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Veredicto del Certamen de Relatos Wikihammer + Voz de Horus ¡Léelos aquí!

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Betrayal Istvaan III Warhammer 40k Heresy Wikihammer Herejía Horus

"Que este fuego se extienda por los planetas y consuma las estrellas. Que todo se convierta en la pira en la que nacerá la nueva era"

Erebus, Primer Capellán de los Portadores de la Palabra, Palabras de Ofrenda durante el bombardeo de Istvaan III

La Batalla o Atrocidad de Istvaan III fue el primer enfrentamiento abierto de la Herejía de Horus, en el que el Señor de la Guerra y los Primarcas aliados a él hasta la fecha se deshicieron de los elementos leales al Emperador del seno de sus Legiones. No obstante, estos Astartes Leales resistieron largo tiempo a los ataques de sus antiguos hermanos, retrasando sus planes y causándoles graves bajas, y además un pequeño grupo de ellos logró escapar a bordo de la Fragata Eisenstein para advertir al Imperio de la traición de Horus.

Video trasfondo[]


Antecedentes[]

Un antiguo proverbio dice que todas las guerras, sin importar cuán sangrientas o largas hayan sido, han empezado con un solo disparo. En el caso del gran cataclismo que engulliría al Imperio y llevaría la muerte y la calamidad a billones sin número, ese disparo proverbial tuvo lugar en Istvaan III cuando el hermano se volvió contra el hermano.

Sometimiento del sistema Istvaan[]

Istvaan III Mundo Civilizado

Mundo civilizado de Istvaan III, pictocaptura espacial.

El sistema Istvaan se encuentra en el extremo septentrional del Segmentum Ultima, muy lejos del núcleo establecido del Imperio. Era un Sistema importante dotado con dos mundos habitables, y la colonia humana que había sido establecida allí durante la Era Oscura de la Tecnología había escapado a muchos de los horrores de la Era de los Conflictos gracias a su aislamiento en el vacío. Aunque estaba incomunicado, las naves exploradoras que avanzaban por delante de la Gran Cruzada hallaron pruebas de que la vida humana en Istvaan III había logrado mantener una sociedad industrializada bastante cohesionada que había conseguido perdurar casi intacta a lo largo de los milenios, convirtiéndose así en un objetivo prioritario en los planes de contacto y absorción del Imperio.

Una antigua cultura autóctona prevalecía en Istvaan III, la cual incluía un misticismo local y prácticas religiosas endémicas. Esto, combinado con una larga independencia, significó que una vez contactados por los ojeadores de la Gran Cruzada, los istvaanianos primero pusieron reparos y después rechazaron directamente someterse a la Verdad Imperial. Dada la importancia estratégica de ganar este Sistema habitable e industrializado con su gran población para el Imperio, se dio prioridad al sometimiento del Sistema Istvaan. Al emitir esta orden el Consejo de Guerra asignó una advertencia a la misión que prevenía de emplear una fuerza excesiva para evitar excesivos daños colaterales que arruinasen este valioso trofeo para la Gran Cruzada. Así fue que el honor de tomar Istvaan III fue asignado a su debido tiempo a la Legión de la Guardia del Cuervo y a su Primarca Corax, ya que tenían una reputación sin igual en el uso de ataques quirúrgicos y de la precisión en tales campañas. Los Cruceros de Asalto y cañoneras de casco negro de la XIX Legión atacaron sin previo aviso desde la noche planetaria, destruyendo sistemáticamente la limitada estructura militar de Istvaan III y tomando el control de sus principales sedes de gobierno. Cuando el amanecer se alzó sobre la extensa proto-Colmena de Khry Vanak (Ciudad Coral, traducido), el senado planetario que había dominado Istvaan III era un montón de ruinas bombardeadas, y aquellos que habían llevado a su mundo a negar la Verdad Imperial estaban muertos o encadenados. Como tantos otros pueblos antes que ellos, los istvaanianos habían sido intimidados y sometidos por una sangrienta demostración de fuerza que había aplastado toda resistencia pero que había librado a la población de calamidades generalizadas. Con los Marines Espaciales de armadura negra caminando entre ellos, no se atrevieron a rebelarse, y las esporádicas revueltas que llegaron a producirse fueron sofocadas rápida y eficientemente. Siguiendo el plan previsto, llegaron fuerzas de sumisión para guarnecer y reconstruir el planeta, ofreciendo esperanza y una vida mejor, así como orden y un lugar seguro en el seno del Imperio para los nativos, liberando así a la Legión de Corax para que atendiese a asuntos más urgentes en otros lugares.

Los registros de la Guardia del Cuervo sobre la campaña de sometimiento no hacen mención inusual alguna sobre resistencia preocupante, influencia xenos o fenómenos extraños en Istvaan III, aunque sí hacen referencias de pasada a que el descontento y la resistencia estaban motivados principalmente por razones religiosas, asociándolas a sectas largo tiempo suprimidas y marginalizadas por la cultura mayoritaria istvaaniana. La capital establecida de Istvaan III, la Ciudad Coral, fue escogida como la sede del poder imperial, y con la ayuda de los Cuerpos de Pioneros del Ejército Imperial y la supervisión del Mechanicum, se construyeron redes de búnkeres y barracones para alojar su nueva y amplia guarnición, y el arruinado Palacio del Director del Coro fue alzado de nuevo como una fortaleza-Castrum imperial para acoger la sede del gobierno. Junto a todo esto se construyó un espaciopuerto para controlar el tráfico interorbital, y las terriblemente inadecuadas defensas fueron reconstruidas y reforzadas para alcanzar los estándares imperiales. Justo con este desarrollo, llegó la habitual procesión de bienes y tecnologías, al tiempo que agentes de la ley imperial, Iteradores y administradores acudían a Istvaan III, y un Comandante Imperial asignado fue colocado al mando del Sistema. El Sistema Istvaan había requerido el uso de la fuerza para anexionarlo, así que se eligió a un forastero en vez de a un indígena: Vardus Praal, antiguo Mayor del XI de Rifles Lastranos que luego había hecho carrera política en la Corte del Segmentum Ultima. Dado el historial de Praal como soldado y como administrador civil, se le consideró "un par de manos seguras" en las que depositar la responsabilidad de guiar a estos millones de almas en la transición y convertirlos en productivos y leales miembros del Imperio, y de hecho los registros iniciales muestran que se entregó a su nuevo papel con gusto y con un considerable éxito en sus primeros años de mandato, aunque esto no habría de durar.

Rebelión de Istvaan III[]

Las condiciones del Empíreo en las proximidades del sistema Istvaan empeoraron constantemente casi desde el mismo momento de la conquista. Aislado como siempre había estado por su lejanía respecto a otras esferas habitadas, se volvió cada vez más difícil alcanzarlo tanto mediante la astrotelepatía como la navegación. Los informes que alcanzaban Terra, a menudo entregados por quintas o sextas manos a través de Flotas Expedicionarias distantes y de flotas de Comerciantes Independientes de la periferia, y con meses de retraso, hablaban de un creciente desorden civil, de Iteradores asesinados e inexplicables revueltas y estallidos de histeria en masa en las ciudades. Las culpas eran adjudicadas una vez más a las represalias de los nativos contra los intentos de desmantelar las sectas locales, la más peligrosa de las cuales era conocida como los "Cantores de Guerra". Las cosas empeoraron cuando Vardus Praal ordenó a la guarnición que derribase los templos y forzase las criptas selladas de antiguos lugares de culto a fin de romper la sutil pero profunda influencia que los miedos supersticiosos tenían sobre los istvaanianos y llevarlos a la luz de la Verdad Imperial, pero del éxito de esta medida nada puede decirse con seguridad, ya que las tormentas Disformes que bloqueaban a Istvaan de los mundos centrales del Imperio empeoraron y cesaron todas las comunicaciones.

Seis años tras el último comunicado oficial de Istvaan III, una patrullera de la Guardia de la Muerte que operaba en la periferia de la flota de su Legión, cerca de Neo-geddon en el mismo borde del espacio explorado, captó un débil eco de una transmisión astropática de Istvaan III, embrollada e incompleta. Su mensaje central estaba no obstante claro: Istvaan III estaba en plena rebelión religiosa, el gobierno imperial se había derrumbado, y Vardus Praal, ahora traidor y quizás convertido en mutante o psíquico (el mensaje no era claro en ese punto), dirigía la revuelta, y las calles de la Ciudad Coral corrían rojas con la sangre de los infieles. Se estimó que el mensaje era de al menos hacía dos años, quizá seis, pero no podía ser ignorado. Que Istvaan III y sus decenas de millones de habitantes se hubieran rebelado a la sumisión era una mancha en la Gran Cruzada que no podía ser tolerada, no fuera que semejante sedición y descontento se extendieran, pero que un Comandante Imperial ungido que había recibido su puesto por decreto del propio Emperador dirigiera la revuelta era un crimen que exigía el castigo más rápido y resuelto posible. Recayó en Horus, el Señor de la Guerra, la misión de llevar a Praal y a todo Istvaan III ante la justicia, y él juró públicamente dar un sangriento y temible ejemplo a todos los mundos del Imperio del precio de la sedición. Pero lo que pocos sabían en ese entonces es que la rebelión de Istvaan III le había dado a Horus la oportunidad perfecta para descargar el primer golpe de su propio alzamiento, un golpe que caería sobre sus propios hombres.

Conspiración[]

Para Horus la reconquista de Istvaan III serviría a la vez para reunir a aquellas fuerzas leales a él sin atraer sospechas, y para librar a su Legión y a las de sus aliados más cercanos de aquellos de sus miembros de cuya lealtad sospechaba. La lejanía del sistema Istvaan y las tormentas Disformes que aún lo bloqueaban de Terra eran una cortina de humo perfecta para ocultar los oscuros hechos que habrían de tener lugar, y se ordenó a cuatro Legiones (la Guardia de la Muerte, los Devoradores de Mundos, los Hijos del Emperador y los propios Hijos de Horus) que se reunieran en Istvaan, aproximándose de forma que rodearan las tormentas Disformes que rugían al sureste galáctico del sistema.

Este fue solo el principio de una red mucho más amplia de engaño y traición, y Horus empleó su autoridad como Señor de la Guerra buscando desplazar a las fuerzas armadas del Imperio como piezas en un tablero hasta alcanzar una configuración a su elección. Ordenó a los Primarcas Lion El'Jonson, Sanguinius y Roboute Guilliman que reuniesen a sus Legiones en preparación para una serie de misiones en el sector Thramas, el cúmulo Signus y los Sistemas Veridianos, todas ellas en regiones peligrosas y aisladas. Sin percibir ninguna razón obvia para dudar de los motivos del Señor de la Guerra, los tres Primarcas empezaron a planificar sus misiones y a transportar a sus Legiones. Así fue como tres de las Legiones más poderosas (los Ángeles Oscuros, los Ángeles Sangrientos y los Ultramarines) fueron enviadas por Horus a zonas alejadas de Terra y del sistema Istvaan, donde no podrían ni observar ni intervenir en lo que habría de ocurrir a continuación. En cuanto al resto (los Amos de la Noche, la Legión Alfa, los Guerreros de Hierro, la Guardia del Cuervo, los Salamandras y los Manos de Hierro), todas estaban implicadas ya en diversas campañas y eventos por todo el Imperio. Demasiado ocupadas para suponer un peligro, su hora llegaría más adelante, bien para ser corrompidas o bien para ser destruidas. Los Portadores de la Palabra ya estaban integrados en la inminente traición por lazos que no se revelarían hasta mucho más adelante. Los Cicatrices Blancas y los Puños Imperiales estaban desplegados en el Segmentum Solar y estaban demasiado cerca del Emperador para que Horus se arriesgase a contactar con ellos sin levantar sospechas, mientras que los Lobos Espaciales y los Mil Hijos ya estaban atrapados en una maquinación asesina largo tiempo urdida.

