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Cthonia fue el mundo natal de los Lobos Lunares, posteriormente conocidos como los Hijos de Horus, y actualmente como la Legión Negra. Aquí aterrizó y se crió el Señor de la Guerra Horus Lupercal, el primer Primarca descubierto por el Emperador
Historia[]
Orígenes[]
Cthonia era un mundo de dura roca, taladrado por túneles y ciudades subterráneas como por un ejército de gusanos, que orbitaba una estrella azul furiosa y moribunda en medio de un Sistema por lo demás deshabitado. Colonizado en un pasado perdido, Cthonia era un mundo rico en recursos que había sido destripado a lo largo de miles de años hasta quedar convertido en un cascarón hueco. Sus redes de minas habían producido antaño minerales adamantinos, gemas y polvo cristalino en grandes cantidades, usados como alimento para la Era Oscura de la Tecnología. Cosechando estas riquezas la Humanidad había excavado cada vez más hondo en la corteza de Cthonia, y cubierto su superficie con costras de colmenas procesadoras que acabaron por derrumbarse y hundirse en las interminables cavernas que había bajo ellas. A medida que las minas se hundían cada vez más en las profundidades, se convirtieron en un eco del infierno de las leyendas: el aire estaba lleno del olor del azufre y de puro calor, los rostros de las bandas de trabajo quedaban iluminados por el brillo de las rocas que picaban. La muerte llegaba fácilmente en Cthonia y tenía muchas caras: una brecha de magma en un túnel minero, un terremoto que se tragaba una colmena, una bolsa de gas venenoso que se filtraba por los pasadizos. Incluso en sus mejores tiempos, había muchas formas de morir, pero las colmenas de Cthonia rebosaban de habitantes que vivían brevemente entre el calor de las minas o el ambiente cargado de polvo de las plantas procesadoras.
¿Quiénes eran los amos de este mundo infernal? ¿Quién se alimentaba de las riquezas arrancadas de su corazón? Nadie está seguro. Algunos afirman que fueron los Sacerdotes de Marte, siempre avariciosos de materias con las que alimentar sus ciudades forja. Otras fuentes indican que fue un reino estelar que se deshizo mucho antes de que la unidad fuese un sueño en Terra. Sin importar quién fuera, el corazón de Cthonia fue devorado hasta que se convirtió en un cadáver vacío. Después, quizá antes incluso de la venida de la Vieja Noche, Cthonia se convirtió en un mundo huérfano, abandonado a la entropía y la violencia, y antes siquiera de que tuviese lugar el gran colapso, ya había caído allí la auténtica oscuridad.
Los relatos de los pocos que visitaron Cthonia desde Terra o Marte durante la Era de los Conflictos hablan de expediciones mineras que desaparecían en un solo ciclo. A veces quedaba una señal de su paso: una marca en una pared, o un solo cadáver con los ojos cubiertos por dos monedas idénticas. En la mayoría de ocasiones, sin embargo, no quedaba nada salvo sangre seca y susurros atemorizados. Lo poco que se sabía era que en el calor infernal de las minas abandonadas y las enmarañadas raíces de las colmenas, las bandas de asesinos se arremolinaban como alimañas en una madriguera, no había más ley que la ley de la espada ni más deseo que el de sobrevivir. Algunas bandas eran territoriales, y sus líderes poseían todas las pretensiones de los reyes bárbaros. Con ejércitos de hombres y mujeres ligados a su servicio tomaban los accesos a los túneles, exigían tributos a otras facciones y creaban enclaves en el bochorno sin luz de las redes de túneles abandonados. Para otras la sangre y el poder eran un cultivo que cosechar únicamente mediante la violencia, y los muertos carne suficiente para seguir viviendo. Cuando no necesitaban comida, munición ni suministros, asaltaban simplemente para aumentar el miedo que extendían, o para cribar a los débiles e indignos de sus propias filas. Mientras que esas bandas saqueadoras dejaban sangre y ruina a su paso, otras se movían como espectros en el límite de la luz, matando en silencio y con fines que pocos podían comprender. Entre estas facciones existía una red fluida de respeto, tributo y rivalidad. Las bandas surgían, evolucionaban y se disolvían en unos pocos meses solares. De aquellas que duraban más tiempo algo era seguro: su tiempo también pasaría. Y así fue durante los largos años de la Era de los Conflictos, los fuertes mataron a los débiles solo para ser asesinados por otras fuerzas emergentes una y otra y otra vez. De algún modo, esta asesina estirpe de humanos cthonianos no solo sobrevivió, sino que prosperó mediante la matanza y el saqueo, y así perduró Cthonia.
Gran Cruzada[]
Para la época en que se produjo la Gran Cruzada, las minas de Cthonia hacía mucho que se habían agotado, pero poseía un recurso que el Imperio necesitaba más aún que joyas y metales: luchadores endurecidos y supervivientes natos a millones, una raza magra y hambrienta sin ilusiones sobre los horrores del universo. Con la toma de Luna y sus geno-forjas el Emperador pudo acelerar la expansión de sus Legiones Astartes. Como recompensa por su participación en la Pacificación de Luna, la XVI Legión fue honrada con la mayor parte de la producción de las forjas genéticas del satélite. Esta merced haría que la XVI Legión doblase sus fuerzas, y las doblase de nuevo en apenas unos años. Para alimentar este crecimiento los artesanos genéticos necesitaban carne sobre la que trabajar. Cuando surgió esta necesidad la solución se presentó en la forma del botín demográfico de Cthonia.
