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Khorne medio sin fondo

Cerberus el Rebañacráneos, mascota de los Poderes Ruinosos, patrocina este espacio para honrar a sus demoníacos señores. Pulsa sobre él y te introducirá en los misterios del Caos.

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El Cataclismo de Gheistos fue un conflicto entre los Demonios del Caos y las fuerzas del Imperio de la Humanidad, librado en el Mundo Agrícola de Gheistos a principios del M41.

Inicio

En los primeros años del 41° Milenio, en el Mundo Agrícola de Gheistos, un obrero del matadero de unos doce años empezó a sufrir de dolores de cabeza crónicos. Aunque el supervisor del cuadrante lo había instruido acerca de los peligros que entrañaba ocultar lo profano, el joven era reticente a informar de sus migrañas a sus supervisores, o de la extraña voz que las acompañaba. Sabía demasiado bien que, si confesaba lo que la voz le había estado sugiriendo, lo expulsarían del complejo agrícola, quizás para siempre.

Un día, el joven fue llevado ante el supervisor por su jefe y recibió una severa paliza por no atender debidamente las máquinas de sangre. El chico, que se hallaba en medio de uno de sus horribles dolores de cabeza, pronunció una extraña maldición que ni siquiera él mismo entendió. Durante un momento, la realidad se combó y se dividió, y sus palabras se unieron en una nube de miles de moscas regordetas.

En cuestión de segundos los mortales fueron rodeados. Las moscas envolvieron al chico y lo elevaron del suelo. El jefe del joven se ahogó mientras docenas de cuerpos insectoides viscosos y erizados entraban por su boca y recorrían su garganta hasta llegar a sus pulmones. Presa del pánico, la víctima ni siquiera notó que las moscas tenían el rostro del chico, ni tampoco percibió que su zumbido enloquecedor era una plegaria a Nurgle. Con una explosión ensordecedora de huesos, el peón se abrió como una flor sangrienta. Algo terrible empezó a surgir procedente del espacio disforme.

La Peste Negra

Los gritos balbuceantes procedentes del granero atrajeron a muchos de los obreros más mayores. Lo que encontraron fue un espectáculo repulsivo. Unos Demonios gris verdoso salían a borbotones de lo que antes era el joven cantando incesantemente en un tono enloquecedor y una nube de moscas los rodeaba. Aunque la mayoría de los trabajadores dio media vuelta y salió huyendo, su destino quedó sellado. Cada uno de ellos había sido tocado por una mosca demonio y habían quedado infectados por la peste negra.

En cuestión de horas, las víctimas empezaron a pudrirse y unos ataques severos de tos no solo expulsaron una flema oscura, sino más moscas demonio. Regresaron a sus bloques habitáculo aterrorizados, extendiendo la peste negra, que se cobró una alta mortandad. Antes del amanecer, la mayoría del ganado del cuadrante había muerto a causa de la plaga y los trabajadores y sus familias eran unas simples parodias de sí mismos apestados por la enfermedad. Los soldados de a pie de Nurgle ya estaban dispuestos para la marcha.

Una Venganza Oscura

Debido a la vigilancia y a la eficiencia de una patrulla local de Arbites, el complejo agrícola infectado se puso rápidamente en cuarentena. Centenares de tropas de defensa planetaria fueron llamados al combate ante la amenaza emergente, junto a un destacamento del Adepta Sororitas procedente de la guarnición local de la Eclesiarquía. Finalmente, con fuego y fe, los soldados imperiales hicieron retroceder a los Demonios y redujeron a cenizas la mayor parte del complejo afectado.

El Padre Nurgle no estaba complacido con este giro de los acontecimientos. Iracundo y con un gran deseo de venganza en su corazón fétido, Nurgle pidió a sus dioses hermanos que le ayudaran en su lucha contra los advenedizos defensores de Gheistos. Slaanesh declinó la petición sutilmente, mientras que el inescrutable Tzeentch simplemente lo ignoró, pero Khorne, el Dios de la Sangre, estaba satisfecho de formar parte en la matanza que Nurgle tenía en mente.

