![]() | Cerberus el Rebañacráneos, mascota de los Poderes Ruinosos, patrocina este espacio para honrar a sus demoníacos señores. Pulsa sobre él y te introducirá en los misterios del Caos. ¡Sangre para el Dios de la Sangre! ¡Visitas para los artículos del Caos! |
Chemos fue, antiguamente, el mundo de origen de la LegiónTraidora de los Hijos del Emperador antes de ser corrompidos por el Dios del Caos Slaanesh y de traicionar al Emperador de la Humanidad durante la Herejía de Horus. También fue allí en donde Fulgrim, el Primarca de los Hijos del Emperador, fue descubierto por el Emperador durante la Gran Cruzada.
Ahora, sin embargo, no es más que un recuerdo y millones de pequeños fragmentos flotando donde una vez se ubicaba el planeta, después de que los Ángeles Oscuros destruyeran el planeta como venganza por la traición de los Hijos del Emperador.
Orígenes[]
El planeta Chemos fue colonizado y utilizado como un mundo minero poco antes de la Era de los Conflictos, momento en el que quedó aislado de los sistemas vecinos al quedar imposibilitado el viaje a través del Inmaterium por las tormentas disformes que obligaron a los mundos colonizados por los humanos a luchar y sobrevivir por sí solos sin el apoyo de los sistemas estelares colonizados más cercanos.
Un antiguo texto superviviente de aquellos tiempos, conocido como el "Libram ex Dominar", cuenta que Chemos era, como todos los demás mundos mineros, dependiente del comercio interestelar para conseguir suministros médicos, alimentos y agua. El problema era que el valor del planeta dependía de los recursos mineros que albergaba Chemos, y estos se iban agotando a marchas forzadas. Para cuando estos se acabaran, el planeta no sería capaz de producir de ninguna forma alimentos suficientes para alimentar a toda su población.
Los regentes del planeta hicieron todo lo que estuvo en su mano para extraer suficientes materias primas, útiles para la alimentación, del duro entorno, pero Chemos se enfrentaba a una lenta y agónica muerte. Durante su periodo de aislamiento, los archivistas de Chemos mostraron al planeta como un lóbrego e implacable mundo calentado apenas por dos pequeñas estrellas y rodeado por una densa nebulosa de polvo y gas, lo que hacía que no experimentara ni días ni noches, sino únicamente un perpetuo crepúsculo gris en que las estrellas no brillaban jamás.
Poco a poco, las ciudades de Chemos fueron cayendo en el abandono y la decadencia tras quedar aisladas de Terra. Sin recursos procedentes de otros mundos, miles y miles de personas murieron de hambre. Con el tiempo recayó sobre los hombros de unas cuantas factorías fortaleza el producir todos y cada uno de los recursos del planeta.

Localización galáctica de Chemos
La escasez de agua, comida y energía forzó al pueblo de Chemos a limitarse a emplear los magros recursos disponibles; todos y cada uno de los ciudadanos debían trabajar hora tras hora sin descanso, haciendo funcionar las minas de vapor que conseguían extraer humedad del poco denso aire, y los enormes sintetizadores que reciclaban comida sin parar, convirtiendo los desperdicios del día anterior en el sustento del día posterior. El arte, las diversiones y los placeres tuvieron que ser sacrificados para asegurar la supervivencia, y la eficiencia se convirtió en lo único que tenía valor.
Todo esto cambió cuando un día los guardias de las murallas de Callax, la factoría fortaleza más grande de las que restaban sobre el planeta, vieron caer un meteoro a través de las nubes dejando un rastro de llamas en los cielos antes de estrellarse a apenas dos kilómetros de los muros de la fortaleza. Aunque no se podía desperdiciar demasiada mano de obra, el Ejecutivo de Callax envió a un puñado de exploradores a investigar el lugar del impacto con la esperanza de encontrar alguna evidencia de que hubiera supervivientes humanos en otros mundos. Lo que encontraron forma parte de la leyenda.
