Historia[]
No debería resultar una sorpresa el que el pasado de la Inquisición esté envuelto en el secreto. Incluso los mismos Inquisidores solo disponen de la más nebulosa comprensión acerca de cómo fue fundada su organización, y deben de depender de centenares de dispares y a menudo contradictorias leyendas para guiarse. De hecho, existe una rama de la propia Inquisición, llamada la Ordo Originatus, dedicada a desentrañar diez milenios de mitos, exageraciones y mentiras. Esta es una tarea my difícil, que casi resulta imposible debido al trabajo opuesto desarrollado por la Ordo Redactus, la cual enfoca sus esfuerzos en oscurecer deliberadamente el pasado para evitar que los enemigos de la Humanidad pudieran descubrir cualquier posible ventaja a través del conocimiento de los comienzos de la Inquisición.
En lo que casi todas las leyendas coinciden y están de acuerdo es que la Inquisición fue fundada por Malcador el Sigilita por orden del Emperador. A medida que se desarrollaba la historia, en los últimos días de la Herejía de Horus, Malcador llevó a cuatro hombres y mujeres ante el Emperador, individuos de una lealtad, una lealtad y una fortaleza mental sin mácula, los cuales le servirían bien en los años que se aproximaban. Más allá de este acontecimiento, las leyendas divergen, otorgando múltiples identidades a cada uno de los cuatro individuos, algunas de ellas totalmente ridículas, muchas creíbles y todas ellas igualmente imposibles de probar y demostrar.
Aunque es de conocimiento público la existencia de la Inquisición, sus acciones son casi imposibles de seguir. Los registros están sellados, han sido restringidos, o directamente han sido destruidos. Los testigos son silenciados, sufren borrados mentales telepáticos o son asesinados en cuanto surge la ocasión. Sin embargo, las señales están ahí para todo aquel que sepa en donde mirar para encontrarlas. Muchos eruditos imperiales creen que la Inquisición ha jugado un papel primordial en momentos importantes de la historia, como la Segunda Fundación, la Decapitación o la Caída de Nova Terra.
Existen lagunas en los registros oficiales que indican que ramas enteras del Adeptus Terra fueron pasadas a cuchillo en el pasado, ¿y quién sino la Inquisición tendría la autoridad para llevar a cabo tal cosa, y ni mucho menos para ocultar posteriormente tal acción? Aquellos que buscan hallar información acerca del pasado de la Inquisición pasan su vida sin encontrar ni una sola prueba, y aquellos que logran descubrir aunque sea una sola pista suelen tener tendencia a desaparecer. Algunos llegan a atraer sobre sí mismos la atención de algún Inquisidor porque sus habilidades se consideran importantes y útiles para continuar con la misión y lograr las metas de la Inquisición. Muchos sencillamente perecen, y sus cuerpos sin vida son encontrados posteriormente en situaciones tan vergonzosas que poner en tela de juicio su carácter y credibilidad.
La Inquisición vigila el Imperio, y no se preocupa de ser vigilada a su vez.
Las Órdenes Inquisitoriales[]
Debido a que la Inquisición no posee ni una jerarquía formal ni un liderazgo claro, cada Inquisidor es libre de perseguir la misión de la supervivencia de la Humanidad de la forma que él o ella consideren más adecuado. Los compañeros de similares ideas suelen reunirse para investigar áreas de mutuo interés o preocupación, uniéndose en una de las muchas Ordos Inquisitoriales. Cada Ordo se alza y declina con los tiempos, ya que muchos Inquisidores se mueven libremente entre ellas de acuerdo con donde consideren que deben estar. Cuanto mayor sea el nivel de actividad demoníaca, tanto más crecerá la Ordo Malleus. En tiempos de herejía, la Ordo Hereticus crece para hacer frente a la amenaza. Una Ordo puede estar inactiva durante años, existiendo solo como un dato histórico a pie de página hasta que su campo de estudio vuelve a cobrar relevancia una vez más. Sin embargo, la naturaleza de la Galaxia es tal que ciertos peligros, en especial los representados por los Demonios, los alienígenas y los herejes, siempre están presentes. De acuerdo con ello, las Ordos dedicadas a combatir dichas amenazas, es decir, la Ordo Malleus, la Ordo Xenos y la Ordo Hereticus, son consideradas como Ordos Majoris, ya que su vigilancia nunca acabará. De igual modo, existen asimismo muchas categorías de Ordos Minoris, ramas menores dedicadas a lidiar con peligros menos frecuentes.
La asociación con una de las Ordos Inquisitoriales no es un asunto de alianza absoluta, ya que no están más estructuradas que la propia Inquisición. Esto tampoco niega la posibilidad de que un Inquisidor se involucre en asuntos tocantes o referentes a otra Ordo. No existen jurisdicciones formales, y los Inquisidores investigan y actúan según consideran oportuno. De hecho, muchos Inquisidores podrían discutir que compartimentalizar a los enemigos de la Humanidad sería un trágico error, ya que demasiado a menudo las fronteras entre las diversas disciplinas son tan finas que casi resultan inexistentes. Una plaga de mutaciones puede originarse debido a una infestación alienígena, o una floreciente población de psíquicos podría resultar ser la vanguardia de una inminente incursión demoníaca.
