos destellaron, arrojando sombras sobre el campo de batalla. El destello fue cegador y acto seguido, el sol amarillo comenzó a tomar un matiz rojizo, como la sangre. Y en ese momento, llegaron desde las alturas...

Fue como si hubieran llegado del mismo sol.

War Zone Damocles - Montka-51

Una oleada tras otra de Armaduras Crisis de color rojo surcaron la atmósfera. Cientos de estelas llenaron el cielo al son de las salvas de los módulos lanzamisiles. Aquel humo serpenteante se entrelazaba con un aluvión de haces azules y descargas de plasma que daban muerte a Guardias Imperiales y Marines Espaciales. Los cañones rotativos chirriaban a máxima cadencia, masacrando filas enteras de Cadianos que avanzaban en la superficie. Relucientes bolas de energía estallaron entre la Guardia Imperial cuando los disparos iónicos de carga nova hicieron notar la presencia imponente de las XV104 Cataclismo.

Las Armaduras carmesíes frenaron su caída en el último momento, al compás quejumbroso de los retrorreactores. Aterrizaron entre ambos frentes, en las barreras maltrechas y rebosantes de cadáveres que constituían el último obstáculo entre las fuerzas Imperiales y las instalaciones T'au.

Para la Guardia Imperial, este asalto aéreo no era más que otra emboscada, aunque mucho más furibunda. Para ellos la armadura roja de sus enemigos solo identificaba a más xenos con armamento avanzado. Para los T'au, aquel súbito asalto tenía un significado mucho mayor. Los guerreros de la Casta del Fuego sitiados miraban al cielo atónitos. A lo lejos, observando a través de las videocapturas de los drones, la Comandante O'Shaserra y Aun'Va compartían la misma cara de incredulidad. Para los T'au, la armadura roja de aquellos guerreros solo significaba una cosa: el Comandante O'Shovah, el campeón que se volvió renegado, había vuelto.

Enclaves Farsight Asalto Sol rojo[]

Cuando el Comandante O'Shovah lleva a sus Enclaves a la guerra lo hace con dinamismo y velocidad. Es el maestro del Mont'ka, el arte de identificar un blanco de ocasión y atacarlo con la máxima contundencia. La traducción aproximada de ese término es "el golpe letal".

Comandante O´shovah

Comandante O'Shovah, también conocido como Comandante Farsight

Comandante Bravestorm

Comandante Bravestorm

El Comandante O'Shovah lidera el ataque en persona, generalmente saltando desde un Destructor Manta en vuelo. Mediante sus reactores, desciende sobre un blanco elegido cuidadosamente, pues es vital que el impacto súbito y la fiereza del asalto creen un peligro inmediato para el enemigo. El Comandante aterriza aplastando enemigos bajo los pies de su Armadura y abriendo fuego con su fusil de plasma, como un torbellino de violencia.

Traza amplios arcos con su espada, el Filo del Alba, un arma de energía tan potente que corta el ferrocemento como si pasara a través del agua. Antes de que último pedazo cercenado del enemigo toque el suelo, O'Shovah ya está en movimiento, girando, cortando y esquivando enemigos hasta que todos han muerto. Acto seguido, activa sus retrorreactores y se eleva, sin dejar de disparar el fusil de plasma, cuyas descargas de energía azul siempre dan en el blanco.

Comandante Brightsword

Comandante Brightsword

Siguiendo al Comandante O'Shovah de cerca viene el resto de "Los Ocho", la legendaria formación de guerreros de Armadura de élite que hace las veces de escolta y concilio de guerra de O' Shovah. Cada uno de ellos es un torbellino de destrucción con un modo predilecto de eliminar al objetivo, que luchan como un solo equipo a pesar de sus preferencias individuales. Así, cada guerrero complementa el estilo artesanal del resto. Todos ellos se conjugan en una armoniosa destrucción.

Shas'o sha'vastos

Shas'o sha'vastos

La subcomandante Torchstar arroja llamaradas antes siquiera de tocar tierra. Las armas de fusión de Brightsword deshacen el casco metálico de los tanques como si fuera cera de una vela. El fusil de plasma de Bravestorm abate enemigos mientras este busca una víctima para su guantelete demoledor. Alejado del frente, el Shas'vre Ob'lotai dispara andanadas de sus módulos lanzamisiles de alto explosivo y, gracias a su IA es capaz incluso de alcanzar simultáneamente a varios blancos distantes entre sí. El combate a larga distancia no es del agrado de O'Arra'kon, cuya Armadura está dotada de armas antinfantería. Cada salto de Arra'kon deja tras de sí una pila de cadáveres tan abundante que no se ve el suelo.

Shas'o Arra'kon

Shas'o Arra'kon

De Los Ocho, quizás sea O'Vesa quien disponga de más capacidad de matar, pues su enorme XV104 Cataclismo dispara prodigiosas andanadas de energía iónica sobrecargada. Entre disparos de su fusil de plasma, Shas'o Sha'bastos informa de las rutas de retirada del enemigo, pues sabe que si el ritmo de destrucción de un ataque Mont'ka disminuye, los atacantes pueden perder la iniciativa y, con ella, la ocasión de destruir al enemigo completamente.

Pero por muy devastadores que resulten, Los Ocho no son más que la punta de lanza de un asalto de los Enclaves Fasight. Tras ellos llegan los numerosos Equipos Crisis de armadura carmesí, sumando su propio arsenal a la masacre durante el descenso. Los Guerreros del Fuego, a menudo ayudados por la movilidad de los transportes mantarraya, también agregan un considerable volumen de fuego de inducción a la contienda.

Apocalipsis shas'vre Ob'lotai 9-0

Apocalipsis Shas'vre Ob'lotai 9-0

Por lo general, un equipo de Rastreadores con apoyo de un Dron de Reconocimiento, desempeña un papel crucial. Usan marcadores telemétricos para guiar con precisión disparos críticos y, en caso de necesidad, cuentan con una potencia de fuego formidable, gracias a la combinación de carabinas de inducción y rifles iónicos.

Subcomandante Torchstar

Subcomandante Torchstar

El Comandante O'Shovah ha llevado a sus Enclaves a numerosas victorias usando estas devastadoras tácticas de choque. Cuando una marea viviente de pieles verdes barrió el mundo de Nepshoon, los Enclaves Farsight no intentaron librar una larga guerra de desgaste contra aquel enemigo en superioridad numérica. En su lugar, O'Shovah no intentaron librar una larga guerra de desgaste contra aquel enemigo en superioridad numérica. En su lugar, O'Shovah planeó y ejecutó a la perfección un Mont'ka. Las Armaduras desplegadas desde transportes a gran altitud cayeron sobre el Kaudillo Orko Mazkapiñoz y sus guardaespaldas cubiertos de hierro.

6

O'Vesa

Los Ocho masacraron a los Orkos en megaarmadura con una facilidad escalofriante, con O'Shovah decapitando al Kaudillo con un solo golpe del Filo del Alba como colofón. La infantería T'au tomó posiciones en un flanco, creando una cortina de fuego de inducción para asegurarse de que ningún líder Orko escapaba para regresar con sus ejércitos. Al quedar súbitamente despojados de sus líderes, los Orkos supervivientes se dedicaron a luchar entre ellos, como era de esperar, y fueron puestos en fuga por una serie de ataques sucesivos.

En los siglos transcurridos desde que el Comandante O'Shovah encabezase la expedición que le separó del Imperio T'au, este guerrero ancestral no ha hecho más que perfeccionar su destreza en batalla. Tras la muerte de su mentor, el venerado Shas'o Dal'yth Jun'nami, no hay nadie vivo que iguale sus puntuaciones tácticas de la academia de la Casta del Fuego, ni su vasta experiencia ejecutando raudos golpes letales.

Pese a que el Comandante O'Shovah fue exiliado del Imperio T'au y vilipendiado por muchos que le consideraron un traidor al Bien Supremo, llevó a sus Enclaves a socorrer a los T'au en Bahía Mu'gulath cuando más lo necesitaban. Como un destello carmesí, el Comandante O'Shovah lanzó uno de los mejores asaltos por los que se caracteriza.

Los Ocho[]

Los Ocho son las mayores leyendas vivas de los Enclaves Farsight. Con el propio O'Shovah a la cabeza, son guerreros sin parangón, los mejores pilotos de Armaduras y maestros del arte de la guerra. O'Shovah no podría contar con una escolta más leal.

  1. Comandante O'Shovah. El Comandante de la Casta del Fuego renegado es Shas'Vior'la Sovah Kais Mont'yr, a menudo abreviado O'Shovah y más conocido como Comandante Farsight. A lo largo de su excepcionalmente longeva vida, ha tenido muchos otros nombres, pues fue el más notorio pupilo del legendario Comandante Shas'o Dal'yth Jun'nami. También fue el "Héroe de Vior'la" y "el Azote de los pieles verdes", y tras su marcha del imperio fue conocido como "Gran Traidor" o "el que renunció al Bien Supremo." Para los T'au de los Enclaves Farsight, es su único líder verdadero, un guerrero que conducirá a su pueblo hasta su auténtico y glorioso destino.
  2. Comandante Bravestorm. El Comandante Braverstorm fue sepultado en sistemas de soporte vital tras sufrir heridas críticas durante la batalla de la Meseta Trueno Negro en Dal'yth. Desde aquel día aciago, el cuerpo roto y quemado del T'au ha permanecido confinado en su Armadura, si bien su cuna de soporte vital ha sido transferida a una XV8-02 Crisis Iridium. Pese a estas penalidades, Bravestorm no ha perdido su fervor por el Bien Supremo, ni su agilidad mental. Pelea con una destreza y una bravura al alcance de muy pocos, pues ha ido más allá del umbral del miedo y ha cortejado a la muerte.
  3. Comandante Brightsword. Pocos pueden asestar un golpe letal con la eficiencia del Comandante Brightsword. Con su par de blásters de fusión, Brightsword lidera a su Fuerza de Intercepción Rápida desde el frente, y sus hazañas bélicas son buena muestra de su valía. Muchos guerreros célebres han llevado el mismo nombre, y su actual portador es consciente de la herencia que acarrea el título. En combate, siempre elige aniquilar primero al blanco enemigo más peligroso y, hasta el momento, ninguno ha escapado a sus ráfagas de fusión. Ha destruido los mayores monstruos y máquinas de guerra y ha desarrollado su estilo de ataque agresivo a partir de las tácticas del mismísimo O'Shovah.
  4. Shas'o Sha'vastos. El Comandante Sha'vastos fue el primer guerrero de la Casta del Fuego a quien se le implantó un chip neuronal Jun'nami. Sin embargo, algo fue mal, ya que el prototipo se deterioró rápidamente. En lugar de permitir que lobotomizasen al leal guerrero, O'Shovah se lo llevó en secreto y lo mantuvo en estasis hasta descubrir la cura. Muchas décadas más tarde O'Vesa logró recalibrar el neurochip y Shas'o Sha'vastos fue reanimado al fin. El Comandante Sha'vastos es un genio táctico que lleva a sus cuerpos de victoria en victoria, pues siempre parece conocer el plan del enemigo aún antes de pisar el campo de batalla.
  5. Shas'o Arra'kon. Equipado con una armadura XV8-05 Crisis "Ejecutor", y un buen arsenal antiinfantería, el Comandante Arra'kon puede hacer trizas en un instante a las formaciones de tropas enemigas más numerosas. Arra'kon, sagazmente, deja los blancos de mayor tamaño y robustez al Comandante Brightsword, mientras que él se enfrenta a masas de soldados a pie. Es un guerrero analítico y anima a Los Ocho a revisar y criticar todas sus batallas anteriores en holovídeos, pues aspira a mejorar constantemente su destreza de combate.
  6. Apocalipsis Shas'vre Ob'lotai 9-0. Algo que no sabe nadie, más allá de Los Ocho y sus asistentes de la Casta de la Tierra, es que la Armadura XV88 Apocalipsis carece de un piloto de carne y hueso. En su lugar, la Apocalipsis está controlada por un engrama de última generación del Shas'vre Ob'lotai original. Hace mucho tiempo, en los domos de entrenamiento de la Casta del Fuego, él enseñó el arte del pilotaje al joven guerrero que un día se convertiría en el Comandante O'Shovah. Gracias a sus sistemas de disparo múltiple y a sus escáneres avanzados, Ob'lotai 9-0 proporciona un fuego de apoyo letal al resto de Los Ocho.
  7. Subcomandante Torchstar. La Subcomandante Torchstar es una desertora del Imperio Tau y también la más joven e impetuosa de Los Ocho. La Vior'lana, armada con dos lanzallamas, roza la temeridad cuando se lanza directa al combate.
  8. O'Vesa. El último miembro de Los Ocho es O'Vesa. Él, en realidad, no es un Shas'vre, sino un viejo amigo de O'Shovah de la Casta de la Tierra al que mantienen vivo unos microdrones de su invención. Teniendo en cuenta que el Comandante O'Shovah es un acérrimo tradicionalista de la Casta del Fuego, dice mucho del vínculo entre ellos el que conceda a alguien de otra casta el honor de pilotar una Armadura, y más aún la poderosa XV104 Cataclismo. Muchos sistemas inventados por O'Vesa se han integrado en la Cataclismo, para que su genio tecnológico le asista, y compensar así la carencia de toda una vida de entrenamiento y experiencia en batalla.

La Batalla de Cresta Fósilnegro[]

El Imperio necesitaría medidas desesperadas si quería anular el feroz ataque de aquellos T'au de armaduras carmesí. Bajo la cobertura de un bombardeo orbital, el Coronel Starkzahn hizo retroceder a sus fuerzas y las reorganizó en una cresta de montaña. Allí, habiendo recibido oleadas de refuerzos, la Guardia Imperial se dispuso a plantar cara al enemigo.

El ataque por sorpresa de las Armaduras se había coordinado a la perfección y desbarató rápidamente la ofensiva Imperial. El Coronel Starkzahn sentía que le habían robado la victoria de la mano. Peor todavía, el contraataque había sido tan fiero que temía el colapso inminente de su ejército. Al no disponer de más reservas con las que estabilizar su maltrecha línea de batalla, el coronel solicitó un bombardeo orbital. Los cielos ardieron y el mundo tembló.

War Zone Damocles - Montka-61

Los sensores de las Armaduras T'au avisaron en el último momento y estas despegaron tratando de eludir el desastre inminente. El mundo desapareció durante unos largos momentos, oculto por las explosiones. Saltó tanta arena que el cielo fue eclipsado. Espesas nubes de polvo y arena lo cubrieron todo, incluyendo los grandes cráteres que no mucho antes fueran un campo de batalla disputado.

Antes de que la descarga orbital golpease el campo de batalla las Thunderhawk habían extraído a los Marines Espaciales. Sabían que sus fuerzas dispersas no estaban listas para combatir al gran número de Armaduras de los Enclaves Farsight que habían aparecido en el campo de batalla. Los Marines Espaciales ejecutaron una maniobra impecable pese al intenso fuego y, en pocos instantes todos los Adeptus Astartes, salvo los Cicatrices Blancas, habían evacuado el campo de batalla.

Habiéndose negado a retroceder estando tan cerca de su presa, Kor'sarro Khan y su 3º Compañía se unieron a los supervivientes de una formación de Sentinels para realizar labores de retaguardia. Aquel acto habría sido suicida de no ser por el bombardeo orbital. Los disparos de lanza alcanzaron repetidamente el corazón de la batalla y las ondas expansivas acabaron con muchos miles de guerreros. Había sido una maniobra arriesgada por parte del Coronel Starkzahn, pero el comandante creía que, si bien perdería muchas tropas en su propio bombardeo, los supervivientes lograrían alejarse del combate y reagruparse.

El bombardeo continuaba y las explosiones formaban una barrera entre los supervivientes. En la periferia de la zona bombardeada, Starkzahn ya estaba listo para ponerse en marcha. Su orden de marchar a la cresta se transmitió a toda la línea Imperial; hasta los ensordecidos por las explosiones entendían una mano que señala. Muchas tropas de reserva se encontraban reunidas en aquella elevación rocosa y los hombres que avanzaban trastabillantes por la llanura veían en aquella línea de fusileros la salvación.

El Coronel Starkzahn recorría la línea de batalla formada en la cresta, sin alejarse nunca más de cinco pasos de su equipo de voco-operadores. No era más que una ligera elevación, pero en aquella región plana, el macizo rocoso parecía una auténtica cordillera. A lo lejos podía oírse la última andanada del bombardeo sobre el campo de batalla evacuado. Starkzahn no se hacía ilusiones de que el bombardeo hubiera aniquilado totalmente al enemigo.

Aunque desde la Cresta Fósilnegro se divisaba mejor el campo, la visibilidad era limitada aquel día. Los cálidos vientos cambiantes arrastraban las nubes de polvo que había levantado el ataque orbital. Además, el daño causado a los artilugios ambientales permitía que la tormenta tóxica que rodeaba gran parte de Bahía Mu'gulath se adentrase en el perímetro despejado. 

Parecía como si se movieran siluetas entre las arenas, y a lo largo de la línea Imperial se oían breves descargas de fusilería. Mas no surgía ningún enemigo de las sombras. Starkzahn sabía que con cada momento que pasaba su ejército se fortalecía; había compañías y regimientos enteros de camino desde las zonas de aterrizaje. Pero cuando el coronel esperaba que su enemigo se hubiese retirado para reagruparse, llegó el asalto.

War Zone Damocles - Montka-63

De nuevo las Armaduras T'au en masa lideraron el ataque. Los Equipos Crisis emergían de la tormenta de arena saltando con sus retrorreactores, levantando todavía más polvo. Pese a la escasa visibilidad, la precisión de los disparos T'au seguía siendo letal. Cada ráfaga de plasma o andanada de cañón daban en el blanco. Le bastó un par de saltos a la primera oleada de armaduras rojas para golpear las líneas de la Guardia Imperial.