Mientras la Humanidad seguía ignorante de los grandes y terribles sucesos que estaban a punto de dar comienzo, una inmensa flota de guerra se reunió en los límites del sistema Istvaan cuando elementos de cuatro Legiones Astartes empezaron a llegar, y se emprendieron las primeras acciones de la campaña destruyendo los puestos de avanzada rebeldes en la periferia del sistema mientras la flota se agrupaba. Fulgrim se retrasó, pero un amplio destacamento de sus Hijos del Emperador sí acudió a la cita, dirigido por el Lord Comandante Eidolon, y formó junto al resto de la flota mientras esta se aproximaba a Istvaan III. La hueste de guerra de Horus se componía por tanto de la mayor parte de su propia Legión, una porción significativa de la Guardia de la Muerte encabezada por su Primarca Mortarion, los Devoradores de Mundos y su Primarca Angron, y el destacamento de menor tamaño de Eidolon. Además de reunir a tres Primarcas (un suceso ya de por sí poco frecuente), esto constituyó una de las mayores concentraciones de tropas imperiales desde la batalla por el sistema Pargor Hith contra los Orkos de Charhack hacía casi una década, reuniendo a más de 200.000 Marines Espaciales, aunque las cifras exactas no pueden ser corroboradas, junto con el apoyo de Titanes de las Legiones Titánicas Mortis, Audax y Vulpa y de varias unidades auxiliares.

Lo que ocurrió a continuación será siempre objeto de muchas especulaciones en torno a las pruebas que han sobrevivido en manos imperiales, pero parece que mientras Istvaan III era rodeado por la flota de guerra el Señor de la Guerra se reunió con los dos Primarcas y con Eidolon en su nave insignia, el Acorazado clase Gloriana Espíritu Vengativo. Oficialmente esto se hizo para formular la estrategia de la inminente campaña, pero también parece que el encuentro cara a cara sirvió para que Horus midiese personalmente la lealtad de sus aliados y dispusiese los preparativos para la tormenta venidera.

Podemos asumir entonces que en este concilio Angron y Mortarion informaron del estado de sus respectivas Legiones, del progreso de la introducción de las Logias en ellas y de que la mayoría de sus fuerzas seguirían al Señor de la Guerra cuando este se proclamase legítimo Emperador y tomase las armas contra Terra. No obstante, parece que como Horus ya había anticipado, ambos Primarcas y Eidolon (en representación de su ausente señor) habían identificado elementos de sus Legiones cuya lealtad al Emperador era inamovible o que en todo caso no podía confiarse en que seguirían las órdenes del Señor de la Guerra. Estos Marines Espaciales leales supondrían una gran amenaza para la conspiración de Horus si no eran despachados inmediatamente, y parece ser que fue solo entonces cuando Horus reveló a sus compañeros conspiradores su impactante plan para librar a sus Legiones de estas facciones disidentes.

La 1ª Compañía de élite de la Legión de los Hijos del Emperador, dirigida por el Lord Comandante Eidolon, luchó junto a la 7ª de la Guardia de la Muerte, comandada por el Capitán de Batalla Nathaniel Garro, contra las fuerzas rebeldes de Istvaan Extremis, el planeta más exterior del sistema Istvaan. Mientras luchaba contra una poderosa psíquica adoradora de Slaanesh (designada Cantora de Guerra en base a la inteligencia reunida previamente), Garro sufrió el aplastamiento de su torso y su brazo y la pérdida de la pierna derecha desde la mitad del muslo. Solo fue salvado de una muerte segura por la oportuna intervención del Apotecario Jefe Fabius de los Hijos del Emperador. Observando lo desesperado de la situación, Eidolon hizo entonces uso de una habilidad hasta ese momento desconocida, lanzando un aullido capaz de paralizar el sistema nervioso gracias a un implante traqueal modificado en sus cuerdas vocales, el cual se basaba en las habilidades de ciertas estirpes guerreras de los xenos Laer. Este potente ataque mató a la Cantora y ayudó a los Astartes a ganar la batalla, aunque su misma existencia fue el primer síntoma visible de la corrupción que ya se había abierto camino hasta el corazón de la III Legión.

Istvaan III no resultaría fácil de conquistar: se habían hallado pruebas de que una extraña corrupción había afectado a la población, y la lucha para despejar el puesto avanzado enemigo de Istvaan Extremis en el borde del sistema había demostrado que los rebeldes eran fanáticos y que sus Cantores de Guerra eran poderosos psíquicos guerreros de un tipo anteriormente desconocido. Para Horus esto resultó una provocación ideal para usar un asalto terrestre inicial en masa para retomar la Ciudad Coral antes de que se pudiera organizar una defensa a nivel planetario. Aquellas secciones de las cuatro Legiones cuya lealtad a Horus no podía ser garantizada recibieron órdenes de prepararse para formar el núcleo de un asalto contra el planeta. El plan del Señor de la Guerra disponía un ataque principal realizado casi completamente con Cápsulas de Desembarco y con poco apoyo de cañoneras y balizas teleportadoras, y solo las fuerzas de la Guardia de la Muerte se desplegarían con un apoyo blindado significativo en la primera oleada. Así separados y sin medios para abandonar el planeta, aquellos Leales que no murieran en la toma de Istvaan III se encontrarían con que Horus planeaba convertirlo en su tumba de todas formas.

Parte I: Traición[]

Asalto[]

Posiciones Leales en Ciudad Coral Fase Inicial Atrocidad de Istvaan III

Pictocaptura orbital de Ciudad Coral y la disposición de las tropas del Señor de la Guerra al inicio de la batalla.

"Atacad rápido. Liquidadlos. Empapad el suelo con su sangre. Machacadlos hasta que no quede nada como ellos hicieron con sus juramentos"

Campeón de Sangre Helkor, Martillo de los Devoradores de Mundos, antes del asalto sobre la zona de desembarco de la Cuenca Zotiel

Cuatro zonas objetivo primarias habían sido identificadas desde la órbita para el ataque sobre la extensa Ciudad Coral. La primera era el fortificado Palacio del Director del Coro y sus alrededores, que albergaban la sede del gobierno y donde presumiblemente se encontraría el traidor Vardus Praal. Allí se concentraría el ataque de los Hijos del Emperador. Era en las plazas que se encontraban junto al palacio y que formaban la principal intersección de las arterias de la red de transporte de la ciudad donde la resistencia era probable que se manifestase rápidamente, y se ordenó a los Devoradores de Mundos que se hicieran con ellas y después se extendiesen desde allí. El muro fortificado occidental, con sus bastiones al estilo imperial y la red de búnkeres que estos protegían, sería el objetivo del asalto de la Guardia de la Muerte, con el objetivo de erradicar o al menos retener a las fuerzas de guarnición que contenían.

El objetivo final, y quizás el más difícil, se encontraba en el este de la ciudad: un vasto complejo de torres funerarias, templos y santuarios conocido por los indígenas como el Bastión de la Sirena. Este complejo había estado casi abandonado en la época de la primera invasión y por eso se había dejado en pie, pero ahora los escáneres de largo alcance mostraban que el Bastión de la Sirena volvía a estar activo, con signos significativos de vida y potentes patrones anómalos de energía registrados en su interior. Dado el asumido motivo religioso de la rebelión y la presencia de los psíquicos guerreros ya descubiertos en Istvaan Extremis, el Bastión de la Sirena también fue clasificado como objetivo primario, y se dio órdenes a los Hijos de Horus asignados al ataque de que destruyeran a todo y a todos los que encontraran en su interior. También se identificó otra veintena de objetivos secundarios que también debían ser atacados en la primera oleada, incluyendo el espaciopuerto y varios complejos destacados de infraestructuras, amén de numerosas fuerzas menores.

Cuando llegó la primera oleada del asalto, cayó sobre Istvaan III una lluvia férrea de Cápsulas de Desembarco, que se estrellaron en la Ciudad Coral como martillazos mientras los estratégicos disparos de lanzas desde la flota en órbita destruían objetivos por toda la superficie de Istvaan III, garantizando una dominación total de los cielos para las Legiones Astartes. La resistencia fue dura, mucho más que ante la primera invasión, pero en definitiva inútil ante semejante fuerza de Marines Espaciales desatada contra su mundo.

La Legión de la Muerte[]

Guardia de la Muerte leal asalta Ciudad Coral oeste

Los Leales de la Guardia de la Muerte asaltan las defensas occidentales de la Ciudad Coral.

Contra los muros y las trincheras de la línea occidental de fortificaciones la Guardia de la Muerte descargó su implacable ataque, luchando contra tropas que antaño habían sido soldados leales a Terra pero que ahora eran cosas medio locas y mutiladas. Estaban armados con equipo imperial sacado de los almacenes de la guarnición (rifles láser y ametralladoras), y sus trincheras incorporaban nidos de morteros y emplazamientos de cañones automáticos fijados en campos de tiro entrelazados con toda la letal experiencia del Oficio Militaris. Aunque aturdidos por la rapidez del ataque, se enfrentaron a la Guardia de la Muerte con Basilisks y tanques pesados Malcador que surgieron rugiendo de hangares ocultos bajo el suelo. Pero la Legión de Mortarion era infatigable y se colocó directamente en el interior del cordón de disparo, de tal forma que la artillería istvaaniana disparaba a ciegas y muy por encima de las zonas de desembarco. Mientras las bombas estallaban a su alrededor, la Guardia de la Muerte avanzó implacablemente, con los Exterminadores y las Escuadras de Apoyo Pesado derribando torres de disparo y penetrando en los búnkeres mientras las Escuadras Tácticas asaltaban trinchera tras trinchera, barriendo la vida de cada una de ellas con metódicas descargas de fuego de Bólter. Las cañoneras avanzaron rugiendo y dejaron en la superficie Vindicators y Land Raiders para asaltar los bastiones y elevados revestimientos de granito que separaban a la ciudad de la llanura occidental, y pronto el bombardeo a bocajarro desde ambos lados se cobró su precio. En poco tiempo los grandes baluartes quedaron reducidos a ruinas humeantes, y su destino quedó sellado cuando un manípulo de Titanes de la Legio Mortis aterrizó con una fuerza tectónica al oeste de la ciudad y desató el impresionante poder destructivo de sus turboblásteres y cañones de repetición sobre la muralla, pulverizando las fortificaciones y derritiendo el granito como cera fundida.

Batalla por el Palacio del Director del Coro[]

Devoradores de Mundos masacran civiles Istvaan III

Los Devoradores de Mundos masacran a los enloquecidos ciudadanos de la capital de Istvaan III.

Si la batalla por el oeste de la ciudad fue la destrucción sistemática de un enemigo decidido, la batalla por el Palacio del Director del Coro y sus alrededores pronto degeneró en una caótica masacre. El desembarco en masa con Cápsulas de Desembarco de los Devoradores de Mundos había golpeado en primer lugar, estrellándose en las plazas abiertas como una lluvia de meteoritos, reduciendo las vastas terrazas y columnatas de piedra a un desierto de escombros. Miles de Devoradores de Mundos mataron todo lo que encontraron a su paso al emerger, aplastando a las desordenadas guarniciones en una marea de aullante violencia, matando a centenares en apenas minutos mientras se extendían como un enjambre de insectos hambrientos.

Escuadra de Apoyo Pesado Eitholchin Hijos del Emperador Istvaan III

La Escuadra de Apoyo Pesado Eitholchin de los Hijos del Emperador se abre camino al interior del Palacio desde su cubierta blindada.

Mientras el estruendo de la carnicería engullía el centro de la ciudad (un desordenado rugido nacido de incontables aullidos, gritos de guerra, atronadores disparos y los gruñidos de incontables armas de sierra cortando carne), nuevos chorros de fuego dorado descendieron en un estricto orden, disparados como la flecha de un cazador hacia el mismo Palacio del Director del Coro. El palacio había sido reconstruido por arquitectos militares imperiales para ser a la vez un imponente símbolo de la autoridad imperial y un último reducto en caso de insurrección civil. Era un inmenso bloque poligonal de corte trapezoidal, hecho de granito y acero y rematado por una gran cúpula recubierta de mármol, de varios kilómetros de diámetro y tan alto como un Titán de Batalla. A su sombra se alzaban otra docena de ejemplos blindados de cantería imperial: amenazantes Auditoria y Censorium se encontraban junto a achaparrados bloques de viviendas destinados a alojar a administradores e Iteradores extramundanos a salvo de aquellos a quienes habrían de gobernar. Cada uno de ellos era una pieza de arquitectura militar diseñada para resistir, si no desafiar, los bombardeos, y su propia disposición formaba un cordón de defensa para el Palacio del Director del Coro contra un asalto directo por tierra. Era una defensa que el plan de ataque de los Hijos del Emperador pretendía evitar por completo. Con un vector de aterrizaje de precisión que pocas Legiones podrían haber igualado, la oleada de los Hijos del Emperador tomó tierra directamente sobre su objetivo, agrupándose en torno a las diversas entradas y salas de acceso. Con una rapidez y fuerza inmisericorde nacidas del cenit de entrenamiento y planificación previa por el que la Legión era famosa, los Hijos del Emperador penetraron desde las mismas defensas interiores a través de una veintena de puntos, mientras las Garras de Asedio de Dreadnoughts y los rifles de fusión de los Legionarios abrían nuevas entradas desde el nivel del tejado abovedado.

