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Legión de la Cruz de Hierro
El contenido de este artículo pertenece a la saga No Oficial de Balhaus, que ha recibido el Sello de Calidad Wikihammer.

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Símbolo T'au

Se denomina Concilio de T'au a la cumbre realizada entre Balhaus y el Imperio T'au en el 1576 DDF (905.M39) por petición expresa de los dignatarios de la Casta del Agua, quienes invitaron a representantes del Weisering a su mundo natal con objeto de iniciar el proceso de adhesión al Bien Supremo.

Contexto[]

Desde los acuerdos alcanzados por el Tratado de Agnir en el 433 DDF (620.M37), el Imperio T'au había hecho intentos cada vez menos velados de atraer a la facción balhausita hacia el Bien Supremo de una forma diplomática, sin mostrar aparentemente agravio por sus recurrentes negativas a hacerlo.

A pesar de que tras el Tratado de Agnir se iniciaron intercambios comerciales y tecnológicos entre ambas culturas, tras unas pocas décadas los T'au perdieron el interés en seguir realizando aquellas actividades y sus mercantes no volvieron a pisar territorio balhausita, de modo que éstos también interrumpieron el flujo de convoyes cuyo destino era el sector T'au, si bien los demás terminos de su acuerdo siguieron en pie y se respetaron.

Los T'au consideraban que la visión de Balhaus respecto a la situación de la Galaxia y su futuro en ella era inapropiada, errónea y falta de un objetivo superior, con lo que a partir de su primer contacto no habían cejado en su intento por empujar a los balhausitas hacia su credo unificador, aunque poco a poco se dieron cuenta de que el poco éxito de los diplomáticos de la Casta del Agua era debido no a su falta de habilidad negociadora, sino a la firme determinación de los balhausitas en no doblegarse ante un poder superior.

A la vista de aquello, en el 1576 DDF (905.M39) los T'au decidieron ir un paso más allá y mostrar a Balhaus el poderío de su imperio en su máximo esplendor como una medida que los convenciera de la inutilidad de resistirse a su influjo, con lo cual mandaron a un mensajero que portaba una invitación para que los máximos representantes del pueblo balhausita visitaran su territorio.

El objetivo de los T'au con respecto a la consolidación del Bien Supremo era bien conocida por el Weisering, de modo que cuando el emisario T'au entregó el mensaje de sus líderes no se extrañaron de la petición formulada por los alienígenas y accedieron a enviar una delegación hacia sus fronteras, la cual en ningún caso sin embargo tenía intención de negociar ningún tipo de acuerdo en el sentido que los anfitriones pretendían.

Amablemente recibidos en T’au, el árido mundo nativo y capital de los T'au, los responsables de la Casta del Agua trataron de impresionar a los balhausitas con su tecnología, su espectacular arquitectura, la cohesión de sus gentes, la variedad de razas que ya se habían adherido a su credo y la magnificencia en general del grandioso imperio que seguía expandiéndose de forma imparable.

No obstante, pese al despliegue mostrado los balhausitas no parecieron inmutarse, aunque alabaron de forma profusa la belleza de sus ciudades marmóreas y la amabilidad de sus ciudadanos.

Tanteo y negativa[]

Viendo que los hijos de Balhaus no parecían verse demasiado afectados en ningún sentido ante el poderío mostrado, los diplomáticos los T'au pasaron directamente a la razón por la cual los habían invitado a su mundo natal, sugiriendo directamente aunque siempre con palabras melosas la necesidad de que su civilización se uniera a su gran conglomerado.

Los motivos para que accedieran a ello fueron diversos, si bien hicieron gran hincapié en los beneficios mutuos de formar una coalición, la ganancia que Balhaus obtendría de los avances T'au —que no eran pocos—, la protección que les supondría aquella alianza así como la ventaja de integrarse en el futuro del cosmos, en el cual los T'au —en sus propias palabras— sin duda se erigirían como dominadores.

El tremendo carisma de los miembros de la Casta del Agua y el hecho de que habían puesto sobre la mesa sin rodeos la solicitud de que se unieran a los T'au obligó a los diplomáticos balhausitas a maniobrar de manera audaz y declinar la petición amablemente, para lo cual esgrimieron argumentos que lógicamente habían preparado muy de antemano y que consideraban de suficiente peso.

En primer lugar –explicaron–, el área de influencia de los T'au se encontraba lejos de los territorios de Balhaus, al menos por el momento, lo cual era un gran impedimento para el establecimiento de relaciones más sólidas teniendo en cuenta los grandes peligros que entrañaba desplazarse a lo largo de tan inmensas distancias y los peligros actuales.

En segundo lugar sus intereses eran dispares, pues mientras que los T'au estaban en un período de expansión constante Balhaus trataba de afianzar sus dominios reforzando su presencia en lugares clave, para lo cual necesitaban de todo su potencial, lo cual les impedía colaborar con los T'au de forma adecuada.

Por último, los diplomáticos balhausitas recalcaron que, entre otras cosas, se habían apartado del vasto Imperio de la Humanidad por las grandes diferencias que existían entre sus creencias y para escapar del control que ejercía el Emperador y sus entidades. Los T'au —prosiguieron— conocían a los humanos del Imperio desde el Miclo I ADF (M35), de modo que sabían de qué clase de cultura se trataba, y los balhausitas no contemplaban cambiar un poder dominante por otro.

Estas últimas palabras, obviamente, fueron pronunciadas con suma cautela eligiendo muy bien las palabras del discurso para evitar ofender a los T'au en la medida de lo posible, si bien el mensaje estaba bien claro: Balhaus no pasaría en ningún caso a formar parte de los seguidores del Bien Supremo.

Aquellas razones propuestas por Balhaus se recibieron con frialdad y evidente decepción entre los representantes T'au, pero aceptaron –o eso hicieron ver– su negativa a adherirse al T'au'va "de forma inmediata", dejando así una puerta abierta a esta posibilidad como si no hubiesen querido entender que para los balhausitas esto nunca sería una opción.

Concluida la reunión los miembros enviados por el Weisering abandonaron T’au portando una serie de acuerdos generales e imprecisos con los alienígenas, en los cuales se renovaban sus concesiones tecnológicas y comerciales como hasta el momento, es decir, firmes sobre el papel pero nulas en la realidad, aunque con una ganancia adicional para los balhausitas mucho más preciada: tiempo.

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