El descubrimiento de Fulgrim[]

Retrato de Fulgrim mostrado en el Speculum Historiae de Carpinus.
En el centro del cráter, rodeado por los restos incandescentes de una cápsula de estasis, había un niño apenas mayor que un bebé. A los huérfanos se les solía dar muerte en Chemos debido a que el Ejecutivo no podía malgastar recursos en individuos incapaces de devolver trabajando en las fábricas la inversión que se hacía en ellos; no obstante, el Capitán de los exploradores de Callax lo miró a los ojos y vio en él algo más que un humano normal. Desafiando la tradición, el Capitán de los exploradores apeló al Ejecutivo y, a causa del valor que tenía el Capitán para Callax, se le permitió adoptar al niño como si fuese su propio hijo. Le puso el nombre de una antigua leyenda olvidada hacía tiempo por los habitantes de Chemos: Fulgrim, el dios mítico de la creación. El niño llamado como la leyenda iba a crear pronto la suya propia; una leyenda que sería conocida por todos los habitantes de su planeta.
Fulgrim creció anormalmente rápido y se convirtió en un hombre fuerte y capaz. Con la mitad de años que sus compañeros de trabajo ya era capaz de cumplir sus obligaciones hacia el Ejecutivo y de trabajar durante varios días sin descanso. No solo era eficiente en el sentido físico; sino que, además, asimiló con rapidez la tecnología de las máquinas con que trabajaba y empezó a pensar en la manera de mejorarlas. En el decimoquinto aniversario de su caída del cielo, Fulgrim ascendió de la categoría de obrero a la de ingeniero y, después, a la de miembro del Ejecutivo. Cuando supo del lento deterioro de Callax y otros asentamientos de Chemos, Fulgrim se autoimpuso la misión de salvar su mundo.
Uno a uno, convenció a sus compañeros del Ejecutivo de que era necesario acabar con la degradación que estaba destruyendo Chemos. Bajo el liderazgo de Fulgrim, los equipos de ingenieros viajaron lejos de las fortalezas-factoría y reocuparon puestos de exploración en las regiones más inhóspitas del planeta. Se reabrieron y ampliaron las minas antiguas y se llevaron más y más minerales a Callax, lo que permitió la construcción de máquinas más sofisticadas. La eficacia del reciclaje aumentó hasta que, finalmente, Callax fue capaz de producir más de lo que consumía. Al ver a su gente prosperar, Fulgrim se sintió orgulloso de fomentar el resurgir del arte y la cultura, que habían sido sacrificados hacía tiempo en aras de la supervivencia. Cuando Callax creció, el resto de asentamientos empezaron a aliarse con Fulgrim. Cincuenta años después de que Fulgrim cayera del cielo, ya era el único gobernante de Chemos.
No pasó mucho tiempo antes de que finalizara el aislamiento del planeta. Desde el cielo gris descendió una bandada de naves de descenso, armadas y con señales de combate, que mostraban el mismo símbolo, un águila de dos cabezas. Al oír aquello, algún fragmento de memoria se removió en la mente de Fulgrim. Aunque Chemos no tenía ejército formal, la zona de aterrizaje de las naves de descenso fue rodeada por los Cuidadores, la policía militar responsable de mantener el orden en las factorías fortaleza. Fulgrim dio orden a los Cuidadores de que bajaran las armas y permitió que los visitantes de los cielos entraran en Callax.
La llegada del Emperador[]
En sus espartanas habitaciones, Fulgrim se vio cara a cara con los guerreros acorazados de más allá de las estrellas. Tenían en sus rostros cicatrices de muchas batallas, y de sus hombros pendían pergaminos que detallaban sus logros. Sus corazas y armas eran de gran calidad, y los emblemas y pendones que portaban eran obras de arte. Fulgrim se dio cuenta de que aquellos hombres no solo eran más avanzados, sino que estaban verdaderamente civilizados - sus hermanos estelares perdidos habían conservado las artes que él tanto había deseado que volvieran a Chemos. De entre aquellos guerreros surgió su líder, el Emperador de la Humanidad. Fulgrim le observó y, sin mediar palabra, se arrodilló y le entregó su espada. Aquel día Fulgrim juró servir al Imperio de todo corazón.