El Bastión de la Sirena[]

Escuadra Despojadora Chondon Hijos de Horus leales Bastión de la Sirena Istvaan III

La Escuadra Despojadora Chondon de los Hijos de Horus Leales asalta el Bastión de la Sirena.

Al otro lado de la ciudad, con la aplastante fuerza del zarpazo de un depredador, el asalto en Cápsulas de Desembarco de los Hijos de Horus descendió sobre el Bastión de la Sirena. Más grande que el recinto del Palacio del Director del Coro, el Bastión de la Sirena era un conjunto desordenado de torres funerarias cónicas irregulares, parecidas a chimeneas oceánicas, que se alzaban cientos de metros en el aire. En torno a ellas había un laberinto de santuarios menores, templos, mausoleos y anfiteatros, muchos de ellos conectados entre sí y con las torres mediante una red de arcos y pasarelas elevadas. Fueron estas pasarelas las que plantearon el primer peligro para el asalto, ya que las Cápsulas de Desembarco se estrellaban contra ellas atravesándolas o desviándose de su rumbo, saliendo despedidas al chocar contra la sillería o reventando y matando a los Astartes de su interior. Dispersos y bajo fuego pesado desde el principio, no obstante los Hijos de Horus se reagruparon y se lanzaron al ataque con su acostumbrada disciplina y sed de batalla, de modo que pronto el Bastión de la Sirena se convirtió en un matadero tortuoso a varios niveles, inundado de humo y metralla.

Fue aquí donde aparecieron por primera vez en número significativo los Cantores de Guerra, brujos que manipulaban el sonido por medio de una extraña reliquia tecnológica para elevarse por los aires y rodearse de una burbuja de fuerza protectora. Sus aullantes canciones eran capaces de romper la ceramita de la armadura de los Marines Espaciales y de desgarrar la carne y pulverizar el hueso del interior, y empujaban a los guerreros-cultistas que los defendían a niveles inhumanos de fanatismo, hasta el punto de que se arrojaban contra los Hijos de Horus sin prestar atención al despedazador fuego de bólter que les recibía.

Cuando la batalla ya estaba completamente desatada, el número de bajas creció de forma apabullante al ser engullida la cacofonía y el estruendo de la Ciudad Coral por un gran peán de sonido aullante, un alarido antinatural que desgarraba el cerebro y que empujó al pueblo de Istvaan III a escalofriantes paroxismos de odio descontrolado. Fue un bombardeo auditivo ante el que los Marines Espaciales solo pudieron resistir y seguir luchando a pesar del extraño asalto gracias a su fuerza de voluntad y al bloqueo de los sentidos automáticos de sus armaduras. En los muros y trincheras occidentales la Guardia de la Muerte y la Legio Mortis habían reducido los grandes baluartes a escombros y ahora los Legionarios barrían brutalmente a los defensores búnker por búnker y túnel por túnel. Mientras tanto, los Devoradores de Mundos quedaron rodeados por un mar de matanza. Cuando el extraño coro se derramó por la ciudad, fue como si la población civil, oculta y aterrorizada, se hubiera vuelto loca y alzado al unísono para atacar a los invasores. Fuese cual fuese el poder oscuro que los motivaba, no se preocupaba por sus vidas, ya que se lanzaron, primero por docenas, después a cientos y finalmente a miles, contra los Devoradores de Mundos. Oleadas humanas que gritaban y reían inundadas de odio temerario, desarmadas y sin protección alguna, acudieron a morir a manos de los guerreros ya ensangrentados de Angron, y los Devoradores de Mundos no se resistieron a concedérselo. Ataque tras ataque, los Devoradores de Mundos fueron hechos retroceder por puro peso numérico aplastante, hasta quedar agrupados en pequeños nudos de guerreros que luchaban espalda contra espalda arrojando granadas de fragmentación contra la masa de cuerpos apelotonados, cortando y sajando hasta quedarse luchando tras parapetos de carne goteante. Las Escuadras de Apoyo Pesado de la Legión se quedaron sin munición segando vastos espacios a través de las multitudes en estampida con sus bólteres pesados y lanzamisiles.

En los enmarañados terrenos del Bastión de la Sirena y los muros interiores del Palacio del Director del Coro, la victoria fue arrancada al enemigo metro a metro, pero no sin pagar un precio. Los antinaturales poderes psíquicos de los Cantores de Guerra mataban a muchos antes de que estos pudieran ser derribados, y aparecieron los guerreros de élite del sanctasanctórum de la rebelión: hombres quirúrgicamente modificados y mutilados cubiertos con armaduras negras vitrificadas y portadores de armas reliquia hasta entonces desconocidas que disparaban estallidos de sonido o dardos de metal líquido. En las profundidades de las Torres Funerarias, la punta de lanza de los Hijos de Horus, bajo el mando del Capitán veterano Garviel Loken, se abrieron camino hasta un extraño santuario lleno de cadáveres y horrible idolatría, y mataron a los Cantores de Guerra que se encontraban allí, mientras que al mismo tiempo un pequeño grupo de ataque de los Hijos del Emperador, a pesar de haber sufrido graves bajas, penetró dirigido por el famoso espadachín Lucius en la sala del trono de Vardus Praal. El traidor, protegido por una armadura de barroco esplendor y armado con una extraña panoplia psico-sónica, era ciertamente el señor de esta aberrante rebelión que giraba en torno a arcanos cultos, pero ni siquiera su potenciado poder fue suficiente para superar al Capitán Lucius, que le mató en una desesperada batalla. Sin importar si fue la muerte de Praal lo que bastó para cortar la cabeza a la serpiente o si la causa fue la destrucción de la vil capilla del centro del Bastión de la Sirena, la extraña cacofonía que había dominado la ciudad se detuvo y con ella el poder que había sostenido la resistencia de los istvaanianos. En cuestión de horas la rebelión estaba hecha jirones, con todos los objetivos de la fuerza de invasión asegurados y decenas de miles de enemigos muertos dejados tras el asalto. Los victoriosos Marines Espaciales estaban jubilosos tras haber conseguido una victoria difícil y merecida, pero sin que ellos lo supieran el desastre estaba a punto de golpearles.

Devorador de Vida[]

"Ordenad a los cañones que abran fuego. ¡Que arda la galaxia!"

Señor de la Guerra Horus dando la orden de inicio del bombardeo vírico de Istvaan III

"Yo lo vi, el Devorador de Vida, miré al interior de oscura alma y supe lo que era. Cuando llegó la noticia no había creído, no realmente: la traición, demasiado para abarcar. Pero nosotros los de la Guardia de la Muerte fuimos hechos para resistir, para sobrevivir, pasara lo que pasara, así que actuamos, actuamos incluso a pesar de que muchos no creíamos, no hasta que cayeron las bombas.

"Estábamos demasiado lejos de los búnkeres, así que metí a mi escuadra en una celda de carga y la sellamos desde dentro fundiendo las junturas, para conseguir la protección adicional que eso pudiera proporcionar. La armadura no era siempre suficiente, lo sabía, ni siquiera el modelo Maximus, incluso sellada por completo y tirando del oxígeno interior: en concentración suficiente, puede comerse los sellos de la armadura e incluso los visores, y si tienes aunque sea una microfractura en el sitio equivocado… ya me entienden.

"Las bombas cayeron y la celda de carga se sacudió y nosotros esperamos en la oscuridad, silenciosos, guardando nuestro oxígeno. Por unos pocos instantes hubo golpes fuera, pero eso cesó en seguida. Entonces Juball gritó por la red de la escuadra, no un grito como el de un hombre que muere en combate, sino atragantado, interrumpido, como un hombre ahogándose. Me volví y lo vi a través de mis sentidos automáticos: ya se había medio sacado el casco, y nada más que grasa negra y hueso salieron fuera, como si su armadura hubiera estado llena de putrefacción y no ocupada por un hombre.

"Estaba muerto, sin carne, pero de algún modo su armadura seguía moviéndose; quizás era la armadura respondiendo a sus últimas órdenes nerviosas, quizás no.

"Disparé mi lanzallamas y lo quemé; mejor arriesgarse a usarlo a pesar de lo apretados que estábamos que la alternativa. Sí, yo lo vi, el Devorador de Vida, un monstruo de la Vieja Noche, la maldad humana encarnada.

"Entonces creí.
"

Del testimonio de Crysos Morturg
Bombardeo Vírico Devorador de Vida Istvaan III

Comienza el bombardeo vírico de Istvaan III.

Poco después de que la batalla se hubiese tornado a favor de los Marines Espaciales, todas las comunicaciones con la flota en órbita habían cesado y los Titanes de la Legio Mortis empezaron una silenciosa e implacable retirada más allá de los muros de la ciudad hasta las llanuras vacías más allá de ellos. Con inexorable lentitud, los Acorazados y Barcazas de Batalla de la flota combinada (Espíritu Vengativo, Pájaro de Fuego, Andronius, Estrella Asesina, Voluntad Indomable, Guantelete del Desprecio, Hijo de la Guerra y Conquistador) descendieron hasta la órbita baja y empezaron un bombardeo de saturación del planeta. Las bodegas de bombas orbitales se abrieron de par en par y las cubiertas alineadas de baterías de macrocañones desataron torrente tras torrente de proyectiles contra la atmósfera baja de Istvaan III. Su carga letal era el virus Devorador de Vida, una de las armas de clase Exterminatus más terribles del arsenal imperial, cuyo uso solo podía haber sido autorizado por el Emperador o el Señor de la Guerra. Dispersado por la onda expansiva de un millar de explosiones, el virus Devorador de Vida comenzó a actuar en unos instantes, infectando y destruyendo, un necrófago que se extendía rápidamente reduciendo a todo ser vivo alcanzado en una masa putrefacta y líquida.

La carne humana se desprendió de los huesos y los gritos quedaron interrumpidos al ahogarse las víctimas en los fluidos corruptos que inundaban sus pulmones. La vida vegetal se deshizo y quedó fundida en un fango marrón como si hubieran sufrido el paso de años en apenas unos minutos. Vendavales negros de vapor putrefacto y cadavérico aullaron a través de los cañones de cemento y acero de las ciudades, dando la campanada de muerte de seis mil millones de personas. Más allá de las ciudades convertidas en cementerios, las amplias llanuras y junglas se derrumbaron poseídas por un desgaste canceroso, y los océanos se convirtieron en un caldo verdoso, de forma que para los que estaban en las naves de guerra de la flota de Horus pareció que las manchas cancerígenas se extendían rápidamente por toda la superficie del planeta hasta que se asemejó a una fruta podrida colgando en la oscuridad del espacio. Istvaan III murió.

Pero la destrucción no había terminado: un solo disparo ardiente de lanza del Espíritu Vengativo prendió fuego al planeta. La oscura genialidad del diseño del virus Devorador de Vida tenía dos facetas: primero masacraba toda la vida orgánica en apenas unos minutos y arrasaba la biosfera de un planeta, y después purificaba toda su superficie liberando a partir de los cadáveres de los muertos una miasma enfermiza tan inflamable como venenosa. La tormenta de fuego barrió la superficie de Istvaan III como un tsunami de destrucción dorada que empujaba por delante a un tenebroso huracán de aire ardiente y presión aplastante que dispersó los escombros antes de que el pulso de calor redujese todo a cenizas a su paso. La ola de fuego engulló ciudades, arrasándolas como si fueran leña seca y lamiendo hambrientamente los picos montañosos más altos. Desde allí la saltarina corona de llamas corrió a través de los océanos, levantando a su paso vastos cúmulos de vapor hirviente y se cerró sobre los casquetes polares como un puño negro como el carbón. Por un brevísimo instante fue como si un nuevo sol hubiera nacido donde antes había un mundo lleno de vida. Entonces, a medida que los incendios subatmosféricos se extinguían y escupían sus últimas llamas, se reveló bajo ellos un orbe quemado, arrasado, ceniciento y escaldado hasta quedar desnudo. Pronto incluso esto quedó cubierto por un tumulto de huracanes y tormentas continentales que cubrieron los cielos con malévolos truenos y fortísimas lluvias negras al ser la atmósfera arrojada a una reacción caótica por el ataque. Istvaan III se había convertido en un mundo muerto.