Tras la primera oleada llegaron otras Armaduras de mayor tamaño. Allí donde iba, la XV104 Cataclismo atraía un inmenso volumen de disparos de la Guardia Imperial, pues conocían bien el poder destructor del arma principal de la enorme Armadura. Anticipándose a esa situación, las Armaduras Cataclismo entraron en combate con toda la energía de sus reactores nova alimentando sus escudos. Los rayos láser y los cañones de batalla impactaban en estas barreras invisibles, haciendo saltar chispas de los escudos defensivos.

Solo unos pocos disparos alcanzaron su objetivo. No puede decirse que ocurriera lo mismo cuando las Cataclismo abrieron fuego. Los cañones rotativos pesados segaban la línea Imperial, los proyectiles de gran calibre no solo mataban, despedazaban a sus blancos. La devastación causada por las Cataclismo armadas con aceleradores iónicos era aún mayor.

El Coronel Starkzahn, al ver que el centro de su línea de fuego cedía ante el feroz ataque de las Armaduras T'au, recurrió a sus contramedidas. Escuadras de Ogretes avanzaron desde las líneas de la reserva, exultantes por entrar en acción. Starkzahn se había percatado de que los T'au superaban en potencia de fuego y maniobrabilidad a sus ejércitos, pero suponía que a los sofisticados xenos no les iría igual de bien contra una buena dosis de violencia brutal e irracional.

La batalla en aquella cresta se estaba desarrollando tal y como O'Shovah había planeado, con un intenso fuego de plasma y de misiles limpiando una zona de aterrizaje en los riscos. Las lenguas de fuego envolvían la zona y más armaduras rojas se sumaban a la primera oleada. Los proyectiles de bólter pesado les alcanzaban y rebotaban en el blindaje, sin causar daños graves. Enormes pseudohumanos acudieron al lugar. Los Ogretes Toro portaban enormes paveses blindados y los Ogretes contaban con destripadores de gran calibre. Todos ellos iban derechos hacia los equipos Crisis.

Los disparos de plasma atravesaron a los Ogretes, el fuego les envolvió, pero nada abatía a los musculosos pseudohumanos. Se limitaban a correr entre el fuego enemigo y, a continuación, abrir fuego a quemarropa con sus toscas armas. A esa distancia hasta los Ogretes podían acertar, y las grandes balas de los destripadores resquebrajaban las armaduras y hacían volar miembros. Pero aquellas moles no habían llegado hasta allí para un tiroteo, así que no aminoraron el paso.

Los enormes Ogretes bajaron sus hombros acorazados o levantaron sus escudos y mantuvieron el ritmo. Algunas Armaduras saltaron para alejarse, pero otras mantuvieron la posición, quizás demasiado sorprendidas o quizás confiadas en que sus últimos disparos tumbarían a las bestias. El estrépito del choque retumbó en todo el campo de batalla. Los Ogretes no se detuvieron allí, sino que siguieron golpeando y pisoteando en un aluvión de feroces ataques. Tras la línea de pseudohumanos llegaron más Guardias Imperiales, tejiendo una red de haces láser con los disparos de sus rifles.

War Zone Damocles - Montka-64

Noble Comandante Pask

Por un momento el impulso de los T'au se detuvo, embotellado tras la punta de lanza de las Armaduras sitiadas. Tal situación podía ser desastrosa frente al fuego masivo de los Guardias Imperiales. Pero O'Shovah, a la cabeza de Los Ocho, saltó sobre el peñasco. Había combatido con demasiados Orkos como para dejarse impresionar por el simple salvajismo primitivo. Los blásters de fusión de Brightsword mataban a los brutos de un solo tiro. O'Vesa abrió fuego con su acelerador de inducción y destruyó los paveses blindados y a los Ogretes tras ellos.

Ninguno igualaba la furia de O'Shovah, quien giraba y atacaba con el Filo del Alba, cercenando pseudohumanos para abrirse paso hasta los regimientos de infantería.

Los aerodeslizadores TX4 piraña y los Cazas AX3 Tiburón Lanza dieron pasadas a baja altura, perfectamente sincronizadas con la aparición de O'Shovah. En cuestión de segundos, el centro de los Cadianos estaba abierto de par en par y los flancos se vieron obligados a replegarse. Nuevamente los T'au aprovecharon la ventaja y cerraron filas rápidamente. Los interferidores funcionaban a plena potencia, por lo que no podrían enviarse más transmisiones a la flota en órbita.

El Coronel Starkzah maldijo a los enemigos en armadura roja que lo habían derrotado dos veces seguidas y se disponía a ofrecer su última resistencia cuando oyó un sonido y notó bajo sus botas una sensación familiar. El viento le traía el inconfundible rugido, estrépito y traqueteo de los tanques Leman Russ avanzando a toda velocidad. De entre las nubes tóxicas surgieron las cuñas de tanques del 423º y 78º de Cadia con el Noble Comandante Pask a la cabeza.

Relato Oficial: La Batalla de Cresta Fósilnegro (O'Shovah)[]

Dentro de su armadura XV08 Crisis, O'Shovah sacudió la cabeza. Aún con el generador de escudo envolviéndole en un campo de supresión, aquella andanada le había conmocionado, derribándole y enterrándolo en arena. Sintió el pinchazo inyector de estimulantes y una breve quemazón cuando entraron en su torrente sanguíneo. Su cabeza se despejó instantáneamente.

En cuanto su vista se aclaró y pudo oír algo que no fuese un zumbido infernal, O'Shovah atendió las alertas y mensajes que inundaban la pantalla holográfica del interior del casco. Al tiempo que lo hacía, comprobaba las señales del resto de Los Ocho, revisando sus constantes vitales.

Se habían alejado lo suficiente de la zona de impacto como para sobrevivir, aunque muchos mostraban daños diversos, desde blindajes debilitados hasta Drones destruidos. A continuación revisó el estado de los diversos cuerpos y finalmente comprobó el progreso de los otros siete ataques lanzados por Bahía Mu'gulath. Mientras lo hacía, ordenó a su escolta que formase en torno a él, y estudió el mapa orbital.

Había un pequeño lapso de tiempo entre que una nave de guerra Imperial abandonaba su posición y otra la reemplazaba. Los T'au disponían de cuatro minutos, quizás cinco, para evacuar la zona. Ahora era el momento de volver a atacar o de replegarse, pero permanecer en campo abierto equivalía a morir.

Tras analizar rápidamente los datos disponibles, O'Shovah activó sus reactores y se elevó de los escombros que le cubrían para aterrizar de pie. El mundo estaba sumido en una tormenta de arena, pero sus sensores barrían el lugar. Al parecer aquellos gue'la contaban con un liderazgo excepcional. O'Shovah sabía que les había derrotado, hacía solo unos instantes eran presa del pánico y víctimas fáciles para su espada. Pero ahora los iconos que se retiraban no corrían caóticamente y era obvio que no huían, sino que marchaban a paso constante.

Ya estaban formando otra línea de batalla en una cresta distante. Parecía que iban a plantar cara allí. Eso demostraba disciplina y O'Shovah respetaba ese control. Era un adversario digno y había aprovechado bien el breve respiro. La línea que formaban estaba recibiendo refuerzos de numerosos tanques.

Tres minutos. El tiempo se agotaba.

- "Honorable líder", dijo el Comandante Brightsword, quien apareció a su lado. O'Shovah se giró hacia su protegido y vio que el joven guerrero había recuperado a Filo del Alba y lo sostenía solemnemente. Incluso en la tormenta de polvo el arma relucía. O'Shovah saludó y aferró el arma. Ya había tomado una decisión. Amplificó la señal de sus comunicaciones hasta el alcance máximo de transmisión y la desencriptó deliberadamente, entonces O'Shovah se dirigió a sus numerosos cuerpos y a todo T'au que estuviera a la escucha.

- "Reagrúpense. Contingentes Filo del Amanecer conmigo. Cuerpos de Contraataque con O'Shundra. Cuerpos del aire del uno al cinco, barran la superficie; del seis al diez, superioridad aérea. Atacamos estas coordenadas dentro de un minuto", dijo O'Shovah, transmitiendo las formaciones de ataque y las coordenadas. "Evacuen esta zona de inmediato, bombardeo de artillería enemiga inminente". O'Shovah saltó hacia el punto de reunión, propulsado por sus reactores y seguido de su escolta. Tras ellos, los bombardeos hicieron temblar al mundo otra vez.

Relato Oficial: La Batalla de Cresta Fósilnegro (Noble Comandante Pask)[]

El Noble Comandante Pask sabía que debería estar comunicándose con sus jefes de escuadrón y coordinando el ataque, pero había divisado un blanco importante a lo lejos. En medio de la frenética reyerta de la cresta se alzaba una Armadura colosal. Aunque no era del tamaño de un Titán, era la mayor que Pask hubiese visto en Agrellan, y estaba deseoso de destruirla y sumarla a su registro personal.

Si bien el terreno era llano, Pask aún no se había habituado del todo a su nuevo Mano de Acero. El impacto de un misil destruyó el anterior vehículo mientras Pask y sus compañías de tanques se dedicaban a perseguir a los Cabezamartillos T'au. Un eslabón de la oruga derecha del vehículo estaba doblado, lo que causaba fricción al rodar.

Incluso algo tan minúsculo bastaba para desviar al tanque de su trayectoria. Pask aguantó el fuego, entornó los ojos, calibró, comprobó el viento y esperó un poco más. Todo ello mientras avanzaba a toda velocidad en la punta de una gran cuña de tanques Leman Russ.

Aunque la mira del cañón indicaba que el blanco estaba fuera de alcance, Pask lo ignoró. Su enlace de comunicaciones zumbó. También lo ignoró. Solo le importaba el tiro. La enorme Armadura se movió con una velocidad inesperada, pero la siguió. A su orden, el cañón de batalla vanquisher rugió y su boca escupió fuego. Pask observó la escena velada por el polvo y las explosiones. Mantuvo el ojo fijo en el blanco y vió cómo el disparo le arrancaba limpiamente la cabeza al enemigo, llevándose consigo un buen trozo del blindaje pectoral. La Armadura se desplomó como un títere con las cuerdas cortadas. Pask ya estaba buscando otra víctima.

Por el Bien Supremo[]

Escuadrón tras escuadrón de tanques Leman Russ abrieron fuego y el sonido era como un trueno rebotando en un valle. Era la manifestación de la Fuerza del Emperador.

Las armaduras T'au proporcionaban una excelente resistencia a los impactos gracias a la increíblemente fuerte aleación nanocristalina de que estaban hechas. Sus formas y ángulos bien diseñados ayudaban a desviar los proyectiles sólidos rebotando sin causar daños. El revestimiento de metal líquido reflectante también podía derrotar la tecnología de rayos.

War Zone Damocles - Montka-65

Los Drones de Defensa volaban cerca de las armaduras, cubriendo sus cargas con barreras invisibles capaces de detener el impacto directo de un cañón láser. Sin embargo, contra la potencia de fuego del Astra Militarum, las armaduras rojas quedaron destrozadas a docenas. La inercia de la batalla había cambiado.

La mayor parte de armas de largo alcance de los Enclaves Farsight así como las Armaduras Cataclismo y los Cuerpos Blindados de Intercepción estaban en los límites de su alcance y ofrecían poco apoyo al resto de unidades. La infantería Imperial pudo reagruparse al no seguir siendo los principales receptores de la furia de O'Shovah. Gracias a sus rifles láser y sus armas pesadas de fuego se vengaron de las armaduras T'au que les habían destrozado en dos ocasiones.

O'Shovah era consciente de que su gente estaba teniendo bajas. Incluso mientras saltaba sobre un Leman Russ y lo atravesaba con el Filo del Alba, estaba comprobando su holopantalla. Activó sus propulsores de salto justo antes de que la explosión interna destrozara el tanque. Y entonces vió lo que había esperado ver, movimiento en sus holopantallas.

Las Armaduras aterrizaron a su alrededor mientras los Transportes Mantarraya aceleraban desde los flancos y los Cazas Tiburón Lanza los sobrevolaban disparando. O'Shovah vio con alivio que estas tropas llevaban marcas blancas del sector T'au, las líneas de color naranja de Sa'cea y las demarcaciones de color rojo de su propio sector natal, Vior'la

La Comandante O'Shaserra había llegado a la cabeza de las fuerzas del Imperio T'au.

Una conflagración en aumento[]

La batalla estaba en su apogeo. Era un infierno ardiente que se difundía a través del paisaje desértico, y atrajo a más tropas de ambos bandos. No tardó en convertirse en el mayor conflicto que se había producido en la Bahía Mu'gulath y ninguna de las partes podía retroceder. El destino del planeta, y del sistema estelar, dependía del resultado.

A medida que las fuerzas combinadas T'au se introducían entre los ejércitos Imperiales, los cielos se enturbiaban. Grandes nubes de polvo se movían con los vientos cálidos y el resplandor del sol se convertía en una neblina envolvente. La zona de aire purificado se había colapsado desde que se habían quitado partes integrales de las grandes redes de motores ambientales. Las nubes tóxicas de polvo se cernían sobre la batalla que tenía lugar en la Cresta de Fósilnegro.

War Zone Damocles - Montka-67

La Comandante O'Shaserra lideraba el despliegue de armaduras mientras que los transportes Mantarraya y los tanques Cabezamartillo atacaban los flancos Imperiales, pero había un añadido a las fuerzas T'au. Sobre ellos, en el borde de la atmósfera, tres enormes Destructores Manta enviaban cada uno una columna gravítica. En segundos los rayos desaparecieron y la carga quedó entregada. Era un riesgo peligroso con semejantes recursos de guerra.

Los rayos magnéticos traspasaron las nubes turbulentas, aterrizando sobre el núcleo del planeta. Algo grande se movió dentro de esos ejes de luz. Unos objetos a toda velocidad desaceleraron en el último momento en el interior de cada haz mediante chorros de retroceso y campos de supresión y, pese a ello, golpearon la superficie del desierto de Mu'gulath como un rayo.

Alzándose de los cráteres y desplazando a su alrededor enormes nubes de polvo se encontraban tres gigantescas KV128 Ciclón. Empezaron su lento avance hacia la batalla con sus pilotos gemelos escaneando el terreno para obtener información. Diversos grupos de transportes Mantarraya surgieron de entre las nubes acompañando a los pesados gigantes.

La presencia de las mayores armas de guerra T'au todavía tenía que notarse en el campo de batalla, pero eso no significaba que su presencia hubiera pasado inadvertida. A gran distancia sobre la Bahía Mu'gulath, el equipo de vigilancia a bordo del Crucero Clase Tecno Archeotesoro que orbitaba Macroclasm se encendió. Una alarma sonó con un tañido doloroso.

Unos ojos telescópicos se fijaron y los Tecnosacerdotes escrutaron las pantallas azul-verdosas. Durante unos instantes solo se escuchó el sonido del ajustar de diales, acompañado de los silenciosos susurros de los respiradores mecánicos. Los Tecnosacerdotes habían escuchado rumores sobre esas armas de gran escala T'au, pero todavía no habían podido observarlas.

Y lo que un Tecnosacerdote veía, lo anhelaba. Ahora que veían las KV128 Ciclón, querían hacerse con ellas para diseccionarlas y estudiarlas. En segundos, los Skitarii estaban activados y en movimiento.

Entretanto, las tropas del Coronel Starkzahn, aquellos que seguían vivos, retrocedían hacia el borde del risco. El Coronel había esperado formar una sólida línea de batalla frente a las compañías blindadas, pero la llegada de otro ataque de Armaduras y la tormenta de arena habían conspirado contra su estrategia. Ahora la batalla estaba dispersa, rota en un millar de pequeños conflictos entre nubes.

War Zone Damocles - Montka-68

A la izquierda del Coronel Starkzahn, un escuadrón de Leman Russ avanzó con la infantería moviéndose en sus laterales, todos ellos disparando hacia las formas de los Aerodeslizadores Piraña. A su derecha, unas pocas unidades de Marines Espaciales de los Cicatrices Blancas se mantenían junto a un pelotón de armas pesadas de Cadia, defendiéndolos de los asaltos de armaduras que intentaban silenciar a los enormes cañones láser.

En medio de ese caos Starkzahn podía hacer poco. Las transmisiones estaban interferidas; y no podía hacer otra cosa aparte de luchar. El Coronel plantó el estandarte del regimiento en el suelo, desenvainó su espada de energía e hizo mantener la posición a su Escuadra de Mando.

Para entonces la KV128 Ciclón ya estaba al alcance de los enemigos Imperiales. Sus enormes masas estaban oscurecidas por las nubes de humo, arena y toxinas, pero los filtros de visión nocturna y los dispositivos de seguimiento de cada una de ellas mostraba a los pilotos de las Ciclón un mapa, literalmente, lleno de objetivos.

Los Guardias Imperiales seguían sin darse cuenta de la nueva amenaza. La primera pista que tuvieron de que se estaba usando una nueva arma sobre ellos fueron una serie de brillantes destellos que surgieron de las brumas.

Moviéndose a una velocidad que el ojo desnudo no podía seguir, cientos de misiles avanzaron dejando un rastro de humo a su paso. Cuando el sonido de su lanzamiento se escuchó, la tormenta de misiles ya había superado las primeras líneas del Astra Militarum estrellándose en las fuerzas que se protegían tras ellos.

La barrera saltó con una serie de feroces explosiones. Luego, proyectiles munición de impulsión más grandes que ninguno que hubieran visto antes, surgieron de los bancos de nubes. Los guardias no sabían a dónde apuntar sus armas ya que en cualquier momento y desde cualquier ángulo, podía surgir un equipo de Armaduras Crisis lanzando sus mortales proyectiles antes de desaparecer una vez más.

