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Veredicto del Certamen de Relatos Wikihammer + Voz de Horus ¡Léelos aquí!

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Nikaea es un planeta muy conocido por el proceso que acogió durante la Gran Cruzada. En el planeta se celebró un concilio presidido por el propio Emperador que tenía como fín decidir la legalidad o ilegalidad del uso de los psíquicos dentro de las diferentes legiones de astartes (como por ejemplo los bibliotecarios) y la conveniencia del estudio de la hechicería y de los poderes ocultos del Immaterium.

EL PLANETA

El planeta Nikaea se encontraba en sus primeras fases de evolución, con una atmósfera sulfúrica irrespirable y una superficie plagada de volcanes en erupción que no admitía ningún tipo de forma de vida. El Adeptus Mechanicum puso en funcionamiento su maquinaria a instancia del propio Emperador para adecuar el lugar del proceso, el cual se llevó a cabo en unas inmensas cuevas formadas artificialmente y unidas entre si por un laberinto de túneles bajo la corteza del planeta.

A grandes rasgos, el veredicto del proceso fue que se permitió el uso de psíquicos de forma restringida en las legiones de marines espaciales mientras que el estudio de la hechicería fue prohibido oficialmente.


EL ORIGEN DEL CONCILIO

Existía una preocupación creciente en el seno de la Gran Cruzada por el uso generalizado de los psíquicos en las legiones, por la dependencia que de estos poderes se desprendía y porque cada vez era más usual que los Marines Espaciales llegaban a un nuevo planeta y se encontraban que la población era esclava de misteriosos poderes.

Estos grupos poblacionales solían formar cultos esotéricos que luchaban contra las fuerzas imperiales utilizando poderes mágicos que les eran concedidos por seres demoníacos procedentes del Empíreo a cambio de una vida de esclavitud.

Dichos poderes era muy similares a los utilizados por la legión de los Mil Hijos del primarca Magnus el Rojo.

El primarca Mortarion conocía por propia experiencia personal los peligros que albergaba la disformidad y Leman Russ, primarca de la legión de los Lobos Espaciales y principal impulsor del proceso, consideraba muy poco honorable cualquier batalla en la que intervinieran el engaño y los juegos de magia. Ambos primarcas censuraban profundamente la inclinación de la legión de los Mil Hijos.

El cisma se hizo tan profundo que amenazaba la propia estabilidad de la Gran Cruzada y del Imperio que se estaba formando por lo que el Emperador ordenó iniciar un Consejo para resolverel problema de una vez por todas.

EL DEBATE

Dos partes se reunieron en el interior del planeta Nikaea para plantear sus puntos de vista, con el Emperador como árbitro en lo más alto de una tarima situada en el centro de un gigantesco anfiteatro y con decenas de miles de personas que habían acudido a presenciar el concilio.

Por un lado, los cazadores de brujas presentaron su caso recitando una letanía de sufrimiento humano causado a los propios súbditos del Emperador por hechiceros esclavos del Caos, de como los poderes ocultos convertían a un humano en un mutante farfullante desprovisto de todo rastro de humanidad y de como hombres sedientos de poder se entregaban a cultos prohibidos para alcanzar poderes psíquicos que les permitiera satisfacer sus oscuros propósitos, por tanto rechazaban cualquier tipo de hechicería o poder psíquico en las legiones y el Imperio.


Por otro lado, Magnus el Rojo se representaba a sí mismo. Su sola presencia infundía terror a muchos de los presentes pero el primarca empezó su alegato y lo hizo con gran carisma y sin ningún tipo de tono amenazante en la voz.

Su primer argumento fue que el conocimiento no estaba contaminado en sí mismo y que la búsqueda de dicho saber no podía comportar ningún mal si el buscador de la verdad era consciente de lo que estaba aprendiendo. Explicó también que a base de estudiar e investigar, los Mil Hijos habían adquirido un altísimo nivel de conocimiento y que no existía idea tan laberíntica que ellos no pudieran aprender.

EL JUICIO

Magnus había hablado apasionadamente, con un carisma y un encanto que convenció a los indecisos lo que dividió aún más el Consejo. Aunque los Cazadores de Brujas fueron eficaces oradores, nada pudieron hacer contra la retórica y persuasión del primarca de los Mil Hijos.

La tensión durante la espera del veredicto se podía cortar con un cuchillo, al fin, un grupo de bibliotecarios de diferentes legiones de marines espaciales se acercaron al estrado donde el Emperador presidía el Concilio. El protector de la Humanidad los saludó con una inclinación de cabeza y les cedió la palabra.

Los bibliotecarios eran los mejores de sus respectivas legiones y formaron un semicírculo alrededor de la tarima indicando con ese gesto que hablaban como una sola voz.

Su portavoz, uno de los más jóvenes del grupo empezó a hablar.

Expuso que un psíquico era como un atleta, un individuo dotado de un talento natural que debía ser cuidadosamente cultivado. Los psíquicos no eran malos en sí mismos. Sin embargo la hechicería era un conocimiento que debía ser buscado en el Immaterium e incluso compartido con los poderes oscuros del Mal. En ese caso, nadie podía estar seguro de cual de los dos bandos se beneficiaba con el reparto.

El veredicto fue que se proponía la educación de todos los psíquicos para que su prioridad fuera servir a la humanidad; por otro lado, la práctica de la brujería sería a partir de ese momento ilegal y considerado un delito imperdonable contra la Humanidad, el peor tipo de herejía.

El resultado final hacía concesiones a los dos bandos y pareció que era lo que el Emperador estaba esperando por lo que lo sancionó inmediatamente convirtiéndolo en Ley imperial al instante, sin posibilidad de apelación o refutación de ninguna de las dos partes.

Los Edictos de Nikaea fueron la base de la política imperial en relación a la mutación psíquica humana desde ese momento.

El primarca Magnus y un grupo de bibliotecarios intentaron asaltar el hemiciclo para protestar contra lo que creían una sentencia injusta pero el propio Emperador se lo impidió. El enfrentamiento entre padre e hijo se registró en el Hereticus Grimoire.

El Emperador ordenó a Magnus el cese total de la práctica de la hechicería, de la brujería y el encantamiento y de la búsqueda de cualquier conocimiento relacionado con la magia. La orden del Emperador no agradó en ningún modo a Magnus y los presentes comentaron que su cara parecía que iba a romperse tal era la fragilidad que mostraba. Finalmente el primarca se inclinó ante la voluntad de su padre y accedió a obedecer el edicto.

FUENTES

  • Lexicanum
  • "Prospero en LLamas", de Dan Abnett, editorial Timun Mas.
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