El Señor de la Guerra Horus había declarado finalmente sus intenciones y desafiado abiertamente al Emperador, condenando así a la galaxia a una guerra civil. También había planeado que el bombardeo vírico destruyera a una hueste de Marines Espaciales en los que no podía confiar para que luchasen por él en el inminente conflicto con el Emperador, pero pronto se descubriría que su plan no había resultado perfecto.

Parte II: Ruina[]

Ira y ruina[]

Saul Tarvitz hijos del emperador

Capitán Saul Tarvitz de los Hijos del Emperador Leales.

Antes incluso de que fuese dado el primer golpe de la traición, el plan del Señor de la Guerra había empezado, sin que él lo supiera, a deshacerse. Antes de que cayeran las bombas, la inminente atrocidad había sido descubierta por varios miembros de la flota que seguían siendo leales al Emperador y a sus camaradas que serían condenados. El principal entre ellos era Nathaniel Garro, el Capitán de Batalla de la Guardia de la Muerte, un veterano terrano y uno de los reclutas originales de la XIV Legión. Garro actuó rápidamente, reuniendo a varios Leales a su alrededor y tomando con éxito el control de la fragata pesada Eisenstein, y envió señales de advertencia a sus Hermanos de Batalla en la superficie. En otro lugar, en la flota de los Hijos del Emperador, el Capitán Saul Tarvitz, un oficial de línea que había albergado profundas sospechas desde hacía tiempo sobre el creciente secretismo y las actividades de su Legión, había descubierto la verdad apenas unos minutos antes de que el ataque comenzase. Incapaz de detener lo que estaba a punto de ocurrir, Tarvitz robó una Thunderhawk y descendió a la superficie del planeta, portando su propia advertencia del horror que estaba a punto de ser desatado. Otros sin embargo no fueron tan afortunados, y muchos Leales reales o sospechados que no habían sido asignados al ataque terrestre contemplaron impactados cómo caían las bombas víricas, solo para encontrar cuchillos esperándoles a sus espaldas. Muchos resistieron valientemente, pero al ser pillados totalmente desprevenidos ante semejante perfidia, fueron destruidos. Este destino le aguardaba no solo a los Marines Espaciales Leales, sino también a otros, incluyendo a grandes números de soldados auxiliares humanos, personal de apoyo, Iteradores y funcionarios que, atrapados en el interior de las naves de la flota, fueron masacrados cuando los Legionarios leales a Horus que había entre ellos se volvieron en su contra con despiadada violencia. Ni siquiera aquí salió todo bien, y los "meros humanos", en muchos casos subestimados por las sobrehumanas Legiones Astartes, plantearon una resistencia considerable o huyeron a las entrañas de las naves y tuvieron que ser cazados mientras realizaban campañas de sabotaje a su paso. Durante el ataque orbital, al menos una torpedera, la Ducroix, permaneció en manos Leales y volvió sus armas contra la flota Traidora en un fútil intento por detener el bombardeo, destruyendo a varias naves de escolta e infligiendo daños significativos en el acorazado Estrella Asesina antes de ser destrozada por el fuego enemigo. Habiendo rechazado la orden de rendirse, la galeaza Xerxes 9-7-7 del Ordo Reductor del Mechanicum, una nave que se había unido tardíamente a la flota y que no estaba incluida en los planes del Señor de la Guerra, también tuvo que ser derribada pagando un alto coste, y su casco en desintegración cayó a los cielos ardientes de Istvaan III y se perdió entre las llamas. Mientras esto ocurría, en la periferia del cordón naval el crucero pesado Sunstone fue el escenario de una prolongada lucha a bordo. Allí la guardia juramentada del Plenipotenciario Terrano, el famoso duque Mortecher, convirtió lo que debería haber sido una simple toma del mando por una delegación de los Hijos del Emperador enviada a asesinar al emisario político del Consejo de Terra en una frenética batalla de cubierta en cubierta por el control de la nave. No se sabe lo que ocurrió finalmente a bordo del Sunstone, pero mientras la tormenta de fuego rugía por debajo en Istvaan III, el navío terrano sufrió una catastrófica detonación en su santabárbara de proa que redujo al Sunstone a un cascarón desgarrado.

La Huida de la Eisenstein[]

Nathaniel Garro

Capitán de Batalla Nathaniel Garro de la Guardia de la Muerte, armado con Libertas.

"Sus sueños y esperanzas yacen en ruinas, su confianza ha sido defraudada, y su hijo más brillante ha caído en la oscuridad. Son noticias amargas, una pesadilla encarnada, pero deben llegar al Emperador"

Nathaniel Garro, antiguo Capitán de Batalla de la Guardia de la Muerte

Mientras se desataba este torbellino de confusión y destrucción, el Capitán de Batalla Nathaniel Garro supo que debía escapar de algún modo y llevar la noticia de la perfidia de Horus al Emperador. No obstante, Garro sabía que el escaso armamento de su Fragata no era rival para las poderosas naves insignia de la flota de bloqueo de Horus. En ese momento, la Eisenstein se encontraba cerca de la retaguardia de la formación, y el capitán de la nave aprovechó para informar al Señor de la Flota de que estaba sufriendo una avería en uno de sus generadores de fusión terciarios, por lo que siguiendo el protocolo naval estándar para tales circunstancias se apartaría de la formación principal a fin de evitar daños colaterales en caso de una explosión en cadena. Era una excusa que solo duraría hasta que activasen sus motores principales, y los Leales lo sabían.

Dándose cuenta de que algo no iba bien al no recibir noticias del escandaloso Comandante Ignatius Grulgor (asesinado por los Leales a bordo de la Eisenstein), el Primer Capitán de la Guardia de la Muerte, Calas Typhon, se lanzó a interceptar a la Fragata al mando del Acorazado Terminus Est. La Eisenstein sufrió graves daños a manos de las enormes baterías de la Terminus, sus Astrópatas murieron en los incendios y el único Navegante a bordo quedó mortalmente herido. Aunque la nave había quedado maltratada, incapacitada para comunicarse y con escasas probabilidades de navegar con éxito hasta Terra, Garro ordenó saltar a ciegas a la Disformidad para salvar las vidas de los ocupantes del navío. La Eisenstein logró escapar de la flota Traidora a toda velocidad y hacer un salto de emergencia fuera del sistema Istvaan.

Este único acto de heroico desafío cambiaría el curso de todo lo que sucedería, pero no sería el único revés de la fortuna que sufrirían los Traidores. Mientras la tormenta ígnea del planeta se extinguía como estaba planeado, barridos de observación y rayos auspex fueron enfocados ansiosamente hacia la superficie desde la flota en órbita con la expectativa de reconocer los restos carbonizados de un mundo muerto, pero el Señor de la Guerra pasó rápidamente de la sorpresa a la rabia. En la superficie del planeta habían sido desplegados casi 100.000 Marines Espaciales de los Hijos del Emperador, los Devoradores de Mundos, la Guardia de la Muerte y los Hijos de Horus, y estos habían tomado la Ciudad Coral con menos de un 10% de bajas. Aunque la totalidad de su fracaso aún no era evidente para los Traidores, quizá dos tercios completos de la primera oleada habían sobrevivido milagrosamente al bombardeo gracias a los mensajes de advertencia que habían recibido de sus camaradas en órbita. Los Leales habían encontrado refugio en complejos de búnkeres re-sellados apresuradamente que habían arrebatado a los defensores de Istvaan III apenas unas horas antes, o se habían protegido en los baluartes asaltados del Palacio del Director del Coro o en los kilómetros de catacumbas que partían desde el Bastión de la Sirena. Advertidos en el último momento, no habían sido pillados desprevenidos, sino que habían confiado en su suerte, su entrenamiento, su equipo y su fisiología diseñada por el Emperador, y habían resistido.

Supervivencia[]

Retrato Capitán Garviel Loken Lobos Lunares

Garviel Loken, Capitán de la 10ª Compañía de los Lobos Lunares.

"Este acto de herejía rompe todos los lazos de estirpe. A aquellos a los que estaba orgulloso de llamar Hermano combatiré ahora hasta la sangrienta muerte. No se pedirá cuartel ni se lo buscará. Estos son los enemigos más viles a los que debemos atacar. No habrá paz, ni descanso, ni auxilio hasta que el rostro de Horus mire al suelo desde la Horca del Traidor y todos sus heréticos seguidores sean derrotados."

Leal anónimo, Atrocidad de Istvaan III

Cuando las grandes tormentas que siguieron al fuego amainaron, los canales de comunicación crujieron de vuelta a la vida y frenéticas señales cruzaron la superficie de Istvaan III y salieron disparadas hacia el cielo exigiendo respuestas, aullando desafíos y escupiendo maldiciones contra aquellos a los que los traicionados habían llamado una vez hermanos. Nunca en la historia de las Legiones había ocurrido un acto de traición tan terrible, y los Marines Espaciales de Istvaan III estaban irracionalmente enfurecidos, algunos hasta la locura, de ver que habían sido apuñalados por la espalda, y especialmente por sus Primarcas.

Después de que el bombardeo vírico fracasase en aniquilar a los Leales, los asuntos se salieron fuera de control. Mientras Horus intentaba reestablecer el control estratégico de la situación y ordenar un segundo bombardeo más convencional, contraviniendo las órdenes y quizás animado por sus hombres (o, como se ha sugerido posteriormente, decidido a conceder el honor de morir por su propia mano a aquellos que antes le habían servido), el Primarca Angron decidió actuar por su cuenta. Precedidos por oleadas de cañoneras y a bordo de un segundo asalto con Cápsulas de Desembarco, los Devoradores de Mundos descendieron desde el poderoso Conquistador con el propio Angron y sus guerreros elegidos al frente. El Señor de la Guerra y sus aliados solo pudieron quedarse mirando con ira cómo el Primarca de los Devoradores de Mundos desembarcaba con 50 Compañías completas de sus Astartes sedientos de sangre, aterrizando en las plazas al oeste del Palacio del Director del Coro y emprendiendo la caza de sus propios hermanos con fratricidio en sus corazones. Sus cañoneras Thunderhawk y Storm Eagle, que bombardeaban las ruinas ahora cubiertas de cenizas, fueron respondidas inmediatamente por disparos esporádicos: habían encontrado a su presa.

Angron Primarca Devoradores de Mundos Istvaan III

Angron se lanza a la masacre de los Leales supervivientes en Istvaan III.