Y a este torbellino llegó un nuevo ejército; las Legiones del Omnissiah, los Skitarii, habían regresado. Nadie supo decir de donde llegaban pero sus tropas parecían haber estado enterrados a gran profundidad en la arena o viajado a través de muchas tormentas. Sus ojos brillaban con una luz incandescente que les hacía parecer espectros en el polvo. No se acercaron ni saludaron a sus aliados Imperiales sino que pasaron a través de ellos sin mirarlos. Tenían otro objetivo.

War Zone Damocles - Montka-69

Ya fuera algo planeado o una casualidad, una tormenta de polución cubrió a la Cohorte de Guerra Skitarii, cuyas marcas de radiación aparecieron como una mancha de contaminación en los escáneres T'au. Ni las Ciclón, ni los Guerreros del fuego detectaron a los guerreros de ropajes carmesíes hasta que salieron de la tormenta. Las explosiones eléctricas les precedieron y una nueva fase de la batalla dio comienzo.

Desde la órbita llegó el cántico binario y las antenas de los Skitarii captaron las señales. Su objetivo debía ser derribado, decían las órdenes codificadas que llegaban desde el propio Marte. Y servir al Omnissiah lo era todo para los guerreros del Culto Mechanicus.

Apoyados por las enormes Ciclón, los T'au descargaron una inmensa capacidad de fuego. Los Guerreros del Fuego y los Drones avanzaron junto a ellos, lanzando sus descargas, mientras las Armaduras saltaban para entregar explosiones marchitadoras de disparos sostenidos con el fuego de sus cañones rotativos.

A pesar de ello los Skitarii avanzaron, marchando sobre sus caídos, sin frenar su paso. Trepando sobre las pilas de cadáveres llegaron los Dunecrawler Onager  que se ayudaban de sus múltiples apéndices para desplazarse con facilidad. En ese alcance sus rayos erradicadores solo eran letales para la infantería, así que continuaron gateando sobre sus patas de cangrejo mecanizadas.

Cerca. Más cerca aún. Los Cazadores Skitarii lanzaron su propia tormenta eléctrica mientras la Vanguardia se acercaba más al enemigo para tenerlos dentro del alcance de sus carabinas radium.

En la bruma contaminada, se enfrentaron las dos fuerzas. Un ejército, la advenediza raza T'au, creía que la tecnología era el camino a seguir y que en su uso estaba la clave del progreso, el mejor medio para cada fin. El otro, los Skitarii del Adeptus Mechanicus, que adoraban la tecnología, pero no por la promesa de progreso sino por su propio bien. La codiciaban, encontrando supersticiosamente a su dios oculto en los secretos mecánicos.

Y así, estas dos ideologías chocaron, enfrentando su potencia de fuego la una contra la otra.

Y nadie resistirá su ira...[]

En la creciente tormenta la batalla empezó a descomponerse. Ya no se trataba de enormes frentes del ejército que chocaban, sino más bien de individuos, escuadrones y pequeñas formaciones enfrentándose. En esta niebla de batalla O'Shovah cayó sobre los escuadrones de tanques que llegaban para reforzar la precaria posición de los de Cadia sobre la Cresta Fósilnegro.

Los miembros del regimiento del Noble Comandante Pask que habían sobrevivido a varias batallas con su ilustre líder sabían la dura verdad: Pask era un líder indiferente.

Como piloto de tanque, el Noble Comandante Pask no tenía rival. En combate, se movía y disparaba su tanque como si fuera una extensión de su propio cuerpo. Pask sabía, como por instinto, cuando revertir las orugas y reposicionarse, cuando detenerse y hacer unos disparos rápidos y cuando avanzar a máxima velocidad y evitar los proyectiles. Pask podía maniobrar el Mano de acero de cobertura a cobertura como nadie más, esquivando misiles con una facilidad que nadie podía imitar. 

War Zone Damocles - Montka-71

Aunque sus soldados nunca lo comentaban en voz alta sabían que, en ocasiones, los objetos que Pask usaba como cobertura eran sus propios tanques o los de la compañía. Incluso cuando no podía encontrar cobertura, Pask sabía como mostrar su mayor armadura hacia el enemigo o cómo situar su tanque tan perfectamente que los proyectiles o disparos de energía rebotaban contra el casco en vez de perforarlo. 

Y a pesar de todos sus trucos defensivos sabía que lo mejor era apuntar bien y disparar en primer lugar. Cuando disparaba, Pask estaba tan seguro de su puntería que no disparaba a los tanques enemigos sino que apuntaba a las juntas vulnerables entre las placas de blindaje o las junturas en las que un disparo penetraría en vez de rebotar. Todas estas habilidades eran algo instintivo para Pask que no podía explicar sus conocimientos o compartirlo con el resto de su regimiento. 

Tampoco jamás se le ocurrió intentarlo. Aunque había ascendido rápidamente debido a su registro de muertes sin rival, los detalles del mando de un regimiento nunca habían sido su vocación.

Aquellos que habían servido más tiempo bajo el mando del Noble Comandante Pask habían aprendido a seguir su guía. Si él aceleraba, ellos lo hacían también. Si se detenía y buscaba objetivos, le copiaban. Ese mimetismo les había permitido pasar entre líneas de rebeldes y ataques de Peñas Orkas.

Pero no era un método infalible, ya que los ojos de Pask vigilaban constantemente el horizonte en busca del siguiente objetivo o del potencial fuego enemigo. Nadie podía duplicar sus decisiones instantáneas o guiar su puntería o maniobrabilidad táctica.

War Zone Damocles - Montka-73

Comandante O'Shovah

En la batalla en medio de la tormenta de arena contra los T'au, el Noble Comandante Pask era una máquina de matar. Durante un momento abatió objetivos tan rápido que su cargador no podía mantener el ritmo. Con cada disparo que hacía, Pask añadía muertes a su cuenta personal.

Los grandes proyectiles explosivos perforaban el blindage del Cabezamartillo y Mantarraya; lo atravesaban limpiamente y segundos después hacían explotar los vehículos desde dentro. Cuando una XV8 Crisis aterrizó frente a Pask coordinando su salto perfectamente para pillar al Leman Russ con su largo cañón vanquisher en la dirección opuesta, el comandante del carro no se inmutó. Mientras el bláster de fusión del guerrero T'au brillaba con energía, Pask disparó a la armadura con el bólter pesado montado en su casco.

La Armadura Crisis quedó derribada aunque el exoesqueleto solo estaba agrietado. El piloto seguía vivo, ya que intentaba alzar su mortífera arma. Viendo la amenaza, Pask hizo que su tanque pisara directamente la Crisis produciendo una serie de gritos y crujidos que apenas fueron escuchados sobre el estrépito de la batalla.

La mayor parte del Regimiento Blindado 423º estaba disperso por el campo de batalla, pero dos escuadrones completos se las habían arriesgado para mantener a sus comandantes de tanque a la vista. O'Shovah atacó en primer lugar a esos tanques.

Después de alzarse sobre el combate, O'Shovah se tomó un momento para estudiar la carnicería. Incluso a través de la tormenta de arena, su filtro de visión nocturna y los holomapas de su armadura le ofrecían una imagen precisa. No fue difícil determinar la mayor amenaza, una punta de lanza de tanques que estaba destrozando a las fuerzas de los Enclaves y del Imperio T'au por igual.

Destinando toda su potencia a sus quemadores, O'Shovah descendió desde los cielos con Filo del Alba brillando con un poder apenas contenido. Descendió lentamente balanceando su espada mientras aterrizaba. El Filo del Alba se deslizó a través de la torreta del tanque más cercano, abriéndose paso a través de su casco de metal y cortando hasta el piloto. Pero la atención de O'Shovah estaba en otro lugar.

Con su rifle de plasma lanzó dos disparos a la parte de atrás de otro Leman Russ antes de activar sus propulsores de salto y alzarse en el aire una vez más. Ambos disparos penetraron el grueso humo negro pero para entonces O'Shovah ya se había ido. El tercer tanque del escuadrón giró su torreta tratando de obtener ángulo sobre O'Shovah, cuando fue atropellado por el tanque fuera de control cuyo conductor había sido cortado por la mitad.

No pudo hacer mucho más que salir de su vehículo destrozado y empezar el camino hacia las líneas amigas.

El resto del escuadrón intentó mantener su vista sobre el Noble Comandante Pask mientras buscaba a la armadura que había destrozado a sus camaradas. Su líder de escuadrón fue el primero en ver acercarse al borrón rojo en medio de los torbellinos de arena del desierto. Aterrizando sobre la torreta con un sonoro clang, O'Shovah hizo descender a Filo del Alba con su fuerza aumentada enterrando su espada hasta la empuñadura en el tanque. Liberó su espada activando sus propulsores de salto y regresando a los cielos.

Shang

Shas'la T'au Sha'ng.

Antes de que el resto de tanques del Escuadrón Batalica pudieran reaccionar, llegaron los guardaespaldas de O'Shovah. Los blásters de fusión acoplados del Comandante Brightsword hicieron un agujero en el casco de un tanque antes incluso de que su Armadura Crisis hubiera aterrizado. El Comandante Bravestorm, por su parte, se vio forzado a esquivar una salva de un Hydra y cayó en el suelo del desierto demasiado lejos de su objetivo.

Esto permitió que el último tanque tuviera un disparo claro y su cañón de batalla tronó. La explosión del proyectil creó una bola de fuego alrededor del Comandante Bravestor, pero su armadura emergió entre las llamas con su generador de escudos alzado. Con un amplio salto Bravestorm cubrió la distancia que les separaba alzando su puño para conseguir el máximo impulso en su siguiente golpe.

Sincronizó el ataque perfectamente activando su guantelete demoledor, atravesando el caso del Leman Russ y destrozando en una tormenta de esquirlas de metal a su tripulación. 

Gracias a su habilidad para girar y volar durante cortos periodos de tiempo, Los Ocho crearon el caos entre los escuadrones de Leman Russ. El desierto no tardó en llenarse de armazones ennegrecidos de los que surgían columnas de humo. Pero eso no detuvo el furioso asalto de O'Shovah que lideró a Los Ocho hacia la siguiente compañía de infantería. Nadie sabía mejor que el Comandante O'Shovah que, para tener éxito, el Mont'ka tenía que conseguir el máximo de bajas.

Ignorando la masacre que se producía tras él, el Noble Comandante Pask avanzó. Era consciente de estar abandonando a su infantería de apoyo, pero el Mano de acero pasaba periódicamente pequeños grupos de Cadianos encogidos en posiciones defensivas. Durante un tiempo el comandante se sintió más seguro avanzando que deteniéndose pero no tardó en dejar de reconocer formas en la tormenta de arena.

Saliendo de la escotilla para tener una mejor visión, Pask observó que las condiciones estaban empeorando rápidamente. Los rayos caían desde el torbellino, algunos alzándose tan cerca que casi impactaban en su tanque y se vio forzado a refugiarse en su interior. Es por ello que no notó el trío de tanques Cabezamartillo que se deslizaba desde el norte.

Shas'la T'au Sha'ng organizó las otras dos naves de su Cuerpo de Intercepción mientras se encontraban a máximo alcance. Usando escáneres y filtros de visión nocturna, los Cabezamartillo se habían acercado cuidadosamente hacia una gran concentración de fuerzas enemigas. Aunque los pilotos eran veteranos, eran nuevos en el Cuerpo de Sha'ng y éste quería vigilar bien como trabajaban en equipo.

Cuando un vehículo solitario que parecía ser un tanque gue'la debido a su polución, calor y ruido apareció en sus pantallas, Sha'ng dejó que sus camaradas organizaran el ataque. Los tres disparos alcanzaron a su objetivo, destrozando el Mano de acero por completo. Fue un buen comienzo.

Surgiendo de la tormenta[]

La Guardia Imperial del Coronel Starkzahn intentó defenderse mientras sus refuerzos se abrían paso a través de la batalla. Entretanto, las fuerzas del Imperio T'au intentaban infligir tantas bajas como podían sobre su enemigo. La Comandante O'Shaserra quería maximizar las bajas infligidas pero debía retirarse antes de que las fuerzas Imperiales fueran demasiado numerosas.

Mientras los refuerzos Imperiales seguían llegando desde el sur, la batalla se expandía por el frente. Cada bando intentaba flanquear al otro y todos se mostraban recelosos por entrar en el torbellino de luchas que había tomado el centro. Conforme la tormenta aumentó, envió arena y escombros sobre algunos combatientes que intentaron usarlos de cobertura, pero cuando los vientos volvían a soplar quedaban al descubierto.

Incluso con las fuerzas combinadas del Imperio T'au y de los Enclaves Farsight, los T'au seguían siendo superados en número. Pero en la tormenta de arena sus escáneres y equipos de comunicación superiores les daba ventaja. Las fuerzas T'au, en especial las móviles formaciones de armaduras, usaban su velocidad para rastrear posiciones enemigas.

Siempre buscaban la posición ventajosa donde poder concentrar su potencia de fuego sobre un objetivo y ocultarse en la tormenta antes de que les pudieran contraatacar. Los pilotos T'au de armaduras eran maestros en esta técnica, ya que podían elevarse con sus propulsores de salto y desaparecer en la cubierta de nubes.

War Zone Damocles - Montka-75

Si el Coronel Starkzahn hubiera podido organizar sus líneas de batalla usando las estructuras habituales del Astra Militarum es posible que se hubiera podido defender de estos ataques rápidos. Pero en esos momentos el Coronel estaba atrapado. En la extraña tormenta las comunicaciones o no funcionaban o estaban siendo extrañamente bloqueadas por sus adversarios tecnológicamente avanzados, sospechaba Starkzahn.

Como los motores ambientales T'au seguían estropeados, toda la región central del continente volvía a estar sujeta a la furia de las contaminadas tormentas de arena y había atraído el aire contaminado de las zonas más elevadas de la atmósfera. La tormenta creció en virulencia aumentando las ráfagas eléctricas y de radiación. Este tiempo infernal no era como las supertomentas que azotaban el hemisferio norte que los T'au llamaban Mont'shidar (viento de muerte) y el Imperio la Zona Contaminada.

La Comandante O'Shaserra, que siempre era una estratega meticulosa, había situado equipos escalonados de Rastreadores entre el lugar de la batalla y las zonas del sur. Quería obtener información sobre las tropas enemigas que se acercaban. Se sabía que el grueso de las tropas Imperiales estaban en camino, pero quería continuar atacando al ejército que habían bloqueado antes de que llegaran los nuevos enemigos.

Pero cuando la Comandante O'Shaserra ordenó a sus guardaespaldas que destruyera otro grupo de Guardias Imperiales, el mensaje que había temido apareció en sus dispositivos. Se acercaban varios regimientos.

Incluso mientras disparaba los rayos de energía de sus blásters de fusión, la Comandante O'Shaserra estaba calculando la cantidad de tiempo que quedaba antes de que llegaran los refuerzos. No era mucho, pero sabía que cualquier segundo que tuviera para atacar a sus enemigos ahora pagaría dividendos más tarde. Mientras su Dron Defensor absorbía el fuego de las armas pesadas que le atacaban, O' Shaserra aniquiló a los enemigos cercanos fundiendo carne, hueso, armadura y armas por igual.

Antes de que los restantes guardias pudieran huir, el Dron de mando MV62 de O' Shaserra alimentó con coordenadas a sus Equipos Miméticos, cuyos cañones rotativos no fallaron. Comprobando que todo estuviera preparado, dio orden a los ingenieros ambientales y a los operadores de satélites climáticos. Era hora de alimentar la tormenta, y recitó los cálculos de los aumentos de energía mientras lideraba a sus tropas hacia sus siguientes objetivos.

Más al sur se movían nuevos regimientos, infantería, blindados, artillería y Caballeros Imperiales se acercaban entre la tormenta creciente. Sus líderes estaban pasando junto a los piquetes T'au escondidos cuando el clima empeoró notablemente y se hizo difícil incluso mantenerse en pie. Tal vez era un truco de la tormenta, pero entre los iconos de los holomapas parpadeaba una marca diferente, una marca que los T'au habían combatido previamente en Bahía Mu'gulath y en Prefectia reconocieron inmediatamente.

Esa marca que aparecía brevemente era la del Caballero de Obsidiana, una pesadilla andante que luchaba contra los hijos del Bien Supremo con un odio acérrimo. Un escalofrío de miedo provocado por esa enorme máquina de destrucción recorrió a los T'au que reconocieron el breve parpadeo antes de que desapareciera. Los T'au no eran supersticiosos y habían visto como el Caballero Desarraigado quedaba destruido en Prefectia.

Claramente se trataba de un error en el sensor, ya que desafiaba toda lógica que el Caballero Obsidiana hubiera regresado. En el bando Imperial, el Señor Tybalt de la Casa Terryn había recibido informes similares pero él no era tan escéptico. No sería la primera vez que el Caballero Obsidiana había reaparecido en un campo de batalla en el que su presencia no era explicable.

Conforme la fuerza del Imperio aumentaba, O'Shaserra sintió que era demasiado peligroso continuar con el asalto así que ordenó de seguir el plan de retirada a todos los T'au, tanto los del Imperio T'au como a los Enclaves Farsight. En segundos los ejércitos T'au se habían retirado hasta las coordenadas donde les recogían sus transportes y no tardaron en desvanecerse entre las arenas.

Adicionalmente O'Shaserra había dado coordenadas especiales usando los canales que estaban en desuso desde los tiempos de Jun'nami. Era hora de reunir a quienes habían estado mucho tiempo separados.

Relato Oficial: Surgiendo de la tormenta[]

Aun'Va miraba fijamente al Comandate O'Shovah cuando entró en la habitación de mando. Había pasado mucho tiempo y ninguno ofreció al otro el menor signo de reconocimiento. Dándose cuenta de que no se iba a producir ningún signo de veneración o ni siquiera el saludo formal adecuado al estar en presencia del Etéreo Supremo, Aun'Va habló. Usó todo su control y un tono severo, como el de un padre que reprocha una travesura a un niño.