La pertenencia a una Ordo concreta es un asunto de intereses, un campo de estudio, de hecho. Si un Inquisidor declara que pertenece a la Ordo Malleus, sus compañeros sabrían que su esfera de acción está centrada en asuntos demoníacos. No necesitan buscar ninguna clase de aprobación para hacerlo, ya que un Inquisidor no tiene otros superiores que no sean los que él mismo decida reconocer como tales. En ocasiones existen ciertos elementos de jerarquía dentro de una Ordo, aunque son bastante nebulosos y altamente informales. A medida que un Inquisidor crece en conocimiento y experiencia, obtiene estima, y por consentimiento común suele ser agraciado con un título, como "Gran Maestro". Estas son tan solo marcas de respeto, y no de autoridad incondicional. Otros Inquisidores podrán obedecer a uno de sus colegas debido a su experiencia o reputación, pero no se les exige actuar así en modo alguno.
Incluso dentro de una Ordo, los campos de investigación y tareas suelen superponerse por completo. Cada rama, después de todo, tiene un potencial casi infinito para el estudio y la investigación. Aún así, a veces los Inquisidores se agrupan en una asociación poco definida llamada un cónclave. Un cónclave suele ser convocado a petición de algún Inquisidor respetable que precise del conjunto de habilidades, conocimiento y recursos de sus iguales para enfrentarse a una amenaza demasiado grande para que un sólo Inquisidor se enfrente a ella, como un ¡Waaagh! Orko, una incursión demoníaca a gran escala o una plaga de herejía.
De manera general, un cónclave agrupará a miembros de una sola Ordo, aunque no es insólito oír hablar de cónclaves que incluyen a miembros pertenecientes a varias ramas de la Inquisición, si es que la situación lo precisa. Los miembros de un cónclave no suelen adoptar un papel de liderazgo militar, ya que prefieren que esos asuntos queden en manos del comandante de cualesquiera que sean las fuerzas que el cónclave haya solicitado. De todos modos, el cónclave enviará seguramente a un representante para supervisar todas las acciones militares, asegurándose de que no se tergiversa el objetivo de la misión en el calor del combate. Si fuera necesario, este emisario podría reclamar para sí el mando de toda la misión, pero muchos Inquisidores encuentran preferible el permanecer en las sombras mientras los ejércitos del Emperador hacen el trabajo sucio.
De Puritanos y Radicales[]
La existencia de desacuerdos entre las Ordos, o entre distintos cónclaves, es algo bastante raro, ya que cada uno de ellos tiene sus propias áreas de interés perfectamente definidas. Sin embargo, lo mismo no puede decirse sobre los Inquisidores de una Ordo en particular. Las principales causas de desacuerdo suelen centrarse en los métodos empleados para combatir a los enemigos de la Ordo. Algunos Inquisidores creen que el enemigo sólo puede ser vencido empleando sus mismas armas, como por ejemplo utilizar hechicería contra los Demonios. Para otros tales compromisos son anatema, ya que invitan a la corrupción de la obra de la Ordo para obtener un beneficio cuestionable.
Tales desacuerdos suelen presentarse como conflictos entre filosofías Puritanas y Radicales, pero la verdad es mucho más compleja. La distinción entre ambas posturas no es absoluta, sino relativa, y se forma únicamente dependiendo de las opiniones subjetivas del observador. Pocos Inquisidores se consideran a sí mismo como Radicales o Puritanos, aunque no suelen dudar en etiquetar a otros según esos nombres. Un miembro de la Ordo Malleus no tardaría casi nada en declarar como Radical a un colega por utilizar saberes prohibidos para atar a un Demonio y obligarlo a obedecer sus órdenes, sin apenas reconocer que otros miembros de su Ordo pueden considerarle a él como peligroso por atreverse a consultar un tomo de conocimientos blasfemos, aunque no tuviera la intención de utilizar el saber contenido dentro del tomo. Para algunos miembros de la Ordo Xenos, incluso aprender una lengua alienígena puede considerarse como algo peligroso, mientras que otros no consideran incorrecto el contratar a mercenarios xenos para luchar en sus guerras. Dentro de la Inquisición, la verdad es algo relativo.
Debido a la propia naturaleza de la Inquisición no es posible apelar a un poder superior cuando un Inquisidor considera que uno de sus compañeros se ha alejado irrevocablemente del camino correcto. Quizá, si consiguiera reunir las pruebas suficientes, podría presentarse el caso ante un cónclave, y podría formularse un juicio con pena de "Excommunicate Traitoris". De manera más usual, un Inquisidor es libre de tomar un asunto y resolverlo con sus propias manos. Debido a las sutiles distinciones entre males necesarios e innecesarios, pocos Inquisidores se involucrarán voluntariamente en una pelea entre sus compañeros.