Angron, "el Ángel Rojo" como a veces se le apodaba con terror, rugió desde el vientre de su cañonera y saltó sobre los ennegrecidos huesos que llenaban la plaza como hojas caídas de un bosque invernal con sus grandes hachas sierra Destripadora y Desmembradora aullando en anticipación de la matanza que estaba a punto de ocurrir. Su desafío fue respondido rápidamente por una tormenta de disparos que surgió del destrozado paisaje urbano para encontrarle, pero él la atravesó sin prestarle atención como un monstruo de los mitos más oscuros hecho carne. Tras él sus Devoradores de Mundos formaron una gran punta de flecha de pálida ceramita y brillante metal, ansiosos por la inminente masacre, con los implantes de agresividad prohibidos que llevaban enterrados en el cerebro gritándoles la necesidad de matar con una fuerza cruel e irresistible. Inevitablemente, desde la línea de ruinas que bordeaba la plaza cargaron a su vez sus hermanos Leales, no menos Devoradores de Mundos, no menos consumidos por la rabia; una rabia ahora alimentada hasta alcanzar niveles nunca antes conocidos por la amargura de la traición. Los dirigía el Capitán Ehrlen, un guerrero cuyo historial de victorias había sido largo al servicio de la sangrienta criatura a la que ahora se enfrentaba. Con él iba una fuerza de unos 2000 Marines Espaciales Leales, un núcleo de Devoradores de Mundos que se habían refugiado con su comandante y con el Capitán Saul Tarvitz de los Hijos del Emperador para esperar que amainase la tormenta provocada por lo que este último les había dicho (para poder ser creído sin arriesgarse a incurrir en la ira de los inestables Devoradores) que era una bioarma suicida istvaaniana. El resto del contingente desplegado en la primera oleada estaba disperso a lo largo y ancho de la ciudad. Para Ehrlen y sus hombres la verdad había sido casi demasiado terrible de soportar, y aquí y ahora, confrontados por más de dos veces su propio número de aquellos que una vez habían llamado hermanos y por el Primarca al que habían dedicado sus vidas, fue simplemente demasiado para ellos. Invadidos por una locura homicida, se lanzaron a morir llevándose consigo a cuantos pudieran arrancar y segar la vida. Ambos bandos cargaron de frente, sin tácticas y sin razón se arrojaron en brazos de la muerte, chocando como ondas expansivas opuestas. En cuestión de instantes cientos murieron cuando los sobrehumanos compitieron en odio y furia contra los sobrehumanos. Ehrlen fue derribado por docenas de Devoradores de Mundos y desmembrado sin dejar de escupir maldiciones a sus antiguos hermanos, mientras que varios Dreadnoughts Traidores lanzados a la carga estallaban al recibir el calor de varios disparos de fusión, salpicando de metralla y fuego las líneas de batalla. En la carnicería que siguió, una verdad que se convertiría en una amarga realidad en años por venir se reveló en el juicio de la guerra: cuando los Astartes se enfrentaban a los Astartes, la lógica de batalla imperial habitual (basada en aplicar fuerzas superiores, romper la moral del enemigo y contrapesar a los contendientes y destruir a los indignos) no se podía aplicar. Al estar igualados en poder, en armas, armadura y habilidades, pero sobre todo en su inamovible resolución a luchar, el resultado era un espantoso punto muerto de fuerza agotada y salvaje desgaste. A partir de ahora la caracterizarían los cuerpos golpeados y acribillados hasta que no pudieran soportarlo más, los cargadores agotados por la furia y las armaduras pulverizadas no de un golpe sino de una docena antes de que sus portadores sucumbieran, aunque no sin la sangre de sus enemigos en sus propias manos. Esta sería una guerra en la que ningún vencedor escaparía ileso de la batalla. En la matanza de las plazas de la Ciudad Coral, donde siete mil Devoradores de Mundos se golpearon y descuartizaron unos a otros en un frenesí de violencia, sería el número de Traidores lo que finalmente inclinaría la batalla a su favor, eso y la presencia de su sangriento señor. Angron era una máquina hecha para matar, un torbellino imparable que desperdigaba cuerpos desgarrados y extremidades cortadas en arcos de sangre y salpicaba con chisporroteantes pedazos de metal rasgado. Se precipitaba como un relámpago adelante y atrás a través de la resonante prensa de cuerpos blindados, destruyendo todo lo que se le oponía, ignorando las cuchilladas y los disparos como si no fueran más que picaduras de mosquito, y rugiendo sus retos y pronunciando los nombres de los enemigos dignos que sus hachas mataban. La matanza continuó hasta que no quedó nadie a quien matar y los deteriorados vencedores, cuyas armaduras antes blancas eran ahora de un rojo ensangrentado, se alzaron en medio de una maraña de cuerpos rotos, rodeados por una creciente mancha de sangre y cenizas de hueso que se extendía por todo el planeta.

"¡Está bien hecho!", se dice que gritó Angron al ver el horror que había sido causado, antes de ordenar a sus Devoradores de Mundos que se extendieran por la ciudad para buscar más supervivientes que matar.

Así comenzó el auténtico derramamiento de sangre de la primera gran guerra entre las Legiones, la primera batalla de la historia del Imperio en la que sus mayores defensores, los Marines Espaciales, se volvieron los unos contra los otros sin pedir ni dar cuartel. Tal fue la impactante traición, el dolor y el altísimo precio de la venganza, que no podía haber respiro ni pausa en semejante batalla, solo amargo odio y sangriento desquite.

Los Traidores golpean[]

Devoradores de Mundos enfrentados Istvaan III

Dos Devoradores de Mundos, uno Leal y otro Traidor, se enfrentan a muerte en Istvaan III.

"No hay fallo que no pueda convertir en un componente de mis victorias. Angron ha decidido convertir Istvaan III en un asalto terrestre; yo puedo considerar esto un fracaso y limitar su impacto bombardeando a Angron y sus Devoradores de Mundos hasta reducirlos a polvo con el resto del planeta, o puedo forjar un triunfo a partir de ello que resonará profundamente en el futuro."

Señor de la Guerra Horus

Muy por encima, en la cámara de control del Strategium del Espíritu Vengativo, el Señor de la Guerra estaba enfurecido por la desobediencia de Angron y la disrupción del cuidadoso plan, un plan que ahora estaba casi arruinado. En retrospectiva es fácil ver lo poco envidiable de la situación en la que el Primarca de los Devoradores de Mundos había dejado a Horus. Podría haber continuado con sus preparativos para un segundo bombardeo y hasta haberlo llevado a cabo, pero eso en el mejor de los casos haría que la flota de los Devoradores de Mundos se volviera contra los aliados del Señor de la Guerra y comenzara una segunda rebelión que Horus no se podía permitir, y en el peor, dejaría a Angron con vida y convertido en enemigo. No, había demasiados Leales en la superficie para dejárselos a los Devoradores de Mundos, y si no eran atacados pronto se atrincherarían y organizarían, con lo que serían infinitamente más peligrosos. El Señor de la Guerra estaba obligado a luchar y a forjar una victoria a partir del desorden. Así fue como Horus no tuvo más opción que respaldar el temerario asalto de Angron, y se dio la orden de ataque terrestre.

La Columna de Hierro Land Raiders Hijos del Emperador Traidores Istvaan III

Los Land Raiders de la Columna de Hierro de los Hijos del Emperador Traidores intentan asaltar el Palacio del Director del Coro.

Los Hijos del Emperador dirigidos por su Lord Comandante Eidolon fueron los siguientes en desplegarse, sin duda escogidos por los actos del Leal Saul Tarvitz y buscando redimirse a ojos del Señor de la Guerra. Con su típica precisión y exactitud en los patrones de despliegue, los traidores Hijos del Emperador seleccionaron como base un área llana y carbonizada, anteriormente un conjunto de mercados abiertos y parques, situada a unos pocos kilómetros al sur del Palacio del Director del Coro. Nada más desembarcar los transportes de su destacamento, Eidolon ordenó a sus fuerzas que avanzasen en formación de columna hacia el Palacio del Director del Coro con la intención de tomarlo al asalto y aplastar lo que él claramente asumía que sería un grupo desorganizado y roto de supervivientes. Mientras tanto empezaron a desembarcar más fuerzas de apoyo de los Devoradores de Mundos, preparándose para una prolongada batalla de desgaste, en tanto que las cañoneras de la Guardia de la Muerte y los Hijos de Horus comenzaron a llevar a cabo barridos de reconocimiento al noroeste y al sur de la Ciudad Coral respectivamente, buscando supervivientes entre las ruinas aún ardientes, disparando sobre los objetivos que descubrían y desembarcando Escuadras Buscadoras y Escuadrones de Reconocimiento Motorizados para cazar a los grupos aislados de Leales que aún se tambaleaban por el asesinato del planeta.

Rhino devoradores

Los Devoradores de Mundos avanzan por el osario en que se ha convertido Istvaan III.

En cuestión de horas, no obstante, se hizo evidente que esto no sería una simple operación de limpieza para las superiores fuerzas Traidoras. La columna de Eidolon se encontró el Palacio firme y expertamente defendido por las fuerzas Leales de los Hijos del Emperador, a las que Eidolon había subestimado en su arrogancia. En lugar de tener éxito en su toma por asalto, su columna recibió fuego pesado y no pudo alcanzar ni siquiera los muros del Palacio antes de ser obligada a retroceder, dejando atrás docenas de vehículos dañados y destruidos. Los intentos posteriores de enviar escuadras de infantería a través de las ruinas cayeron presa de reductos instalados apresuradamente pero efectivos y de emboscadas previamente dispuestas, rechazando a sus hombres diezmados y sin obtener beneficios.

Escuadra Shtac Hijos de Horus Traidores Istvaan III

La Escuadra Shtac de los Hijos de Horus Traidores buscan Lobos Lunares supervivientes entre las ruinas del Bastión de la Sirena.

En el resto de la ciudad el uso de destacamentos errantes de cañoneras había resultado igual de inefectivo: los barridos de auspex en las ruinas ardientes y enmarañadas no podían dar más que unas indicaciones vagas sobre las concentraciones enemigas, mientras que el vasto paisaje urbano destrozado era un refugio perfecto para los enemigos que se ocultaban y disparaban misiles y armas pesadas contra las aeronaves que volaban bajo, cuyas debilidades particulares conocían perfectamente los Leales; tal era el precio de la lucha entre hermanos. Peor aún, una Storm Eagle de los Hijos de Horus que regresaba al hangar de su nave de origen, el Crucero de Asalto Minotauro, y que mostraba los códigos correctos, había llevado a cabo un ataque suicida una vez dentro del hangar, comunicando por voz su intención de "vengar la sangre de Terra" antes de lanzarse contra una línea de cañoneras que estaban reaprovisionándose disparando sus cañones láser, causando una carnicería y matando a toda una Compañía de Legionarios de Horus en el proceso. Los canales de comunicación que ya habían sido cambiados cuando comenzó el ataque estaban siendo cambiados de nuevo apresuradamente, causando aún más desorden mientras el incidente del Minotauro añadía más bajas a una tasa de muertes que estaba aumentando rápida y sorprendentemente a favor de los Leales.

Oscuridad[]

Posiciones Leales y Traidores Ciudad Coral Istvaan III

Pictocaptura orbital de las posiciones Leales y Traidoras durante la lucha interlegionaria en la Ciudad Coral.

Cuando cayó la noche, los escombros y el polvo arrojados a la atmósfera superior empezaron a descender de nuevo, mientras el calor que desprendía el moribundo planeta generaba nuevas tormentas del tamaño de continentes que devastaron el torturado aire de Istvaan III y cubrieron la Ciudad Coral con fuerzas renovadas. Vientos huracanados arrastraron grandes torrentes de ceniza aún candente a través de los arruinados cañones formados por los bloques de edificios y las estructuras lapidarias pobladas por los muertos, y atronadoras salvas de relámpagos causaban un terrible desorden en las voco-transmisiones y los escáneres. La huida era prácticamente imposible y la superficie estaba aislada casi por completo de la flota. Mientras que la primera fase del plan (separar a los Leales) había resultado exitosa, la segunda estaba acercándose a un desastre sin paliativos, un hecho que debió haberse hecho evidente al instante para el maestro táctico que Horus sin duda era. Sin embargo, incluso los maestros de todo arte, sean humanos o sobrehumanos, están sujetos a los caprichos de la casualidad y la acción. El bombardeo vírico de Istvaan III no había hecho nada más que masacrar a miles de millones de inocentes y convertir el planeta en una zona de guerra infernal llena de escombros, ceniza y tormentas que daba enormes ventajas a los defensores mientras que vejaba al atacante. La excesiva confianza de los Hijos del Emperador había conllevado su fracaso, y los Devoradores de Mundos de Angron se habían dispersado por el norte de la ciudad en una horda incontrolable e imposible de rastrear. Los barridos de exploración de las aeronaves no habían hecho mucho más que sufrir bajas, y revelaron la escala de la resistencia Leal y su amarga resolución a luchar. Cientos de contactos hostiles habían sido localizados por toda la extensión de la ciudad derrumbada, con concentraciones particularmente densas en la zona noroccidental, en la zona del Palacio del Director del Coro y en la letal maraña del distrito del Bastión de la Sirena. Horus y sus comandantes no debieron tener dudas de que bajo la cobertura de la oscuridad y las tormentas, los Leales estaban desplazándose por las ruinas y bajo ellas, a través de las catacumbas, los desagües y las redes de túneles, consolidándose, organizándose y avivando su ansia de venganza hasta alcanzar una ardiente furia asesina.

Escuadra de Asalto Sargh Devoradores de Mundos Traidores Istvaan III

La Escuadra de Asalto Sargh de los Devoradores de Mundos Traidores busca más víctimas escondidas en las ruinas.

