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Las Cargas Sónicas son artefactos cuya detonación provoca grandes ondas ultrasónicas destinadas a romper la consistencia de materiales duros en un radio determinado. Su uso en la minería permite la voladura proyectada de obstáculos o concentraciones de roca para alcanzar las vetas minerales, siendo mucho más efectivo que un explosivo tradicional dado que su detonación no provoca el desplazamiento de la materia, sino que la atraviesa desencadenando sobre ella efectos estructurales que causan su pérdida de integridad.
Efectos[]
La explosión de una carga sónica causa un efecto de reverberación concentrada sobre su radio de acción, rompiendo la integridad de los materiales más consistentes y haciendo que se produzcan brechas en sus vínculos moleculares. El resultado de esto es que, en especial las rocas y otros materiales compactados, sufren una rotura estructural inmediata que se traduce en su desmoronamiento, perdiendo su forma original para convertirse en restos más pequeños.
Idealmente, el uso de una carga sónica convierte las grandes concentraciones de roca viva en cúmulos de piedras suelta y arena, permitiendo de este modo que sean removidas con mucha más facilidad.
El uso civil de cargas sónicas, no obstante, empieza a quedar en segundo plano (salvo en ciertas ocasiones de minería masiva) por la existencia de otros métodos menos invasivos y eficaces para la excavación, como las barrenas energéticas empleadas por las tuneladoras o los llamados devoratierras, que son generadores de alta potencia capaces de vaporizar miles de metros cúbicos de material inservible con un haz proyectado de láser blanco.
En el ámbito militar, no obstante, las cargas sónicas se emplean para demoliciones específicas por su gran capacidad para destruir estructuras de gran grosor, muros, cimientos y cualquier material denso.