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Veredicto del Certamen de Relatos Wikihammer + Voz de Horus ¡Léelos aquí!

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"Solo hay una mentira imperdonable. Es la mentira que dice que se acabó, que ya has vencido, y que todo lo que queda es levantar altos muros y resguardarse tras ellos. Ahora el mundo es seguro, dice la mentira. Todos los emperadores son mentirosos."

De La Sabiduría de los Khanes: Dichos y Relatos de la Legión de Chogoris recopilados por Ilya Ravallion

Los Cicatrices Blancas (White Scars en inglés) fueron la V Legión de Marines Espaciales que el Emperador creó para su Gran Cruzada. Su Primarca era Jaghatai Khan, y su mundo natal Mundus Planus (conocido por los indígenas como Chogoris). Durante la Herejía de Horus estuvieron a punto de unirse al Señor de la Guerra, pero las acciones de la Legión Alfa y la Guardia de la Muerte les hicieron reconocer la justicia de la causa imperial, por lo que fueron una de las tres Legiones que defendieron Terra de las Legiones Traidoras durante el Asedio del Palacio Imperial.

Un relámpago en cielos despejados, una repentina tormenta desde un flanco inesperado: los Cicatrices Blancas son la súbita y despiadada embestida de la guerra. Las acciones veloces y el gozo por la rapidez del combate y el choque de las espadas son las firmas características de sus batallas, templados por una sabiduría silenciosa y oculta que pocos se tomaban el tiempo de descubrir. Los Cicatrices Blancas medran en el caótico corazón de la batalla, anticipándose a sus vicisitudes y fluyendo con ellas, pudiéndoseles encontrar siempre allí donde el enemigo es más débil, donde eran menos esperados, y dejando solo fríos cadáveres a su paso. Fueron los batidores de la Gran Cruzada, el sombrío viento que corría por delante de sus aserrados ejércitos, cribando a los débiles y acosando a los fuertes para que cayeran más fácilmente ante los que les seguían. Hubo muchas victorias de la Gran Cruzada que no habrían sido posibles sin la depredación de estos guerreros.

Historia

El Emperador concedió a cada una de sus Legiones un legado genético que las moldearía hacia un papel determinado, convirtiéndolas en herramientas sin igual para su cumplimiento. La V Legión era la rastreadora de la Gran Cruzada, siempre en territorio inexplorado y lejos de las fronteras del creciente Imperio, y a menudo olvidada por los cronistas que seguían los pasos de la conquista. Organizada en unidades pequeñas y móviles, la V Legión avanzaba por delante de los ejércitos del Emperador durante las últimas conquistas de Terra, y después a través de las estrellas, siempre sembrando la confusión y la muerte a su paso. Eran la espada veloz que tanteaba en busca de debilidades antes de asestar un golpe repentino y letal, no el martillo pilón en que se convirtieron otras Legiones. En manos de un maestro estratega como el Gran Khan, Jaghatai, esta arma sutil y mortífera pasaría de la marginación entre las Legiones Astartes a convertirse en una fuerza que volcaría la balanza del propio destino.

Cuando se desataron los oscuros días de la Herejía de Horus, estos guerreros impredecibles fueron objeto de la desconfianza de muchos, y su lealtad fue cuestionada por quienes deberían haber sido sus aliados y asumida por los que se convertirían en sus enemigos. A menudo habían sido la primera Legión en internarse en las regiones salvajes de los bordes de las pocas cartas estelares que sobrevivieron a la Larga Noche, y siempre habían operado sin el apoyo de sus hermanos, coordinándose muy pocas veces con las demás Legiones. Mientras sus hermanos levantaban legados de confianza y acumulaban redes entrelazadas de tratados y juramentos de apoyo entre sí, los Cicatrices Blancas se mantuvieron apartados. Lo que al principio había sido una cuestión estratégica pronto se convirtió en una tradición, lo que volvió a la V Legión una fuerza solitaria y reclusiva, famosa por su independencia y su naturaleza obstinada incluso entre las Legiones Astartes. Tal era su reputación al inicio de la Herejía de Horus que aquellos que deseaban dominar el Imperio, fuesen emperadores o tiranos, contemplaban a la Legión como un trofeo que ganar y atar a sus ambiciones, el eje sobre el que la guerra civil de la Humanidad se inclinaría a su favor.

Orígenes: los hijos olvidados de Terra

Como ocurre con gran parte de la historia antigua de la V Legión, sus primeros días y sus campañas iniciales son pasadas por alto por muchos, al quedar cubiertos por el tiempo, la sangre y la reticencia de la propia Legión a hablar de ellos. Sin embargo, en estos principios puede verse la sombra del futuro de la Legión. Incluso desde sus inicios, la V Legión fue apartada de sus hermanas y rara vez se la vio reunida en masa entre las huestes de las Guerras de Unificación, pero fueron una de las primeras en derramar sangre en nombre del Emperador. Reclutados originalmente de entre las tribus tecnómadas de la Cuenca de Thule, cuya dura población había recorrido esos helados desiertos en vastos transportes mecanizados durante toda la Era de los Conflictos, y después de entre el resto de reclutas terranos, los guerreros de la V Legión fueron los ojos y los oídos de la Unificación. Mientras algunas de las primeras Legiones, como la XVI, eran enviadas al frente de la conquista inicial junto a los Guerreros Trueno del Emperador, la V Legión recibió la solitaria misión de localizar los bastiones ocultos de los muchos demagogos y caudillos que gobernaban la faz devastada por la guerra de la Vieja Tierra.

En esos primeros días, la Legión contaba solo con unos pocos cientos de guerreros, y a menudo operaba dividida en pequeños cuerpos de menos de una docena de Astartes. Las operaciones a las que eran enviados ponían a prueba la fisiología sobrehumana de los Marines Espaciales del Emperador de una forma muy distinta a la que lo hacían los infernales campos de batalla que aguardaban a sus otros hermanos. Siempre en movimiento y lejos de las fronteras del creciente dominio del Emperador, la V Legión soportó lo peor de la destrucción desatada en la Tierra durante la debacle de la Era de los Conflictos, desafiando un paisaje tan retorcido y destrozado por la radiación, la guerra y las psicoplagas que los humanos comunes no habrían sobrevivido de haberse internado en él. Viajando a lo largo y ancho del planeta, fueron estos guerreros de la V Legión los que trazaron el rumbo del ascenso del Emperador, sobreviviendo allí donde pocos lo habrían logrado, adelantándose al grueso de los ejércitos de la Unificación y buscando a los enemigos que se interponían en su camino. Donde hallaban poderosos caudillos y decadentes imperios que habían resistido a la Vieja Noche, acechaban en sus fronteras buscando la oportunidad de atacar, y donde daban con un punto débil, solo dejaban atrás cadáveres. Para cuando las principales Legiones de proto-Astartes y Guerreros Trueno llegaban, sus enemigos ya estaban debilitados y distraídos por la obra de la V Legión, y eran presa fácil para los ejércitos de la Unificación.

Era una tarea para la que sus primeros reclutas estaban bien preparados. Los clanes de la Cuenca de Thule habían sobrevivido en los desiertos helados de sal del norte durante siglos, manteniendo un carácter ferozmente independiente y estoico pero dotado de amplias reservas de astucia e inventiva. Al haber sobrevivido al terror de la Vieja Noche aislándose en medio de los yermos frígidos del lejano norte, entendían bien los crueles dictados de la supervivencia. Eran mucho más que soberbios asesinos, ya que su tradición de herreros mecánicos y supervivientes expertos fue heredada por los primeros cuadros de la Legión. Una vez sometidos a la voluntad del Emperador, demostraron ser estupendos exploradores, aunque muchos hicieron notar su naturaleza obstinada, ya que sus comandantes tendían a ignorar cualquier orden que no procediese del Emperador o de otro comandante que se hubiera ganado su respeto. Esto probablemente era otro ejemplo del gran plan del Emperador, cuya previsión identificó que ese rasgo en concreto le sería necesario a pesar de las protestas que provocaba entre algunos de Sus generales y consejeros. A despecho de la ira causada por su carácter distante, pocos podían dudar de las capacidades de estos guerreros, que pronto se ganaron un cierto grado de aceptación entre los grandes ejércitos de la Unificación por su fortaleza y su astuta inteligencia.

Sin embargo, era una tarea sin gloria. Operaban durante años enteros lejos del centro del conflicto. Una vez la Quinta había terminado su sangriento trabajo detectando a los enemigos del Emperador, cartografiando sus bastiones y debilitándolos, las demás Legiones avanzaban para enfrentarse a ellos en combate abierto y derrotarlos mientras la V Legión seguía avanzando. Pocos honores de batalla de las Guerras de Unificación recuerdan el sacrificio de la V Legión, y muy pocos conocen hoy día la atrevida incursión de los Cazadores Estelares (la primera de sus Compañías) contra la fortaleza albiana de Dubris, que abrió el camino a las primeras invasiones de esas tierras, o la batalla de 83 días en las catacumbas negras de Kadiru, una fortaleza clave en el dominio yndonésico de Ursh. Estas hazañas ocultas fueron olvidadas bajo el peso de las conquistas públicas llevadas a cabo por las demás Legiones. Pocos en el seno de la V Legión mostraron la más mínima indignación ante esta sutil afrenta, y de hecho se enorgullecían discretamente de su silencioso papel, pero esto sirvió para aislarles entre las filas de las Legiones Astartes. Se convirtieron, por sus circunstancias y por elección propia, en extraños entre la élite del Emperador, y se encontraban más cómodos en las tierras salvajes, donde no seguían más dictados que los propios, que en el corazón de la batalla, sujetos a los caprichos de generales por los que no sentían excesivo aprecio.

Cuando el Emperador consolidó Su control sobre Terra y los mundos circundantes, la V Legión fue una de las primeras de Sus huestes en partir del Sistema Solar, dividida en un centenar de Compañías, cada una una diminuta Legión autónoma. Estas Compañías Pioneras fueron enviadas a seguir las corrientes disformes que fluían con fuerza en el Éter que rodeaba al Sistema Solar, en busca de los mundos perdidos de la Humanidad y de los bastiones de los imperios alienígenas. Fue la Compañía Pionera del Capitán Kornelius Dure la que, siguiendo una de las pocas corrientes disformes conocidas por los inusuales viajeros que se aventuraban fuera de Terra, prospectó Cthonia por primera vez, haciendo su ahora infame informe de que ese planeta era "un nido de serpientes que se retuercen en la oscuridad y que haríamos mejor en destruir". Se sabe que Horus se refirió posteriormente a este informe con cierto humor, y de hecho favoreció al Capitán Dure y a su Compañía, solicitando a menudo su apoyo como exploradores para su flota. De hecho, como ocurrió con otras Legiones huérfanas, Horus fue el único entre los grandes generales del momento que se esforzó en reconocer la labor de las Compañías Pioneras de la V Legión, y a cambio los veteranos terranos de la Quinta mostraron a Horus un respeto que concedían a muy pocos más.