- "Bienvenido, Shas'o Vior'la Shovah Kais Mont'yr." Y su cabeza se inclinó sutilmente.

Aun'va, siempre observante, notó que muchos otros en la sala de control siguieron su ejemplo, asintiendo frente al Comandante de Rojo. Sin embargo, muchos se inclinaron demasiado, mostrando más respeto de que a Aun'Va le gustaba. Era importante que todos supieran quién estaba al cargo. Aun'Va ajustó inmediatamente el tono de su voz, en esta ocasión dirigiéndose a toda la sala.

- "Respetados guerreros del alto mando, este es el Comandate O'Shovah. Antaño un gran pupilo de Jun'nami y, actualmente, mi mayor decepción."

Este no va a ser su momento, pensó Aun'Va. No le dejaría hacerlo.

El antiguo oficial de la Casta de Fuego era imposiblemente anciano y sin embargo más que capaz de controlar una habitación. O'Shovah dejó que su mirada abandonara al Etéreo Supremo y la pasó sobre la cámara de mando hasta que, finalmente, su cabeza de inclinó. El gesto estuvo dirigido a la habitación y no hacia la figura solitaria que se alzaba sobre el resto.

- "Tal y como tú fuiste la mía, Aun'Va. No he venido a intercambiar palabra ni a aceptar el agradecimiento como merezco. He venido por un concilio de guerra y solo por eso." Dijo O'Shovah.

Aun'Va abrió su boca para castigar al rebelde pero fue cortado inmediatamente en una ruptura del protocolo salvaje y enfurecedora como no le había pasado desde que se convirtió en el Etéreo Supremo.

- "¡Suficiente!" dijo el Comandante O'Shovah. "Ahorráme tus manipulaciones Aun'Va. No estoy aquí para debatir. Mis fuerzas de momento han salvado a los T'au atrapados en este planeta. Pero el impacto de mi ataque inicial ha desaparecido y el enemigo no. Si queremos abandonar este planeta vivos, debemos trabajar juntos... por el Bien Supremo.

En el estruendoso silencio subsiguiente, el Comandante O'Shovah añadió, "Su siguiente oleada será masiva. No tardarán en llegar. En esta dirección."

Durante un instante, el Etéreo Supremo se quedó quieto, observándole. Se dio cuenta demasiado tarde de que seguía teniendo la boca abierta. La ira le embargó y su mente gritó, pero con una única respiración profunda recobró la compostura. Debía encontrar una forma de recuperar la iniciativa en este encuentro crucial.

Y entonces habló la Comandante O'Shaserra. Aun'Va notó con orgullo que su voz era más fría de lo habitual, pero contenida con su autoridad habitual. "O'Shovah, el enemigo se acercará por este eje." Dijo señalando el holomapa. "Los informes iniciales sugieren que no saben que estamos controlando el clima. Si coordinamos bien la operación podemos atraerlos a atacar en una tormenta que nosotros controlamos." O'Shovah estudió el mapa reconociendo un plan digno de su propia habilidad táctica.

El Honor del Verdugo[]

En su asalto original los T'au se habían hecho con Agrellan en un único día. Por comparación, los intentos del Lord General Troskzer de recuperar el mundo para el Emperador habían durado semanas sin signos de acabar. Las principales Fuerzas Retributivas del Deber habían tenido su oportunidad. Ahora, otras agencias estaban tomando cartas en el asunto.

Agrellan ardía.

Desde el espacio, el conflicto que estaba desgarrando el mundo parecía extrañamente hermoso. Las tormentas de fuego continentales y las enormes batallas aparecían como patrones retorcidos de luz y sombra. El mundo brillaba como un carbón en el brasero. Muy lejos, en la oscuridad del espacio a bastante distancia de las naves Imperiales más lejanas, un Adepto se sentaba en su trono de mando en el puente de una esbelta fragata.

A su alrededor el puente estaba bañado por sombras entre las que se movían los miembros de la tripulación. Runas coloreadas brillaban en las consolas de marfil, mientras que los botones de bronce y los hologramas de hueso cambiaban entre sí. Los acólitos se movían entre los bancos de control con sus ropajes susurrando a cada paso.

El Adepto desvió su atención de la picto-pantalla hacia la gran pieza contadora de tiempo de ónice montada sobre la mampara. Sus ojos aumentados rechinaron conforme observaba los últimos segundos pasar y las manecillas de hueso se aproximaban inexorablemente a la medianoche. Una campana sonó una única vez, con una nota solemne que cruzó el puente y causó que la tripulación se mirara entre sí bajo sus capuchas.

Al Lord General Troskzer se le había otorgado una gran cantidad generosa de tiempo para purgar Agrellan. Había fallado. Ahora les correspondía a ellos corregir esos errores.

War Zone Damocles - Montka-77

Fuerza de Ejecución Desplegada en Agrellan.

Con la lenta deliberación de un ritual, el Adepto se quitó su anillo grabado con un cráneo. Abrió el panel escondido en los brazos de su trono e insertó el anillo en el hueco de hueso que quedó a la vista. Entonando una breve y siniestra plegaria, el Adepto giró el anillo en sentido antihorario. Instantáneamente, una señal temible se transmitió a través de la maraña de cables iniciando el arcano proceso de revivificación. En las profundidades de las bóvedas de la fragata del Adepto, los agentes del Oficio Asesinorum se despertaron lentamente.

Los acólitos avanzaron cantando en solemne procesión con sus ropajes negros y sus máscaras de hueso hacia cuatro celdas blindadas. Algunos portaban incensarios de los que se alzaban nubes flotantes de un incienso acre. Otros hacían sonar unos grandes tambores negros con ritmo solemne, de funeral. El resto portaba sagrados objetos de equipo: armas de fuego artesanales cuyo valor era mayor que el de muchos mundos, filos esotéricos y yelmos de guerra macabros.

Los acólitos tomaron posiciones alrededor de las criocriptas sepulcrales en las que yacían los Asesinos. Con los cánticos en crescendo, el armavidrio de las criptas brilló mientras sus ocupantes se retorcían y recuperaban la conciencia. Los cables de nutrientes se soltaron y manaron gases conforme se separaban de los lateras de las criptas. Finalmente, cuando el sonido de los tambores y de las voces alcanzó su máxima intensidad, las tapas de tres de las cuatro criptas se abrieron lentamente, y sus ocupantes avanzaron.

Callidus, Culexus y Vindicare, cada uno moviéndose con la gracia letal de un verdadero depredador. No hicieron falta palabras ya que los detalles de su misión se habían cargado directamente en sus córtex mejorados durante el tránsito. En silencio, los Asesinos tomaron sus armas de los acólitos y se dirigieron a la bahía de embarque donde su vehículo esperaba.

Tan solo la cuarta cripta, la del Eversor, permanecía sellada. Esta cámara de estasis mantenía al agente enloquecido como un mosquito en ámbar desde el final de su última misión. Acompañados por los cánticos de los acólitos, los enormes servidores Ogretes alzaron el sarcófago y lo transportaron hasta la cápsula de desembarco que le llevaría al corazón de la batalla.

Monitorizando sus instrumentos desde el trono de mando, el Adepto asintió con satisfacción conforme registraba las primeras tres pequeñas marcas de energía alejándose de la nave en dirección Agrellan. Los primeros miembros de la Fuerza de Ejecución se alejaban y el último no tardaría en seguirles. Al carecer ya de tareas se acomodó en su trono seguro de que los xenos lo pagarían y la Voluntad del Emperador se llevaría a cabo.

Es las picto-pantallas, Agrellan seguía ardiendo.

Fuerza de Ejecución[]

Los agentes del Oficio Asesinorum nunca se desplegaban a la ligera. De hecho, se necesitaba un resultado de dos tercios en la votación de los Altos Señores de Terra para aprobar el despliegue de uno solo de ellos. La decisión de desplegar una Fuerza de Ejecución, uno de cada uno de los grandes templos del Oficio Asesinorum, era la sentencia de muerte definitiva, una decisión que solo se daba en las situaciones más complicadas.

Solo el Oficio Asesinorum conocía los nombres y pasado de cada uno de los Asesinos que formaban cada equipo en particular. Tres de los miembros (Callidus, Vindicare y Culexus) habían tomado parte en una misión previa, la infiltración y ejecución de los nueve Visires Retorcidos que lideraban el culto de los Discípulos de la llama Azul. La misión fue un éxito, pero el Eversor asignado a la operación murió destruyendo al último de los Visires Retorcidos.

El Vindicare era un maestro de la puntería a largo alcance. Equipado con su rifle exitus había servido bien al Emperador, con miles de muertes en su larga carrera. Con un único disparo perfectamente apuntado había acabado con rebeliones, eliminando a señores de la guerra despóticos y llevando a los herejes al Juicio del Emperador. Sus habilidades habían sido un adversario perfecto contra los Visires Retorcidos de los Discípulos de la Llama Azul y su rifle había reclamado las vidas de cuatro de los objetivos, incluyendo dos de ellos con un único disparo que atravesó ambos cráneos.

Espectacular. Su método preferido para matar era disparar a distancia abriéndose paso sigilosamente hasta una posición desde la que hacer llover muerte sobre su objetivo asignado.

El estilo del Asesino Callidus era muy diferente. Trabajaba de cerca, usando el sigilo y el engaño. Usaba una droga llamada metamorfina para alterar su apariencia. Con tiempo reemplazaría a miembros del círculo interior del objetivo esparciendo terror entre sus enemigos. Usando esta habilidad había reemplazado y desacreditado a demagogos asegurándose de que no se convirtieran en mártires y acabando con la disensión contra el Imperio.

A la hora de matar, era una experta con las espadas envenenadas y su método habitual era infiltrarse cerca del objetivo, suplantando a un camarada o ayudante. Solo cuando regresaba a su forma real, habitualmente durante las convulsiones mortales de la víctima, levantaba alguna sospecha. Se había hecho pasar por traidores, contrabandistas y todo tipo de xenos humanoides.

Para matar a distancia usaba su desestabilizador neural, un arma vil y efectiva contra cualquier objetivo vivo. Aunque tenía un alcance corto, el arma proyectaba un cono de disrupción psiónica que destrozaba el cerebro de la víctima. Ninguna armadura protegía contra el e incluso un Señor del Caos en armadura de Exterminador había caído frente a ella, con su cerebro licuado rebosando de su yelmo.

El Culexus era un asesino completamente diferente. Los Asesinos Culexus tenían el gen Paria, una terrible mutación que les hacía psíquicamente nulos. El resto de gente temía instintivamente a estos individuos ya que notaba las vibraciones antinaturales que emitían. Para los psíquicos, sin embargo, la simple presencia de un Culexus era una agonía horrenda, que convertía cada instante en una pesadilla de proporciones colosales.

Su yelmo de combate, el animus speculum podían sofocar o potenciar los poderes del Culexus según fuera necesario permitiéndole ser invisibles para aquellos cercanos o descargar oleadas de horror gracias a sus habilidades nulificadoras. Los psíquicos no autorizados, como Eztrambótikoz y los Hechiceros del Caos eran sus objetivos habituales, aunque no pocos gobernadores planetarios corruptos o agitadores rebeldes habían muerto gritando debido al terror mental que había descargado sobre ellos.

Comparado con el resto de Asesinos de la Fuerza de Ejecución, el Eversor no era un escalpelo preciso matando de una cierta forma, era un asesino de masas maníaco, una almádena demoledora. Las cargas de estimulantes que surcaban su cuerpo mejorado le permitía luchar en un frenesí más allá incluso que un superhumano. Armado con una espada de energía y un neuroguante así como una pistola executor de corto alcance, el Eversor era un asesino de corto alcance que no se molestaba en elegir un único objetivo. En su lugar acababa violentamente con cualquier ser vivo entre él y su objetivo, sin que le importara en absoluto la atención que atraía.

Al igual que el resto de discípulos de su templo, el Eversor era un arma viviente en más de un sentido, ya que si caía de un golpe mortal, el cóctel de químicos de su cuerpo se mezclaría para crear una bomba biológica de poder prodigioso.

La información para esta misión era sencilla. Incluso si el planeta Agrellan no podía ser purgado de xenos, era esencial que los mayores líderes militares de los T'au murieran. Así pues, cada miembro de la Fuerza de Ejecución había recibido una presa a la que cazar. Estos xenos sabrían que no se podía escapar de la venganza del Emperador.

Cuando los T'au carecieran de sus principales comandantes sus esfuerzos en el Golfo de Damocles carecerían de guía y su imperio perdería fuerza hasta que se pudiera reunir a la siguiente Fuerza Imperial para aniquilarlos completamente. Sería cuestión de tiempo.

Preparaciones Finales[]

Conforme la batalla climática se acercaba ambos bandos planeaban alzarse con esta oportunidad para controlar el planeta. Las mentes maestras de las fuerzas Imperiales creían que tenían suficientes soldados para destruir la última resistencia de los xenos. Los líderes T'au, sin embargo, lo veían como una gran, aunque peligrosa, oportunidad...

Se habían luchado muchas batallas sobre Agrellan, pero la mayor de ellas era ya inminente.

Desde que había terminado el gran enfrentamiento en la Cresta Fósilnegro solo se habían producido combates de prueba. Las fuerzas del Imperio se habían estado reagrupando y rearmando. Los restos de las tres puntas de lanza continentales se habían reunido tras haber sufrido una gran oposición. Ahora, sin embargo, todo estaba preparado para la gran ofensiva final.

War Zone Damocles - Montka-82

Los T'au habían seguido luchando una guerra de guerrillas con sus ejércitos retirándose antes de la llegada del grueso de fuerzas Imperiales. Los Marines Espaciales habían llevado a cabo docenas de salidas, desde desmontar las baterías de cañones a destruir nexos de comunicaciones vitales; y sus únicos fallos notables habían sido los intentos repetidos de destruir a los líderes T'au.

La Comandante O'Shaserra les había eludido y, a pesar de los diversos informes sobre la presencia del Etéreo Supremo Aun'Va en diversos lugares, no habían podido encontrarlo.

Al final, a pesar de que los T'au habían vencido en todas las grandes batallas en la Bahía Mu'gulath, solo les quedaba una fortaleza. El asalto a este bastión, había insistido el Lord General Troskzer, sería la batalla final.

Su destino era la recién instalada ciudad T'au que se alzaba en las llanuras al este de la antigua capital, la ciudad colmena de Agrellan Prime. Aunque el ataque inicial del Coronel Starkzahn y las fuerzas del Adeptus Mechanicus habían dañado considerablemente sus defensas interiores y algunas máquinas, no habían destruido sus generadores de escudos. Los pesados escudos seguían manteniendo una cúpula invisible sobre el espacio aéreo evitando que el lugar quedara reducido a ruinas por un bombardeo orbital.

Fue idea del Coronel Starkzahn coordinar sus ataques con la inmensa tormenta que se acercaba. Desde que se habían dañado los motores ambientales T'au, el aire había quedado barrido por tormentas de arena y radiación. Era un plan extraño ya que la punta de lanza original de Starkzahn había sufrido las mayores pérdidas debido a esas tormentas pero, él arguyó, que había sido porque sus fuerzas habían sido desprevenidas y sin un plan coherente.

En esta ocasión, incluso sin los comunicadores de voz, sus oficiales habrían recibido un informe exhaustivo del plan de batalla. Los sensores y equipos de seguimiento T'au eran superiores, pero en medio de esa terrible tormenta sus armas de largo alcance se verían afectadas y Starkzahn quería acercarse.

Las inacabables compañías de infantería y blindados de la Guardia Imperial se vieron apoyadas por regimientos de pseudohumanos, Caballeros Imperiales, y la compañía de tanques superpesados que había servido a Starkzahn tan bien al inicio de la campaña. No tardaron en estar todos preparados. Todo lo que necesitaban era la tormenta.

Relato Oficial: Preparaciones Finales[]

La Comandante O'Shaserra se giró del holomapa y se dirigió a Aun'Va con solemnidad. "Antes de que la tormenta esté en marcha, te lo pido de nuevo, Etéreo Supremo, ¿permitirás que te saquemos de este mundo?" dijo. "Hay riesgos, pero es la opción que tiene un mayor porcentaje de éxito. Solo pienso en tu seguridad continua."

Aun'Va se alzó desde las pantallas digitales para alcanzar toda su estatura. "No, O'Shaserra, me quedaré en Bahía Mu'gulath. Este será nuestro mayor triunfo. Este es el frente de nuestra guerra y mi presencia aquí guiará a nuestros seguidores hacia el Bien Supremo."

- "Si te preocupa mi presencia," interrumpió el Comandante O'Shovah, "estate tranquilo. Una vez hayamos destruido al enemigo partiré a Vior'los. No pretendo intentar gobernar el imperio de nuestro pueblo, si eso es lo que temes."

Aun'Va se giró, mirando hacia la figura que una vez ofreció semejante presencia. "No lo temo, O'Shovah. Aunque hayas perdido tu camino sé que tu palabra se mantiene. Solo cuando recuerdes que el derecho de un Guerrero del Fuego es servir y no gobernar, solo entonces podrás regresar."

O'Shovah se giró desde las multipantallas donde se veía a las tropas desplegadas con una mascara carente de expresión en su rostro y cruzó su mirada con Aun'Va. O'Shaserra temió que su antiguo camarada picara el cebo y que su temperamento infame y las viejas recriminaciones del Etéreo Supremo sacaran lo peor de él. Habló con voz fría. "Debe de haber unidad para vencer a nuestro enemigo común, son demasiados. ¿Puedo continuar? El tiempo se nos echa encima."

