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"+ Mi querido, querido, Gregor. ¿Necesitas que acuda y dé muerte a montones y montones de gente para ti? +"

Cherubael, dirigiéndose al Inquisidor fugitivo Gregor Eisenhorn

Cherubael fue una vez un Príncipe Daemon, adorado como un dios en el mundo salvaje de Clanar II.

Historia[]

Cherubael

Cherubael, huésped demoníaco

Cuando el Inquisidor Quixos liberó a los habitantes de Clanar II de la dominación de Cherubael, logró esclavizar a la criatura en el cuerpo de uno de los guerreros. Ese sujeto era bien parecido, escultura, sonriente, de mirada vacía. 

Cherubael sirvió a Quixos durante décadas hasta que finalmente fue expulsado a la Disformidad por la intervención de otros Inquisidores más puritanos. Sin embargo, nunca ha sido del todo libre, y una vez más fue arrastrado a un cuerpo mortal, sirviendo al Inquisidor Gregor Eisenhorn.

Un daemon atado a la voluntad de un hombre[]

Los Daemons son criaturas del Inmaterium y las leyes naturales del Espacio Real previenen que estas bestias se manifiesten por sí mismas en el plano material sin un esfuerzo excepcional. Las barreras entre el Espacio Disforme y el Espacio Real primero tienen que ser debilitadas por un ritual y un sacrificio, y las palabras correctas de poder tienen que ser dichas por aquellos que quieran invocar esas cosas. Un camino más fácil para los Daemons para forzar su paso al Espacio Real es la posesión, por medio del cual el Daemon usa la mente desprotegida de un psíquico vulnerable para forzar un puente entre él y el universo material.

La Sagrada Inquisición del Emperador conoce desde hace mucho los estragos del Príncipe Daemon Cherubael. El nombre de la bestia mancha las malditas páginas del Liber Malum, ese infecto volumen que guarda el destino de aquellos que han seguido el camino de la condenación. Mantenido encadenado dentro de la más profunda mazmorra del Archivo Sanctus de Terra, incluso la mención de su nombre es una invitación a la locura. Concienzudos servidores-copistas graban los horrores de lo daemoníco, para ayudar de la mejor forma a aquellos que están contra ellos. La mazmorra-archivo gime y se retuerce con los horrores de su contenido y volúmenes enteros con sus muros incrustados de runas están consagrados a lo malvado que es el Príncipe Daemon Cherubael.

Se le conoce como "La Muerte de los Mundos" por los sufridos supervivientes del Sistema Fenestra, que el Daemon esclavizó durante milenios, y como "El Azote" por la gente de Kitarax Nebula. Cherubael ha matado, en una variedad de formas, en su camino a través de la Galaxia durante miles, si no millones, de años, dejando incontables sufrimientos y gritos de lamento en su estela. Extinguió la civilización de Ronja en una noche y mantuvo el Sector Gethme ardiendo durante 100 años. Disfrazado como un líder profético, Cherubael incitó a la población de Medredax a realizar un ritual de sacrificio, alimentándose del grito psíquico de muerte del mundo como de una golosina. Sus desolaciones son legión, raras son las criaturas tan ruines y viles sueltas en la galaxia.

El Príncipe Daemon encontró finalmente un adversario digno de su atención en el mundo de Clanar II, donde había esclavizado a la población de ese mundo para realizar un innombrable sacrificio de sangre en su nombre. Generaciones enteras fueron alimento del Príncipe Daemon antes que el Inquisidor Quixos liberara a los clanaritas de la diabólica esclavitud del Daemon. Liderando una pequeña banda de guerreros, Quixos luchó contra el cuerpo receptor del Príncipe Daemon, asestándole un golpe mortal con su Espada Demonio, la cual contenía la esencia de Kharnagar el Mortal, un Príncipe Daemon que Quixos había derrotado algunas décadas antes. Con su cuerpo receptor muerto, la forma espiritual de Cherubael saltó dentro del cuerpo receptor más cercano disponible, uno de los más poderosos guerreros de Clanar II, para no ser expulsado de vuelta al helado vacío del Inmaterium. Pero Quixos se había anticipado a esto y previamente había adornado los cuerpos de sus guerreros con ocultos pentagramas protectores y poderosos símbolos de atadura.

La furia del Daemon al ser aprisionado casi destroza el cuerpo del guerrero con espasmos de poder retorciendo su carne, secando sus ojos y ajustando la forma del Daemon a su nueva prisión de carne. Rudimentarios cuernos explotaron en su frente y una luz blanca ardía donde habían estado sus ojos. Vientos de poder primario fustigaban el cuerpo, zarandeándolo en el aire como un viento fantasmal que daba vueltas y retorcía el cuerpo del guerrero en su abrazo.

Los esfuerzos de Cherubael fueron en vano; el conocimiento de Quixos de las abominaciones del Caos era profundo y el Príncipe Daemon no podía escapar. Quixos encadenó a la criatura y amartilló puntas bendecidas de oro a través de la carne del cuerpo del receptor daemoníco, entonando los seiscientos sesenta y seis versos del Cántico de la Atadura. Él, entonces, sujetó los pergaminos, inscritos con juramentos execrables en su propia sangre, a Cherubael con cadenas de plata finas. Finalmente, después de esta agotadora batalla de voluntades, el Inquisidor había doblegado al Príncipe Daemon a su mandato.