Durante más de medio siglo, al V Legión libró una cruzada solitaria y dispersa, con cada una de sus Compañías tan alejada de las demás que cada flota empezó a perder toda percepción de unidad con sus hermanas. Una vez más, sus hazañas más allá de las fronteras del creciente dominio del Emperador apenas recibieron alabanzas o atención entre los señores del Imperio. Fue en estos años prácticamente olvidados cuando se estableció la base de la maestría guerrillera de los Cicatrices Blancas, debido a las necesidades de su misión. Pocas veces contaban con más de un millar de guerreros para enfrentarse a los oscuros imperios situados más allá del borde de los mapas, y siempre eran unos pocos valientes contra los horrores de la oscuridad exterior, lejos de cualquier apoyo o socorro. Atacaban sin previo aviso, lanzaban incursiones asesinas, atraían al enemigo y ponían a prueba sus defensas y sus tácticas, siempre observando y aprendiendo para transmitir el conocimiento obtenido con la sangre de sus hermanos para que las Flotas Expedicionarias pudieran desatar la ira del Emperador sobre los enemigos de la Humanidad.

En esa época, la Legión se guiaba por un único credo: cada nuevo día era una victoria. La supervivencia contra todo pronóstico era su desafío, y lo afrontaban con un pragmatismo frío y una disposición a sacrificarlo todo en nombre de la victoria. Cada batalla les costaba un poco más, otro hermano muerto u otra máquina de guerra dañada más allá de lo reparable, y a medida que se internaban en los límites exteriores de la galaxia, encontraron cada vez menos ocasiones para recuperarse de sus pérdidas. De forma lenta pero segura, la V Legión se vio erosionada por las presiones de la guerra y su propia dedicación testaruda a librarla a su manera. Para los guerreros de la Quinta, que siempre se habían visto obligados a luchar por destacar a la sombra de las demás Legiones, la idea de pedir ayuda les sabía peor que las cenizas de su propia destrucción. Vivir y morir siguiendo sus propias elecciones parecía una decisión mejor. Si no hubiera sido por el repentino descubrimiento de su Primarca perdido, un suceso que no se esperaba tras cincuenta años de búsqueda, la Legión podría haber seguido luchando hasta extinguirse. En vez de eso, fue transformada.

Chogoris: la Zona Vacía

Irónicamente, a pesar de su papel de exploradores y descubridores, no fue una Compañía Pionera de la V Legión la que descubrió el perdido Chogoris, sino una flota de la XVI Legión acompañada por Horus y el Emperador. En ese mundo largo tiempo aislado, Jaghatai había prosperado, uniendo a las fracturadas tribus de las tierras interiores para conquistar imperios y someter a todo el planeta a su voluntad. Era un logro que estaba a la altura de los que cualquiera de sus hermanos Primarcas habían alcanzado al ser encontrados, y el Emperador le alabó como su verdadero hijo y heredero del legado que Él le había preparado. El Gran Khan, que ya había levantado un imperio, recibió un destino que le relegaba al papel de sirviente y no de amo, atado a las ambiciones del Emperador. Semejante degradación no fue fácil de aceptar para un conquistador como él, que había matado a reyes y tiranos a lo largo y ancho de Chogoris, pero aun así el Gran Khan se arrodilló ante el Emperador.

La mayoría de los relatos históricos insisten en que Jaghatai quedó sobrecogido ante el Emperador y se sometió sin cuestionarle, pero sus propios diarios y escritos muestran que hubo un razonamiento más pragmático tras su sumisión. Jaghatai, que hacía mucho que lidiaba con la desunión de su pueblo adoptivo, vio claramente los beneficios de la unión al Imperio y de la doctrina secular de la Verdad Imperial del Emperador, mientras que en las filas de los Lobos Lunares vio el terrible coste de oponerse. Era la misma oferta que había hecho él a las tribus y ciudades de Chogoris, y a pesar de estar envuelta en pompa y ceremonia, el Khan de Khanes comprendió lo que significaba la oferta del Emperador: vivir como Su vasallo o perecer como Su rival. De modo que el Khagan negoció su lealtad y la de aquellos que gobernaba, tomando del Emperador cuantas garantías le parecieron justas en relación al tratamiento del pueblo de Chogoris y a su propio papel en el futuro imperio. Volvería a luchar por la unidad, y en secreto se sentía gozoso ante el nuevo reto puesto ante él, y la oportunidad de escapar de los lazos del deber que le habían mantenido ocupado dirigiendo la mundana realidad del gobierno de Chogoris.

A pesar de haber dominado ya las estrategias de conquista en su propia guerra contra los pequeños imperios de Chogoris, Jaghatai desconocía las avanzadas armas y máquinas de guerra del Imperio. Como los combates a lo largo y ancho de la galaxia estaban alcanzando una intensidad febril, las fuerzas del Emperador no podían prescindir de ningún Primarca para que fuera entrenado meticulosamente en la etiqueta de la corte terrana o la intrincada historia imperial. Todos eran necesarios en el frente, ya que el creciente Imperio se estaba encontrando cada vez más dominios xenos poderosos y reinos caídos de la Humanidad en el oscuro vacío. La conquista de Chogoris fue considerada por el Emperador y muchos de los Primarcas como prueba más que suficiente de su habilidad marcial. De hecho, de todos sus nuevos hermanos, solo Roboute Guilliman y Rogal Dorn protestaron por su brevísimo periodo de formación. Ambos consideraban que dejar al Primarca desprovisto de una verdadera comprensión de la fundación y la cultura del Imperio le haría difícil integrarse adecuadamente con sus facciones y políticas. A pesar de estas objeciones, que resultaron ser desafortunadamente previsoras, Jaghatai, conocido entre sus hermanos como el Khan y entre sus hombres como el Khagan, Khan de Khanes, recibió plenos poderes como Señor de la V Legión.

Este título significaba muy poco en ese momento, pues la Quinta estaba dispersa por los rincones más lejanos de la galaxia, implicada en un millar de guerras distintas. Era el señor de una Legión de vagabundos, una situación que podría haber sentado peor a otros de sus hermanos, pero que resultaba un desafío adecuado para los talentos e historia del Gran Khan. Como ya lo hiciera en las vastas llanuras de Chogoris, el Gran Khan decidió levantar un ejército conquistador a partir de bandas nómadas aisladas, y se puso a hacerlo del mismo modo. Reclutando a aquellos de sus camaradas chogorianos que tenían la edad adecuada para recibir la ardua cirugía transformadora y renacer como Marines Espaciales, el Gran Khan formó un nuevo núcleo de guerreros para su Legión. Al mismo tiempo, envió una gran convocatoria a todas las bandas dispersas de la V Legión, las Compañías Pioneras que guerreaban a lo largo y ancho de la galaxia, para que acudieran ante él. Proclamada por señales astropáticas y naves correo, la llamada de Jaghatai tardaría muchos años en alcanzar a los más alejados de sus guerreros. Tras su descubrimiento en el 865.M30, el Khagan aguardó casi una década a que la mayoría de las Compañías Pioneras se reuniera en Chogoris, y las más aisladas o enfrascadas en sus frentes seguían sin haber sido contactadas incluso en el 000.M31. La fuerza que se reunió finalmente en los cielos de Chogoris en esos primeros años del mando de Jaghatai no era una Legión unificada. Cada Compañía se mantenía apartada del resto, y observaba a los que deberían haber sido sus hermanos con suspicacia y no poco desdén, como si fuera una reunión de desconocidos en una tierra extraña.

Cuando el Khagan los reunió a todos en las amplias llanuras de la Zona Vacía, contempló un millar de heráldicas distintas en guerreros procedentes de un centenar de mundos distintos, unidos solo por los tenues lazos de su legado genético común. El Khan de Khanes ató esos lazos genéticos a la cultura de Chogoris, convirtiéndola en el cemento que unificaría su Legión. A través de los rituales y tradiciones de las tribus de las colinas de Chogoris, se convirtieron ese día en los Cicatrices Blancas, asegurando su lealtad al Khagan y a sus hermanos a través de las pruebas de sangre y dolor a las que se sometieron y de los juramentos que pronunciaron. El Khan de Khanes les dio algo más que cicatrices, animándoles a estudiar las "Nobles Ocupaciones", como se conocían en Chogoris, tales como la caligrafía, la caza y la narración de antiguos relatos. Convirtió las costumbres de Chogoris en la Verdad de su Legión, una extraña mezcla de practicidad y superstición que no encajaba con los estrictos principios de la Verdad Imperial, la cual rechazaba todos y cada uno de los tipos de religión. El rechazo posterior de Jaghatai a corregir las prácticas de su Legión para adecuarse mejor a la Verdad Imperial fue otro motivo más de conflicto entre el Gran Khan y algunos de sus hermanos, en especial Lorgar y Roboute Guilliman.

Este no fue más que el primer paso de la estrategia del Khagan, pues la tradición por sí sola no bastaría. Tras los juegos y ceremonias celebrados en Chogoris, dirigió a las filas combinadas de los recién bautizados Cicatrices Blancas en una campaña: las primeras batallas que habían librado como una hueste unida desde que zarparan de Terra.

El primer Sangrado

Durante la reunión en Chogoris tuvo lugar por primera vez un ritual que daría a la V Legión su nuevo nombre, los Cicatrices Blancas, y sellaría su unificación. Adaptado a partir de las tradiciones de las tribus chogorianas, el Sangrado, también conocido como la Ascensión, es un rito sencillo, desprovisto de gran parte de la pompa chamanística del original. Ese día, en los campos abiertos de la Zona Vacía, más de 50000 guerreros desenvainaron filos de formas innumerables y grabaron una marca en la piel de sus rostros, cada uno escogiendo la profundidad y la forma de la herida para mostrar su lealtad. Las cicatrices infligidas en este ritual varían en tamaño, forma y posición, y entre los habitantes originales de Chogoris esto servía para distinguir tribus y estirpes entre sí, aunque entre los forasteros su significado tuvo menos importancia. En las generaciones posteriores de la Legión, ciertos patrones de escarificación empezaron a identificar a las distintas Hermandades de la Legión, pero no empezaron a emerger hasta las últimas décadas del M30.

La segunda parte del ritual, llevada a cabo ese mismo día con la sangre de los cortes aún brillando en la piel de los primeros Cicatrices Blancas, fue escoger nuevos nombres para representar sus nuevas vidas como parte del Ordu de Jaghatai, como guerreros de los Cicatrices Blancas, abandonando sus vidas previas. Este simbolismo es bastante común entre las diversas sociedades guerreras que forman la mayor parte de los vastos ejércitos del Imperio, y muchas de las Legiones empleaban pruebas similares con sus reclutas. Estas ceremonias han sido usadas durante siglos como un medio para imponer solidaridad y lealtad en las sociedades guerreras más brutales, aquellas encargadas de las misiones más costosas y los sacrificios más duros. En Chogoris, estos rituales habían mantenido a las tribus unidas a lo largo de siglos de incursiones asesinas y cazas de esclavos, y Jaghatai conocía bien su capacidad de endurecer el alma y unir guerreros. Los nombres escogidos fueron simbólicos, y no se impuso nunca ningún patrón estricto sobre los Cicatrices Blancas recién marcados. Esa primera generación se bautizó en los campos de la Zona Vacía con nombres que hacían referencia a sus hazañas, mientras que las levas más recientes escogieron nombres del mundo de Chogoris en honor a su Primarca.

