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Baal es el mundo natal de los Ángeles Sangrientos y es un planeta devastado. Hace milenios, antes de la fundación del Imperio, una guerra terrible estuvo a punto de destruir por completo este planeta y sus lunas, Baal Primus y Baal Secundus. Las armas antiguas tanto víricas como nucleares, que se arrojaron contra la superficie del planeta, convirtieron lo que antaño fue un mundo paradisíaco y sus lunas en desiertos tóxicos. La superficie del globo está formada por yermos tóxicos y desiertos de óxido rojo. El cielo está abrasado por los efectos de la guerra. Los supervivientes se transformaron en hurgadores y carroñeros de los restos de su antaño floreciente e idílica civilización. Adoptaron un estilo de vida nómada y se libraron guerras por los restos que encontraron.

Baal también es conocido por ser el infierno que engendra ángeles (refiriéndose a los Ángeles Sangrientos). Los caminos están cubiertos de cenizas. A lo largo del planeta quedan ruinas de estructuras del pasado, formadas por la vergüenza y la inmensa repulsión.

Historia[]

Fue en la devastada luna de Baal Secundus donde Sanguinius se crió hasta alcanzar la madurez. Ya en su juventud, Sanguinius logró unificar a las tribus enemigas y conducirlas a una nueva era. Más tarde, cuando se fundó la Legión de los Ángeles Sangrientos, sus miembros pasaron a reclutarse en las lunas de Baal.

En el planeta Baal se encuentra la Fortaleza-Monasterio de los Ángeles Sangrientos, La Torre de Amareo.

En la antigüedad, tanto Baal como sus lunas tenían atmósferas similares a la de la Tierra. Varios equipos de exploración equipados con los mejores trajes anti radiación han estudiado Baal y sus lunas con detenimiento. Bajo su corteza existe una gran cantidad de información, puesto que los estratos muestran patrones muy diferentes a los que se creía que iban a ser encontrados. Aunque Baal siempre fue un desierto, sus lunas habían sido lugares paradisíacos, donde la gente se concentraba en evolucionar en vez de en sobrevivir. En la superficie de Baal existen las ruinas de edificios que tuvieron que ser construidos por gente muy avanzada para haber soportado así el paso del tiempo. Es obvio que los primeros pobladores de Baal fueron muy evolucionados. El Imperio pudo hacerse una idea de cómo había sido Baal gracias a su arquitectura.

Es causa de gran consternación entre los historiadores imperiales no saber todavía lo que sucedió para que todo esto cambiase. Lo único que se sabe es que el cambio aconteció al final de la Era Oscura de la Tecnología. Las lunas de Baal sufrieron terriblemente. Se han encontrado evidencias de armas tanto víricas como atómicas. Los estratos de estos planetas muestran extensiones de hierba y de desierto contaminadas por la radiación. Lo que habían sido mares se convirtieron en lagunas saturadas de polución y cubiertas por un polvo blanquecino. Millones de personas murieron. Pero la Humanidad prevaleció de alguna manera. Los supervivientes se alimentaron como pudieron de los restos que quedaron de aquella gran civilización. Sin sus trajes anti radiación, hoy característicos, habrían perecido todos. Se baraja la idea, por parte de algunos eruditos imperiales, de que en aquel tiempo de oscuridad algunos supervivientes no solo se convirtieron en carroñeros, sino en algo mucho peor: caníbales.

Uno de los efectos secundarios de la radiación era, por otro lado, inevitable. Con el tiempo, las toxinas químicas y radioactivas acumuladas en los cuerpos de los supervivientes empezaron a causarles mutaciones que los convirtieron en meras parodias de los hombres que sus antepasados habían sido. La desintegración de la sociedad puede ser apreciada en las Cuevas de Lasquo, en Baal Primus: grotescas imágenes de mutantes dando caza y descuartizando al resto de la población fueron dibujadas en las paredes de esta caverna.

Pero, según lo que sabemos gracias al tomo Escritura Baalita, hubo personas que preservaron su carácter humano e intentaron mantenerse cuerdas. Para ello formaron tribus, como la que acogió a Sanguinius, que combatieron a los mutantes, al menos a modo de autodefensa. Pero estas personas fueron los menos, puesto que una nueva y salvaje cultura estaba emergiendo de entre las ruinas de la anterior civilización. La única estructura social que sobrevivió fue la tribu. Tanto en el caso de los purasangres como en el de los mutantes caníbales, los únicos en los que podían confiar eran en ellos mismos y en los de su especie.

Las gentes de Baal se hicieron nómadas: viajaban de un lado a otro, limpiaban cada zona de los pocos recursos que quedaban y guardaban celosamente el despojos que habían logrado reunir. Las tribus estaban constantemente en guerra; las alianzas cambiaban de una semana para otra; la extinción aguardaba a los lentos y a los débiles. Aunque hubo un tiempo en que estas lunas estaban cerca de ser un paraíso, ahora eran un infierno.

Los pocos humanos supervivientes debían luchar cada día por salir adelante. Durante mucho tiempo, tuvo que parecer que los baalitas estaban malditos y condenados y que no pasaría mucho tiempo hasta que las tribus feudales de mutantes tomasen el control absoluto de aquellos planetas convertidos en extensos desiertos. Aunque solo podemos estimar cuándo sucedió, el descenso de Sanguinius trajo la esperanza a un mundo que estaba a punto de morir.

Lugares de interés[]

Del planeta podemos destacar los siguientes lugares de interés:

  • La Torre de Amareo, o Torre de los Perdidos, es la fortaleza-monasterio de los Ángeles Sangrientos.
  • Estatuas nobles de los antiguos héroes de Baal -- aún se pueden encontrar nobles estatuas altísimas, sobre pedestales achicharrados por el fuego, de los antiguos héroes de Baal. Cada una porta un par de armas, una arqueada hacia los cielos y otra hacia el suelo. Permanecían como protectores inmortales, defendiendo contra los enemigos de dentro y los enemigos de fuera.
  • Forum Judicium -- Esta cámara había permanecido inalterable desde el día que se había horadado en la roca. Un vasto espacio de forma elíptica, era reminiscente de los grandes anfiteatros de la antigua Terra. Filas elevadas de arcadas superimpuestas formaban el peso de la estructura, con cada uno de los arcos soportados por un par de columnas icónicas. Contrafuertes angulados tallados con la forma de Sanguinius proporcionaban un soporte mayor y servían de recordatorio que era su fuerza, su sangre, sobre la que todos los proyectos eran construidos. En lo más alto, se mantenía suspendida en el espacio sobre la sala, una estatua dorada del Emperador miraba abajo en observación silenciosa. En esta sala se realizaban juicios internos a la vez que congregaban una marea de armaduras rojas. Bajo cada uno de los arcos se colocaban los diferentes Maestres del Capítulo. Cada uno era un hijo de Sanguinius cargado con un mandato en el Capítulo de la Sangre. Los distintos capítulos, cada rojizo con su forma y brillo, algunos ricos como la sangre fresca recién derramada, otros del color del rubí y otros mezclados con escarlata. Incluso otros vestían costras oscurecidas, del color de la sangre quemada o el negro de la maldición.

Saber más[]

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Fuentes[]

Extraído y traducido de Wikihammer 40K UK.

  • Codex: Ángeles Sangrientos (Ediciones 5ª y 7ª).
  • Gabriel Seth: The Flesh Tearer, por Andy Smillie (novela corta de la serie Lords of the Space Marines).
  • Trial by Blood, por Andy Smilie (antología de Warhammer 40k).
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