O'Shaserra tomó el silencio por asentimiento, y sus dedos volaron sobre los paneles, indicando a los ingenieros de la Casta de la Tierra que desataran la tormenta. Instantes después los tres vieron en las pantallas como se oscurecían los cielos y la inversión de la contaminada atmósfera superior empezaba. "La operación está en marcha. Empecemos la cuenta atrás sincronizada... ahora," dijo.

- "Me retiro para ocupar mi posición", dijo el Comandante O'Shovah. Se detuvo en la puerta del centro de mando mirando hacia atrás. "El Comandante Jun'nami creía en el equilibrio. Si estuviera aquí para ver tu Kauyon y mi Mont'ka, O'Shaserra, el viejo guerrero se sentiría orgulloso." Con esas últimas palabras, el Comandante O'Shovah se inclinó ligeramente hacia ambos y salió del centro de mando. La batalla esperaba. 

Capítulo 3: Retribución Definitiva[]

Kauyon, el cazador paciente[]

Los Comandantes T'au respetaban la formidable máquina de guerra que era el Astra Militarum, pero había una fuerza Imperial en concreto que les causaba gran consternación. Los Marines Espaciales eran la tropa de choque de los ejércitos de la Humanidad, y actuaban con una ferocidad y rapidez desconocidas hasta entonces. Desde la perspectiva T'au eran los oponentes más temibles, y de hecho su manera de combatir no estaba muy alejada de la que practicaba la Casta del Fuego. En Bahía Mu'gulath y pese a ser relativamente pocos en número, los Marines Espaciales habían sido capaces de completar todo tipo de operaciones tácticas.

War Zone Damocles - Montka-85

O'Shaserra y sus mejores analistas militares creían saber con seguridad que los Marines Espaciales coordinarían sus misiones de ataque para que tuvieran lugar de manera conjunta durante el grueso de la ofensiva enemiga, y que sus objetivos más probables incluirían los generadores de escudos que protegían la última fortaleza T'au.

Fue de hecho el Comandante O'Shovah quien sugirió que sus soldados de asalto supondrían un blanco más que probable para las tropas de élite rivales. Según su teoría, los Imperiales se disponían a hacer lo mismo que él haría en su situación: intentar localizar y eliminar, o al menos mantener inmovilizada, a la fuerza enemiga más peligrosa y con mayor movilidad táctica.

Así pues, O'Shovah y sus cuerpos de guerreros blindados se ofrecieron como cebo para la trampa.

Mientras esperaba a saber si la treta surtía efecto, O'Shovah observó la antinatural tormenta que se estaba formando en el valle desértico ante él. Cuando la cortina de arena empezó a disiparse, pudieron verse las primeras Cápsulas de Desembarco cayendo a tierra.

La Trampa sorpresa[]

Un maestro del Kauyon destaca por su capacidad para juzgar el momento exacto de hacer saltar sus trampas: demasiado pronto, y la presa podrá salir huyendo o tendrá tiempo para preparar mejor su defensa; demasiado tarde, y se malogrará toda posibilidad de capturarla. La víctima sólo debería sentir las fauces de la trampa cerrarse sobre ella cuando ya no tenga opción de escapar.

Durante las semanas transcurridas tras la batalla de Cresta Fósilnegro, se siguió desarrollando una contienda entre los Exploradores de los Marines Espaciales y los Rastreadores en la tierra de nadie. La Comandante O'Shaserra había trabajado duro para asegurar que los Exploradores de los Marines Espaciales consiguieran abrirse paso (sin sospechar que ella les estaba dejando hacerlo) para ver dónde estaban estacionados los Enclaves Farsight y su gran masa de armaduras de combate. Los T'au habían instalado sus barracones en una zona de antiguas ruinas Imperiales, protegidas por un anillo de parapetos rompeolas.

War Zone Damocles - Montka-87

El Comandante O'Shovah acertó al predecir que los Marines Espaciales llegarían hasta la batalla por medios que iban a resultar inesperados para los T'au. Mientras la tormenta cubría Lo'vasht'au (los cimientos de la futura ciudad T'au), las Cápsulas de Desembarco empezaron a caer, y las Thunderhawk hicieron varias atrevidas pasadas disparando contra las baterías antiaéreas T'au, al tiempo que dejaban caer a una escuadra tras otra de Marines de Asalto.

Una punta de lanza de Cicatrices Blancas llegó mediante un transporte Rhino, acompañada por una compañía de veloces motocicletas. Una potente fuerza de la Guardia del Cuervo emergió desde túneles subterráneos abandonados mucho tiempo atrás, y aún más Hijos de Corax aparecieron en el perímetro de los Enclaves Farsight, sin que los T'au supiesen cómo habían entrado.

Los ataques fueron perfectamente coordinados y los guerreros de la Casta del Fuego, como soldados profesionales cuyas vidas se centraban en el arte de hacer la guerra, supieron apreciar que sus enemigos fuesen guerreros tan consumados. Aunque los Marines Espaciales se estaban lanzando contra una trampa muy bien preparada, aquella iba a ser una lucha dura y difícil.

A una señal del Comandante O'Shovah, las imágenes holográficas de guerreros de la Casta del Fuego desarmados y llevando a cabo ejercicios de entrenamiento parpadearon y desaparecieron. Los misiles y cohetes guiados de los Marines Espaciales impactaron y estallaron contra los falsos emplazamientos artilleros que los T'au habían colocado a modo de señuelo, y casi al instante los verdaderos emplazamientos de artillería aparecieron y abrieron fuego.

Las puertas de los búnkeres se abrieron de par en par y los soldados T'au surgieron en masa, lanzando su contraataque.

Las Armaduras Crisis se alzaron levantando nubes de polvo para ir al encuentro de los Marines de Asalto que descendían. La batalla resultante iluminó las nubes con los destellos de las armas de fuego, y tropas de ambos bandos empezaron a ser abatidas y a precipitarse contra el suelo como si fueran cometas. Los combatientes que seguían vivos aterrizaron sobre las viejas ruinas Imperiales y siguieron luchando.

Planeando justo por encima de las ruinas llegó una formación cerrada de Aerodeslizadores TX4 Piraña. Maniobrando al unísono, como si fueran un banco de peces, las aeronaves se lanzaron a contrarrestar a la compañía de Cicatrices Blancas motorizados que se acercaban, liderados por el propio Kor'sarro Khan.

War Zone Damocles - Montka-88

Las motocicletas Imperiales siguieron avanzando al tiempo que escupían una cortina de fuego de bólter hasta que, en el último segundo antes de colisionar, ambos grupos se desviaron, derrapando en la arena o girando según una trayectoria predefinida. Por toda la llanura desértica los combatientes se dieron caza mutuamente, retándose a duelos a muerte en medio de la creciente tormenta de polvo.

Usando sus escáneres de alta tecnología y sus programas de vuelo automatizado, las Pirañas intentaron deshacerse de sus perseguidores, mientras los Drones disparaban contra los blancos disponibles o tomaban distancia para montar astutas emboscadas. Los Cicatrices Blancas por su parte supieron estar a la altura, sin contar con nada más que sus reflejos sobrehumanos. 

Un motorista lanzó una granada perforante que hizo caer en barrena a una Piraña; otro usó su espada sierra para hacer añicos a un Dron justo antes de saltar de su moto y agarrarse a otro Piraña que pasaba para, una vez allí, decapitar a sus dos pilotos y volver a saltar fuera del deslizador antes de que éste chocase contra la arena y explotase.

Tras dicha hazaña, no obstante, el guerrero fue muerto por los disparos de un arma de inducción, un ejemplo de que para los combatientes de ambos bandos era muy peligroso centrarse demasiado en su presa, pues podían llegar a olvidar que, a su vez, ellos también estaban siendo cazados.

Por entre la tormenta aparecieron los transportes Mantarraya, desembarcando a Equipos Rompelíneas que de inmediato se sumaron al intercambio de disparos. Aquellos Marines Espaciales que llegaban en las cápsulas de desembarco tenían que hacer frente desde el primer momento a una potencia de fuego muy superior.

Los Rhinos y el apoyo blindado descargados por las Thunderhawk intentaron romper el cerco para ayudar a sus camaradas, pero los T'au habían camuflado astutamente una serie de Armaduras Apocalipsis en los niveles más elevados de las ruinas y, en pocos instantes, sus aceleradores lineales convirtieron en chatarra humeante una compañía entera de Rhinos. Allí donde desembarcaban Marines Espaciales, eran recibidos por furiosas andanadas. Los Drones Francotiradores, ocultos entre las nubes y el humo, sólo se hacían visibles cuando algún golpe de viento aclaraba una zona de cielo.

Kayvaan Shrike lideró a dos compañías de la Guardia del Cuervo desde las profundidades de los túneles de acceso abandonados. Llevados por gritos de "Victorus Aut Mortis" y "¡Por Severax!" los vengativos Marines Espaciales se lanzaron a un ataque que, aunque inesperado para los T'au, fue de largo el más efectivo. Aquellos guerreros de la Casta del Fuego esperaban el momento de lanzar su contraataque y no contaban con ser asaltados antes por los Marines Espaciales.

En combate cerrado los Adeptus Astartes eran imparables, y las tropas T'au tuvieron que volver a embarcar en sus Mantarrayas y huir, aunque muchas de ellas no lo consiguieron, siendo aniquiladas sin piedad por los guerreros de Corvus Corax.

El Gran Asalto[]

La hora de la verdad había llegado. Las fuerzas del Imperio lanzaron su mayor ataque hasta la fecha en Agrellan. Dicho asalto debía suponer el golpe final para destruir a los xenos, pero los defensores T'au esperaban emboscados. Como dijo Aun'Va, aquel era el punto que decantaría la balanza de la batalla, y que sería recordado por siempre en las leyendas del Bien Supremo.

War Zone Damocles - Montka-89

La artillería de la Guardia Imperial empezó a disparar una andanada tras otra, coordinándola de modo que coincidiesen con los asalto de los Marines Espaciales; y en efecto, enseguida pudieron verse las primeras Cápsulas de Desembarco descendiendo a velocidad meteórica desde la atmósfera superior de Agrellan. El intenso bombardeo generó una cortina de explosiones y limpió una zona para la llegada de las tropas de tierra.

Las tupidas líneas de infantería y los muros de tanques empezaron a moverse. Eran el inexorable martillo del Astra Militarum. Debido al polvo de arena y a la concentración de polución en el aire, las tropas no eran capaces de ver las masivas explosiones del cañoneo, pero sí que podían oír su ensordecedor tronar y sentir cómo el suelo temblaba de furia. Pese a todas las bajas sufridas hasta llegar a aquel asalto final, las fuerzas Imperiales seguían siendo imponentes en número.

Ser uno entre sus millones de guerreros, sentir los pasos acompasados de marcha de cada camarada, suponía formar parte de algo más grande e importante de lo que la mayoría de humanos podían entender.

Desde su inicio, el objetivo principal de la batalla por Agrellan había sido castigar con dureza al xenos. No se habían hecho apenas esfuerzos por liberar a los antiguos ciudadanos Imperiales que estaban atrapados en sus cúpulas industriales, o que habían sido enviados a trabajar como prisioneros a lejanas colonias mineras.

No se había planificado recolonizar el planeta, canalizar sus recursos ni limpiarlo de toda su polución tóxica. Aquella era una simple acción punitiva para aplastar a los T'au, para enseñarles lo que significaba atacar al Imperio. El Coronel Starkzahn no tenía la mera intención de vencer al enemigo, sino de limpiar por completo Agrellan de su presencia.

Debido a la tormenta, y a la alta probabilidad de que limitase o cortase las comunicaciones, el Coronel Starkzahn había planificado una estricta estrategia. La máquina de guerra Imperial cruzarían el desierto cerrándose como una soga en torno a Agrellan Prime, a fin de aplastar esa ciudad T'au que se estaba construyendo en el mismo punto donde había estado la capital Imperial.

Era una zona vastísima de terreno, pero Starkzahn disponía de millones de Guardias Imperiales, y por muchas bajas que sufriera le quedarían los suficientes para aplastar a los T'au las veces que hiciera falta.

La última zona bajo control T'au que quedaba en Agrellan estaba protegida por poderosos escudos de energía, impidiendo así el bombardeo enemigo. Era posible para los cazas y bombarderos atmosféricos penetrar la cúpula del escudo, pero las primeras sondas espía enviadas habían confirmado que el sector T'au contaba con multitud de torretas emplazadas. Los equipos de reconocimiento también habían descubierto que los xenos conservaban la mayor parte de su fuerza aérea, compuesta por formidables cazas y naves de apoyo a tierra.

Por todas estas razones, el plan de Starkzahn de esperar la cobertura de una tormenta parecía el más prudente. Los ejércitos T'au habían demostrado ser especialmente letales a larga distancia y en ataques de emboscada breves. Sin embargo, en un conflicto tan duradero y con tanto combate a corto alcance, los líderes de las fuerzas Imperiales confiaban en que el desenlace sólo podía ser en su favor.

War Zone Damocles - Montka-90

El Coronel Starkzahn estableció sus cuarteles generales en el extremo de un bosque disecado, de ancianos árboles negruzcos y petrificados. Desde allí, vio cómo las oleadas de formaciones de infantería desaparecerían en la niebla. Los estandartes de las compañías y regimientos se agitaban contra el fuerte viento, que punzaba dolorosamente la piel desnuda, pues no sólo transportaba polvo y suciedad sino también toxinas venenosas.

Lanzando sus cánticos y gritos de batalla, los Caballeros Imperiales de la Casa Terryn ofrecieron saludos al Coronel Starkzahn al pasar. Así transcurrieron horas, sin que finalizara la procesión de tropas que se dirigían a la tormenta.

Tal como predijesen los escáneres Imperiales, el sistema tormentoso parecía seguir aumentando en intensidad. La mayoría de Comandantes Imperiales creyeron que harían falta días de marcha para que sus fuerzas se encontrasen con algo más que simples piquetes esparcidos aquí y allá. Aunque las tropas lograsen mantener una velocidad de marcha constante a través de la tormenta, las primeras barreras defensivas auténticas seguirían estando a varios días de distancia.

Las primeras señales de que podría haber problemas llegaron varias horas más tarde. Se oyó un rugido distante, un rumor apenas audible por encima del siseo de las arenas. El suelo ya temblaba de por sí debido a los miles de cadenas de tanques que se movían sobre él, pero ahora se le unían las reverberaciones de alguna explosión lejana.

Los voco-transmisores sólo funcionaban en un perímetro muy reducido, así que lo único que Starkzahn podía hacer era mandar más tropas al frente. Sabía que las llamas del fuego debían ser alimentadas, y que el precio a pagar por ello sería elevado.

Muy por encima de la Bahía Mu'gulath, los diversos oficiales de la Flota Imperial se reunieron en torno al puente de la nave capitular del Lord Almirante Hawke. Desde allí vieron horrorizados cómo las nubes seguían desatando su tormenta ciclónica alrededor de los márgenes exteriores de la batalla, con un ojo central en calma justo en la zona de Agrellan Prime. 

Brillantes destellos se extendieron por el continente, allí donde antes se habían arremolinado las nubes, lo cual indicaba que se estaban produciendo explosiones a gran escala, y disparando armas de clase Titan. Sin duda, las fuerzas Imperiales de tierra estaban siendo duramente castigadas por los bombardeos atmosféricos T'au. Se mandaron oleadas de cazas de apoyo desde las astronaves en órbita, pues por muy pérfidos que hubiesen demostrado ser sus enemigos, el ataque Imperial debía prevalecer.

Relato Oficial: El Gran Asalto[]

Abriéndose paso a través de las ruinas, el Señor del Capítulo Kayvaan Shrike se detuvo para mirar tras él. Abajo, el suelo desértico era como un océano, cuyos vientos hacían que las olas de arena chocasen contra los cimientos ruinosos. A pesar de que el aire estaba lleno de polvo, Shrike alcanzó a ver un transporte Mantarraya con guerreros T'au.

Le estaban dando caza. Una vez más, Shrike intentó contactar con alguien, quien fuese: el Coronel Starkzahn, su crucero de ataque en órbita Sombranegra, o el Capitán Solaq de la 5º Compañía. Pero nada. Sólo las comunicaciones telepáticas habían podido transmitirse, y su único Bibliotecario, el hermano Zorticae, yacía muerto desde los primeros compases de la batalla por un disparo de inducción que le había atravesado el casco.

La mente de Shrike bullía, pues pese a las duras lecciones aprendidas en Prefectia, parecía que habían vuelto a subestimar a los T'au. Los Marines Espaciales habían sido claramente atraídos a otra trampa, y parecía lógico pensar que a la Guardia Imperial le estaba a punto de pasar lo mismo. Pero Shrike no lograba comunicarse con nadie. Tampoco tenía tiempo para planificar nada, pues los rifles aceleradores ya empezaban a disparar sobre su posición.

Un Dron Francotirador había fijado como blancos a sus camaradas y se preparaba para aniquilarlos. Así pues, sin perder un instante Shrike se lanzó con su propulsor de salto a toda potencia. El Dron trató de esquivarle pero ya era demasiado tarde, y Shrike hizo añicos el disco con sus garras, siguiendo con la inercia del salto hasta atravesar un muro cercano en ruinas.

Poniéndose en pie otra vez, Shrike indicó a sus hombres que siguieran adelante. Sin duda, las tropas enemigas habrían visto aquella acción, lo que significaba que reemprenderían la caza contra él.

Cuando los dioses de la guerra chocan[]

Súbitamente, las tupidas nubes desaparecieron y el punzante viento empezó a ulular. Los soldados Imperiales se habrían alegrado de aquel abrupto respiro, si no fuera porque la luz del sol de Agrellan era dolorosa y cegadoramente brillante. Entonces, el mundo entero pareció explotar.