El Círculo de Kolarne

El Khagan escogió los mundos sin ley del Círculo de Kolarne para su campaña de iniciación. Esta región del espacio había sido explorada varias décadas antes por la 103ª Compañía Pionera, los Cazadores de Almas, y se había descubierto que estaba repleta de asentamientos salvajes de estirpes renegadas de la Humanidad y huestes itinerantes de xenos. En cada uno de las docenas de planetas salvajes e infernales que componían el Círculo, los Cicatrices Blancas afrontarían un conflicto largo y feroz, del que se obtendrían pocas ganancias obvias en términos de valor estratégico o recursos. Sin embargo, el Khagan había seleccionado este escenario cuidadosamente, ya que enfrentaría a su Legión contra enemigos que no podrían ser derrotados por una Compañía en solitario, y solo trabajando unidos podrían vencer. Dispersó a los Keshig que había reclutado en Chogoris, el núcleo de sus nuevos Cicatrices Blancas, entre las distintas Compañías. Eran guerreros cuyos nombres no harían sino volverse más famosos con el paso de los años: Qin Xa, Yesugei, Hasik y muchos más. A estos guerreros les confió la difusión de sus enseñanzas y les ordenó dirigir con el ejemplo, actuando como sus campeones entre la V Legión cuando esta fuera a la guerra en su nombre.

De los 80000 guerreros que marcharon al combate, uno de cada diez perecerían en los cinco años que lucharon por purgar el Círculo, un bautismo de sangre y fuego que selló los lazos entre los supervivientes con más fuerza que cualquier juramento. Las hordas Orkas de Sengr Mar y Vorgheist fueron hechas pedazos en una serie de campañas de guerrilla claramente inspiradas en las tácticas de las tribus de las llanuras de Chogoris. Esta estrategia, íntimamente familiar para los iniciados chogorianos del círculo interior de Jaghatai, era la más adecuada para sacar el mayor partido de la ferocidad y las habilidades innatas de los Cicatrices Blancas ante la amplia superioridad numérica del enemigo. Por su parte, las Compañías asignadas a los sistemas más profundos del Círculo lucharon solas y sin apoyos durante casi tres años antes de que el resto de la Legión asegurase las regiones exteriores. Aquí fueron puestas a prueba las afiladas habilidades de supervivencia de las Compañías Pioneras, combinadas con el salvajismo y el talento para el combate de los reclutas chogorianos. Donde otras Legiones podrían haber flaqueado o retrocedido para reagruparse, perdiendo el impulso de la victoria, estos robustos guerreros medraron, entusiasmados por la presencia de su nuevo señor.

En cada batalla en la que luchaba, Jaghatai dirigía el asalto. Al principio, la Legión simplemente le seguía al interior de la tormenta, pero a medida que las historias sobre el salvaje valor y la consumada habilidad del Primarca se extendían entre los guerreros de la V Legión, pronto empezaron a competir a su lado. Su ejemplo se convirtió en su estandarte durante todo el conflicto, y los Cicatrices Blancas quedaron atados al Khagan y los unos a los otros, no al distante sueño del Imperio ni a ninguno de sus mundos, sino solo al Khan de Khanes y al salvaje gozo que sentía en la guerra y en la vida. En esos tiempos turbulentos, estas cosas fueron tenidas por poco importantes, pues nadie podía pensar siquiera que un Primarca que había jurado lealtad al Emperador podría renunciar a sus votos, y por tanto, la lealtad absoluta al Khan fue considerada equivalente a una lealtad absoluta al Imperio.

Cuando la última batalla del Círculo de Kolarne se libró y ganó en los desolados campos de ceniza del propio Kolarne, los muchos mundos habitados de la región cayeron en manos del Gran Khan. Esos mundos habían servido para unir a su Legión con sangre y guerra, y ahora servirían para reconstruirla. Tomando hombres de las amplias llanuras de Chogoris, los agrestes desiertos de Kolarne y los muchos campamentos de reclutamiento de la Vieja Tierra, el Khagan restauró las fuerzas de la Legión y los Cicatrices Blancas emergieron de la campaña del Círculo de Kolarne renacidos. Ya no eran una sombra que acechaba en los límites de la Gran Cruzada: el Gran Khan los había sacado a la luz y pretendía colocarse al frente de la Gran Cruzada del Emperador, hombro con hombro con las demás Legiones.

Los asesinos risueños

La V Legión regresó a la Gran Cruzada no como las antiguas Compañías Pioneras, sino como los Cicatrices Blancas, unidos como una verdadera Legión. Este era el culmen de la gloria de la Gran Cruzada, el último siglo del 30º Milenio. El naciente Imperio había extendido sus fronteras hasta los mismísimos bordes de la galaxia y derribado a los dragones que acechaban en los márgenes de los antiguos mapas estelares. Ahora se enfrentaba mano a mano con aquellos que podían desafiar su supremacía. Muchas huestes terribles e imperios horribles trataban de reclamar lo que era el legítimo dominio de la Humanidad y el Emperador, y las Legiones Astartes fueron las encargadas de destruirlos por completo. Los Cicatrices Blancas estuvieron entre los héroes de esta era, extendiéndose a través de las estrellas para llevar la guerra y la muerte en nombre de su nuevo señor. Aunque carecían del peso numérico de algunas de las demás Legiones, no tenían igual en el tremendo fervor impetuoso con el que libraban sus guerras.

Estos eran días embriagadores, llenos de fuego y conquistas, y de la salvaje emoción de la guerra incesante contra enemigos demasiado numerosos para contarlos. Mientras otras Legiones buscaban dirigir sus guerras con firme disciplina y cuidadosa planificación, conquistando con fuerza implacable y asegurando los dominios de los que se apoderaban, los Cicatrices Blancas caían sobre el enemigo como una tormenta en medio de un cielo despejado. Allí donde el enemigo era débil o estaba expuesto, envolvían y arrasaban sus posiciones sin piedad, usando su velocidad y su furia para acabar con cualquier defensa. Si el enemigo era fuerte o estaba bien emplazado, le acosaban en sus puntos débiles, dejándole vulnerable para las Legiones que seguían la estela de destrucción que creaban a su paso. Muchos relatos de sus hazañas hablan por igual de su feroz habilidad en combate y de la inteligencia estratégica de sus comandantes, que era diferente en estilo a la de otras Legiones, más salvaje y directa, pero no menos efectiva.

Algunos los consideraban poco menos que bárbaros incursores, similares a los salvajes carniceros de la Legión roja de Angron o los verdugos de Russ, pero los registros de sus campañas demuestran lo contrario. Eran exploradores, en un sentido tanto estratégico como táctico, y una de las estirpes Astartes más agudas y capaces creadas por el Emperador. No acostumbraban a trazar planes exhaustivos ni a realizar interminables preparativos, lo que les enfrentaba a guerreros más prudentes, como los hijos de Dorn o Guilliman. Sin embargo, daban mucho valor al aprendizaje y al conocimiento, y muchos de ellos eran habilidosos artificieros, filósofos y artistas. Acumulaban sabiduría, guardándola hasta que llegase el momento de desatarla sobre el enemigo del mismo modo que otras Legiones lo hacían con sus armas. Eran como el viento, en todas partes y ninguna a la vez, insustanciales pero poderosos, y se entregaban a su misión con pasión, gozando de la emoción de la batalla y la caza a través de las estrellas. Como dijo Sanguinius una vez de la renacida V Legión, "sonríen a menudo y ríen cuando matan".

A diferencia de los brutales hijos de Angron o los salvajes lobos de Fenris, los Cicatrices Blancas no carecían de disciplina, y aunque se cubrían con capas de salvajismo, no eran asesinos descontrolados como esas otras Legiones más infames. Su naturaleza no había sido domada, pero seguían atados por las cadenas del deber y el honor definidos por el código de Chogoris. Eran despiadados y a veces crueles en el ataque, y solían ser considerados insolentes o díscolos, pero esos rumores estaban basados en malentendidos. Cuando los Cicatrices Blancas no daban cuartel a su enemigo, no lo hacían por el disfrute de la simple matanza, sino en honor del valor que les había mostrado, sin contenerse ante un digno contrincante. Cuando no respetaban las políticas ni los planes de otros, era porque sus propias costumbres les eran más útiles. Muy pocas veces hacían ellos las acusaciones, sino que dejaban que sus resultados demostrasen la validez de sus actos. Valoraban la cortesía y la honestidad franca antes que el protocolo o la adhesión rígida a unas reglas inadecuadas para el campo de batalla, pero no dudaban en castigar a aquellos que transgredían sus propias normas.

Sin embargo, a pesar de estas cualidades, solían ser considerados inferiores entre sus congéneres, seguidores en vez de señores, un hecho inaceptable para guerreros tan habilidosos y dedicados. Durante la mayor parte de la Gran Cruzada siguieron siendo extraños para la mayoría de sus hermanos: pocos Primarcas buscaban la compañía de Jaghatai Khan y sus hijos, y Jaghatai no hizo mucho por hacerles cambiar de idea. Algunos consideraban que las estrategias de su Legión eran defectuosas, especialmente los inflexibles hijos de Dorn y Guilliman, mientras que otros menospreciaban las tradiciones chogorianas que mantenían unida a la Legión. El Khan de Khanes no hizo por rebatir su reputación como un bárbaro tosco y un asesino caprichoso, manteniendo sus opiniones en secreto y juntándose únicamente con aquellos que se preocupaban por ver más allá del velo de rumores que envolvía el verdadero carácter de su Legión. De todos sus hermanos, el Khagan solo encontró causa común con un puñado. De estos, el más cercano era Magnus de Prospero, pues él también era un marginado en la pequeña sociedad de sus pares y un hombre íntegro y de brusca honestidad, y los pocos registros sobre los dos suelen mencionar esta amistad entre estos dos Primarcas por lo demás aislados. Horus, que apreciaba el talento por encima de las apariencias, también mostró algo de favor hacia el Khagan, del mismo modo que Sanguinius, que siempre fue un estadista y diplomático entre sus pendencieros hermanos. De los demás no se sabe mucho, posiblemente debido a que hubo pocas ocasiones en las que los Primarcas se reunieran en gran número, y menos aún en las que el Khagan estuviera presente.

Jaghatai siempre estaba en movimiento, siempre donde menos se le esperaba, y siempre en el lugar clave que decidiría el destino de batallas e imperios enteros. Sin embargo, a medida que la Gran Cruzada entraba en sus fases finales a principios del M31, los Cicatrices Blancas se vieron cada vez menos reclamados. La Gran Cruzada del Emperador había eclipsado a sus principales rivales y cartografiado la mayor parte de la fracturada galaxia. Si al principio de aquella larga guerra los mapas habían estado en blanco y los enemigos eran ignotos y terroríficos, ahora estaban llenos, y los enemigos de la Humanidad estaban en su mayor parte localizados e intimidados. En esos últimos años de la conquista había menos espacios salvajes en los que los Cicatrices Blancas pudieran librar guerras a su gusto. Se estaban volviendo obsoletos, innecesarios para el futuro Imperio, y el Khan de Khanes lo sabía y estaba inquieto. Las oportunidades de correr por delante de la tormenta, de regocijarse ante lo desconocido y de gozar por la destrucción causada se desvanecían, dejando en su lugar la insípida labor del gobierno. Las cosas se estaban volviendo ordenadas y conocidas: estaban ganando, y con la victoria final los Cicatrices Blancas quedarían destruidos. El Khan podía sentir que se aproximaba una elección de gran peso. Se les daría la oportunidad de volver a ser lo que habían sido, pero al hacerlo tendrían que traicionar todo aquello por lo que habían luchado. La otra opción, no menos ingrata, era permanecer fieles a sus juramentos y someterse a una lenta decadencia.

