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Veredicto del Certamen de Relatos Wikihammer + Voz de Horus ¡Léelos aquí!

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Retrato Corvus Corax Horus Heresy III Extermination

Corvus Corax, Primarca de la Guardia del Cuervo.

La Batalla de la Puerta 42 fue un enfrentamiento entre la Guardia del Cuervo y unos rebeldes humanos controlados por alienígenas, en la fase final de una campaña en la que también participaron el Señor de la Guerra Horus y los Primarcas Perturabo y Leman Russ. En ella, la necesidad de luchar de un modo más convencional llevó a uno de los mayores reveses de la historia de la XIX Legión, que presagiaría los terribles sucesos de Istvaan V, los cuales tendrían lugar solo unos pocos años después.

Historia[]

Poco después de que Horus fuera nombrado Señor de la Guerra, la Guardia del Cuervo recibió órdenes de regresar de sus operaciones en el flanco interior de las Estrellas Necrófago y de ponerse bajo el mando directo del Señor de la Guerra junto a varias Legiones más. El Cúmulo Akum-Sothos había sido conquistado por los Lobos Lunares en los primeros años de la Gran Cruzada, pero su población había caído presa de una especie de psicosis en masa y había rechazado violentamente la unidad con Terra. Posteriormente se determinó que esta inesperada secesión había sido causada por parásitos xenos que maduraban en las cuencas oculares de sus anfitriones; en este caso, las desafortunadas gentes del cúmulo estelar. Cuando maduraban, los parásitos conseguían un rudimentario control sobre sus víctimas y formaban una conciencia gestáltica totalmente alienígena, centrada en torno a una cábala de anfitriones primarios llamados “los Reyes Invidentes”. El recién ascendido Señor de la Guerra se negó a ver cómo un sector que él mismo había conquistado escapaba al control del Imperio, de modo que pronunció un Juramento del Momento para reclamar sus mundos sin importar el coste.

Horus había formulado un plan para derribar a los Reyes Invidentes en una guerra relámpago que purgaría a la población afectada sin dañar la desarrollada infraestructura del cúmulo, con vistas a su futura repoblación. Además, una victoria rápida demostraría a los hermanos Primarcas de Horus que el Emperador había acertado al elevarle a un puesto tan distinguido. El plan del Señor de la Guerra implicó al grueso de cuatro Legiones (los Lobos Lunares, los Lobos Espaciales, los Guerreros de Hierro y la Guardia del Cuervo), que convergerían sobre la fortificada guarida de los Reyes Invidentes antes de lanzar un último asalto aplastante.

Tras someter los mundos exteriores del cúmulo en cuestión de semanas, el Señor de la Guerra reunió a sus hermanos Primarcas en concilio para plantearles su plan de ataque. Parte de esta estrategia exigía que la Guardia del Cuervo hiciese un asalto frontal directamente contra los cañones de los defensores de la Puerta 42 de la fortaleza enemiga. Corax protestó contra lo que consideraba un desperdicio de recursos y un malgasto innecesario de las vidas de sus guerreros, y planteó un plan alternativo. El Señor Cuervo propuso que su Legión atrajese a las fuerzas enemigas fuera de sus posiciones en una serie de fintas, permitiendo que las otras tres Legiones arrasasen a los pocos defensores que quedaran en las murallas con relativa facilidad.

En respuesta, Perturabo acusó a Corax de tratar de evitar la batalla, un crimen que rayaba en la deserción para un Primarca de las Legiones Astartes. Los dos estuvieron a punto de llegar a las manos, y solo la intervención de Leman Russ impidió el derramamiento de sangre. El Rey Lobo aconsejó a Corax que escuchase las palabras del Primarca al que el Emperador había colocado por encima de sus hermanos. Russ urgió a Corax a reprimir su amargura, pero no a extinguirla, sino a usar esa llama para prender el fuego que le permitiría vencer en la batalla. Marchándose del concilio, Corax reunió a la Guardia del Cuervo frente a la Puerta 42. Sabedor de que su carácter particular les impulsaría, Corax asignó a muchas de sus Compañías predominantemente terranas a la vanguardia, y en especial a aquellas cuyos Capitanes parecían más deseosos de jugar un papel en el plan del Señor de la Guerra.

El subsiguiente asalto fue proclamado como la hora más oscura de la Legión, un sombrío honor que le sería trágicamente arrebatado apenas unos años después en la Masacre del Desembarco en Istvaan V. En el cénit de la batalla, con las Compañías de Asalto diezmadas y el ataque flaqueando ante la tremenda potencia de fuego enemiga, el propio Corax dirigió el desesperado contraataque, animando a su Legión con su grito de guerra a lograr tales hazañas que consiguieron abrir brecha y tomar la puerta. El honor de matar a los Reyes Invidentes fue reclamado por Horus como Señor de la Guerra, y en el momento de su ejecución el control de los xenos sobre la población se desvaneció. El Cúmulo Akum-Sothos fue liberado y el Señor de la Guerra obtuvo su trofeo. El coste, no obstante, fue terrible, pues no solo habían sido mutilados física y mentalmente millones de anfitriones, sino que miles de Guardias del Cuervo, en su mayoría nacidos en Terra, habían dado sus vidas ante las maltratadas murallas.

Aunque la Batalla de la Puerta 42 fue considerada una victoria por (y sin duda para) el Señor de la Guerra, sus efectos fueron muy amplios. La Legión quedó gravemente reducida, con solo 80.000 Legionarios bajo el mando del Primarca, convirtiéndose en la más pequeña de las Legiones. Corax apartó a su Legión de las órdenes de su hermano, jurando amargamente que nunca volvería a servir junto al Señor de la Guerra.

Una consecuencia de la batalla pervive aún hoy día: aquellos oficiales de línea que habían servido tanto tiempo antes de la llegada del Primarca bajo las órdenes de Horus habían muerto, y por ello el Señor de la Guerra fue prácticamente incapaz de influir sobre la Legión del Señor Cuervo. Muchos de estos terranos habían sido iniciados en logias guerreras, y con sus muertes estos organismos invisibles desaparecieron de la Guardia del Cuervo. Sus detractores han afirmado que al asignar a los Legionarios terranos a la oleada del asalto que más pérdidas sufriría, Corax hizo un favor a su Legión, consolidando su poder y cimentando el camino hacia un futuro más acorde con su propia visión. En consecuencia, la Legión se libró de la oleada de insurrecciones que se extendió por tantas otras Legiones por culpa de la mano oculta de las logias.

Fuentes[]

  • The Horus Heresy III.
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