En muchos sectores, los sobrecargados reactores de la Casta de la Tierra fueron detonados por control remoto, generando enormes setas nucleares. En otras regiones, enjambres de misiles tan numerosos que ocultaban el sol impactaron contra el suelo, convirtiendo la arena en cristal negruzco en millas a la redonda de los epicentros de explosión. La carne se evaporó y el metal se fundió por completo. No obstante, no todo quedó destruido en aquel torbellino.

War Zone Damocles - Montka-91

Avanzando por las arenas ennegrecidas y salpicadas de incendios, llegaron los más temibles vehículos de la Guardia Imperial, los tanques superpesados, cada uno de ellos una auténtica fortaleza móvil tan indomable como el propio Imperio. Sus torretas de enormes cañones giraban buscando venganza, y tras ellos iban los Caballeros Imperiales, con sus escudos iónicos parpadeando.

El contraataque de O'Shaserra había mantenido la distancia respecto a las zonas de impacto, y sólo ahora se lanzó hacia primera línea. Por supuesto, allí ya habían elementos T'au combatiendo, las armaduras balísticas KV128 Ciclón, baluartes blindados que se habían mantenido silentes mientras el desierto estallaba, pero que acababan de cobrar vida, haciendo girar sus torsos para alinear las armas montadas sobre sus hombros y fijar como blancos a los tanques enemigos que se movían sobre las ardientes arenas.

Como dioses guerreros, los superpesados liberaron a su vez su prodigioso arsenal, cada disparo con una potencia suficiente como para hacer temblar montañas.

Cae el golpe Final[]

Las tropas del Astra Militarum creían que marchaban hacia la tormenta para dar el golpe de gracia a los xenos que se habían atrevido a tomar Agrellan. Las fuerzas Imperiales estaban confiadas en su éxito, pues tenían a los T'au completamente rodeados y, además los superaban en número. No obstante, en realidad eran los T'au quienes tenían a sus enemigos justo donde querían...

Dos gigantes se estaban enfrentando en el desierto. El aire crepitaba con inmensas descargas de energía, y los cohetes llenaban los cielos. Las bengalas ardían como supernovas mientras el armamento titánico destrozaba los campos de energía. Los escudos iónicos de los Caballeros Imperiales palpitaban, tratando de dispersar los disparos de las KV128 Ciclón.

Con sus propios escudos neutralizando la potencia de fuego combinada de una compañía entera de tanques de batalla superpesados, las armaduras Ciclón disparaban sus obuses de inducción, produciendo unas descargas de furia incandescentes capaces de atravesar el más grueso muro de adamantio o derribar a un Titan. Se trataba del arma móvil más grande de la Casta de la Tierra, de un calibre que hasta entonces sólo se había podido instalar en astronaves.

El Baneblade Mataenemigos había servido al Imperio de la Humanidad durante más de 10.000 años, en batallas que eran leyenda, luchando junto a los Primarcas de los Marines Espaciales cuando éstos aún viajaban por las estrellas. No había una sola pieza de su reverenciada armadura que no hubiese sido reparada o reemplazada al menos una vez. Siempre había encajado el mejor disparo del enemigo y había resistido para contarlo. Pero eso estaba a punto de cambiar...

Sin escudos, el Baneblade no tuvo nada que hacer. Le cayó encima la descarga de plasma azulado de una Ciclón, a tal intensidad supercalorífica y velocidad, que fundió al instante su blindaje y alcanzó su generador de energía con resultados cataclísmicos. Tras su descomunal explosión, no quedó de él ni una mísera placa de plastiacero.

Por doquier, los Caballeros Imperiales de la Casa Terryn estaban siendo eliminados a un ritmo escalofriante. Un trío en formación Lanza Vengadora fue derribado de uno en uno. El primero fue partido en dos, y sus piernas siguieron caminando pese a no sostener ya nada de torso para arriba. El segundo recibió un impacto directo en el pecho que lo dejó derrumbado en la arena. Del tercero no quedó más rastro que un ennegrecido cráter. 

War Zone Damocles - Montka-93

En respuesta, el Alto Rey Tybalt rugió de furia, pero las balas de cañón de su gatling rebotaron en las armaduras T'au sin causar daños.

Con la llegada de los Cabezamartillos a distancia de disparo, empezó a oírse el chasquido de los aceleradores lineales. Cayendo desde los cielos aparecieron las XV104 Cataclismo, cada una de ellas emitiendo un zumbido agudo mientras aumentaban la potencia de sus reactores y sobrecargaban sus armas antes de unirse a aquel choque de colosos.

La batalla tuvo un claro color T'au ya desde el principio, pero aún así las fuerzas Imperiales vendieron cara su piel. El Hellhammer Decreto del Emperador cercenó la pierna de una KV128 Ciclón y abatió a un trío de tanques Cabezamartillo antes de que su tripulación se viera forzada a abandonarlo cuando recibió varios impactos que a los pocos instantes dieron lugar a una serie de explosiones internas que lo destruyeron.

Los nobles de Voltoris, los famosos Caballeros de la Casa Terryn, cargaron contra un gran grupo de Cabezamartillos causándoles grandes daños pero sufriendo a su vez muchas bajas. Nunca, desde los oscuros días de la Herejía de Horus, se había visto caer a tantos nobles de esa casa en una misma batalla. El propio Rey Tybalt hubiese resultado destruido de no ser por una sombría aparición de ultratumba...

Mientras el escudo iónico de Tybalt se desvanecía, y su Guardia Real caía de rodillas, un Caballero de color negro blasonado con cráneos emergió de la tormenta. El Caballero Obsidiana había vuelto, rodeado por una luz fantasmal y sediento de venganza. Llegó justo a tiempo de proteger a sus camaradas caídos, disparando su cañón de batalla al tiempo que los disparos enemigos rebotaban en su impenetrable escudo iónico.

Tybalt nunca había presenciado duelo similar: la mole del Caballero Obsidiana cargaba hacia sus enemigos soportando una auténtica lluvia de fuego, hasta llegar al cuerpo a cuerpo y desmembrarlos con su espada segadora.

La tormenta arreció y el Caballero Obsidiana quedó oscurecido en su interior, hasta desaparecer por completo. Su heroicidad permitió a la Casa Terryn reagruparse, pero estaban tan diezmados que Lord Tybalt supo que la retirada era la única opción de sobrevivir. Con su escudo iónico agotado y su caparazón roto, ordenó el repliegue del contingente.

Excepto por la aparición del Caballero Obsidiana en una zona puntual, el plan de O'Shaserra había tenido mucho éxito. Siguiendo una serie de maniobras Kauyon en las que eran expertos, los Rastreadores se infiltraron en la tormenta para montar más emboscadas. Los Drones de defensa mantuvieron ocultas a las Armaduras miméticas para dejar que las tropas Imperiales se metieran en zonas de fuego cruzado o de tiro libre en las que eran aniquiladas.

Aquellas formaciones que emergían de la tormenta eran recibidas por muros de disparos de Equipos Rompelíneas, y los blancos especialmente grandes atraían la atención de las Armaduras Crisis o los Cabezamartillo. Los reactores ambientales y satélites meteorológicos de la Casta de la Tiera les permitieron invertir la tóxica atmósfera superior con gran precisión. Una zona podía gozar del cielo azul y aire limpio, mientras a pocos metros se desataban un tóxico huracán de arena que reducía la visibilidad a unos pocos metros.

Por lo demás, no importaba cuántos T'au muriesen: más y más seguían viniendo a cubrir sus huecos.

Cazar al cazador[]

Pese a su larga vida, la paciencia no era una de las virtudes del Comandante O'Shovah. Estaba deseando completar su misión y unirse a la contienda central contra la Guardia Imperial. Aquel retraso no era inesperado, no obstante, pues se sabía de antemano que los Marines Espaciales serían adversarios a la altura. Pese a haber perdido a la mitad de sus efectivos en las emboscadas T'au iniciales, los Marines Espaciales que aún quedaban estaban demostrando ser difíciles de eliminar.

War Zone Damocles - Montka-95

Habiendo visto en primera persona el nivel de destrucción que aquellos guerreros superhumanos eran capaces de causar, el Comandante O'Shovah decidió que lo más sensato era mantenerlos alejados de la batalla principal. El concienzudo plan de O'Shaserra para atacar a las fuerzas del Astra Militarum quedaría revelado si los Marines Espaciales lograban escapar de O'Shovah y reagruparse, pues su movilidad para el ataque rápido les permitiría ayudar a la Guardia Imperial a salir de la trampa hacia la que se estaban dirigiendo.

Por tanto, O'Shovah siguió buscando y destruyendo a cualquier grupo de Marines Espaciales que encontraba en las ruinas de las antiguas refinerías, sin darse cuenta de que poco a poco se estaba convirtiendo en un "cazador cazado".

Un Asesino Vindicare había sido desplegado con la misión de matar al líder T'au conocido como Comandante O'Shovah. Tras ser desembarcado, le había llevado varios días infiltrarse en el complejo T'au. Por lo general, el Vindicare había preferido utilizar su impresionante panoplia de habilidades de sigilo, pero cuando dichas tácticas podían retrasarle demasiado, había recurrido a talentos más letales, dejando a su paso un reguero de cadáveres.

Un equipo de Rastreadores T'au había detectado unas lecturas extrañas en sus escáneres, obligando al Vindicare a emplearse a fondo. Cada uno de los xenos había sido eliminado mediante un único disparo a través de la abertura óptica de su casco. Los siguientes oponentes en caer fueron un par de armaduras XV88 Apocalipsis que estaban vigilando una calle en ruinas por la que el Asesino debía cruzar. Numerosos guerreros de la Casta del Fuego, varios Equipos Miméticos e incluso una cañonera Cabezamartillo habían caído víctimas de su rifle exitus.

Una vez llegado a su destino, el Vindicare buscó una zona de disparo adecuada. Como una araña, trepó por los tejados y las espiras, disimulándose a la perfección en las sombras. Por fin, encontró un saliente de su agrado, en las plantas superiores de un edificio medio desmoronado, y se agazapó allí en completo silencio.

Su ajustado traje estaba diseñado con materiales camaleoninos, de modo que se disimulaba a la perfección con su entorno, como otro trozo más de piedra o una gárgola rota. Era una estatua que esperaba paciente, con el dedo en el gatillo de su rifle de francotirador.

Al paso de un Dron T'au, se vio obligado a cambiar de posición. El Dron sobrevoló y luego volvió a colocarse sobre él, escaneando la zona con sus sensores. Parecía que la tecnología T'au estaba captando algo. A la velocidad de un rayo, el Vindicare descargó un único disparo contra el Dron, atravesando su núcleo IA y haciendo que se precipitase contra el suelo, destruido.

Aunque estaba seguro de que tal acción había pasado desapercibida, el Asesino decidió moverse. No había margen para el error.

El solitario francotirador sabía que su blanco estaba cerca. Aunque la tecnología T'au había interferido con las comunicaciones Imperiales, el avanzadísimo equipo del Asesino no se había visto afectado. Es más, a través de su máscara recibía las comunicaciones T'au. Escuchaba sus informes y calculaba a cuánta distancia podía estar la presa. Sabía que el Comandante O'Shovah tenía pensado embarcar junto con sus cuerpos en una serie de naves Orca, y aquel parecía ser el punto de encuentro. Sólo era cuestión de tiempo...

A varias millas de distancia, pero acercándose a buen paso, los Rastreadores T'au estaban tras la pista del Vindicare. El Sub-Comandante El'Myamoto, más comúnmente conocido como Paso Oscuro, indicó a sus Rastreadores que le siguieran. Pocos días antes, algo había destellado brevemente en la periferia de su prototipo de analizador estructural, algo inquietante.

War Zone Damocles - Montka-96

Asesino Vindicare

Siguiendo un presentimiento, Paso Oscuro había decidido investigar aquella señal única. Las dudas respecto a estar persiguiendo fantasmas se desvanecieron al encontrar a las primeras víctimas, otro equipo Rastreador, todos ellos muertos sin haber llegado a disparar un solo tiro de sus carabinas de inducción. A partir de ahí se iniciaba una senda marcada por diversos cadáveres más.

Estaban siguiendo la pista de un enemigo capaz de penetrar las líneas T'au con total facilidad, y que hacía gala de una pericia de combate por encima de lo que jamás hubieran logrado los T'au, ni siquiera con la ayuda de sus superlativos sistemas de puntería. El hecho de que aquel enemigo pareciese estar dirigiéndose directamente hacia los Enclaves Farsight inquietaba mucho a Paso Oscuro. ¿Se trataba de un agente Imperial, o tal vez de un traidor T'au exiliado que había abandonado la senda del Bien Supremo?

Paso Oscuro y su equipo de Rastreadores cruzaron las ruinas de la vieja refinería, y en un par de ocasiones se vieron metidos en medio de combates, en una de ellas ayudando a un grupo de armaduras Crisis a deshacerse de una escuadra de Cicatrices Blancas motorizados. Finalmente, llegaron a una zona en la que la señal captada por el analizador estructural era más potente, si bien no llegaba a poder determinar su posición exacta.

Recorriendo las ruinas con la mirada, Paso Oscuro se fijó en la estructura más alta. Allí es donde se colocaría si él fuera un francotirador. Con una señal silente puso su equipo en movimiento.

Incluso desde la altura de su saliente, el Vindicare notó el golpe de aire de la lanzadera Orca al aterrizar. En unos instantes, las armaduras rojas empezarían a embarcar. Cuando su blanco apareció, el Asesino hizo dos disparos. El primero con munición rompepantallas, que atravesó el campo de energía de O'Shovah y destruyó su generador de escudo. Sin aquella protección, el segundo disparo ya podía penetrar la armadura del Comandante T'au y volarle la cabeza.

La Batalla de Punta Gárgola[]

Desde que un guardaespaldas interceptase su segundo disparo sobre el blanco, el maestro francotirador había estado bajo asedio. Usando su propio generador de escudo, el Comandante Bravestorm se había lanzado para dar cobertura a O'Shovah, mientras que el resto de Los Ocho formaban un muro de protección delante de su estimado líder. El resto de T'au abrió fuego contra la posición de su enemigo. Con una calma gélida, el Vindicare hizo un disparo letal tras otro contra el enjambre de T'au enfundados en armaduras rojas.

War Zone Damocles - Montka-97

Un Equipo Rompelíneas de Guerreros Fuego intentaron correr en busca de cobertura, pero todos cayeron muertos tan rápido que pareció obra de alguna macabra reacción en cadena. Tras ellos, una XV8 Crisis resultó abatido mientras intentaba ganar altura, perdiendo el control en el aire como si fuera una marioneta a la que hubiesen cortado los hilos. Pese a los disparos que impactaban a su alrededor, el Vindicare se limitaba a apuntar y disparar, sin alterarse lo más mínimo. En cuanto calculó que ya no iba a poder impactar con un nuevo disparo a su objetivo principal, se puso a correr.

Saltó y rodó a otro tejado, al tiempo que disparaba a los dos pilotos de una Piraña, haciendo que el aparato quedase desgobernado y se estrellase contra el suelo.

El Vindicare siguió avanzando, creándose una ruta de escape y matando a todo lo que le salía al paso. Sin embargo, la emboscada de Paso Oscuro fue aún más rápida, y sus Rastreadores perfectamente posicionados lanzaron contra el francotirador una andanada de disparos de sus rifles de inducción, guiados por un sistema de puntería que anticipaba los movimientos del enemigo. El Vindicare sufrió varios impactos y el rifle se le cayó de las manos.

No fueron las heridas las que le desorientaron, sino la certera granada de fotones que Paso Oscuro, cuya explosión de luz en multiespectro le alcanzó de lleno cuando ya había desenfundado y estaba a punto de apretar el gatillo de su pistola exitus. Seis Rastreadores habían caído, pero Paso Oscuro sólo estaba herido y abrió fuego contra el oponente con su carabina de inducción, mientras se le acercaba hasta tenerlo a bocajarro; y una vez allí, aún siguió disparando un buen rato contra su cadáver.

El Horror Viviente[]

Mediante la matanza premeditada de no combatientes, el Asesino Eversor esperaba hacer salir a su protector juramentado, el Comandante O'Shovah. No había nada que aquel asesino no haría a fin de completar su misión, pero para llegar hasta el objetivo iba a tener que abrirse paso a través de una guardia personal de devotos y varios cuerpos de armaduras Crisis.

War Zone Damocles - Montka-99

La cápsula del Eversor atravesó la bóveda nanocristalina del centro científico de la Casta de la Tierra. Las alarmas saltaron y los guerreros de la Casta del Fuego se apresuraron hacia el lugar donde había caído el proyectil, acelerando aún más el paso al oír ruido de disparos y gritos que provenían de allí. Tras salir de la cápsula estrellada, el Eversor atacó a sus enemigos con un fervor salvaje, moviéndose tan rápido que parecía un borrón oscuro. 

Los guerreros de la Casta del Fuego salían despedidos con fuerza hasta chocar contra los muros y partirse todos los huesos, o bien eran despedazados por proyectiles explosivos. Los ingenieros de la Casta de la Tierra intentaron usar diversas armas experimentales, pero todos fueron destripados sin llegar a lograr un solo impacto en el blanco. El pánico se extendió como un incendio, y en cuestión de minutos el complejo estaba lanzando desesperadas señales de socorro al exterior.

Hubo alguien que las escuchó, y no pudo ignorarlas. Era el Comandante O'Shovah, que se dirigió de inmediato a socorrer a sus camaradas tal y como el agente del Asesinorum pretendía.

Aunque su generador de escudo había quedado dañado en su intento de asesinato fallido, el Comandante O'Shovah estaba ansioso por unirse a la gran batalla. Según los informes que le llegaban, las fuerzas de O'Shaserra estaban viéndose duramente puestas a prueba para sostener la magnitud de su ofensiva. Era vital seguir aguantando a las fuerzas Imperiales trabadas para que no escapasen de la zona de tormenta.