La Herejía de Horus

En el 000.M31, los Cicatrices Blancas fueron enviados por el recién ascendido Señor de la Guerra Horus a purgar los restos del imperio Orko de Ullanor en la Cruzada de Chondax. Tras cumplir su misión durante siete años aislados del resto del Imperio, se encontraron rodeados por un bloqueo de la Legión Alfa. Tras romperlo, Jaghatai Khan se dirigió a Prospero para averiguar qué había sido de los Mil Hijos y decidir por sí mismo a qué bando apoyar.

Después de que Jaghatai Khan se negase a ayudar a Leman Russ y su maltratada flota de Lobos Espaciales contra la Legión Alfa en la Nebulosa Alaxxes, llegó al devastado mundo de Prospero, buscando respuestas por sí mismo. Tras teleportarse a la superficie del planeta con un pequeño destacamento de sus Keshig, Jaghatai exploró las ruinas de la antigua capital del planeta, Tizca. Durante sus exploraciones, el Primarca se separó de sus guardaespaldas y no tardó en encontrarse dentro de una red de cavernas subterráneas, donde se enfrentaría a un fragmento etéreo de su hermano, Magnus el Rojo. Magnus imploró a su hermano que eligiera un bando y que no confiara en su padre, el Emperador. Encontradas las respuestas que buscaba, Jaghatai se dirigió hacia la superficie y se reunió con sus Keshig, siendo rodeados por sorpresa por Mortarion y un contingente de Sudarios de Muerte, apoyados por varias Hermandades de la Legión convencidas de apoyar a Horus por la influencia de una logia. El Primarca de la Guardia de la Muerte intentó persuadir a su hermano para que se uniera a la causa del Señor de la Guerra, pero Jaghatai se negó y procedió a luchar contra su hermano, hiriéndole gravemente y obligándole a retirarse. Ya de vuelta y a bordo de su nave insignia, Jaghatai ordenó a su flota que partiera hacia Terra.

Durante los siguientes cuatro años, la Guardia de la Muerte acosó continuamente a la flota de los Cicatrices Blancas, atrapada lejos de Terra debido a la enorme tormenta disforme conocida como la Tormenta de Ruina, la cual imposibilitaba cualquier viaje disforme a larga distancia. Al no ver otra opción, los Cicatrices Blancas se vieron obligados a comenzar una campaña de guerrillas contra las fuerzas traidoras para frenar su avance hacia Terra. Los Cicatrices Blancas perdieron casi una quinta parte de sus fuerzas de combate en el transcurso de estos años. Tras esos cuatro años la Guardia de la Muerte, trabajando con un gran contingente de los Hijos del Emperador comandados por el Lord Comandante Eidolon, detectó que los Cicatrices Blancas pronto se enfrentarían una derrota y destrucción inevitables bajo sus manos. Habiéndose ajustado a las tácticas de la V Legión, se hizo evidente para Jaghatai Khan que estaban siendo atrapados lenta y metódicamente. Desesperados, los Cicatrices Blancas realizaron un último asalto y descubrieron una instalación de navegantes escondida dentro de la Fisura Disforme Catallus. Dentro encontraron el artefacto conocido como Cristal Oscuro, un prototipo mucho menos potente del Trono Dorado del Emperador, pero que aun así era capaz de acceder a la Telaraña. Targutai Yesugei, Vidente de las Tormentas y amigo de Jaghatai, se sacrificó por su padre y hermanos sentándose en el Cristal Oscuro para abrir un portal que permitió a los Cicatrices Blancas escapar de la gran flota traidora y salir en el borde exterior del Segmentum Solar.

Durante la Batalla de Terra, los Cicatrices Blancas apoyaron a los Puños Imperiales y los Ángeles Sangrientos, junto con la Legio Custodes y los miembros del Ejército Imperial leales al Emperador, en la defensa de Terra frente al decisivo ataque del Señor de la Guerra Horus y las Legiones Traidoras.

La Desaparición del Khan

Jaghatai Khan luchó al lado de sus guerreros durante quizá setenta años más antes de su desaparición final en una región del espacio cercana al Torbellino. Tras la derrota de Horus, Jaghatai se impuso la misión de rescatar a los miembros de la tribu que los Eldars Oscuros habían capturado en su ausencia, mientras se encontraba luchando en la Gran Cruzada. Los Cicatrices Blancas afirman que él y sus guerreros más valientes lucharon contra el líder de una de las asesinas Kábalas alienígenas y que fueron arrojados a la horrible dimensión que existe fuera del espacio y del tiempo para luchar contra los Eldars Oscuros por toda la eternidad. No se sabe exactamente cuánto hay de cierto en esta historia, pero es más que probable que la nave del Khan simplemente se perdiera en la Disformidad, dado que el viaje por esta región del espacio es extremadamente peligroso.

En El Gran Khan de Quan Zhou se dedica un volumen entero a hablar del Linaje Perdido de los Cicatrices Blancas. En dicho libro se cuenta cómo, después de muchos años tras la partida de Jaghatai Khan con el Emperador hacia la Gran Cruzada, una tormenta maligna cayó sobre el mundo de Chogoris en forma de los hermanos oscuros de los Eldars, que sembraron el terror y el dolor hasta extremos nunca vistos. Gracias a su tecnología y armamento superiores, los alienígenas pudieron vencer fácilmente a las tribus dispersas y se llevaron del planeta a decenas de miles de esclavos que no paraban de gritar. Solo tras la muerte de Horus, Jaghatai llegó a conocer estos hechos terribles y profirió grandes juramentos de venganza contra los Eldars Oscuros.

El Khan no cejó en su búsqueda y se dice que, durante la terrible batalla de Corusil V, él y la Primera Hermandad persiguieron a un poderoso señor Eldar Oscuro a través de un portal de energía pulsante que conducía al sombrío reino de sangre al que estos alienígenas degenerados llaman hogar. El portal se cerró antes de que el resto de los soldados del Khan pudieran seguirlo y el poderoso Jaghatai Khan desapareció del Imperio. Privados del liderazgo de su Khan, los Cicatrices Blancas mantienen un odio permanente e insaciable contra estos alienígenas buscadores de sangre; siempre que los Cicatrices Blancas se encuentran con los Eldars Oscuros, su furia no tiene límites. Hasta el presente, se desconoce el destino final de Jaghatai Khan y nadie está seguro de si él y sus guerreros todavía siguen luchando en ese plano entre dimensiones o si ya hace tiempo que murieron.

Acciones notables

Guerras de Unificación

  • Incursión de Dubris (fecha desconocida) - Los Cazadores Estelares, la 1ª Compañía de la V Legión, lanza una atrevida incursión contra esta fortaleza albiana, abriendo el camino a las primeras invasiones de estos territorios por las fuerzas del Emperador.
  • Batalla de las Catacumbas Negras de Kadiru (fecha desconocida) - Fue una lucha librada durante 83 días por fuerzas de la V Legión en esta fortaleza clave del dominio yndonésico de Ursh.

Gran Cruzada

  • Batalla de Thapsus (744.M30) - Una de las escasas ocasiones en que se reunieron fuerzas de la V Legión en gran número.
  • Conquista del Círculo de Kolarne (875-880.M30) - Primera campaña de los Cicatrices Blancas liderados por Jaghatai Khan. El Khagan lanzó a sus 80000 guerreros contra una multitud de enemigos xenos y renegados humanos asentados en esta región, como los Orkos de Sengr Mar y Vorgheist, con el fin de forjar lazos de unión entre las antiguas Compañías Pioneras, los nuevos reclutas de Chogoris y él mismo. Sufrieron un 10% de bajas, pero purgaron el Círculo de Kolarne, que se convirtió en terreno de reclutamiento para la Legión.
  • Emancipación de Drune (881.M30).
  • Derrota del Emperador Pálido (ca. 980.M30).

[En construcción, disculpen las molestias.]

Herejía de Horus

  • Segunda Batalla de Prospero (007.M31) - Después de que Jaghatai Khan se negase a ayudar a Leman Russ y su maltratada flota de Lobos Espaciales contra la Legión Alfa en la Nebulosa Alaxxes, llegó al devastado mundo de Prospero, buscando respuestas por sí mismo. Tras teletransportarse a la superficie del planeta con un pequeño destacamento de Keshig, Jaghatai exploró las ruinas de la antigua capital del planeta, Tizca. Durante sus exploraciones, el Primarca se separó de sus guardaespaldas y no tardó en encontrarse dentro de una red de cavernas subterráneas, donde se enfrentaría a un fragmento etéreo de su hermano, Magnus el Rojo. Magnus imploró a su hermano que eligiera un bando y que no confiara en su padre, el Emperador. Encontradas las respuestas que buscaba, Jaghatai se dirigió hacia la superficie y se reunió con su Keshig, siendo rodeados por sorpresa por Mortarion y un contingente de Sudarios de Muerte. El primarca de la Guardia de la Muerte intentó persuadir a su hermano para que se uniera a la causa del Señor de la Guerra, pero Jaghatai se negó y procedió a luchar contra su hermano, hiriéndole gravemente y obligándole a retirarse. Ya de vuelta y a bordo de su nave insignia, Jaghatai ordenó a su flota que partiera hacia Terra.
  • Persecución de los Cicatrices Blancas (007-11.M31) - Durante los siguientes cuatro años, la Guardia de la Muerte acosó continuamente a la flota de los Cicatrices Blancas, atrapada lejos de Terra debido a la enorme tormenta de disformidad conocida como Tormenta de Ruina, la cual imposibilitaba cualquier viaje disforme a larga distancia. Al no ver otra opción, los Cicatrices Blancas se vieron obligados a comenzar una campaña de guerrillas contra las fuerzastraidoras para frenar su avance hacia Terra. Los Cicatrices Blancas perdieron casi una quinta parte de sus fuerzas de combate en el transcurso de estos años. Tras esos cuatro años la Guardia de la Muerte, trabajando con un gran contingente de los Hijos del Emperador comandados por el Lord Comandante Eidolon, detectó que los Cicatrices Blancas pronto se enfrentarían una derrota y destrucción inevitables bajo sus manos. Habiéndose ajustado a las tácticas de la V Legión, se hizo evidente para Jaghatai Khan que estaban siendo atrapados lenta y metódicamente. Desesperados, los Cicatrices Blancas realizaron un último asalto y descubrieron una instalación de navegantes escondida dentro de la Grieta Disforme Catallus. Dentro encontraron el artefacto conocido como Cristal Oscuro, un prototipo mucho menos potente del Trono Dorado del Emperador, pero que aun así era capaz de acceder a la Telaraña. Targutai Yesugai, amigo y Vidente de la Tormenta, se sacrificó por su padre y hermanos sentándose en Cristal Oscuro para abrir un portal que permitió a los Cicatrices Blancas escapar de la gran flota traidora y salir en el borde exterior del Segmentum Solar.