Lo que se avecinaba era una agotadora guerra de desgaste en la que la superioridad aérea contaría muy poco, y aunque Horus tenía a sus órdenes a los Titanes de la Legio Mortis, no podía arriesgarse a enviarlos a las ruinas urbanas mientras la tormenta rugía, pues sus escáneres estarían ciegos y carecerían de su ventaja en alcance. Los días se convirtieron en semanas y la tempestad continuó sin amainar, mientras bajo su cobertura se libraban amargas batallas entre Leales y Traidores en la ciudad arruinada, casi igualados en fuerzas. En las esqueléticas estructuras de los bloques de viviendas y en la fétida oscuridad de las redes de alcantarillas inundadas de restos de cadáveres, los Marines Espaciales se enfrentaban a los Marines Espaciales hasta la muerte. Los Traidores solo podían recibir refuerzos muy de vez en cuando y en escasas cantidades gracias a las tormentas, y durante lo peor de la agitación climática se vieron obligados a recibir municiones nuevas por Cápsula de Desembarco, si es que podían siquiera solicitarlas.

En las destrozadas zonas industriales del sur de la ciudad, las columnas blindadas de Vindicators y Predators avanzaban demoledoramente, luchando bloque por bloque contra brutales contraataques de infantería y sufriendo bajas a causa de los francotiradores y equipos de armas pesadas ocultos en la retorcida maraña de fábricas derrumbadas y chimeneas caídas. Entretanto, en las enroscadas sombras del Bastión de la Sirena, los guerreros que antaño habían mostrado orgullosos los colores del Señor de la Guerra y se habían llamado a sí mismos Hijos de Horus profanaron su armadura y su heráldica y reclamaron de nuevo el nombre de Lobos Lunares. Su líder era Garviel Loken, que una vez fuera un héroe de su Legión y comandante de la 10ª Compañía de Batalla, y además un miembro del círculo interior de Horus Lupercal. Señalado por los Traidores por su inamovible lealtad a la Gran Cruzada y sus ideales, Loken había sido traicionado para que muriera en la superficie como los demás, pero ahora había tomado el mando de general y líder, coordinando la resistencia en los sectores oriental y meridional de la ciudad y organizando con maestría una defensa móvil de contragolpes y ataques de guerrilla que evitaron que sus antiguos camaradas emplearan las letales tácticas de rodeo en las que destacaban.

Transporte de Armas Rapier Hijos del Emperador Leales Istvaan III

Los Hijos del Emperador Leales defienden el Palacio del Director del Coro desde trincheras improvisadas, como la que protege este Transporte de Armas Rapier.

Una y otra vez intentaron los Hijos del Emperador de Eidolon tomar la gran masa de granito del Palacio del Director del Coro, solo para ser rechazados por el Capitán Tarvitz y sus guerreros, que mostraban una implacable resolución y una excelencia táctica en su defensa del acribillado edificio y sus entornos. El palacio estaba ahora aún más reforzado con armas pesadas recuperadas y vehículos parcheados tomados de los despojos de los primeros fracasos de Eidolon, y con los Hijos del Emperador Leales luchaba el poderoso Rylanor el Anciano, un Dreadnought de la Legión que era para ellos un inmortal icono de la gloria y el honor pasados que los Traidores habían despreciado tan odiosamente. Muchas veces se creyó perdido al venerable Dreadnought, solo para verlo alzarse de nuevo de los escombros y disparar para castigar a aquellos que habían traicionado al Emperador cuyo nombre portaban. Los ataques de los Traidores contra el palacio se vieron frenados aún más por la necesidad de proteger sus propios flancos en el polvo y la oscuridad, ya que bandas errantes de Devoradores de Mundos, en su mayoría Leales pero algunos quizá solo despreocupados por las vidas de sus "aliados", atacaban desde las ruinas y los escombros, matando y saqueando armas y municiones antes de ser derribados por disparos disciplinados o de desaparecer victoriosos una vez más en la oscuridad.

Escuadra Táctica Guardia de la Muerte Istvaan III

La Guardia de la Muerte ataca implacable a sus antiguos hermanos Leales.

Al noroeste, los Leales de la Guardia de la Muerte afrontaban la peor situación de la batalla. Aunque estaban bien atrincherados en las redes de búnkeres, las líneas de trincheras y las imponentes murallas de Istvaan III, y ampliamente equipados con armas y municiones tomadas de las cámaras subterráneas de los arsenales de defensa planetaria, se vieron atrapados entre la ira de dos enemigos implacables. Desde el interior de la ciudad vinieron Angron y sus Devoradores de Mundos, asaltando una y otra vez sus defensas, abriéndose camino a golpes al interior de las redes de túneles sin preocuparse de las bajas sufridas en la brecha y dejando a todos reducidos a una ruina roja de carne y ceramita rota. Más allá de las murallas de la ciudad Mortarion, tan implacable e imparable como la misma muerte, había atravesado la terrible tormenta y aterrizado la gran nave de asalto-reliquia Presagio en mitad de los aullantes vientos. Mostrando mucho más respeto por el enemigo al que se enfrentaba que los Hijos del Emperador Traidores, Mortarion hizo que las torretas de armas de la Presagio despejaran el terreno, machacando las trincheras cercanas y los búnkeres para que no pudieran servir de escondrijo para emboscadas Leales antes de desembarcar su cargamento. Desafiando el huracán y la oscuridad, la Guardia de la Muerte marchó en filas ordenadas, y con ellos los leviatanes de la Legión (transportes pesados de asalto Spartan y Tanques Superpesados Fellblade y Typhon), comenzando su ataque sistemático e implacable con el Primarca Segador avanzando lentamente a la cabeza, contando los muertos.

Decima[]

"Nos habíamos abierto camino fuera de las trincheras antes de que nos cortaran el paso, y a partir de ahí había sido una lucha en movimiento constante. Escuadrones motorizados y de deslizadores, todos ellos eran implacables, pero nosotros también lo éramos: ambos Guardias de la Muerte, sin importar el grado de parentesco que ahora hubiera entre nosotros.

"Habíamos alcanzado el borde del sector oeste de la zona industrial al anochecer, ahora nada quedaba de ella excepto hierros retorcidos y edificios rotos, la mayoría de ellos aún incendiados. No mucho después de eso nos encontramos de frente con unos cincuenta de nuestros "hermanos" que iban en dirección contraria, debían haber desafiado a la tormenta con cañoneras para adelantársenos. Habían pretendido emboscarnos, pero nos habíamos tropezado los unos con los otros en la tormenta de ceniza. Había sido una matanza cuerpo a cuerpo y yo me había separado de mis hombres y había recibido disparos también, mi suministro de sangre se estaba agotando como mi munición.

"Casi me caí al cráter en la niebla de ceniza. Diez metros de ancho, ocupaba casi toda la calzada en la que estaba y estaba medio lleno de Marines Espaciales muertos, todos ellos carniceros de Angron. Era alguna especie de trampa, sin duda, pero no tuve tiempo de cuestionar el cómo ni el por qué, las luces brillaban detrás de mí y podía oír el retumbar de orugas de los Rhinos acercándose. Me dejé caer al cráter, con la esperanza de esconderme entre los muertos, conseguir disparar una o dos veces antes de que me cogieran. Solo entonces vi que los Devoradores de Mundos muertos habían sido saqueados, desgarrados y despojados, no solo de sus armas, sino también de sus unidades de energía y sus circuitos. No tuve tiempo de considerarlo, el Rhino había llegado al borde del cráter, y había una docena de siluetas a su alrededor; Guardia de la Muerte, Compañía de Kolak por sus marcas, todos auténticos hijos de Barbarus.

"Estaba a punto de disparar cuando vi a los otros salir de la tormenta. Al principio creí que eran Exterminadores; algún modelo que no reconocía, quizás Devoradores de Mundos que venían a vengar a sus muertos. Pero eran demasiado grandes, y supe que estaba viendo otra cosa, algo desconocido. El cráter se iluminó como una estrella en explosión y un relámpago negro saltó de Guardia de la Muerte en Guardia de la Muerte, desgarrándolos.

"El cráter había sido una trampa, solo que no había sido dispuesta por ninguna Legión Astartes, ni Leal ni Traidora.
"

Del testimonio de Crysos Morturg
Magos Calleb Decima Ordo Reductor Mechanicum Istvaan III

Calleb Decima, Magos Leal del Ordo Reductor.

Bajo la mortaja de la tormenta, en el otro extremo de la ciudad, quizás a cinco o seis kilómetros al norte de las ruinas del espaciopuerto imperial, algo más se agitaba bajo las corrientes de ceniza y escombro. Sin ser visto ni detectado entre los aullantes vientos y los abrasadores relámpagos, un gran orbe de bronce estaba rotando y taladrando lentamente hacia la superficie de la tierra ennegrecida. La estructura superior del orbe finalmente se desgajó horas después de haber empezado a emerger, abriéndose como una inmensa flor invertida de relojería con afilados pétalos de bronce. Al fin el orbe se reveló como lo que era, aunque ya no quedaba ningún espectador con vida cerca que lo reconociese: un Crisol de Asedio del Ordo Reductor. Lanzada al corazón de las tormentas de fuego durante los estertores de la galeaza Xerxes 9-7-7 del Mechanicum, el diseño y la función del Crisol eran muy similares a los de los modelos más avanzados de las Cápsulas de Desembarco Astartes, aunque era considerablemente más grande y estaba mucho más blindada. Solo esta durabilidad le había permitido sobrevivir a su vertiginosa caída y enterrarse como una bala en la tierra de Istvaan III en lugar de destrozarse al impactar. De todas formas, la mera carne (incluso la de los Marines Espaciales) probablemente no habría podido sobrevivir al choque del proyectil, pero sus ocupantes no eran de simple carne. Eran el Magos Reductor Calleb Decima y su cohorte de escolta de ciborgs Thallax, y para ellos la destrucción de los Traidores no sería cuestión de odio ardiente sino de lógica fría e inmisericorde.

El Amanecer del Traidor[]

Land Raider Proteus Guardia de la Muerte Rebelde Velo de Pena Istvaan III

Land Raider Proteus de la Guardia de la Muerte cuya tripulación terrana volvió sus disparos contra la Guardia de la Muerte Traidora durante el Velo de Pena.

Casi dos meses solares habían pasado en el difunto Istvaan III cuando al fin las grandes tormentas empezaron a amainar lo suficiente para que los Traidores retomaran los desembarcos significativos de refuerzos y municiones. Ese tiempo había visto cómo las fuerzas atacantes sangraban por cada manzana y cada kilómetro de escombro que tomaban, y estimaciones aproximadas fijaban la tasa de bajas en veinte mil muertos Leales y quizá el doble de Traidores. La resistencia Leal aún controlaba el Palacio del Director del Coro a pesar de los mejores esfuerzos de los Hijos del Emperador y posteriormente también de los Devoradores de Mundos por tomarlo al asalto, mientras que los Lobos Lunares de Garviel Loken y Tarik Torgaddon todavía dominaban el sector que rodeaba el Bastión de la Sirena como su matadero personal.

Al noroeste, sin embargo, el implacable avance de la Guardia de la Muerte de Mortarion había atrapado a los Leales entre el martillo y el yunque, y obligaba con constancia a los que no podían abrirse camino a través de sus líneas a recluirse en una bolsa cada vez más pequeña de resistencia, y el lazo se estaba cerrando. Aquí el único revés para la Guardia de la Muerte había sido la rebelión de algunos de sus blindados pesados de asedio, cuyas dotaciones mantenían lealtades hacia aquellos que su Primarca ahora llamaba enemigos y o se negaron a disparar sobre sus antiguos camaradas, o en algunos casos volvieron sus cañones de asedio sobre los Traidores de Mortarion o contra los Devoradores de Mundos de Angron. El resultante fiasco sangriento degeneró en una lucha a la carrera de cinco horas, conocida por los Guardias de la Muerte que sobrevivieron a ella como el "Velo de la Pena", en el que arrojados a la confusión la legendaria resolución y disciplina de los miembros de la XIV Legión se vinieron abajo por un tiempo. Traidores y Leales se perdieron en el torbellino de una batalla, disparando a amigos y enemigos por igual; el mariscal Durak Rask de la Guardia de la Muerte Traidora y su Escuadra de Mando fueron aniquilados hasta el último hombre por la Escuadra Destructora Leal de Crysos Morturg, y se dice que hasta el mismo Primarca de la Guardia de la Muerte sufrió heridas, quemado por fuego de plasma de un tanque Predator que lucía la heráldica de su propia Legión antes de que él y su escolta de Sudarios de Muerte lo hiciesen pedazos. Solo emitiendo la orden de retirarse y reagruparse pudo Mortarion poner fin a la debacle, aunque el respiro había dado tiempo para que una fuerza de Guardias de la Muerte Leales escapara antes de que la garra de Mortarion se volviera a cerrar de nuevo en torno a los Leales.

