Cerberus el Rebañacráneos, mascota de los Poderes Ruinosos, patrocina este espacio para honrar a sus demoníacos señores. Pulsa sobre él y te introducirá en los misterios del Caos. ¡Sangre para el Dios de la Sangre! ¡Visitas para los artículos del Caos! |
Cerberus el Rebañacráneos es la Mascota del Caos de Wikihammer 40k Fue creado por Nacho Fernández (Nachomon) el 15 de Octubre de 2011
Cerberus era un apreciado miembro de la comunidad de la colmena XIII del sistema Percebe. Demostraba su lealtad y fe en el Emperador diariamente a través de su jornada laboral de 16 horas en un taller del Adeptus Mechanicus, limando y limpiando unas importantísimas chapas que configurarían la decimoquinta capa del blindaje de los Baneblades producidos por el sistema vecino. Los megáfonos, entre letanías y rezos al Emperador, no olvidaban recordarles a menudo cuán importante era su trabajo: ¡una chapa indebidamente limada sería un punto débil en uno de los tanques de batalla más poderosos del Imperio!
Tras quince años de rutinario, sobreexplotado y rompevidas fervoroso trabajo gratamente recompensado Cerberus ya estaba convencido de que si uno de los Baneblades del sector era destruido, la culpa era totalmente suya por no haber realizado mejor su trabajo.
Un buen día (o malo, según para quién) un Inquisidor demostró la existencia de cultistas del Caos en la ciudad colmena, lo que provocó que el Adeptus Arbites se volviera aún más inhumano, despiadado y metódico más estricto y atento en sus investigaciones mientras llegaba alguien que pudiera ocuparse amablemente de los Caóticos. Pero éstos, inevitablemente, decidieron alzarse en armas al ser descubiertos y en poco la colmena fue sacudida de arriba a abajo por la violencia, la muerte y por qué no, destrucción.
Ganó el Caos. El Inquisidor fue devuelto a Terra en un jarrón de cerámica (el Adeptus Mechanicus aún estudia cómo lograron meterle en una vasija de 30 cm) y el planeta pasó a pertenecer al Caos. Cerberus no notó gran diferencia, pues aunque las calles ahora olían peor y de vez en cuando un Marine Espacial del Caos fardaba de sus nuevas mutaciones en alguna plaza ("¡Mira Mike, tengo cuatro orejas! ¡A qué no adivinas dónde!") la fábrica del Adeptus Mechanicus seguía abierta.
Claro que ahora los megáfonos les recordaban que la Falsa Momia (reseñando con malicia lo fea que era en la última portada del manual de 40K) les había estado engañando durante diez mil años, que el Emperador era el malo, Horus un héroe y cuánto podían llegar a molar los Cuatro Dioses del Caos. La jornada de 16 horas fue inmutable.
La gran diferencia era que las chapas ahora debían incluir pintadas y pinchos; también mucosidades si el Baneblade iba a ser destinado a Nurgle. Había más variedad, era más divertido, pero al fin y al cabo era el mismo trabajo de siempre. Pronto se cansó de la nueva rutina.
Como iba a pasar tarde o temprano, llegaron los Lobos Espaciales y los Templarios Negros demostrando una gran delicadeza y la colmena volvió a sumirse en la violencia, la muerte y, ahora sí claramente, en la destrucción. Tan brutal y destructivo fue el asalto Sin tener nadie la culpa, el combate de los Marines Espaciales consiguió que la sólida fábrica (ahora del Mechanicum Oscuro, como demostraban sus colores resultones y sus adornos hechos a partir de las calaveras de los líderes del Adeptus Arbites) no pudo soportarlo más y se derrumbó
La guerra siguió y bueno, al día siguiente Cerberus no tenía a dónde ir. Estaba en el paro, y si la seguridad social del Imperio es de por sí cuestionable, en tiempos de guerra... Se hartó. Cerberus se hartó de disparos, de escaramuzas y de que continuamente un bando intentara convencerle de lo guay que era mientras que el otro hacía lo mismo y sobre todo se hartó de no tener nada que hacer. ¿Por qué demonios no vendían videojuegos o un triste juego de mesa? ¡Qué aburrimiento! ¡Qué poco ayudaba que hubiera disparos a cada esquina! ¡Blablabla del que Cambia las Cosas, qué poderoso y vivo y bonito es el Emperador!
Cerberus cogió la espada sierra de cortar el pan (la que todos tenemos en la cocina) y salió al ocaso a hacer entender a ambos bandos lo harto que estaba de la guerra y de sus participantes.
Como dice el dicho popular: Si la vida te trata mal, SANGRE PARA EL DIOS DE LA SANGRE. Total, no importaba de quién fuera la sangre. Así nació Cerberus el Rebañacráneos, uno de los más enfadados y temibles Berserkers de Khorne.