La Purga

  • El tiempo de la separación - Durante las batallas de la Gran Purga, los Cicatrices Blancas reciben el encargo de asegurar el sector Yasan, que rodeaba su propio mundo natal. Muchos de los planetas habitados se habían rebelado durante la Herejía de Horus, y todos ellos, traidores y leales, habían sufrido los ataques xenos, especialmente por saqueadores Drukhari. Es durante esas campañas cuando la Legión de los Cicatrices Blancas es disuelta en Capítulos y, más tarde, su amado Primarca desaparece, siendo visto por última vez persiguiendo a los Eldars Oscuros por una de sus puertas de entrada a la Telaraña.
  • A la caza de venganza - Al no reaparecer Jaghatai Khan, se declara una Gran Cacería. Los Cicatrices Blancas y sus Capítulos Sucesores surcan el sector y más allá en busca de señales de su Primarca, atacando a todos los Eldars sin previo aviso o clemencia alguna. No se encuentran señales.

Interregno de Nova Terra

  • Batallas del Sistema Abrasado - Con las fuerzas del Imperio agotadas durante el Interregno de Nova Terra recae en los Cicatrices Blancas el liderar el asalto al sistema Danhabb, también conocido como el Sistema Abrasado por su insólito número de soles, el sistema infestado de Orkos es una mortífera caldera a punto de estallar. A lo largo de los desiertos tostados por el sol de los vastos planetas del sistema, cada uno docenas de veces mayor que Chogoris, los Cicatrices Blancas aprovechan al máximo su excepcional movilidad, haciendo a su enemigo abrumadoramente superior correr en círculos. Pese a que los convoyes de Karros de Guerra y los Kultos de la Velozidad rivalizan con los Cicatrices Blancas en velocidad estos los llevan fácilmente a emboscadas, o los engañan para desperdiciar munición y combustible de forma estúpida. El Capítulo al completo se despliega a lo largo de una década antes de destruir finalmente a los Orkos. Las batallas finales (la Carrera de la Muerte a través del Valle de las Gargantas y el Slalom a través de la Lluvia de Rocas) se recuerdan en cuentos que serán relatados en los fuegos rituales de los Cicatrices Blancas mientras haya guerreros que contarlos.

Era de la Redención

  • El año maldito - Con las hermandades dispersas a lo largo del Segmentum Ultima los Cicatrices Blancas sufren una serie de desastres, comenzando con la pérdida de tres Khanes muriendo cada uno de ellos en su campaña inaugural. Tomando estas tragedias como un signo de que han deshonrado el espíritu de su honorable Primarca los Videntes de las Tormentas llaman al Capítulo al completo a Chogoris, donde las hermandades se reúnen durante un mes de festejos y competiciones, cada uno de los hermanos de batalla vuelve a consagrarse a través de rituales de sangre. En las siguientes décadas los Cicatrices Blancas acumulan más victorias y cacerías exitosas que en ningún otro período desde la Gran Cruzada.
  • Los Jinetes de la Tormenta - Pese a que sólo una hermandad se une a la Cruzada Machariana sus hazañas y habilidades en el reconocimiento reafírman ante el Imperio que los Cicatrices Blancas no tienen parangón en tales lides.

M41

  • La amenaza del Vórtice - La flota del Caos de Huron Blackheart al completo emerge del Torbellino y rápidamente asedia una gran cantidad de sistemas, incluido el subsector Yasan y el mismísimo Chogoris. Los Cicatrices Blancas se retiran de Armageddon y llaman a sus hermanos de batalla desde tan lejos como el Golfo de Damocles con intención de enfrentar a este terrible peligro.
  • Sublevación de Jopal - Batalla que libró el Imperio contra fuerzas insurgentes en el M41 y que se consideró la mayor hazaña de Jubal Khan, Gran Khan del Capítulo de los Cicatrices Blancas. Durante la campaña, lideró a la Primera Hermandad de los Cicatrices Blancas en varias incursiones y ataques contra las líneas de suministros y comunicaciones enemigas. Los daños fueron tan devastadores que el enemigo se vio forzado a redirirgir gran parte de sus tropas para que se enfrentara a los astartes. Esta maniobra permitió a la Guardia Imperial machacar las debilitadas líneas del frente y poner fin a la insurrección.
  • Cruzada de Damocles (742.M41) - Los Novamarines destacan por su persecución implacable de todo tipo de formas de vida xenos. Su intervención en la Primera Guerra Tiránida les impide estar presentes en el asalto al mundo T'au de Dal'yth. Los Cicatrices Blancas y los Manos de Hierro también intervienen activamente. Estos últimos asumen el mando total del asalto planetario a Sy'l'kell al juzgar como débiles al resto de capítulos participantes. Los defensores T'au son superados.
  • Caza de Voldorius (871.M41) - Kor'sarro Khan y sus Cicatrices Blancas, junto a Kayvaan Shrike y su 3ª Compañía de la Guardia del Cuervo, consiguen vencer a las fuerzas del Caos del planeta Quintus y dar caza al Príncipe Demonio Kernax Voldorius.

Era de la Gran Fisura

  • La llegada del Caos - La apertura de la Gran Fisura y lo que vino de Noctis Aeterna ocurre mientras los Cicatrices Blancas defienden Chogoris del ataque. El subsector Yasan cae completamente ante el ataque de Blackheart y cuando los Demonios se manifiestan desde la creciente oscuridad, parece que los hijos de Jaghatai Khan plantarán cara por última vez. Sin embargo, una flota más aparece antes de que las estrellas sean nada más que oscuridad. Llegando desde su última batalla frente a los T'au en la Franja Oeste, Kor'sarro Khan lidera a sus hermanos en una inesperada carga que rompe el bloqueo de la montaña Khum Karta que rodea Quan Zhou, la fortaleza monasterio de los Cicatrices Blancas. Con su asedio roto y con una pausa en las tormentas de disformidad en el horizonte, las fuerzas del Caos se retiran.
  • Junto a un Primarca - Con las hermandades mermadas y el subsector Yasan invadido por enemigos, los Cicatrices Blancas comienzan a reagruparse y planean sus contra-ataques. Es entonces cuando la Cruzada Indomitus llega al sistema, desplegando a los Hermanos Primaris de los Cicatrices Blancas para unirse a la lucha. Con las hermandades reforzadas, nadie podrá detener su furia.
  • La caída del Gran Khan - Buscando venganza por los grandes daños infligidos en Chogoris, el Gran Khan, Jubal, lidera un osado ataque sobre Seethnar, la enorme estación espacial capturada por Huron Blackheart y puerto principal para su flota de guerra pirata. En un veloz ataque naval, Seethnar es abordada desde diferentes puntos, y cada patrulla se adentra en la estación y coloca allí cargas de fusión. Después de un despiadado combate, Jubal Khan y su guardia de honor alcanzan el corazón de Seethnar y causan un catastrófico daño a sus reactores de plasma, pero quedan atrapados por los pasadizos derrumbados. El destino del Gran Khan está aún por descubrir.

Reclutamiento

Chogoris es un mundo fértil que aún se encuentra en un nivel de civilización semifeudal. Tras la partida del Gran Khan, Ogedei pasó a ser el nuevo líder de las tribus y, aunque era un gran guerrero, no era como Jaghatai Khan. Sin el liderazgo del Primarca, las tribus pronto volvieron a sus costumbres guerreras y, en pocos años, la nación unificada que Jaghatai había creado dejó de existir. Las tribus volvieron a sus tierras originales y la vida siguió de forma muy parecida a como lo había hecho antes de la llegada del Gran Khan. Algunos biógrafos del Primarca afirman que Jaghatai sabía perfectamente que esto sucedería y, aun así, se marchó. También sugieren que a lo mejor lo hizo así para que su pueblo siguiera siendo fuerte y en el futuro pudiera aportar nuevos reclutas para la nueva Legión. Como es natural, en los milenios siguientes hubo hombres que se alzaron para unir las tribus, pero ninguno de forma tan espectacular como Jaghatai Khan.

Hoy en día, el líder de los Cicatrices Blancas sigue denominándose Gran Khan y sigue habitando en el palacio de Quan Zhou, en la cima más alta e inaccesible de las montañas Khum Karta. La Fortaleza-Monasterio de mármol constituye una visión impresionante, pero a muy pocos extranjeros se les ha permitido la entrada. La ciudad y su belleza salvaje es famosa en todo el Segmentum y hasta se dice que sus murallas contienen ríos y bosques repletos de animales que el Khan se dedica a cazar como deporte.

Los Videntes de las Tormentas de los Cicatrices Blancas se aventuran por las estepas cada diez veranos para observar las tribus y sus batallas. Tras su observación, escogerán a los mejores y más valientes guerreros y volverán con ellos a Quan Zhou para convertirlos en Marines Espaciales. Las piras funerarias de los Cicatrices Blancas muertos en combate en el Khum Karta (que significa "las montañas que arañan las estrellas") son lugares de peregrinación para los jóvenes guerreros de la tribu y los que sobreviven al viaje por esos peligrosos valles son considerados hombres de gran valor.

Doctrina de combate

Las técnicas de guerra que Jaghatai Khan enseñó a las tribus les han ido bien en los milenios posteriores a la reunificación con el Emperador. Su modus operandi es realizar ataques rápidos como el relámpago con fuerzas compuestas por unidades muy móviles que acaban con el enemigo poco a poco, manteniéndose siempre suficientemente alejadas para evitar el combate cuerpo a cuerpo. Las veloces motocicletas y los medios de despliegue ultrarrápido hacen que los Cicatrices Blancas puedan reaccionar mucho más rápidamente que la mayoría de Capítulos y, por eso, casi nadie maniobra mejor que ellos en el campo de batalla.

Los enemigos fuertemente acorazados se encuentran con que disparan al vacío mientras que los Cicatrices Blancas los rodean y los atacan donde son más vulnerables. Más de un enemigo creyó estar a salvo detrás de sus líneas y acabó por aprender lo equivocado que estaba cuando los Exploradores montados en motocicleta de los Cicatrices Blancas aparecieron aullando de la nada y atacaron su flanco y retaguardia. Al estar tan habituados a las sillas de montar, los Exploradores siempre se dirigen a la batalla montados en sus motocicletas.

Si bien los Cicatrices Blancas prefieren mantener al enemigo a distancia, son igualmente capaces de llevar a cabo sangrientos ataques directos. Los escuadrones de motocicletas de élite son justamente temidos, al igual que las Escuadras de Asalto, que caen del cielo descargando enormes cantidades de fuego, atacando con las caras llenas de terribles cicatrices lanzando aullidos que piden la sangre de los enemigos, todo lo cual representa una visión escalofriante.