De este modo fue como el Príncipe Daemon Cherubael terminó al servicio del Inquisidor Quixos y su baño de sangre milenario llegó a su fin. Quixos no era ningún Inquisidor ordinario. Muchos años antes de encontrar a Cherubael, cuando desterró a un Daemon del mundo de Lackan XV, los fragmentos de las garras bestiales de su enemigo se alojaron en su corazón, y cada tentativa de quitarlas concluyó en fracaso. La herencia del Daemon vencido estaría con Quixos hasta que muriera. Aunque su influencia corrompió gradualmente el cuerpo del Inquisidor, le concedió una conexión con la Disformidad y una cierta intuición de los poderes del Caos. Resolvió investigar más lejos las aplicaciones potenciales del Caos, ganándose una reputación como rebelde entre sus compañeros Inquisidores.

Ahora, con el Príncipe Daemon Cherubael a su servicio, sus poderes crecían diariamente mientras que su cuerpo degeneraba y su mente caía en la locura. Durante cientos de años, Quixos y Cherubael destruyeron muchas amenazas mortales para el Imperio. La conexión con la Disformidad y los poderes psíquicos del huésped daemoníco fueron valiosísimos para el Inquisidor. En las décadas que siguieron, Quixos se vio forzado a realizar ritos blasfemos para transferir la esencia del Príncipe Daemon a anfitriones frescos ya que su esencia caótica destruía cada cuerpo. Incluso el impresionante poder de un Príncipe Daemon no podía parar la degradación del cuerpo del anfitrión indefinidamente. La carne de la víctima se corrompía y era incapaz de contener a la bestia, obligando a otra víctima a ser anfitrión del monstruo. Con cada nueva encarnación del Príncipe Daemon, otro pedazo de humanidad de Quixos se perdía. Cuanto más profundizaba en los misterios del Caos, y a medida que su conocimiento y energías crecían, también lo hacía la corrupción de su cuerpo y alma.

Están aquellos que susurran que las defensas que Quixos había puesto sobre el cuerpo encarcelado de Cherubael fallaron terriblemente desde el principio, y era la corrupción insidiosa del Príncipe Daemon que se filtraba invisiblemente de su forma aprisionada lo que condujo a Quixos al borde de la cordura. Es probable que nadie lo sepa seguro, ya que Quixos fue declarado Herético y Extremis Diabolus en el 342.M41 por el Inquisidor Eisenhorn.

En el 345.M41, tres años más adelante, Quixos fue muerto, ejecutado por Eisenhorn. Las circunstancias que rodean su muerte están cubiertas de misterio y Eisenhorn nunca ha hablado de lo qué ocurrió entre él y Quixos. En ese mismo invierno, el Daemon Cherubael fue esclavizado de nuevo por Eisenhorn en un cuerpo sintético mediante el daemoníco Malus Codicium.

El Príncipe Daemon ha luchado desde entonces junto al Inquisidor durante muchos años.

La imagen de Keeler []

Entre estos hechos, destacar cuando Eisenhorn, siendo un fugitivo de la Inquisición, acudió junto a su viajo amigo Harlon Nayl, como agente de avanzadilla, a una subasta personal organizada por Medonae el Tragón en el planeta Pallik. En dicha subasta se pujaría por una incalculable pictografía de Horus Lupercal, obra de la afamada rememoradora Euphrati Keeler, que se conservaba después de diez mil años y en la aparecían anotaciones reveladoras. La verdadera intención de Eisenhorn era la de capturar a Lilean Chase, la elusiva líder de la organización herética más antigua, poderosa y más perniciosa conocida como Cognitae. Lo que no había pensado Eisenhorn es que en realidad todo era un cebo que había urdido la propia Ordo Hereticus, cuyas fuerzas estaban lideradas por la Inquisidora Halanor Kurtecz para darle caza a él, ya que era considerado un psíquico renegado, el gran hereje, el Extremis Diabolussabiendo que llevaba años detrás de la pista de esa organización herética y que acudirían a robar esa valiosísima obra del Imperio. Eisenhorn había sido superado por ambas partes: el Cognitae, al poder llevarse la obra y conocer los verdaderos planes de la Ordo Hereticus, y por otro lado por sus antiguos maestros, al sacarlo de su escondite y poderle engañar y dar caza. Acabó enfrentándose a un miembro del Cognitae llamado Sejan Karyl y pudo huir de los agentes de ls Ordo Hereticus que le perseguían en el Palacio de Medonae al invocar al Daemon Cherubael para que se encargara de ellos mientras se alejaba.

Entre los opositores de Eisenhorn dentro de la Inquisición, se sospecha que sus lazos con los Huéspedes Daemonícos han sido la causa del aumento de sus energías psíquicas en las décadas recientes. Si esto es verdad o no, se desconoce, aunque hay muchos que creen que Eisenhorn se está convirtiendo en un peligro más grande para la estabilidad del Imperio que el que era el renegado Quixos.

Solo el tiempo lo dirá.

Miniatura[]

Fuentes[]

  • Trilogía de Eisenhorn, por Dan Abnett.
  • Inquisitor (Juego de Especialista).
  • The Keeler Image, por Dan Abnett. Una historia de Eisenhorn.
  • Eisenhorn: Xenos. Videojuego, por Pixel Hero Games. 2016
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