El Golpe Letal no podía darse a medias. Por tanto, O'Shovah decidió dejar a la mitad de sus tropas para que cazaran al resto de los Marines Espaciales de Asalto, mientras él llevaba a los cuerpos restantes en ayuda de las fuerzas T'au. O'Shovah insistió que las reparaciones que tuvieran que hacerse se practicaran en ruta, y estaba ya embarcado en una nave Orca cuando le llegó la llamada de socorro.

La mayor de las cúpulas científicas de la Casta de la Tierra se encontraba bajo asedio. Dado que O'Shaserra estaba usando a la gran mayoría de la Casta del Fuego en su ataque perimetral, quedaban en el complejo central de Lo'vasht'au pocas tropas para resistir el asalto.

Desplegándose mediante transporte aéreo, O'Shovah y sus Cuerpos de Represalia entraron en el gran complejo abovedado por el enorme agujero que había abierto la cápsula del Asesino. Pese a haber visto ya muchos horrores en las estrellas salvajes más allá del Imperio T'au, O'Shovah quedó sobrecogido ante la escena que se presentaba ante él. El Asesino Eversor había causado estragos. Apenas había transcurrido quince minutos desde su aterrizaje, y aún así el lugar parecía un matadero.

War Zone Damocles - Montka-100

Asesino Eversor.

La sangre y los cuerpos desmembrados estaban por todas partes, pues el Eversor no se había limitado a matar a sus enemigos sino que los había despedazado. Drogado por volátiles compuestos químicos para mejorar sus capacidades, el Asesino se movía con una velocidad y energía mucho mayores que cualquier ser humano normal. El Eversor no era sólo un arma, sino más bien un instrumento de terror, un monstruo cuyo papel era mostrar a los enemigos de la Humanidad lo lejos que el Imperio podía llegar para alcanzar la victoria.

Consciente de que su blanco de misión había hecho acto de presencia, el Eversor dejó de lado la matanza y se lanzó a toda velocidad. Los sensores de las armaduras T'au hicieron sonar sus alarmas de proximidad, pero fue demasiado tarde, porque ya tenían al Eversor encima. Atravesó un muro y saltó sobre la XV8 Crisis más cercana, esquivando los disparos de plasma mientras usaba su espada de energía para cortar sin esfuerzo el blindaje nanocristalino, revelar al piloto, arrancarlo del interior, inyectarle varias toxinas con su neuroguante y lanzarlo por los aires.

La víctima cayó al suelo muerta, ardiendo por dentro, y para entonces el asesino había alcanzado ya a su segunda víctima. Cortó de cuajo una de las piernas de una armadura con la espada de energía, al tiempo que su pistola executor derribaba a otra XV8 con munición explosiva. Luego usó el cadáver del T'au caído como trampolín para saltar e interceptar a la siguiente armadura Crisis en el aire, cortando extremidades mediante una serie de maniobras acrobáticas, para volver a caer sobre un Dron de defensa y usarlo brevemente como deslizador improvisado, usando el peso de su cuerpo para obligarle a maniobrar según su deseo.

Los T'au empezaron a perder su disciplina. Intentando abatir a su enemigo, una de las armaduras Crisis disparó una andanada de fuego de cañón contra sus propios camaradas y contra una torre de plasma de la Casta de la Tierra. De inmediato empezaron a manar de su interior gruesos hilos de energía viviente, que se sumaron a la masacre. Entre O'Shovah y el Asesino se alzaba la pesada Ob'lotai 9-0. La armadura Broadside abrió fuego con un racimo de misiles, pero el Asesino los esquivó todos.

En respuesta, Ob'lotai recibió un puñetazo de neuroguante que reventó su sistema visual y dejó completamente frito su chip de IA (de haber sido un modelo de armadura pilotado por un T'au, sin duda el golpe lo habría matado).

Entonces, por fin, los T'au lograron impactar al Eversor. Fue el propio O'Shovah, usando su rifle de plasma, que lo dejó lo bastante malherido como para que los restantes de Los Ocho pudieran rematarlos a tiros. Tras una serie de espasmos, cayó muerto sobre un charco de sangre.

Duelo con la propia muerte[]

El Eversor cayó, acribillado a impactos de plasma. O'Shovah, su escolta y los equipos Crisis que les apoyaban miraban aquel cadáver humeante, aturdidos todavía por la súbita y demencial violencia del asesino. Antes de que O'Vesa en su Armadura Cataclismo pudiera avisar de que sus sensores aún captaban latidos, no solo de un corazón sino de múltiples, el Eversor saltó de nuevo al ataque y perforó con su neuroguantelete una articulación vulnerable de la Armadura Crisis más cercana.

War Zone Damocles - Montka-101

Mientras el piloto moría entre convulsiones agónicas, el Eversor giró el brazo con lanzallamas de la armadura, cerciorándose de que lo último que hiciera aquel T'au moribundo fuese abrasar a sus camaradas.

La glándula adrenal sintética del Eversor estaba sobreacelerada, y enviaba un cóctel de drogas de combate a través de sus venas. El asesino rodó por el suelo, recuperando su espada de energía en el proceso y lanzando una serie de golpes.

Tras abrirse un camino de sangre, el Eversor alcanzó a su víctima y asaltó con furia al Comandante O'Shovah. El Filo del Alba y la espada de energía se cruzaron una y otra vez, tintineando y haciendo saltar chispas a cada golpe, antes de que el Comandante T'au le disparase a quemarropa con su fusil de plasma. 

El proyectil y el fogonazo se fundieron y se estampó contra las bobinas de plasma del ingeniero. Quedó atrapado momentáneamente en corrientes abrasadoras, pero se repuso de un salto a velocidad increíble. O'Shovah estaba preparado.

Con una coordinación impecable, O'Shovah blandió el Filo del Alba en un tajo lateral que partió a la vil criatura en dos. El T'au miró atónito cómo el torso aún se arrastraba hacia su objetivo, riéndose. A su muerte, la bioquímica del Eversor le hizo estallar. 

La detonación derrumbó el domo.

La Muerte disfrazada[]

Para los pocos que saben del Asesinorum y sus templos, las Callidus quizás sean los agentes más temidos. Estas metamorfos pueden estar en cualquier parte, ser cualquiera. Cuando la asesina revela su identidad, ya es demasiado tarde. La Asesina Callidus en Agrellan llegó hasta su objetivo bajo la forma de un miembro de la casta más leal.

War Zone Damocles - Montka-103

El día anterior la Callidus había aterrizado en las afueras de Lo'vasht'au. En el transcurso de tres intensas horas, la cambiaformas suplantó primero a un Rastreador, masacrando a todo su equipo, posteriormente asumió la apariencia de un shas'ui asignado a una base de sensores en el este. Finalmente, por medio de la astucia y de cuchillos envenenados, la Callidus eliminó a aquel cuyo rostro deseaba usar. Minutos después, el noble Aun'kar se apeó de su transporte Mantarraya personal y exigió ver a O'Shaserra. No era él en absoluto.

Entretanto, el asalto principal había comenzado. En cierto modo no era tanto una batalla como un shas'ohdra, un ejercicio de la Casta del Fuego en el que líneas de fusileros hacen tiro al blanco durante horas. Desde su puesto de mando móvil, O'Shaserra permanecía atenta a la tormenta y a las continuas oleadas de ataque de los Cuerpos Contraataque que había enviado hacia aquel muro de arena y toxinas. Estaba atenta a todo, informes de comunicaciones, videoemisiones, Drones de enlace de mando y emisarios.

La tenacidad de los Guardias Imperiales asombraba a los T'au. Seguían llegando oleadas de hombres y máquinas, aún con el atroz índice de bajas sufrido. Los T'au avanzaban, eliminaban blancos hasta desorganizar al enemigo y después se replegaban ordenadamente para descansar y reabastecerse, dejando vía libre a los siguientes cuerpos en el asalto.

La necesidad de enviar continuos ataques para maximizar las bajas era agotadora, pero los T'au mantenían el ritmo, pues el Astra Militarum resultaba implacable. Esporádicamente, algún capitán, teniente o sargento inspirado trataba de burlar la trampa T'au. Algunos probaron a atrincherarse en la arena, otros lanzaron asaltos furiosos para intentar escapar a las tormentas y las líneas de fusileros T'au que rodeaban sus tropas. Todos fracasaron.

El puesto de mando móvil de O'Shaserra era poco más que un grupo de vehículos sobre una duna. Un círculo de Rastreadores protegía el perímetro, y los ingenieros de la Casta de la Tierra iban de aquí para allá, cerciorándose de que los generadores de escudo y los Drones de Defensa que protegían al grupo funcionaban correctamente. Una nave de desembarco Orca les sobrevolaba, lista para descender en caso de que fuera necesaria una evacuación rápida. Cuando llegó el transporte Mantarraya con el noble Aun'kar, el Etéreo que se sentaba en el Alto Consejo de Aun'va, se le hizo pasar inmediatamente.

La llegada al frente de un dignatario de su rango sólo podía implicar un mensaje de suma prioridad. Cuando el Etéreo y sus guardias se aproximaron, O'Shaserra dejó sus pantallas para saludarle. Pero en el último momento, algo le pareció extraño. La imitación del tono del Etéreo era perfecta, mas ella estaba acostumbrada a la presencia imponente y al aroma característico de su casta gobernante. O'Shaserra se detuvo. 

Aquel leve titubeo le salvó la vida. Las facciones de Aun'Kar ondularon y de su mano gesticulante brotó una espada. La hoja parecía parpadear, y atravesó la armadura XV22 de O'Shaserra como si fuera agua, hiriéndola en el costado. De no haber estado retrocediendo, la estocada le habría dado en pleno corazón. La líder T'au activó sus reactores y se liberó dolorosamente de la espada fásica, propulsándose hacia atrás, tambaleante.

War Zone Damocles - Montka-104

Asesina Callidus.

Una humana embutida en un traje negro ocupaba el lugar donde momentos antes había estado Aun'Kar. La metamorfo Callidus se había revelado. Nunca antes se le había escapado una presa. Era tan versada en el arte de matar que supo al instante que la espada se había clavado profundamente, pero había errado el blanco. La agente Imperial desenfundó el desestabilizador neural y disparó su amplio haz de energía electromagnética, abatiendo a dos T'au cercanos por sobrecarga cerebral y de sus receptores nerviosos. La Callidus saltó sobre los cuerpos que se convulsionaban, cerrando la distancia con sus víctimas. Su espada tenía un fulgor siniestro.

Incluso herida, O'Shaserra era una guerrera feroz (solo la puntuación de O'Shovah en el entrenamiento de combate en la Academia superaba la suya) pero ni sus ataques más rápidos podían competir con la velocidad vertiginosa de su enemiga. La Callidus saltaba sobre sus oponentes, o los ensartaba, al tiempo que esquivaba los disparos de O'Shaserra. Con un último salto, la Callidus atravesaría el corazón de O'Shaserra con su espada. No llegó aquel salto.

Los Rastreadores que rodeaban el centro de mando habían oído el ruido y corrieron en ayuda de O'Shaserra. Dos rifles iónicos erraron el blanco, pero el líder de la unidad, Shas'ui Kalas Starshroud, abrió fuego con su carabina de inducción y alcanzó a la Callidus con tal fuerza que la estampó contra los proyectores de holo-mapas. Se puso de pie rápidamente  y atacó a O'Shaserra, pero esta vez la líder T'au bloqueó el brazo armado de su enemiga con un bláster de fusión al tiempo que paraba con la rodila una patada dirigida a su abdomen.

Mas no tenía manera de bloquear la otra mano de la Callidus, que ahora aferraba una hoja larga, afilada como una aguja. Starshroud acudió al lado de O'Shaserra y trató de detener con ambas manos el descenso del estilete, pero la agente Imperial poseía una fuerza insospechada para un físico tan esbelto. La asesina, girando a la desesperada, retrocedió y lanzó un tajo contra su víctima, pero fue demasiado tarde; O'Shaserra activó su otro bláster de fusión.

Poco quedó de ella tras aquel disparo a quemarropa. Hasta los huesos se habían vaporizado. O'Shaserra sangraba profusamente. Se volvió para darle las gracias a su salvador, y vio a Kalas Starshoud con una rodilla apoyada en el suelo. Su armadura no había servido de nada ante la hoja envenenada. El Shas'ui pagó un alto precio por su heroísmo. Asfixiándose a causa de las toxinas que le consumían, murmuró sus últimas palabras.

"Por el Bien Supremo..."

El Miedo se propaga[]

Con el animus speculum enmascarando su aura carente de alma, ningún Dron ni sensor podría detectar su presencia. Aunque estaban mirando directamente al espectro de su interior, ni uno solo de los atónitos Guerreros de Fuego enviados a examinar el módulo de aterrizaje podía verle. Pero cuando la unidad embarcó en su transporte de regreso a la base, todos sentían como si les acechase el miedo.

La sensación se hubiera convertido en terror si hubieran podido ver al horrendo ser silencioso con yelmo de calavera que les acompañaba en el vehículo y que en ese mismo instante se apretaba en una esquina del transporte Mantarraya, aguardando. Había empezado la cacería de su presa.

War Zone Damocles - Montka-105

Durante la gran batalla que tenía lugar en torno a Lo'vasht'au, los grandes contraataques de la Comandante O'Shaserra desangraban a las fuerzas enemigas, minando constantemente un poderío que antaño parecía inagotable. La raza T'au no estaba familiarizada con la ironía, pues de haberlo estado se hubiesen percatado de que era el miasma contaminado de los humanos lo que ahora se volvía en su contra, canalizado por los ingenieros de la Casta de la Tierra.

Los T'au solo necesitaban aguantar más tiempo. La kor'vattra, la armada T'au, aún tardaría un mes en llegar en números suficientes como para romper el cerco de naves de guerra Imperiales sobre Bahía Mu'gulath. Era esencial que lo hiciera, pues el floreciente mundo sectorial estaba llamado a ser la nueva joya de la corona T'au, un símbolo del progreso y la invencibilidad de su pueblo, y un núcleo de expansión al otro lado del Golfo de Damocles que habría de traer aún más gloria a su imperio.

Conquistar era el derecho de su raza, pues los T'au traían el Bien Supremo a todos los pueblos.

Aun'Va en persona estaba atrapado en Bahía Mu'gulath. Como el Etéreo Supremo, Aun'Va encarnaba el liderazgo, no solo para los T'au sino también para las innumerables razas alienígenas que se habían sometido a su imperio creciente. Él era el más anciano y más sabio de la Casta gobernante, el primero entre los suyos. Él fue quien lanzó la Tercera Esfera de Expansión y quien guiaba a su pueblo hacia el Bien Supremo.

No había nada que los T'au no estuviesen dispuestos a hacer para salvaguardar al más honorable de sus Etéreos. Por ello la ubicación de Aun'Va en Bahía Mu'gulath era secreta, salvo para unos pocos. No se hallaba en la ciudad de Lo'vasht'au, aunque allí había algunos holo-clones. Los ingenieros de la Casta de la Tierra habían construido todo un módulo de mando T'au, incluyendo dependencias domésticas, oculto en las profundidades de aquella pocilga humana anteriormente conocida como Agrellan Prime.

Las ruinas de la vieja ciudad colmena se alzaban hacia las capas superiores de la atmósfera y se extendían centenares de kilómetros. Los ciudadanos y alimañas parásitas que solían atestar los bloques habitacionales de la colmena estaban muertos o bien habían sido trasladados a otros mundos en los que pudieran contribuir a la prosperidad del Imperio T'au con su trabajo.

Algún día Agrellan Prime sería demolida, pues los T'au consideraban que nada podía aprovecharse de tan cruda obra. Entretanto, aquellas madrigueras mugrientas eran un escondrijo eficaz.

Además de estar sepultada bajo la enorme extensión de la ciudad colmena, aquella ubicación también contaba con la protección de un domoescudo y numerosos cuerpos de la Casta del Fuego. Allí abajo Aun'Va seguía las batallas mediante holo-mapas, e iba de acá para allá sobre su deslizadron con su guardia de honor replicando todos sus movimientos estoicamente. Ocultarse había sido difícil para el Etéreo Supremo, y a pesar de los sistemas de purificación del aire, el lugar aún hendía a gue'la y a barbarie.

War Zone Damocles - Montka-106

Asesino Culexus.

Aun'Va se mantenía ocupado preparando discursos de victoria que retransmitir a todo el Imperio T'au. Seguía indeciso entre omitir cualquier mención al Comandante O'Shovah, o hilvanarla en la historia de un discípulo descarriado que regresaba junto a su bondadoso maestro. Se hallaba repasando sus planes cuando las luces parpadearon y se apagaron, dejando al centro de mando iluminado tan solo por el tenue brillo de las luces de emergencia. Los sistemas de apoyo y los generadores secundarios se activaron y el centro volvió a estar a pleno rendimiento en cuestión de segundos.

Todos los consejeros y Etéreos se miraron, haciéndose la misma pregunta. La tecnología T'au no fallaba. Los equipos de ingenieros ya se habían dispersado por los corredores del complejo, con Drones obreros tras ellos. Probablemente no era más que un fallo ocasionado por un desplazamiento en los desvencijados cimientos de la ciudad. Mas una inquietud creciente se adueñó de los presentes. La incomodidad fue un aumento hasta que el aire se podía cortar con un cuchillo.

Había una buena razón para tener miedo.

Un horror recorría las calles vacías y las ruinas de Agrellan Prime. Pasaba inadvertido, salvo por el desasosiego que proyectaba ante sí. Se movía como una araña, gateando por conductos de acceso, por túneles estrechos, siempre en busca de su objetivo. El complejo T'au, resplandeciente y de líneas limpias resplandecía entre las ruinas; brillaba, de tan nuevo que era, en aquel lugar oscuro de la vieja ciudad colmena. El asesino Culexus había llegado e iba a matar a Aun'Va.