Escuadra de Exterminadores Gurtur Fol Guardia de la Muerte Istvaan III

Escuadra de Exterminadores Gurtur Fol de la Guardia de la Muerte Leal en Istvaan III.

Ahora que las tormentas se desvanecían, nuevas Compañías de Legionarios, tanques y blindados pesados de los Traidores desembarcaron en las faldas de la ciudad en número sustancial, y el enclave de la Guardia de la Muerte Leal fue el primero en sufrir cuando Mortarion derramó toda la fuerza de su Legión sobre la zona. Los tanques pesados Malcador saqueados de los arsenales planetarios istvaanianos y los blindados rebeldes que los Leales habían reunido resultaron no ser rivales para las fuerzas dispuestas contra ellos y fueron barridos por escuadrones de Fellblades y disparos de largo alcance de los Titanes de la Legio Mortis. Ahora que dominaba totalmente el campo de batalla y rodeaba los últimos reductos de los Leales, la Guardia de la Muerte Traidora avanzó en oleadas, con sus Escuadras Tácticas tan densamente apretadas que marchaban hombro con hombro a través del desgarrado terreno, disparando sus bólteres al unísono. No obstante, y a pesar de las insuperables dificultades que afrontaban, los Leales no se rindieron, disparando sus escasas piezas de artillería capturadas hasta que se quedaron sin munición, e igualaron como mejor pudieron la tormenta de disparos hasta que los cañones de sus propios bólteres brillaron como ascuas ardientes y las bocachas de sus armas de fusión se agrietaron y combaron por exceso de uso. No sirvió de nada y la Legión de la Guardia de la Muerte superó sus barricadas y trincheras como una marea negra y los ahogó. Los pocos supervivientes Leales que quedaban se retiraron a sus últimos bastiones, en las profundidades más hondas de los túneles de defensa, y derrumbaron los pasadizos a su paso. Pero los Traidores se habían preparado para tales eventualidades y despejaron el camino con cargas de vórtice y taladros Hades. El propio Mortarion vino a por ellos en la oscuridad.

Fellblade Hijos de Horus Traidores Istvaan III

Fellblade Traidor de los Hijos de Horus aplastando a los escasos blindados Leales.

En la superficie el asalto fue retomado con ímpetu, y el Señor de la Guerra desató su ira. Un destacamento de treinta Compañías de los Hijos de Horus, dirigido por Ezekyle Abaddon y su Justaerin de élite y por Horus Aximand, desembarcó al suroeste de la ciudad apoyada por blindados pesados. De inmediato se pusieron a abrirse camino a través de los quemados y ennegrecidos bloques de casas que encontraron allí en círculos cada vez más amplios, haciendo salir y destruyendo cualquier punto de resistencia que encontraban. Con el ataque ya completamente en marcha, grandes transportes orbitales empezaron a aterrizar y descargar nuevos manípulos de Titanes de la Legio Mortis y la Legio Audax para reforzar a aquellos que habían capeado la gran tormenta de fuego y los salvajes huracanes sin ser amenazados en el exterior de la ciudad, oscureciendo los cielos al oeste. A la sombra de estos colosales transportes de desembarco, una desordenada partida de naves más extrañas les siguieron: cañoneras insectoides negras que descendían sobre columnas de llamas de azur y maltratadas lanzaderas civiles con los cascos decorados con partes de cuerpos humanos y pintados con extraños símbolos que tomaban tierra entre sacudidas. De las primeras salieron miembros del Mechanicum con túnicas negras que portaban armas macabras, precedidos por correteantes calaveras-araña robóticas y seguidos por autómatas de batalla de varias cabezas, cada uno más grande aún que un Dreadnought Astartes. Pero por estrafalarias y siniestras que sin duda fueran las fuerzas de este "Mechanicum Oscuro", las devastadas figuras parecidas a espantapájaros que surgieron de las naves adornadas como osarios que iban rodeados por un aura tan palpable de horror y poder enfermizo que hasta los Marines Espaciales más endurecidos retrocedían suspicaces a su paso. Eran los sacerdotes-brujos de Davin y la corrupción de la Disformidad los envolvía como un invisible sudario lleno de gusanos.

La marea estaba cambiando con rapidez, y aunque los Leales habían resistido hasta entonces, la ventaja era ahora de los Traidores. Tenían a sus antiguos hermanos superados en número y mucho más en potencia de fuego, y por fin eran capaces de imponer su superioridad en armamento, mientras que ahora cada Leal muerto era una pérdida que los defensores no podían permitirse. La aritmética de la matanza se había inclinado decisivamente a favor del Señor de la Guerra.

Parte III: Exterminio[]

Dies Irae Titán Emperador Legio Mortis Warhammer 40k

Dies Irae, Titán Emperador de la Legio Mortis.

"En verdad un Titán solo tiene tres enemigos de los que debe guardarse: la estupidez, la soberbia y otro de su misma especie."

Gran Maestre Volkus, Ordo Sinister

Las tormentas habían amainado finalmente, y lo que las remplazó fue una turbia quietud que envolvió la destrozada ciudad mientras las temperaturas se hundían al bloquear el calor del sol de Istvaan III las cenizas generadas por la cremación del mundo. El silencio de este pálido amanecer fue roto por los espeluznantes aullidos de colosales sirenas que resonaron a través de la ciudad y el distante retumbar de máquinas tectónicas en movimiento: los Titanes marchaban a la guerra, y los distantes sonidos de su avance eran un portento de lo que estaba por venir.

Con la balanza de poder a su favor, las fuerzas Traidoras continuaron su ataque con renovado vigor, moviéndose a través de la ciudad hacia el Palacio del Director del Coro, apoyándose en aplicar una fuerza aplastante para superar cualquier punto de resistencia que encontraban en su camino. Por delante de ellos enviaron ataques preparativos de alas de Cazas de Asalto Avenger y Cañoneras Thunderhawk, haciendo llover potentes explosivos sobre zonas consideradas probables baluartes y acribillando a cañonazos el área para intentar mantener a los Leales a cubierto e impedir que se dispersaran o retrocedieran antes de que llegara el grueso del ataque. Miles de Marines Espaciales de Horus (Guardias de la Muerte, Devoradores de Mundos e Hijos de Horus) estaban en marcha, derramándose desde los terrenos de desembarco más allá de los destruidos muros de la ciudad en una vasta formación en forma de luna creciente apoyada por cientos de Rhinos, Land Raiders y Predators. Escuadrones de motocicletas a reacción Sky Hunter y Land Speeders atravesaron aullando el aire, cerniéndose sobre los flancos de los Traidores en busca de objetivos y alerta ante las posibles emboscadas. Y alzándose imponentes sobre todos vinieron los Titanes de la Legio Mortis y la Legio Audax, dos manípulos de batalla completos de Titanes Warlord y Reaver apoyados por una docena de Warhounds. A la cabeza iba el Dies Irae, un Titán Imperator que sacaba una cabeza y los hombros por encima de sus mecánicos hermanos, avanzando a zancadas muy por encima de las ruinas más altas de la ciudad y sacudiendo el suelo con cada pisada, de forma que el torturado paisaje urbano se partía como una fina capa de hielo bajo sus pies. Contra semejante potencia de fuego, nada podía resistir, y tan pronto se encontraba un posible punto de resistencia, los Titanes desataban su ira sobre él, detonando manzanas enteras en nubes de polvo y llamas, y fundiendo los cascarones metálicos de las plantas industriales hasta reducirlos a brillantes charcos de escoria. Tal era el impresionante poder de las armas que los Titanes disparaban mientras avanzaba la columna, que los vibrantes resplandores de los disparos eran visibles incluso a través de la capa de nubes desde la órbita.

Capitán Lucius Cohorte Nasicae Hijos del Emperador Istvaan III

El Capitán Lucius de los Hijos del Emperador y sus guardaespaldas de la Cohorte Nasicae.

Durante la larga y agotadora guerra de desgaste, el Capitán Lucius de los Hijos del Emperador Leales llegó a envidiar profundamente el papel de su amigo Saul Tarvitz en su éxito contra el enemigo y el respeto que recibía de otros Astartes Leales. Con traición en su corazón, Lucius contactó con el Lord Comandante Eidolon y le prometió entregarle a Tarvitz y romper las defensas Leales para el Señor de la Guerra a cambio de ser aceptado de vuelta en la corrompida III Legión. Eidolon aceptó la propuesta del espadachín. En un acto de la más vil perfidia, Lucius masacró a un grupo de treinta Astartes que defendían las líneas Leales para abrir el camino al asalto final de los Traidores sobre sus antiguos hermanos. Lucius tuvo éxito en este asesinato debido a la ayuda del Capitán Solomon Demeter de la 2ª Compañía, que también era Leal y que se dio cuenta demasiado tarde de que Lucius le había engañado para que atacase a sus propios hombres. Lucius mató al herido Demeter justo después de que este descubriese con horror las implicaciones de su error y de la traición de Lucius. Con su puesto restablecido en las filas de los Traidores, Lucius retó a Tarvitz a un duelo singular para determinar por fin quién era el mejor guerrero. Tarvitz resultó vencedor, pero Lucius huyó de la batalla y regresó a los brazos de su Legión Traidora habiendo cumplido su parte del trato.

Asalto Traidor al Palacio del Director del Coro Istvaan III

Los Traidores asaltan el Palacio del Director del Coro tras el bombardeo de los Titanes.

Cuando se acercaron a los elevados muros del Palacio del Director del Coro, los Titanes se encontraron con que los Hijos del Emperador Traidores ya estaban asediándolo en otro intento de asaltar el vasto complejo y que estaban siendo respondidos por desafiantes salvas de cañones láser y disparos de bólter. Los Princeps de la Legio Mortis tenían órdenes claras y no les importaba en absoluto qué fuerzas eran Leales y cuáles Traidoras, así que tras dar un único toque ensordecedor de sus sirenas de guerra como advertencia al destacamento de Eidolon, abrieron fuego. Los lienzos de la muralla del palacio habían sido construidos por los Visioingenieros de Asedio del Mechanicum para que resistieran la furia de un mundo alzado en rebelión, y aunque ahora estaban mellados y rotos por las tormentas de fuego, los disparos y los cañonazos, aún se alzaban, pero eso no habría de continuar así. Los cañones volcán rugieron y los turboláseres escupieron arcos de luz abrasadora, y el campo de batalla quedó envuelto en una tempestuosa niebla de humo negro y llamas rugientes. Las gargantuescas máquinas de guerra, como iracundos dioses primordiales, cubiertas de armaduras de negro y profundo carmesí, derramaron hacia la oscuridad su furia combinada, mientras que los Legionarios Astartes que los rodeaban no podían hacer sino mantenerse apartados del temible espectáculo y esperar a que pasara la tormenta. Cuando la ensordecedora descarga cesó por fin y el polvo se asentó sobre los atacantes como una nevada gris y negra, la destrucción que habían causado las armas de los Titanes quedó revelada: la gran muralla que se les oponía ya no existía y una aserrada pila de humeantes escombros quedaba en su lugar. Más allá de los destrozados muros la gran cúpula que cubría el recinto interior se había derrumbado, y las torres y mansiones de su interior estaban caídas y aplastadas como juguetes rotos. Los Titanes aullaron de nuevo en triunfo, y esta vez fueron respondidos por las masas de Devoradores de Mundos al gritar Angron la orden de cargar. Todo lo que les quedaba a los supervivientes Leales atrapados en las ruinas era vender sus vidas tan caras como pudieran.

Escuadra abakhol hijos horus

La Escuadra Abakhol de los Hijos de Horus lanza su ofensiva definitiva contra los Lobos Lunares.