A través del propio Emperador, Fulgrim descubrió Terra, la Gran Cruzada para reclamar la galaxia, y sus propios orígenes. Aunque la historia era increíble, supo que le decía la verdad, y a petición del Emperador Fulgrim viajó a Terra y se unió a su Legión. Al contrario que las demás Legiones que luchaban en la Cruzada, los miembros de la Legión III eran pocos - un desgraciado accidente casi había acabado con toda la semilla genética y, dado que el Primarca había estado desparecido tanto tiempo, el proceso de reconstrucción de la Legión había sido muy lento. Fulgrim se dirigió a los doscientos guerreros que integraban toda su Legión, y les conminó a cumplir con la tarea de llevar la sabiduría del Emperador a todas las estrellas del cielo. "Somos Sus hijos," relata el Libro de los Primarcas, "Que todos los que nos miren lo sepan. Solo por la imperfección podemos fallarle. ¡Y no le fallaremos!"
El Emperador quedó tan inspirado por las palabras de su hijo recién encontrado que otorgó a la Legión de Fulgrim un honor único: se les permitiría a los Hijos del Emperador el portar el Águila Imperial en sus placas pectorales, la única Legión a la que se le permitió llevar el símbolo de forma abierta. Fulgrim estaba ansioso por comenzar su conquista de las regiones desconocidas de la galaxia, pero pronto se dio cuenta de que sus doscientos guerreros eran muy pocos para llevar adelante una cruzada por sí solos. Con la bendición del Emperador, tanto Fulgrim como su Legión se unieron a los Lobos Lunares, y Fulgrim luchó codo con codo al lado de su hermano y Primarca Horus, ayudándole en la tarea recientemente asignada de pacificar la Franja Este de la Galaxia. El Señor de la Guerra en persona alabó el trabajo de Fulgrim y el de su Legión, declarando que eran el perfecto ejemplo viviente de los Adeptus Astartes.
La Gran Cruzada[]

Horus hablando con Fulgrim en Ullanor.
Los Hijos del Emperador, cuyo número aumentó con nuevos reclutas llegados de Chemos y Terra, consiguieron al fin reunir suficientes fuerzas como para poder sacar adelante por sí solos una cruzada, por lo que Fulgrim dirigió con orgullo a sus guerreros hacia lo desconocido. Llevó a incontables mundos las leyes del Emperador, aplastando toda resistencia con el conocimiento de que todo aquel que osara luchar contra el Emperador estaría luchando contra la mismísima Humanidad. Fulgrim seleccionó, de entre las crecientes filas de su Legión, a los individuos más valerosos, fuertes y nobles, a los que asignó el rango de Lord Comandante y a cada uno de los cuales puso a cargo de compañías de batalla completas. Fulgrim adiestró personalmente a cada Lord Comandante, cuidando de que fueran dignos del honor de ser los representantes del Emperador. A su vez, los Lores Comandantes hicieron llegar las palabras de Fulgrim a los oficiales bajo su mando, quienes las hicieron llegar hasta cada una de sus escuadras. De esta forma, a través de sus líderes, cada uno de los Marines Espaciales de la Legión los Hijos del Emperador siguieron al Emperador. Para honrarle, se esforzaron por lograr la perfección en todas las cosas: la doctrina de batalla se obedecía al pie de la letra, las tácticas y estrategias se estudiaban y perfeccionaban hasta el mínimo detalle, y los decretos del Emperador eran memorizados por cada uno de los Marines Espaciales, siguiéndolos a la perfección. Aunque los Hijos del Emperador, como las demás Legiones, apreciaban al Emperador solo como un hombre, y no como un dios, su reverencia y adoración rozaban el fanatismo.