El agente Imperial entraba y salía de la realidad, solo era un borrón para los sensores T'au. El miedo le precedía, hacía temblar a quien estuviera cerca e incluso ralentizaba y detenía el funcionamiento de las IA. Este terror viviente era una anomalía carente de alma, un espectro inhumano de los terrores de la Disformidad. Se deslizaba por el techo sobre ingenieros crispados y, una vez rebasados, saltaba al suelo y seguía caminando. Su rostro cadavérico escrutaba a derecha e izquierda, buscando a su víctima a través de las paredes.

Una ráfaga de su animus speculum abatió a dos guardias. Su armadura era inútil contra las descargas mentales. Un par de Drones, incapaces de apuntarle, fueron derribados y destruidos. La criatura vestida de negro se adentraba en el complejo de mando y dejaba un rastro de muerte a su paso. Los Equipos Rompelíneas recibieron una alerta de intrusión y abrieron fuego a ciegas por los pasillos, tan solo para ser destruidos por ráfagas de energía psíquica negativa o despedazados en cuerpo a cuerpo.

El Culexus se acercaba a su objetivo.

Espectro de Muerte[]

Todo empezó como una inquietud creciente y se convirtió en puro terror. El Culexus irrumpió en el centro de mando con una orgía de destrucción. Los Guerreros de Fuego que custodiaban la sala se desplomaron expirando con un grito de horror. El Culexus parecía materializarse y desvanecerse mientras desataba todo el poder de su animus speculum.

War Zone Damocles - Montka-107

Aun'Va estaba herido, y su mente en llamas. Su guardia de honor, a sabiendas de que perecerían, se interpusieron entre aquel espectro y su señor, parando el asalto. Solo aquel noble sacrificio permitió que Aun'Va escapase sobre su deslizadron, golpeando las paredes impolutas del corredor y mirando sobre su hombro por temor a ser perseguido.

Los corredores estaban sembrados de cadáveres, todos ellos con el rostro contorsionado en una mueca de terror absoluto. Consciente de que no quedaba nadie para defenderle, Aun'Va asumió que debía huir. Las puertas de triple escudo se abrieron a su orden y el Etéreo Supremo entró en la colmena abandonada. El terror le pisaba los talones. La certeza de que la pesadilla negra le perseguía con absoluta frialdad empujaba a Aun'Va.

Su mente palpitante le mostraba imágenes de una máscara de muerte burlona. Cuando el deslizador dejó de funcionar, quizás averiado por la huida o durante la batalla, Aun'Va se apeó y continuó la marcha tan rápido como sus ancianas piernas le permitían. Giró por corredores, se trastabilló por las calles vacías y trepó por peldaños corroídos hasta llegar a una gran estructura dotada de arcos. Aquel edificio jalonado de gárgolas era viejo, grotesco y carente de utilidad desde hacía mucho tiempo.

En definitiva, era todo lo que a Aun'Va le repugnaba de la Humanidad. Allí bajo aquellos arcos, el asesino Culexus alcanzó por fin a su presa.

El final no fue rápido ni misericordioso.

Retirada Imperial[]

La Fuerza Retributiva del Deber debía eliminar de Agrellan toda presencia de la raza xenos conocida como los Tau, pues quienquiera que ose enfrentarse al Imperio debe sufrir las consecuencias. Aquella misión había sido un fracaso y ahora otros elementos de la fuerza de asalto tenían prioridad. Así comenzó la evacuación de las fuerzas del Astra Militarum.

War Zone Damocles - Montka-109

Los Marines Espaciales que habían escapado a la emboscada de O'Shovah  se abrieron paso combatiendo hasta los puntos de evacuación y regresaron a sus naves en órbita. Estaban rearmándose y coordinando su redespliegue cuando les llegó la noticia. Un nuevo Lord General había sustituido a Lord Troskzer, y su primera orden había sido la retirada inmediata del Astra Militarum de Agrellan. Todos los Capítulos volvieron su atención hacia Kayvaan Shrike, pues los Adeptus Astartes no estaban sometidos a más autoridad que la suya, y querían ver que hacía su oficial de mayor rango.

Shrike anunció que la Guardia del Cuervo partiría en el plazo de una hora. Los Adeptus Astartes embarcaron rápidamente, rumbo a otros destinos, pues había más llamadas de socorro que fuerzas Imperiales para responder a ellas. Su senda era la de la guerra y poco les importaban los asuntos de una campaña o un planeta. No obstante Kor'sarro Khan estaba furioso.

Una vez más, el Khan se quedaba sin su presa. Una vez más, no regresaba con la cabeza de la Comandante O'Shaserra. Era lo bastante terco para hacer caso omiso a las decisiones ajenas y seguir adelante con los supervivientes de su compañía, pero recibió órdenes adicionales. Procedían del Señor del Capítulo Jubal Khan. Los guerreros de la 3º Compañía y su grupo de apoyo eran necesarios en Chogoris, urgentemente. No podían retrasarse. Necesitaban al Khan para luchar contra los Corsarios Rojos.

El Coronel Starkzahn seguía enviando compañías de refresco a la tormenta cuando recibió la orden. Una retirada no era una maniobra sencilla, especialmente ante un enemigo agresivo y en condiciones meteorológicas letales. Si Agrellan hubiera sido un planeta pacificado, la retirada habría llevado de quince a veinte días. Starkzahn tenía menos de tres.

A las pocas horas de la retirada del frente remitió la tormenta, lo que confirmaba las sospechas del Imperio. Unas pocas horas después, los T'au lanzaron el primer golpe de mano contra los flancos de las columnas en retirada. El Coronel en persona organizó las labores de retaguardia, repeliendo varios ataques de las fuerzas T'au, más móviles, e impidiendo que la evacuación degenerase en desbandada.

War Zone Damocles - Montka-110

Era evidente que no todas las tropas llegarían a lugar seguro, incluso después de que el Lord Almirante Hawke habilitase aún más  puntos de transporte, lo que permitiría evacuar a más tropas Imperiales.

Ya fuese porque no estaban satisfechos con su victoria o porque no estaban convencidos de la retirada del enemigo, los T'au contraatacaron con frecuencia y sin piedad. Las emboscadas ralentizaban a las fuerzas Imperiales o les debilitaban en persecuciones inútiles. Pero lo peor eran los ataques aéreos. Los cazas atmosféricos Imperiales se hallaban concentrados en torno a las zonas de aterrizaje, lo que dejaba a las grandes concentraciones de tropas de tierra vulnerables a los ametrallamientos y bombardeos de la Casta del Aire.

Vencida, harapienta y con los primeros síntomas de envenenamiento por radiación, la infantería del Astra Militarum marchaba penosamente bajo el sol abrasador.

Muchos oficiales de alto rango fueron separados de la tropa durante la retirada y transportados en Valquirias hasta las zonas de aterrizaje. Se evacuó a los más condecorados, como al Noble Comandante Pask, convaleciente de sus heridas. Operaciones especiales transportó al Alto Rey Tybalt y al resto de sus Caballeros, que regresaron a Voltoris para un muy necesario mantenimiento. No se halló rastro del Caballero Obsidiana, más Tybalt estaba seguro que aquel torvo guerrero reaparecería para atormentar a los T'au. Era el único pensamiento que le reconfortaba.

Además de los oficiales, se priorizó el transporte del equipo pesado. Muy lejos de allí, los responsables del Departamento Munitorum habían pensado, con buen criterio, que el material era mucho más difícil de reponer que los millones de soldados que serían abandonados. Si alguien le hubiera preguntado a Starkzahn, se habría negado a abandonar a sus hombres. Pero no tuvo que tomar tal decisión, pues no hubo evacuación especial para él.

Relato Oficial: Retirada Imperial[]

El Lord Almirante Hawke observó a los oficiales reunidos en el puente. Le complacía que fueran lo bastante profesionales como para no preguntar quién faltaba. Había pasado por ello tantas veces que no resultaba incómodo, pero era más fácil trabajar con quienes comprendían el precio del fracaso. Tras aclararse la voz, el almirante habló.

- "Como saben, la evacuación está prácticamente completa. Sufrimos un pequeño retraso respecto a la hora estipulada de partida, dado lo cual solo podremos hacer un mínimo esfuerzo por evacuar a todas las tropas de tierra", dijo solemnemente el Lord Almirante. "He hecho tantas concesiones como permitía la prudencia".

El almirante hizo una pausa y miró a los oficiales reunidos, como para recordar quiénes estaban presentes.

- "De hecho, he sido poco prudente, pues he enviado a todos los transportes disponibles a la superficie. Aún así, la estimación que, en el plazo de una hora, solo habrá a bordo de la flota un cincuenta por ciento de los supervivientes del Astra Militarum".

El Lord Almirante Hawke se detuvo. Sabía que eso suponía condenar a muerte a todo soldado que permaneciese en Agrellan. Esperaba que algún oficial joven protestase, pero ninguno lo hizo. "Por último", dijo Hawke, "antes de que tomemos rumbos distintos, disuelvo formalmente la Fuerza Retributiva del Deber. Buena suerte, caballeros, y que el Emperador les proteja". 

Saludó como dicta el reglamento de la Armada Imperial. Los hombres devolvieron el saludo y abandonaron la sala. El tecnosacerdote de la Archeotesoro seguía allí. Mala señal, pensó Hawke.

- "Almirante Hawke," carraspeó. "Una última petición de Marte".

Relato Oficial: El Golfo de Damocles Iluminado[]

El Lord Almirante Hawke, comandante de la 478º Flota de Batalla Ultima, aguardaba impaciente. El Tecnosacerdote era jorobado, respiraba con el siseo de válvulas y caminaba con el ritmo de pistones. Avanzaba lentamente precedido por un séquito que mecía incensarios humeantes y salmodiaba sin cesar. Traían un sarcófago consigo.

El encapuchado se inclinó ante el Almirante Hawk y, tras ajustar una serie de diales en su placa pectoral, habló. El tono y la expresión de su voz eran mecánicas.

War Zone Damocles - Montka-111

- "Lord Almirante, este es el regalo de Voxodecimus Nyle 96º de Marte. Os envía el presente de la llama del mundo. Instalad la ojiva en un torpedo. Mi señor os ruega que la lancéis contra las tormentas nebulosas del hemisferio norte de Agrellan como regalo de despedida. Nemo mea poena effugit". Acto seguido, se rió con un sonido espantoso. Prosiguió. "Quienes sembraron las nubes de tormenta, ahora recogerán vendavales. Nuestra nave, la Archeotesoro, pronto bendecirá todo el Golfo de Damocles".

La criatura volvió a reír antes de desconectar los diales de su pecho. Ofreció una última reverencia y trazó con la mano la bendición del Omnissiah para dar por finalizado aquel encuentro. El séquito de túnicas rojas emprendió la larga caminata hasta su lanzadera.

En su dilatada e ilustre carrera, el Lord Almirante Hawke había presenciado dos Exterminatus y sabía que esto no era aquel ritual. Ignoraba lo que había lanzado sobre Agrellan, pero se alegraba de no tenerlo ya a bordo de su nave.

Contempló desde su puente de mando lo que la ojiva le hizo a Agrellan, cubriendo al mundo con un furioso mar de fuego, tornando su color de gris a un naranja intenso y antinatural.

La Archeotesoro no tardó en cumplir su siniestra promesa, incendiando la nebulosa.

El Golfo de Damocles se iluminó.

El amanecer de una nueva era[]

El mundo que había representado las esperanzas y aspiraciones del creciente Imperio T'au simbolizaba ahora otra cosa. Su raza nunca había paladeado tan a fondo la amarga derrota. Las numerosas que habían sufrido marcaban el fin de una era y la entrada de lleno en una nueva era sangrienta, una era de guerra.

Bahía Mu'gulath ardía.

Antes de abandonar la órbita, las fuerzas Imperiales habían inflamado de algún modo la extraña mezcolanza de gases arremolinados entorno al hemisferio norte de aquel planeta gigante. La reacción en cadena provocó tormentas ígneas que barrieron la tierra. No había modo alguno de que los artefactos ambientales detuvieran o controlaran aquello. Todo lo que no estuviera bajo un domo protector estaba condenado. Y solo quedaba un domoescudo, uno enorme que se extendía sobre Lo'vasht'au. Perecieron muchos millones de T'au, al igual que los soldados que el enemigo dejó atrás.

War Zone Damocles - Montka-113

Cuando la kor'vattra llegó, no reconoció el planeta. Las noticias que traían eran aún peores. No solo ardía Bahía Mu'gulath, el peculiar accidente conocido como Golfo de Damocles se había convertido en un infierno. Las rutas laberínticas que tanto le había costado a los T'au desentrañar volvían a ser intransitables. Durante muchos días, quienes habían quedado atrapados al otro lado de la gran barrera hubieron de afrontar el descorazonador hecho de que, muy probablemente, jamás volverían a ver los mundos sectoriales y que estaban aislados de su imperio para siempre. Las comunicaciones podían atravesar la barrera, pero las astronaves no.

Los ingenieros de la Casta de la Tierra, no obstante, seguían trabajando sin cesar para perfeccionar un escudo que protegiera a las naves de los gases altamente corrosivos. Las primeras pruebas fueron positivas, y algunas naves sobrevivieron a la travesía por el Golfo de Damocles, pero el índice de fallos era demasiado elevado.

O'Shaserra se había recuperado de sus heridas, si bien aún se le agotaban las fuerzas con rapidez. Como Comandante Suprema de la Casta de Fuego del Imperio T'au, pasó mucho tiempo en interminables sesiones del Alto Consejo de Etéreos, pues había mucho que planear y que discutir. 

Circulaban terribles rumores por el Imperio T'au, pero el anuncio de que en pocos días el Etéreo Supremo Aun'Va retransmitiría un discurso bastó para disipar todos los miedos y dudas. Su nueva intervención se emitiría a todos los mundos sectoriales y más allá. Iba a ser un mensaje de esperanza y de coraje, un mensaje dirigido a todos los retoños del Bien Supremo.

O'Shovah se había marchado de Bahía Mu'gulath y regresado al exilio en sus Enclaves. Su marcha había sido repentina e inesperada. Se marchó antes de que el Alto Consejo de Etéreos llegase a la inevitable conclusión de que debía ser capturado y juzgado por traición al Imperio T'au.

Relato Oficial: El amanecer de una nueva era[]

Con solo tocar un control, el Comandante O'Shovah aumentó la potencia del Filo del Alba. El icor alienígena que empapaba la hoja se evaporó con un siseo. Sus sensores indicaban que la siguiente oleada de atacantes Tiránidos llegaría a la cresta en breve. Si el Comandante Brightsword no llegaba pronto con refuerzos, O'Shovah y lo que quedaba de sus cuerpos serían arrollados.

O'Shovah ya había luchado contra estas criaturas, los T'au les llamaban en su idioma los voraces Yhe. Había presenciado la destrucción que podían causar. Consumían planetas enteros, sin dejar más que un núcleo ruinoso desprovisto de toda vida. Hallarlos en ese lugar, el fértil mundo de T'lasla, tan próximo a sus Enclaves, era una situación bastante aciaga.

War Zone Damocles - Montka-114

Debía exterminar a la infestación. A pesar de que los alienígenas de extremidades afiladas iban directos hacia él, los pensamientos de O'Shovah estaban en otro lugar. No había pasado mucho tiempo desde que abandonara el infierno de Bahía Mu'gulath. Sin embargo, seguía reproduciendo mentalmente sus últimos momentos en aquel planeta, una y otra vez.

O'Shovah había estado observando los ceremoniosos preparativos del discurso holográfico de Aun'Va cuando llegó O'Shaserra. Le preguntó que le parecía que se usaran holografías para convencer al pueblo de que el Etéreo Supremo aún vivía, pero ella le interrumpió. "El Alto Concilio de Etéreos pronto me dará la orden de apresarte. Te someterán a la Prueba de Juicio".

Él ya lo sabía, por supuesto, pero no sabía por qué su antigua camarada le había revelado esa información. De haber seguido vivo Aun'Va, habría identificado alguna treta que llevase a otra manipulación superior. Pero dado que no lo estaba, O'Shovah asumió que O'Shaserra había optado por decírselo por iniciativa propia. Un motivo valiente.

O'Shaserra volvió a romper el silencio. "Creo que tu regreso para ayudar a nuestro imperio es un gesto noble, un acto digno del Bien Supremo. Merece una respuesta apropiada". O'Shaserra calló, como sopesando cada palabra de su respuesta. "Te sugiero que partas de inmediato".

- "¿Qué harás si me niego?" le preguntó.

- "Sigo órdenes". Fue su única respuesta.

O'Shovah dejó atrás las llamas de Bahía Mu'gulath mientras el holograma del Etéreo fallecido comenzó su emisión. Sus guerreros escucharon el discurso de Aun'Va durante su peligrosa travesía de vuelta a casa. Habló de las trágicas pérdidas del imperio y de cómo les fortalecerían. Hablo de cómo, ahora más que nunca, la iluminación debía derrotar a la barbarie. La imagen de Aun'Va habló de cómo no debían volver a subestimar al enemigo, jamás.

La flota de los Enclaves recibió la llamada de socorro muy cerca de T'lasla, un planeta señalado para futura colonización. Ahora no era el momento de divagar, pues una marea viviente coronaba la cresta. Las hordas de Leviathan habían llegado. El fuego de inducción les dio la bienvenida. Sin rastro alguno del Comandante Brightsword, O'Shovah trazó un nuevo plan, elevándose con sus reactores mientras acribillaba al enemigo en tierra con su fusil de plasma.

Podcast[]

Wikihammer-LVDH v2


Fuentes[]

  • Libro de Campaña Zona de Guerra Damocles: Kauyon
  • Libro de Campaña Zona de Guerra Damocles: Mont'ka 
Advertisement