Mientras la principal columna de ataque Traidora asaltaba la brecha en el Palacio del Director del Coro, en los sectores al norte y al sur se produjeron más asaltos a fin de romper el espinazo de la resistencia Leal y cazar a los dispersos supervivientes entre las ruinas. Contra Garviel Loken y sus Lobos Lunares, sus antiguos hermanos de los Hijos de Horus bajo el mando de Ezekyle Abaddon lanzaron su propio ataque en masa, bajo instrucciones explícitas de regresar victoriosos o no regresar en absoluto. Atacando desde varias direcciones al mismo tiempo, el Bastión de la Sirena fue asaltado desde tierra y aire. Los Arietes de Asalto Caestus se estrellaron en las torres funerarias superiores y bandadas de Escuadras de Asalto equipadas con propulsores de salto descendieron desde las bodegas de las cañoneras para tomar las alturas donde se habían instalado los emplazamientos de armas y puestos de francotirador de los Lobos Lunares. Al nivel del suelo, el paisaje urbano tembló ante un racimo de formaciones de puntas de lanza blindadas, formadas por pesados tanques Spartan y Land Raider que abrían a embestidas un camino a través de las pilas de escombros y barricadas, cuyas vanguardias no iban pintadas en el verde grisáceo marino de los Hijos de Horus, sino en el negro nocturno y el bronce deslucido de la élite Justaerin de la Legión. Las puntas de lanza de tanques se abrieron camino hasta el interior de los enmarañados cementerios, absorbiendo el fuego de respuesta que surgió a su encuentro, y atravesando santuarios y derribando estatuas con disparos de cañón láser como contestación. Las Escuadras Despojadoras, con ansia de sangre, las armas de sierra chirriando y las granadas preparadas, se lanzaron de cabeza en oleadas desde detrás de los tanques, esquivando y avanzando hacia las posiciones de los defensores, localizándolos por el brillo de las bocachas de las armas de sus enemigos, sin preocuparse de sus propios caídos.

Escuadra de Asalto Grogor Hijos de Horus Bastión de la Sirena Istvaan III

La Escuadra de Asalto Grogor de los Hijos de Horus se lanza sobre las posiciones elevadas de los Lobos Lunares del Bastión de la Sirena.

A los Lobos Lunares no les faltó coraje al enfrentarse a su odioso enemigo, pero estaban desesperadamente superados en número y potencia de fuego, y andaban escasos de munición. Algunos intentaron escapar y dispersarse si podían, pues aquel día la mera supervivencia ya era una gran victoria. Otros, algunos heridos, acorralados o simplemente demasiado cansados y amargados por el odio para retirarse, plantaron cara al asalto y ganaron tiempo para sus hermanos con sus vidas, disparando hasta la última bala de sus bólteres y derramando hasta la última gota de sangre cuando los Exterminadores Justaerin asaltaron las barricadas de mármol roto y los sepulcros, apartando mortajas de piedra a golpes de puño de combate y descargando salvas de bólter y llameante plasma contra los últimos reductos del interior. El Bastión de la Sirena cayó en una hora, pero centenares habían escapado y Abaddon, con el sabor de la victoria convertido en cenizas en su boca, caminó por las ruinas arrojando insultos y amenazas de muerte a aquellos que no habían conseguido cerrar la trampa a tiempo. Recuperando la compostura, ordenó a sus fuerzas que se dispersaran y registraran la ciudad mientras imponía al Mechanicum Oscuro y a sus propias Escuadras Destructoras la tarea de acabar con cualquiera que hubiera huido bajo tierra. Pronto se empezaron a vaciar recipientes de fósfex en los conductos de aire y las catacumbas que corrían por debajo del Bastión de la Sirena, mientras que los aquelarres de brujos y cultistas de Davin usaban sus propias artes oscuras para cazar a los vivos por los escombros y desiertos.

327px-Abaddon vs

Abbadon y Loken se enfrentan en duelo en las ruinas de la Ciudad Coral.

Durante la subsiguiente persecución de supervivientes Leales, Abaddon y Horus Aximand se enfrentaron a los Capitanes Loken y Tarik Torgaddon en las ruinas de un edificio chamuscado en algún lugar de las ruinas de la Ciudad Coral. En la batalla que siguió, Pequeño Horus derrotó y mató a Tarik Torgaddon en combate singular, mientras que Loken luchó valerosamente contra Abaddon pero acabó siendo gravemente herido y dejado indefenso a merced del posterior bombardeo orbital final del planeta por parte de la flota del Señor de la Guerra, que pondría fin a la resistencia de los Leales.

Cuando la oscuridad de la auténtica noche cayó de nuevo sobre la ciudad de los muertos, las únicas luces eran los penetrantes rayos de las lámparas de búsqueda que barrían metódicamente los esqueléticos restos de la ciudad, con la promesa de la muerte siguiendo sus avances. Los únicos sonidos eran las inmensas y demoledoras pisadas de los Titanes que acechaban por las ruinas y los intermitentes sonidos de disparos que resonaban como fantasmas a través del vacío erial de escombros y huesos cuando los Traidores encontraban Leales en la oscuridad. La muerte de Istvaan III había entrado en su fase final y asesina. No podía ser llamada ya una batalla, sino una caza de hombres; la persecución, acorralamiento y destrucción de la presa más peligrosa (pero presa ahora al fin y al cabo) hasta su extinción.

La Marea de la Guerra[]

Espíritu Vengativo Acorazado clase Gloriana Legión Lobos Lunares Hijos de Horus

La Espíritu Vengativo se dispone a bombardear por última vez la Ciudad Coral.

"Nuestros hombres podrán ser olvidados, y nuestros huesos deshacerse en polvo, pero nuestras muertes resonarán en los milenios por venir."

Capitán Saul Tarvitz, horas antes de la caída de los últimos bastiones de la Ciudad Coral

El tiempo no espera ni para los mortales ni para los Primarcas, y aunque los Leales habían sido derrotados y condenados a ser los cazados en Istvaan III, los últimos restos se negaron testarudamente a ser destruidos, y el precio que Horus había pagado para lograrlo fue muy alto. Los despojos remanentes de la fuerza Leal de Istvaan III no tenían posibilidad de escapar y su exterminio total ya no era un lujo que el Señor de la Guerra pudiera permitirse. Al fin Fulgrim, Primarca de los Hijos del Emperador, se había reunido con él, pero traía noticias preocupantes. El tiempo ya no estaba del lado de Horus, y había que establecer nuevos planes y llevarlos a cabo con premura si no se quería que el Emperador descubriera que Horus y sus aliados se movían en su contra. El momento de forjar alianzas para su traición había pasado; el momento de actuar era ahora so pena de arriesgarse a perderlo todo.

Con amargura el Señor de la Guerra ordenó la retirada de la superficie de Istvaan III, dejándolo convertido en un cementerio, y encargó a Fulgrim y Mortarion que arrastrasen a Angron de la superficie del planeta si hacía falta. Al partir, Horus ordenó que los cañones del Espíritu Vengativo se volvieran una vez más contra el cadáver de la Ciudad Coral, disparando no armas víricas sino ojivas convencionales, e hizo pulverizar las ruinas antes de dejar Istvaan III como un cascarón ceniciento. Calth, Signus, Prospero... el contagio de la guerra y la masacre ya se estaba extendiendo, pero para Horus, el siguiente objetivo de su campaña para convertirse en el amo de la Humanidad no se encontraba en un sistema distante, ni siquiera en la propia Terra, sino en Istvaan V.

Consecuencias[]

Istvaan III Mundo Muerto

Istvaan III, reducido a mundo muerto tras la marcha de las Legiones Traidoras.

La perfidia del Señor de la Guerra Horus en el sistema Istvaan resonaría a lo largo de milenios. Istvaan III renació de la plaga y el fuego, y su superficie se convirtió en un cementerio arrasado de civilización. El virus Devorador de Vida desatado por orden de Horus y las subsiguientes tormentas de fuego barrieron la superficie del planeta, dejando a su paso un reino de ceniza y humo salpicado con los retorcidos cascarones de colmenas incineradas y ciudades muertas. Por su parte, los Traidores habían tenido la necesidad de acabar rápidamente con los Leales y asegurarse de que su traición permanecía en secreto. Gracias a su felón ataque, los Traidores obtuvieron la iniciativa y tuvieron la oportunidad de emplear el disfraz de su falsa lealtad para preparar una serie de ataques decisivos contra el Imperio. Pero los perfectos planes del Señor de la Guerra se hicieron añicos por las temerarias acciones del Primarca Angron y la tenacidad de aquellos Legionarios aún leales al Emperador.

Desesperadamente superados en número y armamento, los Leales resistieron contra el aplastante poderío de los Traidores y la maldad de Horus. Cada día que la batalla en Istvaan III se alargaba aumentaba las probabilidades de ser descubiertos por el Imperio, y sangraba los recursos que los Traidores necesitarían para golpear al Emperador. Aunque al final murieron todos, lo hicieron como Astartes, como leales guerreros del Emperador. Se cobraron un altísimo precio en sangre por la victoria de los Traidores, dejando una profunda herida en la recién nacida rebelión. Con la espada de la guerra civil desenvainada y empapada de la sangre de hermanos, no había vuelta atrás, y cuando la noticia llegó por fin al Emperador gracias a las valerosas acciones del Capitán de Batalla Nathaniel Garro y la tripulación de la Eisenstein, las llamas de la venganza ardieron en los corazones de los que eran absolutamente leales al Imperio. No podría haber respiro ni perdón, solo guerra.

El Capitán Saul Tarvitz de los Hijos del Emperador descubrió la perfidia del plan de Horus justo cuando se iba a poner en práctica, y se puso voluntariamente en la línea de fuego para alcanzar la superficie del planeta y advertir de la inminente masacre a sus camaradas Leales. Al hacerlo logró salvar a dos tercios de los cien millares de Astartes Leales desplegados. Aunque hasta entonces había sido considerado un oficial de línea sin distinciones, Tarvitz logró poner a salvo a muchos de los Leales del bombardeo vírico y organizar una defensa coherente contra el desembarco de los Traidores, transformando una matanza en una exitosa guerra de guerrillas, desbaratando hasta los mejores planes de Horus y quizá hasta afectando al resultado de la Herejía de Horus en conjunto. Tanto él como sus camaradas Leales de la Legión de los Hijos del Emperador, excepto el desertor Lucius, encontraron su fin en el Palacio del Director del Coro en Istvaan III.

Garviel Loken Cerberus Lobos Lunares

Garviel Loken, convertido en Cerberus tras la Atrocidad de Istvaan III.

A pesar de la traición de su Primarca, los Capitanes Garviel Loken y Tarik Torgaddon lograron sobrevivir al bombardeo vírico y a la tormenta de fuego posterior, y tomaron el mando de los Hijos de Horus supervivientes recuperando su antiguo nombre de Lobos Lunares. Atrincherados en el Bastión de la Sirena, acabaron con muchos de aquellos a los que antaño llamaron hermanos. Al final del asedio, sus antiguos compañeros del Mournival, Ezekyle Abaddon y Horus Aximand, se enfrentaron a ellos en duelo, y Tarik murió mientras que Garviel quedó gravemente herido, siendo testigo del último bombardeo orbital sobre la Ciudad Coral. En lugar de armas víricas, el Señor de la Guerra usó potentes explosivos para arrasar la ciudad y poner un terrible punto final a la Atrocidad de Istvaan III. Fue un epitafio final que no dejó dudas de quién era el vencedor.

Sin embargo, por algún giro del destino o por la voluntad del Emperador, Loken no murió en el bombardeo, sino que quedó enterrado bajo los escombros y tardó meses en emerger de las ruinas, desquiciado por la traición sufrida y sin recuerdos ni identidad. Creyendo que era el último Astartes Leal de la galaxia, adoptó el nombre de "Cerberus" y dio caza a los escasos supervivientes del bombardeo durante más de un año. Al final, Loken fue encontrado por Garro, que había renegado de la Guardia de la Muerte y se había puesto al servicio directo de Malcador el Sigilita tras alcanzar el Sistema Solar. Este le había enviado de regreso a Istvaan III para que reclutase a Loken para un grupo de agentes especiales que acabaría por convertirse, décadas después, en la Sagrada Inquisición. Garro hubo de enfrentarse dos veces a "Cerberus", y entre esos dos duelos a una horda de zombis de plaga de Nurgle que se habían hecho pasar por humanos supervivientes, antes de lograr recordar a Loken quién era y convencerle de que el Emperador aún tenía una misión para él: arrancar de raíz la corrupción que estaba extendiéndose por el Imperio. Reunidos al fin todos los hombres que buscaba, Garro regresó con ellos a Terra para recibir su primera misión de manos del Sigilita.

Osarios de Istvaan III

Los muchos osarios de Istvaan III.

Galería[]

Fuentes[]

  • The Horus Heresy I.
  • Garro: Legion of One (Audiolibro), por James Swallow.
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