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Aun'Shi etéreo tau warhammer 40k Wikihammer

"He sufrido mucho dolor para llegar a aprender a no reírme de las acciones de los alienígenas y a no llorar por ellas ni odiarlas, sino comprenderlas."

Atribuido a Aun'Shi

Nativo de Vior'la, un planeta de orgullosos guerreros, Aun'Shi es un Etéreo indomable, cuya voluntad de hierro ha reforzado la determinación de multitud de T'au en muchas fronteras. Un héroe modesto de numerosas batallas, Aun'Shi anhela la paz, pero sigue ligado al deber para con sus camaradas, y está plenamente comprometido con la causa del Bien Supremo. Por su servicio ejemplar, y su costumbre de unirse a ellos en los ritos de batalla y entrenamientos, Aun'Shi es idolatrado por la Casta del Fuego. Gracias a su larga carrera y sus muchos logros, los Shas'la ven en Aun'Shi un augurio de victoria segura, y allá donde va se le recibe con numerosos saludos y las reverencias más profundas y respetuosas.

Cuando tuvo lugar la batalla que le convirtió en todo un héroe del Imperio T'au, Aun'Shi ya frisaba la edad en la que un Etéreo toma la decisión de retirarse a una vida contemplativa en los Domotemplos de su Casta. Por sus muchos éxitos, Aun'Shi tenía derecho a pasar sus últimos años en el mundo paradisíaco de Au'taal, un honor que solo se concede a aquellos que destacan en su labor por el Bien Supremo. La última misión de Aun'Shi era reforzar un mundo colonial llamado Kel'tyr.

La colonia se había establecido en un planeta que resultó estar infestado de Orkos, y su desarrollo había sido lento, pero con los refuerzos y la sagaz tutela de Aun'Shi en la lucha contra los alienígenas, los Guerreros del Fuego despejaron el continente principal. Esto permitió a la Casta de la Tierra construir grandes ciudades y optimizar la explotación de los recursos naturales de Kel'tyr. En su última visita de inspección, Aun'Shi quedó atrapado en el asentamiento de Fio'vash cuando una horda de Orkos rodeó el recinto. Cuando el Kaudillo decapitó al Shas'vre, los Guerreros del Fuego empezaron a alarmarse, pero Aun'Shi pasó inmediatamente a la acción y partió en dos al Orko con su Lanza de los Desafíos, tras lo cual plantó el asta del arma en el suelo, entre las mitades aún temblorosas del cadáver. Embravecidos, los Guerreros del Fuego recompusieron la línea.

Los Orkos atacaron una y otra vez Fio'vash y una y otra vez Aun'Shi dirigió a los defensores, luchando junto a sus guerreros y animándolos a realizar indescriptibles actos de valor. Envió a varios guerreros con armadura "Sombra", junto a un Kor, a informar a la capital, pues sabía que, frente a tantos Orkos, solo era cuestión de tiempo que fueran aniquilados.

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La batalla continuó; los defensores T'au luchaban en medio de los edificios en llamas. Los Guerreros de la Casta del Fuego combatieron al límite de su valor y resistencia, unidos gracias a la implacable voluntad de Aun'Shi. Cada vez que su línea vacilaba bajo el asalto orko, Aun'Shi estaba allí para despedazar a una docena de Orkos con los nebulosos y relampagueantes sesgos plateados de su acero. Aun'Shi se movía con la fluidez del agua, esquivando mortíferos golpes, girando y ondulándose en el aire en una graciosa danza de muerte. Cada vez que atacaba varios Orkos morían y, pronto, ni uno solo se atrevió a acercarse a él, temerosos de este guerrero imposible de abatir. Los T'au se vieron obligados a retroceder hacia el perímetro interior de las defensas construidas por los Fio y allí se prepararon para el próximo asalto. Aun'Shi seguía al frente de los Guerreros de la Casta del Fuego supervivientes, esperando que el Kor hubiese conseguido informar a la capital de su situación.