Organización

Orígenes: las Compañías Pioneras

En sus inicios, la V Legión no era un cuerpo único como muchas de las demás proto-Legiones, sino que era una Legión solo en nombre. Estaba organizada en Compañías autónomas, cada una de las cuales mantenía pocos lazos con el resto y operaba de forma totalmente independiente. De hecho, antes de que se ordenase su regreso tras el descubrimiento de Jaghatai Khan, muchas de las Compañías Pioneras no tenían ningún contacto con otras secciones de la V Legión, y habían desarrollado una serie de tradiciones y rituales propios y únicos. Esto se fue afianzando a lo largo de la Gran Cruzada, ya que cada Compañía solía verse obligada a reclutar sobre la marcha porque los convoys de suministros y refuerzos casi nunca eran capaces de seguirles el ritmo. Curiosamente, esto hizo que varias de las Compañías Pioneras intimasen más con las demás Legiones, especialmente cuando luchaban cerca de ellas, ya que los guerreros de la V Legión, que aún no tenían un Primarca en torno al que seguir, empezaron a adoptar prácticas propias de las otras Legiones. Estas subculturas sobrevivieron a su integración en el nuevo orden de Jaghatai, y muchas de ellas fueron incorporadas por la obsesión chogoriana con las pequeñas supersticiones, mientras que otras fueron mantenidas por las logias guerreras que se extendían por las ramas terranas de los Cicatrices Blancas.

Estas Compañías Pioneras variaban entre un mínimo de 500 Legionarios y un máximo de 3000, y los registros indican que había unas 800 Compañías conocidas hacia el año 800.M30. Se estima que el total de las fuerzas de la V Legión rondaba los 80000 en esas fechas, pero muy pocas veces se reunían en grupos superiores a unos pocos miles de Astartes, salvo por incidentes excepcionales como la Batalla por Thapsus de finales del 744.M30. Aunque dispersa, la V Legión siguió siendo una fuerza de tamaño respetable, principalmente debido a los patrones de reclutamiento oportunistas practicados por muchas de las Compañías para compensar la relativa escasez de refuerzos procedentes de Terra. Esta costumbre provocó no pocas fricciones entre las Legiones, ya que en ocasiones los guerreros de la Quinta invadían territorios cedidos a Legiones más establecidas. En particular, se sabe que Ferrus Manus y Leman Russ se tomaron a mal que la Legión reclutase en mundos cuyas poblaciones les estaban asignadas, y solo la intervención directa de Horus Lupercal impidió que los guerreros errantes de la Quinta sufriesen censura.

En cada Compañía había una diversidad tremenda de subdivisiones, siendo el modelo más común el viejo estándar terrano de los ejércitos de la Unificación, el cual dividía la Compañía Pionera en grupos de cien guerreros dirigidos por Capitanes, el primero de los cuales actuaba como comandante general. La heráldica de la joven V Legión era igual de variada: la mayoría de Compañías Pioneras mantenían el numeral que indicaba la designación que les había otorgado el Emperador, pero también adoptaron varias insignias extraoficiales propias para reflejar los diversos títulos que les daban las fuerzas imperiales junto a las que servían y los enemigos a los que cazaban. Un breve repaso a estos títulos y blasones, como el que aparece en el tercer volumen de la edición del 765.M30 del Liber Armorum Terranicus: Hermandades Guerreras de las Legiones Astartes, demuestra la creciente falta de unidad entre los dispersos hijos de la Legión:

  • 3ª Compañía Pionera, los Leones de Thapsis - Mostraban un león dorado junto al numeral gótico clásico "V" en negro, en una hombrera gris ribeteada de rojo.
  • 99ª Compañía Pionera, los Rematadores - Mostraban dos cuchillos negros opuestos formando una V, en una hombrera roja.
  • 224ª Compañía Pionera - Mostraban los numerales góticos clásicos V y CCXXIV en negro, en una hombrera gris con una franja vertical azul en el centro.
  • 666ª Compañía Pionera, los Diablos del Vacío - Mostraban un rostro monstruoso formado por tres ojos rojos y una boca colmilluda blanca en forma de V, en una hombrera negra.
  • 731ª Compañía Pionera, los Fantasmas Grises - Vestían servoarmaduras de camuflaje gris, y su blasón era una calavera negra centrada sobre una V de color gris oscuro.

Bajo el mando de Jaghatai Khan

El redescubrimiento de Jaghatai Khan en Chogoris puso fin a esta era de operaciones independientes y supuso la completa reorganización de la Legión.

Hacia el 865.M30 había aproximadamente 70000 guerreros en la V Legión, que aumentarían hasta unos 95000 en el cenit de las fuerzas de la Legión poco antes del 007.M31. El Gran Khan reformó a estos guerreros en varias Hordas, formaciones superiores a las Hermandades dentro de la estructura de la Legión. Al crear esta nueva Legión, el Gran Khan tuvo cuidado de dividir las viejas Compañías Pioneras, mezclando guerreros de distintos orígenes con los nuevos reclutas de su mundo natal de Chogoris para constituir las nuevas Hordas. La mayoría de los documentos fechados en esa época fijan el número original de Hordas en cinco, aunque otros registros llegan a mencionar siete. Es difícil dar una cifra exacta debido al tamaño irregular de estas formaciones, ya que tanto las Hordas originales como las posteriores variaban enormemente en tamaño: la más pequeña contaba con poco más de 5000 guerreros, y la más grande, hasta 20000. Sus diferencias numéricas no parece indicar que hubiera ninguna especialidad táctica o estratégica, sino que dependía de la voluntad del comandante de la Horda, conocido entre los recién reorganizados Cicatrices Blancas como un Noyan-khan. De hecho, las distintas Hordas solían sufrir profundos cambios en su tamaño durante la transición de un Noyan-khan a otro, en los que unos guerreros pasaban de unas Hordas a otras, o incluso se separaban para formar nuevas Hordas a capricho del Noyan-khan o del propio Jaghatai. Al parecer, este proceso pretendía permitir que cada comandante operase eficientemente dentro de los límites de su habilidad y preferencias estratégicas, en lugar de imponerle un estricto sistema organizativo.

No se sabe si esto se debió al antiguo carácter independiente de las antiguas Compañías Pioneras o al legado chogoriano del Gran Khan, pero su efectividad en combinación con el espíritu libre de la V Legión quedó demostrada en innumerables batallas. Sin embargo, esto también causó problemas, tanto con otras Legiones como con los mandos y estructuras logísticas de la Divisio Militaris. Varias operaciones de la Gran Cruzada tuvieron dificultades a la hora de clasificar adecuadamente a los destacamentos de los Cicatrices Blancas a la hora de reaprovisionarlos y de compararlos con el nivel de amenaza de sus enemigos. En Algeron VII, donde dos Hordas de los Cicatrices Blancas fueron desplegadas para realizar operaciones de destrozo contra enclaves humanos renegados, la Divisio Logisticus suministró municiones y material para dos Capítulos Astartes estándar, lo que resultó insuficiente para las dos Hordas ampliadas enviadas por los Cicatrices Blancas. En Therona Secundus, un gran destacamento de Ultramarines que estaba asediando un bastión Fra'al solicitó que se le reforzase con una fuerza Legionaria de tamaño similar, y los estrategas de la Divisio reasignaron por error a una Horda cercana al conflicto. Esta Horda, que tenía la mitad de efectivos que el ejército Ultramarine, luchó con bravura como parte de la fuerza de asalto, pero su tamaño relativamente pequeño obligó a los Ultramarines a soportar más bajas de las que sus estrictos protocolos permitían. Los guerreros de Ultramar, siempre escépticos hacia cualquiera que desdeñase la lógica del Principia Bellicosa, vieron esto como un fracaso de los Cicatrices Blancas; un agravio que resultó unilateral, pues los Cicatrices Blancas consideraron que el conflicto de Therona había sido una gran victoria ante la adversidad, y alabaron la fortaleza de los Ultramarines.

La única otra unidad organizativa esencial entre los Cicatrices Blancas era la Hermandad, aproximadamente igual a una Compañía estándar. Como las Hordas, cada Hermandad podía variar enormemente de tamaño, desde unos pocos centenares de guerreros hasta varios miles. De nuevo, esta disparidad casi nunca tenía una relación directa con su papel táctico, sino con las preferencias y el carisma del Khan que la dirigía. No obstante, muchas Hermandades sí tendían a favorecer un modo específico de combate, y la mayoría estaban equipadas y entrenadas para operar como fuerzas de escaramuza y asalto rápido. Estas Hermandades más típicas casi siempre estaban mecanizadas, es decir, todas sus unidades montaban en motocicletas a reacción o en otras formas de transporte rápido. Las Hermandades especializadas en el combate a largo alcance o en asedios eran una pequeña minoría, y a menudo eran las formaciones más pequeñas. Esto dejaba en cierta desventaja a los Cicatrices Blancas en algunos teatros de operaciones, obligándoles a depender de su propia versatilidad innata o a recurrir a unidades auxiliares para que lidiasen con situaciones de combate especializadas.

La composición de cada Hermandad también variaba considerablemente, y rara vez se correspondía con las estructuras estándar de las Compañías de otras Legiones. Aunque cada Hermandad era una formación única, la mayoría se componían de un núcleo de tropas montadas en motocicletas a reacción, si bien se sabe que en ocasiones estas unidades combatían a pie al estilo de las Escuadras Tácticas. Además de este núcleo de tropas de asalto de gran movilidad había varias unidades más especializadas, cuya naturaleza exacta era muy variable. Las más habituales eran los cuerpos de reconocimiento o los especialistas de asalto cuerpo a cuerpo, papeles muy valorados en las tradiciones de Chogoris y que se encontraban en el centro de las doctrinas de los Cicatrices Blancas. Era raro, pero no inaudito, incluir unidades que no encajasen con ninguna de esas preferencias, especialmente las unidades de apoyo con armas pesadas estáticas. De hecho, algunas Hermandades estaban compuestas casi por completo de estas unidades. Estas Hermandades especialistas no eran marginadas por sus hermanas más rápidas, sino que solían ser honradas por su papel en las victorias de la Legión y su disposición a sacrificar la emoción de la caza por la victoria. La mayoría de Hermandades incluían también lo que los Cicatrices Blancas llamaban un Keshig, un cuerpo de tropas que servía a la vez de guardia personal del Khan y de reserva de élite destinada a reforzar el espíritu combativo y la potencia de fuego táctica de las tropas de línea. Dada la naturaleza agresiva de las tácticas de los Cicatrices Blancas, estas unidades solían estar al frente de cualquier asalto, y casi siempre englobaban a los guerreros más hábiles y experimentados de la Hermandad.

