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Eclesiarquia castigo penitente 8 edicion

Varias unidades de Castigo del Penitente en combate contra herejes

El Castigo del Penitente (Penitent Engine en inglés) es un bípode de combate empleado por el Adepta Sororitas y el Ordo Hereticus para condenar a los herejes a buscar la absolución por la muerte en combate contra los enemigos del Imperio.

Descripción

Los Castigos del Penitente son imponentes vehículos bípedos que se lanzan a través de las líneas enemigas, dejando muerte y carnicería a su paso. Los lanzallamas instalados en sus brazos trazan una senda de ardiente destrucción mientras avanzan atronadoramente hacia sus enemigos, y sus gigantescas sierras afiladas como cuchillas atraviesan blindaje, carne y hueso con cada frenético golpe. Estas máquinas son reliquias sagradas en sí mismas y un potente aviso del innegable destino que todo hereje tiene reservado.

Para ser piloto de un Castigo del Penitente uno ha de haber cometido un crimen terrible, uno tan odioso que penas como la cárcel, el exilio, la arcoflagelación o la ejecución se consideren demasiado piadosas. Muchos de los desafortunados sentenciados a pilotar uno de estos artefactos eran antaño miembros de la Eclesiarquía, sacerdotes caídos en desgracia o Hermanas de Batalla que, por un fracaso al cumplir su deber o mantener su fe, provocaron la muerte de sus compañeras. Multitud de cables e inyectores químicos son implantados en los espinazos de los condenados, y cuando no están destrozando a sus enemigos, pinchazos de dolor e imágenes de culpa se clavan directamente en sus cerebros, recordándoles sus pecados. Empujados por la frenética necesidad de absolución de sus pilotos, los Castigos del Penitente cargan contra el enemigo más cercano sin preocuparse por el peligro, conscientes de que solo en la muerte (la suya o la del enemigo) pueden ganarse por fin el perdón.

Los Castigos del Penitente suelen lanzarse a la batalla junto a las Órdenes Militantes del Adepta Sororitas. Las Hermanas de Batalla consideran un deber sagrado ser testigo del paso de estas grandes máquinas por las llamas de la lucha, observando los actos de sus hermanos y hermanas caídos mientras se mortifican por los pecados pasados y buscan la redención.

Mortificador

Aparte del impensable acto de la herejía absoluta, no hay peor pecado entre las Sororitas que cuando una Arrepentida huye de la batalla. Su único deber es expiar sus fallas en combate, y escapar de este destino es imperdonable. Como castigo, estas Hermanas rebeldes se conectan al crisol de un Mortificador. Basado en el mismo chasis mecánico de un Castigo del Penitente, un Mortificador tiene matrices adicionales de neuroagonizadores y potenciadores oblioquiales, amplificando de modo exponencial el autodesprecio del piloto. Unos pernos metálicos clavados en los huesos de la Arrepentida la dejan incapaz de moverse o incluso gritar pidiendo la muerte, y la capucha deflectora colocada sobre su cabeza le impide escuchar cualquier palabra de piedad.

Los Mortificadores van en primera línea de batalla, donde el intenso sufrimiento espiritual de sus pilotos las lleva al frenesí. Las máquinas avanzan con una aterradora velocidad, los pistones de las piernas se accionan y se contraen a la par que las rápidas sacudidas de angustia que sienten las Hermanas enterradas. Al avanzar reparten granizadas de balas de bólter y torrentes de llamas con el armamento que llevan montado en los brazos, antes de cargar contra el enemigo y abrir un camino de mutilación. Todo el gozo que se obtendría al ver los herejes destrozados le es negado a las Hermanas Arrepentidas, pues este se les quita de la mente y es reemplazado por más dolor. Su única esperanza de liberación de semejante tormento, de esta cruel existencia más allá de la luz del Dios Emperador, es encontrar el olvido de la muerte. Sin embargo, cuando un Mortificador ha sufrido una obscena cantidad de daños y la Hermana siente que ya por fin se acerca su final, saber que morirá sin redimirse provoca un dolor que sume a la máquina en una torturada agonía, en un último y salvaje torbellino de devastación.

Anacoreta

A las Arrepentidas que no solo huyeron, sino que traicionaron a sus Hermanas en la batalla, les aguarda un destino todavía peor. Tras ser conectadas al crisol de su Mortificador, son sepultadas aún más bajo una gruesa carcasa adamantina. Este sarcófago protege sus torturados cuerpos del fuego entrante y de los filos blandidos desesperadamente, negándoles la liberación de la muerte. Conocidas como Anacoretas, las Hermanas detrás de estas máscaras sin vida afrontan su tormento en absoluto aislamiento, soportando años o décadas de agonías antes de que les llegue su fin.

Armamento

El Castigo del Penitente, que puede luchar en solitario o en escuadrones de hasta tres ingenios, cuenta con dos grandes sierras radiales en los brazos, que incorporan sendos lanzallamas pesados. El Mortificador y el Anacoreta están equipados con un par de bólteres pesados ​​y sierras de penitente o flagelos de penitente.

Miniaturas

Galería

Fuentes

  • Codex: Cazadores de Brujas (3ª Edición).
  • Codex: Adepta Sororitas (6ª Edición).
  • Codex: Adepta Sororitas (8ª Edición).
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