Los pieles verdes atacaron otra vez y, a pesar de que los Guerreros de la Casta del Fuego acababan con cientos de Orkos a cada andanada, simplemente no consiguieron abatir a los suficientes como para impedir que alcanzasen las defensas. A lo largo de todo el abrasador día, los Orkos cargaron contra las defensas y el montón de muertos crecía a cada segundo, pues los T'au disparaban con siniestra eficacia. Los muros defensivos empezaron a ceder en varios puntos y los Orkos penetraban por estas nuevas brechas en cuanto se abrían, apelotonándose sobre las Armaduras de Combate y derribándolas. Cada vez que los Orkos se introducían por una brecha, Aun'Shi dirigía un contraataque para expulsarlos del recinto. Al acercarse el anochecer, seguían con vida menos de cincuenta Guerreros de la Casta del Fuego y ambas fuerzas presentían que el fin estaba cerca. Cuando los Orkos se reunieron para el asalto definitivo, Aun'Shi ordenó una retirada hacia el templo apresuradamente fortificado del centro del pueblo, pues sabía que eran demasiado pocos como para proteger toda la extensión de las defensas. Los guerreros prepararon la munición que les quedaba, mientras los obreros de la Casta Fio empuñaban sus picos y palas, preparándose para el combate cuerpo a cuerpo.

Con un rugido de pura rabia, los Orkos atravesaron los muros de defensa y se adentraron entre los edificios, quemándolo y destruyéndolo todo a su paso. Los Guerreros de la Casta del Fuego dispararon desde las mirillas preparadas a tal efecto y debilitaron considerablemente la primera oleada de Orkos, pero no lo suficiente como para evitar que alcanzasen el templo. Los Orkos se dirigieron hacia la puerta empuñando gigantescas hachas y treparon por las paredes para reventar el techo y dejarse caer gritando sus bestiales gritos de guerra. Los primeros en entrar en el templo fueron rápidamente abatidos, pero siempre aparecían más Orkos para sustituir a los caídos. Aun'Shi se colocó, dispuesto a luchar, frente a la puerta que, finalmente, había sido arrancada de sus goznes y blandió su Lanza del Desafío trazando largos arcos. Si iban a morir, morirían juntos.

De repente, los Orkos quedaron silueteados por una serie de ensordecedoras detonaciones que se produjeron detrás de ellos. Atravesando las llamas, aparecieron las grandes formas de docenas de transportes Mantaraya, escupiendo su potencia de fuego letal mientras de su interior desembarcaba escuadra tras escuadra de Guerreros de la Casta del Fuego. Alertados por el Kor, los T'au caían con toda su furia contra la retaguardia orka. Las grandes Armaduras "Apocalipsis" rociaron a los Orkos con fuego de plasma, achicharrándolos por docenas mientras los tanques Cabezamartillo abrían enormes brechas en sus pelotones. En apenas una hora, los Orkos estaban muertos o huyendo y el líder de los recién llegados encontró a Aun'Shi todavía de pie frente a las puertas del templo; su Lanza del Desafío chorreaba sangre y solo un puñado de sus guardaespaldas seguían con vida. A pesar de las terribles bajas, la defensa de Fio'vash fue considerada una gran victoria, pues el templo de los Etéreos seguía en pie y las minas continuaban en manos T'au. Los supervivientes del sitio reverenciaron a Aun'Shi como un héroe y los Guerreros de la Casta del Fuego le juraron fidelidad por el resto de sus vidas.

Las noticias de las hazañas de Aun'Shi se propagaron rápidamente. Aun'Va sabía que los T'au necesitaban nuevos héroes, y ahora un Etéreo se convertía en leyenda viva entre la Casta del Fuego, el Salvador de Fio'vash. En vez de permitir que un guerrero así se marchitase con el tiempo, decretó que Aun'Shi seguiría en activo y lideraría nuevas expediciones. Conocido como "el prodigio longevo", Aun'Shi sigue trayendo buena fortuna a la Casta del Fuego, llevándolos a más victorias desde el frente de la Tercera Esfera de Expansión.

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Fuentes[]

  • Codex: T'au (3.ª Edición). Páginas 52-3 y 57.
  • Codex: Imperio T'au (6.ª Edición). Página 64.
  • Codex: Imperio T'au (7.ª Edición). Página 80.
  • Codex: Imperio T'au (9.ª Edición). Página 105.
  • Battlefleet Gothic: Armada (Libro). Página 100.
  • Aun'Shi (Relato corto), por Braden Campbell.
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