Combinando su poder, los Dioses forzaron la fisura en la Disformidad hasta que consiguieron abrir un portal destellante en las ruinas del complejo agrícola. Esta vez, los Demonios que se desbordaron por la fisura en la realidad aparecían a docenas, en lugar de uno o dos. Los Desangradores de Khorne, sedientos de sangre, marcharon hacia los barracones imperiales junto a pustulosos Portadores de Plaga y Nurgletes canturreantes. A continuación, se desencadenó la peor matanza que Gheistos jamás había protagonizado y las trincheras quedaron pintadas de color rojo y negro por la sangre infectada. Pero todavía estaba por llegar el destino funesto que sufriría este planeta.

Con los agentes de la plaga sueltos, transcurrió poco tiempo hasta que la Peste Negra volvió a apoderarse de Gheistos. Los gusanos se apiñaban por las calles cubiertas de sangre.

A salvo en su fortaleza-cúpula hermética, el Gobernador ordenó a su Astrópata que enviara un himnario pidiendo ayuda. La suerte acompañó al Gobernador porque el mensaje fue recibido por el Capítulo de Marines Espaciales de los Espadas Vorpales.

El Adeptus Astartes atacó rápido como el rayo, pero fue demasiado tarde para la población. El planeta estaba plagado por la infección. La realidad brillaba y se dividió en docenas de localizaciones goteando materia pustulosa que se solidificaba convirtiéndose en más hijos del temido Nurgle. Y, lo que es peor, para asegurarse de que sus planes tuvieran éxito, el Padre de las Plagas había llegado a un acuerdo con Slaanesh.

A pesar de sus victorias iniciales, los Marines Espaciales se encontraron con una horda de proporciones aterradoras. La batalla continuó durante días y ambos bandos sufrieron graves pérdidas. A pesar del heroísmo de las tropas del Astartes y de la furia implacable de la hueste demoníaca, ninguno de los bandos consiguió cobrar ventaja.

La Avalancha de Sangre

Khorne estaba furibundo porque Nurgle había pedido ayuda al voluble Slaanesh. En un ataque de rabia, el Dios de la Sangre blandió su espada legendaria y desgarró una profunda herida en el cielo que cubría Gheistos. Por la herida brotó un torrente de sangre hirviendo, una oleada de color carmesí que cayó sobre defensores y atacantes por igual. Solo los servidores de Khorne y el Adeptus Astartes se mantuvieron firmes.

El planeta antaño pacífico de Gheistos empezó a parecerse a un matadero a medida que llegaban más y más soldados de Khorne al planeta. Un granizo de cráneos cayó en picado desde unas nubes de color rojizo gritando su adoración por el Dios de la Sangre mientras se estrellaban contra el suelo. Los pocos nativos que sobrevivieron al diluvio enloquecieron con rapidez bajo esta descarga maldita, clavándose las uñas en los ojos llenos de horror y desesperación. El propio Devorador de Almas Skarbrand el Exiliado actuó en Gheistos, atacando al Gobernador mientras los Espadas Vorpales trataban de detenerlo.

Los Marines Espaciales de los Espadas Vorpales sufrieron pérdidas cuantiosas a un ritmo insostenible, por lo que tuvieron que pedir refuerzos. Tres semanas más tarde, los Caballeros Grises, unos cazadores de Demonios inigualables, añadieron su poder y experiencia a la batalla que azotaba Gheistos. Los Demonios de Khorne empezaron a perder terreno y su furia de sangre se marchitó bajo las llamas de la furia de los Caballeros Grises.

Aunque finalmente habían logrado erradicar la presencia demoníaca en Gheistos, el planeta estaba contaminado más allá de toda esperanza y a los Inquisidores del Ordo Malleus no les quedó otra opción que declarar un Exterminatus. A petición de la Inquisición, los Cruceros de Asalto de los Caballeros Grises arrasaron el planeta con una descarga de torpedos ciclónicos.

Aunque solo habían transcurrido unos meses desde que se abriese la fisura en la Disformidad, Gheistos ya no existía. Nurgle estaba muy disgustado porque le habían negado una tierra donde alimentar a su nueva plaga, y tanto Khorne como Slaanesh sintieron que les habían arrebatado la victoria. Tzeentch, el Gran Conspirador, observó cómo sus hermanos dioses luchaban y discutían entre sí y, después, sonrió.

Fuentes

  • Warhammer 40,000: Reglamento (5ª Edición).
  • Codex: Demonios del Caos (Ediciones 4ª y 6ª).
  • Misiones de Batalla.
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