La asesina y desgarrada población de Cthonia, relativamente cercana a Terra en el vacío, y con la cual se había mantenido algún contacto intermitente incluso durante la Era de los Conflictos, fue visitada por una de las primeras Flotas Expedicionarias que partieron del Sistema Solar. Uno de los pocos registros que se conservan indica que la primera inclinación de esa expedición imperial fue quemar toda la vida de Cthonia, por dentro y por fuera. En una era de razón y verdad no había lugar para el barbarismo de Cthonia; de hecho, la primera y profética descripción del planeta, hecha por el Capitán Kornelius Dure de la 3ª Compañía Pionera de la V Legión, lo calificó de "nido de serpientes que se retuercen en la oscuridad y que haríamos mejor en destruir". La anexión de Cthonia fue rápida, dado que no contaba con una forma de gobierno organizada y a la mayor parte de la población se les dejó en sus túneles, puesto que lo que importaba al Imperio eran los escasos remanentes de mineral que quedasen en el planeta.
Despojada de sus recursos, no tenía mucho valor estratégico, y su gente fue considerada imposible de iluminar, pero el floreciente Imperio necesitaba dientes además de ideales, y la necesidad salvó a Cthonia. Así, su población se convirtió en una riqueza mayor de lo que sus minerales podrían haber sido, tanto para el Ejército Imperial como para las Legiones. En Luna, los hijos selectos de Cthonia renacieron como guerreros de la XVI Legión. Con estos nuevos reclutas llegó un nuevo galardón.
El Emperador, en honor de su nuevo mundo natal, de las despiadadas propensiones de los cthonianos y de las victorias del pasado, dio a la XVI Legión un nombre que inspirase el terror en sus enemigos. Cuando se extendiesen para derramar sangre entre estrellas sin dueño, sus enemigos les conocerían como los Lobos Lunares. Quizás ahora, con la perspectiva que da el tiempo, quizá hubiera sido mejor quemar y olvidar Cthonia.
Durante la Gran Cruzada, Cthonia se convirtió en el mundo natal de los Lobos Lunares, hogar adoptivo de su Primarca Horus y de nacimiento de algunos de sus más famosos (o infames) miembros, como Abaddon o Garviel Loken. Bajo la dirección del Lupercal el planeta volvió a florecer, restaurándose las fábricas de su superficie y estableciendo la Puerta de Lupercal, la Ciudad colmena de mayor tamaño y que servía de puente entre los brutales guerreros del subterráneo y los trabajadores de superficie.
Herejía de Horus[]
Cthonia no sufriría un asedio durante la Herejía de Horus, sino dos, siendo el primero una precuela bañada en sangre del segundo, un espejo del destino sombrío que le esperaba a Cthonia en los últimos años de la guerra; el trabajo de tramoyista para crear el escenario de una de las batallas finales más emblemáticas de la Herejía de Horus.
En el Primer Asedio, en el año 006.M31, Cthonia sería conquistada por una fuerza liderada por los Puños Imperiales bajo el mando de Evander Garrius. Cthonia era un planeta demasiado cercano a Terra para permitir que siguiese en manos de los traidores y esto, junto con la conexión simbólica con el traidor Horus, lo convirtió en un objetivo obvio para Rogal Dorn. Las fuerzas leales poco tardaron en aplastar a las escasas fuerzas de los ahora Hijos de Horus y los Portadores de la Palabra sobre el planeta, que huyeron a los túneles bajo su corteza. Por su parte, los Puños Imperiales se contentaron con controlar la superficie y la órbita, defendiéndose de los ocasionales ataques desde los túneles.
El Segundo Asedio ocurrió en el 013.M31, paralelo al Batalla de Terra, cuando una gran flota escindida de los Hijos de Horus lanzó su propia contra-invasión para retomar su mundo natal. Entrando en contacto con las guerrillas del subsuelo, los Verdaderos Hijos de Cthonia de Vheren Ashurhaddon se enfrentaron a la guarnición leal en una serie de batallas cruentas, que vieron a ambas fuerzas diezmadas.
Destrucción[]
No obstante, no fueron los Puños Imperiales ni los Hijos de Horus quienes terminaron con el Asedio, sino el Eskaton de los Ángeles Oscuros, que bombardeó el planeta hasta su destrucción. En la actualidad, Cthonia ya no existe, pues perdió su integridad geoestructural y se rompió en miles de asteroides y nubes de escombros durante los siglos posteriores a la Herejía de Horus como parte de la venganza de Lion El'Jonson en contra de las Legiones Traidoras.
Fuentes[]
- The Horus Heresy I.
- The Horus Heresy VIII.
- Campaigns of the Age of Darkness – The Siege of Cthonia.