Tras la regencia de Fulgrim y su redescubrimiento por las fuerzas imperiales, la base industrial de Chemos creció con rapidez hasta convertir al planeta en una importante fuente de minerales procesados. La Fortaleza-Monasterio de los Hijos del Emperador se estableció en el centro de Callax, la mayor ciudad de Chemos, de las que obtuvieron reclutas de entre los más fuertes, inteligentes y valerosos ciudadanos del planeta. Aunque Fulgrim no regresó a Chemos, tomó medidas para que su voluntad como emisario del Emperador fuera obedecida. Los reclutas de Chemos resultaron ser luchadores fuertes y llenos de recursos, aunque aún así solo un puñado de ellos consiguió superar las rigurosas pruebas y cribas impuestas por Fulgrim para asegurarse de que eran lo bastante valiosos como para convertirse en uno de los Hijos del Emperador.
La muerte de Chemos[]
En los compases finales de la Herejía de Horus, tras la destrucción de Davin y el debilitamiento de la Tormenta de Ruina, Lion El'Jonson comenzó una cruzada de venganza contra los mundos traidores en el Sur galáctico, a fin de crear un segundo frente de guerra, conocida como Paso de los Ángeles. Chemos fue uno de los primeros mundos en ser atacado por las fuerzas de retribución de los Ángeles Oscuros.
La vasta armada de los vengativos Ángeles Oscuros entró en el Sistema Chemos y barrió la flota de defensa que los Hijos del Emperador dejaron para proteger el sistema. La Legión sólo dejó a su paso los restos de venerables naves de guerra y cadáveres congelados, hasta que se envió a los marines del Ala del Terror a invadir Chemos, que asaltó el planeta, destruyendo por completo la guarnición de Hijos del Emperador, ampliamente superada en número. A pesar de su inferioridad numérica, los Hijos del Emperador lucharon ferozmente en defensa de su mundo e infligieron numerosas bajas a los invasores. Se sabe que la obra "Cantos Chemosianos" se escribió durante estas últimas horas de resistencia del planeta.
El Ala del Terror, sin embargo, no tuvo piedad a la hora de atacar objetivos estratégicos y arrasaron los bastiones enemigos con armas nacidas de las pesadillas más oscuras de la humanidad. Una vez completados sus objetivos, plantaron macro-cargas sísmicas por todo Chemos y las activaron desde la órbita, combinado con un bombardeo orbital masivo por parte de la flota.
Las explosiones resultantes provocaron una cadena de explosiones catastróficas que iniciaron la destrucción de Chemos. Las placas tectónicas del mundo se partieron, lo que creó cañones de kilómetros de profundidad que se tragaron las relucientes metrópolis de Chemos en sus cavernosas profundidades. Los torpedos ciclónicos alcanzaron puntos débiles predeterminados en la superficie de Chemos e incluso detonaron en su núcleo. El cataclismo provocado fue tal que el planeta resultó completamente fracturado y destruido en pedazos.
Antes de que los Ángeles Oscuros se marcharan, la Legión declaró el Sistema Chemos Perditas y colocó balizas de advertencia alrededor de sus límites. Al activarse, los dispositivos prometen que los Ángeles Oscuros se vengarán rápidamente de cualquier intruso en el sistema. Los Hijos del Emperador que pudieron huir de la destrucción de Chemos invadieron más tarde la región de las Estrellas Pálidas y entraron en conflicto con los Salamandras.
Fuentes[]
- Index Astartes I.
- Horus Heresy: The Passage of the Angel of Death (White Dwarf 478, julio de 2022, pg. 105).
- Fulgrim, por Graham McNeill.
- Fabius Bile: Primogenitor, por Josh Reynolds.
- Warhammer: The Horus Heresy - Libro I: Betrayal.