Órdenes auxiliares

Además de la estructura de Hermandades en la que se dividían la gran mayoría de los Cicatrices Blancas, existían varios cuerpos de guerreros separados. Algunas de estas Órdenes respondían directamente ante el Gran Khan, mientras que otras eran totalmente independientes y actuaban siguiendo los caprichos de sus comandantes en apoyo de otras Hermandades u Hordas. Dada la naturaleza descentralizada de la organización de los Cicatrices Blancas y el énfasis que ponían en la iniciativa individual, muchas de estas Órdenes operaban sin supervisión directa del Gran Khan, y hasta cierto punto dictaban sus propias leyes. Estas eran las más destacadas:

  • Los Zadyin Arga, los Videntes de las Tormentas - Estos eran los adeptos-Bibliotecarios desplegados por la Legión durante los primeros días del experimento del Librarius, cuyo entrenamiento y funciones estaban dictados tanto por las supersticiones de las tribus de Chogoris como por las codas estandarizadas de entrenamiento del naciente Librarius. En poco tiempo empezaron a cumplir el papel de místicos y consejeros de los Khanes, más parecidos a primitivos chamanes para los observadores externos que al ideal de guerrero-erudito de otras Legiones más ortodoxas. Sin embargo, bajo el revestimiento de su tradición chamanística se encontraba una posición sorprendentemente compleja, ya que servían a sus hermanos como consejeros y mediadores además de como escudos contra amenazas etéricas, y poseían una profunda comprensión de la Disformidad que bebía a la vez del misticismo chogoriano y de los estudios científicos de los mayores estudiosos del Imperio. En muchos sentidos, el respeto mostrado por estos primeros adeptos hacia los fenómenos disformes demostraba un enfoque más sabio que el de otros eruditos más seculares, cuya percepción se basaba en la ciencia y a menudo desdeñaba las verdaderas amenazas ocultas en el Éter. En combate, los Videntes de las Tormentas agitaban la Disformidad para apoyar a sus hermanos, prefiriendo aplicar sus poderes psíquicos de formas más sutiles que unos toscos rayos de energía. Ocultaban el avance de los Cicatrices Blancas con niebla, viento y lluvia, y obstaculizaban el de su enemigo con implacables ventiscas de granizo o terribles monzones. Muchas de las victorias de la V Legión se basaron en la astuta aplicación de los poderes psíquicos y los sabios consejos de los Videntes de las Tormentas. Sin embargo, a pesar de sus capacidades solían ser juzgados por su apariencia, que a los seguidores más estrictos de la Verdad Imperial les recordaba a los oscuros días de la Larga Noche en Terra y a las supersticiones religiosas que el propio Emperador había condenado. Entre sus opositores más notorios estaba Mortarion, cuyo odio innato hacia los psíquicos se veía exacerbado por las posiciones influyentes que los Videntes ocupaban en su Legión, pero no fue el único que cuestionó su lealtad a los principios de la Verdad Imperial y a la propia Gran Cruzada.
  • El Karaoghlanlar, los Hijos Oscuros de la Muerte - Estos guerreros cumplían el papel de las Escuadras Destructoras entre los Cicatrices Blancas y respondían directamente ante el Consejo de Videntes. Eran desplegados en combate cuando era necesaria la absoluta aniquilación del enemigo, así como para cumplir ciertas funciones rituales tras el final de campañas clave. Sus tácticas eran consideradas anatema por los Cicatrices Blancas, cuyo gozo por el combate abierto y reverencia por la naturaleza intacta de muchos mundos de frontera no encajaban con semejante destrucción gratuita. Vestían servoarmaduras pintadas de negro apagado y decoradas con amuletos chamanísticos para mantener a raya a los espíritus malignos que seguían sus pasos. Estos sombríos guerreros, a menudo considerados locos y pájaros de mal agüero por sus congéneres, no servían con ninguna Hermandad en concreto, sino que eran desplegados cuando tanto el Khan como su Vidente de las Tormentas estaban de acuerdo en que debían ser desatados. Esta superstición aparentemente pagana parece haber servido únicamente como medio para denigrar el uso de estas medidas extremas, una elección tomada por el propio Gran Khan, que sentía poco respeto por aquellos que recurrían a estas unidades con excesiva frecuencia.
  • El Burgediin Sarhvu, las Garras del Halcón - Esta pequeña Orden estaba formada por veteranos que habían superado ciertos ritos iniciáticos en Chogoris. En el campo de batalla, servían como cazadores y exploradores de avanzada expertos en sobrevivir y eliminar silenciosamente a los comandantes enemigos, mientras que fuera del combate actuaban como los guardianes de los servorrapaces mantenidos por muchas Hermandades como símbolos de su legado y como medio para reconocer el campo de batalla.
  • El Kharash o Keshig de Ébano - Más una agrupación temporal que una Orden formal, el Kharash era reunido siempre que surgía la necesidad de formar una fuerza distractora o destinada a un asalto de choque. Compuestas solo por voluntarios, estas unidades eran al mismo tiempo un castigo y un honor, ya que aquellos que sobrevivían a su misión en el Kharash solían ser considerados afortunados y habilidosos por sus camaradas. Los Kharash eran también una de las pocas unidades de los Cicatrices Blancas que utilizaban rutinariamente las armaduras de Exterminador.
  • Los Uhaan Solban, los Guardianes de los Luceros del Alba y de la Tarde - Esta Orden englobaba a casi todos los escasos Dreadnoughts al servicio de los Cicatrices Blancas. Dedicados principalmente a la protección de los repositorios de semilla genética de la V Legión situados en Chogoris y Terra, estos taciturnos guerreros medio muertos apenas eran vistos en el campo de batalla, lo que llevó a muchos observadores externos a afirmar erróneamente que los Cicatrices Blancas no utilizaban Dreadnoughts. En realidad, a pesar del rechazo sentido por estos guerreros dedicados a los feroces gozos del combate y a los simples placeres de la existencia física hacia la idea de pasar una eternidad de silencio y aislamiento en el interior de un Dreadnought, ser sepultado en uno de ellos no era visto como un castigo ni como un honor: su misión era mantener una guardia eterna para que sus hermanos que aún caminaban por completo por el reino de los vivos pudieran cazar por las estrellas junto al Gran Khan, un sacrificio que les hacía ser tratados con respeto y temor a partes iguales por el resto de la Legión. Eran un cruel recordatorio del verdadero precio del deber, evitados por casi todos los que tenían motivos para entrar en las silenciosas salas de almacenaje en las que descansaban, y honrados desde lejos con ritos propiciatorios. Solo los Apotecarios y los Khanes de Hierro del Arsenal buscaban su compañía, tanto para su mantenimiento como por razones rituales asociadas a sus propios y misteriosos cultos. En raras ocasiones, uno de los Uhaan Solban acudía al campo de batalla junto al resto de la Legión, atraído al combate por los recuerdos fragmentados y las ansias que aún vivían en sus duermevelas. Hacían estas exigencias solo en escasas ocasiones, y solo cuando sentían que su presencia era requerida por los augurios observados en los sueños febriles que soportaban durante su vigilia próxima a la muerte e interpretados para ellos por los Videntes de las Tormentas. Eran pocos los Khanes que denegaban las peticiones de estos funestos héroes de volver a recorrer los campos de batalla, aunque las batallas a las que los Uhaan Solban se veían atraídos eran casi siempre sucesos infames, terribles desafíos en los que la Legión debía afrontar peligros casi insuperables o tragedias ocultas. Allí los Uhaan Solban buscaban su muerte final, alzarse como bastiones frente a la derrota o reír amargamente ante la cara de la muerte una vez más. Durante la Cruzada de Chondax, un número sin precedentes de Uhaan Solban volvieron al campo de batalla, un mal augurio que no fue comprendido hasta el final de la lucha y la aparición de la Legión Alfa. Posteriormente esa cifra fue superada durante la Herejía de Horus, lo que hizo que se conociese como el Tiempo del Despertar.
  • El Akoghlanlar, el Apothecarion - Compuesto enteramente por el personal del cuerpo medicae de la V Legión, el Akoghlanlar era el opuesto ritual de los Destructores de la Legión, dedicado a la preservación de sus hermanos y del legado de Jaghatai. A diferencia de la mayoría de las Órdenes aquí representadas, estos guerreros estaban dispersos por las diversas Hermandades, sirviendo individualmente en lugar de como una única entidad. Solo en raras ocasiones se reunía a toda la Orden, a menudo para llevar a cabo uno de los misteriosos rituales de Chogoris.

Una notable excepción en las filas de los Cicatrices Blancas era la casi total ausencia de cualquier tipo de posición dedicada a la aplicación de la justicia marcial. Los Cicatrices Blancas nunca mantuvieron ningún cuerpo disciplinario como los Cónsules-Opsequari descritos en el Principia Bellicosa. A pesar de ello, también mantenían una de las tasas más bajas de disputas internas e infracciones contra la ley militar de la Divisio Militaris. Algunos afirman que esto se debía a la naturaleza hermética de los Cicatrices Blancas y a su reticencia a informar adecuadamente de sus actividades, pero otros sostienen que los Cicatrices Blancas seguían un complejo código de honor y poseían varias unidades que podrían ser calificadas como penales por observadores externos, como el Kharash ya mencionado, o los Sagyar Mazan.

Jerarquía de mando

De todas las Legiones, los Cicatrices Blancas eran los que mantenían la estructura de mando más descentralizada, siendo superados solo por la Legión Alfa. Aunque Jaghatai Khan era la máxima autoridad, los diversos Noyan-khanes que dirigían las Hordas que componían el grueso de la Legión ejercían un grado destacado de autoridad personal, y casi siempre actuaban con independencia respecto al Gran Khan. A diferencia de muchas Legiones, era raro que los Cicatrices Blancas se reuniesen en fuerzas superiores a una o dos Hordas, y de hecho era mucho más normal que fuerzas más pequeñas, como una o varias Hermandades, operasen solas en un teatro de operaciones. También era habitual adjuntar fuerzas menores a las flotas de otras Legiones, aunque incluso en esos casos los Khanes de esas Hermandades conservaban el mando de sus fuerzas.

Como consecuencia de este estilo de liderazgo, la Legión de los Cicatrices Blancas utilizaba relativamente pocos títulos formales de rango. La autoridad se derivaba del Gran Khan, cuyo título oficial era Khagan, hacia los Noyan-khanes que dirigían las Hordas, y de ellos a los Khanes individuales de cada Hermandad. Estos tres rangos formaban el núcleo de la estructura de mando de la Legión en el campo de batalla, aunque en realidad cada Khan, sin importar su rango, estaba rodeado por una red de consejeros y lugartenientes a los que se confería una cierta autoridad, ya que los oficiales obtenían sus puestos tanto por el respeto sentido por ellos por sus seguidores como por cualquier nombramiento oficial. En este círculo de consejeros, la posición principal solía ser ocupada por uno de los infames Videntes de las Tormentas, cuyos pronósticos eran muy tenidos en cuenta por el Khan y por sus guerreros.

La mayoría de Khanes también nombraban a uno de los guerreros de su Hermandad como su primer oficial y heredero en caso de caer en combate. Esta posición se llamaba oficialmente Kavkhan, y aunque rara vez era utilizada en situaciones de combate, su opinión también era considerada importante en la toma de decisiones de la Hermandad. Otros oficiales más especializados, como los Tenri-khan que capitaneaban muchas de las naves de la flota de los Cicatrices Blancas, o los Gan-khan que presidían sobre los Arsenales de la Legión, así como los veteranos con reputación de habilidad y honor, también eran escuchados con atención por un Khan sabio, y cuando formaban parte de su Hermandad o una fuerza mayor, eran clave en el desarrollo de sus decisiones.