Cada desacuerdo representa un peligro de crear división dentro de la Inquisición, y es mejor que dichos asuntos se mantengan al nivel de una discusión personal. La mayoría del tiempo, esos desacuerdos acaban desapareciendo por sí mismos o acaban siendo superados por amenazas genuinas, aunque a veces degeneran en auténticos conflictos directos entre los dos Inquisidores y sus respectivos agentes.
Las luchas ideológicas entre los Radicales y los Puritanos no son enfrentamientos para dirimir entre lo que es correcto o incorrecto, ya que tales definiciones sencillas apenas pueden aplicarse al trabajo de un Inquisidor. Los métodos Radicales pueden servir para salvar la vida a millones de personas, mientras que la cerrazón de mente de los Puritanos puede condenarlas. Por desgracia, no hay forma de conocer el desenlace de estas situaciones hasta que se producen. Un Inquisidor podría leer el "Grimorio Malefact", y emplear su conocimiento para cerrar una Fisura Disforme, pero al hacerlo se expone a abrir su alma al Caos y convertirse en aquello a lo que más teme. Quienes tienen un modo de pensar Puritano consideran que tales riesgos son innecesarios y temerarios, y buscarían otros medios para cerrar la Fisura Disforme, incluso si el retraso en encontrarlos condenara a varios mundos. En este caso, la metodología Radical podría parecer ser la correcta. Pero, ¿y si al abrir su mente a la Disformidad, el lector del "Grimorio Malefact" es posteriormente poseído por un Demonio que causa más daño que el que hubiera causado la propia Fisura Disforme? Debería resultar poco sorprendente el que muchos Inquisidores se aferren a una única certeza o creencia, ya que dudar de las propias acciones representaría el quedar a la deriva dentro de un mar de posibilidades, incapacitado para actuar por miedo a seguir el curso de acción equivocado.
Filosofías[]
Muchos Inquisidores se labran un camino único a través de la Galaxia, confiando en su propio juicio y conocimiento para prevalecer. Sin embargo, en la naturaleza de la Humanidad está el impulso de buscar el consenso, un camino común sobre el que proceder, y los Inquisidores no son diferentes. En cualquier momento hay conjuntos de filosofías permitidas dentro de la Inquisición, cada una de las cuales está considerada como el camino hacia la verdad y salvación absolutas por sus seguidores. Estas no son doctrinas, sino ideas puestas a prueba con cada herramienta a disposición de los Inquisidores. Si un Inquisidor decide adoptar una filosofía excluyendo todas las demás, no es porque sus principios ayuden a cubrir una necesidad religiosa, sino porque él o ella han llegado a adoptar sus principios como una verdad definitiva.
Del mismo modo que el tamaño de una Ordo concreta aumenta y disminuye, también lo hace la popularidad de cada filosofía. Algunas brillan brevemente, mientras que otras perduran a través de los milenios. Aunque en ocasiones son perseguidas por la tenacidad de sus creencias religiosas, son teorías fundadas en la razón y probadas con un rigor casi científico. Los Inquisidores son, en primera y última instancia, hombre y mujeres prácticos que no buscan desaprovechar o desperdiciar esfuerzos o tiempo en doctrinas que se demuestra que no son sino ideas rebuscadas pero estériles.
Estas filosofías a veces son tan amplias que se abren camino entre las distintas disciplinas Inquisitoriales, atrayendo y agrupando a Inquisidores de ideas similares procedentes de varias Ordos. A veces estos grupos reciben el nombre de facciones, aunque dicho término es erróneo, ya que implica la existencia de una estructura donde no la hay. Todo el mundo es igual a la hora de seguir una filosofía de vida, aunque puedan seguir métodos diferentes para lograr el mismo objetivo. Por ejemplo, un Thoriano, que cree que el alma del Emperador podría renacer en un nuevo cuerpo de carne y sangre, podría proceder de varias Ordos diferentes. Mientras que un Inquisidor de la Ordo Xenos buscaría tecnología genética alienígena para crear un nuevo cuerpo, un miembro de la Ordo Malleus podría investigar en los estudios sobre la Disformidad para descubrir cómo se podría guiar al espíritu del Emperador hasta el mundo físico. Entretanto, un Inquisidor de la Ordo Hereticus podría colaborar aportando sus propias investigaciones acerca de las leyendas de la Eclesiarquía.
Sin embargo, para cada Inquisidor dedicado a una de estas filosofías, siempre existe alguna que se le opone, considerándola una locura Radical y buscando maneras de destruir toda traza posible de su existencia. Después de todo, en el corazón del propósito de la Inquisición está el credo "No confíes en nadie", y esto se aplica tanto, o quizá incluso más, a los compañeros Inquisidores de uno mismo que al resto de los seres vivientes.