Disposición bélica al inicio de la Herejía

Los Cicatrices Blancas nunca fueron considerados una de las mayores Legiones Astartes, en parte debido a la tendencia de sus distintos destacamentos a operar individualmente y en parte por la intensidad relativamente baja del reclutamiento de la Legión. En sus primeros años, antes del redescubrimiento de Jaghatai Khan, la Legión contaba con unos 80000 guerreros. En los últimos años de la Gran Cruzada, tras el regreso de Jaghatai, esta cifra había aumentado hasta unos 95000 guerreros. Esto convertía a la Legión en una de las más pequeñas, aunque era ligeramente mayor que la Guardia del Cuervo de Corax y los Salamandras de Vulkan, y era una de las más ampliamente dispersas a nivel estratégico. De todas las Legiones, solo los Guerreros de Hierro tenían más fuerzas asignadas a flotas y puestos de guarnición que los Cicatrices Blancas. Durante la Gran Cruzada, y durante buena parte de la Herejía de Horus, el tamaño exacto de la V Legión fue a menudo difícil de determinar, debido a la actitud laxa que muchos de sus comandantes tenían hacia el cumplimentado de informes precisos y regulares para la Divisio Militaris. Las cifras exactas tuvieron que ser deducidas después de la Herejía de Horus a partir de los diarios personales de varios Khanes y otros oficiales de la Legión, ya que no eran conocidas en general en los últimos años antes de que Horus declarase la guerra a su padre. Como consecuencia, muchos de los comandantes del Imperio solían creer que los Cicatrices Blancas eran una fuerza mucho más grande de lo que en realidad era, una ficción que suele achacarse a la tendencia de los diversos destacamentos de la Legión a desplazarse de escenario en escenario de operaciones a voluntad, y a la heráldica generalmente confusa de muchas de las Hermandades.

Durante las últimas fases de la Gran Cruzada, en los años inmediatamente previos a las masacres de Istvaan, los Cicatrices Blancas estaban extendidos por varias docenas de zonas de guerra de toda la galaxia, a menudo en destacamentos formados por unas pocas Hermandades. En Ullanor, Horus convocó al Gran Khan y a sus guerreros, reuniendo a varias Hordas completas de la V Legión y a su Primarca junto a él, lo que supuso la mayor concentración de la Legión en una sola zona de operaciones desde la campaña del Círculo de Kolarne. Tras la conquista de Ullanor, las Hordas que habían estado presentes, junto con otras que habían estado asignadas a los frentes meridionales de la Gran Cruzada, fueron enviadas a la Cruzada de Chondax y acabaron siendo atacadas a traición por la Legión Alfa. Esto dejó al menos tres Hordas en paradero desconocido durante los primeros años de la Herejía de Horus, en su mayor parte destinadas a flotas del frente nororiental de la Gran Cruzada y muy alejadas para contactar con su Primarca. Parece ser que la mayoría de las fuerzas Traidoras de esta región tenían órdenes de evitar enfrentarse contra las de los Cicatrices Blancas, y en al menos una ocasión una fuerza Astartes que mostraba los colores de los Cicatrices Blancas luchó junto a otra de los Hijos de Horus en una serie de campañas contra reductos de los Ángeles Sangrientos y los Ultramarines a lo largo de la Franja Este. Tras la campaña de Chondax, se conocen pocos datos concretos sobre el grueso de los Cicatrices Blancas, y sus movimientos son poco conocidos durante los años que precedieron a la Batalla de Terra.

Tras la Herejía

La tribu es la unidad organizativa predominante del pueblo de las estepas, y lo mismo sucede con el Capítulo. Las terribles rivalidades, deudas de sangre y guerras intestinas forman el modo de vida de los jóvenes que viven en las estepas, lo cual los ayuda a prepararse para cuando tienen que luchar para probar su valía ante los Videntes de las Tormentas del Capítulo. Sin embargo, una vez que se ha escogido a un guerrero para que se una a los Cicatrices Blancas, sus lazos tribales se reemplazan por la lealtad al Gran Khan del Capítulo. Por eso las escuadras las forman guerreros de tribus diferentes, que acaban por romper con los lazos tribales individuales. Luego las escuadras se organizan en Hermandades, que son unidades más o menos equivalentes a una Compañía del Codex Astartes, aunque de media son ligeramente más pequeñas.

El resto del Capítulo se organiza de forma también ligeramente diferente a la mayoría de Capítulos Codex debido a la mayor proporción de escuadrones de motocicletas y de Land Speeders. El estilo de combate preferido de los Cicatrices Blancas no les permite utilizar tantas armas pesadas como otros Capítulos y, por eso, no disponen de Escuadras de Devastadores. Al depender tanto de la cobertura de fuego en movimiento rápido, los tanques son demasiado lentos para los Cicatrices Blancas: los que poseen son versiones reducidas que pueden seguir el paso del resto del ejército. Los Cicatrices Blancas no utilizan Dreadnoughts, ya que los fríos y metálicos sarcófagos de estas construcciones tan imponentes les recuerdan al miedo del confinamiento eterno que va en contra de la filosofía de los Cicatrices Blancas, la cual explica que, cuando un guerrero muere, su alma tiene que poder viajar libremente al más allá.

Creencias

Los Cicatrices Blancas persiguen la visión de Jaghatai Khan sobre la unificación final de la Humanidad. Veneran al Emperador como el unificador supremo y como su padre fundador, pero no como un dios. Los Videntes de las Tormentas (nombre que reciben los Bibliotecarios Cicatrices Blancas) enseñan que el deber de los Cicatrices Blancas es destruir a los enemigos del Emperador en preparación para el día en que el Emperador se levante del Trono Dorado para empezar la próxima Gran Cruzada para unir la Galaxia. Será ese día cuando Jaghatai Khan volverá del vacío para dirigir de nuevo a su pueblo hacia su destino.

El relámpago tiene una simbología muy fuerte para los Cicatrices Blancas, puesto que representa su estilo de combate y hace referencia a las cicatrices guerreras que llevan en la cara. También representa el rayo que invocan los Videntes de las Tormentas para desintegrar a sus enemigos. Estos guerreros siniestros predican que, mientras los espíritus del aire y de la tierra sigan acudiendo a su llamada, los Cicatrices Blancas nunca serán derrotados.

Semilla genética

La semilla genética de los Cicatrices Blancas parece ser estable y, en un principio, no demostró signos de deformidades o mutaciones. Sin embargo, tras la introducción del material genético de las tribus de las estepas, el genoma parece haber adquirido el espíritu salvaje y la sed de guerra típicos de estas. A pesar de las enseñanzas de los Khanes y de los Videntes de las Tormentas, no es raro que surjan rivalidades tribales entre los miembros de una escuadra. Además, existen varios casos registrados de Hermandades de Cicatrices Blancas que han excedido sobremanera los objetivos de su misión, como en la infame Masacre de la Carretera Roja.

Se desconoce si estos incidentes fueron provocados por algún defecto en el material genético de los Cicatrices Blancas o si se dieron después de que se integraran los miembros de las tribus, pero al Adeptus Mechanicus le interesaría saber cuál de las dos posibilidades es la verdadera. Los Capítulos Sucesores de los Cicatrices Blancas, como los Indómitos, los Invasores, los Destructores y los Señores de las Tormentas, son todos igual de feroces y buenos representantes de las enseñanzas de Jaghatai Khan.

Heráldica

Los Cicatrices Blancas visten servoarmaduras blancas con marcas y bordes rojos y aquila pectoral dorada.

Su emblema es un relámpago rojo atravesando una banda horizontal dorada o roja, sobre campo blanco.

Elementos conocidos

Miembros

Ver Miembros conocidos de los Cicatrices Blancas

Antes de Jaghatai Khan

  • Kornelius Dure - Capitán de la 3ª Compañía Pionera, los Leones de Thapsis. Fue el primero en explorar Cthonia.
  • Ikem Aghur - Capitán de la 99ª Compañía Pionera, los Rematadores.
  • Apion Hansa - Teniente de la 224ª Compañía Pionera.
  • Theon Juoksa - Capitán de la 666ª Compañía Pionera, los Diablos del Vacío.
  • Alekh Daumas - Legionario del 2º Cuerpo de Acecho de la 731ª Compañía Pionera, los Fantasmas Grises. Posteriormente adoptó el nombre chogoriano de Munokhoi.

Tras el hallazgo de Jaghatai Khan

  • Qin Fai Noyan-Khan - Lord Comandante.
  • Hasik Noyan Khan - Lord Comandante.
  • Jemulan Noyan Khan - Lord Comandante.
  • Khulan Khan - Khan de la Hermandad del Camino Dorado.
  • Ainbaatar Khan - Khan de la Hermandad de la Estrella de la Noche.
  • Algu Khan - Khan de la Hermandad de la Lanza Abanderada.
  • Shiban Khan - Khan de la Hermandad de la Tormenta.
  • Thorgun Khan - Khan de la Hermandad de la Luna.
  • Hibou Khan - Khan de la Hermandad del Cielo del Amanecer.
  • Nirun - Khan de una hermandad desconocida, probablemente de Sagyar Mazan.
  • Sangjai - Apotecario.
  • Halji - Segundo asistente de la Hermandad del Cielo del Amanecer.
  • Lushan - Comandante de la Luna Segadora.
  • Surentai - Legionario de la Hermandad del Lobo de Sable. Se unió al Kharash del Keshig de Ébano durante el Asedio de Plaganegra, ganándose las alabanzas del propio Jaghatai y obteniendo el puesto de Kavkhan a su regreso a su Hermandad.

Tras la Herejía

Flota

  • Lanza del Cielo (Crucero) - Activo durante la Herejía.
  • Qo-Fian (Crucero) - Activo durante la Herejía.
  • Uzan (Fragata o Destructor) - Desaparecido durante la Herejía, no consiguió llegar al punto de reunión de la flota.
  • Estrella Halcón (Fragata o Destructor) - Desaparecido durante la Herejía, no consiguió llegar al punto de reunión de la flota.
  • Kaljian (Destructor) - Activo durante la Herejía.
  • Xo-Jia (Destructor) - Sufrió daños en los generadores de escudo tras luchar contra la Legión Alfa en el Sistema Chondax, pero siguió activo durante la Herejía.

Galería

Leer más

Lista de Ejércitos de Marines Espaciales.

Lista de Capítulos Leales.

Fuentes

  • Codex: Marines Espaciales (4-7ª edición).
  • Codex: Marines Espaciales del Caos (3ª edición, 2º Codex).
  • Codex: Armaggedon (3ª Edición).
  • Imperial Armour X.
  • La Cruzada de los Mundos de Sabbat (Libro de Trasfondo).
  • Index Astartes I.
  • The Horus Heresy VI.
  • Scars, de Chris Wraight.
  • Savage Scars, de Andy Hoare.
  • Hunt for Voldorius, de Andy Hoare.
  • Kor'sarro Khan: Huntmaster, relato de Graeme Lyon.
  • Cover of Darkness, relato de Mitchel Scanlon.
  • The Serpent Beneath, de Rob Sanders.
  • Guardia de Honor, de Dan Abnett.
  • Salvation's Reach, de Dan Abnett.
  • The Path of Heaven, por Chris Wraight.
  • White Dwarf 93, 256, 257, 286 (Edición inglesa).
  • The Horus Heresy VIII.
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